Gabriel Estuardo Cevallos Uve
Universidad Tecnica Luis Vargas Torres de Esmeraldas, Ecuador
gecevallos@gmail.comResumen
Se plantea la necesidad de valorar la dimensión ambiental desde la modelación de la gestión ambiental haciendo referencia a los conceptos de desarrollo sostenible usados como un mecanismo que sustenta acciones económicas y conquistas políticas. Se presenta un análisis de los principales modelos, objetivos, métodos, indicadores y resultados de gestión ambiental. Describiendo que la literatura revisada refiere que no existen modelos explicativos, claros y definitivos de la gestión en la dimensión ambiental. El análisis de clúster de los modelos y de proximidad de los vecinos permitió agruparlos según sus enfoques y uso de indicadores, obteniendo dos grandes grupos: los empíricos (65%) y teóricos (35%); los empíricos todos consideran al municipio como unidad de gestión ambiental, el 53% de estos se enfoca en la gestión de residuos. Como consecuencia la influencia de la gestión ambiental a nivel local sobre las dimensiones del desarrollo la convierte en una herramienta fundamental para avanzar en la senda de la sostenibilidad, donde la gestión ambiental debe responder más a modelos asociados a la calidad y excelencia que a los costes.
Palabras clave: Modelo, gestión ambiental, desarrollo sostenible, ecoeficiencia, municipio.
Clasificación JEL: C14, O21, Q50
Abstract
The need to assess the environmental dimension from the modeling of environmental management referring to the concepts of sustainable development used as a mechanism that sustains economic actions and political gains arise. An analysis of the main models, objectives, methods, results indicators and environmental management is presented. Describing the revised literature states that there are no explanatory, clear and definitive models of management in the environmental dimension. Cluster analysis models and proximity of neighbors allowed grouped according to their approaches and use of indicators, obtaining two groups: the empirical (65%) and theoretical (35%); Empirical all consider the municipality as environmental management unit, 53% of these focuses on waste management. As a result the influence of environmental management at the local level on the dimensions of development makes it an essential tool to advance on the path of sustainability, where environmental management must respond more models associated with quality and excellence that the costs.
Keywords: Model - environmental management - sustainable development - eco-efficiency - municipality.
JEL classification: C14, O21, Q50
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Gabriel Estuardo Cevallos Uve (2015): "Modelos de gestion ambiental: analisis comparativo desde la multidimensionalidad y el contexto local", Revista DELOS: Desarrollo Local Sostenible, n. 24 (octubre 2015). En linea: http://www.eumed.net/rev/delos/24/ecoeficiencia.html
1. Introducción
La necesidad de valorar la dimensión ambiental en la actividad humana sobre la naturaleza ha previsto que la economía y el medio ambiente se consideren elementos recíprocamente dependientes. La economía surge de los procesos naturales que proveen los ecosistemas para el sostén de la vida; a su vez, las condiciones del entorno y del uso de los recursos naturales dependen del desarrollo económico.
Sin embargo, valorar desde una perspectiva multilateral, con miras a reconocer que el modelo de desarrollo sostenible, constituye una opción válida para el mejoramiento de la calidad de vida del hombre, sus ecosistemas socio ambientales y biodiversos recursos (Rojas, 2012).
Es importante acotar que el desarrollo sostenible está siendo usado como un mecanismo que sustenta acciones económicas y conquistas políticas en esta era de la universalización del conocimiento, donde está implícito tomar medidas ambientales más por necesidad de competitividad económica y política, que por la preocupación de conservar recursos para las generaciones futuras.
Las visiones de desarrollo prevalecientes en décadas anteriores se caracterizaron por el peso otorgado al papel del estado en la toma de decisiones (Cevallos, 2015), la separación marcada de las esferas económicas, sociales y políticas; el otorgamiento de un papel privilegiado a la economía, la promoción de políticas sociales centralizadas, sectoriales y asistencialistas; la comprensión de lo local como nivel subordinado y depositario de los recursos asignados, fundamentalmente por los niveles centrales, condujo a criterio de Ortiz y Pedroza (2006) a modalidades sociales insuficientes para la gestión (Gómez & Estrada, 2009).
