AUGE Y CAÍDA DE LA GRECIA CLÁSICA
Francisco Javier Ruiz Durán *
Universidad de Extremadura, España
pacobadajoz@hotmail.com
RESUMEN
En este artículo intentaremos demostrar la evolución política, social y económica de la Grecia clásica, desde la caída de la civilización cretense hasta la creación del Imperio de Alejandro Magno, pasando por la Edad Oscura, la aparición de los hoplitas, las tiranías, las reformas de Solón, la implantación de la democracia por Clistenes, el nacimiento de la filosofía en Jonia, las Guerras Médicas, la caída de Atenas a manos espartanas durante la Guerra del Peloponeso, la invasión espartana de Persia y las victorias tebanas que acabaron con la Gran Esparta.
PALABRAS CLAVE:
Cultura minoica, talasocracia, Grecia clásica, época de los tiranos, democracia, Guerra del Peloponeso y Guerras Médicas.
ABSTRACT
In this article we will try to demonstrate the political, social and economic evolution of the classic Greece, from the fall of the Cretan civilization up to the creation of the Empire of Alexander the Great, spending for the Dark Age, the appearance of the hoplitas, the tyrannies, Solón's reforms, the implantation of the democracy for Clistenes, the birth of the philosophy in Jonia, the Persian Wars, the fall of Athens to Spartan hands during the War of the Peloponnese, the Spartan invasion of Persia and the victories tebanas that finished with the Great Sparta.
KEY WORDS:
Minoan culture, talasocracy, classic Greece, epoch of the tyrants, democracy, War of the Peloponnese and Persian Wars.
I.- EL MUNDO HELÉNICO
La Grecia de la Antigüedad abarcaba también la costa occidental de Asia Menor, los archipiélagos del mar Egeo, la isla de Creta y la isla de Chipre. Su carencia de vías fluviales y el alto relieve de muchos de sus caminos principales hicieron que en la región egea el Mediterráneo se convirtiese en la principal vía de transporte, gracias al cual comerciaban desde Egipto hasta Italia.
El Imperio comercial –talasocracia- favoreció el desarrollo tanto social como político, que implementaría un notable crecimientos de sus ciudades –aparecieron los primeros palacios sobre el 2000 a.C-. Eso sí, desde el 3000 a.C. Creta había alcanzado una riquísima civilización –denominada minoica por su célebre Rey Minos- que desarrolló su propio sistema de notación que de los jeroglíficos evolucionaría hasta un sistema de signos silábicos denominado escritura lineal A, que más tarde evolucionaría hasta el lineal B. Esta civilización se sostenía sobre su comercio –especies, vino, aceite, tintes, fármacos, joyería, alfarería, cueros, textiles, bronce y otros metales-, sus ciudades-estado, sus dioses –Zeus o el Minotauro-, sus puestos comerciales en el Mediterráneo oriental y central; hasta que el volcán Tera la destruyó creando el Mito platónico de la Atlántida. Pero la cultura de sus polis terminó provocando la unificación cultural –koine- de todo el mundo helénico cuando los griegos continentales1 copiaron su civilización gracias a las migraciones minóicas del 800 a.C. En este periodo también destacaron las expediciones de los griegos a Siria; así fue como la escritura volvió a la Helade gracias a la adaptación del alfabeto fenicio del que evolucionaría el sistema de escritura latina que conformaría la mayoría de las lenguas europeas actuales. Los poemas atribuidos a Homero –la Iliada y la Odisea- se generaron en las prósperas ciudades jonias2 de Asia Menor en el siglo VIII a.C.
La Edad Oscura en la que cayó el mundo griego tras la caída de Creta nos ha dejado grandes lagunas en su historia, pero poco a poco, entre el 800 y el 500 a.C. los Reyes fueron depuestos por las Aristocracias tribales que dominarían las redes clientelares de sus Polis. Y a diferencia de las ciudades-estado orientales, su centro político y religioso no estaba en el palacio o el templo, sino en el Ágora –donde se reunía la Asamblea Pública-. Así, hacia mediados del siglo VI a.C., en la Helade había unas 1.500 ciudades griegas –desde Asia Menor hasta España y desde Grecia hasta Libia- que nunca estuvieron a más de 40 km de la costa. Por lo general eran muy pequeñas, con la excepción de Atenas y Esparta. Las fuerzas migratorias que extendieron la civilización helénica se propiciaron por la escasez, el reparto desigual de la tierra y las disputas aristocráticas por el poder.
El sistema aristocrático terminó cayendo en el siglo VIII a.C. con la aparición de los hoplitas –guerreros que podían pagarse su equipo por ser ricos comerciantes y artesanos- que en realidad fueron la nueva clase media nacida por la prosperidad de la Grecia clásica –apareció la moneda y las compañías comerciales no aristocráticas-; y con la reclamación de sus derechos los hoplitas pusieron en entredicho su sociedad. Entonces las clases más bajas, ante la incertidumbre de los cambios sociales provocados por la nueva clase media, iniciaron la <<stasis>> -la lucha civil interna fue endémica cuando la fundación de colonias dejó de ser suficiente para contentar a los más desposeídos-; y la Aristocracia comenzó una serie de reformas como representó el sabio Solón en Atenas pero también, en otras partes de Grecia, la misma Aristocracia llevada por la ambición se apoyó en los hoplitas para instaurar la tiranía –según los expertos la mayoría de los tiranos eran marginados de la clase aristocrática del siglo VII al VI a.C.-; el propio Aristóteles señaló que los tiranos se presentaban ante el pueblo –demos-, como los campeones contra la oligarquía –demagogoi significa guía del pueblo- y conseguían el poder asesinando a los notables durante periodos de crisis económicas y sociales. Es cierto que en este periodo, la mayoría de ellos mejoraron notablemente las condiciones de los campesinos y comerciantes de Grecia por lo que la palabra <<tyrannos>> no fue peyorativa hasta los siglos VI y V a.C. Además fueron grandes mecenas al hacerse con los servicios de los mejores artistas, poetas, pensadores y arquitectos y favorecieron a las capas populares con las obras públicas: templos, fortificaciones, puertos, fuentes, alcantarillados, calzadas… Por ello el nivel social de Grecia subió tanto que los tiranos comenzaron a ver como peligraba su poder y se iniciaron sus abusos así como la petición de leyes en las polis para poder evitarlos. Los nuevos Códigos inspirados en las creencias religiosas y el equilibrio de poderes y competencias –eunomía- llegaron de la mano de personajes de la talla de Solón cuyas reformas –en el 594 a.C.- a favor de que los más pobres pudieran participar en los asuntos de la ciudad, y que no cayeran en la esclavitud cuando no pudieran hacer frente a sus deudas, fue el primer paso hacia la democracia. Aunque no debemos olvidar que también hubo reformadores como Dracón para quien todos los delitos, desde el robo de una verdura hasta un asesinato, debían ser castigados con diversas penas de muerte; de aquí lo de las leyes draconianas.
Por tanto, la tiranía fue el puente por el que los griegos pasaron de las oligarquías aristocráticas a los gobiernos populares3. Eso sí, Esparta, prefirió el camino de un Estado cerrado con una economía planificada –de corte comunista- que sería el espejo donde se mirarían los Totalitarismos socialistas –fascismo, comunismo y nacional-socialismo- del siglo XX. La Élite espartiata que se hacía denominar <<Los iguales>>, estaba coronada por una gerousía –una Asamblea de 28 ancianos más sus dos Reyes-; mientras que la sociedad espartana se conformaba en tres sectores sociales con estatutos diferenciados: espartiatas -llamados homoioi [los iguales] que eran la élite minoritaria-, los periecos –hombres libres súbditos de Esparta- y los ilotas –los esclavos de los espartanos-4. La vida pública estaba completamente modelada por el Estado. No olvide que la gerousía tenía la responsabilidad de decidir si un recién nacido debía vivir o ser tirado desde el monte Taigeto. Si me lo permiten, la unión del estatismo y el control social de Esparta son para mi persona la simiente primigenia de un Estado socialista totalitario5; ejemplo que Platón utilizaría para crear sus concepciones políticas en la República. De facto, la educación espartana permitía el cuidado de los niños a sus padres hasta los siete años para después entregarlos en manos del Estado al que no dejarían de pertenecer hasta su muerte. Su educación en las distintas formaciones militarizadas en las que eran encuadrados siempre era vigilada por un pedónomo o inspector de educación nacional, como nos reveló Plutarco. La educación espartana se caracterizaba por la disciplina como única forma de vida: se le azotaba cruelmente por cualquier falta, las comidas colectivas eran escasas para estimularlos en el atrevimiento y la astucia inexcusable para su supervivencia, la pederastia estaba autorizada por ley y todo era coronado por una prueba final denominada criptia o escondite donde el joven debía vivir sólo en el campo hasta que conseguía matar a un ilota, acto que también ayudaría a explicar la rebelión de los esclavos ilotas. Por su parte, las niñas espartanas practicaban muchos deportes de forma pública, especialmente la lucha y el lanzamiento de jabalina y disco, para mantener la mejora continua de la raza –eugenesia-. Era común que los jóvenes espartanos de ambos sexos se ejercitaran juntos totalmente desnudos; pero la concentración de los varones en sus cuarteles permitió a las mujeres espartanas gozar de una mayor libertad de la que tuvieron jamás las mujeres del resto de Grecia, tanto como el desarrollo de la homosexualidad por la convivencia con personas del mismo sexo que existía hasta cumplir los treinta años. Por cierto, el celibato estaba socialmente mal visto por lo que el matrimonio se concebía con la única finalidad de mantener la continuidad racial.
