Miriam Gaínza Gaínza
mgainza@ucp.sc.rimed.cu
Armando Paz Aguilera
armando.paz@ucp.sc.rimed.cu
Profesores de la Universidad de Ciencias Pedagógicas ¨Frank País García¨,
Cuba
Este artículo revela, en el contexto de las transformaciones que se realizan en la Educación Superior cubana, las características del proceso de formación de los profesionales en las universidades de ciencias pedagógicas, significando el rol de la gestión extensionista universitaria, con un enfoque histórico, sistémico y dialéctico que posibilite cualificar, modelar y determinar las relaciones esenciales y la dinámica de la interacción universidad - comunidad en el desarrollo cultural y sociocultural de los sujetos. Por consiguiente, se connota la evolución de la extensión universitaria como función de la universidad, que surgida desde el siglo XIX, se ha estado transformando bajo el imperativo del desarrollo económico y social de la humanidad.
Palabras claves: extensión universitaria pedagógica, filiales pedagógicas municipales, microuniversidades.
SUMMARY
This article reveals, in the context of the transformations that are carried out in the Cuban High Educational System, the characteristics of the process of the professionals' formation in the universities of pedagogical sciences, standing out the management of the gestion university extensionism, with a historical, systemic and dialectical focus that facilitates to qualify, to model and to determine the essential relationships and the dynamics of the university - community interaction in the cultural and sociocultural development of the fellows. Consequently, the evolution of the university extension is connoted as function of the university that arisen from the XIX century, it has been transforming under the imperative of the humanity's economic and social development.
Key words: pedagogical university extension, municipal pedagogical universities, microuniversities.
INTRODUCCIÓN
Las instituciones universitarias, presentes en el seno de la sociedad, no están ajenas a la problemática que caracteriza su entorno, lo cual las impulsa al cambio sistemático, como única forma de estar en correspondencia con la realidad de su nación, y de enfrentar los desafíos y retos que plantea el acelerado desarrollado científico y tecnológico, que influyen en todos los aspectos de la vida material y espiritual de la sociedad.
Ellas deben afrontar el reto de la universalización de los conocimientos, lograr la coherencia entre los resultados de sus acciones y los imperativos del desarrollo social, económico, científico tecnológico, cultural, ambiental y político del país y su entorno; por consiguiente, la universidad debe orientar su potencial de inteligencia, creatividad, innovación y producción con el propósito de ser mejores instituciones, más eficientes, eficaces, efectivas, alcanzar impactos significativos y una marcada pertinencia social, lo que es posible si se despliegan y adecuan todas sus actividades de docencia, investigación y extensión universitaria a las nuevas necesidades y exigencias que le plantea la sociedad.
En correspondencia con lo anterior, la Universidad pedagógica se está transformando y con ella sus procesos sustantivos; la “nueva universidad” plantea numerosos problemas conceptuales y prácticos que demandan de un redimensionamiento en sus concepciones, estructuras y métodos en función de su proyecten hacia la sociedad y asegurando su calidad y pertinencia social en las condiciones de la universalización.
La extensión universitaria como función social de la universidad, surge como consecuencia de un proceso histórico orientado a lograr la apertura y democratización de esta institución escolar y su amplia proyección social; de modo que, entendida como proceso formativo, no sólo trata de desarrollar culturalmente a la comunidad universitaria, sino también a la comunidad en la cual esta insertada, con sus propias potencialidades y necesidades; lo anterior revela la manifestación de la ley dialéctica de la relación entre la universidad y la sociedad en el proceso de desarrollo cultural.
En correspondencia con lo anterior, el proceso de extensión universitaria pedagógica requiere de los especialistas la búsqueda incesante de sus fundamentos teóricos específicos y que se clarifique su identidad teórica y metodológica; aspectos sobre los cuales se han expresado educadores, políticos, psicólogos y académicos, entre los que se destacan por los resultados en este tema: González F. M. (2001-2006); Vega García, A. (1999) y Moreno Orego, M. C. (2001); Gil Ramón González González (1991- 2002) y Aroche C .A. (2008), entre otros.
Los enfoques y explicaciones de la extensión universitaria discurren desde una insuficiente interrelación dialéctica entre los procesos sustantivos, así como lo objetivo y lo subjetivo de la praxis en las universidades pedagógicas universalizadas. La universidad pedagógica se ha caracterizado por una búsqueda constante del perfeccionamiento del proceso extensionista con la comunidad intra-universitaria, lo cual se ha manifestado en el desarrollo de acciones y estrategias en los órdenes académico, investigativo, técnico, deportivo, recreativo y artístico, que han logrado resultados eventuales; pero sin una identidad que cualifique la pertinencia del proceso, en los modos de actuación del profesional, no solo para ofrecer lo que se sabe; sino, para contribuir a mejorar la realidad sociocultural de los territorios desde su cultura profesional.
