Viviana Silvia RodrÃguez Jiménez (CV)
Licenciada en Ciencias Farmacéuticas. Profesor Instructor
Ana Elena RodrÃguez Cadalso
Licenciada en Ciencias Farmacéuticas. Profesor Instructor
Roberto Carlos Zerquera Téllez (CV)
Licenciado en TecnologÃa de la Salud, Perfil Servicios Farmacéuticos. Profesor Instructor
rctellez@sumt.ssp.sld.cu
RESUMEN
Se realizó una búsqueda bibliográfica con el objetivo de profundizar en la importancia de la ética y la bioética en la formación del profesional farmacéutico, abordándose aspectos relacionados con la historia de la ética de la profesión transitando desde la antigüedad hasta la época actual, tanto en el mundo como en Cuba, exponiendo los principios en los que se basa el Código de Ética Farmacéutica. Se destacó la importancia que reviste la inclusión del estudio de esta disciplina en la formación de profesionales de los Servicios Farmacéuticos puesto que los mismos conforman junto al médico y la enfermera uno de los pilares fundamentales en el equipo de salud. También se analizó la responsabilidad de la Universidad actual con la incorporación de los elementos de la Bioética en la educación posgraduada, la investigación y la innovación tecnológica, lo cual les permitirá a los profesionales participar en el debate contemporáneo y cumplir a plenitud sus obligaciones y responsabilidades sociales.
INTRODUCCION
Cada sociedad, con el grado de desarrollo económico y social alcanzado en un momento determinado, su historia, su cultura, sus tradiciones y costumbres, construye su propio sistema de valores morales y, a partir de ese sistema de valores establece sus normas de regulación de las conductas morales, es decir, la ética general de la sociedad.
Al propio tiempo, la sociedad reclama de las profesiones mas connotadas- por su grado de vinculación directa con el valor fundamental de la sociedad, que es el propio hombre- el cumplimiento de las normas generales de conducta moral de la sociedad y, además, les exige que establezcan normas particulares del ejercicio profesional. Estas normas particulares de conducta moral profesional constituyen el objeto de estudio de la ética profesional.
De esta forma, las profesiones de mayor connotación social realizan adecuaciones de los principios de la ética general, es decir, de la ética a nivel de la sociedad del país en cuestión, y la vinculan a las características particulares de cada una de ellas. Así la ética médica es una manifestación de los patrones morales de la sociedad, aplicados, con las adecuaciones pertinentes, al ejercicio de la medicina. En la actualidad se hace extensiva a todas las profesiones de la salud. En los preceptos de la ética médica encuentran reflejo las dificultades y los problemas de la práctica actual para proteger la salud pública. Su norma axial se expresa en forma negativa: no dañar.
La existencia de la moral profesional en la sociedad es consecuencia de la división profesional del trabajo establecida históricamente. En algunos casos, para ello se necesitaron códigos especiales, “Juramentos “capaces de sostener el prestigio moral de los grupos profesionales en la sociedad.
En sentido general, en todos los códigos éticos de las distintas organizaciones de profesionales de la salud, en el mundo entero, aparecen aspectos relativos a cuestiones profesionales, tales como la práctica, la competencia y las relaciones con los colaboradores, condiciones de empleo, propósito de la profesión y conducta personal, responsabilidad de desarrollar conocimientos y normas para la profesión, y el papel y la responsabilidad en la delegación de funciones a otros.
En el caso de Cuba, con la desaparición de los Colegios profesionales al triunfo de la Revolución, fueron también abolidos sus respectivos Códigos, puesto que estaban impregnados de los valores morales de la antigua sociedad. A partir de 1983, fueron discutidos y aprobados por todos los trabajadores del sector los “Principios de la Ética Medica”, los que están actualmente vigentes.
Un poco mas tarde, con la implantación del nuevo Modelo de Atención Primaria, el médico y la enfermera de la familia, se aprobó el Código de Honor del Médico de la familia. En el momento actual, la Comisión Nacional de Ética Medica esta proponiendo la elaboración de Códigos Éticos por cada una de las profesiones mas connotadas( médicos , enfermeras psicólogos y tecnólogos).
