José Mª Prat Forga (CV)
Universitat Autònoma de Barcelona
josepmaria.prat@uab.catRESUMEN
Los colectivos con mayor riesgo de marginación social y laboral (jóvenes menores de 25 años, parados de larga duración, mayores, discapacitados, mujeres, etc.) tienen serios problemas de integración en épocas de crisis como la actual. Y más en los territorios de montaña, peor comunicados que el resto. Por ello, la agricultura social y el ecoturismo de proximidad son dos actividades que pueden ayudarles en su integración. Sin embargo, si ambas actividades se desarrollan conjuntamente se obtienen sinergias de escala y la posibilidad de aumentar los ingresos y consolidarlas es mayor. En este trabajo se analiza, mediante encuestas en el Pirineo catalán y en el sur de Francia, cual es la percepción sobre ambas actividades y la posibilidad de que puedan realizarse conjuntamente, confirmándose que hay una correlación entre el conocimiento previo que se tiene de la agricultura social por parte de la población local y el grado de implicación en el desarrollo conjunto de la agricultura social y el turismo; entre el interés por este desarrollo y la integración de los colectivos en riesgo de marginación; y entre el conocimiento previo de la agricultura social y el interés por el desarrollo conjunto de ambas.
Palabras clave: economia social, agricultura social, marginación, ecoturismo, comarcas de montaña, Pirineos, Catalunya
JEL: A13, P41, Q01, R11, R58
ABSTRACT
The groups with major risk of social and labor marginalization (25-year-old minor young persons, stopped of long duration, major people, disabled, women, etc.) have serious problems of integration in epochs of crisis as the current one. And more in the territories of mountain, worse communicated that the rest. For it, the social farming and the ecotourism of proximity are two activities that can help them in his integration. Nevertheless, if both activities develop together synergies are obtained on a large scale and the possibility of increasing the income and to consolidate them is major. In this work it is analyzed, by means of surveys in the Catalan Pyrenees and in the south of France, which is the perception on both activities and the possibility that they could be realized together, being confirmed that there is a correlation between the previous knowledge that is had of the social agriculture on the part of the local population and the degree of implication in the joint development of the social agriculture and the tourism; between the interest for this development and the integration of the groups in risk of marginalization; and between the previous knowledge of the social agriculture and the interest for the joint development of both activities.
Keyword: Social economy, social farming, marginalization, ecotourism, regions of mountain, Pyrenees, Catalonia.
Para citar este artículo puede uitlizar el siguiente formato:
José Mª Prat Forga (2014): Innovación en las comarcas del pirineo catalán a través de la agricultura social aplicada al turismo, Revista Turydes: Turismo y Desarrollo, n. 17 (diciembre 2014). En línea: http://www.eumed.net/rev/turydes/17/ecoturismo.html
1. INTRODUCCIÓN
En este artículo se analiza como la agricultura social, además de su propia actividad económica, laboral y social, multifuncional, ecológica, ética y solidaria, también puede ser un instrumento muy útil para diversificar el turismo en las áreas de montaña, ayudando a integrar a colectivos en riesgo de marginación, como los discapacitados, los parados de larga duración, los mayores, los jóvenes, las mujeres y los inmigrantes, y concienciando a la población sobre los beneficios de esta actividad conjunta.
La agricultura social puede estar enfocada a varias finalidades: una buena alimentación (Wiskerke, 2009; Willems, 2012); actividades terapéuticas y sanitarias (Hassink y Van Dijk, 2006); trabajos educativos y pedagógicos (Elings y Hassink, 2006); protección ambiental (Verheij et. al., 2008); e inserción social y/o laboral de colectivos con riesgo de marginación (De Bruin et. al., 2009). Además, contribuye al bienestar y a la cohesión social, creando ocupación y fijando a la población más vulnerable (De Iacovo y O’Connor, 2009; Urra, 2010; Guirado et al., 2013). Sin embargo, también tiene una importante debilidad económica, ya que en muchas ocasiones suele cuadrar su cuenta de resultados gracias a las subvenciones y donativos (De Iacovo y O’Connor, 2009; Gil y Ramos, 2013), no llegando, en ocasiones, los ingresos provenientes directamente de la venta de sus productos a cubrir el 25% del presupuesto anual (Assouline, 2007).
