Guerrero, E. Marcela
Rodríguez, Corina Iris
Sosa, Beatriz S.
Centro de Investigaciones y Estudios Ambientales CINEA
emarguerr@gmail.comEste trabajo analiza las acciones colectivas asociadas al acceso al agua potable en el barrio La Elena, Tandil, Argentina, que presenta limitaciones geohidrológicas para el abastecimiento de agua subterránea, y dónde se han desarrollado procesos de urbanización coincidentes con la zona de cabecera de cuenca. Se expone este caso como ejemplo de que muchas veces los movimientos sociales se constituyen procesos con alta productividad social e institucional que se traducen en mejoras en las capacidades colectivas de lucha. Para la producción de conocimiento sobre el caso se emplearon la observación documental en periódicos locales, sitios Web, archivos públicos y privados, y las entrevistas en profundidad. Se concluye que la lucha constante y efectiva de los vecinos de La Elena ha constituido una estrategia de empoderamiento y ha permitido avanzar en el logro de mejoras de las condiciones ambientales originales.
Palabras clave: Luchas urbanas, acceso al agua, conflictos ambientales, estudio de caso, estrategias sociales.
JEL Q25; Q210, Q3, P28, P25
WATER ACCESS URBAN STRUGGLES: SUSTAINABLE ENVIRONMENTAL STRATEGIES IN LA ELENA, ARGENTINA
This paper analyzed the collective actions associated with water access in La Elena neighborhood, Tandil, Argentina. The area has geo-hydrologic limitations for groundwater supply and it is developing urban recent process coincident with headwaters area. This case is an example that sometimes social mobilization has high social and institutional productivity what is traduced in better collective’s capacities. Documentary observation in local press, web sites and public and private files, together with deep interviews, were employed to produce knowledge about this case. Constant and effective struggle in La Elena neighborhood has been an empowering strategy and has allowed better environmental conditions for its inhabitants.
Para citar este artículo puede uitlizar el siguiente formato:
Guerrero, E. Marcela, Rodríguez, Corina Iris y Sosa, Beatriz S. (2015): “Lucha urbana por el acceso al agua: estrategias ambientales de sustentabilidad en la Elena, Argentina”, Revista DELOS: Desarrollo Local Sostenible, n. 23 (junio 2015). En línea: http://www.eumed.net/rev/delos/23/agua.html
Los conflictos ambientales representan focos de disputa de carácter político que generan tensiones en las formas de apropiación, producción, distribución y gestión de los recursos naturales en una comunidad o región. Estas movilizaciones ponen en cuestión las relaciones de poder y el acceso a los recursos así como la toma de decisiones sobre su utilización por parte de algunos actores y la exclusión de su disponibilidad para otros actores (Merlinsky, 2013).
Bobbio, Mateucci y Pasquino (1991: 298) plantean que “…el conflicto es una forma de interacción entre individuos, grupos, organizaciones y colectividades que implican enfrentamientos por el acceso a recursos escasos y su distribución” y “… que la escasez de recursos se traduce/representa formas de poder, riqueza y prestigio”. En tal sentido, el uso de estos recursos está sujeto a conflictos entre distintos proyectos, sentidos y fines. Vista desde esta perspectiva, la cuestión ambiental es intrínsecamente conflictiva (Acselrad, 2004).
Cuando los actores sociales realizan acciones colectivas incorporan como medio estratégico los distintos sentidos y usos que pueden tener del lugar, entendido como aquella porción de espacio geográfico que además de ser cartografiable, es construida socialmente por los grupos humanos y que por tal razón, posee implicaciones simbólicas y emocionales para sus habitantes (Uribe Castro y Ramírez Arcila, 2013).
Se analiza la conflictividad social asociada a una problemática ambiental local como una necesidad de dotar de especificidad al escenario en el cual estos procesos emergen. Ahondar en la particularidad del lugar, permite hacer foco en la especificidad de las relaciones de poder local fundamentalmente debido a que los lugares son creaciones históricas, que deben ser comprendidas, no asumidas, y cuya explicación debe tomar en cuenta las maneras en las que la circulación global del capital, el conocimiento y los medios configuran la experiencia de la localidad (Escobar, 2011).