Por otro lado, la conquista definitiva de Mesina convirtió a Esparta en uno de los Estados más extensos de la Helade; pero la contrapartida fue que la población mesenia engrosó a la de por sí numerosa población de ilotas lacedonios; y desde este momento, Esparta adaptaría una fortísima tendencia defensiva poco expansionista, pues perder cien o doscientos soldados era una gran catástrofe para su Estado; porque la clase espartiata-guerrera era muy minoritaria en su sociedad.
Volviendo a las reformas de Solón este tuvo que renunciar a convertirse en dictador como le pedían las masas agradecidas a la par que sus reformas asentaron la paz social durante 30 años. Esto provocaría que Grecia despegase comercialmente con la multiplicación del comercio local y el desarrollo de una moneda en la ciudad; pero las gentes más humildes del campo comenzaron a emigrar a la ciudad, lo que volvió a avivar las tensiones sociales hasta que el tirano Pisístrato tomó el poder: patrocinó un programa de construcciones que daría empleo a los artesanos y trabajadores urbanos, a la par que embelleció notablemente la ciudad, realzaba el orgullo cívico entre sus habitantes, impulsó o fundó los cultos cívico y religiosos, fomentó el desarrollo del tráfico marítimo más allá del Pireo, inició los créditos públicos a los campesinos y comerciantes atenienses –ganándose a la nueva clase media- y nos legó la imagen que tenemos de Atenas. De hecho, hasta Aristóteles lo calificó como un <<buen tirano>> porque gobernó como un ciudadano. Por todo ello podemos concluir, que las medidas políticas del tirano Pisístrato aseguraron la base para que los atenienses fueran hacia la democracia. Pero tras la muerte de Pisístrato su hijo Hiparco fue asesinado por “celos” y las represalias de su hermano Hipías hicieron que algunos aristócratas pidieran ayuda a Esparta. Tras la invasión, comenzó una guerra civil que ganó Clístenes –de la poderosa familia Alcmeónidas-, por el apoyo masivo que recibió del pueblo ateniense que seguía agradecido al padre de los dos hijos del tirano; pero finalmente, el hombre de paja colocado por los espartanos –Clístenes- se volvió hacia las reformas de Solón en el siglo V a.C. y permitió definitivamente el inicio del camino hacia la democracia –de forma gradual y con el peligro de la democracia radical-. Es decir, la historia del nacimiento de la democracia ateniense fue un largo camino jalonado por distintas iniciativas políticas que intentaron evitar a toda costa la dañina stasis –confrontación interna que podía derivar en una sangrienta Guerra civil con el exilio de sectores enteros de población- en el siglo VI a.C. Por tanto, el proceso de formación de la polis clásica fue de la mano de las convulsiones socioeconómicas de la época –que provocaron destituciones violentas de los Estados aristocráticos u oligárquicos por tiranías e incluso el exilio masivo de sectores enteros de la población, a nuevas colonias.- “En Atenas la agitación social presentaba un trasfondo triangular, cuyo vértice estaba protagonizado por la lucha por la tierra y por la representación de la ciudadanía en las magistraturas; el segundo vértice correspondía a la rivalidad entre las nuevas clases urbanas y las clases rurales, y el tercero, a los arraigados conflictos entre familias aristocráticas, los Eupátridas, que dominaban todas las instancias del poder político. Estas graves tensiones sociales llevaron… a un primer intento de reforma con el nombramiento de Solón como legislador (nomothetes) y mediador (diallaktés) entre los diversos grupos enfrentados”.6 7 De este modo, el origen del nuevo Régimen político del siglo VI a.C. se encuentra en las pioneras reformas constitucionales de Solón, mientras que los fundamentos de las ideas de libertad culminaron con las reformas que Clístenes fraguó durante la tiranía de Pisístrato y sus dos hijos.
Pero la brutal represión de Hipias convirtió la imagen moderada de su Régimen en una odiosa tiranía que facilitó que se interpretase el tiranicidio como un acto político por la libertad. En consecuencia, la mitificación de la democracia fue permitiendo la interpretación heroica del asesinato hasta el punto de que se les levantó un monumento en el ágora: “los nobles Aristogitón y Harmodio fueron festejados por sus iguales en los simposios8 organizados en su honor por haber eliminado a un representante de la odiada familia dirigente, que neutralizaba los deseos de otras familias aristocráticas de desempeñar un papel relevante en la dirección de la ciudad. La siguiente fase…la veneración… empezó a inducir el recuerdo de una gesta que se identificaba como un acto de liberación… La tercera etapa fue ya de signo democrático. Los aristócratas liberadores pasaron a ser baluartes del sistema de igualdad ciudadana. Al conmemorar su hazaña, se formalizó un acto de afirmación constitucional, de clara índole democrática. Ideología antitiránica y mito democrático se entremezclaron y se confundieron en una simbiosis de ideas, imágenes y consignas. La fama negativa de la tiranía se contrapuso a la forma de gobierno colectivo, y suministró así un esteriotipo del enemigo y una justificación del régimen democrático”9 . Pero, la identificación de los atenienses con su Constitución se fue haciendo realidad cuando a la cabeza de la Liga aticodélica tuvieron que defender su tipo de Gobierno y su Imperio naval, íntimamente unidos, incluso antes de la Guerra del Peloponeso. De facto, no es casualidad que a partir del 424 a.C., “y significativamente en la obra de Aristófanes, se multipliquen las alusiones a la tiranía como reflejo del temor que persistía en gran parte de la ciudadanía a un golpe de Estado oligárquico. Este estado de ánimo es comprensible si se analizan los factores que lo propiciaban: la larga e interminable guerra contra los peloponesios, con escasas perspectivas de éxito, y la casi permanente ausencia de la flota, baluarte de la democracia, debida a las múltiples operaciones que debía afrontar en escenarios bélicos cada vez más alejados”10 . Esta tensión, provocó que los atenienses apelaran a la solidaridad y a las obligaciones ciudadanas, mediante un proceso de mitificación de los tiranicidas que generó una plataforma propagandística que marcó el modelo de apelación para la defensa de la libertad. Por tanto, podemos concluir que la historización del mito democrático ateniense refleja las fases de un proceso de afirmación ideológica. En esta senda, también adquirió importancia la instauración del ostracismo, el juramento –de exterminar a todo ciudadano que aspiraba a la tiranía- que los miembros del Consejo debían pronunciar; y la interpretación de la tiranía como contrapunto del sistema de Gobierno colectivo, que provocó que se instaurase la visión de la tiranía como negación de la isonomía –igualdad-, aunque esta originariamente había sido un ideal aristocrático, lo cual terminó convirtiéndose en la clave de la democracia. Por otra parte, “la abundante vida política y social forzó a que eventualmente tuviese lugar un número de acontecimientos públicos en la parte externa del ágora; las reuniones de la ekklesía11 se trasladaron a la Pnix, al oeste de la Acrópolis, y las competiciones dramáticas, instituidas por Pisístrato, se desarrollaban en el santuario de Dionisio. Eleutkereús en la ladera sur de la Acrópolis”12 . Tras estos hechos, sobre el 500 a.C., Atenas se convirtió en el centro indispensable del Ática.
