Miguel Angel Vázquez Ruiz*
Carmen Bocanegra Gastelum**
mvazquez@pitic.uson.mx
Universidad de Sonora, México
Resumen
Durante el último cuarto de siglo el tema del desarrollo ha ocupado un lugar privilegiado en el campo de las ciencias sociales. Se ha vuelto importante la tesis de impulsar el desarrollo desde las localidades, a partir de la concepción del desarrollo endógeno.
En este artículo se hace una revisión de este planteamiento a partir de la experiencia mexicana y las especificidades del estado de Sonora. Se argumenta que entre las posibilidades teóricas del desarrollo endógeno y la realidad económica, social, política y cultural de las localidades, existen obstáculos originados en el centralismo y la debilidad sistémica de las localidades. Esto sugiere que el enfoque tiene límites emanados de cada caso de estudio en lo particular, mismos que hay que atender a través revisión de las estrategias de desarrollo.
Palabras claves: desarrollo endógeno, límites, centralismo, identidad local.
Limits of local endogenous development strategies. A glance from Mexico.
Abstract
During the last quarter century the issue of development has occupied a privileged place within the social sciences. It has become relevant the thesis of promoting the development from the localities, based on a conception called endogenous development.
This paper is a review of the thesis of endogenous development from the Mexican experience and specificities of the state of Sonora. It is argued that between the theoretical possibilities offered by the approach of endogenous development and economic, social, political and cultural reality of the localities there are obstacles shaped by factors such as centralism and systemic weakness. This suggests that the approach has issued limits for each case study in particular, which must be attended through revision of development strategies.
Keywords: endogenous development, depletion, centralism, local identity
Clasificación JEL: 01, R1, R11
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Miguel Angel Vázquez Ruiz y Carmen Bocanegra Gastelum (2016): “Límites de las estrategias de desarrollo regional endógeno. Una mirada desde México”, Revista OIDLES, n. 20 (junio 2016). En línea: http://www.eumed.net/rev/oidles/20/centralismo.html
Introducción
Una región o localidad determina su dinámica por tres tipos de fuerzas: las propias, las nacionales y las internacionales.
Cada entidad tiene especificidades determinadas por factores estructurales resultado de la amalgama entre la economía, la geografía, la historia, los actores sociales y las fuerzas económicas y políticas prevalecientes. Lo nacional influye a través del cordón umbilical por donde se trasmiten las políticas generales inscritas en los planes nacionales de desarrollo y programas de gobierno específicos, la política de asignación presupuestal y las leyes que sancionan la conformación de una federación. La tercera gran influencia proviene del peso de lo internacional, integrado por dos elementos: la presencia de empresas trasnacionales en el ámbito local y los esfuerzos de las empresas nacionales o locales para incursionar con éxito competitivo en los avatares de la globalización. Penetrar mercados exteriores siempre ha sido un objetivo de los agentes económicos de las naciones; lograrlo depende de los niveles de productividad y competitividad de una empresa, una localidad, una región o un país.
En el marco de los planteamientos que buscan incidir en el desarrollo de los países, desde hace décadas, autores como Vázquez Barquero (2001), Francisco Alburquerque (2004), Sergio Bossier (2014), entre otros, han insistido en la tesis de impulsar el desarrollo desde las localidades, aprovechando sus potencialidades de cada una de ellas en diversos aspectos: geográficos, localización y conectividad; dotación de factores; institucionales; atracción de capitales nacionales y externos; asimilación de conocimientos y nuevas tecnologías; cultura empresarial favorable a las economías de aglomeración; entre otros factores de base endógena para construir desde “abajo” el desarrollo.
En la lógica de los vínculos entre teoría y práctica, este planteamiento no ha logrado permear la realidad económica de muchos países, entre ellos México. En este trabajo se sostiene la hipótesis de que el ritmo de la globalización sigue imponiendo condiciones de comportamiento a las localidades, las cuales pueden tener incidencia en su crecimiento, más no irradiar desarrollo. La influencia de las políticas públicas en el sentido de impulsar cadenas de valor y de suministro, como ligadura entre lo local y lo global, no parece abonar a la necesidad de que localidades y regiones, mejoren sus estructuras para el desarrollo, sino más bien coadyuvan a la lógica de las empresas trasnacionales de operar en sus lugares de localización, aprovechando las facilidades que los gobiernos ofrecen para tal fin, gozando siempre de la posibilidad de la relocalización.
