Revista: Turydes Revista Turismo y Desarrollo. ISSN 1988-5261


EL DISEÑO DE RUTAS TURÍSTICAS: UNA CLARA MUESTRA DE LA PRIMACÍA DE LOS INCENTIVADORES SOBRE LOS FACILITADORES

Autores e infomación del artículo

Carlos Anastasio Santovenia Pérez

Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua-León

carlosant@yahoo.com

Resumen:
El artículo consiste en una reflexión sobre el proceso de diseño de las rutas turísticas como un caso demostrativo de que los incentivadores (atractivos), son el elemento fundamental en la actividad turística y que los facilitadores lo que hacen es propiciar a los turistas mejores condiciones para disfrutar de aquello que motivó el desplazamiento. Asimismo, se explica como esta reflexión sobre el proceso de diseño de las rutas turísticas, conduce a la posición de considerar necesario un mayor análisis crítico de la realidad turística como forma de alimentar la teoría del turismo y contribuir a la mejora del pensamiento científico sobre esta actividad humana.
Palabras clave: rutas turísticas, facilitadores, incentivadores, reflexión teórica, práctica turística.  
Summary:
The article is a reflection on the process of designing tourist routes as a demonstrative event that the incentive ( attractive), are the key element in the tourist activity and what facilitators do is promote the best conditions for tourists enjoy what prompted the move. It also explains how this reflection on the process of designing tourist routes, leads to the position to consider the need for a major critical analysis of the reality of tourism as a way to feed the theory of tourism and contribute to the improvement of scientific thought on this human activity.

Keywords: routes tourist - facilitators - incentive - reflection theoretical- practical tourist



Para citar este artículo puede uitlizar el siguiente formato:

Carlos Anastasio Santovenia Pérez (2015): “El diseño de rutas turísticas: una clara muestra de la primacía de los incentivadores sobre los facilitadores”, Revista Turydes: Turismo y Desarrollo, n. 19 (diciembre 2015). En línea: http://www.eumed.net/rev/turydes/19/incentivadores.html


INTRODUCCIÓN
En la actualidad los textos de turismo siguen hablando de hoteles y restaurantes como la oferta básica del turismo, y muchos consideran que si un lugar no tiene hoteles no recibirá visitantes. Pero la realidad, en muy diversas formas muestra que la oferta básica; “el núcleo duro de la oferta turística”, está constituida por los incentivadores, o sea, los elementos que generan la necesidad del viaje.
Esa idea de que la oferta básica está constituida por los hoteles y restaurantes se debe, según expresa Francisco Muñoz de Escalona en varios de sus trabajos; a que en los inicios de la masificación del turismo; los incentivadores (monumentos, museos, sitios históricos, espacios naturales) en su mayoría eran accesibles sin pago alguno, por lo que no se les consideraba parte de la oferta.
Estas reflexiones surgen durante el debate del tema de trabajo monográfico de un grupo de mis alumnos egresados en 2012, acerca de la propuesta de una ruta turística en el Departamento de León, Nicaragua; donde hemos coincidido en que el diseño de una ruta es un ejemplo claro de que los incentivadores son lo esencial en la actividad turística.
Quien haya tenido que realizar un trabajo parecido al mencionado, habrá encontrado que el procedimiento aplicado es una excelente demostración sobre lo que planteamos. Pero si no ha llegado a la misma conclusión que aquí se expone, es porque no ha estado vinculado a los aspectos de la teoría alternativa del turismo y no ha hecho esta reflexión.
¿CREACIÓN DE UNA RUTA?
Al trabajar el diseño de una ruta turística, que no es como algunos dicen; creación de una ruta, lo primero que se hace; inobjetablemente; es identificar los elementos naturales y/o culturales que constituirán el eje del recorrido. En cualquier caso eso es lo primero. Si es una ruta basada en la naturaleza lo primario es identificar los saltos de agua, núcleos de bosque, cavernas, miradores, desfiladeros, sitios de exposición de depósitos geológicos, etc., que le darán sentido al recorrido. Si es una ruta gastronómica se empieza por reconocer los lugares donde se ubican los restaurantes, comedores, centros de elaboración de quesos, embutidos, dulces u otros alimentos que por su valor histórico, originalidad de los platos, relevancia en el folklore, o su calidad; serán empleados como la base de los desplazamientos por el territorio. Si es una ruta de carácter histórico cultural, como la Ruta de Sandino, estará predeterminada por los sitios vinculados al proceso y/o personaje histórico cultural.
Una vez identificados los incentivadores se evalúa su capacidad de generar flujos significativos de visitantes. Si los incentivadores son capaces de generar unos flujos que cumplan con la rentabilidad esperada, entonces se decide poner en funcionamiento la ruta.
Es muy posible que la ruta necesite inversiones en facilitadores; la mejora o construcción de caminos, instalaciones de alojamiento, señalización, servicios de alimentos y bebidas y otros. Pero, repito, estas inversiones sólo se llevarán a cabo si los flujos de visitantes que pueden generar los incentivadores permiten recuperar las inversiones y hacer que los establecimientos creados sean rentables. De no ser así no se pondrá en marcha la ruta.
Al final la ruta sigue un recorrido marcado por la ubicación  previa de los elementos que generan el desplazamiento de los turistas. Aunque se pueda argumentar que la accesibilidad es el factor más importante, esto no es así. Si los incentivadores cuentan con el nivel de atracción  suficiente, no importan los problemas de accesibilidad; al final se llevarán a cabo las inversiones necesarias para facilitar el acceso de los turistas. Ejemplo de esto es la Ruta Maya; el recorrido está marcado por los lugares donde se encuentran los sitios de la antigua cultura indígena (Copán, Tikal, El Tintal, Chichén Itzá, Uxmal, entre otros), y lo que se ha hecho es crear condiciones para que los visitantes puedan llegar a ellos. Un ejemplo es el caso de El Mirador; ciudad del preclásico tardío maya, situada en la cuenca del Mirador, Petén; a la que sólo se puede acceder por helicóptero o desde la aldea de Carmelita, dos días caminando por espacio de 9 horas o a caballo.
Para mejorar la accesibilidad a este sitio maya; “El 31 de enero de 2007, fue firmado un tratado de ayuda técnica para el desarrollo sostenible del ecoturismo y conservación arqueológica por US $ 35 millones entre los Gobiernos de Estados Unidos y de Guatemala, que iniciará en La Cuenca del Mirador, buscando crear facilidades en la aldea Carmelita, y evitar el saqueo de los sitios arqueológicos, incluyendo la región de río Azul”. (Wikipedia, 23/10/2014)

