Silvia Ferrari*
Clara Berthe**
Viviana Navarro***
Universidad Nacional de la Patagonia Austral, Argentina
albrieu.ferrari@gmail.comRESUMEN:
La efectividad de manejo es un procedimiento metodológico que utiliza indicadores, a los efectos de examinar vacíos existentes y necesidades de mejora en la gestión de las áreas protegidas. Este trabajo presenta su aplicación en seis Reservas Naturales Urbanas de Santa Cruz (Patagonia, Argentina), con la incorporación de un nuevo ámbito de análisis denominado Turismo Responsable, que permite identificar las fortalezas y debilidades en esta actividad y brindar recomendaciones. Los mejores valores fueron los de la reserva Laguna Nimez, ubicada en el centro turístico internacional de El Calafate, y la Reserva Costera Urbana de Río Gallegos, correspondiéndoles un nivel de Manejo Satisfactorio. Ello implica que están cumpliendo con sus objetivos de creación, si bien se requieren algunos ajustes o modificaciones para alcanzar el manejo óptimo. En la gestión turística, L. Nimez presentó la efectividad más elevada (84%), no obstante, se destaca el bajo valor de la variable “Capacidad de carga”, lo cual indica una de las prioridades a considerar en su manejo, a fin de evitar sobrecargas y mantener en buenas condiciones de conservación al ecosistema.
ABSTRACT:
Management effectiveness is a methodological approach that uses indicators for the purpose of examining existing gaps and needs in the management of protected areas. This paper presents its application in six urban nature reserves of Santa Cruz (Patagonia, Argentina) with the addition of a new field of analysis, called Responsible Tourism, which allowed us to identified the strengths and weaknesses in this activity, and provide recommendations. The best values were found in Laguna Nimez reserve, located in the international tourist center of El Calafate, and in Urban Coastal Reserve Rio Gallegos. They accounted Satisfactory Management level. This implies that they are reaching their objectives of creation, although some adjustments or modifications are required to achieve optimal management. In tourism management, L. Nimez had the highest effectiveness (84%); however, the low value of the variable "carrying capacity", indicates a priority to consider in management to avoid overloads and keep good state of conservation to the ecosystem.
Palabras clave: efectividad de manejo, reservas naturales urbanas, turismo responsable, Patagonia Austral, Argentina
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Silvia Ferrari, Clara Berthe y Viviana Navarro (2016): Efectividad de manejo en reservas naturales urbanas de la Patagonia Austral y recomendaciones para mejorar su gestión turística, Revista Turydes: Turismo y Desarrollo, n. 20 (junio 2016). En línea: http://www.eumed.net/rev/turydes/20/patagonia.html
La gestión efectiva de un área protegida (AP) es la que permite asegurar, a mediano y largo plazo, la perdurabilidad de los recursos custodiados y la continuidad de los procesos naturales y culturales. El manejo de un AP envuelve un sinnúmero de elementos interconectados entre sí (de carácter legal, administrativo, social, institucional, científico, financiero, entre otros), lo cual requiere de una planificación flexible y dinámica, que permita enfrentar las permanentes amenazas que ponen en peligro los componentes bióticos y abióticos dentro de ellas, pudiendo generar un impacto negativo sobre las comunidades aledañas (Cifuentes et al. 2000: 3). Con el objeto de lograr un manejo adecuado, conocer los avances realizados durante la gestión de las áreas, así como las debilidades, falencias, asuntos críticos a tratar, es importante contar con herramientas estructuradas, sistemáticas y secuenciales, que organizadamente brinden la información pertinente para atender los problemas y debilidades del manejo, y tomar las decisiones más apropiadas y oportunas Para ello, se han desarrollado procedimientos metodológicos que permiten evaluar la efectividad del manejo de las AP, la cual ha sido definida como “el conjunto de acciones que basándose en las actitudes, capacidades y competencias particulares, permiten cumplir satisfactoriamente la función para lo cual fue creada el área protegida” (Izurieta, 1997, en Cifuentes et al. 2000: 5).
