Irma Lorena Acosta Reveles (CV)
Teresa Lizeth Alanis Gutiérrez (CV)
ilacosta2@hotmail.com
Universidad Autónoma de Zacatecas
Resumen
Desde 1982 el crecimiento del empleo en el sector formal ha estado por debajo de las necesidades de generación de fuentes de trabajo estables y bien remuneradas en el país, implicando un desequilibrio estructural del mercado formal de fuerza de trabajo, donde no se absorbe a la totalidad de la PEA (Población Económicamente Activa) que está en aumento; multiplicándose las formas alternativas al empleo formal como auto-emprendimientos, actividades laborales de subsistencia, empleo informal, trabajo por cuenta propia; es decir, ocupaciones al margen de la relación obrero-patronal, carentes de una relación asalariada. El trabajo por cuenta propia y su relación con el nivel educativo (calificación) es el objeto de éste trabajo. El objetivo es determinar hasta qué punto el nivel educativo influye en que la PEA se dedique a emprendimientos por cuenta propia o si se trata de factores estructurales, y conocer las causas del aumento de profesionistas que trabajan en actividades no salariales. Lo anterior se buscará desentrañar a partir del análisis de los datos oficiales que brindan el INEGI, la OIT, el Banco Mundial, la UNCTAD, OCDE, el gobierno y centros de investigación.
Palabras clave: educación, trabajo por cuenta propia, ocupación, modelo neoliberal, empleo informal, mercados laborales, desempleo, calificación laboral.
Abstract
Since 1982 job growth in the formal sector has been far below the needs of the stable and well-paid job generation in the country. This results in a structural imbalance in the formal labor market that does not encompass the whole labor force) which itself is also on the rise. Alternative ways to formal employment are self-entrepreneurship, labor subsistence activities, informal employment, self-employment; all referring to occupations outside the traditional employer-employee relationship, lacking a fixed wage relationship. Self-employment and its relationship with educational attainment (or grading) is the gist of this work. The objective is to determine to which extent educational attainment influences the labor force and its activities in self-employed activities. Further, it is investigated whether it is a structural phenomenon to understand the causes of the increase of professional workers, working in non-wage activities. With respect to the analysis of the former hypothesis official data from databases as the National Institute of Statistics and Geography (INEGI), the International Labor Organization (ILO), the World Bank, the United Nations Conference on Trade and Development (UNCTAD), the Organization for Economic Co-operation and Development (OECD), other government institutions and research centers were used.
Keywords: education- self-employment- occupation- Neoliberalism- informal employment- labor markets- unemployment- job skills.
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1. INTRODUCCIÓN
El documento se propone establecer la relación existente entre la exclusión laboral, propiamente asalariada, y el nivel educativo de la población económicamente activa. Observamos en concreto al sector ocupado en actividades no capitalistas (también llamadas por cuenta propia, autónoma o informales en las estadísticas oficiales), para conocer si su permanencia al margen del empleo asalariado obedece a su escaso nivel de calificación laboral, o bien si la respuesta ha de encontrarse en otros factores.
Se trata de clarificar si efectivamente estos trabajadores, que son cada día más en nuestro país, se encuentran en esa condición de marginalidad respecto al vínculo asalariado, debido a su baja calificación para el trabajo e instrucción escolar. Ya algunas investigaciones han buscado explicar esta relación, llegando a concluir, que en efecto, aquellos que tienen menor educación son expulsados hacia estos sectores que aquellos trabajadores mejor educados y capacitados. Pero también se ha demostrado que en las filas del desempleo y de las ocupaciones no salariales, cada vez es mayor el número de personas con educación profesional. A partir de la identificación del sector laboral no asalariado en el país, y de reflexionar sobre las razones de su crecimiento en las últimas décadas e implicaciones.
La interrogante que dio origen a esta investigación plantea si los trabajadores situados en el sector no asalariado se encuentran ahí por su baja calificación laboral, o de otra forma, si su calificación laboral es más baja que los del sector asalariado, y deben a su poca calificación el estar fuera del empleo asalariado, la respuesta es que no. Creemos que en general si pueden tener menos calificación los trabajadores que pertenecen al sector de trabajadores no asalariado, pero no es esta la causa de su exclusión, sino el desequilibrio en los mercados de trabajo en este momento del desarrollo del capitalismo, y por ser México un país en subdesarrollo, y frente a esta inestabilidad e inseguridad en el empleo y desequilibrio entre la alta demanda laboral y pocas oportunidades, se crean maneras de afrontarlas. En este sentido el nivel educativo de los trabajadores es una variable que influye en su posición de trabajadores no asalariados, sin embargo no es determinante, se encuentran otros factores de tipo estructural como el modelo económico vigente, las propias características del sistema capitalista y la condición de subdesarrollo donde se haya México que impide la absorción de una gran parte de la PEA.
La metodología a seguir para lograr el objetivo planteado anteriormente fue realizar una revisión teórica-conceptual; un repaso de la literatura para identificar los conceptos con que vamos a abordar el problema, luego se hace un recorrido histórico para identificar tendencias, es decir, seguir la trayectoria histórica de los trabajadores no asalariados en México; situados en las últimas décadas a fin de hacer un diagnóstico de la situación reciente del segmento laboral de interés, para establecer sus correlaciones con el nivel educativo (cantidad, como se contabilizan, donde están, en qué sectores, perfil-nivel educativo, edad, condiciones de ingresos, si tienen registro legal o no registro), y en última instancia, sin ser el objeto central de la investigación, realizar un apartado donde se muestre la situación (grado educativo, proporción de la PEA, condiciones de seguridad social etcétera) de trabajadores no asalariados en Zacatecas y los sectores económicos donde se ubican. Se recurrirá a estadísticas nacionales del INEGI, instituciones internacionales, centros académicos.
