Cuadernos de Educación y Desarrollo

Vol 3, Nº 23 (enero 2011)

IMPACTO DE LA FORMACIÓN AMBIENTAL EN BASE A COMPETENCIAS EN LAS CARRERAS DE PERFIL GEÓLOGO-MINERO-METALÚRGICO
 

Elsi Amalia Ferrer Carbonell (CV)

Centro de Estudios Pedagógicos.

Instituto Superior Minero Metalúrgico de Moa.

Las Coloradas s/n Moa, Holguín, Cuba.

eferrer@ismm.edu.cu

 

Resumen

Garantizar la Formación ambiental desde la perspectiva educativa presupone afrontar el reto de asumir modelos que permitan cambiar las actitudes y el comportamiento individual y colectivo; analizar la incompatibilidad entre los valores existentes y aquellos que se requieren para enfrentar el desarrollo de forma sostenible.

La búsqueda de alternativas educativas que propicien eliminar las insuficiencias que manifiestan profesionales ingenieros en lo relativo al medio ambiente, lleva a profundizar en el proceso de Formación ambiental de los ingenieros geólogos, mineros y metalúrgicos y específicamente en las competencias medioambientales de los mismos, con su aporte social, cultural, económico, político y humano.

Palabras claves: Formación ambiental; Competencias medioambientales; perfil geólogo-minero-metalúrgico

Introducción

En la actualidad se aprecia una tendencia a la realización de actividades relacionadas con el componente natural, pero no se revela, como una dirección fuerte, la vinculación de estas actividades con el impacto de la actividad humana sobre los sistemas naturales, construidos, culturales, e incluso sociales, salvo algunos casos relacionados con las prácticas productivas.

Se trata de aplicar modelos y estrategias científicas para canalizar los problemas ambientales, así como encontrar soluciones a las alternativas planteadas. Lógicamente debemos de trabajar para alcanzar un cambio de actitud del profesional hacia el medio ambiente y la protección de los recursos. Debemos de crear en los estudiantes hábitos, nuevos valores profesionales y mentalidades para que como profesionales colaboren con la disminución o eliminación del impacto ambiental, de los peligros y riesgos naturales y en un mejor uso de los recursos naturales.

En el ISMMM existen dos tendencias en la asimilación de la incorporación de la dimensión ambiental (DA) en el currículo: (a) la creación, diseño e incorporación en los planes de estudios de nuevas asignaturas y disciplinas de temática ambiental y la incorporación, en las disciplinas ya existentes, de los temas ambientales en dependencia de sus propias especificidades.

Dado que ninguna de las formas adoptadas para la introducción de la dimensión ambiental en el currículo ha podido garantizar una formación profesional capaz de entregar a la sociedad un egresado con cualidades para propiciar en su esfera de actuación un actuar acorde al desarrollo sostenible, surgió la necesidad de un esquema único que rigiera, desde un punto de vista metodológico, el establecimiento de la estrategia curricular a adoptar dentro del perfil y que además de identificarlo, garantizara egresados con ideas totalizadoras, flexibles, identificadas con su entorno social y que incorporara los adelantos de la Ciencia y la Técnica en situaciones relativas al medio ambiente dentro de su esfera profesional.

En el año 1999, en el ISMM se implantó la Estrategia Ambiental en la que se precisan los pasos a seguir para la introducción de la DA en el proceso docente educativo, pero la misma, que en sus inicios permitió la toma de conciencia de un grupo de profesores y estudiantes, no cubre las expectativas de los tiempos actuales, en los cuales se debe garantizar una educación para el desarrollo sostenible. En la misma, después de un largo proceso de consultas, se establecieron cinco líneas de trabajo:

• Proceso de preparación para integrar la DA, que destaca la necesidad de la preparación de los docentes y de los directivos.

• Determinación de las áreas donde se debe insertar la DA: formación general, formación profesional, práctica laboral, trabajo extracurricular y proyectos de curso y diplomas.

• Determinación de los niveles de sistematización donde se debe insertar la DA: asignaturas, disciplina integradora, trabajo extracurricular y trabajo de diploma.