De los debates alrededor de estos temas tan importantes ha surgido la necesidad de reforzar la identidad profesional y para ello resulta imprescindible que los profesionales de la salud conozcan el pasado de la profesión, para que puedan comprender cómo y por qué este presente es el que es, y no otro. Conocer los orígenes de la profesión a través de la historia refuerza la autoestima de los profesionales de la salud, es decir, rescata el “orgullo profesional “, y al propio tiempo les alerta de los errores ya cometidos en el pasado y que pueden ser superados.
Estudiar la historia de la especialidad profesional puede contribuir, de manera decisiva, a la identidad profesional, pero ello solo no basta, resulta necesario, como requisito indispensable, la inclusión de la ética, como disciplina académica, en la formación de estos profesionales. Pero lo más importante, la educación moral como experiencia práctica, formativa, y en esta gran tarea están incorporados la mayor parte de los docentes, en todas las áreas de trabajo. (1)
La Educación Médica Superior en Cuba cuenta con una tradición en la formación de profesionales universitarios médicos, estomatólogos, pero en el caso de los profesionales de la salud para los Servicios Farmacéuticos, se asocia a la formación de doctores, en formación – antes del 59 – y la licenciatura en Ciencias Farmacéuticas -después del 59 asociadas a los planes de estudio del Ministerio de Educación Superior. En esta última las limitadas matrículas estaban sustentadas en los sistemas de formación de auxiliares y técnicos que cubrían las demandas de estos servicios en las instituciones creadas por la Revolución.
El cambio conceptual de la atención primaria y las proyecciones de un sistema de salud más integral amplió los servicios farmacéuticos y determinó nuevas demandas a este profesional lo cual contribuyó a que en el curso 2003-2004 se incluyera la Licenciatura en Tecnología de la Salud en el perfil Servicios Farmacéuticos adscriptas a los centros de Educación Médica.
El nuevo modelo pedagógico precisa el propósito de la formación de un profesional dentro del propio medio donde ejercerá después, con un mayor sentido de pertenencia y conocimiento de dicho servicio, mediante un plan de estudios que les proporciona todos los conocimientos hábitos y aptitudes necesarios para el ejercicio de su profesión, dichos planes se han concebido para lograr un salto cuanti-cualitativo en la calidad de los servicios farmacéuticos y dar solución a un grupo de problemas existentes en el servicio que no son solubles por la carencia que existía de este recurso humano.
El proceso asistencial al paciente engloba el tratamiento farmacológico y la cadena de procesos que constituyen el manejo de medicamentos; su objetivo es garantizar la eficiencia terapéutica. El farmacéutico, desde la asunción de la Atención Farmacéutica, está comprometido con este objetivo y con la efectividad, seguridad y calidad de vida del paciente relacionada con la salud.
En particular, la formación del Licenciado en Tecnología de la Salud en el perfil Servicios Farmacéuticos, prepara un profesional con la misión de la práctica farmacéutica, consistente en suministrar medicamentos y otros productos y servicios para el cuidado de la salud y ayudar al individuo y a la sociedad para emplearlos de la mejor manera posible.
En la fundamentación de la Carrera Licenciatura en Tecnología de la Salud, Perfil Servicios Farmacéuticos, existen dos aspectos que confluyen al precisar los Problemas Profesionales a Resolver; por un lado “La Atención Farmacéutica” y por otro la “Dispensación de los Medicamentos”. Estas también se declaran en las funciones del perfil de salida del Licenciado (Perfil Ocupacional o Perfil del Profesional), lo cual destaca la implicación de estas en el proceso formativo y su relación con las actividades a desarrollar por este profesional; también las acciones antes mencionadas son a la vez funciones en las que se debe desempeñar el técnico medio.
En el plan de estudio del perfil se incluye la asignatura Servicios Farmacéuticos perteneciente a la disciplina del mismo nombre, la cual es la disciplina rectora. Esta se imparte en los diez semestres de la carrera. En esta asignatura el estudiante recibe desde el primer año la historia de la Farmacia universal y en Cuba. También recibe temas relacionados con la atención farmacéutica y la dispensación de medicamentos a la población, donde el estudiante debe familiarizarse con los aspectos éticos a tener en cuenta a la hora de realizar estas funciones, además en el octavo semestre recibe la asignatura Ética y Bioética. Todos estos contenidos lo preparan para su futuro desempeño profesional en los diferentes servicios.