La gestión ambiental no sólo incluye el hecho de la adopción de tecnologías de proceso menos contaminantes, que buscan adaptar antiguos procesos, ahorrar energía y materias primas, además de minimizar la generación de residuos, actualmente centra el enfoque del proceso productivo incluyendo la gestión de riesgos asociados y los riesgos ambientales, con el objetivo de minimizar su potencial como fuente de contaminación, la optimización del desempeño ambiental de forma integrada desde los insumos que serán utilizados, la tecnología para su procesamiento, el consumo de energía, las emisiones, la generación de residuos, hasta el producto final que será comercializado, actividades asociadas a infiltraciones, explosiones, liberación accidental de contaminantes, insumos o productos, así como sus relaciones con la salud humana o con la integridad de los ecosistemas. De ahí la necesidad de su modelación. Dicha modelación, emerge desde los años setenta con el objetivo de crear una sólida base conceptual que permita definir origen, variables, y principales relaciones.
Como rasgos comunes dichos modelos refieren funciones asociadas con la identificación de conocimientos relacionados con su objeto, método o estrategia, objetivos, indicadores y principales resultados. En la tabla 1 se muestran algunos modelos teóricos y/o empíricos generales relacionados con la gestión ambiental. Con relación a dichos modelos la bibliografía plantea que se quedan a un nivel conceptual o parcialmente eficientes y son insuficientes en propuestas de métodos o herramientas para su operacionalización. No obstante, resultan muy útiles cuando se trata de mejorar la comprensión sobre la gestión ambiental y su relación con el contexto local.
Para el contexto de este trabajo sólo se detallan aquellos modelos y referencias normativas que han resultado relevantes para los objetivos de esta investigación debido a su carácter sistémico y concreto para revelar la esencia de la gestión ambiental, además de que se integran al sistema general de gestión y que tienen por objeto desarrollar, implantar, ejecutar, revisar y mantener al día la política pública.
2. Desarrollo
La literatura revisada refiere que no existen modelos explicativos, claros y definitivos sobre el camino que tiene lugar una buena gestión en especial en la dimensión ambiental. Todos los modelos recogidos en la literatura presentan carencias e interrogantes, hasta el punto de que algunos autores (Aguirre, 2001; Montes, 2008; Méndez, 2009; Barcellos, 2010; Cevallos, 2015), concluyen que hasta la fecha no se ha desarrollado un modelo que integre eficientemente todas las dimensiones del desarrollo sostenible, Así, Entre los modelos de gestión ambiental, destacan los que se ocupan de la gestión urbana, entre ellos pueden mencionarse al menos 23 que de manera general, plantean objetivos diversos (véase figura 1.1): unos proponen conceptos de regulación que permiten la comparación de diferentes programas medioambientales desde un punto de vista de la eficiencia; otros se enfocan en la Economía Ambiental, teórica y política, algunos modelos utilizan el análisis envolvente de datos (DEA), en función de la eficiencia técnica y productiva de los servicios de recolección de desechos a nivel de municipios. Los hay que privilegian indicadores de ecoeficiencia a partir de indicadores de eficiencia productiva a nivel de gobierno, con acercamiento a la nueva economía institucional, con énfasis en el análisis del sector industrial, utilizando el nivel nacional con análisis sectorial.
Existen modelos que proponen un nuevo acercamiento para medir las contribuciones de las empresas al desarrollo sostenible, más allá de la ecoeficiencia, elaborando información primaria sobre la gestión de residuos locales a este nivel.
Si bien la gestión de residuos es un tema sensible para la generalidad de los modelos, independientemente de la unidad que analicen, hay modelos que vinculan indicadores de gastos ocasionados por dicha gestión.
Utilizando como unidad de gestión el municipio, se han analizado factores explicativos de los gastos en que incurren los municipios por el servicio de residuos sólidos urbanos. Plantean así las nuevas direcciones, motivos e implicaciones económicas de la ecoeficiencia, estableciendo incluso indicadores de ecoeficiencia para la agricultura y sector alimentario.
Entre los países que han generado estos modelos están España, Japón, Nueva Zelanda, Canadá, Alemania, entre otros. Asimismo distingue la metodología de análisis envolvente de datos (DEA) para generar indicadores y la función de distancia direccional (DDF) (véase tabla 1).
Estos modelos pueden agruparse en dos grandes grupos: los empíricos (65%) y teóricos (35%); los empíricos todos consideran al municipio como unidad de gestión ambiental, de aquí el peso que le dan a la gestión urbana; de estos el 53% de los modelos se enfoca en la gestión de residuos. Los modelos pueden además responder a otra clasificación basada en los indicadores que utilizan: ambientales, sociales, de eficiencia productiva, ecoeficiencia, de input u output, o económicos, entre otros.