En el año 2012; según Laura Velásquez Fergusson, arqueóloga guatemalteca; “Los cinco sitios de la Cuenca Mirador atrajeron a un total de 3,304 visitantes, el cual corresponde al 45% de visitantes nacionales y 55% a visitantes extranjeros. Los sitios que recibieron una mayor cantidad de visitantes son El Mirador (43%) y El Tintal (36%), a pesar de que La Florida (13%) es un punto intermedio entre la aldea de Carmelita y El Tintal, que sus instalaciones son bastante cómodas, además de la restauración de sus estructuras. Los sitios con una menor frecuencia en visitas son Nakbe (8%) y Xulnal (0%), la explicación para ello es que son los más alejados del circuito y se requiere más tiempo para visitarlos, aunque Nakbe dista unos 13 km al sureste de El Mirador.

Aunque todavía se está abriendo paso en la industria turística, la expectativa es que la Cuenca Mirador se convierta en un destino más demandado, lo que encuentra su fundamento en que su localización remota y los cinco días mínimos para realizar el viaje a pie, no han sido obstáculo para los visitantes, de hecho, INGUAT ya lo ha incluido en su programa anual de turismo interno. No obstante, la recomendación de boca a boca y los blogs en internet son las principales herramientas de difusión, así como su constante exposición a los medios televisivos y escritos nacionales e internacionales por los hallazgos de las investigaciones arqueológicas”. (El subrayado es mío). El caso anterior ilustra muy bien lo que estamos planteando.

Ocurre, en el caso de las rutas, lo que pasa a nivel de sitio con los incentivadores de forma individual; una cascada, un cañón, el lugar de una batalla, son preexistentes con relación a la infraestructura que se construye cerca o alrededor de ellos con el fin de facilitar la llegada y estancia de los turistas, y se dice que lo que se hace es “poner el sitio en valor”, para referirse a que puede ser utilizado por los turistas sin grandes esfuerzos; o sea, se construyen los facilitadores. Así mismo se hace con la ruta.
Podría pensarse que esto no es cierto, pero algunas preguntas nos pueden ayudar a esclarecer la idea.

  • ¿Si no  hay caminos nadie hace la ruta? Parece que esto no es muy importante; la gente visita El Mirador después de un recorrido de dos días por entre la selva
  • ¿Si no hay donde dormir la gente no visita los sitios? Falso; no importa si hay un hospedaje, la gente dormirá en una casa de familia, cualquier otra vivienda, en una tienda de campaña o en un saco de dormir. El Camino de Santiago en los inicios carecía de muchas comodidades, pero “Los reyes cristianos, conscientes del papel de la peregrinación como vehículo de transmisión económica, rejuvenecen gastadas vías romanas, levantan puentes, fomentan la vida monástica y crean hospitales que serán después el germen de nuevas ciudades como Logroño o Puente la Reina”(Millán Vázquez et al, 2010). O sea, se fue creando toda la infraestructura necesaria para atender a las necesidades de los peregrinos.
  • ¿Si no hay guía la gente no hace la ruta? Esto parece ser más cierto, pero aquí también se pueden aplicar variantes; un buen mapa, buenas habilidades de orientación, aunque este caso puede ser más limitante que los dos anteriores.