Por todo lo antes expuesto se decidió realizar una búsqueda bibliográfica con el objetivo de profundizar en la importancia de la ética y la bioética en la formación del profesional farmacéutico.
DESARROLLO
La búsqueda para la elaboración en forma sistemática de una estructura ética para la civilización occidental comenzó con Sócrates hace más de 2000 años. El abordó la ética como una ciencia, es decir como estando”…gobernada por principios de validez universal, de modo que lo que era bueno para uno era bueno para todos y el deber de mi vecino era también mi deber”. La aceptación de este enfoque socrático ha resultado gravoso, la humanidad no se adhiere universalmente ni siquiera a un principio ético.
Ningún conjunto de principios éticos, sin importar cuan cuidadosamente hayan sido elaborados, puede proporcionar a cada profesional una guía para cada decisión en cuanto a los clientes, sus pares o la sociedad.
La ética profesional establece un modelo de conducta que los clientes llegan a esperar por parte de los miembros de la profesión. Suponiendo que el papel de un código de ética profesional fuera establecer un modelo de conducta entre los miembros de la profesión, la solidez de la conducta debe resultar evidente para los clientes de una profesión. Una vez que los clientes perciben un patrón de conducta sólido, esperan que esa conducta sea constante. Sus expectativas pasan a formar parte de la relación que establecen con el profesional.
Para comprender mejor el papel y la necesidad de la ética de las profesiones, en primer lugar se debe echar una mirada a las características de las profesiones.
El primer grupo de características profesionales consiste en la existencia de un conjunto especializado de conocimientos, cuya posesión y utilización permite al profesional desempeñar una función social sumamente útil. Este grupo de características profesionales se relaciona con la ética en cuanto a que una función muy importante de la ética de la profesión consiste en aumentar el valor social de dicha profesión por medio de la estimulación del desarrollo, la adquisición y el uso apropiado de los conocimientos especializados de la profesión.
El segundo grupo de características profesionales consiste en la posesión de un conjunto de actitudes que influyen en su conducta profesional. El componente básico de este conjunto de actitudes es el altruismo, la preocupación carente de egoísmo por el bienestar de otros.
Lo que podría considerarse como un tercer grupo de características profesionales, si bien en realidad son el efecto resultante de los dos grupos previamente analizados, es la aprobación social. Esto se consigue a través de la fidelidad por parte de los profesionales a los preceptos éticos, los cuales impulsan mejoras cualitativas en, por ejemplo, la ejecución del papel social de los farmacéuticos.
Un juramento de lealtad y un código de ética constituyen las declaraciones formales de ética de la mayoría de las profesiones. El farmacéutico jura hacer del “bienestar de la humanidad” y “el alivio del sufrimiento humano” sus inquietudes primarias. Esto implica un compromiso individual con el paciente y un compromiso colectivo con la sociedad.
El Tratado más antiguo de Deontología Médico Farmacéutica es el Juramento de Hipócrates, pero será la Carta Magna de la Farmacia, dictada por Federico II en 1241 que disponía la separación oficial entre Medicina y Farmacia, la que contendría las primeras normas deontológicas para el profesional farmacéutico.
El primer código de ética para los farmacéuticos fue adoptado en los Estados Unidos en 1848 por el Philadelphia College of Pharmacy. Este fue revisado en 1922,1969 y 1993.
En 1958, la Asamblea de la Federación Farmacéutica Internacional, celebrada en Bruselas, aprobó un Código Deontológico, revisado en la Asamblea que tuvo lugar en Copenhague en 1960. En 1966, la Agrupación Farmacéutica de la Comunidad Económica Europea aprobó así mismo un Código Deontológico en su Libro Blanco, aprobado en Luxemburgo en 1990 en su Asamblea General, se recomienda a las Asociaciones Farmacéuticas de los diferentes países la confección de un Código Deontológico Nacional.
En 1984 la Asamblea de la Federación Farmacéutica Internacional que tuvo lugar en Budapest, a propuesta de su Vicepresidente Frank Arnal, propuso los Principios básicos de un Código de Ética Farmacéutica considerando los cambios importantes que había experimentado la Farmacia en los últimos 30 años. Dichos principios básicos fueron oficialmente adoptados en la Asamblea de Sydney de 1989 y modificados en la Asamblea de Vancouver de 1997.