Los diagnósticos realizados demuestran que la extensión universitaria pedagógica en la etapa de universalización de la ducación Superior Pedagógica manifiesta como características más significativas las siguientes: los modelos curriculares no expresan, en su máxima riqueza, las relaciones y salidas extensionistas para lograr la eficiencia necesaria en convertir a los pedagogos en sujetos altamente competitivos en su esfera de actuación y agentes transformadores de su entorno, con una cultura profesional e integral.
La extensión pedagógica universitaria no ha logrado ubicarse al mismo nivel de los demás procesos sustantivos (docencia e investigación); la práctica actual de la extensión universitaria tiende a orientarse fundamentalmente hacia la comunidad universitaria desde la cultura artística y deportiva del movimiento estudiantil, lo que minimiza su lugar en la formación del profesional.
La aparición de nuevas figuras (tutores y profesores a tiempo parcial, los que en ocasiones convergen en la misma persona) y estructuras (filiales y microuniversidades) que enfrentan determinadas funciones, demandan de la adecuada preparación para el manejo de los mecanismos de gestión del proceso de extensión universitaria pedagógica.
Son estas las razones que justifican la necesidad de ofrecer en este artículo algunas reflexiones sobre el proceso de formación de los profesionales pedagógicos desde la extensión universitaria en el contexto de la universalización.
DESARROLLO
En este siglo XXI, las universidades enfrentan un proceso de descentralización de la educación superior, expresión de su multiplicación en los territorios, época en la cual el conocimiento, el desarrollo tecnológico y la información se convierten en los principales motores del desarrollo económico y social. Lo anterior imprime nuevos desafíos a la formación del profesional en estás instituciones, que deben transformarse en su interior para dar respuesta a las actuales exigencias que la sociedad le plantea: formar personas y profesionales con alto grado de calidad en sus conocimientos y un alto compromiso social, en sus contextos comunitarios.
Las universidades fuera de sus escenarios tradicionales, no deben ser solo espacios para cursar carreras, sino que deben desplegar todos sus procesos docencia, investigación y extensión, que la cualifican en su capacidad para preservar, promover y desarrollar la cultura en los territorios, expresión del objetivo supremo de la UNESCO: “Educación para todos durante toda la vida”. Lo anterior enuncia que la universidad cubana tiene la misión de formar profesionales que participen de manera concreta, científica y con un espíritu eminentemente revolucionario en la solución de los problemas a que se enfrentan los territorios desde su cultura propia.
Sin embargo, la rápida evolución y los cambios escenificados en el campo de los conocimientos con el desarrollo acelerado de la docencia y la tecnología ponen ante cada institución universitaria un nuevo reto , trascender la formación del profesional para penetrar en la formación del hombre como sujeto social, como actor de los cambios culturales; lo que advierte la necesidad de nuevos paradigmas o modelos que logren articular el proceso formativos universitarios (docencia, la investigación y la extensión) teniendo en cuenta los contextos relacionales sociales y culturales en que se llevan a cabo.
Al respecto Zayas (1999), desde una concepción pedagógica, reconoce la formación como el proceso totalizador cuyo función es preparar al hombre como ser social, el cual integra la educación, la instrucción y el desarrollo, desde los procesos formativos escolares y procesos formativos no escolares. Desde esta perspectiva es posible interpretar el sistema formativo universitario como totalidad holística en sus movimientos, relaciones y en su identidad pedagógica contextual.
Según, Marcelo(s/f) y Nuñez (2006): la formación es un proceso que ocurre, no de forma aislada, sino dentro de un espacio intersubjetivo y social; este enfoque sociocultural de la formación permite fundamentar los contextos relacionales de la gestión extensionista. Por otro lkado, múltiples investigadores han abordado el proceso de formación desde la pedagogía, la psicología y la sociología; Vinent (2002), Venet (2003), Paz (2005) Horruitinier (2006,2008) y Fuentes (2007) lo han hecho desde la construcción subjetividad de los implicados en el proceso, la gestión sociocultural y desde el modelo de formación de los profesionales.