• Concreción del algoritmo para la inserción de la temática ambiental en los diferentes programas. Contempla: preparación de los contenidos ambientales con identidad propia para insertarlos en las asignaturas, lograr que cada asignatura y disciplinas en las carreras tenga enfoque ambiental, realizar seminarios interdisciplinarios, proponer la DA como parte de los ejercicios integradores en las carreras y desarrollar trabajos de extensión para mejorar la calidad del ambiente.

• Definición de los aspectos básicos a considerar en el diseño de programas de desarrollo sobre Educación ambiental: cada carrera construirá su propio programa de desarrollo medioambiental, identificar en cada plan de estudio cuáles disciplinas y/o asignaturas tienen mayor potencial para asimilar la temática ambiental y que cada carrera declare qué habilidades, destrezas, actitudes y competencias requiere el futuro profesional).

Dadas estas instrucciones cada carrera diseñó su estrategia de incorporación de la dimensión ambiental (IDA), las cuales no forman, dada su concepción, capacidades para la actuación; la solución de problemas, aunque está implícito, no se materializa a escalas que se haga notable en lo social.

Se precisa la necesidad de establecer ámbitos teóricos estructurales del conocimiento científico, aunque está claro que el tratamiento a los problemas ambientales provoca efectos desiguales en la transformación de diferentes disciplinas y paradigmas científicos en la producción, integración y aplicación de conocimientos.

1. Necesidad del cambio en la estrategia de formación ambiental curricular

En las carreras del perfil geólogo-minero-metalúrgico, que forman profesionales de acción depredadora directa sobre el medio, es necesaria una conciencia de conservación del medio que garantice el desarrollo sostenible, no comprometiendo la calidad de vida de las futuras generaciones.

Las carreras del perfil tienen un campo de acción relacionado con la exploración, la explotación y procesamiento de los recursos naturales y es por ello que se requiere de una estrategia de formación ambiental que se conciba, no como momentos dentro del currículo de cada diseño de carrera, como hasta ahora se ha concebido, sino como un sistema que garantice la formación para el desarrollo sostenible.

En las carreras del perfil geólogo-minero-metalúrgico, la formación medioambiental constituye una de las necesidades del profesional, constituyendo, a su vez, cualidades que deben identificar y potenciar el desempeño de los profesionales del perfil.

La necesidad de sistematizar teóricamente los múltiples problemas de la formación ambiental, nos ha conducido a configurar una perspectiva didáctica de formación ambiental basada en un enfoque holístico.

La actualidad del tema está determinada por la necesidad de desarrollar, en la práctica, un consecuente proceso de formación ambiental, en correspondencia con la connotación mundial y del país que se le confiere a los problemas del medio ambiente, ante su agudización, y a la importancia contemporánea que se le concede, por la mayoría de las naciones, a la educación ambiental, fundamentalmente en la preparación de los futuros profesionales, sobre cuyos hombros descansa el desarrollo económico y social del país.

En el proceso de investigación preliminar de carácter exploratorio realizado por la autora, se constató la existencia de dificultades en los resultados de la introducción de la dimensión ambiental para lograr el desarrollo efectivo de formación ambiental en el proceso docente educativo mediante las vías curriculares y no curriculares de la Enseñanza Superior en Cuba –en lo general- y en perfil geólogo-minero-metalúrgico -en lo particular. Estas dificultades se concretan en que los profesionales no son capaces de mostrar un buen desempeño en la solución de los problemas ambientales en el ámbito de su profesión, muestran incapacidad al aplicar los conocimientos ambientales recibidos y manifiestan insuficiencias en el diseño y selección de variantes tecnológicas que incluyan los criterios de disminución de los impactos al medio ambiente. Ello permitió definir el problema como insuficiencias que presentan los estudiantes y egresados del perfil geólogo-minero-metalúrgico en su desempeño ante la solución de los problemas ambientales.

Todo lo anterior obligó a efectuar un diagnóstico más detallado -entre estudiantes, docentes y profesionales de las empresas- para determinar las causas de las insuficiencias detectadas.

Se investigó acerca de: características de la formación ambiental teórica y práctica, calidad de la formación ambiental ofrecida en el plan de estudio, métodos de enseñanza y evaluación de la formación ambiental, interdisciplinariedad curricular y relación con el entorno social.