Eso sí, no debemos olvidar que durante el periodo arcaico además del Ática también prosperó la región griega de Jonia, en la franja central de la costa del Asia Menor; recordemos que durante la edad oscura una parte de la población de la Grecia continental emigró a los fértiles valles de esta zona, y que tras duras luchas la región se dividió en doce polis: Focea, Eritras, Teos, Clazómenas, Lébedos, Colofón, Priene, Efeso, Miunte, Mileto, Samos y Quíos –más tarde también entraría en la órbita jonia la ciudad de Esmirna-. El espectacular desarrollo económico que alcanzaron estas comunidades fue, sin duda, parte fundamental de todos los logros intelectuales por los que conocemos a la Grecia clásica. La mayoría de estas polis se sirvieron de mano de obra indígena sometida, como en las otras poblaciones griegas, para que sus ciudadanos se librasen del trabajo dejándoles tiempo de ocio suficiente para especular sobre lo humano y lo divino. A esto se unió su proximidad a las rutas comerciales de Oriente Próximo que les hizo entrar en contacto con el arte y el pensamiento de las civilizaciones allí establecidas; incrementando con ello su refinamiento y su suntuosidad, en comparación con el resto de la Hélade. He aquí el secreto del desarrollo intelectual de las ciudades jónicas. Además estas ciudades se lanzaron a una expansión ultramarina desde las riberas del mar Negro a las de las costas iberas, que llevó el comercio y la cerámica jónica por todo el Mediterráneo. Esta apertura al exterior le dio a las ciudades jónicas un ambiente cosmopolita que haría germinar lo que hoy conocemos como filosofía: filo –amor-, sophía –sabiduría-; el amor por la sabiduría.13
En el siglo VI a.C. las polis griegas ya eran independientes pero estaban amenazadas por el Imperio persa –una descomunal autocracia- que despertó los sentimientos panhelénicos en todos los pueblos helénicos. En este sentido, piensen que el monumento persa mejor conservado es la fortaleza real de Persépolis, construida por Darío en el 512 a.C. para ensalzar la grandeza del Rey de Reyes; mientras que el monumento representativo de la Hélade es la Acrópolis ateniense que se erigió en honor a los dioses que protegían a los ciudadanos libres. Igualmente, los griegos a pesar de la fragmentación política siempre fueron conscientes de pertenecer a una cultura singular y única. Herodoto lo indicó así: “siendo de la misma raza y teniendo el mismo idioma, con los mismos santuarios y rituales para los dioses, y con costumbres similares. La religión era, en efecto, uno de los rasgos de identidad colectiva que diferenciaba a los griegos de los demás pueblos –llamados genéricamente bárbaros14*- y afectó a todas las manifestaciones de su civilización, desde la organización política (la polis) hasta la mayor parte de sus logros artísticos”. 15 Es más, a pesar de algunos restos de estratos tribales y gentilicios que reseñaban leves diferencias según linajes y lugares, la religión griega desde tiempos de Homero aparecería con un culto panhelénico, <<de todos los helenos>>.
Así cuando Darío I inició desde el 512 a.C. su campaña militar hacia el Egeo; las ciudades jónicas sometidas a la tiranía persa se rebelaron en el 499 a.C. y pronto tuvieron la ayuda de veinte barcos de guerra atenienses y cinco de Eretría –los espartanos, siempre remisos a mandar sus tropas fuera de lacedemonia, no participaron de la empresa-. Tras los primeros éxitos, y la retirada de la ayuda de los aliados, los griegos del Asia Menor rebelados se mantuvieron a la defensiva; lo que facilitaría la reconquista persa. Pero el Rey persa ordenó el envío de un Ejército contra Atenas y Eretría para castigarles por su auxilio a los rebeldes. Comenzaban las Guerras Médicas16 que durarían desde el 490 al 449 a.C. Los persas desembarcaron 200.000 hombres en la llanura de Maratón, con la esperanza que se sublevaran las fuerzas atenienses contrarias a las reformas de Clístenes, -Esparta no envió ningún hombre al frente por no haber acabado sus fiestas Carneas- pero Atenas y Platea bajo el liderazgo de Milciades obtuvieron la victoria. Durante los siguientes diez años Persia preparó la nueva invasión que esa vez dirigiría Jerjes, su nuevo soberano; pero para entonces, Temístocles17 -como dirigente de Atenas- había tomado la precaución de fortificar el Pireo, y como se acababa de descubrir un nuevo filón de plata en las minas del Laurión, tuvo el buen sentido de persuadir a la Asamblea de que se invirtiese esa riqueza en construir una nueva flota de 200 trirremes. Por otra parte, cuando los persas entraron con su poderoso Ejército en el Asia Menor los griegos unieron sus Ejércitos -31- bajo el mando espartano, y la proporción quedó en una relación de uno contra dos favorable a Persia. Y en este contexto, fue cuando el Rey Leónidas comandó a 300 Iguales y 9.000 griegos más contra los persas en el paso de las Termópilas,18 donde murieron casi todos los espartanos junto a su Rey19; hecho que provocó el repliegue griego hacia la isla de Salamina. Allí los griegos, sabedores de su inferioridad, enviaron a un esclavo para engañar a Jerjes diciéndole que ellos se estaban peleando entre sí; Jerjes envió su flota al oeste de Salamina para bloquearlos, mientras llegaba la flota ateniense comandada por Temístocles, que con los espartanos embarcados, rodeó y aplastó a la flota persa, ante los mismos ojos de Jerjes que se había situado en una colina. Así con la victoria griega en las Guerras Médicas: se consolidó la democracia en Atenas, Esparta volvió a su tradicional política aislacionista –por su gran número de esclavos- y Atenas aprovechó la Liga de Delos –fundada para defenderse de las invasiones persas- para fortalecer su Imperio hasta el punto que suscitó el temor de Esparta lo que finalmente provocaría la Guerra del Peloponeso.
Sin olvidar que cuando la Asamblea utilizó las minas de Laurión para crear la flota que había pedido Temístocles permitió, que los Tetes –marineros- cobrasen del Estado y comenzasen a tener derechos políticos. Esto provocaría que las familias ricas –los Milciades, los Cimón y los Alcmeonidas- con el apoyo de los hoplitas acusaran a Temístocles de corrupción y así el héroe de Salamina terminó en el exilio. Más tarde le condenaron a muerte por envidia y por no dejar de señalar -aprovechando el peso de los Tetes en la Asamblea- que el mayor enemigo era Esparta y no Persia, porque temían el poder creciente de Grecia. Acto seguido Cimón llegó al poder y desarrolló una democracia restringida, pero mantuvo la flota de Temístocles. A pesar de ello, Efialtes desafió el poder aristocrático de Atenas, apoyó una serie de reformas que le costarían la vida en el 461 a.C. y dejó como sucesor un joven llamado Pericles –un Alcmeónidas- quien gobernó durante 15 años –del 433 al 429 a.C.-, siendo anualmente reelegido, y llevó a Atenas a su máximo esplendor político, económico y social. Pero tales éxitos en el siglo V a.C. dentro de la Liga de Delos –creada ante la invasión persa- extendieron tanto la democracia y el Imperio que terminó despertando los miedos de Esparta como había anunciado Temístocles. Recordemos que los tributos de los aliados atenienses –podían dar dinero o crear y mantener barcos, aunque generalmente hacía lo primero- en la Liga de Delos permitió que Atenas comenzase su despegue cultural e imperial en el siglo V a.C. pues su total era más de un 50% del producto interior bruto de la propia Atenas. Eso sí, la admirable civilización ateniense se basaba en la generalización de la mano de obra esclava; de facto, en toda Grecia había más esclavos que hombres libres. En la Atenas de Pericles había 50.000 ciudadanos libres, 25.000 metokoi –extranjeros- y 100.000 esclavos; es decir, la preeminencia de los esclavos barría las diferencias de clases. Los ciudadanos libres se dividían en 300 familias nobles, 13.000 hoplitas y 10.000 Tetes, entre los que no había diferencias abismales. En este contexto, Esparta sufrió un gravísimo terremoto que arruinó la ciudad y permitió que los esclavos ilotas pudiesen sublevarse junto a los mesenios, y hacerse fuertes en las montañas. El peligro fue tal que Esparta pidió ayuda a Atenas y Cimón acudió con 4.000 hoplitas a Mesina pero entonces Esparta los expulsó por miedo a que propagaran sus ideas democráticas en su territorio. Así quedó patente que la Guerra del Peloponeso era ya inevitable y Atenas le volvió la espalda a Cimón –líder de la facción pro-espartana-. Además con el asesinato del Rey Jerjes, el Príncipe libio Inaro se sublevó y Atenas le apoyó para expandirse por el Nilo durante cinco años de guerra; hasta que Persia restableció su poder en la zona y tomó Chipre como represalia a Atenas. Y en el 447 a.C. Beocia desafió a Atenas y la derrotó en tierra por lo que tuvo que firmar la paz de los 30 años en el 446 a.C. con la Liga del Peloponeso –esta fue la primera Guerra que Atenas perdió frente a Esparta-.