Por otra parte, en estos últimos años se han producido cambios significativos en la industria turística. Así, por una parte se han modificado las motivaciones y expectativas de los turistas, que cada vez son más experimentados y que, sin dejar de buscar una buena relación precio-calidad, demandan una autenticidad y personalización en sus viajes (Prat y Cànoves, 2012). Y por la otra, los territorios de interior apuestan por un desarrollo turístico basado en productos innovadores que atraigan al turismo de proximidad.
Ante este nuevo contexto, este artículo se focaliza en el estudio de la percepción que tiene la población local de las comarcas del Pirineo catalán sobre su grado de conocimiento de las características y beneficios de la agricultura social, y si esta actividad económica puede realizarse de manera complementaria a un turismo agro-ecológico de proximidad. Hasta el momento en nuestro país solo se han estudiado y documentado iniciativas relacionadas mayoritariamente con la producción agrícola (fundamentalmente leche, aceites, viñas y huertos) y en la transformación agroalimentaria (principalmente lácteos, aceite y vino), dirigidas muchas veces a un único perfil de beneficiarios. Por eso, este trabajo nace con la motivación de crear el conocimiento necesario para que en los comarcas de montaña se puedan desarrollar las cooperativas de agricultura social que además de su actividad económica y social también ofrezcan actividades turísticas de experiencia (culturales, industriales, gastronómicas, agrarias, de naturaleza, deportivas, etc.).
Las hipótesis a confirmar en esta investigación son si existe una correlación entre el conocimiento previo que se tiene de la agricultura social por parte de la población local y su grado de implicación en el desarrollo conjunto de la agricultura social y el ecoturismo (hipótesis 1); entre el interés por este desarrollo y la integración social y laboral de los colectivos en riesgo de marginación (hipótesis 2); y entre el conocimiento previo de la agricultura social y el interés por el desarrollo conjunto de estas dos actividades como herramientas de integración social y laboral (hipótesis 3).
2. LA COLABORACIÓN ENTRE LA AGRICULTURA SOCIAL Y EL ECOTURISMO EN LOS PIRINEOS CATALANES
La economía social cooperativa es un modelo empresarial en expansión en las áreas rurales catalanas, con un 3% de aumento de la ocupación en esta actividad en el último año. Este crecimiento se confirma con la creación anual de nuevas cooperativas en Catalunya, que han pasado de ser 97 en el 2008 a 147 en el 2013. El 70% se estas nuevas cooperativas se dedican a los servicios y la mayoría son de trabajo asociado (empresas donde el objetivo principal es proveer y mantener los lugares de trabajo de sus socios, ya sea a tiempo parcial o completo, mediante la organización en común de la producción de bienes o servicios para terceros). Por ello ésta es una de las fórmulas habituales del autoempleo, una opción cada vez más utilizada en momentos de crisis como el actual. En conjunto, en Catalunya en el 2013 había 1.200.000 socios en 4.023 cooperativas, de las cuales 2.993 (el 74,31%) eran de trabajo asociado y 464 (el 11,40%) agrarias, según datos del Departament d’Empresa i Ocupació de la Generalitat de Catalunya, siendo su facturación anual de 6.202 millones de euros, lo que representa el 3% del Producto Interior Bruto (PIB) catalán, y dando ocupación directa a 38.000 trabajadores.