2. REFERENTES CONCEPTUALES
Debido a que existen múltiples interpretaciones y definiciones para el trabajo no asalariado, pareció conveniente indagar en los estudios más representativos en el tema para determinar lo que será el marco teórico de esta investigación. En la literatura académica la categoría más abordada y donde se crea mayor confusión con los trabajadores no asalariados es con el sector informal, por lo cual se han tomado algunas referencias para nutrir la investigación, sin embrago se trata de un concepto diferente el que concierne a este trabajo de investigación; teniendo que elegir entre distintas definiciones, tales como trabajo autónomo, atípico, no clásico, independiente, pero es el trabajo por cuenta propia y que utiliza el INEGI en sus estadísticas la categoría que más se apega a nuestro objeto de estudio.
El desempleo es uno de los grandes problemas de las sociedades capitalistas subdesarrolladas, que se ha acentuado en los últimos 20 años (Organización Internacional del Trabajo, OIT, 2008: 9-17). Su importancia queda de manifiesto en el tratamiento que ha recibido desde los orígenes de la ciencia económica, como tal. Las posturas que se tomaron en cuenta para explicar el fenómeno del desempleo en ésta investigación fueron las que ofrecen los clásicos, neoclásicos, institucionalistas, keynesianos y marxistas; siendo ésta última la que mejor se ajusta al enfoque de estudio del trabajo no asalariado.
Respecto al sector informal que es uno de los conceptos más abordados, Contreras (2010) añade que el problema para abordar el estudio del sector informal parte de que no existe una definición generalmente aceptada del mismo, sino tantas como características se le atribuyen. Se tiende a definir al sector por los actores y por las actividades económicas que realizan, más que por un fenómeno acotado. Dado que es un tema que involucra distintas disciplinas para su análisis es difícil homogeneizar una definición, esta categoría de informalidad es un elemento indispensable a tomar en cuenta por algunas coincidencias que guarda con el sector de trabajadores del cual se ocupa la investigación.
Lo mismo ocurre al tratar de definir el trabajo no asalariado donde encontramos aun definiciones heterogéneas entre los distintos autores de las diversas escuelas del pensamiento económico al tratar de proponer sus concepciones, por ejemplo, para la OIT (1993: 1-16) el trabajo no asalariado comprende básicamente de 4 modalidades de actuación independiente como son:
Por otra parte Nogales Escuderos (2003: 45-49), señala que bajo el rótulo ejercicio no asalariado de la profesión se engloban, fundamentalmente, dos modalidades: el autónomo y el pequeño empresario, con menos similitudes de las que podría hacer suponer su coexistencia bajo dicho nombre. Al igual que la denominación trabajo asalariado o por cuenta ajena engloba toda una compleja estructura laboral (de cualificaciones, de responsabilidades y salariales), sea en un mercado primario, estable, cualificado y bien remunerado o en otro secundario menos cualificado y peor pagado, el mercado de trabajo por cuenta propia o no asalariado agrupa también posiciones diferenciadas según las circunstancias más o menos voluntarias u obligadas que llevan a él, la experiencia previa acumulada en la actividad asalariada, los requisitos necesarios para su desempeño: redes familiares y laborales, las aptitudes, destrezas o capacidades tanto específicas como inespecíficas o complementarias que desarrollar.
El trabajo no asalariado no ha sido tan estudiado como otras categorías del empleo, y se cuenta con pocas investigaciones que hagan referencia a este concepto; sin embargo para efectos de esta investigación estas denominaciones de trabajo no asalariado no concuerdan con lo que se pretende demostrar y el perfil de trabajador no asalariado que se considera, por lo cual servirán como marco de referencia y punto de partida hacia el planteamiento de una definición propia.
En la revisión teórica se estudiaron los planteamientos de las posturas de diversas escuelas económicas en torno al problema del desempleo en las sociedades capitalistas, también se retomaron las consideraciones teóricas del sector informal y sus distintos enfoques, aunque aquí se realizó solamente un breve recuento; la revisión era imprescindible para identificar la propuesta teórica más consistente, así como las categorías de análisis adecuadas para dar cuenta del sector laboral en que se enfoca esta investigación: aquellos trabajadores que en la sociedad capitalista están situados en ocupaciones no asalariadas.
Llegamos a la conclusión de que la teoría que mejor aborda a este conglomerado, cada vez más abundante, es la que refiere a los excedentes de población en el marco de la escuela marxista, siendo ésta la base teórica en que se afianza esta investigación.
Figueroa (1986) realiza una clasificación muy particular, y para este trabajo se propone un listado con algunas variaciones, considerando en todo caso a la PEA que no mantiene relaciones salariales ni patronales, en trabajos calificados en algunas investigaciones como autónomos, por cuenta propia, o independientes.
Cabe señalar que no están exentos de pertenecer a estos grupos de trabajadores por cuenta propia los profesionistas, o personas con algún grado de calificación para el trabajo (nivel educativo).