El monitoreo y evaluación provee el enlace que permite a los planificadores y administradores aprender con base a la experiencia y a la vez ayuda a los gobiernos, las agencias de financiamiento y a la sociedad civil a monitorear la efectividad del conjunto de áreas protegidas establecidas. Esta metodología no pretende ser estática sino que por el contrario, resalta que ha sido elaborada y validada visualizando un amplio espectro de situaciones y categorías de manejo; de manera tal que avala la realización de las modificaciones correspondientes, con la finalidad de adaptarse a la realidad de las reservas a estudiar. Es una herramienta que permite a los responsables de la reserva conocer si su manejo es efectivo a través de la aplicación de un conjunto de indicadores (ámbitos, variables y parámetros), que brindan información actualizada y fidedigna sobre diferentes aspectos relacionados con el personal, financiamiento, infraestructura, entre otros. Asimismo, ayuda a priorizar el uso de los recursos destinados al sistema de áreas protegidas, permitiendo al manejador la realización de acciones más efectivas para la conservación de los ambientes naturales y el ordenamiento del uso público dentro de ellas. A los decisores políticos les brinda información para planificar con mayor precisión los próximos objetivos a alcanzar, así como el análisis de la situación con un grado de conocimiento más acorde a la realidad (Albrieu, 2003: 12). Y, principalmente, permite determinar los vacíos existentes, para luego priorizar las acciones necesarias para cumplir con los objetivos planteados.
En el presente trabajo, se aplicó a escala de áreas protegidas municipales, también conocidas como Reservas Naturales Urbanas (RNU), las cuales son definidas como “áreas protegidas establecidas o reconocidas por el municipio mediante un instrumento legal, en concordancia con el sistema nacional de áreas protegidas y las políticas ambientales, territoriales y de desarrollo del municipio y el país”. Su localización facilita el acceso a un público numeroso que en muchas ocasiones, tiene en estas áreas su primer contacto con los ambientes naturales, confiriéndoles así alto potencial educativo. Sus objetivos de conservación incluyen la protección de recursos hídricos, ecosistemas y especies amenazadas, sitios sagrados y espacios para turismo, el manejo de algunos recursos silvestres utilizados por la población local y la manutención de los bienes y servicios ecosistémicos necesarios para el desarrollo del municipio y la calidad de vida de sus habitantes (GTZ, 2010: 9).
El vínculo entre las áreas protegidas y el turismo es tan antiguo como la propia historia de estas áreas. Aunque la relación es compleja y a menudo conflictiva, el turismo es siempre un componente crítico que hay que tener en cuenta en la constitución y gestión de áreas protegidas (Eagles et al.,2002: 13). No cabe duda de que el desarrollo de actividades turísticas y/o recreativas en estos espacios, exige una gestión eficaz y eficiente que prime la conservación de los elementos naturales y faunísticos del entorno, al tiempo que fomente la puesta en valor de los mismos (Castro Fernández y Piñeira Mantiñán, 2011: 3). Es importante, por consiguiente que se creen los marcos y estrategias de gestión precisos para garantizar que esos elementos apoyen y mantengan los valores naturales y culturales de las áreas protegidas. Los gestores además, deben velar porque el acceso con fines de turismo y esparcimiento sea adecuado. En este contexto, se utilizó esta herramienta de planificación para evaluar la efectividad de manejo en seis Reservas Naturales Urbanas de la provincia de Santa Cruz (Patagonia, Argentina), con el objetivo de fortalecer su gestión y elaborar recomendaciones, principalmente para mejorar el uso público del cual son objeto.
La efectividad de manejo se aplicó en seis Reservas Naturales Urbanas de Santa Cruz, provincia que se ubica en el extremo sur continental de América del Sur (Figura 1). Las mismas, se encuentran en el área de influencia del tramo austral de la Ruta Nacional N°40, espectacular corredor turístico vertical de Argentina, que une de sur a norte once provincias de tres regiones del país: Patagonia, Cuyo y Norte (figura 2).
