Julio Manuel Guaminga Anilema*
Mónica Elina Brito Garzón**
Antonio Durán Pinos***
Iván Oswaldo Escobar Vargas****
Escuela Superior Politécnica del Chimborazo, Ecuador
jorobles55@hotmail.com
Resumen
Este trabajo se dedica a analizar la corriente indigenista del pensamiento ecuatoriano sobre el Sumak Kawsay, considerada como la filosofía de vida de los indígenas basada en la armonía con el pueblo o comunidad (Ayllu) y con los demás seres de la naturaleza. También se da a conocer como el Sumak Kawsay no ha sido descubierto, ni inventado, sino creado por los pueblos originarios de Abya Yala e interrumpido por un proceso de genocidio y posteriormente reconstruido por los indígenas latinoamericanos, sobre todo ecuatorianos.
Palabras claves: Sumak Kawsay, Filosofía, Concepto, Reconstrucción, En Construcción.
Abstract
This work is dedicated to analyzing the indigenous trend of Ecuadorian thought about Sumak Kawsay. In it, Sumak Kawsay was defined from an indigenist perspective, as that philosophy of life of the natives based on the harmony with the Ayllu and with the other beings of the nature. He also explained how the Sumak Kawsay has not been discovered or invented, but created by the original Abya Yala peoples and interrupted by a process of genocide and later rebuilt by Latin American Indians, especially Ecuadorians.
Key Word: Philosophy, Concept, Reconstruction, Under Construction.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Julio Manuel Guaminga Anilema, Mónica Elina Brito Garzón, Antonio Durán Pinos y Iván Oswaldo Escobar Vargas (2017): “Un concepto en construcción o una filosofía de vida indígena en reconstrucción”, Revista DELOS: Desarrollo Local Sostenible, n. 30 (octubre 2017). En línea:
http://www.eumed.net/rev/delos/30/sumak-kawsay.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/delos30sumak-kawsay
“Pitishka urku uksha shina, kutin winakmi kanchik,shinami, urku uksha shinawan pachamamata catachishun”.
“Somos como la paja del páramo, que cortada vuelve a crecer, y de paja del páramo sembraremos el mundo”
Dolores Cacuango (Mamá Dulú), 1933
El presente trabajo pretende - a partir de un recorrido por la filosofía indígena, entendida como la suma de conocimientos ancestrales relacionados con la concepción de la vida del hombre y su relación con la naturaleza - analizar, en sus diferentes dimensiones: social, política y económica, el concepto de “Sumak Kawsay” (Buen Vivir)., a la luz de los tiempos actuales y su influencia en la construcción y reconstrucción de los estados latinoamericanos y en particular en el estado ecuatoriano.
El análisis de conceptos filosóficos nacidos y sostenidos por los pueblos indígenas de América, especialmente los de la región andina, tales como el Ayllu Llakta (comunidad indígena) nos ayudarán a entender el sustento de las grandes aspiraciones de los pueblos originarios del Abya Yala (América Latina).
Muchos autores indígenas y no indígenas- al tratar de definir al Sumak Kawsay, utilizan diferentes enfoques que no están libres de la influencia cultural, política e incluso económica; así como también, para algunos, es el fin último hacia el cual se debe encaminar toda la humanidad; en cambio, para otros constituye la mejor estrategia de la economía política de desarrollo. Desde esta perspectiva, se lo considera como un concepto en construcción.
Para los pueblos indígenas, el Sumak Kawsay es una filosofía de vida en reconstrucción, tal como lo han manifestado los primeros intelectuales indígenas: kichwas ecuatorianos, quechuas peruanos y armaras bolivianos.
Además de las dos corrientes mencionadas, existe una tercera conformada por intelectuales latinoamericanos no indígenas pero visiblemente vinculados a los recientes procesos políticos de los pueblos indígenas de américa latina, que encuentran en el Sumak Kawsay expresiones contemporáneas que les permite darle la categoría de nuevo paradigma de carácter comunitario, es decir, lo elevan a la categoría de modelo alternativo frente a los patrones post-desarrollistas vigentes y en fracaso.
Es así que, el presente trabajo investigativo pretende demostrar que el concepto Sumak Kawsay tiene su origen en la filosofía indígena y que se encuentra en pleno proceso de reconstrucción.
“El fin último del Sumak Kawsay es la libertad”.
(Franco Viteri Gualinga, 2003)
La real Academia Española de la Lengua define a la palabra “filosofía” como el “conjunto de saberes que busca establecer, de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano” Platón (427-347 a. C.). “La filosofía es la ciencia de la razón de las cosas”.- “La filosofía es la más alta ascensión de la personalidad y la sociedad humana por medio de la sabiduría”.