De la encuesta realizada a los estudiantes, los resultados indican que la formación ambiental que reciben en sus carreras no puede calificarse de satisfactoria, dada la existencia de insatisfacciones que refleja deficiencias en la profundidad con que se abordan los conocimientos sobre el medio; así mismo, la dimensión social de la problemática ambiental se aborda sin la profundidad que se requiere para lograr su total comprensión; el análisis de las cuestiones legales sobre el medio ambiente es poco abordada al igual que la formación ambiental sobre la realidad ambiental en el país. Resulta interesante señalar que la mayor debilidad de la formación ambiental está en su carácter aplicado. Al respecto, se manifiestan dificultades en la aplicabilidad de la formación que reciben y cierto desconocimiento, acerca de la influencia sobre el ambiente de su futura profesión. Esto último, conjugado con todo lo anteriormente dicho, es una muestra de que existen debilidades en la configuración de cualidades para enfrentar eficientemente problemas ambientales, lo cual afecta directamente su desempeño como profesionales.

Se consideran indicadores de calidad la preparación en relación al dominio de los temas ambientales más afines a su profesión, el conocimiento de la crisis ambiental y la valoración global del grado de formación ambiental adquirida. Los estudiantes consideran que la formación ambiental que reciben en sus carreras es deficiente en lo que respecta a conocer, entender y actuar ante problemas ambientales afines con sus respectivos campos profesionales, además de detectarse que la formación ambiental recibida poco les permite reflexionar con criterio y pensar en posibles soluciones a problemas ambientales concretos. También se presentan dificultades en la comprensión de la complejidad de los problemas ambientales y del medio ambiente como una entidad en la que interactúan procesos biofísicos y socio-económicos y culturales.

La cultura interdisciplinar exige que la enseñanza de los contenidos ambientales se haga con el empleo de metodologías activas y dinámicas que propicien un pensamiento crítico y creativo. Es por ello que son importantes para una buena formación ambiental, que permita a los estudiantes entender la compleja realidad del medio ambiente y puedan idear soluciones y tomar decisiones acertadas y fundamentadas en sus posibles intervenciones sobre problemas ambientales. Dada la valoración de estudiantes y profesionales, se manifestó una ausencia de interdisciplinaridad en el tratamiento de las cuestiones ambientales, en total correspondencia con las deficiencias manifestadas en el área de la encuesta que estudió los métodos de enseñanza y evaluación de la formación ambiental. Esto es muestra de que existe una visión reduccionista del medio ambiente, visión que da supremacía a las dimensiones biofísicas sobre las socioculturales.

De la entrevista a profesores se obtuvo que la totalidad de ellos coincide con que los programas y estrategias existentes deben enfocarse a la formación de competencias. Consideran que el tratamiento interdisciplinar aún no es suficiente; los métodos didácticos no han permitido desarrollar las habilidades que se deseadas de forma semejante en los diferentes grupos de estudiantes. Además la evaluación de conocimientos relativos al medio ambiente no es sistemática. En general todos los entrevistados consideraron que la incorporación de la dimensión ambiental en las carreras del ISMM, aunque garantiza cierto nivel de formación ambiental de los estudiantes, no propicia la formación de las capacidades necesarias para un actuar respecto al medio ambiente como demandan los tiempos actuales. Además consideran que la implementación de la dimensión ambiental está en relación directa con la motivación que posean los profesores que imparten las asignaturas, lo cual priva al proceso de formación ambiental de la sistematicidad que debe caracterizarlo.

Se indagó, entre los profesores sobre los conocimientos que poseen acerca de posiciones conceptuales en temática medioambiental y se detectó que subyacen manifestaciones de desconocimiento acerca de tendencias y conceptos relativos al medio ambiente.

Los profesionales de las empresas consideran que no se encuentran dotados de los conocimiento y habilidades para enfrentar el desarrollo sostenible, aunque comprenden que el impacto de la práctica tecnológica que desarrollan es negativo en la mayoría de los casos y -aunque entienden la necesidad de buscar soluciones a problemas medioambientales agudos que se dan en territorios como el de Moa- no ha sido posible eliminar los efectos negativos, ni se ve una solución a corto plazo, fundamentalmente por limitaciones de índole económicas y financieras.