Los logros del desarrollo endógeno en México se sintetizan en la formación de clúster en sectores y ramas de la economía siempre provenientes de fuerzas exógenas, es decir, empresas trasnacionales.
Los agrupamientos industriales sobresalientes son los de la industria automotriz, iniciados en la década de los ochenta del siglo pasado, en el corredor automotriz de Chrysler – General Motors Ramos Arizpe-Saltillo, Coahuila; y Ford en Hermosillo, Sonora. Posteriormente, durante el siglo XXI emergió la industria aeronáutica – aeroespacial, localizándose en Baja California, Sonora, Querétaro, Chihuahua, Nuevo León, Jalisco y Estado de México. En el año 2007, había 150 empresas que para 2013 se incrementaron a 287, con una balanza comercial positiva.
Entre las fortalezas que se destacan de México, se mencionan formar parte del eje logístico manufacturero de Norteamérica, plataforma que permite el acceso a los mercados asiático y europeo; los antecedentes y experiencia en la industria automotriz y eléctrica-electrónica; y la confiabilidad en los sistemas de control de la producción y costos competitivos (www.promexico.gob.mx).Otro agrupamiento que sobresale en México es el de software, especialmente el localizado en Guadalajara, en el estado de Jalisco . En todos los casos son clúster industriales de origen externo, que se instalan en México a partir de las facilidades que ofrecen los gobiernos de la República y de los estados. La lógica es de arriba – abajo, casi nunca a partir de consulta y acuerdos con los actores de la localidad donde se instalarán las empresas.
En función de lo anterior, este trabajo tiene como objetivo analizar los límites de las estrategias endógenas para el desarrollo local y regional en economías de perfil intermedio como la mexicana y reflexionar la hipótesis de que las estrategias de desarrollo local, ante los crecientes desafíos de la globalización, desde las regiones parecen estar perdido la batalla. Con ello se busca responder a la temática del Tercer Foro Bienal Iberoamericano de Estudios del Desarrollo 2015, efectuado en Uruguay: Las estrategias de desarrollo local, ante los desafíos de la globalización: ¿una batalla perdida desde las regiones?
Como se sabe, el análisis de la economía industrial desde las localidades remite a los trabajos de los distritos industriales de Marshall. El planteamiento era una respuesta a la realidad italiana del siglo XIX. Cien años después, el autor estadounidense M. Porter, hace extensivo el tema a la realidad de finales del siglo XX, razonando que las ventajas competitivas de las naciones había que impulsarlas a partir de aglomeraciones de redes de empresas que él denominó clúster.
En América Latina, el planteamiento comenzó a tener resonancia a partir de los noventa del siglo XX, a partir de la literatura llegada de España.
El autor español, Antonio Vázquez Barquero (2001:13), construyó y difundió la tesis de que:
“Las economías locales y regionales se desarrollan y crecen cuando se difunden las innovaciones y el conocimiento crece entre las empresas y los territorios de tal manera que aumentan y se diferencian los productos, se reducen los costos de producción, y mejoran las economías de escala. Las economías locales y regionales se desarrollan y crecen cuando la organización de los sistemas productivos es más flexible y se forman redes y alianzas para competir, que favorecen las economías internas y externas de escala y mejoran el posicionamiento de las ciudades y territorios. Las economías locales y regionales se desarrollan y crecen cuando las empresas se localizan en ciudades innovadoras y dinámicas que permiten a las empresas utilizar las economías e indivisibilidades existentes en el territorio. Las economías locales y regionales se desarrollan y crecen cuando las redes de instituciones son complejas y densas lo que permite aflorar la confianza entre los actores y reducir los costos de transacción”. Esto es posible a partir del desarrollo endógeno, fraguado en las localidades.