El lugar como instrumento para la acción colectiva se constituye así, tanto en escenario como herramienta que utilizan los grupos para expresar, dar a conocer o motivar la concentración y la presencia de públicos. Este escenario es utilizado para dar a conocer sus quejas, demandas y denuncias y, por tanto, para llamar la atención de la opinión pública. Por tanto, el lugar es apropiado como un medio para comunicar y como lugar que comunica.
El interés por estos temas se enmarca en un contexto de creciente conflictividad socioambiental a nivel regional, así como en el interés científico-académico por identificarlos y comprenderlos. En Argentina se han generado, en las últimas décadas, diversos conflictos socioambientales, que como señala Martínez Alier (2004), a menudo sus propios protagonistas no se identifican o se autodenominan como tales, justamente porque “…los actores de tales conflictos muchas veces no utilizan un lenguaje ambiental, tales casos constituyen la denominada tercera corriente del ecologismo [el ecologismo popular] que no se identificó hasta los años ochenta” (Martínez Alier, 2004: 31). A pesar de ello se asiste a una ambientalización de las luchas sociales, que puede designar tanto los procesos de adopción de discursos ambientales genéricos por diferentes grupos sociales, como la incorporación concreta de justificativas ambientales para legitimar prácticas institucionales, políticas, científicas, entre otras. En tal sentido, la profundización del conocimiento sobre los conflictos y movilizaciones locales posibilita la caracterización de procesos de ambientalización específicos a determinados lugares, contextos y momentos históricos, en los que nuevos fenómenos van siendo construidos y expuestos a la esfera pública, o viejos fenómenos son renombrados como “ambientales” (Acselrad, 2010).
Los conflictos son verdaderos medios de expresión y de toma de la palabra, una modalidad de intercambio entre los actores donde se construyen escenarios en los que confrontan discursos. En ese sentido, representan momentos que permiten la inscripción de las prácticas sociales en la esfera pública (Merlinsky, 2013).
Un tema a destacar en este caso en particular es la “dimensión” continuidad del movimiento en el tiempo, aspecto que para muchos autores, es una de las características que establece diferencias entre los movimientos sociales y otras formas de acción colectiva. En contraposición, la protesta social espontánea, representa procesos mucho menos estructurados, que no poseen ni la duración, ni las estructuras comunicativas más elaboradas de los movimientos (Riechmann y Fernández Buey, 1995). Sin embargo, existe discusión sobre si para arribar a una protesta, al “momento visible” para el resto de la sociedad, previamente no se fue gestando un proceso que, sin ser evidente, hizo posible que el conflicto desemboque en una protesta social. Es decir, que puede haber acción colectiva más allá y previamente de su materialización a simple vista (Scribano, 2005). En coincidencia Schuster (2005) hace referencia al proceso previo a la protesta, dónde puede existir el caso en que la acción constituya una auténtica novedad -que no ha surgido de ningún movimiento conocido ni reconoce antecedente alguno en acciones anteriores de sus miembros-, no obstante señala, que es muy raro encontrar esta categoría de protesta en su forma pura, y que siempre hay alguna clase de interacción social antes de una acción de protesta.
Sin embargo, es necesario señalar que el término movilizaciones viene utilizándose en los últimos años para denominar a procesos menos organizados que un Movimiento Social (MS), pero que contienen algunos de sus elementos y poseen la perspectiva de conformar un movimiento, lo que lo diferencia de las acciones de protesta (Wagner, 2011, y Guerrero et al., 2015).
Bajo este contexto general, existe un interés particular en la potencialidad de los estudios empíricos enfocados en casos concretos, y contextos históricos y sociales específicos que permiten entender lo que está en juego en cada uno de ellos. El caso testigo pone en evidencia problemas del orden social que están escondidos y que han sido históricamente invisibilizados pero que, a su vez, representan momentos importantes para la construcción del debate público (Merlinsky, 2013).