En las comarcas pirenaicas catalanas, esta actividad todavía está en una fase bastante inicial. Así, por ejemplo, en 1994 en la Cerdanya solamente había seis cooperativas (lo que representaba el 0,5% de las empresas entonces censadas en la comarca) y en el 2002 había 16 (el 1,01%). Sin embargo existen excepciones, como el caso del Alt Urgell, donde esta experiencia se está desarrollando muy positivamente gracias al éxito de la Cooperativa del Cadí, que fue fundada en 1915 y que con 115 socios y 120 trabajadores dispone de hasta 180.000 litros de leche diaria, proveniente de 120 explotaciones ganaderas ubicadas en esta comarca y en la limítrofe de la Cerdanya. Actualmente factura 44 millones anuales de euros gracias a la comercialización, entre otras, de 8.000 toneladas de queso, 460 toneladas de mantequilla, 300 toneladas de requesón y 1.100 toneladas de queso. Actualmente ha internacionalizado su actividad y exporta el 35% de su producción de queso, mayoritariamente a Francia. Además, genera una importante actividad indirecta entre transportistas, empresas de mantenimiento, proveedores de primeras materias o constructores, creando un tejido industrial especialmente relevante en esta comarca y teniendo en cuenta el bajo nivel de la actividad industrial en los Pirineos.
A raíz de la última crisis económica en nuestro país, la cantidad de cooperativas en estas comarcas de montaña se ha reducido aún más, de manera que en 2010 en la Cerdanya solamente había nueve, todas ellas dedicadas al trabajo asociado. Esta tendencia ha sido similar en el Alt Urgell, donde había también nueve cooperativas y el Ripollès, con diez. La excepción es el Berguedà, donde había treinta y seis cooperativas. Sea como fuere, ante la crisis, la población de estas comarcas busca nuevas fórmulas de inserción laboral y las instituciones públicas y las asociaciones, además de promover el desarrollo económico del territorio, también están muy interesadas en rentabilizar el patrimonio cultural y natura allí existentes (Bote, 2001; Collantes, 2004). Así, por ejemplo, en la Cerdanya, bajo el impulso de la Federación Internacional de la Mujer Emprendedora (FIDEM) y la Asociación de Mujeres del Mundo Rural Cerdà (ADMRC), una veintena de mujeres de la comarca han iniciado un proyecto para analizar la creación de nuevas cooperativas en aquel territorio y en el Alt Urgell. De momento, los sectores que mayoritariamente están participando en este proyecto son el turismo, la alimentación y los servicios.
Dentro del cooperativismo, una actividad que se está desarrollando cada vez con mayor insistencia es la agricultura social, principalmente como herramienta de inserción socio-laboral y como terapia ocupacional para los colectivos con algún tipo de discapacidad. De este modo, en los últimos treinta años han ido surgiendo iniciativas privadas al respecto, aunque sin una estrategia conjunta ni con el espaldarazo desde la administración pública, a diferencia de otros países europeos que han entendido los beneficios que les puede aportar la agricultura social. Según datos del Departament d’Empresa i Ocupació de la Generalitat (2014), en Catalunya hay 99 entidades dedicadas a la agricultura social, de las cuales 33 elaboran solamente productos agroecológicos, 47 se dedican sólo a actividades de jardinería y 9 a la jardinería y a la agricultura social conjuntamente. La mayoría son privadas y sin ánimo de lucro (diecisiete son fundaciones, nueve empresas privadas, siete cooperativas y cinco asociaciones) y se encuentran localizadas mayoritariamente alrededor de las grandes áreas metropolitanas catalanas o a las áreas tradicionalmente agrícolas. Son de pequeño tamaño, puesto que 17 son micro-empresas con menos de 10 trabajadores en plantilla. Una excepción, en el Alt Urgell, es la Fundación Integra Pirineo, que es una empresa social dedicada al sector forestal y que cuenta con 13 trabajadores, la mayor parte tienen una discapacidad intelectual o mental.
No hay que olvidar que en el año 2013, según datos del Departament de Benestar Social i Família de la Generalitat, en Catalunya había censadas 513.859 personas con una discapacidad superior al 32%. De ellas, 299.519 (el 58,29%) tenían discapacidad física, 100.577 alguna enfermedad mental (el 19,57%, 49.975 algún problema psíquico (el 9,73%), 35.002 visual (el 6,81%) y 28.126 auditivo (el 5,47%). Entre quienes tenían un grado de discapacidad superior al 32%, el 56,17% lo tenía entre el 33% y el 64%; mientras que el 24,69% era entre el 65% y el 74%; y la del 19,14% restante del 75% o superior.