Los actores clave del proceso de gestión del desarrollo han comenzado a considerar la dimensión ambiental en sus decisiones estratégicas, generándose modelos teóricos y empíricos de gestión ambiental que consideran indicadores de gestión de residuos, eficiencia de gestión, externalidades, segregación de input y outputs en deseados y no deseados, gestión de residuos y reciclado, eficiencia productiva y gestión industrial, ecoeficiencia desde la perspectiva macro y microeconómica, eficiencia técnica y ecológica, valor agregado sostenible y costes de oportunidad social, gasto municipal en gestión de residuos, gestión de desechos y sistemas de abono, ecoeficiencia y factores socioeconómicos, privilegiando como unidad de gestión el nivel municipal o cantonal. La mayoría de los modelos analizados utilizan indicadores ambientales (30%) y económicos (26%), siendo los sociales menos utilizados en los primeros 23 modelos analizados (véase figura 1.2).
De todos los modelos analizados (véase tabla 1) es el de Díaz (2006) el que integra todos los indicadores, siendo este una de los referentes teóricos de mayor peso para la presente investigación.
A partir de 1982 se desarrolla el proyecto dedicado a implantar Sistemas de Calidad Total; la fase inicial duró de 1982 a 1993, en la cual se apoyó a grupos de empresas piloto de algunos sectores industriales (particularmente de alimentos y textiles), integrando la dimensión ambiental en función de la competitividad (Prando, 1996).
El dendograma con la inserción de 3 modelos que superan en enfoque de la gestión ambiental asociada a costes para vincularla a la calidad, mejora y excelencia (Figura 1.3)
Prando (1996) señala que las organizaciones no deben contentarse con satisfacer el marco legal vigente y, mucho menos, hacerlo exclusivamente con el empleo de tecnologías End of Pipe, sino tener presente que el objetivo último a alcanzar con respecto a su desempeño ambiental es la descarga cero de contaminantes, lo que indica que la gestión de la contaminación es un elemento ponderado en su modelo de gestión.
Reducir la generación de residuos e incentivar su reciclado representa una economía que contribuye a mejorar la competitividad y a promover una imagen verde de la organización, mientras que tratarlos y/o disponerlos será cada vez más caro y difícil (Prando, 1996).
Las organizaciones deben adoptar una actitud proactiva con respecto a la protección del ambiente, considerándola cada vez menos como un problema y cada vez más como un patrimonio a generar. Un modo de encarar esa actitud proactiva respecto al ambiente lo constituye la adopción de un Sistema de Gestión de la Función Ambiental integrado a una Gestión Global de la organización ejecutada con la Filosofía de la Gestión de la Calidad Total a la Medida (GCTM) (Prando, 1996). Esta integración se conoce técnicamente como la Gestión TQEM por sus siglas en inglés.
Esta visión ha sido retomada en los modelos donde se comparte la excelencia con la calidad total (Prado Roman, Blanco González, & Diez Martín, 2011), en los que se parte de tres modos de ver la gestión ambiental: unida a los costes, a la mejora de la calidad y al compromiso con la excelencia, lo que depende del liderazgo y la madurez de la organización.
Para que una empresa sea denominada excelente, y siguiendo los criterios EFQM debe reunir los siguientes requisitos: (i) La mejora continua es una de sus características y el aprendizaje y la innovación empiezan a formar parte de su modo de actuación. (ii) Los recursos humanos son valorados en toda su dimensión y se realiza una gestión de personal con políticas que contribuyen a su satisfacción y motivación. (iii) El director y su equipo actúan como auténticos líderes. (iv) Se dedican grandes esfuerzos a la gestión de los procesos. (v) El personal recibe la formación adecuada para el desempeño de su actividad. (vi) Se mide el nivel de satisfacción de los clientes y se tienen en cuenta las aspiraciones y satisfacción de los grupos interesados. En términos generales, se podría señalar que las organizaciones con gestión medioambiental son las que desarrollan sus procesos clave, e incorporan las normas ISO 9000 o anteriores, sus clientes les exigen la certificación y, por lo tanto, se desenvuelven en un entorno de responsabilidad social y un nivel de gestión evolucionado.
Generalmente, se trata de medianas empresas en relación con el volumen de facturación (no con el número de empleados). Todo lo anterior indica que la estabilidad de un modelo de gestión medioambiental sólo se alcanza al final de un proceso de evolución y desarrollo en el que el tiempo y la acumulación de herramientas de gestión son básicos. El papel del liderazgo ha sido señalado desde siempre como uno de los factores claves para entender sus estructuras, compromisos y forma en que realizan su gestión.
