Alberto Ibarra Mares
Mientras los objetivos a largo plazo para el éxito empresarial se basan en la maximización de los beneficios y la maximización del valor de la empresa, los objetivos a corto plazo se enfocan principalmente en: a) obtener una liquidez óptima o apropiada para la empresa y b) evitar las dificultades financieras.
Con respecto al segundo objetivo a corto plazo es necesario alcanzar el primer objetivo, es decir, obtener la adecuada liquidez. De no lograrse esto, es seguro que se entre en un proceso de enfermedades financieras, que comienzan con un vencimiento y falta de pago de las obligaciones a corto plazo (cartera crediticia vencida), y posteriormente se entra en un proceso de falta de liquidez que afecta al ciclo de explotación de la empresa, lo cual la obliga a entrar en una suspensión de pagos que es la antesala de la quiebra técnica.
Según Bernstein (1999: p.551) la liquidez es la facilidad, velocidad y el grado de merma para convertir los activos circulantes en tesorería, y la escasez de ésta la considera uno de los principales síntomas de dificultades financieras. En principio la liquidez se puede definir de forma simple como la capacidad de pago a corto plazo que tiene la empresa, o bien, como la capacidad de convertir los activos e inversiones en dinero o instrumentos líquidos, lo que se conoce como tesorería.
Esto quiere decir que fundamentalmente la liquidez es la capacidad de convertir activos en tesorería para hacer funcionar a la empresa. A su vez la tesorería es considerada el componente más líquido con respecto a todos los demás activos, pues proporciona la mayor flexibilidad de elección a la empresa para decisiones de inversión o financiación. También este componente representa el inicio y el final del ciclo de explotación y su conversión va dirigida a todo tipo de activos, como por ejemplo: las existencias que se convierten en cuentas por cobrar mediante el proceso de ventas.
Para Meunier y Boulmer (1987: p.14) la tesorería es la diferencia entre los activos realizables y disponibles (activo circulante) y el pasivo circulante en un momento determinado. Por otra parte, estos autores definen el concepto de tesorería neta como la diferencia en determinado momento entre los recursos puestos en juego para financiar una actividad y las necesidades que la misma implica. Otros autores parten de los mismos elementos, pero en lugar de considerar a la tesorería sobre su diferencia parten sobre su relación, pues se refieren a la noción de coeficiente o ratio de tesorería, que es el cociente entre el activo circulante y el pasivo circulante. Este ratio es una de las magnitudes más importantes, aunque no la única que se incluye dentro del factor de liquidez, pues al utilizar este concepto no nos referimos exclusivamente a la relación entre dos partidas globales, pues dicho factor incluye también otras magnitudes más analíticas aunque “defectuosas”.
Por ejemplo, el ratio de tesorería o de capital de trabajo es ampliamente aceptado en términos teóricos, y con su uso se tendría que poder determinar en que medida una empresa es capaz de hacer frente a sus obligaciones a corto plazo considerando la exigibilidad de los pagos vencidos. Aquí, mientras más elevado fuera el coeficiente, la empresa debería permanecer más líquida. Sin embargo, esto no es más que una probabilidad ya que en la práctica dicho coeficiente es “abstracto”, y por lo tanto, la diferencia o el cociente del ratio son poco utilizados y sólo sirven como referencia, pues en realidad no permiten administrar la tesorería. Con base en ello, los analistas tratan de aplicar también otras dos nociones teóricas para complementar el análisis de la tesorería que son: a) la velocidad o el grado de liquidez del activo realizable; y b) la liquidez o el grado de exigibilidad de las deudas a corto plazo.
Por otra parte, si analizamos la liquidez en términos de tesorería neta, veremos que ésta no se basa en los ingresos y gastos, sino en las necesidades y los recursos, los que a su vez se clasifican para efectos del análisis financiero en: a) necesidades cíclicas y b) necesidades acíclicas.