El reconocimiento de la Educación Superior como proceso formativo trascendente, está determinado por el propósito de responder a los cambios del complejo mundo globalizado en que vivimos, y consecuente con la consideración de que constituye un espacio de apropiación social e intencional de la cultura universitaria, a través de las relaciones sociales de carácter formativo que se desarrollan entre los sujetos, como proceso de gestión cultural que conlleve a la transformación sustentable de la realidad.
La Universidad de Ciencias Pedagógicas, ante los desafíos de la universalización y las transformaciones educacionales, comparte la misión de dirigir científicamente de conjunto con los organismos, las organizaciones e instituciones de la sociedad la formación cultural de las actuales y nuevas generaciones, así como del personal docente. Esta misión, imprime nuevos rasgos y cualidades al proceso de formación en estás universidades, en el que los sujetos asumen el rol de actores y agentes del proceso formativo por un lado y, por el otro, el medio de trabajo profesional se transforma en medio educativo.
Los fenómenos del cambio han tocado profundamente a las universidades pedagógicas, que deben contextualizar la gestión de los procesos formativos en su concepción teórica y metodológica, de manera que se logre la preparación cultural y sociocultural de los actores y agentes pedagógicos el contexto de la comunidad en la que están insertadas.
Desde este punto de vista se asume la cultura por un lado, como “toda esa compleja totalidad que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres, hábitos y capacidades cualesquiera adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad”. (Taylor, junio 13-15, 2001. [CD-ROM]). De esta forma la cultura constituye el cúmulo de todos los conocimientos, capacidades, hábitos y técnicas adquiridos o heredados socialmente- entendida como cultura material; en la misión de las universidades como instituciones educativas se revela como proceso de formación, como resultado del proceso de apropiación, asimilación, elaboración personal, transformación e interiorizada en los sujetos, en lo que se integra lo material y espiritual, desde su proceso sustantivos en particular la extensión universitaria.
La apropiación de la cultura se desarrolla en las universidades con una intencionalidad formativa, que tiene su génesis en la actividad sociocultural, y se desarrolla en procesos de construcción de significados y sentidos, dinamizados en la contradicción entre la intencionalidad y la sistematización formativas, que se sustente en la relación dialéctica entre la naturaleza social y la capacidad transformadora de los sujetos. (Fuentes: 182)
Los paradigmas de formación, integración y calidad que debe encarnar la Universidad y la aceleración de los procesos (tecnológicos, demográficos, urbanos, ambientales, sociales, productivos, económicos, entre otros) en el país y en el mundo, hacen de las universidades la unidad base para interpretar la extensión en su sentido más amplio, relacionándola en los más diversos aspectos de vinculación con la sociedad y el medio, no sólo transfiriendo, sino, y fundamentalmente, escuchando, aprendiendo y reflexionando sobre el contenido de los mensajes.
No es suficiente abrir las puertas de la universidad al medio, no alcanza con ofrecer lo que sabemos hacer, ni con hacer lo que nos demandan; hoy la universidad debe hacer lo que es necesario. Se requiere salir y formar parte. El desafío es escuchar, integrar a la universidad con la sociedad e involucrarse para elaborar una respuesta útil y comprometida, no sólo con el futuro, sino con el presente.
La Extensión Universitaria como parte de la función social de la universidad surge, como consecuencia de un proceso histórico, orientado a lograr la apertura y democratización de la universidad. Autores como Chabosseau, (1876) citado por Palacio (2002: 2), designan con el término extensión universitaria todo movimiento popular de educación social superior con carácter privativo o público. Se refieren a la extensión de la enseñanza científica llevada por la universidad, que sale de sus confines al pueblo que trabaja y no puede llegar a ella; ejemplo de lo anterior es la creación de bibliotecas, escuelas populares de adultos y la organización de colonias de escolares, en todos los casos con amplia proyección social; de ahí que en sus inicios en Europa y Estados Unidos se entendiera como una tendencia y/o movimiento de carácter educativo y social.
Lo anterior dio a la luz a las “Universidades Populares”, nuevo enfoque en la evolución social de las universidades de la época, hasta ese momento enclaustradas en sus muros, elitistas, enajenadas de la realidad social, que inician así un movimiento de difusión de la enseñanza, lo cual significo la extensión de la universidad hacia el espacio social con el propósito de irradiar cultura.
Por consiguiente, los orígenes de la extensión universitaria como movimiento popular emergen como practica social, como vehículo de socialización de los saberes acumulados en las instituciones de altos estudios.