En las siguientes secciones se propone un análisis narrativo de la movilización del fenómeno socio-ambiental y se avanza en la identificación de dimensiones de abordaje de este fenómeno para el caso La Elena.
Analizar las experiencias singulares no es la finalidad de la tarea investigativa, muchas veces el caso se transforma en un medio o instrumento que contribuye a desarrollar un determinado campo de conocimiento -en este caso, la emergencia de la conflictividad ambiental como asunto socialmente problematizado. El estudio de caso se constituye en una estrategia de investigación para analizar las prácticas y estrategias sociales de las luchas/protestas actuales con líneas de continuidad con el pasado. Ello permite investigar fenómenos contemporáneos dentro de contextos naturales y considerar sus múltiples dimensiones y características (Yin, 1994:13).
En el preciso momento de seleccionar un caso, ya se pone en juego la construcción del objeto de estudio. Según Stake (1995), lo importante no es la representatividad del caso sino su capacidad de particularizar el fenómeno bajo estudio (la potencialidad de reunir las principales dimensiones de análisis), su cualidad descriptiva (el caso debe permitirnos una densidad informativa que permita generar categorías de análisis) y finalmente su valor heurístico (conectar prácticas ordinarias en hábitat naturales con evidencias teóricas aplicables a otros contextos de observación).
En ese contexto el caso puede expresarse como un objeto a construir, “un sistema con límites”. La primera dificultad que se presenta es establecer los alcances del objeto de estudio que -tratándose de prácticas sociales-, es decir, definir un horizonte temporal respecto del cual establecer la genealogía de esas prácticas, su momento de gestación, la maduración, el momento desencadenante en que ciertos eventos se conjugan para dar lugar al conflicto y su evolución posterior. Por lo tanto, reconstruir la “historia del caso” junto con el objeto de investigación (Merlinsky, 2013).
Para desarrollar la estructura narrativa del caso se emplearon alternativamente tanto fuentes primarias como secundarias: en particular, la recopilación de material periodístico de los diarios de circulación local y la realización de entrevistas a los protagonistas principales de los eventos. En una segunda instancia, para analizar el caso se consideraron una serie de dimensiones (ver cuadro 1) adaptadas de Merlinsky (2013).
2.2 El contexto ambiental local y la accesibilidad al agua
Desde el punto de vista histórico las condiciones ambientales de la cuenca alta del arroyo Langueyú favorecieron la fundación de la ciudad de Tandil en 1823. Luego, diferentes etapas de urbanización fueron densificando la ocupación del valle, y colaborando en la transformación de la naturaleza original y sus funciones (Guerrero et al., 2013).
La economía diversificada y las condiciones naturales de la ciudad han permitido constituir una estructura urbana heterogénea que consecuentemente presenta conflictos de usos y problemas ambientales específicos. Entre éstos últimos se incluyen: insuficiencia en el aprovisionamiento de determinados servicios, inadecuación de la gestión municipal a la aparición de nuevas actividades, superposición de actividades y demandas enfrentadas entre diferentes actores del desarrollo urbano local como los sectores inmobiliarios, los grupos ambientalistas, vecinos de determinados barrios, turistas, emprendedores turísticos, el gobierno local, entre otros.
La ciudad puede ser dividida de acuerdo a los actuales ejes de expansión de ciertas actividades. Hacia el sur se desarrollan fundamentalmente los usos residenciales y turísticos, impulsados mayoritariamente por sectores sociales medios y altos. Hacia el norte se presenta un área con carácter urbano más dinámico y heterogéneo en cuanto a los usos del suelo, las actividades que se realizan y las insuficiencias locales. Ese dinamismo surge para dar respuesta rápida al aprovisionamiento de servicios e infraestructuras básicas que se expanden en este sector de la ciudad.
En particular, la problemática de acceso al agua a nivel local se ve reforzada por tres procesos que interactúan en el tiempo: los procesos de urbanización recientes en zonas de cabecera de cuenca y la diferenciación socio-económica en la ocupación del territorio y en particular, las restricciones geo-hidrológicas asociadas al abastecimiento desde el acuífero subterráneo.
