PANORAMA GENERAL DE VICTORIA DE LAS TUNAS EN LA PRIMERA DÉCADA DEL SIGLO XX



Niurma Pérez Zerpas (CV)
niurmaps@ult.edu.cu

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Resumen

Al iniciar el siglo XX, Victoria de las Tunas es un poblado prácticamente destruido. En esta década,  una vez más la ciudad comienza a poblarse de forma lenta, por tanto se genera una incipiente actividad comercial, a cargo de algunos tuneros e inmigrantes, esencialmente españoles. El objetivo de este trabajo es ilustrar el panorama general de Victoria de las Tunas en la primera década del siglo XX, haciendo énfasis en las actividades económicas, el ambiente social y cultural. En lo relativo a lo cultural se abordan las creencias religiosas, opciones culturales y recreativas y la aparición de El Eco de Tunas como periódico defensor de los derechos de los tuneros. Por último, se hace referencia a la recuperación del Ayuntamiento de Victoria de las Tunas en 1910 como hecho que inaugura una nueva etapa para la localidad.

Summary


On having initiated the 20th century, Victoria de las Tunas is a practically destroyed settlement. In this decade, once again the city begins to fill with slow form, therefore an incipient commercial activity is generated, at the expense of some tuneros and immigrant, essentially Spanish. The aim of this work is to illustrate Victoria de las Tunas's general panorama in the first decade of the 20th century, doing emphasis in the economic activities, the social and cultural environment. In the relative thing to the cultural thing there are approached the religious beliefs, cultural and recreative options and the appearance of The Echo of Tunas as defending newspaper of the rights of the tuneros. Finally, one refers to the recovery of Victoria de las Tunas's Town hall in 1910 as fact that inaugurates a new stage for the locality.


El 20 de mayo de 1902 comienza el período de la República Neocolonial en Cuba y su primer presidente electo es Tomás Estrada Palma. Mientras a lo largo de la Isla se desarrollan fiestas y celebraciones patrióticas por el cese español y la retirada de las tropas norteamericanas; en las ciudades se organizan elecciones para elegir a sus gobernantes y todo el país se prepara para enfrentar el nuevo régimen, en Victoria de las Tunas se intenta reconstruir la ciudad en ruinas y recuperar nuevamente su Ayuntamiento. De la situación imperante se deduce el estado de incertidumbre que padecieron sus habitantes. No solo por encontrarse en medio de un poblado destruido y padecer los efectos traumáticos de la guerra, sino a la vez por transitar hacia un nuevo modelo postcolonial desconocido hasta entonces.
La primera década del siglo transcurre para la localidad bajo el mando de Puerto Padre. Sin embargo, el sentimiento de amor que le profesan los pobladores tuneros a su tierra se traduce en una lucha incansable por lograr la separación.
La construcción de la línea del ferrocarril en 1902 resulta determinante para el territorio pues se convierte en la vía de comunicación más importante. Sirve además como fuente de empleo tanto para cubanos, como para españoles, fundamentalmente gallegos, que vienen en busca de un sustento económico. Según los artículos publicados por el periódico El Eco de Tunas, los trabajadores sufrían grandes maltratos y se veían sometidos a extensas jornadas de trabajo, padeciendo hambre y sed. La prensa local desata una campaña de alerta y denuncia a la Cuban Railroad Company:

Abrid los ojos, hijos del trabajo y no permitáis que os lleven junto a la fosa para que, en medio de una agonía cruel, os den allí la muerte, sí, la muerte por hambre.
Y a vosotros, obreros de otras naciones; que no sois ciudadanos cubanos, también os decimos que no permitáis el vasallaje y protestéis, valiéndoos de vuestros Cónsules.
Y a vosotros, obreros de Las Villas, Pinar del Río, Matanzas y la Habana; a vosotros os decimos que no hagáis caso a esos ofrecimientos. (11 de diciembre de 1909, p.1)

Luego, ilustra con ejemplos la violencia a la que se veían sometidos los españoles:

Hace unos días, un contratista de apellido Lara, trajo a estos lugares, desde la Provincia de la Habana, 15 gallegos acabados de desembarcar en la República. Los trajo aquí a Tunas, desde donde los llevó a pie hasta el “Guamo” sin pararse a mirar la distancia que aquellos infelices tenían que recorrer: 10 leguas, y el mal camino que habían de atravesar. Una vez en el “Guamo” los gallegos pusiéronse a trabajar no como cristianos, sino como bestias, pues un capataz sin conciencia les decía que para comer tenían que trabajar muy duro. (15 de diciembre de 1909, p.1)

Esta constituye una de las primeras campañas en defensa de los oprimidos que lleva a cabo El Eco de Tunas, con la cual logra advertir incluso al Centro Gallego de La Habana. Resulta significativo apreciar cómo el sentimiento de odio hacia el español no queda en la población tunera, ni en la cubana en general. A solo once años de la guerra entre Cuba y España, la estima al español común se advierte en actitudes humanas como estas.  Se distingue en la redacción del artículo la conjugación verbal propia del hispano como un modo de mayor acercamiento, de voz fraternal. Las concepciones martianas influyeron decisivamente en este sentimiento hacia los españoles. En sus ideas defiende al español noble, lo cual se ilustra en el Manifiesto de Montecristi, al plantear: “Más que saludarlo en la muerte, quisiera la revolución acogerlo en vida; y la república será tranquilo hogar para cuantos españoles de trabajo y honor gocen en ella de la libertad” (Martí, 1975: 93).
Es necesario precisar que, el arribo de hispanos a trabajar en la línea del ferrocarril constituyó una de las inmigraciones producidas a inicios de siglo XX en Victoria de las Tunas. En su libro Las Tunas: localidad, cultura e identidad, Víctor Marrero Zaldívar hace referencia a las causas que influyen en las oleadas migratorias provenientes de España en el primer cuarto de siglo XX:

La primera causa de la emigración española hacia Las Tunas es la crisis agraria de España (1880-1905) (…) pero los resortes motivacionales que mueven a los emigrantes hacia la Isla van a estar dados, primero por la extrema pobreza en que vivían en su país y en segundo lugar la guerra de Marruecos (1909-1920) (…) El tercer eje que mueve la inmigración española hacia Las Tunas fue la depresión agraria de aquel país hacia la década de 1920 (…) (2006: 34-35)

Las causas que apunta Marrero Zaldívar señalan al móvil económico como el fundamental de estas inmigraciones españolas1.
Desde el punto de vista económico, se desarrolla la cosecha de naranjas y toronjas, la tala de buena madera, y fundamentalmente la industria azucarera, sector en el que invierten las compañías norteamericanas y por el cual se produce la colonización cultural estadounidense2. Además, se  construye  un aserrío para la exportación de bolos y la construcción de casas y bungalows (Colectivo de autores, 2010). Mas, la actividad económica fundamental en la ciudad es la comercial, al llevarse a cabo en ella el intercambio de mercancías y la exportación de productos como la madera. Hacia finales de la década puede apreciarse la apertura de pequeños establecimientos privados en el centro citadino, entre ellos:

  • Establecimientos de ropa, quincalla, calzado y víveres en general: La Equidad (Gerardo de Zayas), La República (José Álvarez)3, La Oriental (Fernández y Miranda), La Marina (Juan Rosabal), La Esmeralda (Antonio Hevia), La Moda Parisien (José Díaz), Café Victoria (Antonio Calafell).
  • Fonda y Restaurant El Cosmopolita (León Martínez).
  • Talabartería y zapatería: El Estribo (German Fonseca), La Palma (Salcedo y Román).
  • Barberías: El Esmero (Nicolás Suárez), Salón de Barberías (José Pérez Peral).
  • Taller de Herrería El Vulcano (Gabino Carballo).
  • Farmacia El Consuelo (Dr. Ricardo Rodríguez).