3. MÉXICO EN EL CONTEXTO LATINOAMERICANO, DOS PERIODOS:1980-2000 Y 2000-2012
Desde los cincuentas ya eran reconocidas la dependencia y el subdesarrollo como signos distintivos del capitalismo latinoamericano, dicha condición ha sido determinante en los obstáculos y las posibilidades de los países de la región para superar sus problemas históricos de crecimiento e integración social. Después de la fórmula de industrialización por sustitución de importaciones, prevaleciente entre los cuarentas y setentas del siglo pasado, la idea de la globalización llegó con la esperanza de disminuir esta dependencia, pues se confiaba en que, mediante la liberalización se podría alcanzar el progreso social que había estado negando hasta entonces.
En México, uno de los principales fenómenos que se ha podido observar en el mercado laboral en los últimos años lo constituye el desempleo, que resulta del exceso de personas dispuestas a ocupar una plaza laboral, por una parte, y por otra, la incapacidad del aparato productivo para ofrecer puestos de trabajo suficientes, así sea en condiciones de precariedad. Ante ello, es creciente la población que recurre a tareas por cuenta propia, llamados comúnmente auto-emprendimientos, actividades laborales de subsistencia, independientes, autónomas o empleo informal; se trata en cualquier caso de ocupaciones al margen de la relación obrero-patronal donde confluyen los excluidos del mercado laboral.
No es nueva en nuestra sociedad la existencia de un sector de la población económicamente activa mayor de quince años que se emplea fuera del ciclo regular del capital, es decir que no es asalariada propiamente, pero en las últimas décadas éste tiende a incrementarse. Dicha expansión ocurre a nivel mundial, a raíz de la crisis de la década de los setenta del siglo XX; se enriquece con los procesos de apertura del comercio entre países, de la reestructuración económica que persigue la competencia global, de las innovaciones tecnológicas, las tendencias a la flexibilización y precarización del empleo, el abaratamiento de la mano de obra y en suma, por la llegada del neoliberalismo.
Por tal motivo, esta investigación se ocupa de los trabajadores no asalariados, es parte de la sobrepoblación que estructuralmente genera el capital en su dinámica de acumulación (sobre todo en el subdesarrollo) y que en primera instancia son desempleados o excluidos de la relación salarial. Ese sector laboral que sí vive (y a veces sobrevive) de los ingresos que su trabajo le genera, pero no a partir de un vínculo de subordinación, sino que se ocupa en actividades independientes que pueden ser del ramo primario, secundario o del sector terciario, pero no vende su fuerza de trabajo a un empresario.
Para lograr ubicarnos en el contexto de este sector de trabajadores es necesario conocer los antecedentes a este fenómeno, los cuales se encuentra en gran medida en la crisis capitalista, que ha servido como detonante del desempleo (OIT, 2012: 3). Dicha crisis tuvo como base tres factores de acuerdo a Girón (2010: 39-40): i) La caída de la tasa de ganancia; ii) un proceso de rearticulación del ciclo de acumulación internacional, y iii) las reformas económicas y financieras del Consenso de Washington.
Siguiendo pues las políticas económicas sugeridas en el Consenso de Washington para los países de América latina y en pro de fomentar el crecimiento de la región, se dieron fenómenos como la especulación financiera, la desigual transferencia de tecnología, comercio unilateral, competencia abierta, desigual y polarizada entre los diversos países. En el caso de economías como México que no contaban con las condiciones materiales ni una suficiente reorientación democrática de la política económica, fue difícil su incorporación a este mercado global. Dado que no se cuenta en México con el capital y la infraestructura necesaria para la producción, los gobiernos atrajeron capitales foráneos para un crecimiento mayor y también recursos para modernizar la infraestructura y ampliar las oportunidades mediante la asociación comercial con economías desarrolladas.
Se parte de la implantación global de un modelo de crecimiento basado en el mercado externo, el modelo neoliberal, y con ello el aumento de los escenarios de vulnerabilidad económica y deterioro social, sin lograrse un crecimiento sostenido del empleo y del ingreso a pesar de la reestructuración económica (Hernández, 2003: 41-44). La globalización capitalista supuso transformaciones en los mercados de trabajo en todo el mundo y sobre todo en los países subdesarrollados, implicando la reconfiguración de las estructuras productivas para la valorización del capital, ello debido al empleo de innovaciones tecnológicas cuya tendencia es generar la flexibilidad en el trabajo y recuperar los niveles de utilidad (CAM, 2011: 2-5).
Este nuevo modelo, el neoliberal, es el que impone a escala global el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otros organismos internacionales (Pérez Sainz, 1995: 36-41), con respaldo de los gobiernos locales, sobre todo los países subdesarrollados, como México, a fin de acceder a los créditos necesarios para la modernización de sus economías. Producto de la desregulación y apertura de sus economías y la atracción de la inversión extranjera directa, se da el desmantelamiento de la infraestructura social y su privatización, así como de las reglas laborales. En poco tiempo se deterioran lo salarios, se debilitan los sindicatos y aumenta el control sobre aquellos que han sido tradicionalmente combativos. Todo en nombre de la productividad, la competitividad y la tasa de ganancia (Samaniego, 2005: 70).
Señala Samaniego (2005:70-83), que todos estos cambios transcurren a costa del detrimento de la calidad de vida de las mayorías asalariadas que tienen un empleo, ya sea estable o flexible; la competencia en los mercados nacionales e internacionales exige la reducción de costos y, por tanto, el sacrificio de los trabajadores y sus derechos, de sus pensiones, su permanencia en el trabajo, la seguridad laboral, los servicios de salud, y los ingresos en el caso de los trabajadores que son asalariados.