Con el Código de Ética Farmacéutica se fundamenta la validez de los valores morales dando sentido al ejercicio profesional del farmacéutico en la sociedad actual, sociedad compleja debido a los cambios profesionales y a los avances científicos y tecnológicos que se han producido en los últimos años. Ello determina que en el ejercicio de la profesión farmacéutica surjan conflictos cuya resolución en muchos casos supone un reto para la conciencia del farmacéutico que ha de contemplar la dimensión humana del paciente, de las clases sanitarias y de la sociedad en general. (2).
CODIGO DE ETICA FARMACEUTICA
Los farmacéuticos son profesionales de la salud que ayudan a las personas a hacer el mejor uso de los medicamentos. Este código tiene el propósito de exponer los principios que constituyen las bases fundamentales de las funciones y las responsabilidades de los farmacéuticos. Estos principios, que se basan en obligaciones y virtudes morales, se establecen para guiar a los farmacéuticos en sus relaciones con los pacientes, con otros profesionales de la salud y con la sociedad.
1-El farmacéutico respeta la relación de convenio entre el paciente y el farmacéutico:
Considerar la relación medico-paciente como un convenio significa que el farmacéutico tiene obligaciones morales en respuesta al acto de confianza recibido de la sociedad. A cambio de este acto, el farmacéutico promete ayudar a los individuos a lograr el beneficio óptimo de sus medicamentos, se compromete con su bienestar y a mantener su confianza.
2-El farmacéutico promueve el bien de cada paciente en forma solicita, compasiva y confidencial.
El farmacéutico pone la preocupación por el bienestar del paciente en el centro de la práctica profesional. De esta forma, considera las necesidades expresadas por el paciente así como aquellas definidas por las ciencias de la salud. Está dedicado a proteger la dignidad del paciente. Con actitud solicita y espíritu compasivo, se centra en servir al paciente en una forma privada y confidencial.
3-El farmacéutico respeta la autonomía y la dignidad de cada paciente.
El farmacéutico promueve el derecho a la autodeterminación y reconoce la autovaloración individual por medio de la estimulación de los pacientes para que participen en decisiones en cuanto a su salud. Se comunica con los pacientes en términos que sean comprensibles. En todos los casos respeta las diferencias personales y culturales de los pacientes.
4-El farmacéutico actúa con honestidad e integridad en las relaciones profesionales:
El farmacéutico tiene el deber de decir la verdad y de actuar con convicción de conciencia. Evita las prácticas discriminatorias, la conducta o las condiciones de trabajo que alteran el criterio profesional y las acciones que comprometen la dedicación a los mejores intereses de los pacientes.
5-El farmacéutico mantiene la competencia profesional:
El farmacéutico tiene el deber de mantener los conocimientos y las capacidades a medida que aparecen nuevos medicamentos, dispositivos y tecnologías y a medida que avanza la información sobre la salud.
6-El farmacéutico respeta los valores y capacidades de los colegas y otros profesionales de la salud:
Cuando sea apropiado el farmacéutico pide la interconsulta con colegas u otros profesionales de la salud o deriva al paciente. Acepta que los colegas y otros profesionales de la salud puedan tener creencias y valores diferentes para aplicar en la atención de los pacientes.
7-El farmacéutico atienda necesidades individuales, comunitarias y sociales.
La principal obligación del farmacéutico es para con los pacientes individuales. Sin embargo, algunas veces las obligaciones del farmacéutico pueden extenderse, más allá del individuo, a la comunidad y la sociedad. En estas situaciones, debe reconocer las responsabilidades que acompañan a estas obligaciones y actuar en consecuencia.
8- El farmacéutico procura justicia en la distribución de los recursos de la salud:
Cuando se distribuyen los recursos para la salud, es justo e imparcial, equilibrando las necesidades de los pacientes y la sociedad. (2)
El mundo farmacéutico y sus tendencias actuales
Los medicamentos son utilizados de forma masiva tanto por los médicos como por la población en aquellas regiones del mundo donde se ha alcanzado accesibilidad a ellos. Es un bien de consumo no sólo costoso sino peligroso; su uso irracional y excesivo es una práctica extendida con independencia del poder adquisitivo de los individuos.