La atención a la salud era pésima. Solo existía un Hospital Civil, con muy pocas camas y personal médico para atender a la población, el cual había sido construido por orden del General Word en el período de ocupación militar yanqui. A lo largo de todo el primer cuarto de siglo XX, se mantiene como una demanda de los tuneros la reconstrucción de su instalación médica.
La educación se encuentra en iguales circunstancias críticas en este período. En 1919, de un total de 34 102 habitantes, 10 807 niños menores de diez años no asisten a la escuela y 11 940 mayores de esa edad son analfabetos. Aunque existen escuelas públicas, el índice de asistencia es muy bajo. Para la instrucción pública se destinan casas-escuelas, con pocas condiciones de higiene y material de estudio.
Al mismo tiempo, existen escuelas privadas en este período, pero a estas lógicamente no tiene acceso la mayoría. Entre ellas se destaca el Colegio La Avellaneda que dirigía la Sra. Ángela Agüero. El 1ro de julio de 1899 se funda en la ciudad de Camagüey el Colegio Americano, el cual se traslada a Victoria de las Tunas el 11 de julio de 1904, bajo la dirección de los esposos Carlos Pedroso y Valeria G. de Pedroso. Allí se imparten (en español e inglés) las asignaturas de Aritmética, Lectura, Escritura, Gramática, Geografía, Física, Historia Natural, Fisiología, Higiene y Ciencias Naturales. Además, se ofrecen clases de inglés y se evalúan las asignaturas de Reading, Spelling, Dictation, Translation y Language.
La enseñanza en los colegios norteamericanos fue uno de los modos principales de penetración cultural estadounidense. Se intentaba no solo la colonización del idioma español, sino a la vez inspirar en las jóvenes generaciones el sentimiento de amor a los Estados Unidos y las ansias de anexarse a la nación norteamericana. Con respecto a la temática en cuestión la investigadora Marial Iglesis apunta:

Este énfasis en la enseñanza del inglés por parte de las autoridades del gobierno no era gratuito. Louis Pérez Jr. ha puesto en claro que el proyecto educacional interventor fue concebido como un vehículo para americanizar en términos culturales a la sociedad cubana y lograr, en un plazo breve lo que el gobernador militar L. Word llamara la “anexión por aclamación”. (2002: 127)

Dicho proyecto educacional incluye también la selección por convocatoria de 1273 maestros primarios de toda la Isla para viajar a Harvard en el verano de 1900. Contrario a lo que se esperaba, la visita a los Estados Unidos si bien resulta fructífera por el intercambio con personas de aquel país y el encuentro con una sociedad más desarrollada, por otro lado ratifica la presencia de un fuerte sentimiento nacionalista en los que viajaron. (Iglesias, 2002: 140) Según los datos que se han ofrecido anteriormente sobre el estado de la localidad, es de suponer que en aquel grupo no estuviera ningún maestro de la ciudad tunera, pues en aquel año esta no es más que una plaza en ruinas, prácticamente inhabitable.
En cuanto a las creencias religiosas, Victoria de las Tunas siempre fue un pueblo católico. Desde la fe a la virgen a la cual construyen una ermita los indios tuneros hasta la devoción al santo patrono de la ciudad San Jerónimo, se advierte una profunda religiosidad popular. Por el contrario, en la primera década del siglo XX, las condiciones no le resultan muy favorables a sus habitantes para desarrollar la fe católica. Desde el fin de la guerra contra España, la iglesia se encuentra destruida, ha transcurrido más de una década y aún los escombros entorpecen el tránsito por la zona aledaña al templo.
A ello se le adiciona la presencia en Las Tunas de un párroco español, Padre Mayola, quien al culminar su período en la parroquia de marras, no cuenta con la total simpatía del pueblo tunero. Varias festividades católicas son pasadas por alto en esta década y poco se hace para lograr la reconstrucción de la edificación religiosa. Mayor auge cobra la Iglesia Bautista, constituida en 1904. Hacia finales de la década ya han conquistado un gran  número de fieles, lo cual se ilustra en esta crónica sobre una velada4:

Hemos llegado a la Iglesia Bautista. Imposible poder penetrar en ella. El público invade las puertas y ventanas, y hasta en todo el tramo de la calle que comprende el frente de la Iglesia, se ven centenares de personas ansiosas de presenciar la velada (…) Más de trescientas damas, damitas, niños y hasta algunos caballeros también ocupan aquel amplio salón (…) En la tercera parte de la velada el Pastor explicó lo que significaba la Escuela Dominical y los beneficios que se alcanzaban perteneciendo a ella. (El Eco de Tunas, 14 de julio de 1910, p.3)