El neoliberalismo y la reestructuración económica fueron detonantes del desempleo (Girón, 2010: 13-16) por el cierre de los pequeños establecimientos a favor de los más competitivos, el aumento de las importaciones, la tecnificación del aparato productivo que conlleva recorte de personal, y la insuficiente llegada de capitales extranjeros.
Bajo este contexto, América Latina registra un crecimiento importante de este sector de población que se ocupa en el trabajo no asalariado. En efecto, presenciamos la proliferación de pequeños negocios unipersonales y familiares, en general, sin capital o inversión que los sustente. Éstos trabajadores, que son población sobrante del sistema capitalista (Figueroa, 1986:10) se ven en la necesidad de buscar cualquier tipo de alternativa para sobrevivir; debe encontrar formas de producir o de emplearse a sí mismo. Incluso estas alternativas han devenido en un modo de complementar los ingresos de un trabajo precario.
Las ocupaciones no asalariadas se han convertido en una manera de vivir y de obtener ingresos, que forma parte estructural de las economías de la región, ya que no puede considerarse como coyuntural. Por lo cual el estudio sobre este sector y las causas de su permanencia y crecimiento adquiere gran importancia en estos países, donde de acuerdo a la OIT (Organización Internacional del Trabajo) generan al menos la mitad de todos los empleos (OIT, 2008: 3-6), refiriéndose a los trabajadores informales.
Pasando al caso mexicano, este fenómeno asume un carácter más radical que en los países desarrollados, después de la profunda crisis de la deuda de 1982, y que se acentúa en la década siguiente, teniendo un impacto notable en la estructura del empleo. A partir de 1982 el crecimiento del empleo en lo que se conoce como el sector formal de la economía ha estado muy por debajo de las necesidades de generación de fuentes de trabajo en el país, y poco a poco las plazas laborales existentes han dejado de ser estables y adecuadamente remuneradas. El desequilibrio estructural del mercado de fuerza de trabajo se agudiza, y no se corrigió durante los años 1988-1994, en que la economía mexicana, después de haberse mantenido estancada, entró una etapa de expansión económica moderada, al impulso de la estrategia de crecimiento exportadora.
Hay tres razones por las cuales el desequilibrio estructural ya señalado se agravó. Por una parte el crecimiento del producto nacional resultó insuficiente, muy por debajo del que alcanzó México en etapas previas; por otro lado, ocurrió una aceleración del ritmo de crecimiento de la productividad del trabajo en el sector formal de la economía, aunado a los anteriores, se da un aumento de la tasa de participación de la población en edad de trabajar, como resultado de la caída del poder de compra del sector obrero.
Durante los años noventa México vivió una etapa de intenso cambio, tanto de origen estructural como asociado a una coyuntura más volátil (Girón, 2010: 32-34, 139). El país entró en un proceso de franca apertura comercial, que llevó a emprender reformas estructurales, en un contexto macroeconómico que transcurrió por períodos de muy fuertes contrastes. A una violenta sacudida de la economía en 1995 siguió una etapa de crecimiento acelerado de ocupaciones, entre ellas el trabajo no asalariado.
Estas transformaciones y cambios en la dinámica de la economía se dieron dentro de un mercado de trabajo altamente heterogéneo, en el que coexisten las empresas vinculadas a los mercados modernos en los ámbitos nacional e internacional, con un vasto universo de informalidad constituido por una variedad de unidades productivas y formas de trabajo caracterizadas por la precariedad, la pobreza y el atraso (Suárez, 2005: 39).
Por otra parte, los mecanismos en la economía interna y en el contexto internacional están cambiando, parte de las empresas y de los trabajadores han encontrado nuevas áreas de oportunidad y el conocimiento se convierte en una herramienta fundamental para incrementar la productividad y ganancias. Sin embargo, otros grupos se han visto excluidos, en un entorno en donde la polarización en ingresos, oportunidades y condiciones de trabajo han tendido a acentuarse y donde el elevado ritmo de crecimiento de la fuerza de trabajo sigue constituyendo una fuerte presión a la economía y a la sociedad en materia de creación de fuentes de trabajo productivas (Hernández, 2003: 59-67).
Si bien se cuenta con datos oficiales acerca de los trabajadores no asalariados, el impacto real de esta forma de ocupación no se refleja en dichas cifras, del mismo modo que no se explican las causas que originan este fenómeno ni el alcance que tiene sobre la población trabajadora en México; por lo que resulta relevante indagar en este tema a fin de contar con una aproximación objetiva del panorama de los trabajadores no asalariaos en el país y lograr extraer conclusiones valiosas que aporten al mejoramiento de su condición de vida.
A continuación se muestran algunas cifras para México en materia de desempleo, en los periodos 1980-2000 y 2000-2012 para poder observar las variaciones y dinámica del mercado laboral en dichos periodos. Como se puede observar, de 1980 a 2000 la población económicamente activa (PEA), crece de 27,998 millones de personas en el año 1980, hasta 41,927 en el año 2000.