Son los medicamentos las sustancias terapéuticas de mayor valoración por el mundo contemporáneo, aunque han constituido dimensiones culturales de la medicina tan antigua como la humanidad.
No obstante, ninguna de las epidemias que azotaron a la humanidad fue resuelta por el uso de medicamentos. Se puede inferir que el mecanismo causal de las enfermedades tiene determinantes económicas, sociales, ecológicas y culturales, lo que evidencia que el desarrollo humano ha elevado más la esperanza de vida que las acciones de la medicina y los medicamentos.
Todo ello explica que muchos sectores de la población han comenzado a comprender el valor de los estilos de vida saludables, como hábitos alimentarios higiénicos, práctica de ejercicios, no consumo de alcohol y tabaco y el control del estrés, que son muy importantes para la salud individual y colectiva. Sus cambios positivos están relacionados también con acciones sociales como la solidaridad, el entorno ambiental y la erradicación de la pobreza.
A pesar de lo anterior, se sigue hiperbolizando el efecto de la medicina moderna atribuida al uso de medicamentos y no se comprende el bienestar y la calidad de vida sin analgésicos, antiinflamatorios, antiácidos, con independencia de su efecto “silencioso” que no aparece en las estadísticas de morbilidad y mortalidad.
Debe además señalarse que dos tercios del gasto en salud en los países están implicados en el consumo de bienes y servicios terapéuticos, producidos por un poderoso complejo industrial con enormes ganancias. Esta industria mundialmente consume una parte importante del esfuerzo económico de las sociedades (entre el 6 y 14% del PBI). La necesidad de políticas farmacéuticas adecuadas capaces de encontrar el equilibrio entre calidad y equidad de acceso a los medicamentos, evitaría afectaciones del bienestar de una sociedad tanto en el orden social como económico.
En las últimas cuatro décadas se ha puesto de manifiesto un importante conflicto sanitario: los mercados no protegen debidamente a los consumidores de medicamentos. Desde la catástrofe de la Talidomida hasta el presente, se han producido problemas con el uso de los medicamentos que van desde la inaccesibilidad a un bien indispensable, hasta los inconvenientes generados por un uso excesivo e indicaciones incorrectas.
Alternativas como la Lista de Medicamentos Esenciales y la utilización de genéricos, están convirtiéndose en una preocupación de la poderosa industria farmacéutica.
En la cultura contemporánea, se perciben los medicamentos como representante de la empresa terapéutica convertidos en la actualidad en objetos de “vigilancia especial” cuya valoración responde a su eficacia, riesgo/beneficio y costo/beneficio.
La posibilidad en la práctica médica de ser utilizados incorrectamente y su alta potencialidad de modificar funciones fisiológicas y bioquímicas, hacen mayores los efectos iatrogénicos, lo cual exige control social en los procesos de producción, comercialización y utilización. (3)
Dentro de los profesionales de la salud, el farmacéutico debe ser uno de los pilares fundamentales en el equipo de salud junto al médico y la enfermera, con su presencia y activa participación en el enfoque multidisciplinario de la atención a la salud de las personas.
Entre sus funciones en los servicios farmacéuticos se encuentra, la dispensación como principal función, independientemente de otras (administración, fabricación, suministro de medicamentos, etcétera).
Por su formación y preparación son funciones inherentes al farmacéutico las referidas al registro y regulación de medicamentos; están dentro de sus responsabilidades las exigencias de normas y control de los productos (inocuidad y eficacia probadas).
Además este profesional en su responsabilidad con la salud, tanto en los establecimientos de farmacia como en la comunidad, deberá procurar el bienestar de los pacientes. Su amplio conocimiento sobre las propiedades y manejo de los medicamentos lo aproximan tanto al médico, como a los pacientes en la comunidad; en el primer caso, como fuente de información de alternativas terapéuticas y sus consecuencias, y en el segundo caso, no solo como dispensadores, sino por la información de todo lo relacionado con la salud y la utilización de medicamentos.
Todo ello explica que en la formación del farmacéutico, se requieran conocimientos de las ciencias farmacéuticas junto a los que se deben introducir tempranamente, temas del ejercicio de la profesión tales como ciencias del comportamiento, técnicas de comunicación y educación, etcétera.
