David Flores Ruiz
Llegados a este punto es necesario hacer una distinción entre los conceptos de ventaja absoluta y ventaja comparativa, pues son términos que deben ser entendidos de una forma clara si queremos comprender las diferencias entre la teoría clásica y neoclásica del comercio internacional, las cuales influyen, a su vez, en las causas que generan la competitividad internacional de los países en determinados sectores productivos. En este sentido, sorprende que términos tan populares y tan asentados en el mundo académico no sean lo suficientemente entendidos, contribuyendo esto a distorsionar el correcto entendimiento de la teoría del comercio internacional, y por tanto de la competitividad (Guerrero, 1995: 23).
Así pues, cuando David Ricardo se refería a la ventaja comparativa estaba haciendo referencia a la ventaja existente entre dos sectores económicos distintos situados en países diferentes -ventaja competitiva intersectorial-, en contraposición con la idea de ventaja absoluta, pues ésta hace referencia a la diferente ventaja competitiva existente, dentro de un mismo sector, entre países distintos.
En este sentido, la corriente ortodoxa -neoclásica- ha optado por englobar bajo el nombre de “ventaja comparativa” una serie de elementos diferentes y contradictorios que proceden de las teorías originales de Ricardo y Smith y que han sido englobados en el “precedente clásico” de lo que, posteriormente, ha sido la teoría neoclásica del comercio internacional. Por este motivo, antes de exponer, de forma somera, la teoría neoclásica del comercio internacional, detallamos algunos aspectos diferenciales que deben ser tenidos en cuenta a la hora de analizar ambas teorías -clásicas y neoclásicas-, y como éstas repercuten en el análisis de la competencia . Entre estas diferencias destacamos las siguientes:
- Mientras que Smith cuando se refiere a la ventaja absoluta realiza una comparación entre las ventajas que tiene un país con respecto a otro para producir un determinado producto, Ricardo hace referencia, mediante el concepto de ventaja comparativa, a la diferencia existente entre países a la hora de producir diferentes mercancías.
- La ventaja absoluta, al igual que la ventaja comparativa, es un término relativo que, en contra de los que se piensa, hace referencia a la comparación de unidades económicas. La ventaja absoluta, por tanto, no quiere decir ventaja universal.
- En contra de lo que se suele sostener, la teoría de la ventaja absoluta no sólo se basa en la ventaja en productividad, en el valor-trabajo, sino que para Smith la ventaja absoluta venía dada por unos costes unitarios inferiores a los de los competidores. Por tanto, la productividad sólo interviene como elemento determinante pero no único, pues esta teoría mantiene que la ventaja absoluta se basa en el menor coste unitario y no en la mayor productividad.
- Lo característico de la teoría de la ventaja comparativa es el bajo coste relativo desde una perspectiva intersectorial y no intrasectorial como propone la teoría de la ventaja absoluta.
- En contra de lo que hace Smith, la teoría de la ventaja comparativa de Ricardo no incluye el principio general del valor-trabajo y sí una específica teoría del dinero, la teoría cuantitativa. Esto lleva a Ricardo a sostener que los saldos en la balanza comercial tienden a ser a corto plazo, pues existe un mecanismo de ajuste automático que se pone en marcha cuando se dan los primeros desequilibrios. Debido a este mecanismo monetario, los costes monetarios se desvían de los costes en trabajo, por lo que se elimina la eficacia predictiva de los valores-trabajo de los que parte la teoría de la ventaja absoluta. Para la teoría de la ventaja comparativa, por tanto, la productividad del trabajo y su constante mejora no es tenida en cuenta a la hora de explicar los patrones del comercio internacional.
En definitiva, analizando detenidamente ambas teorías, podemos apreciar cómo la teoría de la ventaja absoluta no debe confundirse con la teoría de la ventaja comparativa, pues ambas parten de supuestos diferentes y, por tanto, tienen implicaciones muy dispares a la hora de actuar para incrementar la competitividad de los países en determinados sectores o subsectores económicos. En este sentido, mientras que la teoría clásica del comercio internacional, basada en la ventaja absoluta, concede un importante valor a la productividad del trabajo a la hora de incrementar la competitividad de algunos países en ciertos sectores económicos, la teoría neoclásica del comercio internacional basada en la ventaja comparativa considera que los patrones del comercio internacional no depende de la productividad del trabajo y sí de las condiciones del entorno.
La teoría clásica del comercio internacional fue completada y corregida por los autores neoclásicos dando lugar a la teoría neoclásica del comercio internacional . Dicha teoría encontró su máximo exponente y perfeccionamiento en el teorema de Heckscher-Ohlin , formulado en el período comprendido entre las dos guerras mundiales. Este teorema, siguiendo la línea del pensamiento neoclásico, parte de los siguientes supuestos (Rodríguez, 1993:101): la competencia es perfecta entre países, los factores productivos son móviles entre sectores de un mismo país e inmóviles entre países, pleno empleo de los factores de producción disponibles, identidad y homoteticidad en los gustos de los individuos, así como identidad de la matriz de necesidades factoriales totales unitarios entre países. Entre las conclusiones más importantes a las que llega el teorema de Heckscher-Ohlin destacamos las siguientes (Torres, 1982:141):
- La condición determinante del comercio internacional son las diferencias regionales en la oferta de factores.