En relación a las restricciones geo-hidrológicas, cabe señalar que el 100% del agua potable que consume la ciudad se extrae del acuífero libre -y su disponibilidad está directamente vinculada a las posibilidades de infiltración existentes en el área. Debido a que el 70 % de la superficie de la ciudad se encuentra emplazada en ambiente de piedemonte, donde el basamento rocoso se ubica a escasa profundidad, existen problemas para acceder al agua potable. En el caso particular de la Elena, el barrio se ubica en zona serrana donde esta situación se agrava aún más con la presencia incluso de roca aflorando en superficie.
Además, cabe señalar que si bien la disponibilidad de agua depende de las condiciones geohidrológicas, también se ve reducida a partir de la acción antrópica, algunos usos urbanos son particularmente grandes consumidores de agua, estacionalmente el llenado de piletas, el aseo de veredas y autos, etc.
La situación más difícil e inequitativa desde el punto de vista de un derecho, que como ha reconocido el Congreso de la provincia de Buenos Aires debe garantizarse- lo constituyen aquellas áreas o barrios donde no hay disponibilidad de agua subterránea afecta el acceso actual a agua en cantidad y en condiciones de potabilidad. En esas zonas el suministro se realiza a partir de pozos de extracción particular –bombeo manual o mecánico- pero la existencia de roca a poca profundidad dificulta o hace costoso hacer pozos lo suficientemente profundos para garantizar el agua o donde es muy difícil encontrar agua.
El paraje La Elena comprende un conjunto de urbanizaciones de diferentes antigüedades cuyos procesos de desarrollo urbanísticos recientes han densificado el uso residencial permanente y temporal, así como también las necesidades comunes y particulares de los que componen esta área. 1. En particular el denominado barrio La Elena comprende un sector algo menor localizado en la cuenca alta del Langueyú (Figura 1) con una antigüedad de unos 20 años y que actualmente cuenta con 650 habitantes quienes dieron continuidad en el tiempo a la lucha por el acceso al agua.
El paraje se caracteriza por la belleza escénica y la presencia de vistas hacia la ciudad que lo dotan de condiciones paisajísticas excepcionales. Sin embargo, el desarrollo del barrio ha estado sujeto a los problemas de accesibilidad al agua potable que como se señaló precedentemente se asocian a su localización geográfica coincidente con una zona serrana que constituye la zona preferencial de recarga del acuífero, donde la roca granítica está casi expuesta o próxima a la superficie en muchos sectores que corresponden al sistema serrano (Guerrero, 2013). Esta situación se complejiza además considerando que el área se constituye en divisoria de aguas dando origen a varias subcuencas altas con cursos superficiales descendentes, algunos permanentes y otros temporarios, que discurren hacia el suroeste y el noreste del partido de Tandil.
Bajo esas condiciones existe heterogeneidad de situaciones respecto al aprovisionamiento de agua en el área bajo estudio. Algunos residentes con más antigüedad en el barrio cuentan con pozos que actualmente extraen agua subterránea, en otros casos los pozos se han secado y para obtener agua debieron profundizar las perforaciones. El resto de la población del barrio que, según los representantes de la Comisión Vecinal, alcanza a la mitad (unas 300 personas) se abastece con camiones provistos por Obras Sanitarias Tandil (OST), que les otorgan unos 2.500 litros de agua por semana (Figura 2). En algunos casos los habitantes compran agua mineral envasada para ciertos usos, como bebida y preparación de alimentos, o transportan agua de la red municipal de la ciudad en bidones.
Si bien existen residentes desde hace tiempo, los procesos de urbanización descritos agudizaron las posibilidades de obtener agua subterránea en todo el barrio.