En este contexto, Terrones (2009) toma a la filosofía en la edad contemporánea, como la “última etapa histórica de la filosofía, es una etapa compleja, controvertible, diversa y de permanente cambio como producto de los avances científicos y tecnológicos, de la acelerada y desbordante floración de doctrinas filosóficas”.
La tradición filosófica occidental tiene una historia de más de 2500 años, desde la Antigua Grecia hasta nuestros tiempos. A lo largo de ese tiempo, hubo una enorme cantidad de filósofos y movimientos filosóficos, en base a los cuales los historiadores han caracterizado a cada uno de los distintos períodos de la filosofía occidental, incluyendo una mención a las principales figuras y corrientes de cada época. La filosofía occidental ha sido divida en etapas: iniciando por la filosofía prosocrática, pasando por la griega clásica, helenística, medieval hasta llegar al del siglo XX.
Los historiadores también hacen mención a la filosofía oriental, a partir del estudio de las diversas corrientes filosóficas y religiosas que se desarrollaron en Asia del Sur y Asia Oriental. Ha habido discusiones sobre la temática de llamar religiones a algunas de estas corrientes. Las principales escuelas orientales son el budismo, definido como un sistema de creencias basados en las enseñanzas de Buda y el confusionismo considerada como la principal corriente filosófica en China hasta nuestros días y que surgió durante la dinastía Han.
Dentro de esta historia universal, también está considerada la filosofía andina como “filosofía de vida indígena”, definición que ha causado confrontación entre los intelectuales occidentales e indígenas dado que para una corriente de pensadores no existe filosofía indígena como ciencia del conocimiento sino más bien una “cosmovisión”, es decir un modo de ver la vida en sus distintas manifestaciones y la correlación existente entre estas distintas manifestaciones.
Quienes consideran que existe como ciencia o como cosmovisión la filosofía indígena, consideran también que su influencia e inclusive su práctica como modo de vida, se la puede dividir en períodos de 500 años (según calendario maya): época indígena antes de la llegada de los españoles; época de la colonización, desde 1492 hasta finales del siglo XX; y, una tercera etapa, en plena efervescencia, desde el inicio del siglo XXI.
A lo anterior hay que añadir que para quienes sostienen la existencia de la filosofía andina es sostener la existencia de la filosofía inka y algunos pensadores han intentado demostrar su existencia como es el caso de Mejía (2005) quien señala el “equilibrio entre Ayllu y pacha (el hombre socialmente considerado y la naturaleza) en el Tawantinsuyo 1”(p.16).
Mejía (2005, p.16-17) toma la versión del Inka Garcilaso De la Vega (1985, p.74) y afirma la existencia de una filosofía inka, entendida como “una auténtica aspiración al saber universal, un efectivo saber de la razón humana que explica, para su gente y para su momento, la realidad total y el puesto del hombre en el cosmos”. “...la filosofía, como elemento cultural se origina desde el momento en que el hombre alcanza dos categorías universales: ser social y ser racional” (Mejía, 2005, p. 19).
Por otro lado, Hidalgo-Capitán, et al., (2014, p.29) define al Sumak Kawsay “como aquella filosofía de vida de los indígenas basada en la búsqueda y el mantenimiento de la armonía con la comunidad y con los demás seres de la naturaleza, y que tiene tanto un plano de aspiración vital como otro de cotidianeidad vital”. Esta definición se construye sobre la “identificación de una concepción común, de sus principales pensadores, de los centros de creación/divulgación de su pensamiento, de los vínculos entre dichos intelectuales, de las formas de divulgar dicho pensamiento, de sus principales documentos y de los tópicos más importantes que se recogen en ellos”.
Desde este enfoque teórico, el presente trabajo investigativo se ha dedicado a analizar la reconstrucción del Sumak Kawsay (Buen Vivir) desde la corriente indigenista de pensamiento ecuatoriano, y por lo tanto, mostrar que no es un concepto en construcción como sostienen algunos autores urbanos y occidentales.