Por otra parte, las comarcas pirenaicas se están consolidando como un laboratorio de nuevos productos alimentarios gracias al empuje emprendedor de los artesanos locales y de los neorrurales que allí se han establecido. Un ejemplo de cómo se están impulsando estas nuevas actividades lo constituye la Asociación Agraria Ecológica de Montaña (AAEM), formada por 12 socios de las comarcas del Solsonès, la Cerdanya y el Pallars, que en el 2014 ha empezado a realizar la primera cosecha comercial de manzana ecológica de montaña, gracias a una iniciativa que nació hace casi tres años en el valle del Lord (Solsonès). Todo ello se enmarca dentro de un plan de actividades del Departament d'Agricultura, Ramaderia, Pesca, Alimentació i Medi Natural de la Generalitat de Catalunya para que en este tipo de comarcas se desarrollen unos productos alimentarios ecológicos que sean generadores de riqueza social. Una de ellas es la “Setmana Bio”, cuyo objetivo es impulsar el crecimiento y la diversificación del sector agroalimentario, el desarrollo de nuevas iniciativas y actividades comerciales (tanto las orientadas al mercado local como al exterior) y la promoción del consumo local de los alimentos ecológicos.
Sin embargo, aprovechando el auge del turismo de proximidad, algunas de estas cooperativas sociales también están empezando a diversificar sus actividades hacia el turismo agro-ecológico y/o gastronómico. Un ejemplo es la Cooperativa L’Olivera, en Vallbona de les Monges, en la Catalunya interior, que además de cultivar olivos y viñas, produciendo diferentes tipos de aceites y de vino (bajo la Denominación de Origen “Costers del Segre”), también facilitan las visitas guiadas a sus instalaciones, donde también se pueden degustar y comprar directamente sus productos. Otro, en Francia, es la red “Cocagne”, uno de cuyos establecimientos en el sur del país (en la región de Midi-Pyrénées), el “Jardin de Cocagne de Fleurance”, no solamente está dedicado a la agricultura social (con una superficie explotada de 6 Ha) elaborando productos hortofrutícolas ecológicos y plantes aromáticas y medicinales, sino que también ofrece la posibilidad de realizar visitas turísticas guiadas a sus instalaciones, degustar y comprar los productos que allí se elaboran y realizar actividades agroturísticas, enológicas, gastronómicas y sociales. Así, en el año 2013 recibió 800 visitantes, consolidando esta línea de negocio complementaria a la tradicional agrícola (Réseau Cocagne, 2014).
3. METODOLOGÍA
Para comprobar las hipótesis aquí propuestas se ha seguido parcialmente el modelo de impactos sobre el turismo de proximidad y el desarrollo local propuesto por Sala (2009) y Díaz y Llurdés (2013). Así, a partir de las respuestas a los cuestionarios, se ha obtenido el Índice de Conocimiento (IC), que mide el conocimiento previo que tenían los encuestados sobre la agricultura social. A continuación, el Índice de Interés (IF), que da el grado de interés mostrado por la población local hacia el desarrollo de la agricultura social en la comarca y con actividades complementarias como la ecoturismo de proximidad, y como una herramienta de desarrollo local e inserción social y laboral de los colectivos con riesgo de marginación. Finalmente, el Índice de Implicación (II), que evalúa el interés de la población local en el desarrollo de una agricultura social ligada al ecoturismo. Además, aunque solamente a efecto comparativos, se ha calculado el Índice de Aceptación Turística (IAT), que expresa el grado de aceptación de la actividad turística como un complemento a la agricultura social en los establecimientos de este tipo.
