Francisco Javier Ruiz Durán (CV)
pacobadajoz@hotmail.com
Universidad de Extremadura
Resumen: Este artículo pondrá de relieve como las dos superpotencias de la Guerra Fría lucharon en los diferentes frentes culturales y tecnológicos para mostrarle al mundo las excelencias del sistema político, social y económico que pretendían exhibir. También analizaremos el papel que el estancamiento económico jugó en la caída de la URSS.
Palabras clave: Exposiciones Internacionales, competencia cultural, espionaje científico, Segunda Guerra Fría y Servicios de Inteligencia.
Abstract: This article will emphasize as both superpowers of the Cold War they fought in the different cultural and technological fronts to show him to the world the excellences of the political, social and economic system that they were trying to exhibit. Also we will analyze the paper that the economic stagnation played in the fall of the USSR.
Keywords: International Exhibitions, cultural competition, scientific espionage, The Second Cold War and Services of Intelligence.
1. La competencia cultural.
Los rusos siempre mostraron una sutileza y una sensibilidad muy especial para admirar y manipular a los diversos grupos culturales extranjeros. Con ello se granjeaban las mentes y los corazones de todos aquellos pueblos que se sentían oprimidos por el nuevo imperialismo americano, como era el caso de Asia, África y Latinoamérica.
Como señaló Louis Fischer en 1930, ““para miles de intelectuales y personas inteligentes, un viaje a Rusia se ha vuelto un curso de verano obligatorio en crédito”. Muchos de estos visitantes eran idealistas con “vivos corazones y una devoción para la humanidad””1 . Entre ellos se pueden contar los más de un centenar de escritores, en 1932, que habiendo visitado la Unión Soviética reconocieron que en Rusia estaba naciendo el hombre nuevo: Martin Andersen-Nexe, John Dos Passos, Upton Sinclair – que posteriormente como otros muchos se convirtió en un virulento anticomunista-, André Malraux, así como las futuras eminencias occidentales en el seno del pensamiento marxista, Johannes Becher, Anna Seghers, Michael Gold, Jean Richard Block y Romain Rolland. “Arthur Koestler se unió al partido comunista alemán poco antes de su estancia de un año en la U.R.S.S., de 1932-1933, pero sus experiencias fueron representantes de la explotación política soviética y de los intelectuales susceptibles, prescindiendo de su afiliación al partido. Koestler fue a Rusia con una invitación de la Organización Internacional de Escritores Revolucionarios, arreglada por el entonces amigo suyo, el escritor comunista alemán Johannes Becher, con el propósito de hacer loable cálculo de los beneficios del primer año del Plan Quinquenal. A pesar de las predominantes condiciones de carestía, la Intourist, VOKS y otras Agencias se ocuparon de que él estuviera bien provisto de todas las cosas gratas de la vida… como muchas otras celebridades extranjeras de antes y de ahora, a quienes el régimen consideró interesante cultivar… Durante 1930, 1940 y 1950, Moscú indagó incesantemente sobre las áreas susceptibles a la penetración ideológica”2 .
El propio Stalin reconoció en 1944 que la ayuda de Occidente fue vital para el desarrollo económico e industrial de la Unión Soviética. Es más, desde un principio comenzó, principalmente en el periodo de entreguerras, con más de cincuenta contratos de carácter técnico con siete países de economía capitalista. La maquinaria industrial necesaria para su desarrollo fue comprada, mayoritariamente, a los Estados Unidos. Este flujo sólo se comenzó a relantizar en 1945 cuando la Unión Soviética tomó posesión de Alemania Oriental y Checoslovaquia.
Por otra parte y de acuerdo con el artículo sobre el turismo de la Gran Enciclopedia Soviética, el Kremlin consideraba al turismo como uno de los medios de educación comunista de las masas; indicando además, que el turismo era una importante actividad política y militar.
“Un significante episodio en la competencia cultural, fue la Feria Mundial de Bruselas en 1958, la primera exposición internacional de dicha magnitud desde la que tuvo lugar en Nueva York en 1939. La estrategia soviética para la feria fue delineada en un artículo del Pravda de febrero 6 de 1958, catalogando dieciocho campos en los que los soviéticos intentaban exhibir y enfatizar los satélites soviéticos, las hazañas culturales de los soviéticos desde 1917, la importancia del relajamiento de las tensiones internacionales en la feria y el conocimiento del mundo de la ciencia y cultura soviética. Entre los objetos expuestos ya mencionados estaba uno, sobre Turismo en la U.R.S.S. El Kremlin, claramente consideró la feria como una oportunidad para mostrar a cincuenta o sesenta millones de visitantes, las proezas soviéticas que ya habían adquirido un prestigio sin precedentes como resultado de los sputniks…”3 .