Siguiendo con el modelo TQEM se puede decir que la gestión precisa el papel de líderes excelentes, entendidos como aquellos que desarrollan y facilitan la consecución de la misión y la visión (Prando, 1996), desarrollan los valores y sistemas necesarios para que la organización logre un éxito sostenido y hacen realidad todo ello mediante sus acciones y comportamientos. En periodos de cambio son coherentes con el propósito de la organización, y cuando resulta necesario, son capaces de reorientar la dirección logrando arrastrar tras ellos al resto de las personas. En consecuencia, según el TQEM los líderes definen e impulsan los cambios necesarios en la organización, en el modelo de la organización y en sus relaciones externas.
El principal referente metodológico de este modelo es el análisis realizado de la revisión y valoración de 26 modelos de gestión ambiental utilizados desde 1998 hasta 2013, entre los que destacan los modelos de Díaz (2006), Prado (2011), y OCC (2013), los que se agrupan considerando el uso de sistemas de gestión que responden a la GCT.
Un análisis de clúster de los diferentes modelos y de proximidad de los vecinos realizado con el paquete estadístico SPSS permitió agrupar dichos modelos según sus enfoques y uso de indicadores, siendo los más cercanos o referentes a la propuesta de este trabajo los tres mencionado con antelación; así como el grupo de Maxime (2006), Díaz (2006) y Korhonen (2004), que se agrupan por usar indicadores económicos, indicadores de eficiencia productiva, indicadores ambientales, enfoques de inputs y outputs, ecoeficiencia y unidades de gestión municipal, entre los cuales Maxime discrimina los indicadores de eficiencia productiva y Korhonen por su parte incorpora el análisis envolvente de datos (DEA) (Figuras 1.2. y 1.3.).
Al seleccionar variables específicas o predictores y graficar según el análisis de cercanía entre vecinos, considerando en el espacio predictor 3 variables clave: el uso de indicadores económicos, ambientales y el enfoque TQM, el análisis, si bien puede considerarse el clúster Prado-OCC-Díaz-Hellweg, clasifica a Prado como referente, con una cercanía significativa al modelo OCC (2013).
De modo que los indicadores de gestión ambiental municipal serán propuestos a partir de los ya definidos en ambos modelos con algunos ajustes puntuales, sin embargo, respecto a los indicadores lo más relevante es la definición que se realiza posteriormente a partir de las especificidades del modelo de creación propia y los indicadores que ponderan el control de la gestión.
En los 26 modelos se usan al menos 98 indicadores de desempeño ambiental destacando 16 por su frecuencia de uso (f>0.15):
1. CO2,
2. Población,
3. Total basura recogida,
4. Costes disposición/ generación,
5. Densidad poblacional,
6. Papel y cartón,
7. Actividad turística,
8. Basura + reciclaje,
9. Camiones recolectores/ frecuencia,
10. Características de recepción,
11. Consumo y emisiones de gases,
12. Ecoeficiencia,
13. Metales,
14. Metano/Combustible,
15. Plásticos,
16. Total de reciclaje.
Entre estos los más usados son: CO2, Población y Total basura recogida, los que son fundamentalmente de estado y presión, de acuerdo con el Sistema PER (Presión-Estado-Respuesta) (Guttman, Zorro, Cuervo, & Ramírez, 2004).
De forma general estos modelos utilizan el análisis de herramientas ecoeficientes, en búsqueda de una de las herramientas que ayudan a evaluar la gestión de los residuos con resultados objetivos: la medición de la eficiencia desde un punto de vista medioambiental, es decir, la ecoeficiencia; término que nace como respuesta a la necesidad de indicadores de productividad y eficiencia en los procesos productivos limpios o verdes, en directo beneficio de las dimensiones del desarrollo sostenible. Sabiendo que la adopción de la ecoeficiencia es muy precaria, se puede en estos modelos confirmar la creciente preocupación y necesaria adopción de la ecoeficiencia como único medio y no como fin en sí.
Las empresas motivadas por la responsabilidad ecológica a menudo señalan a una persona dentro de la organización como aquella que claramente había liderado la respuesta ecológica de la misma. El proceso de decisión está a menudo basado en los valores de personas individuales o sobre los valores de la organización. Esta conclusión es compatible con los estudios de Lawrence y Morell (1995) y Winn (1995), que mostraban que la dirección superior de las empresas es la responsable del liderazgo de dirección ambiental.
Por otra parte, es importante destacar que las organizaciones motivadas por la competitividad esperan que su capacidad de respuesta medioambiental influya en la consecución de una ventaja sostenida y mejore su rentabilidad a largo plazo (Prando, 1996).
Si bien queda claro el concepto de madurez hacia la excelencia, vuelve a surgir el tema de los modelos a escala municipal.
3. Conclusiones
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