Para ello, el IC (Índice de Conocimiento) se ha obtenido a partir del conocimiento que tenían los encuestados sobre las características de la agricultura social. Si la respuesta era positiva, se les preguntaba si creían que la agricultura social podía incorporar también actividades complementarias turísticas (lo cual servía para calcular el Índice de Aceptación Turística) y como habían conseguido esta información (a través de otras persones, artículos de revistas, asistencias a jornadas y seminarios, visitas a portales de Internet, etc.). A su vez, a partir de una respuesta afirmativa a la primera pregunta anterior, el Índice de Interés (IF) se calculaba mediante las respuestas a las preguntas sobre si creían que la agricultura social servía para integrar socialmente y/o laboralmente a los colectivos en riesgo de marginación; mientras que el Índice de Implicación (II) se obtenía a partir de si creían que este tipo de agricultura ayudaba al desarrollo local y/o al equilibrio social.
Además, a todos los encuestados se les preguntó si tenían curiosidad por conocer más profundamente las características del cooperativismo social, las particularidades de la agricultura social, sus actividades, como puede integrar a los colectivos en riesgo de marginación y la incorporación del ecoturismo como actividad complementaria.
Una vez obtenidos dichos índices, se ha calculado la correlación entre ellos. La relación entre IC e IF determina si un mejor conocimiento previo de la agricultura social implica un mayor interés por el desarrollo conjunto de estas dos actividades (agricultura social y ecoturismo) como herramientas de integración social y laboral a la comarca. La correlación entre IC e II muestra la correspondencia existente entre el conocimiento previo de la agricultura social y el interés en el desarrollo conjunto de esta actividad y el ecoturismo. Finalmente, la correlación entre II e IF indica si el interés por este desarrollo conjunto está relacionado con el interés en la integración social y laboral de los colectivos en riesgo de marginación.
Para realizar este análisis durante los meses de mayo y junio de 2014 se han efectuado dos encuestas al azar a la población local en España y Francia, respectivamente, y una tercera encuesta a un reducido muestreo, al azar, de diferentes colectivos en riesgo de marginación. La primera de las encuestas se hizo a 367 personas de las comarcas del Pirineo catalán que tenían alguna relación con el desarrollo del turismo en dichas comarcas y/o la agricultura social. La segunda encuesta fue a 86 personas de similares características que las anteriores pero esta vez en el sur de Francia (el Ariège y Gers en el Midi-Pyrenées y el Rosselló en el Languedoc-Roussillon). Para ello en ambos casos se diseñaron veinticinco preguntas cerradas a responder “in situ”. De ellas, once eran sobre el grado de conocimiento que los encuestados tenían sobre la agricultura social, nueve eran sobre su interés en el desarrollo conjunto de la agricultura social y el turismo de proximidad como herramientas de integración social y laboral en la comarca, y las cinco restantes eran sobre el interés en participar en el desarrollo conjunto de ambas actividades. Finalmente, en la Cerdanya se realizó una pequeña encuesta a una muestra reducida del colectivo de discapacitados que había en la comarca, con el objetivo de conocer si había diferencias significativas entre las respuestas de los diferentes grupos según su grado de discapacitación.
El perfil sociodemográfico de los encuestados en las comarcas catalanas del Pirineo es que el 55,59% eran hombres y el 44,41% mujeres. Por edades, predominaban los que tenían entre 36 y 45 años (el 24,25%), seguidos por los que tenían entre 46 y 55 años (el 20,71%) y entre 26 y 35 años (el 17,71%). En cuanto al nivel de estudios, solamente el 5,72% manifestaron poseer estudios primarios, mientras que el 94,28% tenía estudios medios o superiores. Profesionalmente, el 24,25% eran estudiantes, el 23,16% asalariados, el 17,71% jubilados y el 12,81% amas de casa. En relación a su lugar de residencia habitual, el 57,77% vivía en la misma comarca, el 26,97% en las comarcas limítrofes y el 13,08 en el resto de Catalunya, mientras que solamente el 2,08% lo hacía fuera de Catalunya.
En cuanto a la segunda encuesta, la del sur de Francia, de las 86 personas contactadas, el 61,62% eran hombres y el 38,38% mujeres. El 76,75% tenía entre 26 y 65 años, destacando el grupo entre 36 y 45 años. El 93,03% tenía estudios medios o superiores. En cuanto a su actividad profesional, el 25,60% eran estudiantes, el 22,09% asalariados, el 13,95% estaban jubilados, el 12,80% eran amas de casa y el 6,98% estaban parados. El 58,14% residía en la propia comarca, el 31,40% en las comarcas limítrofes y el 1,16% lo hacían fuera del país.