Con las atracciones artísticas rusas, como el Coro académico y el Ballet Bolshoi, con su bailarina Galina Ulanova y su niña prodigio, Olga Lepeshinskaya, los soviéticos se convirtieron en la fuerza dominante de la fase artística durante la feria.
“El gobierno soviético gastó de cincuenta a sesenta millones de dólares en su pabellón, mientras que el Congreso votó catorce millones para el nuestro y esta cifra sólo fue alcanzada después de una dura lucha por los defensores de la firme manifestación americana… los soviéticos se salieron de su camino para indicar su interés en la feria por acciones políticas, enviando importantes miembros como Mikoyan y Voroshilov en visitas demasiado publicadas. Unas semanas antes de la feria, habían declarado su buena voluntad hacia Bélgica, invitando a la reina viuda, Isabel de Bélgica a asistir al festival musical Tchaikovski en Moscú, como huésped del Presidente Voroshilov, Isabel fue la primera visitante real europea a Rusia desde la revolución bolchevique. Su visita, pródigamente anunciada y la buena voluntad mostrada por las autoridades soviéticas y el público soviético en relación al gran triunfo del festival Tchaikovski y del pianista americano Van Cliburn, agregaron a Moscú una primera posición como un centro de música y ganaron muy buena voluntad hacia los rusos en el extranjero”4 .
Sin lugar a dudas, esto fue, el primer triunfo de los rusos y sus satélites en esta forma de publicidad dentro del campo de la exhibición internacional. Y por supuesto, algunos de estos triunfos soviéticos pudieron realmente transmitir una influencia considerable en el curso de la política mundial.
“Quizás se deba anotar aquí que los Estados Unidos realizaron un esfuerzo particularmente impresionante en prepararse para la segunda Conferencia de Energía Atómica de las Naciones Unidas, que se abrió en Ginebra el 1º de septiembre de 1958. De acuerdo con un despacho para el Wall Street Journal de agosto 29 de 1958, la exposición de los EE.UU. fue cuatro veces el tamaño de la rusa. Científicos occidentales especulando, reportaron que, la modesta e inesperada exhibición soviética reflejaba, quizás al menos un estancamiento temporal del programa de producción de fuerza atómica soviética y la consecuente pérdida del apoyo político en el Kremlin.
De un particular interés… fue la Exhibición Soviética de Ciencia, Tecnología y Cultura en el Coliseo de Nueva York en 1959. Inaugurada por el vicepresidente Nixon y el primer diputado principal Kozlov en 29 de junio, la exhibición duró seis semanas. Cientos de miles de americanos vieron los ciclomotores, modelos de satélites terrestres, computadores, enormes maquinarias agrícolas, aparatos de T.V., cámaras, microscopios e innumerables evidencias de lo que el folleto oficial soviético, describiendo la exhibición, llamada “la meta sin precedente de las actividades científicas en la U.R.S.S.”… La exhibición en el Coliseo y la Exhibición Nacional Americana en el Parque Sokolniki de Moscú, fueron ejemplos principales de la diplomacia cultural. Cada uno luchó para crear una imagen favorable del sistema social que se proponía exhibir. La Unión Soviética, de acuerdo con Zhukov, estaba participando en 240 “organizaciones internacionales gubernamentales y no gubernamentales”. En 1958, representantes soviéticos habían tomado parte en más de 500 “medidas internacionales”, incluyendo congresos, conferencias, competencias, etc. Más de treinta ciudades soviéticas habían establecido relaciones culturales con setenta ciudades extranjeras”5 .
2. La competencia tecnológica.
En plena época de crisis tras el Telón de Acero: Polonia en junio de 1956, fue acallada en unos días; poco después fue Hungría quien saltó y el 4 de noviembre el Ejército Rojo entró en el país provocando la detención de 22.000 personas y la evasión hacia Occidente de otras 200.000 personas; con ello el Partido Comunista Italiano perdió cerca de la décima parte de sus afiliados; el abandono del Partido Comunista Francés del intelectual europeo más representativo, Sartre; Kruschev, en 1959, ordenó la creación de un comité para acelerar el tránsito al comunismo que Marx había evocado para 1980, lógicamente el Partido eliminó dicho comité, pero Kruschev con su deseo de sobrepasar a los Estados Unidos quiso comparar la situación del ciudadano medio ruso con el americano, cosa que jamás permitió Stalin, y lógicamente la fe del ciudadano soviético se tambaleó aún más cuando se produjo el conocido como <<debate de la cocina>> entre Nixon y Kruschev en la exhibición que los americanos montaron en el parque Sokolniki de Moscú en 1959 donde ante una casa con seis habitaciones y cocina con electrodomésticos de última generación; el presidente soviético cuando escuchó que un obrero metalúrgico americano podía comprar una casa como esa por 14.000 dólares estalló públicamente diciéndole a Nixon: “Usted piensa que los rusos se quedarán estupefactos ante esta exhibición; pero el hecho es que casi todas las casas rusas recién construidas cuentan con este equipo. En Estados Unidos se necesitan dólares para comprar esta casa, pero aquí lo único necesario es haber nacido como ciudadano” 6. Como es sabido esto no era cierto pero sí lo fue que a raíz de ello Kruschev, también escrito Jruschov, mandó construir miles de nuevos edificios con pequeños y baratos apartamentos que el agradecido pueblo soviético bautizó como Jrushchoby; partiendo del hecho que la palabra Trushchoby significa chabola imagínese usted mismo que significa el adjetivo jrushchoby. Y eso que eran mucho mejores que las de Stalin.