Como manifestó en una entrevista en 2014 el presidente de la asociación vecinal: “El reclamo empezó hace más de 20 años, cuando estaba de Intendente Pizzorno. Ahí empezamos, cuando se hizo la primera reunión en el barrio. Promesas nunca faltaron, pero bueno, esa fue la primera vez que se hizo algo organizado. Después se hicieron reclamos por separado, intenciones de vecinos de que se haga algo… pero siempre reclamos por separado”… En algún momento reclamábamos o salíamos al centro a hacer panfleteadas, o nos movíamos de alguna forma, los periodistas nos preguntaban y cada uno contaba su versión. Entonces dijimos, organicemos esto porque nos van a hacer pedazos en tres días”.
En enero de 2010 un grupo de vecinos conformó la comisión vecinal para reclamar ante el municipio múltiples requerimientos, entre los que se destaca el reclamo por aprovisionamiento de agua para un número creciente de viviendas (Radio Tandil LU22, 20/01/2010). Los vecinos señalaban que si bien en el barrio eran muchas e iban van surgiendo por sectores, “estaban unidos en el pedido por el agua”.
El presidente de la asociación agrega: “A partir de agosto de 2010 el intendente no nos atendió más…. En diciembre de 2010 los vecinos empezaron a alborotarse. Y en enero de 2011 propusieron como estrategia de reclamo ir a lavar la ropa a la fuente de la plaza del centro. Entonces fueron recibidos por el Subsecretario de Obras Públicas que expresa que el principal problema para resolver el tema del agua es el costo de la obra la obra para La Elena”.
En mayo de 2011 los vecinos del barrio La Elena lograron un importante avance en su reclamo de agua potable. El municipio se sumó a las gestiones y el Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (ENOHSA) financiaría la obra tendiente a solucionar el problema de acceso al agua. No obstante, estos logros no se plasmaban en acciones concretas en pos de la provisión del servicio y en noviembre de 2012, y con la ayuda de un diputado provincial oriundo de Tandil, se avanzó jurídicamente con la presentación de un recurso de amparo ante la Justicia Nacional en lo Contencioso Administrativo Federal para que los vecinos obtuvieran una respuesta del Municipio u otro organismo nacional (Guerrero, 2013).
En diciembre de 2012 la Justicia ordenó que los vecinos de La Elena tengan agua corriente “a la mayor brevedad posible”. La resolución indicaba a:
“la Dirección de Obras Sanitarias de Tandil, al Municipio de Tandil y al Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento, que -dentro del marco del marco de sus respectivas competencias y a la mayor brevedad posible- deberán arbitrar los medios necesarios a fin de que los vecinos del barrio La Elena.” (ABC Hoy, 28/12/2012).
El ENOHSA tuvo cierta demora en el acatamiento de esta sentencia, aduciendo dificultades financieras y técnicas para dar respuesta rápida al barrio. La primera cuestión debería centrarse en estudios específicos para determinar disponibilidad de agua para el aprovisionamiento en el lugar, y en cierta forma descartar obras de transporte de agua desde los pozos del sistema de agua de red de la ciudad, varios kilómetros distantes.
A pedido del ENOHSA, en mayo de 2014, expertos del Instituto de Hidrología de Llanuras (IHLLA), dependiente de la UNICEN comenzaron a realizar estudios geofísicos para establecer si el subsuelo del paraje La Elena cuenta con acuíferos para abastecer de agua potable a la zona. Los estudios incluyeron la realización de sondeos eléctricos verticales y tomografías eléctricas, con el objetivo de identificar la o las zonas más favorables para la realización de perforaciones. Por su parte, Luis Albornoz, titular de la Comisión Vecinal de La Elena, remarcó que se encontraba muy satisfecho de que comenzaran estas tareas, tras años de gestiones, viajes y recolecciones de firmas, para atender la demanda de todo el paraje (ABC Hoy, 15/5/2014).
En julio de 2014 finalizaron los estudios geofísicos, y el IHLLA recomendó una zona favorable para la realización de perforaciones de exploración en las cercanías del barrio, a partir de las cuales se podrá determinar el caudal y la calidad del recurso. Aunque la decisión de efectuar dichas perforaciones, así como los costos asociados, corresponde al ENOHSA (ABC Hoy, 21/07/2014).