Todos los caminos explorados evidenciaron que las causas estaban, fundamentalmente en el proceso de formación del profesional, por lo que se precisaba rediseñar una estrategias de formación ambiental, a partir de las estrategias ya existentes, pero con un enfoque holístico, y que diera como resultado un profesional preparado para un mejor desempeño en lo que respecta a lo ambiental.

Es oportuno señalar que en esta problemática incide también la insuficiente acción comunitaria de diferentes organizaciones de para atacar el problema; se necesita una acción político-educativa más activa que contribuya a interpretar al medio natural como parte del patrimonio local, territorial y nacional. En este sentido, la Formación ambiental está estrechamente ligada al concepto de ciudadanía. Se debe potenciar la responsabilidad dirigida al medio ambiente como patrimonio cultural.

2. Propuesta para el cambio

La difícil situación a que está sometido hoy nuestro planeta, exige que se produzcan cambios en las concepciones y paradigmas a partir de las que se realizan los programas de desarrollo. Para ello, estos cambios deben producirse desde una nueva visión cultural, social, tecnológica y ambiental para poder enfrentar no solo del desarrollo económico sino del desarrollo en general. Es contradictorio que los graduados -que a partir de que se tomó conciencia de los cambios irreversibles a los que el hombre ha llevado al planeta y con ello a las comunidades, fundamentalmente las más pobres- que recibieron en su preparación aspectos del conocimiento que ilustraban cómo la acción tecnológica de los procesos productivos agredían al entorno, a la hora de adoptar variantes tecnológicas no analizaban los perjuicios que ellas causarían al entorno. Tal es el caso de lo que objeto de análisis. En las empresas del territorio más del 75 % de los directivos, técnicos e ingenieros (incluyendo los de las últimas graduaciones) –que son los que deciden qué hacer, qué importar, qué tecnologías introducir, etc., en el proceso productivo- han sido formado en el ISMM, donde desde la década del 80 se trabaja en función de elevar la cultura ambiental (por ejemplo en la carrera de Ingeniería de Minas, cuyo campo de acción se relaciona directamente con el uso y manejo de los georecursos) y sin embargo en busca de mayores efectos económicos y financieros, han establecido modelos tecnológicos y variantes de explotación para la producción de níquel, cobalto y mineral de cromo que son agresores del entorno natural, social y cultural. Si todo el mundo tuviera los mismos intereses en cada problema ambiental específico, los problemas serían resueltos con facilidad por los propios interesados. Sin embargo, vemos como los conflictos se complican y por cada problema ambiental que parece resolverse, aparecen varios nuevos. La mayoría de las personas e instituciones con poder en la sociedad tienen un interés en evitar la degradación ambiental, en correspondencia con la política de nuestro Estado, pero evitan que los intereses económicos de la entidad que representan, se vean afectados por las consecuencias.

Con la aprobación de la Ley de Medio ambiente, la Estrategia Ambiental Nacional y la Ley de Minas las empresas se vieron obligadas a reducir la agresión que ocasionaban al entorno y por ello iniciaron una estrategia de formación ambiental de aquellos especialistas que de alguna manera intervenían en la toma de decisiones de naturaleza tecnológica y productiva. Es así como se comienza la formación postgraduada de un limitado número de especialistas y algunos directivos de la esfera productiva. Como es de suponer, esta forma de dotar a los profesionales de conocimientos, valores, actitudes y comportamientos acorde al desarrollo sostenible no puede garantizar una formación totalizadora, multilateral y de carácter complejo como es la formación ambiental, ya que el postgrado les garantiza una formación restringida a un fin muy específico.

Esta situación junto con todo lo que anteriormente se ha referido, constituyó motivo para pensar en un proceso de formación que configurara, desde el mismo proceso de formación del profesional, de cualidades que hicieran de este profesional un ser social comprometido, flexible y trascendente en lo relativo al medio ambiente.

3. Modelo de formación ambiental en base a competencias

La concepción del modelo parte de considerar el proceso de formación ambiental como un proceso consciente, holístico, complejo y configuracional. El modelo se conforma partiendo de un ámbito más general en el que está incluido el que se desarrolla en el ámbito de la Universidad en la Sociedad. En ese ámbito Universidad-Sociedad van a haber tres factores fundamentales, que tienen unos fundamentos en los que se va a sostener el modelo: unos fundamentos científicos tecnológicos, que son base de la cultura tecnológica y de la formación del ingeniero, unos fundamentos sociales y ambientales -no basta formar al ingeniero con esa cultura tecnológica sino que requiere de esa formación social y ambiental. Pero también hay unos fundamentos didácticos, porque este es un proceso eminentemente formativo y por tanto un proceso eminentemente pedagógico, que como estamos en la formación de pregrado y en la parte curricular, lo concretamos en la Didáctica.

