Rigoberto Lárraga Lara (CV)
rigobertolarraga@gmail.com
Universidad Autónoma de San Luis Potosí
Resumen
El propósito de este trabajo es promover e impulsar las prácticas y procesos de la transmisión del conocimiento evolutivo y participativo -patrimonio intangible- de la autoconstrucción de la vivienda en el ámbito rural, específicamente la vivienda indígena, basándose en estudios analíticos – antropológicos que Chanfón (1998) hace del término Cultura: abarca las actividades del hombre en sociedad, para adaptarse a su medio ambiente. Boas (1961) establece que la cultura de cualquier grupo humano, por primitivo que sea, sólo puede explicarse integralmente, si se considera su desarrollo interno –endógeno-, Manuel Gamio –discípulo de Boas- precursor del indigenismo en México. Autores como Moholy-Naguy (1954), Goldfinger (1968), Rapoport (1969), Rudofsky (1977), Oliver (1978), Rubio (1982), Echeverría (2008), Maldonado (2009) y Torres (2010), manifiestan la importancia y el papel actual de dichas manifestaciones culturales. Este cúmulo de experiencias sintetiza la búsqueda constante de los pueblos por satisfacer las necesidades básicas de adaptación al medio natural y nos muestra su forma de ver e interpretar el mundo; esta exploración hace de este conocimiento un conocimiento dinámico, ya que éste es constantemente readaptado, renovado y expandido. En nuestro mundo actual, pluricultural y globalizado, es necesario entender y rescatar los aspectos culturales de nuestras sociedades; entre ellos, la distinta noción de uso y organización del espacio nativo, ya que brinda herramientas significativas para enfrentar respuestas coherentes y mejor adaptadas a las distintas realidades que nuestro país presenta.
Se hace énfasis en las anteriores ideas relacionando la transmisión del conocimiento en autoconstrucción que, con un alto sentido de responsabilidad la resiliente cultura Teenek, en un proceso de participación comunitaria y apoyada en su capacidad y realidad, logra el mantenimiento de un modelo de construcción de la vivienda rural en México de manera indefinida en beneficio de las futuras generaciones.
Palabras Clave: Vivienda, tradicional, rural, sustentabilidad.
Introducción y antecedentes
La vivienda tradicional es heredera del conocimiento empírico producto de la experimentación ancestral de los pueblos indígenas en sus construcciones, autores como Moholy-Naguy (1954), Rudofsky (1977), Goldfinger (1968), Rapoport (1969), Oliver (1978), Rubio (1982), Echeverría (2008), Maldonado (2009) y Torres (2010), manifiestan la importancia y el papel actual de dichas manifestaciones culturales. Este cúmulo de experiencias sintetiza la búsqueda constante de los pueblos por satisfacer las necesidades básicas de adaptación al medio natural y nos muestra su forma de ver e interpretar el mundo; esta exploración hace de este conocimiento un conocimiento dinámico, ya que éste es constantemente readaptado, renovado y expandido. En nuestro mundo actual, pluricultural y globalizado, es necesario entender y rescatar los aspectos culturales de nuestras sociedades; entre ellos, la distinta noción de uso y organización del espacio nativo, ya que brinda herramientas significativas para enfrentar respuestas coherentes y mejor adaptadas a las distintas realidades que nuestro país presenta. En esta posición es primordial la reflexión en torno a la transmisión del conocimiento empírico y su papel en la continuidad y cambio de su reproducción.
El conocimiento indígena en su arquitectura. Para entender la disposición de las viviendas en los asentamientos indígenas sobre la selva, es necesario estudiar entre otros: el relieve del terreno, los ríos, la dirección de los vientos, la incidencia del sol y su trayectoria, y la ubicación de los recursos naturales necesarios para su establecimiento. “Gran parte de estos datos están codificados en su cosmovisión, en la forma en que este grupo étnico concibe, percibe, conoce, imagina y sueña su hábitat” (Toledo 2000).
“Los conocimientos locales e indígenas" se refiere a los órganos acumulativos y al complejo de conocimientos, prácticas y representaciones que el mantenimiento y desarrollo de los pueblos con una larga historia de interacciones tienen con el entorno natural, UNESCO (2009).
“Las opiniones agrupadas en la tendencia tradicionalista, ven en la cultura la obra más relevante de un grupo humano, durante un periodo definido y en un lugar geográfico determinado.