Finalmente, no debemos obviar que en el Ágora había un pórtico pintado –Stoa Poikile- que dio nombre a una de las corrientes filosóficas más importantes de la Grecia clásica: el estocismo. En este sentido, el parque Academo, nombre de un héroe local, dio nombre a lo que nosotros conocemos como la Academia de Platón que inició allí sus enseñanzas por ser campeón de lucha –Platón significa <<el de anchas espaldas>>- dando origen a nuestras actuales Facultades, porque en los gimnasios se reunían los intelectuales, y marcando la senda por la que Aristóteles creo su Liceo, a modo de nuestras Escuelas.
I.I.- La Guerra del Peloponeso
Tras la expulsión de la ayuda ateniense de Esparta los aliados espartanos iniciaron una serie de guerras fronterizas que obligaron a Atenas a auxiliar a los suyos; fue la I Guerra del Peloponeso o Guerra Arquidámica [460-445 a.C] que culminó con la Paz de los 30 años [445-431 a.C]. Con esta Paz Atenas devolvió todas las tierras conquistadas en el Peloponeso y Esparta se comprometió a reconocer el Imperio ateniense. Se materializó así, un periodo donde “el mundo griego quedó dividido en dos de manera oficial por una disposición que prohibía a los miembros de cada alianza cambiar de bando”,20 para evitar una nueva guerra. No descuidemos que esta se inició cuando Megara abandonó a Esparta para aliarse con Atenas. Otra cláusula del Tratado fue que las ciudades neutrales sí pudiesen unirse a uno u otro bando, que aunque pareciese prudente en su momento, terminaría generando serios inconvenientes. Lo más novedoso de esta paz fue el artículo que exigía a ambas partes a someter sus futuras querellas a un arbitraje vinculante,21 algo que para Tucídides era “un plan que parece ser el primer intento en la historia de mantener la paz perpetua mediante tal recurso”. 22 La Paz de los Treinta Años –del 446 al 445 a.C.- fue una paz por la estabilidad, tras constatarse en ambos bandos que no era posible obtener una victoria determinante -uno dominaba en tierra y el otro en el mar-; por lo que dicha paz fue realmente un compromiso que contenía fielmente el equilibrio de poder entre las dos alianzas rivales; así como la aceptación de la dualidad del mundo griego, con la cual se obtuvo la esperanza de una paz duradera. Es verdad, que en ambos bandos quedaron facciones minoritarias insatisfechas; aceptándose algo tan novedoso como, que la fórmula del arbitraje dejaba bien claro la necesidad de los contendientes por alcanzar la paz.
Pero la II Guerra del Peloponeso comenzaría realmente en la colonia de Epidamno cuando fue tomada por los demócratas y los aristócratas gobernantes recurrieron a Corcira, su metrópoli. Como esta se negó, llamaron a Corintio para hacerse colonia suya y Corinto y Corcira terminaron declarándose la guerra. Y en este contexto, Corcira dejándose llevar por su poderío naval entró de lleno en un conflicto que ganó, pero olvidó que Corintio era miembro de la Liga Peloponésica –aliada de Esparta-; hasta que, cuando dos años después de su victoria comprendió que Corcira había estado esos años creando una flota tan poderosa que Corcira terminó pidiendo ayuda a Atenas. La Guerra entre las dos grandes potencias era ya inevitable aunque Pericles creó la primera alianza defensiva de la historia para intentar evitarla. Aún así la flota Corintia atacó y perdió. Es más, al año siguiente la ciudad de Potidea –en el norte de Grecia y formada con colonos de Corintio- desoyó la orden de Atenas de derribar sus muros y expulsar a sus regidores, por miedo a que se aliasen con el Rey de Macedonia para provocar una rebelión en Potidea –lo cual era cierto-. De aquí, que Pericles aprobase el primer embargo económico preventivo conocido en tiempos de paz contra Megara por colaborar con Corintio. Acto seguido, Corintio se negó a aceptar la paz negociada que le pidió Esparta en virtud de la Paz de los Treinta Años, mientras los Magistrados espartanos negociaban en secreto su apoyo a la rebelión de Poitidea –el Rey Arquídamo era amigo personal de Pericles por eso este intentó evitar la guerra con Esparta y Arquídamo terminó siendo el primer Rey espartano enviado al exilio por no querer la guerra-. Es decir, la II Guerra del Peloponeso estalló porque Esparta no mantuvo sus juramentos, ni se atuvo al arbitraje, por el temor que tenía al poderío ateniense. Por tanto las dos Guerras del Peloponeso [I -460-445 a.C.- y II -431-404 a.C.] fueron una sola guerra, iniciada tras las Guerras Médicas –contra los persas-, que ocupó casi todo el siglo V a.C.
Aunque como Pericles no deseaba realmente la guerra, planteó una estrategia puramente defensiva por tres motivos: el Rey de Esparta era su amigo y tampoco deseaba la guerra; en tierra Esparta era temible; y Pericles creía que los peloponesios no tenían recursos para una guerra que durase más de un año. Esto provocó una gran incomprensión en el pueblo ateniense que era consciente de su poderío naval y militar. Incomprensión que aumentó notablemente, cuando la estrategia defensiva permitió a los atenienses ver desde sus murallas como los peloponesios devastaban sus cultivos en el Ática y Pericles sólo respondía enviando pequeños contingentes en diversos puntos de la costa del Peloponeso –cuando tenía el dominio absoluto del mar-. Finalmente, la estrategia de Pericles fracasó porque Atenas no tenía reservas económicas para aguantarla más de tres años y esta duraría veintisiete; la facción conservadora de Esparta no pudo volver al poder; y el pueblo ateniense atizado por Cleón obligó a Pericles a dirigir una ofensiva contra el Peloponeso en el 430 a.C que terminó arrasando Epidauro, Hermione, Metone, Megéride y Fía, y tomando la colonia corintia de Solio y las islas de Cefalonia –lo que aseguró la ruta a Italia- y la de Egina –ancestral enemiga de Atenas con cuyo golfo obtuvo el control total sobre el puerto del Pireo después de deportar a toda la población nativa y sustituirla por colonos atenienses-.
Los espartanos respondieron en el segundo año de guerra con una devastación del Ática mucho más brutal que la primera con lo que Pericles se vio forzado a lanzar una segunda incursión durante la cual tuvo que volver a Atenas cuando se declaró una Peste. Esta devino porque toda la población del Ática se había hacinando en Atenas –incluso llenaron los largos muros con sus tiendas- junto a sus basuras. Con ella la posición de Pericles se tambaleó hasta el punto de ser destituido y posteriormente llevado a juicio por malversación porque los griegos creían que las epidemias eran castigos de los dioses por alguna acción humana. Al año siguiente fue llamado de nuevo para dirigir el Estado pero ya estaba infectado por la peste. Aún así los griegos mantuvieron su estrategia defensiva dos años después de su muerte sin atisbo alguno de éxito, hasta que en el 425 a.C. Cleón y Demóstenes consiguieron una victoria militar tan sonada frente a Esparta, que ningún aliado de Atenas se rebeló contra ella en aquellos momentos. La nueva estrategia agresiva permitiría a Atenas llegar a la Paz de Nicias en el 421 a.C. con su flota, sus murallas y su Imperio intacto. Ahora bien la estrategia ofensiva de Cleón también intentó conllevar el uso del Terror a una escala sin precedentes cuando pidió a la Asamblea la muerte de todos los hombres de Mitilene, y la esclavitud de sus mujeres e hijos, por haberse sublevado. Afortunadamente la Asamblea se lo denegó en votación.