Otro autor español, Francisco Alburquerque (2004: 160), en la misma sintonía de su paisano, llevó el campo de estudio a América Latina destacando dos condiciones necesarias para el desarrollo endógeno: “El análisis de las vinculaciones entre los procesos de descentralización en los países de América Latina y la emergencia de iniciativas de desarrollo económica local”, “… es indudable -sostiene el autor, parafraseando a Vázquez Barquero - “… que el avance de los procesos de descentralización está abriendo más espacios para el despliegue de iniciativas de desarrollo local”. Por su parte, Bossier sostiene: “… una característica relevante de la globalización reside en las múltiples dialécticas que ella provoca, por ejemplo, en la geografía política, al generar diacrónicamente fuerzas que apuntan a la creación de cuasi-Estados supranacionales y cuasi Estados subnacionales, o en la modificación de la geografía locacional de la industria manufacturera, poniendo frente a frente la creación de un único espacio de mercado global y un enorme abanico de lugares productivos discontinuos en la superficie terráquea” (Bossier 2014: 23).
¿Qué tanto se puede generalizar lo anterior para un país como México y su diversidad de localidades?
2. Centralismo y desarrollo endógeno
Como sostienen los autores mencionados, impulsar el desarrollo endógeno, implica que haya sinergias o simbiosis entre los actores institucionales y sociales que participen de ese proyecto. En el caso de países que jurídicamente son federaciones, se requiere que el poder central ceda parte de sus poderes a la voluntad de las regiones de un país, lo cual implica que forme parte de sus objetivos y estrategias de desarrollo. No es el caso actual de México.
Los recientes acontecimientos políticos, encaminados a regresar al viejo centralismo, del cual tanto se había renegado, en aras de fortalecer a la federación, que se construye desde estados y municipios, actualizan los planteamientos de Carl. J. Friedrich (1968:243) “… una federación es una unión de grupos unidos por uno o más objetivos comunes, enraizados en valores comunes, intereses o creencias, pero reteniendo su carácter distintivo de grupo para otros propósitos”. En otras palabras, una federación enlaza intereses de los de abajo, con un poder central nacional, y ambas partes se retroalimentan. Hoy la parte de la ecuación conformada por los gobiernos estatales se está debilitando, mientras el poder de decisión en el gobierno central se fortalece. Y es que las periferias parecen tener un destino inexorable, irremediable al parecer: vivir subordinadas.
Los hechos y las reformas que enlazan a los poderes centrales radicados en el Distrito Federal, con los estados y los municipios, son una notoria muestra de cómo se avanza hacia la consumación del más férreo de los centralismos en detrimento de los márgenes de maniobra de las provincias. Cual gran república bananera, donde quienes tiene capacidad de pensamiento y virtudes para gobernar, son las elites situadas en las cimas del poder, donde deciden por los no ilustrados, los de abajo. Para constatarlo, los hechos tienen la palabra.
En materia económica, los posibles grados de maniobra de los estados se ven maniatados con el hecho de que el 80 por ciento en promedio de los recursos presupuestarios que reciben, son asignados desde el gobierno federal, donde una parte de ese dinero, llega como se dice “etiquetado”.1 En la misma línea centralista operan las recientes reformas estructurales del presidente Enrique Peña Nieta (2012-2018).
La Reforma Energética que modificó los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos para “compartir beneficios”, otorgando “licencias” y “concesiones”, al capital privado extranjero, donde se sustituye el principio de “ recursos estratégicos” por “básicos”, o “empresas productivas del Estado”, una vez que se aprobó, después de una discusión de meses en las cámaras del Congreso de la Unión, fue aprobada en 17 congresos estatales, en tiempo record de 83 horas. Es decir, los diputados de los congresos estales, asumieron el papel de súbditos del poder legislativo de la nación.