…La sociedad humana es identificable a través de las creaciones de aquellos de sus miembros dotados de capacidad excepcional, que se destacaron por sus aportaciones en el campo del pensamiento, de la ciencia, del arte o de la técnica.
La corriente, que hemos denominado antropologista, aunque tiene sus inicios en el siglo XIX, sólo ha podido desarrollarse con el auge de las ciencias sociales que ha caracterizado al presente siglo (XX). Esta tendencia agrupa las opiniones de quienes consideran que la cultura, en términos generales abarca las actividades del hombre en sociedad, para adaptarse a su medio ambiente. En sus puntos de vista queda excluida la obra excepcional, pero da énfasis especial a la actividad humana ordinaria y común, de modo que una sociedad humana queda identificada a través de todos sus rasgos característicos, durante un período histórico determinado y en un lugar geográfico definido. En forma general, podemos considerar a la antropologista, como la postura científica propia de las ciencias sociales contemporáneas, que exigen un interés integral en la actividad del hombre, en cuanto miembro de una sociedad. Chanfón (1998).
Herederos directos de una tradición que se remonta por lo menos a los últimos diez mil años, los pueblos indígenas actuales en el trópico húmedo (entre los que se encuentran los Nahuas y Teenek de la Huasteca Potosina), (Alcorn, 1984), continúan escenificando nuevos ciclos de resistencia. Su presencia estratégica en áreas de gran importancia biológica, aunada a sus cosmovisiones, conocimientos y prácticas productivas más cercanas a los principios ecológicos, les hacen hoy en día actores clave en un mundo amenazado por el mal uso y el deterioro de los recursos naturales, Toledo (2000).
El conocimiento local e indígena hace referencia a los saberes, prácticas y filosofías que han sido desarrolladas por sociedades de larga historia de interacción con su medio ambiente natural. Para los pueblos rurales e indígenas, el conocimiento local establece la base para la toma de decisiones sobre los aspectos fundamentales de la vida cotidiana.
Este conocimiento forma parte integral de un sistema cultural que combina la lengua, los sistemas de clasificación, las prácticas de utilización de recursos, las interacciones sociales, los rituales y la espiritualidad. Estos modos únicos de conocimiento son elementos importantes de la diversidad cultural mundial y son la base de un desarrollo sostenible adaptado al modo de vida local (UNESCO, 2009).
Los recursos de la naturaleza se usan, utilizan o emplean, siempre en correspondencia con los modos particulares como aquella es visualizada, concebida y, finalmente, interpretada. El metabolismo entre sociedad y naturaleza es ese proceso entero en el cual los seres humanos obtienen bienes, productos y medios de existencia.
De acuerdo con Toledo (2000), en las culturas tradicionales del trópico destaca el concepto de “selva consagrada”, razón por la cual existe una relación profundamente religiosa con la naturaleza. Para la cosmovisión indígena herederas de las culturas mesoamericanas, la selva y el resto de los recursos tropicales son fundamentalmente espacios sagrados, donde los seres vivos no sólo están dotados de un alma, sino, también de un comportamiento determinado. Asumiendo esta o alguna otra interpretación de la selva por parte de los Teenek, Nahuas y Xi`iuy, es central en el entendimiento de la arquitectura de la vivienda la cosmovisión indígena de su entorno para su interpretación y manejo de los recursos que de la selva se tiene.
Continuidad y cambio: el dinamismo del conocimiento tradicional. Los conocimientos locales e indígenas son percibidos frecuentemente como inamovibles corpus de sabiduría transmitidos de generación a generación. Los términos ‘tradición’ y ‘herencia’ evocan constancia, inmutabilidad e inflexibilidad. En realidad, los conocimientos locales son constantemente readaptados, renovados y expandidos. Cada generación reinterpreta el conocimiento de sus ancestros para poder enfrentar los nuevos retos y oportunidades de un mundo cambiante (UNESCO 2009).
La adopción de nuevas tecnologías por los pueblos indígenas es a menudo malinterpretada como el abandono de los valores y modos de vida que los distinguen. En realidad, el dinamismo de las culturas indígenas se basa en la capacidad de incorporación de nuevas herramientas y habilidades. De esta manera, a través de la combinación de modernidad y tradición, las comunidades indígenas pueden mantener la particularidad de sus modos de vida, sus valores y visiones del mundo (UNESCO 2009).