La Iglesia Bautista, con el Pastor Sr. Antúnez al frente, se convierte en la más importante de estos primeros años para la práctica religiosa en Victoria de las Tunas y a través de ella se desarrolla la educación al contener una Escuela Dominical. Por medio de la Iglesia Bautista también llega la influencia norteamericana, pues llegan a ocuparla varios pastores estadounidenses que impulsan la enseñanza y la promoción del habla inglesa.
Por otro lado, numerosas personas creían en curanderos, espiritistas y brujos, asociado a un bajo nivel de instrucción. De acuerdo con este planteamiento, es de suponer que el estado de incertidumbre y pesimismo, influyera en las personas que creyeron en otras con supuestos poderes sobrenaturales, con la esperanza de solucionar los problemas de su existencia.
En 1901 se constituye la Logia Hijos de Hiram, pero esta se disuelve a los dos años y se reorganiza el 11 de julio de 1911, por lo que su mayor período de auge se produce a partir del segundo decenio del siglo XX.
En el ámbito cultural, se producen dos acontecimientos fundamentales en esta primera década en Victoria de las Tunas: la creación de la sociedad de instrucción y recreo El Liceo y la aparición del periódico El Eco de Tunas. El Liceo se funda por iniciativa de los señores Pedrito López Vázquez y Don José Villoch, el 27 de junio de 1905 y su primer presidente es el Sr. Pelegrin Bori. Resulta la primera institución cultural citadina creada en el período de la República Neocolonial, justo en un momento que la ciudad necesita de su reanimación social y cultural. Aunque las actividades que allí se organizan solo corresponden a sus asociados, no puede obviarse la importancia que tienen en el ambiente cultural de la ciudad.
En El Liceo se desarrollan fiestas bailables y veladas instructivas donde alcanzan mayor protagonismo la literatura y el teatro. En sus salones se acondiciona una especie de salón-teatro que constituye el único escenario artístico tanto para el talento local como foráneo. Las dimensiones pueden comprenderse a partir del calificativo con que le nombran en algunas crónicas: “escenario en miniatura”. El lugar se convierte a su vez en una sala de cine al acoger la llegada del cinematógrafo a la localidad.
Entre otras de las opciones recreativas de los tuneros se destacan en estos años: las retretas en el parque Vicente García, las corridas de cinta, las peleas de gallo, los juegos de baseball y las fiestas carnavalescas.
Otro de los hechos más relevantes de este decenio lo constituye la aparición del periódico bisemanal El Eco de Tunas, de Rafael Zayas González. Su primera publicación, salida de la imprenta El Cucalambé, se realiza el 3 de noviembre de 19095. El jefe de redacción era Rafael Cuesta (Pico-Paco)6, un gibareño que se asienta en la ciudad el 14 de enero de 1907. Victoria de las Tunas no cuenta con órgano de prensa local desde el siglo XIX, por lo que El Eco de Tunas sale a la luz pública para convertirse en el vocero defensor del pueblo, respaldo que tanto necesitaban los tuneros. Así lo deja explícito desde su primera página:

El Eco de Tunas nace a la vida de la publicidad, a impulsos de un grande y desinteresado amor a la patria y al pueblo heroico en que ve la luz, sin que le arredren las dificultades financieras porque atraviesa el país. No guiándole la línea del lucro, y contando con el apoyo, tanto de las leyes como del público sensato y de la prensa digna de elevados ideales. (3 de noviembre de 1909, p.1)

En otro artículo titulado Al pueblo se afirma:

Hablaremos claro y alto, sí, pero independientemente, sin trabas de  ninguna clase, y jamás prestaremos nuestras columnas para campañas innobles, que denigran y rebajan tanto al que las hace como al periódico que les da calor.
No enmudeceremos cuando se trate de defender los intereses de este pueblo.
(…)
Alerta estaremos siempre, y allí doquiera se tenga necesidad de nosotros, se nos verá firmes, con la frente alta, muy alta y dispuestos a levantar nuestra voz de protesta para que sea castigado el culpable, si es que lo hay y merece castigo; para defenderlo si no es culpable y merece ser defendido.  (Ídem)