Al definir al Sumak Kawsay desde la perspectiva indígena se explica como: fenómeno de social objeto de conocimiento científico, que emerge de un proceso de percepción y, posteriormente “reconstruido por los intelectuales indigenistas ecuatorianos” (Hidalgo-Capitán, et al., 2014, p.29)
Sumak Kawsay son dos palabras del idioma o la lengua Kichwa, perteneciente además a varios pueblos andinos. La traducción más próxima al español es “Buen Vivir”, versión que “corresponde a la filosofía del Buen Vivir y expresa la idea de una vida no mejor, ni mejor que la de otros, ni en continuo apremio por mejorarla, sino simplemente buena” (Tortosa, 2009)
El Sumak Kawsay, como “forma de vida en armonía con la naturaleza y con otros seres humanos, es un concepto que representa la aspiración de muchos pueblos originarios de Abya Yala (América Latina)” (Hidalgo-Capitán, et al., 2014, p.29); es, “una propuesta que surge desde las entrañas y la larga duración de la memoria kichwa- aymara, a través de los líderes de movimientos indígenas y se ha ido enriqueciendo con las aportaciones de otros pueblos indígenas de América Latina”. (Caudillo, 2012).
Según (Hidalgo-Capitán, et al., 2012, p.35), el Sumak Kawsay tiene tres concepciones diferentes en Ecuador. La primera idea es aquella difundida por los intelectuales indigenistas ecuatorianos; la segunda idea se refiere a una “utopía por construir"; y, la tercera de estas ideas, está vinculada al concepto de cambios estructurales propuestos por la ideología política denominada “Socialismo del Siglo XXI”. Ésta última le concede al Sumak Kawsay el carácter de modelo alternativo de los gobiernos progresistas latinoamericanos.
Dentro de la primera concepción, Hidalgo-Capitán, et al., (2014) toma el pensamiento indigenista de Viteri (2003) y refiere que “el Sumak Kawsay ha de darse en un territorio en concreto que constituye un cosmos vital en el que interactúan elementos materiales y espirituales”. Dicho territorio tiene tres esferas: la huerta (chacra); la selva (sacha); y el agua terrestre (yaku).
Para poder obtener del territorio los recursos necesarios para el Sumak Kawsay el indígena (runa) necesita tener fortaleza interior (sámai), conducta equilibrada (sasi), sabiduría (yachai), capacidad de comprensión (ricsima), visión de futuro (muskui), perseverancia (ushai) y compasión (llakina). Y todos estos elementos los va adquiriendo el indígena a lo largo de su vida por medio de un proceso de enseñanza/aprendizaje comunitario, basado en los mitos y en la experiencia, y denominado yachachina (Hidalgo-Capitán, et al., 2014).
Los mismos autores hacer referencia (Hidalgo-Capitán, et al., 2014) a que el Sumak Kawsay tiene también una dimensión ética que está relacionada con una serie de valores, que son: comer, beber y hacer el amor; la solidaridad o compasión; la ayuda; la generosidad; la obligación de recibir; la reciprocidad; el consejo; y la escucha. Incluye los valores de la conocida trilogía andina: “no seas perezoso, no seas mentiroso, no seas ladrón” (ama killa, ama llulla, ama shua) (Kowii, 2009: 3; Pacari, 2013). Por otro lado, toma los contenidos de Macas (2010b: 29-31) y Pacari (2013) y describe a los cuatro principios incluidos simbólicamente en la chakana (cruz andina): la reciprocidad, la integralidad, la complementariedad y la relacionalidad.
El territorio que hace referencia Viteri (2003), para los pueblos indígenas kichwas, es el Ayllu (comunidad), donde, surge el buen vivir en comunidad –uno para todos y todos para uno-; predomina “nosotros” por encima del “yo”; practican la minga como una forma de solidaridad, generosidad, y reciprocidad entre sus miembros; ejerce el consejo dados por los miembros mayores del Ayllu; y, la escucha de los consejos que garantiza la adquisición de sabiduría y el respeto de los normas sociales que conduce el Sumak Kawsay.
En este contexto, el Sumak Kawsay se configura como la filosofía andina, “filosofía de vida del indígena”, fundamentada en la búsqueda, reconstrucción y mantenimiento de la armonía con el Ayllu y con los demás seres de la naturaleza.
Los intelectuales urbanos, consideran al Sumak Kawsay como una opción al desarrollo y lo plantean “como una oportunidad para construir otra sociedad sustentada en una convivencia ciudadana en diversidad y armonía con la naturaleza, a partir del reconocimiento de los diversos valores culturales existentes en al país y en el mundo” (Tortosa 2010: 12).
En el caso ecuatoriano, a partir de la primera década del siglo XXI, el Sumak Kawsay se transforma de un concepto intelectual o ideológico en una alternativa -con identidad indígena- para el desarrollo armónico del país.
Los fundamentos de esta alternativa son: el descrédito de los estados-nación, como manifestación de la crisis de la modernidad; la incursión con fuerza del movimiento indígena ecuatoriano como actor político que busca resistir y oponerse al modelo del neoliberalismo y su articulación a diferentes organizaciones afines; la emergencia de movimientos sociales alternativos al neoliberalismo y, la participación directa y representativa con voz y voto en la redacción de la Asamblea Constituyente de Montecristi 2007 y 2008.