Esta posición teórica nos parece aceptable ya que las necesidades de los pueblos van enfrentándose a nuevos retos que, si no son resueltos en el seno de la comunidad con una fuerte identidad, se ven rebasados y asimilados como una nueva.
De manera un tanto simplificada, Sámano (2008) vislumbra tres escenarios para afrontar la modernidad para la Huasteca Potosina. El primero, es que las cosas sigan como están, dándose un deterioro paulatino pero constante de los recursos naturales y de la identidad cultural de las comunidades indígenas. Un segundo escenario sería el catastrófico, que llevaría a una transformación acelerada de las comunidades hacia la modernidad, integrándolas a los circuitos de mercado y a un acelerado deterioro de los recursos naturales y de la identidad cultural, abandonando definitivamente sus tradiciones, sus usos y costumbres y convirtiéndose en sujetos modernos, integrándose totalmente a la sociedad dominante -en este caso, consumista-. El tercer escenario sería una transformación más lenta, donde las comunidades retomen sus tradiciones y enfrenten a la modernidad con conciencia e inteligencia, combinando elementos modernos que les ayuden a conservar sus tradiciones y saberes, pero que les llevaría a una sustentabilidad a largo plazo.
Reorientando la transmisión del conocimiento en el seno de las comunidades indígenas. La UNESCO (2009) reconoce que aún cuando los programas de educación proveen herramientas importantes para el desarrollo humano, éstas también pueden comprometer la transmisión del conocimiento indígena. Al adoptar la educación formal, los niños pasan la mayor parte de su tiempo aprendiendo de manera pasiva en los salones de clase, en vez de aprender de manera práctica. Los profesores se convierten en los poseedores del conocimiento y de la autoridad, remplazando así a los padres y a los mayores. Las lenguas nacionales se convierten en el medio de instrucción, mientras que las lenguas vernáculas son desplazadas a un segundo plano. La educación formal puede de esta manera contribuir a la erosión de la diversidad cultural, a la pérdida de la cohesión social y a la alienación y desorientación de la juventud indígena.
Existe la necesidad urgente de fortalecer la transmisión intergeneracional de conocimientos indígenas como complemento a la educación escolar. De esta manera se busca que el aprendizaje se reactive al seno de la comunidad, para así fortalecer la legitimidad y estatus de los mayores como detentores del conocimiento (UNESCO 2009).
La migración a centros urbanos en busca de oportunidades de ingresos económicos, ha traído como consecuencia el abandono paulatino del campo por las generaciones jóvenes incapacitando la transferencia del conocimiento.
Si se desmorona la cosmovisión indígena y es sustituido por una “moderna” la concepción de la vivienda y los espacios arquitectónicos tradicionales también van perdiendo sentido y utilidad, siendo remplazados por otros, sin que esto sea un proceso racional de innovación, perdiéndose la oportunidad de innovar con conciencia e identidad.
Problemática actual en la reproducción de la vivienda tradicional. En el presente, las intervenciones en el ámbito del mejoramiento de la vivienda en las áreas rurales e indígenas de San Luis Potosí por parte de las políticas de subsidios gubernamentales en mucho de los casos no responden a los requerimientos de estos grupos y ponen en riesgo la continuidad del conocimiento arquitectónico tradicional y su proceso de adecuación e innovación, por el de simple sustitución como lo es mencionado por Moya (1982), Lárraga (2002, 2010), Benítez (2006) Sámano y Romero (2008), Torres (2010). De aquí la necesidad de hacer una caracterización de la arquitectura tradicional e identificación de sus componentes de sustentabilidad en la vivienda rural, utilizando métodos adecuados que nos aproximen más a las comunidades rurales y nos permitan convertirnos en facilitadores del fortalecimiento de la sustentabilidad en aquellas comunidades que la han deteriorado. Para lo cual es necesario, tener una actitud profesional renovada que nos permita aprender a ver con los ojos del “otro”, teniendo en cuenta su cosmovisión y necesidades a resolver. Haciendo a un lado el enfoque convencional de ver a la arquitectura tradicional como piezas de museo, sin usuarios vivos, como reliquias dignas de conservar por su papel en el paisaje arquitectónico de nuestra cultura.