Lo dialéctico en la sostenibilidad se da en la dinámica de conflicto que caracteriza el proceso de interrelaciones entre sociedad y tecnología. La relación sociedad-tecnología está ligada a un sistema de causas y efectos y no en una relación contradictoria. Las relaciones de la tecnología con la sociedad son complejas y el hecho que esté movida por intereses sociales es un argumento sólido que apoya la idea de que la tecnología está socialmente moldeada. El desarrollo social requiere de un alto uso de los adelantos de la ciencia y la técnica. Para ello se hace necesaria la introducción de los resultados a los cuales el hombre ha llegado como expresión de la preservación, desarrollo y difusión de los conocimientos acumulados por la humanidad a lo largo de su historia. Lo social está íntimamente vinculado a lo ambiental y lo tecnológico, es decir, está en unidad con lo ambiental y lo tecnológico. Igualmente se puede decir que lo tecnológico adquiere relevancia, es decir pertinencia, impacto; cuando el desarrollo tecnológico está en unidad a lo social.

Pero lo tecnológico es un agresor del ambiente tanto social como natural, lo cual implica que la contradicción también se da en que el desarrollo tecnológico, que es necesario para el desarrollo social, es contradictorio con el medio social y ambiental.

Esa contradicción, que es esencial y general, se concreta en el proceso de formación del profesional si él se da en unidad con la cultura de desarrollo sostenible. Entonces la unidad está en propiciar que el proceso de formación de los profesionales se desarrolle en una cultura de desarrollo sostenible que se irá alcanzando en la misma medida que se desarrollen en los estudiantes competencias medioambientales. Si se revelan las competencias medioambientales y precisan dónde están esas competencias medioambientales, entonces podemos encaminar una estrategia de formación medioambiental sostenible a lo largo de las carreras del perfil, que se sustenta en garantizar la formación de las competencias medioambientales. Las competencias medioambientales son tecnológicas y científicas pero son también competencias humanísticas. Esas competencias se van a formar porque en ellas siempre va a estar presente esa contradicción, que hay que estimular, entre la cultura social, la cultura tecnológica y la cultura medioambiental. O sea, que la formación de estas distintas competencias que van a formar las competencias medioambientales, se basa en el desarrollo de una cultura de desarrollo sostenible.

4. Dimensiones del proceso de formación ambiental por competencias

Al establecer las relaciones entre las configuraciones cultura social, cultura tecnológica, cultura ambiental y competencias medioambientales, se obtienen tres dimensiones (Fig. 1), que a su vez, al ser dimensiones, explican transformaciones. Esas transformaciones son cualidades que tienen que formarse a través del proceso y que quedan sintetizadas en las competencias medioambientales. La cultura social es más estable, es más difícil de transformar que la cultura tecnológica.

La cultura tecnológica es más dinámica; los adelantos tecnológicos están yendo constantemente contra los patrones de la cultura social establecida y la transforma, por eso ellas se dan en unidad dialéctica. Eso quiere decir que la dinámica de transformación de la cultura social es más lenta que la dinámica de la formación de la cultura tecnológica. Se pretende formar una cultura medioambiental, que es síntesis entre la cultura social y la cultura tecnológica y por tanto las cualidades fundamentales de ambas están en ella, pero en un proceso de ascenso; por eso ellas conforman una tríada, donde la cultura medioambiental es el mediador. Cuando se lleva esa tríada a la formación por competencias, que implica una transformación en lo social, lo tecnológico y lo medioambiental; se obtiene una cualidad que es la sostenibilidad, la cual se sustenta en la dinámica que se da entre una cultura social, una cultura tecnológica y una cultura medioambiental. Si no se obtiene una cultura medioambiental como síntesis que implique una transformación, no se logra la sostenibilidad, ya que sostenibilidad implica la conjugación de los anhelos de la sociedad de alcanzar un desarrollo que eleve su calidad de vida con prácticas tecnológicas coherentes con la preservación socio-ambiental. Llevar la cultura medioambiental, al proceso de formación de los profesionales, se expresa en una categoría que son las competencias medioambientales, las cuales son las cualidades que adquiere el profesional para poder desarrollar una sostenibilidad en el ámbito de su profesión, es decir una sostenibilidad social, tecnológica y ambiental.