Dado que es imposible abordar en este ensayo toda la visión intelectual del Sumak Kawsay, se ha optado por concretar el objeto del estudio a las aportaciones del pensamiento indígena ecuatoriano. Es aquí, donde realizamos la gran pregunta que orienta la investigación, ¿el concepto Sumak Kawsay está en reconstrucción, desde la corriente de pensamiento indígena?, pues sí.
En el ensayo se describe cronológicamente, cómo surge el concepto Sumak Kawsay en la época indígena (pre-colonial) y las repercusiones en la época colonial y en la etapa pos-colonial, además se efectúa un estudio de las aportaciones del Sumak Kawsay en la construcción de los modelos de estado en países como Bolivia y Ecuador.
“La unidad es como la mazorca: si se va el grano se va la fila, si se va la fila se acaba toda la mazorca.”
Tránsito Amaguaña, líder indígena ecuatoriana
De la época anterior a la colonia, se tiene poca información, debido a que los pueblos originarios transmitían en forma oral. Es por ello que, la reconstrucción del pasado de los pueblos indígenas es una tarea difícil por la falta de fuentes históricas. Sin embargo, existen testimonios vivos de taita y mama (adultos mayores) de los pueblos originarios que aportan información histórica, datos proporcionados por la arqueología, elementos míticos vigentes en los pueblos y las obras escritas después de la conquista, según como lo menciona Guerrero:
Esta época histórica se extiende desde la llegada del hombre a América, lo que se supone ocurrió hace al menos 50 mil años, hasta el inicio de la invasión europea. En ese extenso lapso se produjo el poblamiento del Continente, en un proceso que duró milenios, generó un verdadero mosaico de culturas y pueblos indígenas diferenciados entre sí, con distintos niveles de desarrollo socio-económico. (Guerrero, 1997).
Guerrero (1997) afirma que “está comprobado que el hombre no es originario de América, pues existe una imposibilidad filogenética basada en que los monos americanos forman una rama muy alejada de los antropoides, lo que descarta que pudieran surgir elementos humanoides por una vía evolutiva”. Todos los estudios tratan de explicar que llegó ya conformado como homo sapiens procedente de Asia.
Los habitantes de estos pueblos originarios se encontraban en distintos fases de desarrollo: unos en etapas iniciales de evolución social y otros habían logrado niveles superiores del desarrollo socio-económico a partir del momento mismo en que iniciaron el cultivo en la Pachamama, “permitiendo el surgimiento en ciertas zonas de Mesoamérica (…) y el área andina de sociedades de clase y deslumbrantes centros de civilización” (Guerrero, 1997).
Así, aparecen nuevas culturas, entre ellas la maya-tolteca, la azteca y la inca. En la región mesoamericana, “la civilización maya, cuyo nivel de progreso alcanzado fue producto de sus actos creativos e inventos tecnológicos, leyendas naturales observadas a través de la disciplina científica, que se materializaron tanto en la investigación como en la práctica” (Víctor, Racansoj, 2006). Progreso que perdura en el tiempo, mediante el invento y la práctica de determinadas formas de transmisión de los conocimientos adquiridos por cada generación; mediante la oralidad; la capitulación en estelas y en documentos escritos como los códigos.
En la zona andina “eran dos los estados civilizados que habían alcanzado su plenitud: incas en el sur y los chibchas en el norte (en la Colombia de ahora)” (Allkämper). La civilización inca fue la última de las grandes civilizaciones indígenas de esta época, con un estado independiente (imperio inca) logrando consolidar los conocimientos científicos, tecnológico y artísticos; una de las sociedades de mayor desarrollo social, político y económico. El conocimiento de la cultura de los chibchas es bastante escaso; no se han conservado monumentos de rango de la época indígena y raramente se encuentran crónicas de los inicios de la conquista.
El estado inca fue extenso, efectivamente organizado y con una industria altamente desarrollada. Esta realidad, de un estado organizado y desarrollado, despertaron la admiración de los conquistadores y sus sucesores; ellos nos han transmitido en crónicas y descripciones detalladas tanto la historia de los incas, como también sus propias observaciones sobre la condición del Tahuantinsuyo.
En el mundo andino, más allá de estas civilizaciones de mayor presencia histórica, visibilizadas por los científicos muchos los pueblos tuvieron logros administrativos, culturales, tecnológicos, socioeconómicos, políticos, logísticos y arquitectónicos de significación universal. Estos pueblos eran autónomos con sus cosmovisiones, sus saberes, sus representaciones y sus racionalidades y eran diferentes entre sí; todos en correspondencia con su situación material y su modo de relacionarse con la naturaleza.