Tanto el conocimiento de aquellos principios generales del uso racional de medicamentos con recomendaciones a médicos y pacientes, la supervisión de las recetas, notificación de reacciones adversas a los medicamentos e interacciones medicamentosas son también de su responsabilidad.
El desarrollo científico-tecnológico producido en las últimas décadas, no solo ha abierto infinitas posibilidades al mejoramiento de la atención de la salud, sino que también, le ha dado al hombre un enorme poder sobre la naturaleza humana que no bien orientado y utilizado, puede dañarla con consecuencias imprevisibles. Aquí está el fundamento de la necesidad de la incorporación de la Bioética como disciplina en la formación de este profesional, por considerarlo como un puente de unión entre las ciencias farmacéuticas y los valores humanos. (4).
NECESIDAD DE LA BIOETICA EN LA FORMACION DEL PROFESIONAL FARMACEUTICO
Llama la atención notablemente el hecho de la escasez de personal farmacéutico con formación bioética, lo cual constituye una preocupación de organismos internacionales que tienen que ver con el cuidado de la salud como la OMS y la OPS.
También resulta muy significativo que la poderosa industria farmacéutica no se proponga dedicar dentro de sus cuantiosas ganancias, recursos para el desarrollo de programas que proporcionen la formación y desarrollo bioético de estos profesionales.
En relación con lo anteriormente señalado, se considera que cobra mayor peso la función que deben desempeñar las universidades en la preparación y formación de estos profesionales, ya que las universidades no deben tener en cuenta sólo las necesidades del presente, sino su responsabilidad casi exclusiva en considerar las demandas futuras.
La función de las universidades en la formación académica y educación moral de los profesionales farmacéuticos, así como su creciente responsabilidad con la educación posgraduada y la investigación científica e innovación tecnológica, exigen incorporar a sus contenidos elementos de la bioética que les permitan participar en el debate contemporáneo y cumplir a plenitud sus obligaciones y responsabilidades sociales. (4)
La función docente de la Universidad es contribuir a formar recursos humanos competentes que respalden las demandas sociales en 3 grandes vertientes: cultural para fortalecer la identidad nacional; política, que implica entrenar a los educandos en la participación democrática en la vida política y económica para impulsar el logro de un mundo productivo y el aporte científico para el desarrollo.
Pero los docentes y educandos de la Universidad son, ante todo, seres humanos que viven en sociedad. Ellos también están enfrentados al peligro mediato del desastre ecológico para la supervivencia del hombre, que afecta a la humanidad en su conjunto, sin distinción alguna. Sin embargo, la inmediatez de los estragos que produce a millones de seres, que forman parte de esa gran humanidad, la injusticia social -con su enorme secuela de pobreza, hambre y enfermedades- no es una amenaza sino una terrible realidad.
La única alternativa posible, como forma de contribuir al salvamento de la civilización del tercer milenio, radica en el enfrentamiento de la ética de la solidaridad social a la ética del egoísmo. Esta necesidad de búsqueda de una alternativa justa e inteligente, que permita la salvación no sólo de las actuales generaciones sino de las venideras, entraña otra: la de formación de valores en todos los niveles de la educación, muy especialmente en el nivel universitario, por la proximidad de sus egresados a fungir como actores sociales de cambio en sus respectivas realidades socio-históricas.
En el caso de la Universidad médica cubana, aunque no se confronta este problema al nivel social, no quiere decir que no existan casos aislados de egoísmo y poco comprometimiento social, por lo que resulta necesario el traer nuevamente, al nivel protagónico los aspectos educativos, particularmente los relativos a la moral profesional. A partir de la reforma de la enseñanza, ocurrida en los primeros años del triunfo de la Revolución cubana, en que el diseño curricular sufrió ostensibles modificaciones y se atemperó a las nuevas necesidades surgidas como consecuencia del impetuoso avance de la ciencia y la técnica, especialmente en el campo de las ciencias biomédicas, las disciplinas humanísticas descendieron en la escala de valores. En tal sentido se argumentó que la nueva ética social impregnaba con tanta fuerza el curriculum invisible de los futuros egresados de las ciencias médicas, que no era necesario utilizar tiempo curricular para su enseñanza.