En esta tabla se muestra que en veinte años así como ha estado aumentando la PEA considerablemente (de 27, 998 millones de habitantes en 1980 a 41, 927 millones en los años 1980 y 2000, respectivamente) la población ocupada remunerada también va a la alza (de 24,603 a 34,634 millones depersonas), e incluso, de acuerdo a los datos oficiales, se puede notar una reducción de la desocupación (de 10.2 a 8% de la PEA). Esto se explica claramente por el incremento de las actividades por cuenta propia o independientes (informales para el INEGI) que restan presión al mercado laboral. Véase que en ese lapso, el sector informal se abulta de 5,656 mil personas a 11,407 mil; esto es, de 20.2% en relación con la PEA, al 27.2%; mientras el número de personas que labora en EUA se multiplica al menos por tres.
A primera vista lo que tenemos es una disminución en la tasa de ocupación y desocupación como proporción de la PEA lo cual parece positivo, pero de manera paralela el empleo en el sector informal ha estado en aumento en el mismo periodo; lo anterior da cuenta como dicho sector informal alberga gran cantidad de la población en condiciones de precarización en muchos casos y al margen de las relaciones salariales, es precisamente en éste grupo de la población donde ubicamos a los trabajadores por cuenta propia que son objeto de estudio de éste trabajo de investigación.
Coincidimos con HumbertoMárquez (2009: 191-193) cuando señala que las pautas estratégicas del capitalismo neoliberal en nuestro país desembocaron principalmente en la ruptura del proceso de producción y reproducción de la vida humana. Ello por afectar las fuentes de trabajo, sostén esencial de los ingresos de la clase trabajadora. De manera que el autor señala algunos puntos clave a discutir sobre este tema:
a) El sistema capitalista está gobernado por un sistema de poder trasnacional que conjuga la ofensiva de los Estados imperiales y la preeminencia de las grandes corporaciones multinacionales, dado que aunque exista la globalización el mundo no es un escenario donde los capitales se muevan con libertad.
b) En las periferias el sistema mundial se profundiza en subdesarrollo y dependencia y en los sectores subalternos, pobreza y exclusión.
De acuerdo a la gráfica anterior el desempleo a inicios de la década de los noventa es relativamente bajo, en 3%. Ya para el año 1994 se ve un incremento a 4.2%, y en 1995 cuando estalla la crisis aumenta hasta 6.9%, en 1996 continua alto con 5.2%, y se observa una tendencia a bajar para el año 2000 con 2.6%.
El parámetro principal de los modelos de desarrollo económico, político y social de las naciones modernas es el trabajo remunerado. A través del trabajo se puede dar continuidad a los proyectos de crecimiento. Bajo la óptica capitalista, según Mejía (2011: 9-29), el trabajo es un eje transversal para el progreso, se trata de la tecnificación de los procesos productivos apropiados por un sector social que arrojaba beneficios y ocupación al resto de los miembros para lograr un estado ideal de sociedad productiva.
En ese sentido, la incertidumbre, la inseguridad, la flexibilización y renovación de procesos industriales con alta tecnificación son regularidades en el modelo neoliberal que en el país han dado un vuelco a la economía, afectando la relación capital-trabajo como fundamento de la vida obrera. Bajo estas circunstancias, y relacionado al abaratamiento de la mano de obra, las condiciones en que subsisten las familias se han hecho también precarias y sin la potencial generación de seguridades materiales o el ejercicio de derechos sociales básicos.
Ni el crecimiento de los índices de desempleo, ni elaumento de la pobreza son reconocidos como problemas prioritarios en nuestro país, siempre se afirma que estamos avanzando en estos sentidos; sin embrago no se acusa a las políticas de apertura como responsables.Aquí se estima que las causas del deterioro social y laboral pueden hallarse en la competencia económica internacional en sectores que tradicionalmente se basaba la prosperidad de ciertos territorios y la facilidad de conseguir mano de obra barata. Según Beck (2007: 197, 228-229) la incertidumbre laboral incentiva la movilidad de personas en busca de trabajo, y al igual que las empresas en ambos casos figura el carácter nacional o localizado, ya que lo que se mueve en estas migraciones de empresas no son las personas que ahí laboran, sino los mismos puestos de trabajo. Del mismo modo ocurre con el acelerado avance científico y tecnológico implicando una serie de modificaciones en las tareas o especialización de acuerdo a las necesidades productivas. De ahí que las especializaciones laborales de grandes sectores que fueron formados en disciplinas operativas o técnicas han evolucionado más lentamente que los avances científicos y tecnológicos, así como las necesidades del mercado; por ello cuando los potenciales trabajadores terminan su preparación académica y buscan una posición en la estructura ocupacional sus conocimientos resultan obsoletos e inútiles por las exigencias que se demandan.
Para el periodo que a continuación se describe, el de 2000-2012, tenemos que la PEA en el año 2000 era de 41 927 millones de personas y continuó creciendo hasta el 2012 con 51 918 millones, lo cual en primera instancia se convierte en un problema para el Estado y el sector privado al no crear las condiciones de generación de empleos suficientes para dicha cantidad de trabajadores. Siendo el desempleo una constante también en éste periodo.
En el cuadro que viene enseguida (tabla 2) se muestra que, siguiendo la tendencia de la década previa, pero de forma más acentuada, la tendencia de ocupaciones en el sector informal que registra el INEGI es a crecer; y así también se observa el aumento de la migración hacia Estados Unidos, aunque en últimos años con un menor incremento, por el endurecimiento de la política migratoria.