Es importante destacar el sentimiento de decepción y aislamiento que padecen los tuneros al finalizar la primera década del siglo. Victoria de las Tunas no ha logrado recuperarse de las consecuencias de la guerra y las demandas hechas por sus pobladores han tenido por respuesta el silencio. Una de las causas a las que se le atribuye el estado crítico de la ciudad es la dependencia del Ayuntamiento de Puerto Padre, que no se ocupa de atender las necesidades del territorio. En tal sentido, El Eco de Tunas desempeña un rol fundamental, al desatar una gran campaña en pos de lograr que los tuneros tuvieran nuevamente su Ayuntamiento.
Otro rasgo que bien pudiera ilustrar el estado de ánimo de los tuneros en aquellos primeros años del siglo es la imagen sufrida que se proyecta a través de las publicaciones periódicas. Después de haber participado en todas las gestas libertadoras y haber sido cuna de uno de los grandes héroes cubanos, Vicente García, el pueblo tunero reclama la atención de sus gobernantes pues merece gratitud por haber contribuido heroicamente a la causa independentista. La percepción que tienen de sí mismos es la de un pueblo sufrido y olvidado:

Tunas quedó relegada entre sus gloriosas ruinas, por consciente olvido de los gobernantes; ni la intervención yanki, que bien sabe Cuba lo que le cuesta, ni el gobierno propio, nada hicieron en pro de este desheredado territorio, cuyos hijos en vano han reclamado sin cesar, por todos los medios, el puesto y la parte que por derecho natural le corresponde en el concierto universal de los pueblos libres. (El Eco de Tunas, 11 de noviembre de 1909, p.1)

Durante todo el primer cuarto de siglo XX persiste –aunque disminuye con el tiempo- dicho tono melancólico al referirse al pueblo tunero. Sin embargo, la actitud de varias figuras importantes de la localidad en aquel momento no se detiene en la contemplación de cómo se degenera la ciudad, sino en la conciencia de que solo a través de la voluntad y disposición de sus habitantes es posible sacarla del estancamiento en que se encuentra.
En el transcurso de la primera década figuras y representantes de Victoria de las Tunas reclaman su Ayuntamiento. El Eco de Tunas desarrolla una gran campaña en defensa de esta petición. Para ello demanda la unidad de todos los tuneros, sin importar el partido político al que pertenecen. En sus páginas puede leerse:

Es preciso que nos apartemos por completo de las ideas políticas, de esa política malsana que se viene haciendo en nuestro país y que tan graves desastres ha hecho experimentar, moral y materialmente, a los que aman esta patria por sobre todas las cosas; por lo que se refiere a nuestro Ayuntamiento, unirnos todos es demostrar que amamos a Tunas y que deseamos verla rica, próspera y feliz. (25 de noviembre de 1909, p.1)

Se organiza un Comité de Defensa Local, presidido por el Sr. Rafael Peña y con la cooperación de Luis Buenaventura Ruiz, con el fin de lograr la definitiva segregación de Puerto Padre. A dicha comisión corresponde aportar datos que permitan comprender a los señores representantes que Tunas cuenta con ingresos suficientes para el sostenimiento de una municipalidad decorosa.
Se argumenta además que las autoridades puertopadrenses no han tomado parte en la solución a las principales problemáticas del territorio: estado deplorable de las calles, el alumbrado público, el parque, el matadero, el paradero del ferrocarril, el hospital civil, el cementerio, el puente construido en tiempos de Leonard Wood y que amenaza con derrumbarse. Al desinterés de la directiva del Término Municipal, se le suma la distancia física entre los territorios, al no existir siquiera una carretera Tunas-Puerto Padre, demanda constante de los tuneros en este período.
Después de varias discusiones en el Consejo Provincial de Oriente y la Secretaría de Gobernación, “el 4 de diciembre de 1907, Federico Pérez Carbó, jefe político oriental, dictaminó un estatuto que contenía seis artículos, en el que sancionó la segregación tunera y señaló sus límites geográficos” (Triguero, 2009: 13).
En la Cámara de Representantes Victoria de las Tunas también encuentra voces defensoras. El General Enrique Collazo realiza un discurso a favor de esta ciudad, en el que declara:

No hay ningún pueblo en la Isla ni tan heroico, ni tan sufrido; no hay ningún pueblo en la Isla que después de tomado por sus propios hijos, haya sido por dos veces destruido, sacrificado su porvenir al derecho de ser libre, el pueblo todo cubano, sacrificando su pueblo, dando ellos mismos candela a sus casas, arruinándose antes que presentar al enemigo un medio de poder sostenerse y podernos copar (…) la Revolución  debe al pueblo de Tunas una remuneración: tiene las condiciones que la Ley exige, reclama su Ayuntamiento y el Congreso debe dárselo. (El Eco de Tunas, 22 de noviembre de 1909, p.1)