En Latinoamérica no fue hasta la Reforma de Córdoba, en Argentina 1918, que se habló por vez primera de extensión universitaria como función social inherente e inseparable de la universidad, al reflejarse en sus postulados la necesidad de abrir la universidad al pueblo como un deber social, lo que significó, en opinión de los estudiosos, poner el saber universitario al servicio de la sociedad y hacer de sus problemas un aspecto importante de su ocupación. A partir de estas concepciones surgieron movimientos extensionistas que se desarrollaban en fábricas, talleres y sedes de las organizaciones obreras, instituyéndose las “universidades populares”, designación que tiene sus antecedentes en instituciones similares de Inglaterra, Francia y Bélgica a fines del siglo XIX. Desde las mismas se desarrollaron programas de difusión cultural, de instrucción técnica, industrial y artesanal, de alfabetización y de orientación social.
Resulta significativo el carácter de práctica educativa que como regularidad caracterizo la extensión universitaria desde sus orígenes, marcando su lugar en la función social que concierne a las universidades como instituciones en las cuales se preserva, se crea y promueve cultura. Todo lo anterior indica que desde sus orígenes las prácticas de la extensión universitaria, se vincula al desarrollo social y cultural de los pueblos, expresión de que las instituciones universitarias se deben articular con la sociedad, en el proceso de introducción y transferencia cultural, lo que ha incidido en su movimiento epistémico que desde el inicio pauta la evolución de la relación universidad – sociedad.
En Cuba, en la década del 20 primaron las mismas tendencias que identificaron a las universidades latinoamericanas desde la “Reforma de Córdoba”, fortalecer la función social de la universidad. Entre las acciones acometidas se destacan la creación por Julio Antonio Mella en 1923 de la “Universidad Popular José Martí”, que constituyó la génesis de la extensión universitaria en la época, al desarrollar charlas, ciclos de conferencias, exposiciones, presentaciones artísticas, escuelas de verano y publicaciones, de modo similar a la experiencia que le dio origen .
Posteriormente, promovida por la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), se constituyo en 1950 la Comisión de Extensión Universitaria, lo que concedió un carácter más institucional, al rol social de difundir la cultura entre los miembros de la sociedad que por otras vías no tenían acceso a las aulas universitarias, empleando el potencial humano, pero manteniendo el carácter educativo y socializador . Distintivo de la práctica en Cuba, fue la incorporación de los estudiantes universitarios como agentes socializadores.
A propósito, González Gil R. (1996), Huerto Marimón (2000) y González F. M (2001) entre otros autores que han abordado la extensión universitaria, coinciden al ratificar que en sus inicios la extensión universitaria estuvo asociada por un lado al desarrollo económico, político y social, más que a la idea de una verdadera interacción con las comunidades y, por otro lado, parte de fuerzas endógenas de la institución universitaria de salir a su entorno en el proceso de producción y reproducción de cultura, como resultado de la aceleración de los procesos tecnológicos, socio-económico y culturales; en ambos casos bajo la influencia de elementos económicos en el centro de sus objetivos.
A partir de la década del 50 se desarrolla un período caracterizado por la orientación hacia la construcción epistemológica de la extensión universitaria, muchas han sido las definiciones presentadas en, conferencias y talleres; I Conferencia Latinoamericana de Extensión Universitarias y Difusión Cultural,.1957,.Chile; II Conferencia Latinoamericana de Extensión Universitarias y Difusión Cultural,1972, México; Conferencia Regional sobre Políticas y Estrategias para la Transformación de la Educación Superior en América Latina y el Caribe,1996,Cuba; III Congreso Iberoamericano y del Caribe sobre Extensión Universitaria,1998,Costa Rica; IV Congreso de Iberoamericano y del Caribe sobre Extensión Universitaria 1999, Venezuela; V Congreso Iberoamericano de Extensión Universitaria, 2000, México; VIII Taller Internacional de Extensión Universitaria, 2006, Cuba; IX Taller Internacional de Extensión Universitaria, 2008, Cuba; X Taller Internacional de Extensión Universitaria, 2010, Cuba, entre otros que han aportado elementos significativos a la teoría y la practica de la Extensión Universitaria.
En cambio Dardo (1992) aborda la extensión universitaria como el conjunto de actividades conducentes a organizar los recursos disponibles, identificar los problemas y las demandas del medio, coordinar las correspondientes acciones de transferencia, recrear y reorientar las actividades de docencia e investigación a partir de la interacción con el medio. Lo que significa que, para este autor la extensión universitaria es una unidad organizativa y de coordinación facilitadora de la docencia y la investigación, no se revela como función formativa integrada con los restantes proceso que se gestionan en la universidad, más bien se enuncia como una actividad de prestación de servicio.