Por su parte, el titular de la Comisión Vecinal de La Elena, en la lucha por conseguir el agua potable, remarcó que estaba “muy contento” de que comenzaran estas tareas, tras años de gestiones, viajes y recolecciones de firmas, para atender la demanda de todo el paraje (ABC Hoy, 15/5/2014).
Un mes más tarde, en junio 2014 Albornoz manifestaba su preocupación por la demora en los resultados de los estudios y señalo:
“la impotencia es muy grande, ante la falta de novedades sobre la existencia de agua, los tiempos no se han cumplido…” estamos todos preocupados acá, el tiempo pasa, y mientras tanto nuestros vecinos siguen tomando agua de los tachos que les deja el aguatero. La situación es así: hay vecinos que el aguatero les deja agua den tambores de 200 litros de chapa, a la orilla de la calle, de ahí toman agua. El otro día la hija de una de mis vecinas me dijo ’no podemos comprar agua mineral’, y es la realidad de cada familia” (ABC hoy 11/09/2014).
En octubre 2014 se produjo la exploración en La Elena y se encontró agua en el primer pozo perforado. Restaba en aquel momento conocer qué cantidad y qué calidad de agua se dispone en el lugar. En aquel momento, Luis Albornoz, presidente de la Comisión Vecinal, admitió:
“estamos muy ilusionados… por lo que estamos viendo, creo que sí, ahora viene la otra etapa que es hacer los pozos de explotación, una vez que sepamos dónde hacerlo, si es acá, vamos a usar este mismo pozo seguro, nada más que se agranda el diámetro, y después hay que pensar ya en la red de distribución” (El Eco de Tandil, 01/10/2014).
También contó que fueron al Concejo Deliberante a pedir el uso de este espacio público para poder hacer estos pozos, y tuvieron el apoyo unánime de todos los concejales. Por último, aseguró a sus vecinos que:
“seguimos buscando agua y nos sentimos muy orgullosos de los vecinos que tenemos porque cuando los precisamos están y nos acompañan, como en el caso del Concejo del otro día” (El Eco de Tandil, 01/10/2014).
Con el informe completo del ENOHSA, la comisión vecinal de La Elena se acercó al Municipio para buscar apoyo para el desarrollo de la obra de agua, confirmado tras el pozo de exploración realizado que hay cantidad y calidad de agua suficiente para avanzar en el proceso de aprovisionamiento (Figuras 3 y 4). “Se hizo una perforación de 50 metros y se encontró agua, luego se hizo un bombeo para ver qué cantidad de agua había y es buena -según el ENOHSA-, y Bromatología, en su estudio del agua, determina que es agua potable” (El Eco de Tandil, 30/10/2014).
Desde el municipio, el secretario de Obras Publicas especificó que “lo que hay que hacer desde la perforación es construir un tanque de distribución, hacer una cañería de impulsión desde los pozos hasta el tanque de distribución y a partir de ahí armar toda la cañería domiciliaria que lleve el agua a cada una de las casas” (El Eco digital, 30/10/2014).
El Gobierno local contribuirá con parte de la obra, pero el secretario de Obras Públicas aclaró que “obviamente habrá que ver si El ENOHSA puede financiar otra parte,… y no nos olvidemos que hay que construir una red domiciliaria que, a mi juicio, tiene que estar a cargo de los vecinos frentistas, como cualquier otra red que se hace” (El Eco digital 9/12/2014).
El presidente de la asociación señaló en una entrevista en 2014 con los autores “El reclamo por el agua va a terminar cuando abramos la canilla y salga agua”...“por un lado, en la ciudad se derrocha y se despilfarra el recurso, y a nosotros nos quieren arreglar con el camión aguatero”.
Los límites temporales del caso se establecieron a partir de la utilización del método narrativo, una estrategia que permite organizar la estructura de un caso a partir de la selección y jerarquización de los diferentes eventos que lo componen, las relaciones entre ellos y su relevancia para generar y responder preguntas de investigación (Abbot, 2001, Merlinsky, 2013).