De acuerdo a distintos organismos como el INEGI (2012) y la OIT (2012: 1-2) el problema del empleo en México no es la desocupación, sino la estructura de las ocupaciones: la presencia de trabajadores no remunerados y de trabajadores por su cuenta, empleadores y asalariados que desempeñan actividades de baja productividad, obteniendo ingresos de subsistencia, carentes de protección laboral y con jornadas de trabajo excesivas, aunado a la subcontratación o la carencia de contrato, son actividades realizadas bajo la lógica de subsistencia y no de acumulación. Las propias características de un empleo precario pero que satisface en el corto plazo las necesidades de los trabajadores, sin embargo en esta investigación solo será de interés el sector de trabajadores no asalariados. Se observa también que el sector estudiado, es decir, el de trabajadores no asalariados, adquiere importancia debido a la falta de oportunidades en actividades de mayor remuneración y calificación, así mismo ha llegado a trastocar el sector de PEA con estudios profesionales o superiores, dado que no logran ser absorbidos por el mercado laboral encuentran en el trabajo no asalariado una alternativa para obtener ingresos. Por lo cual se ha esbozado el perfil de estos trabajadores, en que sectores productivos se ubican, nivel de escolaridad, y como han evolucionado del año 2000 a la fecha, considerada una fecha que fue un parte aguas en cuanto a que se reflejan los cambios estructurales traídos con el modelo neoliberal, y cambios en las políticas económico-social
En ese tenor, dadas las condiciones laborales bajo las que se encuentra una parte considerablemente importante de la PEA en México y la innegable relevancia que tiene para la economía el trabajo no asalariado; es difícil no preguntarse qué lo origina y cómo se puede reducir o reestructurar dado su protagonismo en la vida social. Explorando, en este contexto y como ya se había anticipado, el vínculo de este fenómeno con la educación, dado el aumento de profesionistas que se incorporan al mismo.
Hace apenas unos años las informaciones aportadas por el INEGI (2012) permitían afirmar que si bien el desempleo habría disminuido paulatinamente en el país, las condiciones de empleo se han deteriorado. Lo anterior puede darnos cuenta de un aparente aumento del empleo que encubre la realidad acerca del mercado laboral mexicano. Dichos datos señalaban que en el cuarto trimestre de 2012 la población considerada dentro de la categoría de trabajador no asalariado (trabajadores por cuenta propia) de la economía actualmente representan el 20.3 % de la población ocupada, 9.8 millones de personas. Llegando a ser una forma de ocupación como una de las muchas vías alternas para lograr la subsistencia de la población y que ha sido difícil de erradicar dadas las condiciones estructurales del mercado de trabajo en el país.
Los siguientes datos junto a las tablas anteriormente mostradas pretenden esbozar un panorama de la situación actual respecto a la ocupación en México, a través de cifras obtenidas en la ENOE (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, 2012), y donde también la OITha sido un referente importante.
De acuerdo a los resultados de la ENOE (2012) en el cuarto trimestre de 2012, todas las modalidades de empleo informal sumaron 28.9 millones de personas, con un crecimiento de 0.3% respecto al mismo periodo de 2011 y representó 59.9% de la población ocupada (tasa de informalidad laboral). Haciendo un desglose de las actividades, se observa que, 13.5 millones conformaban específicamente la ocupación en el sector informal, cifra que significó una disminución de 3.7% anual y constituyó 27.9% del total de ocupados (tasa de ocupación en el sector informal); 2.2 millones corresponden al servicio doméstico remunerado, 6.3 millones pertenecen al ámbito agropecuario y otros 6.9 millones a las empresas, gobierno e instituciones.
Para el cuarto trimestre del año 2012, la Población Económicamente Activa (PEA) del país se ubicó en 51.8 millones de personas, que significan el 59.6% de la población de más de 14 años (ENOE, 2012), y en el año 2013 la PEA fue de 52.2 millones, lo que representó el 59.3% del total. En ese sentido, cabe destacar que mientras que 77 de cada 100 hombres en estas edades son económicamente activos, en el caso de las mujeres, 43 de cada 100 están en esta situación.En este periodo, un total de 49.5 millones de personas se encontraban ocupadas para el 2013, mientras en el 2012 se ocuparon 49.3 millones, la primer cifra resulta superior en 269 mil personas a la del trimestre comparable de 2012. La población sub ocupada alcanzó 3.9 millones de personas en el cuarto trimestre de 2012, para una tasa de 8% respecto a la población ocupada, proporción menor a la de igual trimestre de 2011, que fue de 9 % (ENOE, 2012).
Al considerar a la población ocupada con relación al sector económico en el que labora, de acuerdo a la ENOE (2012) se tenía que 6.9 millones de personas (14.3% del total) trabajan en el sector primario, 11.4 millones (23.6%) en el secundario o industrial y 29.6 millones (61.4%) están en el terciario o de los servicios; el resto, 0.7% no especificó su actividad económica. Dicha proporción no cambió mucho en el año 2013, siendo que 6.7 millones de personas (13.5%) trabajan en el sector primario, 11.7 millones de personas (23.6%) en el secundario,y 30.9 millones (62.3%) en el sector servicios, y 0.6% o especificó su sector económico al que pertenece.
En relación a los nuevos empleos generados para el mismo periodo, el último trimestre de 2012, la ENOE (2012) indicaba que en total se tenían 367,795 mil nuevos empleos, por sectores se generaron 225,203 mil en el sector primario, 195,894 mil en el sector secundario y 195,894 mil en el sector terciario. Los cuales resultan insuficientes para la creciente masa de PEA que sale a las calles en busca de un trabajo bien remunerado y para aquel sector de población calificado que no logra integrarse a los procesos laborales.