En otra dirección, no pocos directivos universitarios conciben a la función extensionista bajo una óptica empresarial, la cual, en la práctica, se ha traducido en un frenesí ilimitado por ofertar y vender a la sociedad un amplio espectro de productos y servicios universitarios. En oposición a ello, otros directivos proponen que la extensión universitaria forme parte de proyecto de ayuda social es decir, que las mismas debieran resultar solidarias con las demandas apremiantes de las clases más desprotegidas y para ello se propone la realización de programas asistenciales y culturales.
En las universidades de los países de Europa Occidental y Estados Unidos, por lo general se utiliza el termino de extensión universitaria, con una proyección hacia la prestación de servicios y el desarrollo industrial, que no toma en consideración las necesidades de la comunidad que le rodea, por lo que dentro de su misión educativa prima la transferencia de tecnología y el desarrollo económico, despersonalizando la función social con el propósito de elevar la cultura, vista esta última con un fin organizacional de eventos artísticos y culturales, con cierto grado de aceptación y fácil asimilación por parte de las comunidades receptoras. De igual forma, los programas de servicio social y atención a la comunidad, carecen en todo momento de suficiente presupuesto, supervisión y continuidad, en el accionar universitario.
Por esta razón, el extensionismo de tipo asistencialista ha sido, en múltiples ocasiones, considerado como una “oferta barata y deficiente de servicios profesionales” a la sociedad que, en no pocas ocasiones, contribuye a generar lazos de dependencia entre las comunidades y la universidad.
Por ser estas prácticas los extremos resultantes de una visión encerrada en los mismos componentes operativos de la propia función extensionista, ambas visiones no asumen, de manera consciente y adecuada, el reto de reorganizar y desarrollar el potencial cultural de la institución.
Estas tendencias e interpretaciones permitieron a González R (1996:32 ) en el marco de las transformaciones socioeconómicas que se producen en Cuba y que tienen su reflejo en la Educación Superior, enfocar la Extensión Universitaria como: “sistema de interacciones de la Universidad y la Sociedad, mediante la actividad y la comunicación, que se realizan dentro y fuera del centro de educación superior, con el propósito de promover la cultura en la comunidad universitaria y extrauniversitaria, para contribuir a su desarrollo cultural.”
De hecho este constructo emerge como parte del primer modelo para el desarrollo de la extensión universitaria en la educación superior cubana constituyendo un aporte trascendente, al identificarla como proceso y función de la universidad, enunciando su papel y lugar en el sistema universitario, desde lo normativo, asumiendo categorías de la cultura, que necesitan contextualización para que trascienda como elemento formativo – profesionalizante de pertinencia e impacto social.
Por otra parte, González – Larrea (2006:48), sustenta sus puntos de vista en un minucioso e interesante estudio realizado de los modelos de las universidades latinoamericanas, concluyendo que son tres las concepciones que en mayor medida se manejan y aplican en modelos extensionistas: modelo tradicional de extensión, unidireccional relación del saber institucionalizado, dirigiéndose a quien no lo posee; modelo economicista, en el que la universidad adquiere el rol de soporte científico y técnico del sector productivo y el saber se organiza en función de la rentabilidad económica y de la oferta direccionalizada de la universidad hacia el mercado, en la que ésta se convierte en una estación de servicio, se hace otro tipo la transferencia tecnológica y a la actualización y capacitación de los profesionales; modelo de desarrollo integral, la extensión desde una universidad que no solamente aporta al crecimiento cultural, sino también a la transformación social y económica y con ello a su propia transformación.
Evidentemente, en el estudio realizado por la autora de los modelos de extensión la tendencia que se revela está asociada al funcionalismo y estructuralismo funcional, pero signado por las relaciones sociales y económicas de los contextos universitarios que se abordan, aspectos que han caracterizado la extensión desde sus orígenes.
En este mismo sentido, González-Larrea (2006:62) plantea que- desde lo general- la extensión, como proceso formativo de la universidad, se articula coherentemente en la planeación estratégica universitaria y la dirección por objetivos, a partir de las funciones de dirección aristas de sus aportes. Desde esta perspectiva la extensión universitaria se advierte desde lo externo y funcional como algo ajeno a la gestión de los procesos formativos.
Es así que, desde el anterior enfoque, el abordaje requiere que la gestión extensionista pedagógica universitaria, como proceso, se corresponda con los elementos formativos y metodológicos que sustentan a la universidad, como gestora de procesos culturales, como mediadora sociocultural; de modo que la comunidad intra y extrauniversitaria construya, elabore, reelabore, produzca, cree y se apropie de su cultura.