El 24 de junio de 1910 la Cámara de Representantes aprobó la restitución del Ayuntamiento a la localidad de Victoria de las Tunas y el 7 de julio se oficializó en la prensa local la sanción y aprobación de la ley por el Presidente de la República José Miguel Gómez.
La directiva de Puerto Padre protesta en contra de la Ley de creación del Ayuntamiento de Tunas y sus límites y solicita al Consejo Provincial de Oriente mantener bajo su jurisdicción los poblados de Manatí, Palmarito y Playuelas. Dicha petición no es aceptada, por lo que estos pueblos se incluyen en territorio tunero. Según el Consejo Provincial de Oriente a la municipalidad de Victoria de las Tunas corresponden 12 936 habitantes y por tanto quince concejales.
Los partidos políticos locales organizan sus candidaturas para el día primero de noviembre, fecha en la que se realizaron las elecciones municipales. En efecto, un mes después, la ciudad inicia una nueva vida como Término Municipal, con el Comandante Eduardo Vidal Fontaine como alcalde y Gerardo Zayas González como presidente del Ayuntamiento. Después de varios años supeditados a Puerto Padre, Victoria de las Tunas comienza una vida propia. Esto genera una expectativa en el futuro de la ciudad, en tanto ya no dependería solo de la acción de una alcaldía y una presidencia distantes, sino también del ejercicio y la gestión de sus propios hijos. A partir de entonces, la ciudad comienza a experimentar lentamente cambios que la distancian de la imagen de principios de siglo, al reedificarse y contar, con el tiempo, con varias instituciones encargadas de impulsar el desarrollo de la localidad.

BIBLIOGRAFÍA

  • Colectivo de autores (2010): Síntesis histórica provincial de Las Tunas. Editora Historia, La Habana.
  • Cruz Ruiz, Reynaldo (2008): Santiago de Cuba en el tránsito de la colonia a la República. Ediciones Santiago, Santiago de Cuba.
  • González, Reynaldo (2009): La fiesta de los tiburones. Editorial Ciencias Sociales, La Habana.
  • Iglesias Utset, Marial (2003): Las metáforas del cambio en la vida cotidiana: Cuba 1898-1902. Ediciones Union.
  • Llanes, Llilian (1993): 1898-1921 La transformación de La Habana a través de su arquitectura. Editorial Letras Cubanas, La Habana.
  • Marrero Zaldívar, Víctor (1996): Las Tunas a través del tiempo. Editorial Sanlope, Las Tunas.
  • ____________________ (2006): Las Tunas, localidad, cultura e identidad. Editorial Sanlope, Las Tunas.
  • Martí, José (1975): “Manifiesto de Montecristi”, en Obras Completas. Tomo IV. Editorial Ciencias Sociales, La Habana.
  • Martín Suárez, José (2007): Un latido de España (Colonia Reina Cristina). Ediciones Ávila.
  • Martínez Carbonell, Isolda (2004): “La economía bayamesa durante la Primera Intervención Norteamericana”, en Voces de la República: una visión contemporánea. Segundo volumen. Ediciones Luminaria, Sancti Spíritus.
  • Montero Quesada, José Guillermo (2010): Presencia anglosajona en la franja central de Las Tunas 1902-1935. Editorial Sanlope, Las Tunas.
  • Pichardo, Hortensia (1976): Documentos para la historia de Cuba. Tomo II. Editorial Ciencias Sociales, La Habana. 
  • Roig de Leuchsenring, Emilio (2004): Artículos de costumbres. Ediciones La Memoria y Editorial Boloña, La Habana.
  • Sánchez González, Lourdes, Maibelín Carrasco (2002): Presencia hispánica, africana, china y de otras inmigraciones en Placetas. Editorial Capiro, Santa Clara.
  • Sánchez Guerra, José y Margarita Canseco Aparicio (2006): Eco de las voces. La prensa en Guantánamo de 1871 a 1902.Editorial El Mar y la Montaña, Guantánamo.
  • Suárez Serrano, Josefina (2004): “El proteccionismo anexionista en los albores de la república plattista”, en Voces de la República: una visión contemporánea. Segundo volumen. Ediciones Luminaria, Sancti Spíritus.
  • Tamames Henderson, Marcos Antonio (2003): De la Plaza de Armas al Parque Agramante. Iconografía, símbolos y significados. Editorial Ácana, Camagüey.
  • Triguero Tamayo, Rafael Triguero (2009): “Victoria de Las Tunas y las gestiones en pro de su Ayuntamiento”, en Revista Quehacer, No.11, enero – junio.
  • Villafruela Infante, Omar (2009): “En el azúcar de Chaparra”, en Revista Quehacer, No.11, enero – junio.
  • Vinat de la Mata, Raquel (2008): Después de la Guerra…¿La Paz? Situación de las mujeres en Cuba durante el primer gobierno republicano (1902-1906). Editora Historia, La Habana.