No obstante, la guerra defensiva había dejado ya sin recursos a Atenas por lo que en el 427 a.C ya podían observarse las condiciones que llevaron a Atenas a su derrota; aun así Atenas comenzó una ofensiva por el archipiélago del Egeo para castigar a los aliados de Esparta y ayudar a los suyos en el 426 a.C. que provocó la primera derrota espartana; pero esta fue tan contundente -en Pilos los atenienses capturaron a casi 300 espartanos cuyo código les exigía la muerte antes que el deshonor así como su flota- que Esparta se vio obligada a pedir la Paz. Dicha victoria cambió el curso de la guerra porque Esparta ya no podía invadir Grecia y propició la revolución de los ilotas en Esparta. Por ello Cleón, como anteriormente a Pericles, recibió los mayores honores del Estado; aunque Tucídides nos lo ocultó en su obra para no menospreciar la imagen de Pericles. ¿Y por qué Tucídides falsificó la historia de la Guerra del Peloponeso?: en el 424 a.C. Esparta dio el mando de sus tropas al Comandante Brasidas cuya proeza militar con la toma de Anfiópolis, volvería a cambiar el curso de la guerra. Anfiópolis era primordial para el aprovisionamiento del cereal y la madera que necesitaba Atenas y precisamente Tucídides era el General de la Flota encargada de auxiliarla. Pero el famoso historiador político no estaba donde debía y su retraso permitió la rendición de la ciudad, que creyó que no sería auxiliada, pocas horas antes de que los griegos llegaran ante la promesa espartana de respetarles la vida, las propiedades y su libertad –en aquella época los medios de asedio eran tan primitivos que las ciudades sólo solían caer por el hambre o porque alguna facción abría las puertas-. Tucídides jamás dijo dónde estaba –ni en el juicio ni en su obra- pero escribió su Historia de la guerra del Peloponeso para afirmar que su exilio fue injusto y que Atenas perdió la guerra por culpa de los sucesores de Pericles. Tras semejante error Cleón tuvo que llevar su Ejército a Anfiópolis para entablar una batalla donde los dos Generales terminaron muriendo, y que le permitió a Atenas obtener una paz de 50 años basada en el statu quo anterior a la guerra; pero Esparta volvió a incumplir sus compromisos al no devolver Anfiópolis como prometió en la Paz de Nicias, porque en realidad lo único que quería era recuperar los 300 espartanos recluidos en Atenas. Es decir, la Paz resultó ser una estrategia para fortalecerse. Esto provocó tal resentimiento en Grecia que el joven Alcibiades –sobrino de Pericles-, a la cabeza de la facción belicista, le arrebató el poder a Nicias y conformó una alianza prodemocrática que llegó a derrotar a Esparta en el propio Peloponeso. Eso sí, como Nicias se opuso a este plan y Alcibíades no consiguió la reelección como General, Atenas apenas aportó hombres y naves a esta contienda –y aún así Esparta estuvo a punto de ser derrotada completamente-. De aquí que el profesor Donald Kagan señale el gravísimo fallo que tuvo Atenas al no mandar la mayoría de su Flota y Ejército que en ese crucial momento estaban inactivos. Para rematar, poco después de estos hechos llegaron a Atenas los aliados de Sicilia para pedir ayuda con 70 talentos de plata –la paga de todo un mes para una flota de sesenta barcos-. Nicias, que era contrario a esta expedición por creer que podía poner en peligro la paz y el Imperio, fue elegido para el mando de la expedición y cuando llegó a su destino no quiso atacar de inmediato.
En ese contexto la situación se complicó todavía más cuando una mañana los atenienses al levantarse vieron que las Hermas de toda la ciudad –pilares de mármol coronados con el busto de un dios- habían sido profanadas; y un barco llegó a Sicilia para llevarse a Alcibíades para ser juzgado por esas profanaciones -este optó por el exilio para evitar el juicio- pero incluso así los atenienses estuvieron a punto de tomar Siracusa en la primera batalla. Empero Nicias no quiso perseguir al enemigo en fuga porque sólo quería volver a Atenas y los siracusanos tuvieron tiempo para reorganizarse, recuperar la moral y retomar una iniciativa que Nicias no quería. Es decir, esta negligencia egoísta y deshonesta dejó a la Gran Armada a merced de un enemigo vencido. En este punto, las desgracias aumentaron con la aparición de la malaria y la disentería por haber colocado el campamento al lado de unos pantanos casi tanto como que Nicias se empeñó en quedarse en Sicilia al comprender que su vuelta a Atenas le costaría la pena de muerte por su estrepitoso fracaso. Así los siracusanos lanzaron un ataque final donde mataron a 34.000 hombres y capturaron a otros 6.000 que más tarde morirían por las penosas condiciones de vida que sufrieron en las canteras donde fueron recluidos. Además destruyeron la Gran Flota. Expuestos estos hechos debemos pensar por qué Tucídides no criticó nunca a Nicias y sí tuvo duras críticas para la Asamblea a la que acusó de haberse dejado engañar por los aliados de Sicilia –lo cual era falso-.
En el año 421 a.C. los espartanos volvieron a arrasar el Ática y provocaron la huida de 20.000 esclavos de las minas de Laurión con lo que dieron un golpe fatal a la economía de Atenas. La debilidad de Atenas produjo que las facciones aristocráticas de muchas ciudades importantes intentaran alzarse aunque finalmente sin éxito porque Esparta no pudo enviarles mucha ayuda. Entonces Esparta comprendió que “la única posibilidad que tenía… de tumbar a Atenas pasaba por arrebatarle el dominio de sus ciudades aliadas en el Egeo oriental, de donde su gran rival podía obtener nuevos recursos con los que rehacer su ejército… se hacía más necesario que nunca, por tanto, pactar con los persas23 para recabar su colaboración militar o su apoyo económico”. 24 Persia le daría dinero, armas, una base naval y el apoyo de la flota fenicia. En este contexto, Alcibíades –que había negociado este pacto- fue condenado a muerte por haber mantenido relaciones sexuales con la Reina de Esparta y tuvo que huir a Persia donde comenzó a negociar una sublevación de la Aristocracia ateniense a cambio de entregar las ciudades jonias –esto último sin el conocimiento de los atenienses-. Alcibiades montó este Golpe de Estado, que impondría una democracia restringida, porque estaba condenado a muerte tanto en Esparta como en Atenas y sabía que si no era útil a los persas no tendría mejor futuro allí. Pero el Imperio se basaba en la flota y los Tetes eran demasiado importantes por lo que la democracia directa sólo tardó diez meses en ser restituida, y las ciudades jonias se mantuvieron en el Imperio ateniense. Aun así, en aquellos inciertos meses, los atenienses le dieron el mando de la flota a Alcibiades y este derrotó a la flota espartana lo que supuso que al perder los espartanos la base naval cedida por los persas en las aguas de Asia Menor, Atenas se volvió a asegurar la vía para obtener los cereales con los que mantenía a su población. La derrota fue tal que Esparta tuvo que pedir rápidamente la paz que los atenienses, cegados por la alegría, rechazaron. Dicha alegría fue tal en Atenas que los ciudadanos olvidaron el desastre de Sicilia y en Asamblea votaron retirar todos los cargos contra un Alcibíades que pudo volver a Atenas dos meses antes de que la democracia fuese completamente restituida de nuevo. Por su parte, en el 407 a.C., Esparta, concedió el cargo de Navarca a Lisandro, un mothax [hijo de un espartiata y una ilota -la situación de la guerra para Esparta llegó a ser tan mala que llegó a prometer incluso la libertad para aquellos esclavos que luchasen por ella-] que había recibido una excelente educación y una gran preparación militar. Con una nueva flota Lisandró derrotó a los griegos porque Alcibiades cometió el gravísimo error de dejar el mando de la flota a su timonel, en vez de a un General o a un Capitán, cuando la dejó atracada; y como el jefe espartano sabía que Alcibiades estaba ausente aprovechó para plantar batalla a un timonel que en vez de mantener los barcos amarrados como se le había ordenado de forma taxativa, fue según Plutarco tan <<insensato y pretencioso>> como para salir a mar abierta para combatir. Desde ese momento, la desmoralización de la marinería ateniense provocó una deserción generalizada hacia la flota espartana.