Durante la década de 1950 la tecnología y los sabios alemanes capturados por la Unión Soviética permitieron que el 4 de octubre de 1957 las emisoras de radio soviéticas transmitieran las señales del primer Sputnik; luego vinieron Laika y el viaje de Gagarin. “En 1957 el senador demócrata Henry <<Scoop>> Jackson, apasionado paladín de la guerra fría, había declarado que el lanzamiento del primer Sputnik era un <<golpe devastador>> para el poder estadounidense” 7 y fomentó una campaña que pondría los cimientos de la preeminencia tecnológica americana actual, la Ley de Educación y Defensa Nacional: cientos de millones de dólares se inyectaron en la Universidad y en las investigaciones avanzadas. Si bien es cierto que mientras tanto el presidente Eisenhower dio luz verde a von Braun para acabar con la superioridad que sus colegas alemanes le habían dado a la Unión Soviética. Pero, desde Podberezie, los antiguos camaradas de von Braun también crearon el bombardero atómico Bisón, fuselaje largo y ligero con alas en forma de flecha, y el Estado Mayor soviético cuando comprendió que sus nuevos bombarderos atómicos necesitarían una escolta de cazas supersónicos, y que ninguno de los especialistas alemanes que había en Rusia podía hacerlo, comenzaron una nueva razzia, para dotarse de los sabios necesarios, sobre las personas del profesor Siegfried Gunther y el Doctor Benz que no duró ni veinticuatro horas. Lo más curioso es que Gunther, creador del Heinkel 111, 100 y del 162 Volksjäger, se presentó voluntariamente a los americanos y estos lo rechazaron. Cuatro años después los americanos recordarían ese momento cuando estalló la Guerra de Corea y apareció el Mig 15 soviético para el combate. Ahora viene la pregunta: ¿Cuál creen que era la diferencia entre el Sabre F 86, americano, y el Mig 15? No se preocupe. Tan sólo que el Sabre tenía un distintivo azul en sus alas mientras que el del Mig era rojo. Sí, tal como lo acaban de leer. Los mismos planos, las mismas técnicas, los mismos sabios, los mismos motores… Sólo era cuestión de tiempo que alguna de las cientos de armas, aviones y submarinos capturados por todos los aliados entre las cenizas del III Reich terminaran enfrentándose en alguno de los campos de batalla, intermedios, de la Guerra Fría. Del Heinkel 178 con “idéntica disposición que la adoptada luego por estadounidenses y soviéticos en sus F-86 Sabre y Mig-15 respectivamente, …mantuvieron los primeros duelos del mundo, entre jets de caza, en los cielos de Corea” 8.
En este contexto también deben recordarse algunos de los mayores éxitos de la inteligencia americana: desde 1951 los británicos habían estado interceptando todas las comunicaciones soviéticas en Viena desde los túneles de la ciudad y lo pusieron en conocimiento de la CIA, así, en 1954 el presidente Eisenhower ordenó la creación de un grupo especializado en vigilancia electrónica y comunicaciones, que gracias al robo de unos documentos en la oficina de correos de Berlín Oriental pudieron conocer e interceptar todo el cableado subterráneo de las comunicaciones que utilizaban los funcionarios germano orientales y soviéticos, era el Túnel de Berlín. Pero tampoco podemos olvidarnos de aquel avión climatológico, según la NASA claro está, que realizó un detallado estudio fotográfico de todas las instalaciones sensibles que tenía la URSS en su territorio o que descubrió la existencia de misiles en Cuba: el avión espía U-2. Pero la URSS diseminaba redes de espías que llegaron incluso a los niveles más altos de la administraciones norteamericanas mientras que en Europa Occidental se desarrollaba la cruzada anticomunista con la ayuda de la socialdemocracia para echar a los comunistas del poder: así el nuevo liberalismo de la Guerra Fría desmanteló los frentes populares y presentó un modelo de bienestar e integración social que atrajo a la mayoría de los pueblos occidentales; pero también ocurrió que los judíos, el pueblo que había sido más favorable al comunismo, comenzaron a pasarse al bando anticomunista donde el Vaticano ya estaba denunciando lo que Reagan denominaría como el Imperio del Mal. Por su parte la Unión Soviética seguía con la diferenciación en el campo de la investigación científica, implantada por Stalin, de la ciencia progresista y la ciencia burguesa: “La Gran Enciclopedia Soviética informaba a sus lectores que el primer aeroplano lo había construido Aleksandr Mozhaiski y no los hermanos Wright, el teléfono lo había inventado Grigori Ignatiev, la radio A.S. Popov, la penicilina V.A Manassein y A.G. Polotebnov, y la bombilla electrica P.N. Iablochkov y A. N. Lodygin”9 .