La necesidades cíclicas están ligadas directamente al ciclo de explotación (compra, fabricación y venta), es decir, están constituidas por los factores de la producción y por el activo circulante, y se renuevan al ritmo del ciclo de explotación. Con respecto a las necesidades acíclicas, están constituidas por los medios de producción o activos reales, y su existencia no está ligada directamente al ciclo de explotación. Para hacer frente a este tipo de necesidades, la empresa que absorbe los capitales debe contar con dos tipos de recursos que son: a) los recursos cíclicos (su existencia esta directamente ligada al ciclo de explotación y se renuevan al ritmo de éste constituyéndose en pasivo circulante); y b) los recursos acíclicos (no tienen relación con el ciclo de explotación y están representados por los fondos propios y deudas a largo plazo, es decir, los capitales permanentes y los activos inmovilizados). Con base en lo anterior se puede ver que las diferencias entre las necesidades y los recursos representan a la tesorería neta
Este balance traducido al método de “necesidades – recursos”, se puede traducir también en otros términos, como por ejemplo: las necesidades para inversiones y las necesidades para la explotación. Las primeras son aquellas que se relacionan con los activos inmovilizados tomados en el más amplio sentido del término. En cambio, las necesidades de explotación, también llamadas necesidades de fondos de rotación, son la parte de aquellas necesidades cíclicas cuyo financiamiento no está asegurado por los recursos cíclicos, y por lo tanto se encuentran a cargo de la empresa.
Pero volviendo al tema sobre la administración de la liquidez bajo su concepto tradicional, ya hemos apuntado que resulta erróneo el concepto de maximizar este factor, ya que los recursos o activos financieros en exceso representan una pérdida con relación al coste de oportunidad. Además, otro fenómeno negativo que se presenta cuando se maximiza la liquidez, es la falta de aprovechamiento del crédito comercial que ofrecen los proveedores del capital productivo y del capital financiero.
Es importante señalar que de acuerdo al giro de la empresa y a la estrategia financiera adoptada por ésta, se puede llegar a determinar cual es el índice de liquidez apropiado, aunque desde un enfoque meramente estático. Para esto, existen varias estrategias como es el caso del apalancamiento financiero o el análisis de los efectos de los resultados por posición de activos monetarios (“repomo”).
Otro elemento a considerar para el análisis y administración de la liquidez es que los índices “óptimos” que presentan las empresas de distintos sectores suelen ser diferentes dado su particular ciclo de explotación. Por otra parte, tampoco el tamaño de la empresa es un factor crucial para obtener estándares adecuados de liquidez, pues por ejemplo: si existen varias empresas cuyo tamaño puede ser fácilmente determinado para clasificarlas como similares, como es el caso de las empresas grandes , aún habría que analizar muy detenidamente cuales son sus criterios para la presentación de su información contable, pues muchas veces las partidas que se refieren a la valoración de los inventarios (componente básico del ratio de liquidez) son producto de sistemas de valuación distintos, o bien, los métodos de depreciación y amortización de los activos fijos tangibles e intangibles no son los mismos, y esto por supuesto afecta directamente a los beneficios provocando mayores o menores necesidades en el nivel de liquidez.
El ciclo de explotación consiste en el proceso: “dinero – bienes – dinero”, en el que la tesorería inicial se convierte en activo circulante real (materias primas, producción en proceso, productos terminados) y éste se convierte de nuevo en tesorería tras haberse convertido previamente en activo financiero (clientes), siendo la principal consecuencia de este proceso la creación de valor a través de la obtención de beneficios. La “nueva tesorería”, que posteriormente se volverá a invertir o desinvertir, puede presentar entonces una liquidez positiva o negativa, y este nuevo estado de liquidez se utilizará total o parcialmente para reiniciar una y otra vez más otros ciclos de explotación.
Paradójicamente al hablar del factor de liquidez y en particular de sus ratios tradicionales, que son de los más antiguos y conocidos, nos damos cuenta que en general éstos no son capaces de proporcionar magnitudes fiables, pues presentan la grave limitación de que sus componentes son estáticos (del balance general), y las mediciones correctas de liquidez tienen que tener como base a los flujos futuros de tesorería, cuyos componentes son dinámicos (los ingresos, el coste de ventas, los gastos en efectivo, los beneficios, entre otros).