Finalmente, la tercera encuesta se realizó en estas mismas fechas a una pequeña muestra, obtenida al azar, de algunos miembros de diferentes colectivos en riesgo de marginación. De ellos, 15 eran discapacitados, 11 eran jóvenes menores de 25 años, 16 eran parados de larga duración (más de un año) y 23 eran mujeres; todos ellos residentes en estas comarcas catalanas de montaña.
4. RESULTADOS
Los resultados de la encuesta realizada en las comarcas pirenaicas catalanas son los que se presentan en el cuadro siguiente (Tabla 1), teniendo en cuenta que en primer lugar se encuentran las 367 respuestas dadas al cuestionario, agrupadas según el indicador (Índice de Conocimiento = IC; Índice de Interés = IF; Índice de Implicación = II).
Como puede apreciarse en la tabla anterior, solamente el 26,16% de los 367 encuestados conocía el significado de la agricultura social, lo cual representa un porcentaje muy bajo. Sin embargo, entre los 96 que dijeron que la conocían, el 96,88% creía que era una herramienta muy útil para integrar laboralmente a los colectivos en riesgo de marginación, mientras que el 88,54% lo creía en el aspecto más social. Así mismo, el 72,92% de los que respondieron afirmativamente a la primera cuestión creía que esta actividad económica ayudaría al desarrollo del territorio, mientras que el 66,67% estaba de acuerdo en que la agricultura social también podía incorporar algunas actividades turísticas. Sin embargo, solamente el 35,42% opinaba que esta actividad ayudaría al equilibrio social, puesto que no creían que sirviera para reducir significativamente las desigualdades que había en el territorio. En cuanto a cómo los encuestados llegaron a conocer las características de la agricultura social, destaca la asistencia a jornadas y seminarios, seguida de las informaciones aparecidas en las revistas y de las referencias dadas directamente por otras personas.
En el cuadro siguiente (Tabla 2) se presentan los resultados obtenidos para cada uno de los cuatro índices calculados, donde se puede comprobar como el Índice de Implicación y el Índice de Aceptación Turística tiene valores inferiores a los otros dos.
Para conocer el grado de curiosidad de los 367 encuestados (supieran o no previamente que era la agricultura social) sobre esta actividad, sus características, beneficios y la posibilidad de complementarla con un turismo agroecológico, en el cuadro siguiente (Tabla 3) se puede ver que el interés por tener más información sobre la misma es muy alto.
Analizando la correlación, dos a dos, que hay entre los tres índices que se han calculado a partir del resultados de las encuestas, se obtienen las tres figuras siguientes (Figuras 1 a 3). Así en la Figura 1 se presenta la correlación que hay entre los índices IC (Índice de Conocimiento) e II (Índice de Implicación); en la Figura 2 la correlación entre los índices II (Índice de Implicación) e IF (Índice de Interés); y en la Figura 3 la correlación entre los índices IC (Índice de Conocimiento) e IF (Índice de Interés).
Como puede apreciarse en las tres figuras anteriores, existe una correlación en todos los casos. Los dos primeros de forma directa, mientras que inversa y un poco dispersa en el tercero. Así, a un mayor Índice de Implicación (II) le corresponde un mayor Índice de Conocimiento (IC) (Figura 1). A un mayor Índice de Interés (IF) le corresponde un mayor Índice de Implicación (II) (Figura 2). A un mayor Índice de Interés (IF) le corresponde un menor Índice de Conocimiento (IC) (Figura 3).