En el Cuadro 1, se presenta una síntesis de las áreas consideradas en el trabajo; de las cuales cuatro se localizan en la ciudad de Río Gallegos (capital de Santa Cruz), una en El Calafate (centro turístico internacional, por su proximidad al Parque Nacional Los Glaciares) y una en 28 de Noviembre (en el oeste provincial, cercana al límite con la República de Chile). La Reserva Natural Municipal Laguna Nimez es la de mayor importancia turística, beneficiada por encontrarse en el área de influencia del Glaciar Perito Moreno, El Calafate. Es la única, cuyo manejo, se encuentra cedido por convenio a la Universidad Nacional de la Patagonia Austral; en las RNU de Río Gallegos, en tanto, existe un convenio para el co-manejo entre su municipio y una ONG local (Asociación Ambiente Sur). Cerro de La Cruz, en 28 de Noviembre, está gestionada por su comuna (Ferrari et al. 2014).
Se basó en la propuesta “Medición de la Efectividad del Manejo de Áreas Protegidas” (Cifuentes et al. 2000), procedimiento estructurado, sistemático y secuencial, que organizadamente brinda la información pertinente para atender los problemas y debilidades del manejo. La misma se adaptó a las condiciones y características de una reserva a escala territorial municipal, a fin de que los indicadores reflejaran su situación actual.
La metodología implica la definición de indicadores (ámbitos, variables y parámetros). El ámbito es el indicador de mayor jerarquía que permite visualizar aspectos más globales del manejo; mientras que las variables son los de mayor sensibilidad que permiten describir una acción, actividad o situación relativa a un determinado ámbito, y un parámetro es el de menor jerarquía y mayor especificidad del sistema. Para calificar las variables, se requiere la definición de un escenario actual y uno óptimo. Se entiende por escenario actual a la situación del Área Protegida (AP) al momento de su evaluación; mientras que el escenario óptimo se define como el mejor estado o condición que un AP debe tener para desarrollar sus actividades y alcanzar o aproximarse a los objetivos de su creación. Cada variable adopta una escala de ponderación de cinco niveles (4 a 0), por lo tanto cada una de ellas cuenta con cinco parámetros. El máximo valor (4) refleja la situación óptima y el más bajo (0) corresponde a la peor condición. De esta manera, el parámetro que adopte el AP para una determinada variable reflejará la situación en la que se encuentra (Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación et al. 2007). A continuación se presenta a modo de ejemplo, una de las variables analizadas, con sus respectivos parámetros:
El total general alcanzado (por el conjunto de ámbitos), comparado con el total general óptimo y expresado en porcentaje, refleja el nivel de efectividad del manejo para toda el área protegida. El resultado, en cada caso, se encuadra en 5 niveles, que refleja cuán satisfactorio es el manejo del AP: NIVEL I: “Manejo Insatisfactorio” (≤35%); NIVEL II: “Manejo poco satisfactorio” (36-50%); NIVEL III: “Manejo medianamente satisfactorio” (51-75%); NIVEL IV: “Manejo satisfactorio” (76-89%) y NIVEL V: “Manejo muy satisfactorio” (≥90%). Se sugiere, para su mejor comprensión y conocer las variables en detalle, recurrir a la bibliografía mencionada (De Faria, 1993; Cifuentes et al. 2000).
En el presente estudio, los indicadores (ámbitos, variables y parámetros) se definieron a partir de las propuestas de Cifuentes et al. (2000), Albrieu (2013) y el análisis realizado sobre las áreas marino-costeras de Argentina (2007). De todos los ámbitos considerados en dichas investigaciones, se optaron por un total de cinco (Personal, Financiamiento, Infraestructura, Planificación, Político-Institucional) y se incluyó uno nuevo que se denominó Turismo Responsable, entendido “como una filosofía de vida, que se caracteriza por ser respetuosa con el entorno natural, contribuye a la prosperidad local y es sensible con las particularidades de la cultura del lugar”1 , con la finalidad de evaluar las gestiones efectuadas para que esta actividad se realice en un marco de sustentabilidad. Cabe destacar, que la metodología reconoce la incorporación de nuevos indicadores siempre y cuando estos sean evaluados con las mismas herramientas que comprende el procedimiento.