Si se observa a la población ocupada en función de la posición que tiene dentro de su trabajo, se tiene que poco más de dos terceras partes del total (69.4%), es decir, 33.4 millones son trabajadores subordinados y remunerados; 9.8 millones (20.3%) trabajan por su cuenta, sin emplear personal pagado; 3.1 millones (6.4%) son trabajadores que no reciben remuneración, y 1.9 millones (3.9%) son propietarios de los bienes de producción, con trabajadores a su cargo, lo anterior de acuerdo a las cifras de la ENOE (2012). Estas cifras permiten ver los desafíos que en la coyuntura actual enfrentan las autoridades del empleo, las organizaciones de trabajadores y las empresas. Estos retos derivan, por una parte, de las características estructurales y de la dinámica del mercado de trabajo en México, un país de fuertes contrastes, en el que se conjuntan los fenómenos asociados tanto al trabajo no asalariado o por cuenta propia, y la pobreza, como los privativos de un sector moderno, inserto en un mercado internacional en cambio acelerado y en un contexto cada vez más competitivo.
4. MÉXICO: EDUCACIÓN Y OCUPACIONES INDEPENDIENTES
El estudio pretende también conocer la relación que se da entre el nivel educativo y el trabajo no asalariado, por lo que conviene tener en cuenta la situación que vive América Latina y en particular México, en términos de pobreza y desigualdad en la distribución de ingresos el modelo neoliberal ha generado grandes niveles de exclusión, así como sociedades fragmentadas y desintegradas que llegan a derivar en una notable inequidad incluso en la repartición del conocimiento (Blanco, 2006: 1-15). En ese sentido, persisten problemas como el poco acceso a la enseñanza media y superior, la tasa de niños que cursan grados inferiores a los que deberían estar cursando y lo más alarmante es la poca validez del supuesto de que el mercado laboral podrá absorber a los egresados que se suman cada año a la población económicamente activa (Muñoz Izquierdo, 2008: 213-254).
Podría decirse que en términos generales en este sector de trabajadores no asalariados puede encontrarse la población con bajos niveles de calificación, la que no encuentra un empleo formal o ha sido despedida de éste, la que requiere complementar su ingreso, la que no encuentra un mercado para sus productos, ubicada especialmente principalmente en el sector servicios (ENOE, 2012). Sin embargo no necesariamente está constituido este sector por población de bajo nivel educativo y es donde surge la necesidad de encontrar la relación entre trabajo no asalariado y educación.
Dado que la educación en México es una de las bases para conseguir el desarrollo social y económico, se vuelve una variable determinante. Por lo que es necesario apuntar hacia una equidad en la educación, y no solamente al acceso por igual, que tradicionalmente se le ha dado el término de igualdad de oportunidades, ni simplemente a la permanencia en las escuelas, como proponen los programas compensatorios (Aguilar, 2010: 68, 88, 373); sino a la creación y generación de conocimiento a la par que se dan las condiciones para absorber a la nueva masa de trabajadores preparados en el mercado laboral, pues la creencia de que a mayor preparación mejores salarios y un empleo garantizado que tradicionalmente se tenía recientemente está perdiendo vigencia, por lo que se vuelve un tema importante conocer la relación de las variables trabajo no asalariado y educación.
Al buscar la relación entre trabajo no asalariado y la educación, se debe tener en cuenta la falta de acceso a las oportunidades, los programas mal enfocados a los diferentes sectores de la población, la cultura generalizada en cuanto a la desigualdad entre géneros, la calidad de trabajo que oferta el mercado laboral, así como su remuneración.
Aunado a los problemas de acceso a la educación y del mercado laboral ésta población excluida ve modificada su forma de vida y de actuar y participar de la sociedad, encontrando diversas formas de subsistencia tanto en lo legal como lo ilegal, lo anterior se ve reflejado en el aumento de la inseguridad, delincuencia, crimen organizado a cualquier edad. Por otra parte se observa una caída del número de migrantes hacia Estados Unidos y Canadá, que antes encontraban una vía de escape o alterna de complementar su ingreso y el de sus familias mediante las divisas recibidas pero que con la crisis la mayoría de ellos regresan a sus lugares de origen a vivir en la miseria.
En general esta caída de ingresos, de los salarios reales, del nivel de vida, déficit en el ejercicio de derechos como la salud, vivienda, educación, competencia por las plazas disponibles, menores salarios y prestaciones (el desempleo retroalimenta la precarización) reflejan la falta de desarrollo de una sociedad, en uno de sus pilares más fuertes, el empleo, donde los sindicatos pierden fuerza y los derechos de los trabajadores cada vez son menores.Lo anterior da cuenta de la magnitud del problema que representa el trabajo no asalariado pues puede verse desde múltiples perspectivas, ya que en efecto impacta distintos ámbitos y actividades donde se desarrolla la población. Siendo un tema de relevancia por el impacto económico, político, social que representa al ser una forma de subsanar otras deficiencias traídas con el modelo neoliberal.