De esta forma se confirma que existe una fuerte correlación directa entre el conocimiento previo que tenían los encuestados sobre la agricultura social y su grado de implicación en un desarrollo conjunto de estas dos actividades (agricultura social y ecoturismo de proximidad); y entre el interés por este desarrollo y el interés para mejorar la integración social y laboral de los colectivos en riesgo de marginación. Aun así, un mejor conocimiento previo de la agricultura social no implica tener un mayor interés por el desarrollo conjunto de estas dos actividades como herramientas de integración social y laboral, sino todo el contrario, y7a que un mayor interés en este desarrollo va ligado a un menor grado de conocimiento de la agricultura social. A continuación se comparan estos resultados con los de la encuesta realizada en el sur de Francia (Tabla 4).
El Índice de Conocimiento (IC) es muy superior en el caso francés, puesto que el 61,67% conocía esta actividad mientras que en el Pirineo catalán solamente lo conocía el 26,16%. Así mismo, los encuestados franceses tenían mayor concienciación de que el ecoturismo aplicado a la agricultura social podía ser una ayuda para mejorar el conocimiento de la población sobre esta actividad y también para aumentar los ingresos (el 89,15% conocían la agricultura social frente al 66,69% en el caso español). A su vez, los resultados del Índice de Interés (IF) obtenido entre los encuestados franceses es muy superior al de los catalanes (el 59,13% frente al 24,26%), mientras que el Índice de Implicación (II) obtenido en Francia casi triplica al de las comarcas pirenaicas españolas (el 39,14% frente al 14,17%). Finalmente, el Índice de Aceptación Turística (IAT) de Francia más que triplica al catalán (el 54,98% frente al 17,45%). Por su parte, la creencia de que la agricultura social ayuda al desarrollo local es similar en ambas encuestas, mientras que solamente el 35,42% de los encuestados que conocían la agricultura social en el caso español creía que esta actividad podía favorecer el equilibrio social, frente al 52,58% en el caso francés.
En definitiva, entre los encuestados del sur de Francia, seguramente amparados por su mayor experiencia en este tema, hay un mayor conocimiento sobre la agricultura social, sus características, sus actividades y sus beneficios sociales y laborales, aunque en los dos territorios ya se cree mayoritariamente que unir esta actividad con el turismo de proximidad puede ser muy beneficioso para todos.
Seguidamente se presentan los resultados de la encuesta complementaria a la muestra seleccionada al azar de discapacitados, jóvenes menores de 25 años, parados de larga duración y mujeres, residentes todos ellos en estas comarcas de montaña (Tabla 5).
Así pues, los encuestados de los cuatro colectivos en riesgo de marginación creen mayoritariamente que la agricultura social puede integrarlos socialmente y laboralmente, aunque más en el segundo caso que no en el primero. Destaca la percepción positiva de los discapacitados (superior al 90% en los dos casos). También los cuatro colectivos creen que la agricultura social puede ayudar al desarrollo local y al equilibrio social, aunque con porcentajes menores al anterior. Destaca la percepción positiva de los discapacitados y de los parados en referencia al equilibrio social. Finalmente, aunque los cuatro colectivos tienen una percepción positiva sobre la posibilidad de que la agricultura social incluya actividades ecoturísticas, destacan más positivamente en este aspecto los jóvenes y las mujeres, ambos con porcentajes superiores al 70%.
5. ANÁLISIS DAFO
El análisis detallado de las tres encuestas realizadas y las entrevistas con algunas personas clave para el desarrollo de la agricultura social y/o el turismo en estos territorios de montaña ha servido para confeccionar el siguiente DAFO (debilidades-amenazas-fortalezas-oportunidades).