Fortalecimiento de la sustentabilidad de la vivienda tradicional. La sustentabilidad, concepto extraído del plano reflexivo del desarrollo y utilizado en la búsqueda incesante para frenar el deterioro ambiental, cultural, social de los pueblos y su medio ambiente, en donde está inherente la trasmisión del conocimiento del cómo construir vivienda, presenta diversas posturas, en especial, compartimos la de Toledo (1996), por su enfoque a pueblos marginados de la dinámica económica del mercado global y en especial por dirigirse al contexto latinoamericano. Utilizando los 6 pilares mencionados por Toledo (1996:2,3) proponemos las condiciones que permiten que la arquitectura tradicional mantenga su sustentabilidad, condiciones necesarias para el fortalecimiento de la sustentabilidad de la vivienda tradicional en el estado de San Luis Potosí.
En el quehacer arquitectónico de la vivienda tradicional, los pueblos deben tomar el control de las decisiones de su territorio, si estos deciden recibir los subsidios de gobierno, estos subsidios deben instrumentarse bajo los principios sustentables de ejecución y manejo diseñados por la base misma de la comunidad. De tal manera que faciliten la existencia de comunidades empoderadas y no “maniatadas” por las políticas paternalista tradicionales. No aceptando la condicionante que los paquetes de materiales imponen en los proyectos de mejoramiento de vivienda.
En el quehacer arquitectónico de la vivienda indígena, se debe dar prioridad al uso adecuado o no destructivo de los recursos naturales, que forman parte de su territorio, a través del manejo sustentable de sus recursos naturales, mediante programas de reforestación y control comunitario resultante de proyectos participativos. De tal manera que las comunidades indígenas se comprometan a tener el recurso forestal necesario para su utilización en la construcción de vivienda para las futuras generaciones.
En el quehacer arquitectónico de la vivienda tradicional se debe mantener el control cultural, esto implica que la comunidad tome decisiones que salvaguarden sus propios valores culturales y fortalezcan su identidad. La vivienda es un elemento (al igual que la lengua, la vestimenta, las costumbres en general) que apuntala la identidad a los pueblos. Por ello es importante que se generen acciones que permitan el fortalecimiento de los elementos culturales y su continuidad.
En el quehacer arquitectónico de la vivienda tradicional se debe regular los intercambios económicos que la comunidad y sus miembros realizan con el resto de la sociedad y con los mercados locales y regionales, conformando la toma del control económico. La utilización de materiales exógenos a las comunidades conducen los excedentes económicos de éstas hacia fuera, el control económico se refiere a la conciencia de lo que entra y sale, buscando el beneficio colectivo sobre el individual.
En el quehacer arquitectónico de la vivienda tradicional se debe mantener la participación desde abajo y desde adentro de la comunidad, en este contexto la participación incluye no solamente la participación en el diseño y ejecución de las construcciones, sino también la distribución de sus beneficios.
En la Huasteca Potosina existe una organización comunal que, optima o deficiente, democrática o patriarcal y autoritaria, ha sido la base histórica de su reproducción y producción. Hoy en día dicha estructura social constituye, la base para impulsar los proyectos colectivos, ya que los grupos de trabajo recíprocos tienen la afinidad y el conocimiento preciso sobre la responsabilidad de cada uno de sus miembros, Ruvalcaba (1996).
Otro elemento que forma parte de la identidad indígena es el sistema político, que se rige por principios como: el consenso y el interés común, y por el cumplimiento de obligaciones colectivas, con la familia y la comunidad. La faena, el tequio, vuelta de mano y las actividades colectivas se exigen dentro de la comunidad y son parte del capital social en común. A él corresponde un sistema de cargos, el cual comprende toda una gama de funcionarios que, sin sueldo de por medio, cumplen tareas asignadas por consenso, y que en conjunto representan un verdadero ejército comunitario.
En el quehacer arquitectónico de la vivienda tradicional se debe finalmente, tener control político. Ello supone una capacidad de la comunidad para crear su propia organización, así como para promulgar o ratificar las normas, reglas y principios que rigen la actividad de la construcción de objetos arquitectónicos en la comunidad.
Cada una de estas seis dimensiones (territorial, ecológica, cultural, social, económica y política) del desarrollo comunitario son aplicables en el quehacer arquitectónico de la vivienda tradicional sustentable y son esferas que difícilmente existen sin la realización de las otras. Dicho de otra forma la recuperación del control debe ser integral o completa.