Luego vino la reforma política electoral. Haciendo a un lado los verdaderos problemas de la agenda económica, social, de seguridad y estabilidad nacional, la clase política del centro se enfrascó en otra discusión, no para resolver los acuciantes problemas nacionales, sino para construir nuevas coordenadas, para el reparto político del poder. La creación del Instituto Nacional Electoral (INE), que sustituyó al Instituto Federal Electoral (IFE), bajo el argumento de que los gobernadores se habían convertido en virreyes que intervenían y controlaban a los consejos e institutos estatales, es el corolario de las reiteradas reformas políticas-electorales. Con ello, los márgenes de decisión y posibilidad democrática en los estados se estrechan y quedan a merced de las fuerzas predominantes en los poderes centrales de la Federación, donde al parecer operan sin interés político alguno.
El círculo se cierra con la ideología centralista que se difunde desde el centro a la periferia. En este caso, las ideas que se presumen correctas se fraguan e imponen desde la televisión, la radio, los periódicos y los twitter que provienen de la capital del país. Muchos medios de provincia han sucumbido ante la competencia nacional, y programas de radio y televisión donde se discutían libremente los problemas del país, los estados y las localidades, han sido clausurados, para abrir paso al pensamiento centralista.
Esta dinámica es simultánea al ciclo de funcionamiento del mundo vigente: la última gran moda que pregona la conexión globalización - localidades. “Pensar globalmente y actuar localmente” (Drucker, 1980), se convirtió a partir de los noventa en la divisa rectora de los actores que diseñan estrategias para la humanidad. El propio escritor mexicano, Carlos Fuentes, se dejó seducir por la sugerente propuesta: “no hay localidad que valga, sin localidad que sirva” (Fuentes, 2002:92). En esa lógica cobró fuerza la propuesta de que la clave del desarrollo estaba en lo endógeno. Estimular Las fuerzas internas de cada localidad para engarzarlas con las externas que mueven el mundo, era la estrategia que había que perseguir. La recompensa, acceder a sendas de crecimiento, desarrollo y calidad de vida. Hoy las tácticas fincadas en la potencialidad que surge desde abajo, en lo endógeno, parecen haber llegado a su fin, tienden a agotarse. La nueva propuesta consiste en estimular el desarrollo de cadenas productivas de valor en la periferia para que las grandes empresas trasnacionales puedan llevar a cabo su ciclo productivo. Es decir, el mundo, organizado y coordinado en la misma lógica: de arriba – abajo.
Los destinos de la humanidad, las regiones y las localidades son empujadas en dirección de los países centros del sistema. Éstas son importantes en tanto sean funcionales a las naciones desarrolladas. Satélites y Metropolitanos llamó a esta dicotomía el economista y sociólogo alemán, André Gunder Frank, Centro y Periferia, el Argentino Raúl Prebich; Economía- Mundo el historiador Francés, Fernando Braudel y ya en la apología de globalización, que teóricamente acerca lo global con lo local, Aldea Global, en la concepción del canadiense, Herbert Marshall McLuhan.
A partir de lo anterior surgen preguntas: ¿para que sirvan las regiones y sus localidades? ¿cuáles son sus márgenes de maniobra y acción para aplicar políticas públicas endógenas? ¿Qué fuerza les queda a las regiones y localidades para aplicar estrategias que realmente culminen en desarrollo? ¿hemos regresado a la subordinación y control propia de las república bananera? ¿de qué sirve, entonces, tener “objetivos comunes, enraizados en valores comunes, intereses o creencias”, componentes básico de una Federación?. Toda política susceptible de aplicarse desde lo local no puede pasar por alto esta realidad neocentralista.
Con coordenadas nacionales como las arriba mencionadas ¿cuáles son los márgenes de maniobra para elaborar políticas de desarrollo endógeno?
La racionalización de la economía neoclásica, expresada en equilibrios, recomienda seguir las pautas del mercado para reducir costos y maximizar los beneficios; mientras que la reflexión desde la sociología económica y la política sugiere afrontar los problemas del desarrollo desde la perspectiva del arte de gobernar y la cultura. En la sensibilidad para conciliar estos conceptos, está la clave para impulsar el desarrollo.