La historia de la especialidad se dejó de impartir a mediados de los años sesenta del siglo anterior por razones puramente coyunturales. Entonces se pensaba que en cada disciplina y asignatura se podían impartir los conocimientos básicos indispensables acerca de su desarrollo histórico, cuestión que sólo fue asumida por un insignificante número de asignaturas. Ello motivó que a mediados de los años ochenta se retomara su enseñanza, pero en forma extracurricular. (5)
Al inicio del siglo XXI la Universidad médica cubana se puede sentir orgullosa del nivel de preparación científico-técnica de sus egresados. El método fundamental de enseñanza, basado en la solución de problemas y la educación en el trabajo como forma fundamental de organización de la enseñanza, que utiliza como escenarios docentes los propios del Sistema Nacional de Salud en los cuales se desempeñan los profesionales graduados, hace que los estudiantes se puedan apropiar del sistema de conocimientos y habilidades necesarios y suficientes para lograr la competencia y el desempeño como futuros profesionales, tal y como se ha evidenciado a lo largo de estos últimos cuarenta años.
Las relaciones del educador con los educandos no se pueden fundar, de una parte, en el escamoteo de la verdad concerniente a la índole política de la educación y, de otra parte, en la afirmación de la mentira de su neutralidad. No puede haber camino más ético, más verdaderamente democrático, que revelar a los educandos por qué luchamos y darles a mismo tiempo pruebas concretas e irrefutables de que respetamos sus preferencias aunque sean opuestas a las nuestras. En la lucha de las ideas, los profesores cubanos no pretendemos vencer con la imposición sino con los argumentos que esclarezcan dudas, fundamenten posiciones de principios, persuadan a los equivocados y refuercen las convicciones de los que comparten nuestros sentimientos de identidad nacional y profesional.
No habría ejercicio ético democrático, si la educación pretendiera ser neutra, si hiciera caso omiso de la existencia de ideologías, políticas y clases sociales. La práctica educativa, la formación de los jóvenes implica enseñarles a realizar opciones y tomar decisiones en favor de un sueño y contra otro; en favor de las ideas y acciones de unos y en contra de las ideas y acciones de otros. Y es precisamente el imperativo de desarrollar en los educandos esas habilidades intelectuales el que exige la eticidad del educador y le impone la coherencia entre el discurso y la práctica.
Es inaceptable el discurso bien articulado que defiende el derecho a ser diferente y una práctica que niega ese derecho. Esta es la razón por la cual, en la educación médica cubana, se exige de los educadores que sean ejemplo de respeto al otro, con todas sus posibles diferencias incluidas. Esa es la herencia de la ética martiana, de la que la sociedad cubana actual se erige en depositaria. (5)
El sistema de salud cubano demanda en sus servicios farmacéuticos de un profesional con un gran dominio de los aspectos farmacológicos y fármaco-terapéuticos de los medicamentos, capaz de interpretar problemas relacionados con estos pero a la vez poseedor de gran capacidad de comunicación, psicología para interrelacionarse con pacientes , familiares y con los restantes miembros del equipo de salud, con un profundo sentido de pertenencia en el servicio y una actitud ética encomiable para comprender y brindar argumentos sobre determinados problemas de los servicios farmacéuticos.
BIBLIOGRAFIA ACOTADA
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
ANEXO
JURAMENTO DEL FARMACEUTICO
En este momento, juro dedicar mi vida profesional al servicio de la Humanidad a través de la profesión de farmacia. Habré de considerar como mis preocupaciones primarias el bienestar de la Humanidad y el alivio del sufrimiento humano. Haré uso de mis conocimientos y habilidades en la medida de mi capacidad para servir al público y a otros profesionales de la salud.
Haré todo lo posible para estar al tanto de los desarrollos y mantener la competencia profesional en mi profesión de Farmacia. Obedeceré las leyes que rigen la práctica de la Farmacia y daré cumplimiento al respaldo de tales leyes. Mantendré los niveles más altos de conducta moral y ética. Hago este juramento voluntariamente con plena conciencia de la confianza y la responsabilidad con los cuales soy habilitado por el público.
(Asociación Americana de Colegios de Farmacia).
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Los autores interesados deben enviar sus textos en formato DOC a: lisette@eumed.net junto a un resumen actualizado de su CV.
Director |
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