Se identificaron un total de 41 variables distribuidas entre los seis ámbitos, se crearon seis (6) nuevas variables con sus respectivos parámetros, para medir aspectos sobre el desarrollo del turismo responsable en las RNU (Capacidad de carga, Gestión de residuos sólidos, Existencia de recursos para mejorar la experiencia del visitante, Difusión turística, Vínculo entre el AP y el organismo municipal de turismo, Relación con los prestadores de servicios turísticos) y se modificaron dos de la propuesta original (Apoyo intra-institucional y Programa de capacitación externa).
Este nuevo ámbito, se conformó con ocho variables, las cuales se explicitan a continuación, con una breve fundamentación acerca del porqué de su inclusión:
La recolección de la información para completar las matrices de análisis, se realizó a través de entrevistas a informantes clave (responsables del manejo de la reserva, guías, voluntarios). En el caso particular de Río Gallegos, al tratarse de cuatro reservas las que debían ser evaluadas, se procedió a realizar un taller, donde participaron las autoridades, técnicos y guardaparques de la Agencia Ambiental Municipal y miembros de la Asociación Ambiente Sur (que colaboran con su manejo). En todos los casos, se complementó con visitas a cada área protegida. Los resultados obtenidos se integraron en matrices, una que refleja la efectividad de manejo del AP por ámbito y otra que resume la efectividad de manejo final de cada reserva urbana. El período de estudio abarcó desde mayo del año 2014 hasta septiembre de 2015.
En el análisis del ámbito Personal del conjunto de reservas, se obtuvieron valores de efectividad iguales o superiores a 70%, lo que implica que se encuentran en el nivel III (“Manejo Medianamente Satisfactorio”); excepto la RNU Cerro de La Cruz que corresponde a un Manejo Insatisfactorio. Destaca la variable “Cantidad de meses al año destinados al manejo del AP”, en la cual cinco de las seis reservas obtuvieron el máximo puntaje (Cuadro 3). Respecto a la variable “Incorporación de personal temporario” destaca la alta valoración alcanzada por Laguna Nimez, la cual cuenta con la capacidad de generar sus propios recursos, y por tanto puede solventar el gasto que implica incorporar personal temporario en temporada alta.
El ámbito Financiamiento ha presentado resultados bastante disímiles, destacándose en este sentido, por situaciones contrapuestas, la RNU Laguna Nimez y Cerro de la Cruz (Cuadro 4). La primera de ellas obtuvo el máximo puntaje, logrando un “Manejo Muy Satisfactorio”, mientras que la segunda fue la que presentó el peor escenario (“Manejo Insatisfactorio”). Esta marcada diferencia se atribuye principalmente a la capacidad que tiene cada reserva para generar sus propios recursos. En L. Nimez se perciben ingresos por cobro de entrada a los turistas, reinvirtiéndose luego para su mantenimiento y mejora de la calidad del servicio (Ferrari et al. 2014: 6); lo que no sucede en las restantes AP. Sin embargo, en el caso de las cuatro reservas de Río Gallegos, si bien no poseen presupuestos propios, cuentan con fondos mínimos del municipio que se destinan principalmente a los controles, monitoreos y educación ambiental. De todos modos, son escasos y en muchas ocasiones dependen del apoyo externo (ONG´s) para la realización de actividades.