La economía, cuyo funcionamiento suele ser expresión de estructuras construidas en el largo plazo, penetradas por la identidad cultural de una localidad, más la acción política que suele manifestarse espontáneamente en el corto plazo, son conceptos indisolublemente ligados entre sí.
La versión tradicional del pensamiento económico, la neoclásica, sostiene que la ciencia económica es un campo de hechos neutrales, ajeno a la contaminación de la política; pero la realidad es testimonio de que esos espacios del quehacer del hombre no se comportan de manera aislada. La forma como el individuo se organiza para producir, distribuir la riqueza, intercambiar mercancías y consumir, está inevitablemente influenciada por las relaciones entre variables que distan de ser neutrales.
En ese sentido, se trata de impulsar perspectivas económicas que por un lado mejoren y hagan más eficientes las ventajas comparativas y competitivas que son históricas y propias de cada localidad y región, para incursionar en aquellas ramas de la economía acordes con las capacidades y el perfil de los agentes económicos y los actores que existan en ese territorio. En la búsqueda de nuevas anclas para propiciar el desarrollo habría que partir de las vocaciones propias de cada localidad: unas tienen atributos para desplegar posibles potencialidades del sector primario, principalmente en la agricultura y la ganadería, empero los avances de la tecnología en la industria, el comercio y los servicios, han generado falsas expectativas en localidades y regiones, que no tienen vocación, recursos, y capacidades para alcanzar este status. Es decir, los agentes económicos y los gobiernos estatales y municipales, en lugar de impulsar proyectos de envergadura en el sector primario se dejan llevar por el espejismo de la economía y empresas globales del primer mundo, sin hacer caso de que su probable convergencia, sólo es producto de imaginarios teóricos.
En esa misma lógica, la dinámica de la industrialización, requiere repensarse más allá del discurso de las cadenas de proveedores y las cadenas globales de valor, discurso que al fin de cuentas también se originó en los centros de poder de los países industrializados.
Impulsar el desarrollo implica no casarse con los dogmas clásicos de la economía, como lo es la teoría de las bondades puras del mercado, que opera a través de una mano invisible que gotea empleo y bienestar para la gente. El desarrollo requiere pasar de la abstracción teórica a la concreción de hechos, que inicia en el reconocimiento de las especificidades de cada territorio.
Por su tamaño, Sonora es el segundo estado en la república mexicana, ocupando el 9.4 por ciento de su territorio, donde según el censo del 2010 se asentaba una población de 2 millones, 662 mil (INEGI, 2015), lo cual muestra una muy baja densidad demográfica por kilómetro cuadrado. Por las colindancias de su territorio, al norte comparte 588 kilómetros con Estados Unidos, al oeste 916 kilómetros de longitud con el Golfo de California, al este 595 kilómetros con el estado de Chihuahua y al sur comparte 117 kilómetros con el estado de Sinaloa. El uso del territorio es diverso: en la región de los valles, colindantes con la costa, se asienta más del 80 por ciento de la población y se desarrolla lo principal de la economía agrícola, pesquera, industrial y de servicios; la región serrana es de poca población y de economía agrícola, ganadera y minera (Vázquez, 1991:10).
El desempeño de la economía sonorense como una matriz donde los sectores, subsectores y ramas se interrelacionan entre sí, y lo que produce un sector otro lo transforma, y lo transformado regresa al sector de origen, se enmarca en la dinámica de una región líder como lo es la fronteriza con Estados Unidos. El estado sobresale en actividades como la producción de granos – trigo, principalmente -, hortalizas y frutales; minería de cobre, oro y plata; el clúster automotriz articulado alrededor de la planta Ford; la actividad maquiladora electrónica - electrónica y la industria aeroespacial; asimismo cuenta con un sector de servicios donde sobresalen grandes centros comerciales, franquicias y actividades financieras. En esas actividades se concentra el crecimiento económico, el empleo, las exportaciones, los aprendizajes y la integración con lo estatal y lo internacional. Las tasas de crecimiento económico mantienen un ritmo superior al promedio nacional. Según se puede observar en el cuadro 1, el promedio de la tasa de crecimiento entre 2009 y 2012 fue de 6.5 por ciento, mientras que el indicador nacional se situó en 4.2 por ciento.