Debilidades (D)
• Recursos económicos escasos
• Gran dificultad de financiación externa
• Fuerte dependencia del sector público
• Escasa consolidación de la agricultura social en estos territorios
• Iniciativas demasiado pequeñas
• Falta de interacción entre los sectores agrario, de atención a las personas y turístico
• Carencia de redes relacionales que ayuden a desarrollar y consolidar estas iniciativas conjuntas agrarias y turísticas
• Baja presencia de los principales colectivos en riesgo de marginación
• Bajos rendimientos productivos
• Carencia de suficiente formación agraria y/o turística de los usuarios
• Dificultado de adecuación de las tareas a realizar a las necesidades de los usuarios
Amenazas (A)
• Carencia de un marco legal específico
• Falta de reconocimiento público de las tareas sociales
• Incertidumbre en la duración de la actual crisis económica
• Reticencias para emprender nuevos proyectos empresariales cooperativos
• Predominio del modelo empresarial capitalista neoliberal
• Fuertes recortes públicos en subvenciones para actividades sociales
• Excesiva burocracia administrativa
• Cuestionamiento del Estado del Bienestar
• Carencia de voluntad para combatir la exclusión social de los colectivos en riesgo de marginación
• Privatización de la atención socio-sanitaria
• Escasa sensibilización política para difundir la agricultura social ligada al turismo agroecológico
• Apuesta institucional por un desarrollo turístico más masificado
Fortalezas (F)
• Nueva herramienta de inserción socio-laboral
• Innovación dentro de un sector estratégico como es el turístico
• Diversificación sectorial y multifuncionalidad (agroindustrial y turística)
• Consumo de proximidad
• Respeto medio ambiental
• Criterios ecológicos
• Mejora de la salud de los usuarios y de los consumidores
• Mejora en la calidad de los productos alimentarios
• Contribución al desarrollo local y a la cohesión territorial
• Nuevas relaciones entre productores, usuarios, consumidores y comunidad local
• Creación de puestos de trabajo y reducción del paro
• Nuevas experiencias turísticas
Oportunidades (O)
• Fomento de la innovación en economía social
• Cambios en las pautas de consumo
• Cambios en los hábitos alimentarios
• Creación de ocupación
• Creciente sensibilización por los temas sociales
• Uso de las tecnologías de la información (TIC) para mejorar la competitividad
• Programas de fomento y ayudas a la emprendeduría y a la innovación
• Vías de financiación alternativa
• Creación de nuevos modelos de organización del trabajo
6. CONCLUSIONES
En este artículo, mediante un análisis comparativo de casos entre comarcas de ambos lados de los Pirineos, se han comprobado las tres hipótesis inicialmente planteadas, de manera que existe una correlación directa entre el conocimiento previo que se tiene de la agricultura social por parte de la población local y su grado de implicación en el desarrollo conjunto de la agricultura social y el ecoturismo (hipótesis 1) y entre el interés por este desarrollo y la integración social y laboral de los colectivos en riesgo de marginación (hipótesis 2); mientras que la correlación es inversa entre el conocimiento previo de la agricultura social y el interés por el desarrollo conjunto de estas dos actividades como herramientas de integración social y laboral (hipótesis 3).
Además, se ha comprobado el papel cada vez más destacado que está adquiriendo la economía social en los procesos de inserción social y laboral de los colectivos con riesgo de marginación en las comarcas de montaña, ayudando además a mejorar la equidad social y el desarrollo de aquellos territorios.
Sin embargo, las principales conclusiones aquí obtenidas son que la agricultura social en las comarcas del Pirineo catalán todavía es un sector poco cohesionado, con pocos recursos públicos, una escasa relación entre las actividades agrícolas, socio-sanitarias y ecoturísticas, y con limitaciones para una adecuada ocupación laboral de dichos colectivos. Ello contrasta con las comarcas francesas, donde dicha actividad socio-económica es más antigua y está mucho más desarrollada. Por eso en nuestro país es necesario disponer de un marco legal y administrativo que ampare dicha actividad, así como obtener una mayor visibilidad pública y un adecuado reconocimiento social.
Por otra parte, la conjunción de la agricultura social y del turismo ecológico permite compatibilizar determinados objetivos sociales (inserción al mercado laboral y obtención de unos ingresos mínimos para vivir) con objetivos puramente económicos (creación de riqueza y maximización de ingresos a través del crecimiento turístico).
En definitiva, la agricultura social complementada con actividades agroturísticas ecológicas puede convertirse en una estrategia adecuada a la hora de impulsar y dinamizar los procesos de desarrollo rural en las comarcas de montaña, en la medida en que, tal como hemos podido contrastar, permite conjugar determinados objetivos socio-laborales especialmente orientados los colectivos en riesgo de marginación con otros de carácter más económico.
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