En el fortalecimiento de menor a mayor grado de sustentabilidad de la vivienda tradicional, pueden ser enriquecidos algunos conocimientos académicos (mestizos) que aporten y faciliten su desarrollo, mano de obra ampliada (González Lobo 1998). Por ejemplo: la eficiencia energética, incorporando sistemas que le permitan capturar la energía solar. Otros factores que intervienen en el proceso de aplicación de arquitectura sostenible, son: enfriamiento eficiente, refrescamiento pasivo, producción de energías alternativas como el biogás, reciclado de estructuras y materiales, materiales reciclados etc. La eficacia y moderación en el uso de materiales de construcción, primando los de bajo contenido energético frente a los de alto contenido energético. La reducción del consumo de energía para calefacción, refrigeración, iluminación y otros equipamientos. La minimización del balance energético global de la edificación, abarcando las fases de diseño, construcción, utilización y final de su vida útil (ciclo de vida no lineal, mediante la incorporación de las tres erres). El cumplimiento de los requisitos de confort higrotérmico, salubridad, iluminación y habitabilidad de las edificaciones. Ya que estos últimos conceptos son exógenos a las comunidades, deberán de facilitarse la experimentación de adecuaciones mínimas, en las viviendas a través de los talleres participativos descritos más adelante.
Un nuevo enfoque profesional. Al mismo tiempo, se debe contemplar en la instrumentación de estos aportes académicos un “nuevo enfoque profesional” llamado facilitador de desarrollo, dejando atrás el esquema tradicional que Geilfus (1997) denomina como “verticalista” (donde los métodos de investigación extraen la información de la población sin su participación consciente, de tal forma que, sobre la base de esta información se toman decisiones de las cuales la gente casi nunca tiene parte, originando desconfianza y casi nula apropiación de los elementos introducidos). Tomando como papel profesional la de “arquitecto facilitador de la arquitectura indígena de innovación sustentable” el cual conlleva tres aspectos que no pueden ser desligados: 1.Uso de métodos apropiados, 2.Un cambio de actitudes y, 3. El intercambio de informaciones entre todos los actores.
Geilfus (1997) menciona que deben buscarse nuevos métodos y hacer un cambio de actitud en el desempeño profesional del investigador que trabaja en las comunidades, en base a su propuesta daremos algunas consideraciones para el desempeño del “arquitecto como facilitador de innovaciones en la arquitectura indígena sustentable” (AFIAIS).
El arquitecto como facilitador de innovaciones en la arquitectura indígena sustentable:
Esta actitud le permite al facilitador ser un observador participante de la dinámica interna de innovación de conocimiento en el seno de la comunidad.
El modelo de transferencia e innovación. Por último, y con base en la información anterior, se propone un proyecto de educación ambiental que facilite el modelo de un taller de arquitectura tradicional experimental del tipo participativo que permita la transferencia e innovación del conocimiento empírico de padres a hijos, el cual fortalezca la sustentabilidad en la arquitectura tradicional, y además permita utilizar y adecuar ecotecnias a sus construcciones, sin poner en riesgo su sustentabilidad (cultural, social, ambiental, económica, política). Este taller experimental es parte de la actual tesis doctoral de Lárraga (2009-2012), Taller que se aplicará en dos estudios de caso para obtener, mediante observación participante, datos base para futuras investigaciones e instrumentación de políticas gubernamentales de mejoramiento de vivienda.
¿Porqué un taller de tipo participativo para la experimentación, transmisión e innovación del conocimiento indígena en sus construcciones? Porque al tomar en cuenta la fortaleza encontrada en la participación comunitaria de la actividad de la construcción, además de considerarse la construcción misma, el ambiente propicio para la transferencia del conocimiento auto generado y heredado. Un taller de tipo participativo permitirá facilitar y hacer conciencia de los elementos que enriquecen y mantienen la sustentabilidad; autosuficiencia, auto dependencia y autonomía de la actividad.
Consideraciones finales
Aunque el conocimiento empírico es dinámico y éste va adecuando nuevos valores y nuevas formas de expresión, aún en los grupos rurales e indígenas, es necesario facilitar el fortalecimiento de los elementos que dan continuidad y sustentabilidad cultural, social, ambiental y económica a la vivienda indígena. No es suficiente la contemplación y admiración de las distintas formas culturales de expresión de la vivienda indígena, se necesita diseñar desde adentro de las comunidades instrumentos de transmisión e innovación de conocimiento tradicional coherente a las necesidades actuales de las comunidades rurales.
Bibliografia
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