Esto se debe a que la liquidez depende de los niveles de tesorería y de los flujos futuros de caja presupuestados, y el factor de liquidez presenta el problema de no tener una relación directa entre los componentes del capital circulante y los flujos futuros de tesorería. Por ejemplo, las cuentas por cobrar y los inventarios, que son de los principales componentes del factor de liquidez, tienen en realidad como objetivo servir como magnitudes para la determinación de la rentabilidad bruta y la eficiencia de los activos productivos, y no de la liquidez. Además, en el caso de las cuentas por cobrar, éstas no garantizan las futuras entradas netas de tesorería.
En realidad el factor de liquidez es un superávit líquido disponible en un momento del presente, que no se mantendrá necesariamente en el futuro inmediato. Esto quiere decir que mide la capacidad del activo circulante actual y sólo es capaz de compensar los desequilibrios en el flujo de fondos durante períodos incluso menores al crédito al contado y crédito comercial, que en promedio es de treinta y sesenta días. En conclusión, los objetivos realmente válidos que se pueden alcanzar con el factor de liquidez y sus correspondientes ratios son los siguientes:
1. Medir la calidad de los activos circulantes y la naturaleza de los pasivos circulantes del ratio.
2. Medir la tasa de rotación de los activos y pasivos circulantes para generar tesorería (lapso medio de tiempo de inflows) y determinar el máximo de tiempo para aplicarla (outflows).
3. Medir a través del capital circulante, las reservas de activos o fondos líquidos a favor de la empresa. Esta última medida es la que indica la liquidez en su concepto de tesorería estática.
4. Determinar en qué medida el exceso de activo circulante sobre el pasivo circulante está cubierto, así como que margen de seguridad proporciona dicho exceso. Esta visión con respecto al pasivo circulante corresponde a un criterio de liquidación, pues se habla de “cubrir” en lugar de “reembolsar”. Además, este supuesto está condicionado a que el tesorero no haya optado por una estrategia como la del apalancamiento financiero que da lugar a un déficit del capital circulante.
5. Medir a través del capital circulante, la estructura de entradas futuras de tesorería con relación a las salidas. Sin embargo, como ya indicamos el coeficiente de liquidez es defectuoso pues considera sólo partidas del balance general que son componentes estáticos, y no incluye otros dinámicos como las cuentas de resultados. Es importante decir que en general la liquidez adquiere únicamente interpretación cuando se le relaciona con los activos totales o las ventas, pues le dan un carácter dinámico. Por eso en los estudios predictivos se ha incluido principalmente al concepto dinámico de cash flow para representar a la magnitud de liquidez.
Todos los anteriores hechos negativos y limitaciones del factor de liquidez han llevado a que el principio contable de “negocio en marcha” o “continuidad de la empresa”, dentro del análisis financiero de la liquidez, se deba enfocar no en el concepto estático, sino en el concepto dinámico de la empresa. Esto último fue lo que dio origen al concepto del factor de cash flow, el cual fue reconocido por los principales organismos contables y financieros de todo el mundo a partir de las décadas de los sesenta y setenta, y a continuación lo comentaremos.
Ratio de capital Circulante o Coeficiente de Liquidez circulante (R 28 del modelo): activo circulante / pasivo. El importe absoluto del capital circulante únicamente tiene significado si se relaciona con otras variables importantes como las ventas y los activos totales. Un análisis eficiente de la tendencia del coeficiente de liquidez a través del tiempo se puede llevar a cabo mediante el análisis de tendencias y el análisis proporcional. En el primer caso, los componentes del capital circulante y el coeficiente de liquidez se traducen a un índice para efectuar las comparaciones longitudinales. En el segundo caso, se analiza la composición del activo circulante a lo largo del tiempo. También es importante llevar a cabo una comparación proporcional y una de tendencias históricas.
Con respecto a la lectura del coeficiente de liquidez a través del tiempo, sus aumentos o disminuciones no deben interpretarse de forma aislada, ya que debemos considerar otros elementos tales como la inflación, la expansión económica, las compensaciones, la manipulación de sus componentes, etc. Ante esto se recomienda llevar a cabo lecturas intermedias sobre este ratio para evitar conclusiones equivocadas y para llegar a determinar la real cobertura del pasivo circulante.