Las competencias medioambientales, como cualidad superior, incluye tres cualidades que se configuran en el proceso: la modernidad tecnológica, la identidad eco-socio-humanista y la flexibilidad cultural. Lo novedoso en el modelo está en revelar en qué dirección debe orientarse la formación del profesional para alcanzar niveles de comprensión de lo ambiental orientado al desarrollo sostenible. El proceso de formación debe dirigirse en lograr una modernidad tecnológica, una identidad eco-socio-humanista y una flexibilidad cultural, que no son más que las cualidades intrínsecas de las competencias que se configurarán en el proceso de Formación ambiental, como estrategia curricular, dentro del proceso de formación del profesional.

5. Competencias medioambientales

Se puede plantear que un profesional es competente desde la perspectiva medioambiental cuando actúa con eficiencia, eficacia y flexibilidad en la solución de problemas ambientales, valiéndose de su saber y poniendo en evidencia a través de los valores y actitudes asociados a su hacer, su saber y su actuar su proyección humana y social si dentro de sus capacidades es capaz de manifestar:

1. Cierto dominio y versatilidad conceptual de lo relativo a la problemática del desarrollo sostenible.

2. Un proceso de generación de propuestas innovadoras y sustanciales de solución.

3. Capacidad para integrar y articular información, conceptos y técnicas provenientes de diversos campos tecnológicos y científicos.

4. La problematización y contextualización crítica de los asuntos ambientales.

A partir de tener claridad en lo que se quiere, se definieron los tipos de competencias medioambientales que se debe construir o aprehender en el proceso de formación ambiental en el perfil tecnológico y dentro de él, el perfil geólogo-minero-metalúrgico.

En la propuesta, atendiendo a la relación entre desempeño profesional y su expresión en las competencias para la solución de problemas relativos al medio ambiente, se identifican cuatro tipos de competencias medioambientales: competencia cognitivo-investigativa, competencia en la aplicación del enfoque socio-humanista de la profesión, competencia en el empleo del trabajo interdisciplinar y competencia en la adopción de tecnologías apropiadas.

• Competencia cognitivo-investigativa: se concreta en las capacidades para acceder, apropiarse y aplicar conocimientos medioambientales con la aplicación del método científico de investigación, así como manejar fuentes de información -según las necesidades del contexto socio-productivo- con una actitud crítica y reflexiva ante hechos y fenómenos del medio ambiente social, cultural, productivo y tecnológico. Integra la capacidad de aprender a aprender.

El conocimiento de los ecosistemas y algunos aspectos de su funcionamiento, así como trabajar las interacciones más significativas existentes entre ellos, permite actuar con criterios sólidos acerca de las implicaciones que pueden acarrear al medio ambiente social, a las tradiciones culturales, etc. las prácticas tecnológicas, que como resultado de los avances de la ciencia y la técnica, se hace necesario introducir en las industrias. Esto debe corresponder con el espíritu de constante enriquecimiento del saber para un mejor actuar. No es posible preservar cuando existe desconocimiento, lo cual acarrea indiferencia ante las realidades de entorno. Actuar para la sostenibilidad requiere de amplios conocimientos y espíritu investigativo.

• Competencia en el empleo del trabajo interdisciplinar: asociadas a la capacidad para asumir, como método de trabajo, la concurrencia de diferentes áreas del conocimiento en la búsqueda de variantes para la solución de situaciones de impactos al medio ambiente, propuestas tecnológicas y su fundamentación teórica. Se potencia por reconocer el medio ambiente como un todo, constituido por dimensiones interdependientes e interrelacionadas que no se pueden aislar en un solo campo disciplinar, sino que requieren de un conocimiento integrado y articulado sobre distintos enfoques científicos y técnicos que permitan llegar al reconocimiento de los problemas ambientales y a la propuesta de solución. Presupone potenciar el trabajo en equipo con el objetivo de comunicarse con otras profesiones para reunir e integrar las diversas perspectivas.