El mundo andino, donde yacían el desarrollo de estas y otras civilizaciones, fue distinto a todas las civilizaciones, su mundo era “el todo”, era la vida de todos en el universo, según Marañón y Gonzales:
El mundo andino es un mundo de crianza, cariño y respetuoso. Allí todos somos seres vivos (naturaleza/sallqa, humanos/runas, deidades/apus, wacas), parientes (más allá del parentesco de sangre y humano), vivimos en Ayllu (colectividad) dentro del pacha local (representación del macrocosmos a nivel del microcosmos; paisaje ritual y biocultural) para regenerar-criar el Kawsay (la vida toda). (Marañón y Gonzalez, 2014, p.127)
Acostumbraban comunicarse con el sol, la luna, los vientos, los puntos cardinales, las aguas y todos los animales y plantas de la “Pacha Mama”; daban culto, por considerar lugares o elementos sagrados, para promover la creación y recreación del Kawsay (vida). “La función social de este último consistía por una parte, en expresar el carácter holístico del mundo y así crear una fuerte convicción de la necesaria armonía entre la naturaleza y los seres humanos, y por otra parte, en manifestar la fuerza de las representaciones y los ritos de la acción humana en su entorno natural y social” (François Houtart, 2011).
Los pueblos originarios tenían expresiones variadas, pero con la misma filosofía de vida, el de Sumak Kawsay, que “implica primero saber vivir y luego saber convivir. No se puede vivir bien si los demás viven mal, o si se daña la Madre Naturaleza. Vivir bien significa comprender que el deterioro de una especie es el deterioro del conjunto” (Huanacuni, 2010, p.10).
La mayoría de los estudios denominan a esta época, como la pre-colonial, y consideran como la etapa histórica más larga de los pueblos indígenas del Abya Yala. Para los pueblos indígenas originarios, también es un período de mayor duración, tal vez milenios, desde el inicio de la invasión europea hacia atrás, hacia el pasado. Consideran como la “época indígena” caracterizada por la generación de pueblos diferenciados entre sí, que habitaban en armonía con la naturaleza y con otros seres humanos. Para los pueblos indígenas, es la etapa más perfecta, en la cual, logran el equilibrio entre Ayllu y pacha, donde, el Sumak Kawsay alcanza su plenitud.
Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. La identidad no es una pieza de museo, quietecita en la vitrina, sino la siempre asombrosa síntesis de las contradicciones nuestras de cada día.
(Galeano, 2007: 111)
Los historiados establecen que, desde 1942 en el continente Abya Yala y desde 1532 en la región andina, se inicia la colonización y señalan como el período más devastador para los pueblos originarios; un proceso de genocidio mezclado con un etnocidio que destruyó las bases materiales de estos pueblos y obligó a mantener ocultas sus culturas y visiones del mundo. La colonización de los pueblos originarios de américa llevó implícita la sustitución de las estructuras políticas, sociales y económicas; la destrucción de los sistemas administrativos; la eliminación del tejido social y la expropiación de una gran parte de sus tierras. Este proceso catastrófico continuó a lo largo de la época colonial que también tuvo el carácter de feudal y se mantuvo cuando se instituyó en todas las nacientes repúblicas independentistas de América Latina el sistema capitalista, totalmente dependiente de Europa y América del Norte; fue en esta época donde se incorporó y consolidó el racismo extremo, la segregación y la exclusión del Ayllu.
Este proceso dejó una herida profunda que ha durado más de 500 años; hasta hoy día subsiste la estructura de dominación y exclusión que ha subyugado a la vida misma y la Pachamama; re-direccionado la vida y el orden social de los pueblos del Abya Yala.
Esta tragedia histórica interrumpe la transmisión del Sumak Kawsay de una generación a otra, dejando huellas profundas que se expresan hoy en los pueblos indígenas quienes a través de la resistencia colectiva logran mantener viva la esperanza de recuperar y reconstruir al modelo de vida, el Sumak Kawsay. Esta misma esperanza obligó a tomar el camino de la lucha por la resistencia y liberación.