El término gestión del latín gestĭo, hace referencia a la acción y al efecto de gestionar. Gestionar es realizar diligencias conducentes al logro de un negocio o de un deseo cualquiera. (Encarta 2008) De lo dicho se asume que la gestión es una tarea que requerirá de mucha conciencia, esfuerzo, recursos y buena voluntad para ser llevada a cabo satisfactoriamente.
La gestión extensionista, entonces, podrá estar orientada a resolver un problema específico, a concretar un proyecto, un deseo desde la finalidad socioeducativa. Es por esta razón que, el adjetivo social califica a la gestión, que en su acepción no se limita solo a la gestión administrativa su construcción es muy diversa, en tanto nos podemos encontrar con distintos tipos de gestión, dependiendo del ámbito en el cual se desarrolle la misma, así aparecerán la gestión social, la gestión de proyectos, la gestión del conocimiento y la gestión ambiental, entre otras tantas.
Se coincide con Alarcón Ortiz (1994) en el hecho de considerar la extensión universitaria como función rectora en el vínculo entre universidad y sociedad, al ser el elemento integrador y dinamizador que facilita el flujo cultural continuo entre la universidad y la sociedad en el que se enriquecen mutuamente.
De manera que el contenido de la extensión universitaria se puede enfocar como componente sustantivo de la universidad, como un factor de cambio e interacción, a partir de su contribución al desarrollo sociocultural de las comunidades en el cumplimiento de su función institucional. De lo que se trata es de seleccionar y ordenar con intencionalidad los contenidos que como proceso de aprehensión de las ciencias, aseguren el desarrollo de convicciones y criterios en los sujetos, que le permita transformarse a si mismo y a la comunidad desde la extensión universitaria en correspondencia con los fines de la institución.
La dialéctica de la interacción institución - comunidad parte de reconocer que todo análisis del desarrollo sociocultural de la comunidad de alguna manera tiene que abordar el problema de las interrelaciones con las diferentes instituciones formales o informarles que aparecen en la estructura social, entre las cuales las universidades ocupan una posición relevante.
Asimismo, las concepciones de Parsons (1985) y Guevara (1988) coinciden en considerar esencial al referirse al concepto de institución cuando es posible determinar un grupo humano, dedicado a una actividad específica y que esté ajustado a un conjunto de normas, donde se fijan los distintos tipos de roles que van a desempeñar los miembros de dicho grupo, de acuerdo con el status que ocupan y la dinámica que generan. Por ello, se reconoce en la institución un aparato material en función del cumplimiento de diferentes fines. Es en este sentido en el que puede hablarse de instituciones básicas de la estructura social de nuestros tiempos, tales como: la familia, la escuela, la universidad, etc.
De igual manera al evaluar la definición de sistema educativo, se asume los criterios de Caride (1990) y Blanco A. (2001 ) al enfocarlo como una dimensión institucional con soportes técnicos, metodológicos y humanos, orientados a la satisfacción de ciertas necesidades sociales, culturales y económicas, las cuales se articulan y modifican comunitariamente, dependiendo de la peculiar dinámica que el sistema social adquiere en cada momento histórico y dentro de su propio estado de desarrollo, como práctica sociocultural. Entendido como el sistema de influencia con carácter intencional, sistemático y especializado que Meier (1984:36) denomina, en el sentido estrecho proceso pedagógico.
De tal forma que la relación institución- comunidad conforma una relación de interdependencia, que implica una interacción constante y dialéctica en el desarrollo de las actividades humanas desarrolladas en un espacio determinado, en una estructura y ecosistema social característico y en un sistema institucional propio en función de una cultura.
La relación universidad - comunidad contextualizada desde planteamientos alternativos supone actualmente que gran parte de las reflexiones pedagógicas, sociológicas, psicológicas y antropológicas centren sus propuestas en la búsqueda de un nuevo marco de relaciones respecto a la salida del proceso extensionista universitario pedagógico, a su entorno con la consiguiente reorientación de su práctica sociocultural.
Desde esta óptica, se revela la necesidad de tener en cuenta los requerimiento epistémicos, ideológicos, técnicos y metodológicos que plantea la pedagogía, con el objetivo de modelar la transformación para su adecuación a las necesidades y expectativas de cada contexto social, por cuanto la extensión universitaria pedagógica, en relación con sus contextos, debe superar las limitaciones impuestas por el ámbito formal, configurando sus preocupaciones, aplicaciones y resultados a los espacios comunitarios( instalación central, facultades, comunidad universitaria, filiales y microuniversidad,) incluyendo un número importante de elementos sociales (tutores, los medios de comunicación, la familia, etc.) cuya misión se considera, desde los distintos aportes socioeducativos y pedagógicos, como mediadores formativo.