En el ámbito Infraestructura se destacan dos reservas por sus valores elevados de efectividad: RNU Laguna Nimez y la Reserva Costera Urbana, correspondiéndoles un Manejo Muy Satisfactorio y Manejo Satisfactorio, respectivamente (Cuadro 5). Las restantes obtuvieron un valor bajo, especialmente Laguna Ortiz, donde la mayoría de las variables analizadas recibió cero, vacíos que señalan en estos aspectos, donde se deben focalizar los esfuerzos a futuro.
En el ámbito Planificación, se presentaron en general, los niveles más altos de efectividad de manejo en relación a los anteriores mencionados, no habiéndose registrado ninguna reserva en el nivel I. La Reserva Costera Urbana se posicionó en el nivel IV, con el valor más elevado, y por lo tanto con un “Manejo Satisfactorio”, siendo la única que posee plan de manejo finalizado y en ejecución. No obstante, en el caso de la RNU Laguna Nimez, si bien aún no tiene, funciona con planes operativos anuales (POA), que le permite trabajar con adecuados niveles de eficiencia (Cuadro 6).
En el ámbito Político Institucional se destaca notablemente la RNU Laguna Nimez, alcanzando una efectividad elevada (“Manejo muy satisfactorio”), mientras que en las cuatro reservas de la ciudad de Río Gallegos, al compartir la misma gestión, presentaron el mismo puntaje (efectividad de “Manejo Medianamente Satisfactorio”, destacándose en los cinco casos las variables “Apoyo y participación comunitaria” y “Apoyo externo” (Cuadro 7). Incluso, en la RNU Cerro de La Cruz, que obtuvo el grado más bajo de efectividad, la variable Apoyo Externo alcanzó el valor máximo, lo cual indica que todas las áreas protegidas poseen una buena inserción en sus comunidades y colaboración para su funcionamiento y/o gestión de instituciones locales. Por ejemplo, a través de proyectos de extensión y transferencia de las universidades, que en el caso de Cerro de La Cruz, le ha permitido contar con senderos, pasarelas, cartelería y un mirador.
En el ámbito Turismo Responsable, la RNU Laguna Nimez también presentó la efectividad de manejo más elevada (84%). Teniendo en cuenta que se encuentra emplazada en uno de los centros turísticos más importantes del país, resulta de gran importancia que dicha actividad cumpla con los estándares para llevar adelante un turismo responsable. No obstante, se destaca el bajo valor obtenido por la variable “Capacidad de carga” (Cuadro 8), lo cual indica una de las prioridades para su gestión, a fin de evitar una sobrecarga y mantener en buenas condiciones de conservación al ecosistema, siendo que esta reserva recibe una gran afluencia de turistas.
La Reserva Costera Urbana presentó el segundo valor de efectividad (81%). A pesar de no encontrarse en un centro turístico, recibe un número significativo de visitantes, principalmente residentes (Decristófaro et al. 2014: 24), por lo tanto es importante que cumpla satisfactoriamente con los estándares de este ámbito, lo cual se reflejó en las variables “Capacidad de carga” y “Gestión de residuos sólidos”, que obtuvieron el máximo puntaje. En esta reserva en cambio, se deberían reforzar los programas de capacitación dirigidos a los principales usuarios (vecinos, establecimientos educativos, entre otros), a los efectos de contribuir al desarrollo de un turismo y recreación en armonía con el ambiente. En las restantes reservas de Río Gallegos, la efectividad en el ámbito Turismo Responsable, resultó con un Manejo Poco Satisfactorio, por lo que las acciones, deberían focalizarse en mejorar aquellas variables que obtuvieron menor puntaje (Cuadro 8). Cerro de La Cruz, por su parte, fue la que presentó el peor escenario, siendo su Manejo Insatisfactorio, requiriendo de medidas urgentes en todos los aspectos analizados.