El medio ambiente es un medio complejo y por tanto lo ambiental debe abordarse desde una perspectiva holística y ello requiere un enfoque desde diferentes ciencias. Lograr formar, desde el proceso docente educativo, la capacidad de saber formar “equipo” para enfrentar la solución de los problemas ambientales que se presentan en la relación entorno social – entorno productivo, redunda en soluciones integrales, duraderas y que satisfagan los anhelos de la sociedad, garantizando un entorno natural y cultural apropiado a las presentes y futuras generaciones.

• Competencia en la adopción de tecnologías apropiadas: relacionadas con la capacidad de adecuar tecnologías acorde al contexto eco-socio-productivo concreto; poseer habilidades para definir, reconocer y solucionar problemas ambientales y transferir tecnologías apropiada, lo cual implica la elección de tecnología moderna y de punta -que pueda ser incorporada y asimilada-, tecnología moderna transferida e innovada, tecnología tradicional transformada, tecnología alternativa (que se ajuste a lo local, que genere empleo, etc.). Se requiere desarrollar destreza en la evaluación de criterios internos de eficiencia (factibilidad, fiabilidad, durabilidad, etc.) y criterios de valor de la tecnología para la sociedad.

Lo que se persigue con la formación de este tipo de competencia no es provocar un rechazo a las tecnologías que están ya en explotación, algunas por más de cincuenta años, sino mejorar las existentes dentro de lo posible e incorporar, dado los procesos de innovación, tecnologías y manejos menos agresivos. Se logran menos emanaciones a la atmósfera de sustancias nocivas, como son los minerales pesados, polvos y otras sustancias que han provocado y provocan daños a la salud humana y pérdidas económicas considerables.

El desarrollo sostenible requiere de una interpretación desde la visión tecnológica que contemple la creación de tecnologías orientadas a la sostenibilidad (tecnologías limpias, apropiadas, alternativas, etc.).

Se requiere la implementación de cierto nivel de productividad eco-tecnológica, interdependiente de los procesos culturales y ecológicos, que implica la construcción de una tecnoestructura normada por un conjunto de valores sociales y condiciones naturales; que se luche por la conservación de ciertas estructuras básicas de los sistemas ambientales, que soporten la fertilidad y estabilidad del potencial productivo a largo plazo y la capacidad de generación de los recursos (Leff, 1994). Ello obliga al desarrollo de tecnologías dirigidas a preservar y fortalecer la integridad cultural de las comunidades, que requieran poco capital para su puesta en marcha (Mateo, 2001: 734).

• Competencia en la aplicación del enfoque socio-humanista de la profesión: implica poseer visión global a corto, mediano y largo plazo sobre las implicaciones de las acciones tecnológicas de su esfera de actuación. Mostrar respeto a las tradiciones y costumbres de localidades y regiones al introducir variantes de manejo tecnológico. Presupone revelar valores tales como compromiso social, político y productivo, humanismo, responsabilidad, eficacia, cooperación, iniciativa, calidad en el trabajo, libertad, equidad y solidaridad. Garantiza que la toma de conciencia, orientada hacia el desarrollo humano, sea causa y efecto de la sostenibilidad y responsabilidad global; se identifica con la mejora de la calidad de vida y de su entorno a partir de experiencias concretas en el medio físico y social.

Lograr lo planteado implica entregar a la sociedad un profesional identificado con los anhelos de nuestro sistema socialista: mejorar cada día más la calidad de vida del cubano. Qué mejor variante que la de conjugar los resultados del desarrollo con las costumbres emanadas de la práctica social de varias generaciones.

La problemática ambiental es inseparable de la problemática social, tiene un trasfondo político y por tanto las soluciones a ella deben ser encontradas en el ámbito del propio sistemas de relaciones sociales (de las que forma parte el proceso de formación del profesional), en cuyos sistemas institucionales y de poder de distribución de los recursos son engendradas las políticas para el uso del territorio (Mateo, 2001: 722).