Normalmente los ratios de liquidez se comparan con los del sector. Si el ratio es superior a la unidad, indica que el fondo de maniobra es positivo y que el capital circulante puede cubrir la totalidad del pasivo a corto plazo. Así, si una empresa obtiene dicho coeficiente no tendrá problemas de tesorería siempre que la velocidad de transformación del activo circulante en líquido sea por lo menos tan rápida como el grado de exigibilidad de la deuda a corto plazo. En cambio, si el coeficiente de liquidez es inferior a la unidad, indica que algunos créditos a corto plazo financian una parte del activo fijo, o bien, que la empresa ha tenido pérdidas en los ejercicios anteriores. Estos últimos supuestos no son graves cuando existe una aceptable velocidad de rotación de los inventarios, un plazo medio de cobro de las cuentas por cobrar eficiente y un plazo medio de pago a los proveedores aceptable.
Ratio de cobertura de gastos de explotación (R29 del modelo): activo circulante menos inventarios / media diaria de gastos de operación. Este ratio en lugar de evaluar los activos líquidos con respecto al pasivo circulante, se enfoca a medir si los primeros son suficientes con relación a los outflows regulares de la empresa. Es decir, se quiere ver si existe cobertura para cubrir los gastos de operación o explotación. Este coeficiente indica si hay suficientes activos líquidos para financiar la operación durante un determinado número de días sin tener tesorería. Otros analistas lo interpretan simplemente como un indicador que mide la capacidad para el pago de obligaciones a corto plazo sin vender inventarios (“acid test ratio”).
Ratio o Coeficiente de Tesorería: tesorería + equivalentes / pasivo circulante (R30 del modelo). Dado que el ratio de liquidez no expresa más que un equilibrio financiero a corto plazo en el momento del cierre del balance y variando su valor de forma significativa a lo largo del año (sobre todo en empresas con marcada actividad estacional como el caso de los hoteles), es necesario calcular también el ratio de liquidez reducida o relativa, también conocido como coeficiente de tesorería (“quick ratio”). Este ratio indica una aproximación de la capacidad inmediata de la empresas para el pago de sus pasivos circulantes. Lo más frecuente es que sea inferior a la unidad ya que los inventarios están financiados por pasivos circulantes. Esto en la práctica no representa ningún problema, máxime si la tasa de rotación de los inventarios es muy elevada. Cuanto más alto es este ratio indica que más líquido es el conjunto del activo circulante, por lo tanto, en caso de liquidación de la empresa, la pérdida será mínima en el activo circulante y el período de conversión inexistente. También este ratio indica el nivel de tesorería disponible para el pago de las obligaciones corrientes. El coeficiente de tesorería es una extensión del coeficiente de liquidez a corto plazo. Hasta la fecha no existe ningún indicador estándar sobre el nivel óptimo del ratio, pues dicho nivel varía de acuerdo al giro de la empresa y a la consistencia propia de cada uno de los valores del pasivo circulante, así como a la política de crédito y cobranzas de la empresa.
Ratio o Coeficiente de rotación del promedio de cuentas de cobrar (R31 del modelo)): ventas netas a crédito / promedio de cuentas por cobrar. Este ratio evalúa la calidad del capital circulante y del coeficiente de liquidez, así como la calidad y liquidez de las cuentas por cobrar que están influidas a su vez por su tasa de rotación. Aquí la calidad significa la capacidad de cobro sin pérdidas. Normalmente cuanto más tiempo permanecen pendientes las cuentas por cobrar, se incrementa la cartera vencida y aumenta la probabilidad de morosidad. En este ratio la rotación es un indicador de la antigüedad de las cuentas por cobrar, la cual se recomienda se le compare con una tasa de rotación predeterminada, que puede ser la del promedio del sector al que pertenece la empresa.