El Cuadro 9 resume el puntaje de la efectividad de manejo final por cada área protegida y el que obtuvieron por cada ámbito. De las evaluaciones realizadas, surge que sólo dos reservas obtuvieron un Nivel IV, que equivale a un “Manejo Satisfactorio”: Laguna Nimez (84%) y la Reserva Costera Urbana (76%); por lo que se deduce que cumplen adecuadamente con los objetivos de su creación, requiriendo algunos ajustes y mejoras para alcanzar el nivel máximo. Cerro de la Cruz fue, en cambio, la reserva con la menor efectividad (Nivel I: “Manejo Insatisfactorio”); mientras que, de las restantes ubicadas en Río Gallegos, se destacó Laguna María La Gorda, con un “Manejo Medianamente Satisfactorio”. La Laguna Ortiz y Ex Startel en tanto, se correspondieron con una efectividad de “Manejo poco Satisfactorio”. Estos resultados, sugieren que la autoridad municipal que gestiona las reservas de esta localidad, debería priorizar los esfuerzos en estas últimas, apuntando hacia los vacíos detectados más relevantes, como ser: destinar financiamiento para ejecutar acciones de conservación, control y monitoreo, o disponer de infraestructuras que mejoraría el ordenamiento en el uso público y la experiencia de los visitantes. En general, en aquellas áreas que no poseen o tienen escasos recursos para satisfacer el manejo básico, están ante un serio riesgo para su permanencia y viabilidad a largo plazo; más aún por tratarse de reservas municipales, donde hay mayores presiones por el avance de la urbanización en esos sitios.
Al analizar los valores obtenidos por ámbito para el conjunto de reservas naturales urbanas, se observó que en ningún caso alcanzan un Manejo Satisfactorio, ya que todos están por debajo del 76% de efectividad requerido. En la mayoría, es coincidente que los ámbitos mejor posicionados son el Personal y el Político Institucional, que se correspondieron a un Manejo Medianamente Satisfactorio, ello se debe a que las instituciones destinan recurso humano, poseen marco de creación legal adecuado y en general poseen pocos conflictos de competencia, jurisdicción y dominio. Por otro lado, el peor calificado es el ámbito Financiamiento (Manejo Poco Satisfactorio), lo cual nos señala que mayormente, no cuentan con presupuestos propios que les permita desarrollar adecuadamente políticas de conservación y programas de usos públicos compatibles con su mantenimiento. En la mayoría de los casos, dependen fuertemente del apoyo externo que les brindan diferentes instituciones, como universidades, ONG y/o empresas privadas, quienes colaboran con aporte de recurso humano, fondos para infraestructuras o para la elaboración de sus planes de manejo. Se destaca como excepción Laguna Nimez, ya que es fuente generadora de recursos propios que se reutilizan en el sistema, procedentes principalmente del cobro de entradas a los visitantes, que en promedio han alcanzado las 25.000 personas/año en las últimas temporadas. Además, tiene a la venta diferentes artículos (libros, guías de la naturaleza, guías de aves, checklist, artesanías, entre otros), que contribuyen a su autofinanciación (Decristófaro et al. 2014: 22).
La aplicación de la metodología de Efectividad de Manejo en áreas protegidas municipales permitió detectar las problemáticas más relevantes que debieran atender en su gestión a corto y mediano plazo, así como destacar las fortalezas con las que cuentan, para su potenciación. La estructuración y sistematización de este procedimiento, permite establecer un sistema de monitoreo, siempre y cuando se aplique de manera periódica, de allí su importancia. La evaluación de la efectividad de manejo es una herramienta que contribuye a mejorar la transparencia, vigorizar la gestión cooperativa, fortalecer el apoyo a las comunidades y ofrecer una base más objetiva para la planificación y la asignación de recursos. Según Cifuentes et al. (2000: 10), actividades relacionadas con el uso de los recursos naturales, tales como el ecoturismo y el aprovechamiento forestal, han mejorado en diversas áreas protegidas, después de haber identificado, mediante procesos de evaluación, criterios de medición y estándares de calidad.