Se observan tres momentos en la lucha local por acceso al agua: eventos anteriores, eventos contemporáneos y eventos posteriores. Estos momentos se sintetizan en forma gráfica y con una línea temporal permitiendo explicar en forma simplificada, pero dinámica el fenómeno bajo análisis (Figura 5).
Como ha sido señalado, el espacio es el escenario o sitio de la acción colectiva, y es el motivo o la causa, así como el instrumento o herramienta de los actores para dar a conocer al mundo sus problemas frente a otros actores (Uribe Castro y Ramírez Arcila, 2014). En el caso bajo análisis ese escenario en términos generales es la ciudad en su conjunto donde se han producido diferentes tipos de movilizaciones con cierta continuidad en el tiempo, y sus reclamos en diferentes ámbitos del gobierno local, incluso a nivel provincial (ENOHSA) y nacional (ANSES) 2, han sido difundidos en los medios de comunicación locales.
El conflicto del barrio La Elena se inscribe territorialmente en una construcción social cargada de sentidos, pertenencia, historia común e identidad, denominada “barrio”. En él participan un grupo de vecinos auto-organizados en pos de mejorar sus condiciones en general y acceder al agua en particular. Sin embargo, el reclamo se inscribe en un espacio/territorio más amplio -la ciudad, la provincia; la nación- e involucra una diversidad de actores e intereses, como se detalla en el cuadro 2.
En cuanto al rol de los diferentes actores implicados y del Estado en particular, cabe señalar diferencias al interior del gobierno local y el provincial. En particular el municipio, intentando conciliar los intereses particulares de los otros actores en conflicto, por momentos con actuaciones y discursos ambivalentes, dependiendo del contexto político local y provincial. La provincia, empleando políticamente las acciones desarrolladas en relación a la protección de las sierras. Otros partidos políticos opositores al gobierno local (Unión Cívica Radical) aprovechan el momento para acompañar los reclamos en la provincia y la nación que son gobernadas por el mismo signo político que su partido (Frente para la Victoria).
Por otra parte, no se conocen interacciones entre la comisión vecinal y otras ONG ambientalistas locales o nacionales. Si bien los recursos implicados en general podrían ser comunes –las sierras, la cuenca- en los discursos y estrategias empleadas no se han identificado/relevado intercambios entre los reclamos de acceso al agua y preservación del paisaje protegido (Guerrero et al., 2012).
Los estudios de caso aportan herramientas de análisis al entendimiento de procesos de construcción de subjetividad en las interacciones cotidianas de diferentes actores individuales y colectivos.
Además, el estudio de conflictos ambientales permite focalizar la atención en procesos de carácter abierto e indeterminado, y permite el recurso de establecer una estructura narrativa (Abbot, 2001) constituyéndose en una herramienta valiosa para definir los límites temporales de los casos, identificar eventos significativos, mutuas relaciones y la posible conexión con otros eventos de carácter global. Permite identificar aquellos procesos sociales de mediano y largo plazo que explican la apropiación desigual de los recursos naturales.
Este caso en particular pone en evidencia un conflicto local de desigualdad en el acceso a derechos básicos –agua-, y un proceso de organización –productividad del conflicto- basado en el desarrollo de una serie de estrategias de empoderamiento. Entre ellas se reconocen: la continuidad en el tiempo del reclamo, las acciones y actuaciones tendientes a mejorar la “visibilidad” del conflicto y el uso de los medios de comunicación locales, la juridificación junto con decisiones políticas estratégicas para el conflicto, acciones que parecen estar contribuyendo a la resolución del problema en el corto y mediano plazo.
En relación a la fortaleza del caso como instrumento heurístico como en Merlinsky (2013) el caso La Elena posee elementos comunes a ser aplicados a casos de inequidades en el acceso a recursos y los conflictos socioambientales asociados que cada vez son más abundantes en la literatura contemporánea latinoamericana e internacional.
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2 Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES)
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