La comunidad ocupa en la actualidad un lugar privilegiado por sus potencialidades para responder al desarrollo autosostenido y autogestionado, que exige a los profesionales una rigurosa formación para interpretar integral y científicamente la realidad, y simultáneamente, los prepare para coordinar, inducir o sugerir las iniciativas, proyectos o programas de desarrollo que produzcan los cambios oportunos en el ámbito sociocultural.
La comunidad es un fenómeno multidimensional donde intervienen elementos geográficos, sociológicos, naturales, territoriales, políticos, culturales y sociales que deben ser conocidos, respetados e integrados para hacer de la localidad un organismo social eficiente y efectivo en lo material y espiritual. Entendida como grupos de personas que comparten un territorio, con rasgos culturales comunes, de comportamientos, sentimientos y niveles de organización que les permitan interactuar en un entramado de relaciones sociales donde el sentido de pertenencia, identificación y arraigo adquieren una validez importantísima (Dávalo, 1998:12).
Por otro lado, es el espacio sociocultural donde los procesos sociales ocurren en diversos escenarios y contextos asociados a lo más cotidiano de la reproducción de la vida y la supervivencia. La comunidad entonces, pude considerarse un lugar privilegiado de los procesos de adaptación y progreso de una sociedad. En este sentido, uno de los retos principales que tiene el proceso extensionista pedagógico es la elaboración de proyectos que permitan favorecer procesos de construcción creativos, no limitados al interior de la universidad, sino desplazados a los espacios de la cotidianidad que permitan la búsqueda de una vida mejor
La participación de varios ministerios y organismos en el trabajo sociocultural comunitario se torna compleja en medio de un proceso acelerado de socialización de la cultura concebida para incorporar a la mayor cantidad posible de la población en los lugares donde esta vive y actúa. En este contexto, junto con las entidades productivas, centrales azucareros, complejos agroindustriales, cooperativas, etc., en los barrios y poblados, además de las instituciones de cultura, los centros escolares y las filiales universitarias, están las microuniversidades en un accionar que debe ser capaz de dar respuesta a las exigencias económicas, artísticas, sociales y político ideológicas, pero que no puede implicar interferencia, sino complementación; razón por la cual se especifica y conceptualizan los proyectos educativos socioculturales como la vía de interacción de la universidad con la comunidad
En esa misma dirección, resulta clave connotar la gestión extensionista universitaria como un proceso de interacción y transformación, como actividad mediada entre el sujeto y el objeto, como una práctica social. Así puede concluirse que el sujeto, a través de la actividad mediada, en interacción con su contexto sociocultural y participando con los otros en prácticas socioculturalmente constituidas, reconstruye el mundo sociocultural en que vive; al mismo tiempo tiene lugar su desarrollo cultural en el que se constituyen progresivamente las funciones psicológicas superiores y la conciencia.
La extensión se identifica como la modalidad académica a través de la cual es posible lograr relacionar la teoría con la práctica, a fin de generar una formación más significativa e integral. Sin dudas, ello se refiere al desarrollo y reconocimiento de las competencias profesionales. En tal sentido, las tareas de divulgación, servicio social y práctica profesional han de evitar incurrir en acciones inapropiadas, prácticas desleales o traducirse en trabajo profesional barato y deficiente. Por el contrario, la práctica extensionista requiere constituirse en una praxis con sólido soporte académico que, en todo momento y circunstancia, logre, a plenitud, realizar sus objetivos.
En la opinión de Sánchez (2003:55) la extensión universitaria es el proceso formativo integral de promoción cultural a través de un sistema de interacciones de actividad y comunicación entre los miembros de la universidad y la sociedad para contribuir al desarrollo de ambas. Desde esta conceptualización, es posible derivar los rasgos distintivos de la misma: la transformación consciente de la sociedad a través de la promoción de la cultura preservada y generada en la universidad, la contribución al desarrollo de valores, conocimientos y habilidades en la comunidad universitaria a través de la socialización de los modos de actuación, el desarrollo de aficiones y el enriquecimiento de la vida espiritual a partir de la educación cultural.