El turismo basado en las áreas protegidas puede ser un factor clave para apoyar la conservación del patrimonio natural y cultural. Puede generar fondos gracias al cobro de entradas y otros servicios, que pueden utilizarse directamente para ayudar a cubrir o compensar los costos de la conservación, de mantener las tradiciones culturales y de brindar educación. Asimismo, el desarrollo del turismo debería prever la protección de los elementos positivos de la comunidad anfitriona y abordar aquellos aspectos que requieren mejorarse. Una forma de hacerlo es crear instalaciones y servicios para el turismo que contribuyan también a mejorar las condiciones de vida de los lugareños (Castro Fernández y Piñeira Mantiñán, 2011: 120). La razón de ser del organismo responsable de la gestión de un área protegida estriba en proteger los valores por los cuales se creó inicialmente el área mediante, entre otras cosas, la gestión activa del turismo y de los turistas, la asunción compartida de las responsabilidades de la gestión con los operadores turísticos, las comunidades locales y los visitantes, y la potenciación de las oportunidades económicas que el turismo puede ofrecer. En este sentido, a partir del análisis que hemos efectuado, consideramos que la RNU Laguna Nimez puede transformarse en un modelo de gestión en varios aspectos. Los objetivos de la reserva se están consolidando, existen aspectos favorables y otros por mejorar. Por un lado, la posibilidad de autofinanciarse que le permite incorporar mejoras continuas en el área y contratar personal extra cuando la cantidad de turistas lo amerita; por otro, las relaciones establecidas con diversas instituciones y la comunidad local, que contribuyen a su manejo y que, a su vez reciben los beneficios emanados de la reserva (conservar un ambiente sano, mejoras en la calidad de vida para los residentes, oportunidad para el aprendizaje ambiental, la recreación, etc.). La sostenibilidad financiera del resto de las reservas no es tan favorable como este caso, lo cual las expone a numerosos riesgos para su continuidad en el tiempo y a posibles avances de usos antrópicos no recomendables (como la urbanización). La falta de presupuestos suficientes y aún la inexistencia de presupuestos participativos, entorpecen el manejo sustancialmente.
En aspectos de planificación, en Laguna Nimez, también se destaca la implementación de planes operativos anuales (POA), que contribuyen a direccionar las acciones y optimizar el uso de los recursos humanos y económicos. Sin embargo, aún le resta concretar un plan de manejo, que permitiría encauzar estos esfuerzos y orientarlos bajo programas y subprogramas de manejo. La atención en la gestión, por otra parte, debería ser focalizada hacia la estimación de la capacidad de carga de los senderos, considerado como una de las principales herramientas para medir y cumplir con el desarrollo turístico sustentable. Según Orgaz Agüera (2013: 3), la creación e implemento de instrumentos de medida de la sostenibilidad en las áreas naturales protegidas puede responder a diversos objetivos, si bien, una de sus aplicaciones más relevantes es aquella de planificar y gestionar de manera adecuada el área protegida para el uso de los ecoturistas. La responsabilidad obliga a los planificadores y administradores a mantener los espacios en los que se desarrolla la actividad turística, buscando un desarrollo que permita la conservación de los recursos, controlar la degradación del medio y garantizar una experiencia turística satisfactoria para la demanda. Esto se debe aplicar en todos los espacios turísticos, pero sobre todo en los recursos patrimoniales y naturales.
De las restantes reservas naturales urbanas bajo análisis, se destacó la Reserva Costera Urbana de Río Gallegos, aunque en este caso la debilidad interna más relevante para su gestión fue el financiamiento, ya que depende para su normal funcionamiento, en muchas oportunidades, del aporte de otros organismos, más que del propio municipio. Y, por otra parte, también mostró debilidades en su relación intrainstitucional e interinstitucional, siendo necesario trabajar en esos aspectos, de modo que el área protegida sea considerada especialmente en los planes urbanísticos de la ciudad y en las actividades llevadas a cabo por diferentes organismos del mismo municipio. En relación a las demás reservas de esta ciudad, además de estas mismas falencias, adolecen de falta o escasas infraestructuras adecuadas para los visitantes, que como se mencionara anteriormente, no sólo contribuye a la mejor experiencia para el turismo sino para los residentes que usan estas áreas como sitios recreativos. La peor situación de manejo finalmente, es la que presentó Cerro de La Cruz, en la cual sería conveniente que el municipio afianzara alianzas con instituciones del medio y los vecinos, para el cumplimiento de sus objetivos de creación y atender sus limitaciones. En todos los casos, estimamos que resultaría beneficioso para las municipalidades, asociarse para su manejo con otras instituciones, tales como ONG o universidades, lo que permitiría aportar capacidad técnica y diseñar proyectos para obtener fondos; y así, optimizar su condición, transformándose en una oferta no sólo para los locales sino también para los visitantes de la región.