A pesar de aquello, una parte considerable de la cultura espiritual y material de la “época indígena” sobrevive. Sigue existiendo el quechua como idioma del imperio inca y el aymará, que se habla sobre todo en la zona del lago Titicaca. Las formas organizativas como el Ayllu, los sistemas administrativos como la minga, la tecnología, la astrología, la arquitectura, la artesanía, las ceremonias religiosas, las fiestas y la forma imperante de producción agraria, siguen vivas en la vida de los pueblos indígenas situadas en las partes más altas de la región andina o en las selvas profundas de la amazonia, donde la cultura europea no tuvo presencia, peor aún incidencia. Entonces, estos pueblos son los tenedores y guardianes de todo el conocimiento y cultura; algunos todavía están asentados en sus territorios ancestrales, necesarios para reconstruir el Sumak Kawsay. Por todo esto se afirma que buena parte de la “filosofía de vida indígena” está vigente como una forma de vida de las comunidades indígenas.
“Los pueblos originarios, pasamos de la resistencia a la propuesta para garantizar la permanencia de nuestro Sumak Kawsay”.
(Julio Guaminga, 2016)
Producto de las resistencias y luchas, los pueblos indígenas han renovado su conciencia colectiva y deciden reconstruir su “filosofía de vida”, el Sumak Kawsay. En este orden, “tratan de reconstruir el sentido de la vida y la ética que ordenaban la existencia de las comunidades y no de pronunciar un discurso puramente romántico” (Houtart, 2011). Entonces, está claro que no requiere una crítica al concepto sino proponer nuevas perspectivas de pensamiento y nuevas prácticas.
La resistencia y reivindicaciones de los pueblos responden a la permanencia del Sumak Kawsay a pesar de la imposición del modelo neoliberal considerada como “la fase más desarrollada y despiadada de acumulación del sistema capitalista” (Larrea, 2010’ p. 15); los pueblos originarios, proponen un nuevo paradigma comunitario constituido por los saberes ancestrales, los símbolos míticos existentes y los territorios.
Por otro lado, el concepto de desarrollo construido desde el colonialismo que hace referencia al modelo de acumulación y a un resultado a alcanzar, ha entrado en una profunda crisis por sus innumerables recetas que no han dado los objetivos esperados sino que “ha llevado a una crisis global de múltiples dimensiones, que demuestran la imposibilidad de mantener la ruta extractivista y devastadora” (Larrea, 2010, p.16). Por consiguiente, el cuestionamiento del concepto de desarrollo es otro elemento que coadyuva a la reconstrucción del Sumak Kawsay.
Los pueblos originarios están construyendo el nuevo prototipo comunitaria desde su cosmovisión y epistemologías (discurso de sus conocimientos), donde el materialismo no tiene cabida y la idea de “desarrollo es irreal (...) pues el futuro está atrás, es aquello que no miramos, ni conocemos, mientras al pasado lo tenemos al frente, lo vemos, lo conocemos, nos construye y con él caminamos” (Larrea, 201’ p.20). La construcción de éste paradigma comunitario basado en el saber de los pueblos responde a la enseñanza de una generación a otra, según Estermann:
Existe un “saber” (yachay) del subconsciente colectivo, transmitidos por procesos subterráneos de enseñanza de una generación a otra en forma oral y actitudinal (“saber hacer”), mediante narraciones, cuentos, rituales, actos cultivos, y costumbres. Este saber (…) es el producto de una experiencia vivida amplia y trans-sentitiva. El verbo quechua yachay no sólo significa “saber” y “conocer”, pero también “experimentar”; un yachayniyoq es una “persona experimentada”, un sabio es un sentido vivencial (Estermann, 1998, p.106).
La reconstrucción del Sumak Kawsay se sustenta en el saber de los pueblos originarios de los Andes y en el verbo kichwa “Yachay” que significa saber, conocer y experimentar (aprender haciendo). El saber andino se basa en los “argumentos de autoridad (el peso de los ancianos y yayaqkuna), de antigüedad (el peso de la autoridad), de frecuencia (el peso de la costumbre) y de coherencia (el peso del orden)” (Estermann, 1998, p.106). Por otro, las concepciones del Ayllu y la minga son conceptos fundamentales de esta reconstrucción. El Ayllu es una forma de comunidad familiar extensa originaria del Abya Yala; es la casa, es donde viven y reproducen y es donde se organizan como polis. En cambio, la minga es un medio para alcanzar la vida en plenitud del Ayllu, es la tarea dirigida por el “sabio y consiste en llegar a un grado de armonía total con la comunidad y con el cosmos” (Larrea, 2010, p.20).
A pesar de que la historia universal sólo reconoce a la filosofía occidental y a la oriental; y persevera en su error al no registrar la existencia de “filosofía de vida indígena”, el Sumak Kawsay, porque no existe evidencia escrita de su existencia y de su práctica, esta filosofía que por ser oral, casi se ha exterminado, ha sido mantenida como una cosa viva y tangible por los pueblos indígenas quienes están en la demanda permanente del reconocimiento de su filosofía, evidenciado más como un modo de vida a seguir para salvar a la humanidad y el planeta entero.