El coeficiente de rotación está relacionado con la velocidad promedio en que las cuentas por cobrar se convierten en tesorería. Cuando esta rotación se estima correctamente, representa una de las mejores medidas del factor de liquidez. En general, la cifra de rotación del promedio de cuentas por cobrar indica cuantas veces se han renovado las cuentas por cobrar durante un año comercial. Sin embargo, otra alternativa que se tiene, en lugar de considerar el número de veces, es la conversión de la cifra de rotación en número de días de ventas inmovilizados en cuentas por cobrar. Aquí se mide el número de días necesarios para cobrar las cuentas, en lugar del número de veces durante el año. Esto se obtiene dividiendo el coeficiente de rotación promediado de cuentas por cobrar entre 360 ( Ratio de la BMV).
Ratio o coeficiente de rotación de inventarios (R 32 del modelo): coste de ventas/promedio de inventarios.
Los inventarios están considerados como el componente menos líquido del activo circulante. Por eso para una evaluación complementaria del coeficiente de liquidez es importante llevar a cabo una evaluación completa sobre la calidad y liquidez de los inventarios. En este caso, también las medidas de rotación representan una de las mejores herramientas para dicha evaluación. Los coeficientes de rotación de inventarios proporcionan medidas sobre la calidad y la liquidez dentro del activo circulante. Esto indica que la calidad se traduce en una medidas de capacidad por parte de la empresa en marcha (“going concern”) para utilizar o vender sus inventarios sin riesgo de pérdida. En el caso de una empresa en liquidación (“gone concern”), la calidad representa la capacidad que tiene la empresa para enajenar sus inventarios y recuperar el coste de adquisición de éstos.
Este ratio mide la velocidad media a la que los inventarios entran y salen de la empresa, y para su cálculo se utilizan precios de coste. El promedio de los inventarios se puede calcular entre los cuatro trimestres del año para obtener una medida más correcta, siempre y cuando exista una consistencia en los métodos de evaluación. Los inventarios constituyen una magnitud muy significativa dentro del activo circulante. Si el nivel de inventarios es deficitario, el volumen de ventas quedará por debajo del nivel en que podría realizarse. En cambio, si existe un exceso de inventarios, la empresa estará incurriendo en una inmovilización negativa de fondos. Una tasa de rotación inferior a la obtenida históricamente o a la del sector de la empresa, indica que existen productos obsoletos o con poca demanda. Por otra parte, el coeficiente de rotación de inventarios también mide la liquidez con relación a la velocidad en que los inventarios pueden ser convertidos en tesorería.
Ratio de Liquidez (R36 del modelo): capital circulante neto / activo total. Altman lo consideró con base en la forma tradicional de medir la liquidez y lo propuso como la medida más eficiente entre los múltiples ratios de liquidez (variable X1). Según este autor, cuando una empresa experimenta pérdidas operativas de forma continua, tiene de inicio fuertes disminuciones en sus activos circulantes con relación al total del activo. Esta medida refleja la cantidad neta de activos líquidos relativa a la capitalización total. Es una medida del activo líquido neto de la empresa con relación a la capitalización total. Altman entendió al capital de trabajo como la diferencia entre los activos circulantes y los pasivos circulantes.. Esta variable la seleccionó considerando que dio los mejores y más consistentes resultados en la investigación de Merwin.
Ratio de retorno del capital o intervalo sin crédito (R41 del modelo): activo circulante (menos inventarios) menos pasivo circulante /gastos de explotación menos (amortizaciones más provisiones). Este ratio a nivel univariable da por lo general resultados malos. Sin embargo, para Altman representa una de las variables independientes más importantes en orden de contribución para la eficiencia global del modelo. Según de la observación que dedujo Altman de su coeficiente estandarizado, este ratio consigue niveles muy altos de eficiencia cuando se combina de forma multivariable, mide la rotación de los activos totales y el volumen de ventas o facturación de la empresa, y es un indicador del número de días que los activos defensivos son capaces de hacer frente a las salidas de tesorería provocadas por los gastos de explotación sin ningún tipo de ayudas adicionales. Para Altman esta magnitud es un estándar financiero importante que nos indica la capacidad de las ventas para generar los activos de la empresa.