Alcibíades volvió a huir, esta vez al Quersoneso, cuando supo que los ciudadanos atenienses habían aprobado su destitución. Atenas quedaba así, en el 406 a.C., de nuevo en una situación desesperada –sólo mantenía 40 barcos-. Pero en una última e impresionante respuesta los atenienses desmontaron las estatuas áureas de la Acrópolis para fundir monedas con el oro y construir otras 60 naves más que, ante la falta de remeros, serían propulsados por agricultores y esclavos a los que se les prometió la libertad. Esta flota, comandaba por ocho Generales, recibió el refuerzo de otras 40 trirremes aliadas en su trayecto hacia Asia Menor para finalmente entablar la batalla que, según el historiador Diodoro Sículo, sería <<la batalla naval entre griegos más grande de la historia>>, y a pesar de la inferioridad ateniense, la batalla de las Arginusas fue una tremenda derrota para Esparta –perdieron 70 de sus 115 naves- de la que Atenas no pudo disfrutar porque “en el momento de la rendición espartana se desencadenó una impresionante tormenta, y los atemorizados atenienses, en vez de dirigirse al rescate del millar de compañeros que aún pugnaban por sobrevivir, decidieron dirigirse a puerto para ponerse a salvo”25 . Días más tarde, la Asamblea llamó a los Generales para someterlos a juicio y los condenaron a muerte –a pesar de los esfuerzos de Sócrates en su defensa- por dejación en el rescate de sus hombres. De esta forma, Atenas perdería a los pocos hombres que le quedaban con capacidad de mando. “No podía haber verificación más vivida de dónde, a la postre, residía el poder en la democracia radical”26 .
Mientras tanto la flota ateniense se puso a las órdenes de 6 Generales inexpertos que no quisieron hacer caso a Alcibiades de lo peligroso que era el puerto que habían elegido. Lisandro atacó y Grecia perdió toda su flota y los 3.000 prisioneros fueron ejecutados. Acto seguido Atenas tuvo que derribar sus murallas, renunciar a su Imperio, perder su democracia, reducir su flota al mínimo y soportar la dictadura de los 30 Tiranos que le impusieron los victoriosos espartanos.
I.III.- El final de la Grecia Clásica
La victoriosa Esparta inició la conquista de Persia, tomando una gran extensión de terreno en muy poco tiempo, algo que no olvidaría Filipo de Macedonia; pero el éxito espartano fue tan desmesurado que paradójicamente inició su declive porque la igualdad y la concordia entre los espartiatas recogida en la Constitución de Licurgo, quedó rota por la lucha fratricida que comenzó entre la facción conservadora y la expansionista, la caída de la población por los constantes guerras y el fin de la igualdad con la entrada de tantas riquezas. Así sólo nueve meses después de su victoria Esparta vio como Grecia se levantó contra ellos -el odio que generó la prepotencia espartana hizo que toda Grecia se levantara contra los Gobiernos títeres que les habían impuesto, y los atenienses conseguirían restituir su democracia- y Persia corrió para darles dinero, con lo que se aseguró que Esparta tuviera que desestimar la conquista de Asia para defenderse. Así volvería el equilibrio de fuerzas al mundo clásico. Entonces, Atenas y Tebas se unieron contra la hegemonía espartana en la II Liga ateniense; y para el estupor de la época, los tebanos vencieron a los espartanos en el campo de batalla de Leuctra y Mantinea con una nueva táctica, acabando así con el mito de invencibilidad espartana –las derrotas anteriores de estos habían sido siempre en inferioridad numérica-. Comenzaba así la leyenda del Batallón Sagrado de Tebas: 150 parejas de soldados amantes que conformaron una tropa de élite invencible -hasta la aparición de la Falange macedonia en la Batalla de Queronea donde murieron 250 de ellos-. Así se firmó la paz, hasta la llegada de Alejandro Magno. Este se aprovecharía de que mientras Tebas se hallaba en la cumbre un joven Príncipe macedonio que vivía en la corte tebana aprendió las nuevas tácticas del General Epaminondas: su propio padre Filipo de Macedonia.
Filipo comenzó utilizando los ideales panhelénicos de Isócrates para unir a los griegos en su plan de invadir Persia. Este proyecto finalmente lo llevaría a cabo su hijo porque él fue asesinado por una cuestión de celos -la violación en grupo de un niño-. Alejandro llegó a conquistar Persia, Egipto, Afganistán y parte de la India; y fundo numerosas Alejandrías por todo Oriente con sus Ágoras, teatros, gimnasios o simposios, extendiendo así el estilo de vida griego.
II.--CONCLUSIONES
En este artículo habrán podido ustedes comprobar como la Grecia clásica, desde la caída de la civilización cretense a manos de las tribus aqueas y el hundimiento del nivel de vida en toda la Grecia continental por la llegada de las hordas dorias sobre el 1000 a.C., cayó en una Edad Oscura; donde los Reyes fueron depuestos por unas Aristocracias tribales apoyadas en las redes clientelares que tendieron en cada polis. Este sistema comenzaría a desestabilizarse sobre el 800 a.C. con la aparición de los hoplitas –la nueva clase media- que provocará el miedo por los cambios en las clases más bajas y con ello llegaría la <<stasis>> -la lucha civil interna que fue endémica cuando la fundación de las colonias ya no fue suficiente para contentar a los más desposeídos-. Entonces una parte de la Aristocracia se apoyó en los hoplitas para instaurar la tiranía –mejorando notablemente el nivel social de Grecia-; mientras que otra parte de la Aristocracia comenzó una serie de reformas. Pero las tiranías griegas elevaron tanto el nivel social de sus ciudades que los tiranos comenzaron a ver peligrar su poder e iniciaron los abusos, mientras se elevaban las voces para pedir el control de los gobernantes y una mayor participación de los ciudadanos libres, que se sustanció en las reformas de Solón –el primer paso hacia la democracia-; que al asentar la paz social durante 30 años, provocaría que Grecia despegase comercialmente. Pero cuando la población rural comenzó a emigrar a la ciudad las tensiones sociales aparecieron de nuevo y el tirano Pisístrato pudo tomar el poder en Atenas. Su programa de construcciones creo la Atenas que admiramos y alimentó al pueblo hasta tal punto que Aristóteles lo calificó como <<un buen tirano>>; de facto, su tiranía fue el puente por el que los griegos siguieron avanzando hacia la democracia que implantaría Clistenes. En esta línea, no debemos olvidar que la Grecia clásica progresó intelectualmente gracias a Jonia, una región helena en la costa occidental de Asia Menor, por su cercanía con el arte, el pensamiento y las rutas comerciales de Oriente Próximo. Pero tampoco, que las polis griegas terminaron viéndose amenazados por el Imperio persa –una descomunal autocracia- y por ello se unieron en torno a los valores culturales, políticos y religiosos de todos los pueblos helénicos, para mantener su independencia durante las Guerras Médicas –donde se dieron las míticas batallas de Maratón, las Termópilas y Salamina-. Eso sí, tras la victoria griega Atenas aprovechó la Liga de Delos –fundada para defenderse de las invasiones persas- para crear un poderosísimo Imperio comercial que terminó generando tanto temor a Esparta que sería la verdadera causa que provocaría la Guerra del Peloponeso y con ello la caída de Atenas. Aunque la victoriosa Esparta no tardó también en caer, paradójicamente, por semejante éxito.
III.-BIBLIOGRAFÍA
Aristófanes. (1970). La Paz. Madrid, Escelicer.
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Kagan, Donald. (2014). Tucídides. Barcelona, Edhasa.
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Tucídides. (2011). Historia de la guerra del Peloponeso. Madrid, Gredos.
VV.AA. (2007). Fragmentos de la Comedia Media. Madrid, Gredos.
1 En torno al 1250 a.C., poco después de la invasión de las tribus aqueas de las ciudades micénicas del Peloponeso, la horda indoeuropea de los dorios arrasó la Grecia continental hasta tal punto que produjo un empobrecimiento generalizado, la despoblación de grandes áreas, la interrupción de todo comercio marítimo, un grave declive de la agricultura y la desaparición del uso de la escritura y de las manifestaciones artísticas como la escultura, la arquitectura o el arte suntuario. Así en el año 1000 a.C., en los inicios de la Edad de Hierro, Grecia descendió a niveles de mera subsistencia. Por otro lado, los pueblos indoeuropeos estaban organizados en grandes familias que vivían juntas y a la que los romanos llamarían luego <<gentes>>.
2 “Antes de que Atenas y Esparta alcanzaran su posición predominante al frente del pueblo griego, ciudades como Corintio, Argos o Mileto (en representación del floreciente territorio de Jonia), guiaron los pasos de Grecia en la época Arcaica”. National Geographic. Historia VI. p. 60. De facto, las ciudades de Jonia son la cuna de la poesía lírica –Alceo y Safo eran de la isla de Lesbos-; la ciencia y la filosofía griega nacieron en Mileto -allí vivieron Tales, Anaxímenes o Anaximandro-. Corintio, por su parte, fue la sede del mayor movimiento artístico –desarrolló el estilo arquitectónico dórico- y comercial de ésta época con su afán colonizador; y sólo la aparición de Esparta evitó que Argos dominase todo el Peloponeso.