La filosofía occidental propone dos paradigmas 2: individualismo y comunismo. El primero está vigente, “determina las relaciones sociales, jurídicas y de vida; desde hace siglos está llevando a las sociedades de todo el mundo hacia la desintegración, debido a un alto grado de desensibilización de los seres humanos” (Huanacuni, 2010). En cambio, el paradigma comunitario surge de la concepción de la vida de forma comunitaria, no solo como relación social sino como profunda relación de vida.
Por ejemplo, las naciones aymara y quechua conciben que todo viene de dos fuentes: Pachakama o Pachatata (padre cosmos, energía o fuerza cósmica) y Pachamama (Madre Tierra, energía o fuerza telúrica), que generan toda forma de existencia. Si no reconstituimos lo sagrado en equilibrio (Chacha Warmi, Hombre Mujer), lo espiritual en nuestra cotidianidad, definitivamente no habremos cambiado mucho, no tendremos la posibilidad de concretar ningún cambio real en la vida práctica (Huanacuni, 2010).
El paradigma comunitario (originario) es un modelo de la cultura de la vida que surge de la visión de que todo está integrado y unido, y que existe una interdependencia entre todo y todos, donde lo individual no desaparece sino que surge naturalmente dentro del Ayllu. Huanacuni (2010) señala que es el “camino y el horizonte del Ayllu, implica primero saber vivir y luego saber convivir. No se puede vivir bien si los demás viven mal, o si se daña la Madre Naturaleza”.
La reconstrucción del Sumak Kawsay conlleva algunas condicionantes y también permite aportes prácticos. La primera condicionante responde a la visión holística de los pueblos indígenas, sobre la realidad para replantear el desarrollo hacia la vida en plenitud y de ahí la necesidad de “descolonizar el saber” (Houtart, 2011) tomada de (Eduardo Gudynas, 2011,15), y la segunda, al pensamiento simbólico y sus expresiones contemporáneas. Estos dos enfoques están necesariamente vinculados y no se pueden adoptar el uno sin el otro.
Los aportes del Sumak Kawsay, favorecen la consecución de grandes objetivos que los modelos “pro-civilizatorios”, desarrollistas y modernistas hegemónicos no alcanzaron a favor de sobre vivencia. Estas aportaciones se concentran en cuatro grandes grupos. La primera, en volver a la armonía con la naturaleza, partiendo del conocimiento y aceptación de la integralidad de la naturaleza, aceptando que en ella hay vida, hay fuente de vida y es donde se reproduce y se realiza la vida misma; mas, reconociendo que los seres humanos y la naturaleza es uno solo dentro el Ayllu. La segunda, en construir otra economía, “tratando tanto el bienestar como el “Ser”, donde la actividad económica está al servicio de la felicidad y de la calidad de vida, lo que presupone relaciones armónicas con la naturaleza” (Houtart, 2011), tomada de (Diana Quirola, 2009, 103). La tercera, para organizar otro modelo de Estado, un Estado Plurinacional e Intercultural. Y la cuarta, para construir la interculturalidad como medio para alcanzar el Sumak Kawsay. Sin duda aparece aquí el carácter utópico del “Buen Vivir”, pero en el sentido positivo de la palabra; es decir, una meta que perseguir, un ideal que realizar.
Algunas de estas aportaciones han sido materializadas en los Estados con mayor presencia indígena. El concepto Sumak Kawsay hace contribuciones en la construcción de las dos Constituciones -ecuatoriana y boliviana-, los conceptos respectivos de “Buen Vivir” y de “Vivir Bien”, que fueron introducidos como base fundamental. Se utilizaron también las palabras indígenas para expresarlos (Ecuador, art.14 y 71; Bolivia, art.8).
La Constitución Política del Estado de Bolivia, promulgada el 7 de febrero de 2009, establece fines y funciones que orientan sus políticas públicas en el horizonte del Sumak Kawsay. El artículo 8, en su parágrafo primero establece: el Estado asume y promueve como principios ético-morales de la sociedad plural: Ama Qhilla, Ama Llulla, Ama Suwa (no seas flojo, no seas mentiroso, ni seas ladrón), Suma Qamaña (Vivir Bien), Ñandereko (Vida Armoniosa), Teko Kavi (Vida Buena), Ivi Maraei (Tierra sin Mal) y Qhapaj Ñan (Camino o Vida Noble). Esta Constitución se sustenta en algunos valores destacables, como: la unidad, igualdad, dignidad, libertad, reciprocidad, respeto, complementariedad, armonía, transparencia, equilibrio, igualdad de oportunidades, responsabilidad, distribución y redistribución de los productos y bienes sociales.