Al final el que la gente haga la ruta o no está en dependencia del nivel de atracción de los incentivadores. Mientras mayor sea el poder de atracción de los incentivadores  menor será la importancia que le concederán los turistas a la falta de facilitadores o a la baja calidad de estos.
A la construcción de los facilitadores se ha decidido llamarle “puesta en valor” del sitio. Aunque no se debería decir que esto es poner el sitio en valor, pues este ya tiene un valor propio; su espectacularidad, significación histórica, valor ecológico, etc.; a no ser que se aclare que es “poner al sitio en valor de uso”.
Diseñar una ruta es definir el sentido del recorrido, los tiempos, las actividades a hacer con unos incentivadores pre-existentes y proponer los facilitadores necesarios.
REFLEXIÓN SOBRE LA PRÁCTICA TURÍSTICA
Esta idea además ilustra que el turismo necesita de más reflexión teórica acerca de la práctica del mismo. Pues se sigue haciendo una práctica turística que se considera la mejor a priori, sin someterla a la reflexión crítica en muchos casos; o sea la critica a algunas teorías elaboradas sin una reflexión seria sobre la realidad con la que estas se relacionan, de forma que se pueda lograr una evaluación más objetiva.
Esta experiencia me ha hecho razonar sobre la necesidad de revisar la práctica turística, no sólo con el fin de mejorar esa práctica, sino también con el objetivo de extraer de dicha reflexión elementos teóricos que puedan contribuir a mejorar el turismo desde el punto de vista científico.
Para fundamentar este planteamiento, retomaré el trabajo de Marcelino Castillo N. y Alexandre Panosso N.; “Turismo, cientificidad y epistemología: implicaciones constructivas” publicado en la Revista Homo Viator del 30 de noviembre de 2010.
En la página 89 del mencionado artículo se plantea “que no existe la total oposición entre el conocimiento teórico, generado por los “artificiosos” y complejos procesos y/o procedimientos “científicos”, (…) y los obtenidos por el aspecto práctico, sino que comúnmente se complementan y podría decir, se vale uno del otro para determinados niveles de reflexión y construcción de conocimientos”.
Por tanto; según ese enfoque, la forma en que llegamos a las conclusiones planteadas sobre el papel de los incentivadores en el diseño de las rutas turísticas, es una forma totalmente válida de obtener conocimiento; es lo que se puede entender en otra frase en esa misma página 89; “la teoría es práctica acumulada y condensada que implica la generalización de la práctica del trabajo material,…”
Eso es lo que hemos hecho en este caso, analizar varios casos prácticos llevados a cabo por estudiantes de la UNAN-LEÓN, proyectos desarrollados en Nicaragua como la Ruta del Café o la Ruta Colonial y de los Volcanes, e incluso la consulta de proyectos llevados  a cabo en otras regiones del mundo; ej. Ruta Maya; revisar la metodología aplicada para elaborar las rutas turísticas, con una actitud crítica, no contemplativa; lo cual nos ha hecho entender que dicha actividad pone de relieve el papel de los incentivadores como punto de partida para la actividad turística de las rutas.
En mi criterio; reflexiones de este tipo pueden contribuir a cambiar algunas ideas sobre el turismo, que no son correctas o son parcialmente erradas, sobre el turismo. Este es solo un caso.
CONCLUSIONES.
En el caso de las rutas la presencia de los incentivadores es el factor determinante. Todo esto confirma lo planteado por el Dr. Francisco Muñoz de Escalona; “no hay turismo sin incentivadores”. La presencia o no, y la calidad de los facilitadores lo harán más fácil o más complicado, pero estos no determinarán que se haga o no turismo en un determinado territorio.
El pensamiento sobre el turismo  sigue necesitado de una reflexión teórica más objetiva, más ajustada a la realidad, para lograr un turismo más útil a todos los que lo requieren.

Fuentes consultadas
Camino de Santiago arteguías.com. Origen e historia del Camino de Santiago. Disponible en: http://www.arteguias.com/camino-santiago-historia.htm Consultado 12/02/2015
Castillo Nechar, Marcelino y Alexandre Panosso N.; “Turismo, cientificidad y epistemología: implicaciones constructivas”. En: Homo Viator. Revista Hermenéutica del Viaje, la Hospitalidad y el Ocio. Año I. 2010. No. I. Pág. 81-104.
Millán Vázquez de la Torre, Ma. Genoveva, Emilio Morales Fernández y Leonor Pérez Naranjo. Turismo religioso: Estudio del Camino de Santiago. En: Gestión Turística. No. 13. Jun. 2010, Pp 09-37. Pdf.
Muñoz de Escalona, Francisco. (2003) “El turismo explicado con claridad”. Libros en Red. (www.librosenred.com).
Muñoz de Escalona, Francisco (2004) “Autopsia del turismo. Primera Parte: “El vencimiento de la distancia”. Editado por eumed-net; accesible a texto completo en html://www.eumed.net/cursecon/librería/
Velásquez Fergusson, Laura. “Dilemas y realidades de la gestión turística del Patrimonio arqueológico en Guatemala”, Revista Estudios Digital, No. 1. Guatemala: Escuela de Historia, USAC, Publicado octubre 2013.   Disponible en: http://sitios.usac.edu.gt/revistahistori/indes.php?id=68. Consultado en 12/02/2015


Recibido: 28/08/2015 Aceptado: 26/10/2015 Publicado: Diciembre de 2015

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