Respecto a la ocupación, Sonora vive una paradoja: económicamente crece por encima del promedio nacional, pero la tasa de desempleo no disminuye significativamente, ubicándose en el lapso 2010-2014 arriba del promedio nacional, como se puede constatar en el cuadro 2. Esto tiene varias posibles explicaciones: el incremento de la Población Económicamente Activa ( PEA), en la variable de los que buscan trabajo por aumento de la población en edad de trabajar y/o por la migración que llega al estado, y el egreso de estudiantes de las instituciones de educación superior. Elementos adicionales son los ajustes de personal de las empresas para reducir el costo de sus nóminas, así como la sustitución de empleados y técnicos por procesos automatizados. Este conjunto de factores se expresa por un lado, en el incremento de la demanda para ocuparse; mientras que la oferta de ocupación tiende a encogerse. Un dato muy ostensible de la volatilidad del empleo, es el difundido por la Secretaría de Economía del Estado de Sonora el 1 de abril de 2014, en el sentido de que entre febrero de 2013 y febrero de 2014, la ocupación anual tuvo una caída del 70 por ciento, resultado de la reducción de 8,900 empleos el primer año mencionado a 2,500 el segundo. En este caso, un indicador de coyuntura, se monta en las tendencias de largo plazo, que son las que al final determinan la dinámica de un proceso, en este caso el relacionado con la generación de ocupación.
Por otro lado, en el ámbito de las conexiones con el exterior, según el cuadro 3, en 2012 Sonora participó con el 4.58 por ciento de las exportaciones a nivel nacional. Del total sonorense el 92.33 por ciento son manufacturas que dependen básicamente del comportamiento de la economía estadunidense. La diferencia para el cien por ciento de las exportaciones la hace la minería, con una participación del 7.67 por ciento de las exportaciones totales. En la exportación minera Sonora ocupa el primer lugar de las entidades fronterizas, seguido de Chihuahua con el 3.54 por ciento. Por sus exportaciones totales, Sonora se ubica en el sexto a nivel fronterizo, abajo de Baja California que participa con el 9.90 por ciento; Chihuahua 13.05; Coahuila, 9.86; Tamaulipas, 6.46 y Nuevo León 8.07 por ciento. La incursión en los mercados internacionales habla de buenos niveles de productividad y competitividad de la economía estatal, pero también del grado de vulnerabilidad respecto al comportamiento de la economía global, especialmente la estadunidense. Asimismo exhibe muy bajos niveles en las cadenas de proveedores y valor con las unidades económicas de origen nativo.
En los indicadores nacionales del desarrollo sobresalen cuatro entidades: el Distrito Federal, Estado de México, Jalisco y Nuevo León. Por regiones, destaca el norte de México, donde no todos los estados que la integran tienen la misma estructura económica y ritmo de funcionamiento. Un estado, no líder, pero representativo del norte, con un grado de desarrollo de perfil intermedio es Sonora. Este estado, no obstante que aparentemente cuenta con elementos clave para el desarrollo regional endógeno, no ha podido salir de su aletargamiento económico. En efecto, el estado cuenta con buena geografía económica: localización, infraestructura física, transportes, comunicaciones, energía, estructura urbana y economías de aglomeración. Dotación de factores productivos: suelo y espacio disponible, capital tecnológico, calificación de la fuerza de trabajo. Estructura institucional, comprometida con la promoción internacional, adecuación de las leyes a favor de la inversión, en general con una visión de facilitadora a las inversiones, lo cual permite atracción de tecnología, capital, conocimientos de iniciativas empresariales y formación de redes con otros territorios. 2 Sin embargo, la dinámica económica del estado dista de converger, con la de otros de la región norte, de Nuevo León, por ejemplo. En la perspectiva endógena, ¿cuáles debilidades del estado de Sonora?