3 “Desgraciadamente no hay pruebas que nos revelen quién y cuándo se inventó la palabra demokratía. Esquilo en sus suplicantes, hace que Teseo hable de la démou kratoûsa kheír, <<la mano soberana del dêmos>>,…; pero demokratía por sí no aparece antes de la Historia de Herodoto y de La Constitución de Atenas del Pseudo-jenofonte, que probablemente se <<publicaron>> hacia el 420”. Joint Association of Classical Teachers. Mundo Atenas p. 226.
4 Los ilotas eran asignados a determinados ciudadanos, sin derecho a trasladarse, para trabajar los campos y los rebaños de su amo, con la obligación de entregarles la mitad de su producción. Vivían en sus aldeas y creaban sus propias familias. Al parecer, los ilotas de Laconia eran la población original aquea y pre-helena conquistada por los dorios. Algo análogo ocurrió en Creta y en Tesalia.
5 Karl Popper, en su obra La sociedad abierta y sus enemigos, definió uno de los grandes mitos de la historia, el Mito del Destino o historicismo: como un conjunto de ideas antiguas, que unidas sobre una doctrina central, afirman que la historia está regida por unas leyes históricas o evolutivas específicas, cuyo descubrimiento puede permitirnos profetizar sobre el destino de los hombres. Además como el historicismo –que reduce al hombre a mero peón- tiene su origen en la estructura social de la tribu; también nos indica que sus versiones modernas, instituyeron el Totalitarismo socialista que asoló el mundo en el siglo XX: el socialismo internacional creía que la historia debía ser interpretada como una lucha de clases por la supremacía económica y el nacional socialismo creía en la superioridad biológica de la raza aria. En esta senda, Heráclito afirmó que <<todo fluye>> -Panta Rei- con lo que rompió la estabilidad cosmológica oriental del mundo; y más tarde, Hesiodo implementó el camino del historicismo que desarrollará Platón al argumentar que toda sociedad evolucionaba hasta la edad de oro, para posteriormente, comenzar su degeneración física y moral. De aquí que cuando llegaron los periodos de fuertes transformaciones políticas, algunos pensadores (aristócratas) intentaron detener el cambio del status quo de su sociedad tribal, estable, jerarquizada y con valores tradicionales-. Es más, Platón creó las teorías historicistas ante la instauración de la democracia -el tribalismo comenzó a derrumbarse cuando el crecimiento obligó a sus líderes a crear colonias dando vida así a su peor enemigo, el comercio y la nueva clase mercantil; por lo que los griegos iniciaron, de forma inconsciente una de las más profundas revoluciones de la humanidad, el camino de la sociedad cerrada a la abierta-, la Guerra del Peloponeso contra Esparta, la caída de Atenas, el Gobierno de los Treinta Tiranos, la ejecución de Sócrates y su propio exilio; en la creencia de que el esfuerzo humano podía contener el proceso de decadencia –si la voluntad moral del hombre era apoyada por las facultades de su razón- y con ello nos pondríamos en camino de alcanzar la ley del destino o edad de oro. Pero la trampa de esta teoría, era que Platón exigía una Forma o Idea del hombre derivada de la concepción perfecta e inalterable de Parménides a la que unió la mayeútica de Sócrates para desarrollar el camino hacia el conocimiento verdadero de los objetos sensibles –la tan ansiada clave para conocer las leyes que rigen el mundo- y cierto tipo de ingeniería social para que la planificación estatal detenga la decadencia. -Platón aseveró que sólo el Filósofo-Rey puede fundar las leyes de la ciudad sin corromperse por su sabiduría de las leyes que rigen el mundo. Es decir, el programa político de Platón fue un esfuerzo titánico contra la apertura de la <<Gran generación>> [como la bautizó Pericles por su nueva fe en la igualdad ante la ley] que no aportando nada nuevo al viejo programa oligárquico si logró encontrar la herramienta clave para que la reacción luchase contra la libertad. Siglos después, Pareto lo formuló así: <<sacar provecho de los sentimientos, en lugar de despreciar las propias energías en vanos esfuerzos para destruirlos>>. Por cierto, Platón invitó a los intelectuales a tomar su lugar en la ciudad-estado porque él mismo era el legítimo sucesor del último Rey de Atenas, Codrus el Mártir, y porque él era el único que conocía el <<número nupcial>> que puede llevarles a la armonía pura que reseña su programa filosófico.-. Esta será la fuente de Mill, Rousseau, Hegel, Marx y Comte, por que con esta teoría se dibujó el camino a la dictadura del proletariado: la desunión de las clases superiores deriva en una Guerra civil que instaura una democracia popular. No olvidemos que para Platón, Esparta era el Estado perfecto, gracias a su sistema social comunista –abolición de la propiedad privada, prohibición de poseer metales preciosos, autarquía económica, censura educativa, división de clases estricta, Gobierno de una reducida élite, propiedad común de hijos, eugenesia…-. De aquí deviene la creencia de que <<Todo lo antiguo debe ser bueno y todo cambio es vil>> que podemos leer en la República de Platón, una obra netamente contraria a la igualdad ante la ley –isonomía-. Esta obra aplaude el Principio del privilegio natural para mantener un sistema holístico de corte colectivista totalmente contrario al Principio igualitario necesario para desarrollar el individualismo del ser humano que vive en libertad, que asentaría Pericles al ligarlo con el altruismo de no olvidar a los débiles –la base de la que bebería el cristianismo paulino-. Es más, la negación platónica de esta base altruista es lo que señala Popper como la simiente de las teorías historicistas. Recuerde que el Totalitarismo justifica a los individuos como mecanismo del gran engranaje en pro de la estabilidad del todo; es decir, el Totalitarismo es una sociedad cerrada de corte tribal que se basa en un egoísmo colectivo. Por ello, las religiones políticas revolucionarias –jacobinas, comunistas, anarquistas y nacional-socialistas- siempre emplean el Terror contra todo aquello que representa la justicia equitativa; pues son conscientes de que el altruismo de una justicia equitativa provoca su mayor oponente –el Humanismo-. En la línea contraria, Licofrón fue el primero en celebrar la cesión de una parte de la libertad de los individuos para obtener una protección equitativa de la sociedad y Aristóteles continuó la senda señalando la importancia de la misión moral de cuidar la virtud -para que la legalidad la imponga nuestra conciencia y no el Estado-; y así, se concretó el camino hacia la libertad: reemplazando la irresponsabilidad tribal totalitaria por la moralización de la política. Pero el éxito de Platón fue convencer a todo el mundo –desde Carnéaces hasta Hobbes- de que la totalidad de las formas del individualismo se reduce a una sola: el egoísmo. Aunque, la teoría de Licofrón de exigir que el Estado protegiese a los más débiles fue expandida por la enseñanzas cristianas –<<Los mansos heredarán la tierra>> Mateo 5.5- como dique de contención contra el historicismo; y ha terminado convirtiéndose en una batalla que se ha desarrollado en los últimos veintiséis siglos.
6 National Geographic. Historia VII. p. 16.
7 Línea temporal: “594 a.C. Solón es elegido arconte: sus reformas legislativas igualitarias fueron el primer paso hacia el futuro régimen democrático. 510-507 a.C. Inicio de la democracia. El derrocamiento del tirano Hipias abrió las puertas para las reformas democráticas de Clístenes se pudieran aplicar en la polis hacia el año 507 a.C. 462 a.C. Limitación de los privilegios. Efialtes aprobó una ley contra la concentración de poder de los Aristócratas en el Areópago. 461-429 a.C. Gobierno de Pericles. Bajo la égida de este estadista, la democracia ateniense alcanzó su punto álgido política y económicamente. 404-403 a.C. Gobierno de los Treinta Tiranos. La instauración de este régimen oligárquico eliminó la democracia ateniense durante un año. 322 a.C. Fin de la democracia. En una Grecia dominada por Macedonia, la democracia ateniense fue sustituida por una timocracia”. National Geographic. Historia VII. p. 14. En este periodo la democracia fue interrumpida dos veces –en el 411 y el 404 a.C. por las contrarrevoluciones oligárquicas favorecidas por la Guerra del Peloponeso-; pero aun así, constituye uno de los periodos más largos de autogobierno de la historia de la humanidad. Ejemplo que sólo ha igualado Gran Bretaña y Estados Unidos; aunque bien es cierto, que Atenas era una democracia directa o popular y no representativa como el modelo anglosajón.