Por último, coincidiendo con Anido y Faggi (2006: 67) en su trabajo sobre el análisis de la efectividad de manejo de dos reservas urbanas de Argentina y Uruguay, consideramos que la aplicación de este tipo de herramientas de evaluación es muy eficaz, por su simplicidad de cuantificación y facilidad para comunicación y comprensión, pudiendo repetirse periódicamente e ir mejorando la gestión de estos espacios naturales de gran valor para las comunidades locales.
Agradecemos el aporte financiero provisto por la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, a través del Proyecto PI 29A-332/1 para desarrollar los estudios presentados en este trabajo. Una de las autoras (C. Berthe) fue beneficiaria de la Beca Estímulo a las Vocaciones Científicas – CIN 2014 para realizar parte de los estudios que presentamos. Un agradecimiento especial a todos los participantes de instituciones públicas y ONG que colaboraron desinteresadamente en las encuestas que permitieron analizar la situación de las reservas urbanas, aportando su conocimiento y tiempo, en particular a Franco Paz, Germán Montero, Soledad Verón, Natalia Oyarzo, Gabriela Mancilla, Sebastián Alvarado, Pablo Irazoqui, Emanuel Tiberi y Laura Estrampes.
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Castro Fernández, M. B. y M. J. Piñeira Mantiñán. (2011): “La interacción del desarrollo turístico en una reserva natural: el caso de la región de Tremiti (Italia)”. En XII Coloquio de Geografía del Turismo, Ocio y Recreación, septiembre 2011, p. 113-124.
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* Silvia Ferrari: Bióloga. Magister en Manejo de Vida Silvestre, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Profesor Adjunto en: Conservación de los Recursos Naturales (Carrera: Lic. en Turismo); Biología General y Manejo de Fauna (Carrera: Ingeniería en Recursos Naturales Renovables). Docente de la Maestría en Manejo y Gestión de Recursos Naturales en Patagonia, Universidad Nacional de la Patagonia Austral, Unidad Académica Río Gallegos. Santa Cruz (Argentina).
** Clara Berthe: Técnica en Turismo, Universidad Nacional de la Patagonia Austral, Unidad Académica Río Gallegos, Argentina. Becaria de Investigación de la UNPA/UARG. Estudiante avanzada de la Licenciatura en Turismo de la UNPA/UARG.
*** Viviana Navarro: Lic. en Turismo, Universidad Nacional del Comahue, Argentina. Magister en Desarrollo y Gestión del Turismo, Universidad Nacional de Quilmes. Posgrado en Alta Dirección en Turismo Rural, Facultad de Agronomía, Universidad Nacional de Buenos Aires. Directora de las carreras de Tecnicatura y Licenciatura en Turismo, Universidad Nacional de la Patagonia Austral, Unidad Académica Río Gallegos. Profesor Adjunto en las asignaturas de: Introducción al turismo, Patrimonio turístico: Circuitos 1, Práctica profesional 1 y Servicios Turísticos (Carrera: Tecnicatura y Lic. en Turismo), Universidad Nacional de la Patagonia Austral, Unidad Académica Río Gallegos. Santa Cruz (Argentina).
1 http://www.ecotumismo.org/turismo-responsable/
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