La historia económica ha enseñado que la economía, tiene ciclos en los productos. La agricultura del binomio trigo-algodón desde los sesenta avisó, que dentro de poco entraría en crisis y que había que encontrar otras opciones productivas. Sin embargo, el atender lo inmediato no permitió, hacer trazos de largo plazo, en aras de que la diversificación fuera de verdad, de tal manera que la producción sustituta tomará el lugar de aquélla, que cada vez mostraba más dificultades para mantener su competitividad en el mercado.
El balance de la economía estatal deja muy claro cuáles son los límites para el crecimiento en recursos naturales, capital y agentes económicos que tiene Sonora. Por eso, para que las fuerzas de la inercia no sean las dominantes se tendrá, por un lado, echar a volar la imaginación para encontrar fórmulas productivas que sean competitivas y también distributivas, y por otro, hacer uso de los instrumentos que nos proporciona la ciencia económica, como lo es la planeación, clara en objetivos, metas y estrategias, con procesos de evaluación permanentes.
Conclusiones
En la lógica del desarrollo, durante las últimas décadas se volvió atractiva la propuesta del desarrollo endógeno, que busca potenciar las fuerzas de las localidades y regiones, desde abajo. En el caso mexicano se construyó un discurso económico donde la llegada de inversiones extranjeras en industrias de alta tecnología como la automotriz y aeroespacial, en el centro y norte del país, eran la mejor estrategia para la configuración de clúster o agrupamientos de empresas que formaran redes de producción, aprendizajes y conocimientos. La dinámica es coincidente con el proceso de globalización y apertura de la economía. Es decir, se habla de potenciar lo endógeno, justo cuando las regiones y localidades del mundo, en este caso de México, enfrentan la avalancha de las empresas trasnacionales.
Posteriormente lo endógeno se fue estilizando con el discurso de las cadenas productivas y cadenas de valor, siempre apoyado en autores del primero mundo, Porter (1991) Gereffi (2001), entre otros). La apuesta ahora significa que la pequeña, mediana o gran empresa se inserte en alguna de las partes del proceso productivo de alguna empresa trasnacional. La realidad ha sido testigo de que salvo algunas inserciones productivas de carácter secundario, incluso marginal, los agentes económicos del país solo despliegan sus capacidades, integrándose en la proveeduría de servicios de mínimo valor agregado, cuyos escalonamientos destacadas son: en primer lugar, servicios de alimentos, limpieza y vigilancia; el segundo escalón provee mantenimiento y asesoría; el tercero lo ocupa la inserción en actividades mínimas de proveeduría, que no necesitan de diseños y uso de tecnología sofisticada, como limpieza de rebaba; manufactura de ciertas piezas y cortado de alambrado.
El esfuerzo endógeno, en la concepción teórica comentada, es portador de límites que sugieren definiciones alrededor de los temas siguientes:
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* Dr. en Economía, por la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM; Maestro en Economía y Política Internacional en el CIDE-México; y Licenciado en Economía por la Universidad de Sonora.
** Dra. en Ciencias Sociales, por la Universidad Autónoma de Sinaloa; Mtra. En Ciencias Sociales y Desarrollo Regional por el Colegio de Sonora y licenciada en Economía, Universidad de Sonora
2 Sobre esto consúltese a María Amparo Toral Arto (2001:8-9).
3 “Las barreras de la competencia económica internacional han devuelto a las regiones que poseen infraestructura eficiente y una mano de obra diversa y calificada las ventajas competitivas que ofrecían en décadas pasadas las regiones con un bajo costo de mano de obra”, dice la OCDE en, Desarrollo Regional y Política Estructural en México, México, 1998, p.21.
4 Si bien de una manera natural la relación fronteriza dominante de Sonora es con Arizona, la lógica de la integración económica empuja hacia California y Texas. El producto del primero tiene un peso del 60%, mientras que el texano es de 31.1% en el conjunto de los estados fronterizos. Arizona, fluctúa alrededor del 5%.
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