8 “Literalmente <<reunión de bebedores>>”. National Geographic. Historia VI. p. 80.
9 National Geographic. Historia VII. p. 29.
10 National Geographic. O.c. p. 30.
11 “La ekklesía siempre se reunían a una hora temprana de la mañana,… desde finales del siglo V en adelante, se hacía entrar a la reunión a los desocupados del ágora mediante una cuerda teñida de rojo utilizada por la fuerza de policía de 300 esclavos escitas, que estaban a cargo del orden público. Se comprobaban las credenciales de las participantes, … y se hacían ofrendas de purificación, se maldecía a los traidores y empezaban las asuntos”. Joint Association of Classical Teachers. Mundo Atenas p. 231. Aristófanes con su toque cómico describe en su obra Acarnienses, del 425 a.C., el comienzo de una Asamblea. “El heraldo leía la agenda en voz alta, y la gente votaba si quería discutir los puntos,… Si querían, el heraldo anunciaba <<¿Quién desea hablar?>>, los oradores subían a la tribuna (bêma) y, después de los discursos, se votaba a mano alzada (de ahí el démou kratoûsa kheir). En teoría cualquiera podía dirigirse a la ekklesía, pero los asuntos que se discutían y votaban, primero debían ser considerados por la bulé, que en este respecto actuaba como el comité dirigente de la ekklesía”. Joint Association of Classical Teachers. Mundo Atenas p. 233. La deliberación preliminar de la bulé –probúleusis- determinaba si un asunto entraba en el orden del día de la ekklesía en forma de propuesta para su discusión –probúleuma-; pero la ekklesía podía rectificar mediante enmiendas y determinar qué puntos se debían incluir en la agenda de la siguiente reunión. “Los ostracismos requerían quorum de 6.000 votantes… Alrededor del 400 se introdujo una paga para compensar, parcialmente, la pérdida del tiempo de trabajo cuando se asistía a la ekklesía; por el 392 se había elevado dos veces hasta tres óbolos, y en tiempos de Aristóteles ascendía a un dracma, y un dracma y medio cuando se trataba de una ekklesía soberana… Entre el 400 y el 330 se amplió la zona de la Pnix para acomodar a 6.500-8.500 ciudadanos, y en el 330 una ampliación masiva permitió que asistieran hasta 13.000”. Joint Association of Classical Teachers. Mundo Atenas p. 233. Desde el siglo V se comenzó a debilitar la tradición aristocrática en la política ateniense. Un ejemplo de ello fue Cleón, que hizo fortuna con la manufactura realizada por esclavos y no con la propiedad de tierras tradicional. En esta línea, “hombres como Hiperbolo, Androcles y Cleofonte eran llamados <<demagogos>> por los atenienses más conservadores, como el comediógrafo Aristófanes. Literalmente demagogós significa <<jefe del dêmos>> y, como la democracia ateniense era a cierto nivel un gobierno de reuniones masivas, constituían una parte indispensable de la estructura democrática; en este sentido Pericles no fue menos <<demagogos>> que Cleón. Pero llamando a Cleón y a otros como él <<demagogos>> Aristófanes intentó que fueran vistos como pervertidores del Pueblo, que se desvivían por complacer los caprichos más infames de la ekklesía”. Joint Association of Classical Teachers. Mundo Atenas p. 234. Una reunión de la ekklesía solía durar menos de un día entero; sus asuntos principales eran los de política exterior, por lo que en los meses de invierno sus reuniones serían más breves por estar fuera de la temporada naval; y todavía más cortas si la lluvia la interrumpía. “Los cantones suizos actuales indican que es perfectamente posible que 6.000 personas, todas con derecho a hablar, discutan y voten, a mano alzada, sobre una docena de mociones en el espacio de dos a cuatro horas… En la ekklesía se votaba a mano alzada pero en algunos casos como el del juicio de los strategoí en el 406, se hacía por votación secreta con guijarros (psêphos)”. Joint Association of Classical Teachers. Mundo Atenas p. 235.
12 Joint Association of Classical Teachers. Mundo Atenas p. 92.
13 Como me enseñó Don Agustín Euseba Machelele. Mi profesor de griego y filosofía del Instituto “La Filial”.
14* “Los griegos consideraban bárbaroi a los que no hablaban griego, pues su lenguaje, ininteligible para ellos, les parecía ruidos de <<bar-bar>>”. Joint Association of Classical Teachers. Mundo Atenas p. 407
Herodoto. Los nueve libros de la historia. Libro I. LVIII.
15 Herodoto. Los nueve libros de la historia. Libro I. LVIII.
16 La derrota de las ciudades jonias que se rebelaron contra el Imperio persa tuvo un gran impacto en la sociedad helena de la época como podemos ver en la tragedia de Fínico La conquista de Mileto, que terminó siendo prohibida de representar en lo sucesivo. Además el autor tuvo que pagar “una multa por haber recordado sucesos tan tristes como la pérdida de esta ciudad ante los persas”. National Geographic. Historia VII. p. 68. La línea temporal de las Guerras Médicas fue: 424 a.C. Lade. Batalla naval librada no lejos de Mileto en la que la flota persa de Darío I sofocó finalmente la rebelión jonia; 490 a.C. Maratón. Gran vitoria de las tropas atenienses [sobre los persas]; 480 a.C. Termópilas. Heroica derrota espartana que permitió detener durante días al Ejército persa, muy superior en número; 480 a.C. Salamina. Sorprendente derrota naval de la poderosa flota persa ante el contingente griego de Temístocles; 479. a.C. Platea y Mícale. Derrota doble del Ejército persa, en Grecia y Asia Menor, que puso fin a la Segunda Guerra Médica; 467 a.C. Eurimedonte. Victoria naval griega con la que finalizó el último conflicto greco-persa y que obligó a la retirada aqueménida.
17 Y otra vez los excesos de la democracia directa llevaron a uno de los mejores al exilio - por diversas ciudades griegas, hasta que fue acogido en Asia Menor por el Rey persa Artatejes, hijo de su enemigo Jerjes, que le concedió el cargo de Gobernador de Magnesia, localidad donde se cree que falleció-; esta vez por su oposición a la Aristocracia ateniense.
18 “Donde había fuentes sulfurosas calientes, las Termópilas (<<Puertas calientes>>)”. Joint Association of Classical Teachers. Mundo Atenas p. 16.
19 In memoriam de Leónidas y sus espartanos, el poeta lírico Simónides compuso su famoso epitafio: “Extranjero, anuncia a los lacedemonios, que aquí yacemos, a su ley sumisos”. Herodoto, Los nueve libros de la historia. Libro VII. CCXXVIII.
20 Donald, Kagan. Tucídides. p. 63.
21 Hay tratados de paz que ponen fin a un conflicto donde un bando ha sido destruido por completo como ocurrió entre Roma y Cartago en el 146 a.C. También están los que como la severa paz que impuso Prusia a Francia, derrotada pero no destruida, en 1871, suelen plantar la semilla de otro conflicto porque enojan a un enemigo que conserva su capacidad de venganza. Y finalmente, hay un tercer tipo de tratado que ha hecho a los contendientes comprender las ventajas de acordar la paz sin que hubiese necesidad de un vencedor claro, -como en la Paz de Westfalia de 1648 que acabó con la Guerra de los Treinta Años o el Congreso de Viena que en 1815 acabó con la fiebre revolucionaria Francesa- donde los tratados buscan la estabilidad por encima del castigo o la destrucción.
22 Donald, Kagan. Tucídides. p. 63.
23 “Los sátrapas persas se mantuvieron muy atentos al desarrollo del conflicto desde su inicio hasta su conclusión. Su intervención, al principio de forma velada y después de manera mucho más evidente, resultó decisiva en la parte final de la guerra del Peloponeso; de hecho, fue el oro persa el elemento que posibilitó la victoria definitiva de Esparta sobre los atenienses.” National Geographic. Historia VIII. p. 19.
24 National Geographic. Historia VIII. p. 62.
25 National Geographic. O.c. p. 72.
26 Joint Association of Classical Teachers. Mundo Atenas p. 45.
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