La Formación ambiental, dirigida a la consecución de un desarrollo sostenible, no puede mantenerse ajena a la realidad social pues en ella es donde desenvolverán su labor científica o profesional los futuros profesionales. La relación Universidad-Sociedad, respecto a la formación de profesionales, debe concebirse desde el principio de cambio, es decir, no puede adaptarse a los procesos del medio sino lograr mejorarlo y transformarlo sobre la base del desarrollo sostenible. Para ello la Universidad debe articular la formación de profesionales en el proyecto de una sociedad sostenible y crear profesionales reflexivos, críticos y sensibles a los cambios que tiene que operar en el mundo de la producción y de la sociedad. Deben ser profesionales que asuman el papel social de su profesión y la dirección de su actividad y, consecuentemente, su responsabilidad en la selección de estrategias y tecnologías coherentes con los fines de la sostenibilidad.

El modelo de formación de competencias medioambientales se instrumenta mediante una estrategia de formación ambiental, la cual no se ciñe en sólo considerar una serie de premisas, sino que las mismas alcanzan su concreción en un conjunto organizado y sistematizado de acciones educativas agrupadas por etapas interactivas que permiten configurar las competencias desde el mismo proceso de formación del profesional.

6. Conclusiones

El impacto de la actividad humana sobre los sistemas naturales, construidos, culturales y sociales, están muy relacionados con las prácticas productivas de las empresas, por tanto se precisa la aplicación de modelos y estrategias científicas para canalizar los problemas ambientales, así como encontrar soluciones a las alternativas planteadas y esto debe enfocarse desde lo curricular. Es ahí la lógica de trabajar para alcanzar un cambio de actitud del profesional hacia el medio ambiente y la protección de los recursos sociales, culturales y naturales.

Existe la necesidad de crear en los profesionales conocimientos, hábitos, nuevos valores profesionales y mentalidades para que colaboren con la disminución o eliminación del impacto negativo al ambiente, de los peligros y riesgos naturales y en un mejor uso de los recursos naturales. La Formación ambiental está estrechamente ligada al concepto de ciudadanía. Se debe potenciar la responsabilidad dirigida al medio ambiente como patrimonio cultural. El desempeño de los futuros egresados se desarrolla en un entorno social en el que tienen que tomar decisiones que no afecten estrictamente a su función como profesionales, y por ello deben estar socializados para su pertenencia a la comunidad en la que viven; desarrollando como método, al solucionar los problemas a los que se enfrenta, la investigación acción.

Una correcta introducción del modelo propuesto, respaldado con una estrategia de Formación ambiental que propicie la aprehensión de las competencias medioambientales enunciadas, garantiza una formación acorde con el desarrollo sostenible.

Con la Formación ambiental en base a competencias se logra:

• El acercamiento a los problemas globales del planeta, identificando los nacionales, regionales y locales como modificadores de los globales, sensibilizando al futuro profesional en lo que respecta a la significación de su acción local individual y colectiva sobre el medio.

• Tomar conciencia acerca de los cambios naturales provocados por el hombre, los impactos en el medio, las degradaciones y contaminaciones, el irracional aprovechamiento de los recursos naturales.

• El conocimiento de los peligros y riesgos naturales, los desastres naturales etc. y las medidas correctivas para atenuar sus efectos.

• La adecuación de valores que se correspondan con la actuación del profesional del perfil geólogo-minero-metalúrgico, considerando el impacto de su actividad sobre el medio y su protección con criterios de sustentabilidad.

• Mayor impacto económico al darse soluciones coherentes con las capacidades económicas de nuestras industrias al incidir directamente, con criterio de causa-efecto, en la disminución de los residuales y emanaciones de gases y polvos minerales.

• Una menor incidencia negativa sobre la salud de los grupos poblacionales sometidos a la influencia de las industrias.

• Un profesional más competente capaz de mejorar la calidad de vida de la sociedad, dando cumplimiento a sus funciones en un plazo menor.

• Definir hacia dónde dirigir el proceso de Formación ambiental con garantías de una educación para el desarrollo sostenible.

• Hacer más evidente la correspondencia de las tecnologías educativas y ambientales con las exigencias culturales del entorno social; así como de la naturaleza.

• Garantizar una gestión efectiva de la interfase universidad-sociedad con la adecuada unidad entre Formación ambiental y desempeño profesional.

• La reformulación del modelo del profesional, lo cual presupone el perfeccionamiento de los programas de estudios de las carreras del perfil.

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