Son fines “esenciales” del Estado constituir una sociedad justa y armoniosa, cimentada en la descolonización, sin discriminación ni explotación, con plena justicia social, para consolidar las identidades plurinacionales. “Garantizar también la protección y la dignidad de las naciones, los pueblos y las comunidades, y fomentar el respeto mutuo y el diálogo intercultural y plurilingüe” Huanacuni (2010). Establece la diversidad plurinacional, y “el modelo económico boliviano es plural y está orientado a mejorar la calidad de vida y el vivir bien” (art.306).
Esta nueva estructura jurídica permite la aplicación de la gestión comunitaria a través de las autonomías indígenas. La organización a nivel de las autoridades originarias permite la reconstitución del chacha-warmi (aymara), kari/warmi (quechua), hombre-mujer, esposo-esposa; es decir, pasar de la representación individual al ejercicio de la autoridad dual-complementaria y también del ejercicio de autoridad elegida por votos al servicio rotativo de todos los miembros de la comunidad, en el horizonte del vivir bien, Suma Qamaña y Sumak Kawsay. (Huanacuni, 2010).
En 1964, la Federación de Centros Shuar se propone como objetivo la autodeterminación de los pueblos. Y en el levantamiento de 1990, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) demandó por primera vez, en el año 1986, el cambio del Art. 1 de la Constitución Política.
La persistencia del movimiento indígena logra incluir al Sumak Kawsay en la Constitución de la República del Ecuador 2008; lo introduce como fundamento esencial del estado ecuatoriano en la Constitución, dentro del preámbulo y del primer artículo principios fundamentales, y declara: “El Ecuador es un Estado constitucional de derechos y justicia, social, democrático, soberano, independiente, unitario, intercultural, plurinacional, y laico” (artículo 1 de la Constitución, 2008).
En este punto, podemos decir que el Sumak Kawsay es una “filosofía de vida indígena” en reconstrucción desde el pensamiento holístico de los pueblos indígenas. Su restablecimiento responde tanto a las luchas de resistencia y sobrevivencia indígena como al fracaso del modelo neoliberal impuestos por los occidentales. Su contribución ha cambiado el modelo de estado de dos países latinoamericanos, al incorporar conceptos fundamentales en el diseño de las Constituciones. Por eso, la defensa del Sumak Kawsay agrupa las reivindicaciones tradicionales de los pueblos indígenas del Ecuador, poniendo en el centro del debate político ecuatoriano. Sin embargo, la inclusión del concepto y de los valores morales en el sistema normativo no implica necesariamente un cambio en la estructura política y menos en los sistemas de dominación.
Reconoce en el preámbulo “las raíces milenarias, forjadas por mujeres y hombres de distintos pueblos, celebrando a la naturaleza, la Pacha Mama, de la que somos parte y que es vital para nuestra existencia”. Apela a la sabiduría ancestral como principio ordenador jurídico y declara la constitución de “una nueva forma de convivencia ciudadana, en diversidad y armonía con la naturaleza, para alcanzar el buen vivir, el Sumak Kawsay”. Así, la Constitución proyecta el horizonte del Sumak Kawsay, declarando “una sociedad que respeta, en todas sus dimensiones, la dignidad de las personas y las colectividades”.
La Constitución declara de interés público la preservación del ambiente, la conservación de los ecosistemas, la biodiversidad y la integridad del patrimonio genético del país, la prevención del daño ambiental y la recuperación de los espacios naturales degradados. Reconoce el derecho de la población a vivir en un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, que garantice la sostenibilidad y el Sumak Kawsay. Además, señala el derecho al acceso seguro y permanente a alimentos sanos, suficientes y nutritivos; preferentemente producidos a nivel local y en correspondencia con sus diversas identidades y tradiciones culturales. Tiene como especificidad la afirmación de los Derechos de la Naturaleza; se trata, en el espíritu de este texto jurídico, de un aspecto esencial de la realización del Sumak Kawsay (art.71). Por otra parte, se distinguen, dos componentes: el régimen de desarrollo (Título VI) y el régimen de Buen Vivir (Título VII), el primero al servicio del segundo. Con lo que “la Constitución del Ecuador 2008 permite proyectar en las normativas específicas el paradigma comunitario en el horizonte del Sumak Kawsay” (Huanacuni, 2010).
“El fin último del Sumak Kawsay es la libertad”
Franco Viteri Gualinga
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Recibido: Septiembre 2017 Aceptado: Octubre 2017 Publicado: Octubre 2017