Desde esta visión, se articula la extensión en el proceso interactivo de enseñanza- aprendizaje, lo que implica la conveniente integración de las procesos sustantivos, en la internalización del contenido de la cultural, cuyo resultado es la preparación del sujeto para sí y para la sociedad, en correspondencia con las necesidades culturales y sociales que demanda la misma.
De ahí que la apropiación de la cultura es un proceso dinámico en que los sujetos intencional y sistemáticamente realizan sus acciones profesionales, transformando su entorno y la propia cultura; por tales razones, la apropiación de la cultura permite a cada sujeto una profundización del contenido socio-cultural, a la vez que se revela contradictoriamente en el propio proceso del desarrollo profesional, ya sea en una totalidad, desde el punto de vista filogenético, como en la individualidad, es decir, en lo ontogenético en el sujeto y su pensamiento, el cual discurre sobre la base de la continuidad que permite dar saltos cualitativos en el desarrollo, a partir de ese propio proceso de apropiación de la cultura.
Es acertada la idea defendida por Fuentes( 2009) de que la profundización del contenido socio cultural constituye también un proceso subjetivo - objetivo, sustentado en una sistematización de la estructura educativa - pedagógica, a la vez de una generalización de las configuraciones de la cultura en los seres humanos, tales como conocimientos, habilidades, valores y valoraciones que conllevan a una formación diversa, esencial, flexible, y se erige en la generalización esencial y la complejidad de los diversos factores, que influyen y condicionan el proceso formativo, resulta significativo enfocar esta problemática desde la visión novedosa de lo educativo y lo pedagógico.
Por otra parte para el logro de esta misión, es necesario que la extensión universitaria deje de ser privativa de un departamento o área de la universidad y se convierta en tarea de profesores, estudiantes, trabajadores e integrantes de la comunidad intra y extrauniversitaria, quienes desde sus radios de acción generen los cambios que respondan a las necesidades sociales.
Hoy, la extensión universitaria ocupa un lugar diferente; se considera como una función totalizadora, presente en cada uno de los procesos y eslabones estructurales de la proyección social de la universidad, lo que significa que para lograr la misión se necesita armonizar por un lado el desarrollo profesional, personal, social, físico y de expresión artísticas, y por otro, integrar la formación, la investigación y la extensión de tal manera que asegure la incorporación de la función social de una manera más articulada a través de proyectos educativos socioculturales.
Por consiguiente, se reconoce la necesidad de la unidad dialéctica profesión - creación, producción de cultura-creación de cultura; con ello se determinan las dimensiones de la extensión, intra y extrauniversitaria, elementos que enriquecieron los referentes del proceso extensionista, pero aún los significando epistémicos requieren de una aproximación que redimensione este proceso en las nuevas condiciones de la universalización en las universidades pedagógicos.
CONCLUSIONES
El modelo de la universidad cubana la extensión universitaria tiene la misión de promover y difundir el desarrollo cultural en la sociedad, mediante la influencia e interacción creadora de la universidad con la vida social del país: aquí se explícita que la misión de la extensión desempeña un papel decisivo en la proyección social de la universidad en general, y en particular, en el proceso de formación sociocultural de la comunidad. La extensión universitaria constituye un vehículo de entrada y salida en la universidad de la cultura desde los procesos sustantivos, sin tener en cuenta, el lugar que ocupa en el mismo el hombre como sujeto socializador, que en el proceso de interacción cultural, se convierten por un lado en mediador social con los otros sujetos en el proceso de construcción y reconstrucción culturales en los contexto y por otro lado, media las prácticas socioculturalmente organizadas e intencionalmente orientadas a otro mundo de nuevos significados, que tienen su grado de especificidad en los contextos de socialización ejemplo de ello en la universidad.
Por otra parte, es síntesis de una universidad comprometida con la patria, que contribuye a defender, conservar, acrecentar y difundir los valores propios, fortaleciendo la cultura e identidad nacionales; vinculada a los sectores productivos y de servicios, forjadora de profesionales integrales y comprometidos con su pueblo, que posean los conocimientos, habilidades y valores para dar solución a los problemas que se presentan en su esfera de actuación, con alta capacidad científica investigativa y ética.
Es evidente que el componente extensionista, al redimensionarse, asume la necesidad de instrumentar acciones que potencien el desarrollo sociocultural de las comunidades y lograr que cualquier método sociocultural que se emplee tenga como eje fundamental la dialéctica reflexión-acción de la propia comunidad.
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Los autores interesados deben enviar sus textos en formato DOC a: lisette@eumed.net junto a un resumen actualizado de su CV.
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