PUBLICACIONES PERIÓDICAS

  • EL ECO DE TUNAS (1909, 1910, 1911)
  • TUNAS DE AYER Y DE HOY. EDICIÓN ESPECIAL, 1951

DOCUMENTOS DE ARCHIVO

  • ACTAS DE AYUNTAMIENTO (1910-1911)
  • ARCHIVO DE ABDINE. (Departamento Técnico del Museo Provincial de Las Tunas)

DOCUMENTOS DEL ARCHIVO PRIVADO DE PEDRO VERDECIE

  • Documento mecanografiado “Apuntes sobre la industria eléctrica en Las Tunas (un caso de penetración imperialista)”.
  • Folleto impreso “Ataque, asalto y rendición de Las Tunas de Bayamo en los días 28, 29 y 30 de agosto de 1897”. Delegación de Veteranos, Victoria de las Tunas, 1948.
  • Listado de Concejales que formaron parte del Ayuntamiento de 1910-1944.
  • Resúmenes de actas del Ayuntamiento de 1910-1920.

CENSO DE LA REPÚBLICA DE CUBA, 1919. Habana, Maza-Arroyo y Caso, S. Impresores, 1920.

NOTAS


1 Víctor Marrero Zaldívar también alude a la epidemia de gripe española (1917-1918) como una de las causas de inmigración en este período, aunque en menor medida con respecto a las otras causas citadas. (2006: 35)

2 Para profundizar en esta temática, consultar: José Guillermo Montero Quesada. Presencia anglosajona en la franja central de Las Tunas 1902-1935. Editorial Sanlope, Las Tunas, 2010.

3 A juzgar por el espacio que ocupan los anuncios de los establecimientos La Equidad, de Gerardo de Zayas y La República, de José Álvarez en las páginas publicitarias del periódico, estos sobresalen como los de mayor relevancia en la época.

4 La velada de la Iglesia Bautista se celebró el 11 de julio a las 7:00 pm y consistió en recitales de poesía, coros, discursos y dramatizaciones.

5 Al salir a la luz pública El Eco de Tunas, Rafael Zayas recibe numerosas felicitaciones provenientes de diferentes partes de la Isla. Se confía en que el periódico traiga grandes beneficios a la localidad tunera y por tanto se congratula a su director por asumir dicha responsabilidad. Su hermano, Eduardo R. de Zayas le envíauna carta: “No todos tienen el suficiente valor cívico de levantar su frente, alta, muy alta, contra la protesta de los escépticos, que ven en cada luz del progreso el fuego que ha de destruir  el edificio de sus más preciadas ilusiones, que son tenerlo todo sumiso en densa oscuridad, y de esa manera ejecutar sus maquiavélicos planes, sin oír una voz enérgica que con el vigor de los antiguos romanos, les contradiga siquiera sus obras miserables.” (El Eco de Tunas, 3 de noviembre de 1909, p.1).

6 Rafael Cuesta Mora, quien también publicaba en El Eco de Tunas bajo el seudónimo de Pico-Paco constituye una de las figuras más importantes en el ámbito cultural de Victoria de las Tunas en aquel período. Sus artículos contienen los detalles de cada uno de los acontecimientos que se producen en la época y son sus crónicas sociales las que permiten comprender en la actualidad gran parte del panorama cultural tunero de la segunda década del siglo XX. Su hermano, Fernando Cuesta Mora, también escribió crónicas para el periódico de Rafael Zayas bajo el seudónimo de Figarillo.

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