El nuevo panorama laboral requiere personal poco calificado y necesita captar trabajadores con conocimientos especializados, lo cual ha disparado la distancia entre sectores sociales en función de ocupaciones con remuneración alta y otras que no lo son, polarizando las condiciones de trabajo y seguridad laboral, tendientes a la informalidad. Se demandan entonces en su mayoría trabajadores del sector servicios especializados y se caracterizan por los bajos salarios. Tanto en las empresas, hogares, industrias y sectores en expansión, profesionales y especializados se necesita de personal que realice trabajos de oficina, mantenimiento, técnicos, reparaciones aun sabiendo que se insertan al mercado en condiciones que minan su calidad de vida y salarios. Parte de la flexibilización laboral comprende una diferenciación salarial de acuerdo a las cualificaciones laborales, contratación temporal del empleo, gestión individualizada de la fuerza de trabajo para conseguir ventajas competitivas en el mercado, claro esto ocurre en el sector formal de la economía (Chávez, 2001: 57-62).
El empleo, se caracteriza bajo esta perspectiva por su inclinación hacia las labores de servicios que mantienen en su interior condiciones de precariedad por una parte y por otra, una especialización de conocimientos para servicios de gestoría y asesoría, pero bajo la idea de la contratación de trabajadoras de escasa calificación. Por tanto, la estabilidad laboral del empleo asalariado ya no provee un horizonte de desarrollo profesional y laboral; no permite la formación de un proyecto de vida en el largo plazo basado en la garantía de un trabajo fijo (Mejía, 2011: 9-29).
Si bien se conserva la relación de a mayor nivel educativo mejores ingresos de acuerdo a las estadísticas oficiales, estas mismas cifras, de acuerdo a Suárez (2005: 5-14) ponen de evidencia que entre la población ocupada que recibe menos de tres salarios mínimos se encuentran muchas personas con estudios profesionales, por lo cual es posible confirmar la idea de que han perdido su garante el ser profesionista en el mercado de trabajo, en cuanto a la oportunidad de acceder a un empleo bien remunerado acorde al grado de estudios y asalariado.
Ser profesional de nivel medio o subprofesional es distinto a ser profesionista o profesional de nivel superior; donde según cifras del INEGI, la STPS y la ENOE (2012) los profesionales superiores obtienen mayores ingresos incluso que los universitarios, posteriormente se encuentran los profesionales medios y subprofesionales; se presume que es parte de la estrategia nacional de atraer inversión extranjera directa, ya que a menor educación se suponen menores salarios, por lo que se dice que México se ha resignado a hacer de su pobreza uno de sus atractivos económicos; sin importar las implicaciones sociales, culturales e incluso humanas.
5. A MODO DE CONCLUSIÓN
Con este documento dimos seguimiento a las comúnmente llamadas actividades informales en México, buscando esclarecer porqué en las últimas décadas las ocupaciones al margen de un vínculo de subordinación salarial son crecientes; y a la vez establecer si ello se conecta directamente con su nivel de calificación para el trabajo o instrucción escolar. El estudio rastrea desde 1980 en México para avanzar hacia la primera década del siglo XXI, donde se analizan las tendencias en desempleo, precarización del patrón salarial, y el crecimiento de las actividades por cuenta propia. En forma paralela se revisó el comportamiento del factor educación para el mismo periodo, considerando variables como gasto en educación, instrucción escolar de la PEA, y perfil profesional o de calificación de los desempleados, todo ello con el fin de analizar la situación actual del trabajo por cuenta propia y su relación con el nivel educativo.
Hemos ratificado como a partir del cambio de modelo de sustitución de importaciones al neoliberal incrementa la propensión al desempleo a nivel mundial, incluso en los países más desarrollados; mientras en Latinoamérica, siendo un asunto estructural se intensifica no obstante los esfuerzos de los gobiernos regionales por atraer inversiones mediante la precarización salarial (OIT, 2012: 1-6). El desempleo, problema político y económico generalizado, tiende a aparecer como un problema de incompatibilidad entre las necesidades del mercado de trabajo y las calificaciones laborales, pero ocurre en realidad que este fenómeno, de la exclusión salarial, afecta también a los sectores con calificación media y profesional. Incluso en ellos la migración está presente, la subcontratación, la ocupación a tiempo parcial y las jornadas de trabajo flexible. Ha pasado a ser común ver a trabajadores calificados empleados fuera del campo para el que fueron formados, itinerantes, en ocupaciones informales, o con actividades laborales intermitentes. A pesar de los esfuerzos realizados en materia de educación para adquirir las competencias laborales adecuadas-ya que la matrícula ha aumentado considerablemente respecto a los ochentas y décadas anteriores, y teniendo en cuenta que hoy el nivel educativo medio es un poco superior que en años anteriores-, el mercado de trabajo sigue desequilibrado. Esta situación es, desde luego positiva para los empleadores, sus procesos de selección de personal y la fijación de los salarios.
En este contexto, el trabajo por cuenta propia o independiente, se ratifica y consolida como opción para la sobrevivenciade millones de familias, pues las opciones migratorias también tienten a ser limitadas. A estas alturas podemos decir que el factor educativo no ajeno a la condición de marginalidad en el empleo, pero no es un elemento determinante de la exclusión, pues también el personal altamente y con media calificación hoy se torna excedente. Se estima hoy que menos de la mitad de los egresados de estudios profesionales logra colocarse en empleos dignos y que provean condiciones adecuadas de vida a sus familias. De lo anterior, no puede inferirse que sea la escasa preparación lo que determine por sí la falta de acceso a un puesto de trabajo, cuando son éstos los que resultan insuficientes y cualitativamente precarios, por así necesitarlo el modelo económico en curso.
BIBLIOGRAFÍA
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