- La principal razón de la localización se debe a que los factores de producción -tierra, clima, recursos naturales, mano de obra, capital, etc.- están distribuidos en proporciones desiguales.
- Cada región usará en mayor proporción sus recursos naturales más abundantes por ser más baratos.
- La diferencia de factores y de precios influyen en la localización de la producción.
- A medio y largo plazo se debe dar una situación de equilibrio en la balanza comercial de los países, pues cuando en el corto plazo aparece una situación de déficit o superávit comercial se activa un dispositivo autocorrector que tiende a equilibrar este saldo.
Por tanto, ante un mercado internacional en el que existe una competencia perfecta, con productos no diferenciados y plena información de oferta y demanda, los precios relativos de las mercancías, que viene dado por sus costes de producción, los cuales vienen dados, a su vez, por la diferente dotación factorial, van a determinar para los autores neoclásicos la competitividad de los países en determinados sectores productivos. Este modelo explicativo de la competitividad de los países se asocia a la teoría de la ventaja comparativa (Viñals, 1993:279). En este sentido, cuando hacemos referencia a las ventajas comparativas de un determinado país nos estamos refiriendo a aquellos factores, anteriormente mencionados, que son abundantes en el mismo -recursos naturales, situación geográfica, mano de obra, etc. -.
Así pues, simplificando al máximo, tal y como expone Guerrero (1995:39), podría decirse que añadiendo a los tres componentes ricardianos conocidos (ventaja comparativa, rechazo de la teoría valor-trabajo y automatismo monetario) la teoría de la competencia perfecta, lo que tenemos es el modelo neoclásico predominante, más conocido como modelo de Heckscher-Ohlin. Y si a los citados tres elementos se le añade la teoría de la competencia imperfecta, en vez de la competencia perfecta, a lo que arribaremos será a alguna versión de las llamadas “nuevas teorías del comercio internacional”, las cuales serán recogidas en el epígrafe siguiente.
No obstante, la explicación que proporcionan estos modelos teóricos para predecir la especialización sectorial y éxito competitivo de los países en determinados sectores económicos, en las últimas décadas va perdiendo importancia y realismo, pues muchos países que cuentan con ventaja comparativa en algunos sectores están perdiendo importancia en los mismos, mientras que otros países que no cuentan, en principio, con ventaja comparativa para el desarrollo de determinados sectores, están experimentando un importante crecimiento en estos mismos. En este sentido, también existen resultados contradictorios en algunas de las investigaciones empíricas que han intentado contrastar la validez y poder explicativo de estos modelos .
Por tanto, a finales de los sesenta y, sobre todo, a partir de los setenta, este marco teórico sustentado en el pensamiento neoclásico y en la ventaja comparativa, explicativo de las exportaciones e importaciones entre países y, por tanto, de la competitividad internacional de los mismos en ciertos sectores, comienza a perder vigencia por determinados factores:
- Cambios en la naturaleza de la competencia internacional, la cual se ha intensificado mucho en las últimas décadas como consecuencia del proceso de globalización que se viene dando, entre otras, por las siguientes razones: creación de empresas multinacionales, aumentos de los flujos financieros, mejoras en las tecnologías de la información y las telecomunicaciones, mejora en los medios de transportes, integración de los mercados, etc. En este sentido, puede decirse que, para Porter, esta teoría ha sido eclipsada en los sectores y países avanzados por la mundialización de la competencia y por la fuerza de la tecnología (Porter, 1999:170),
- El supuesto de competencia perfecta del que parte el análisis neoclásico dista mucho de aproximarse a la realidad existente en los mismos, pues la información no es perfecta, los productos no son homogéneos, existen economías de escala, las tecnologías no son idénticas en todos los países, etc.
- La competitividad de los países, en general, y de sus empresas, en particular, cada vez depende de un mayor número de factores, por lo que la teoría neoclásica de la competitividad, centrada exclusivamente en los costes de los factores básicos -tierra, mano de obra no cualificada, etc.-, como consecuencia de su abundancia, comienza a perder poder explicativo ante el aumento de la complejidad y dinamismo de la competencia entre países.
- Estas teorías pueden explicar la diferencia de competitividad entre empresas ubicadas en diferentes países y/o territorios, pero no entre empresas situadas en un mismo territorio y/o país, pues supone una distribución homogénea de factores a lo largo tanto de los países -teorías clásicas- como de los territorios -teorías neoclásicas-.
- Tampoco explican las teorías neoclásicas el aumento del comercio intrasectorial e intraempresarial entre países distintos, sobre todo entre aquellos países más desarrollados, pues se supone que los países que intercambien productos de un mismo sector deberían poseer dotaciones factoriales similares. En este sentido, en la actualidad, el mayor volumen del comercio internacional se da entre los propios países desarrollados, los cuales tienen una dotación factorial similar, contradiciendo, de esta forma, la teoría neoclásica del comercio internacional.
Por todos estos motivos, a partir de la década de los ochenta surgen nuevas teorías del comercio internacional las cuales toman un conjunto de factores más amplios que los utilizados por la teoría neoclásica para explicar la evolución del comercio internacional y la competitividad de los países en diferentes sectores económicos (García y Melián, 2003:103). Estas teorías alternativas parten de la teoría ortodoxa del comercio internacional y tienen en común la relajación de los supuestos de los modelos neoclásicos de competencia perfecta en sus diferentes aspectos.