Y entonces, el Coronel del Servicio de Inteligencia Militar soviético Oleg Penkovsky, miembro del Comité del Estado para la Coordinación de los Trabajos de Investigación Científica, teniendo acceso a toda la información concerniente sobre las actividades científicas y técnicas del planteamiento económico de la URSS compiló y entregó unos cinco mil documentos a Occidente realizando así uno de los actos de espionaje más importantes del pasado siglo desde abril de 1960 hasta agosto de 1962. Es decir, justo en el momento más crítico de la Guerra Fría: el año del Muro de Berlin, los aviones espías americanos U-2 sobre Rusia y los misiles en Cuba que tensaron el pulso mundial entre Kennedy y Kruschev. Una de las primeras advertencias de Penkovsky fue dar el esquema y las cifras del entramado soviético en el extranjero: “tres mil agentes de información entre el personal de cinco mil doscientos funcionarios soviéticos de la Embajadas y Consulados en setenta y dos países no comunistas… el número de diplomáticos <<puros>> soviéticos representan menos del veinte por ciento del total… revelan el formidable aparato de la subversión y el espionaje soviético, que operan bajo el disfraz de la diplomacia, de la Prensa, del turismo, de los intercambios científicos, y del comercio”10 . No debemos olvidar que él informa sólo de las actividades de la GRU (Servicio Secreto Militar) y no de la KGB. Otra de sus grandes aportaciones fue darle a Occidente un dibujo completo del nivel industrial, científico y tecnológico de la URSS. Lo cual permitió comprender que esa impresionante movilización de inteligencia era la apuesta soviética para acelerar su desarrollo industrial y económico. Por ejemplo, desde las sierras de Raytheon hasta los semiconductores de Siemens pasando por los planos de la fábrica de margarina de Lever Brothers en Canadá. Sin olvidar que gracias a las visitas científicas los soviéticos obtuvieron la información necesaria para obtener agua potable del mar; introducir, meticulosamente organizado por el comité, a diez oficiales de la GRU para, como buenos científicos, informar sobre el aeródromo militar y la base antiaérea de Stamford; o el funcionamiento de la tecnología que Estados Unidos y Canadá poseían para la fabricación de pieles artificiales que casualmente estaba a la venta pero que el Comité estimó más asequible estudiarla para hacerla en casa.
Pero el Coronel dio otra perspectiva a la contrainteligencia soviética en la guerra tecnológica cuando explicó como los productos que iban a ser expuestos en la Exposición de Londres, de 1961, fueron revisados por los técnicos de la KGB para asegurarse que no pudiesen ser copiados en ella. Por supuesto que el cono del Sputnik, la estrella indiscutible, fue totalmente alterado incluyendo los instrumentos de cabina que fueron sustituidos por los de otros prototipos.
En esta línea, si se me permite, de competencia ilegal los rusos también tuvieron éxitos sonados: en 1950 el científico italiano, de ideas comunistas, Bruno Pontecorvo, que había trabajado en los proyectos nucleares americanos, se pasó al bloque soviético donde el físico nuclear británico Klaus Fuchs ya estaba ayudando a los soviéticos a la creación de la bomba atómica; otro gran éxito fue atraer a Moscú a dos hombres de la NSA, Bernon Mitchell y William Martin, en 1960 y un tercero, Victor Hamilton, en 1963 que desvelaron a la KGB datos sobre la electrónica, la técnica y los sensores que los americanos utilizaban para espiarlos; y también en 1963 consiguieron que Joseph Helmich, por unos 130.000 dólares, entregase los datos tecnológicos de la maquina de cifrado KL-7 del ejército americano. Lo cual ponía de manifiesto la receta científica favorita de los soviéticos: un buen chantaje o un buen pago les daba una información tecnológica que le ahorraba cientos de millones a la Unión Soviética. El FBI informó que en 1978 alrededor de treinta mil científicos rusos visitaron los Estado Unidos.
3. La competencia política, económica y social.
El largo estancamiento económico que llevaban arrastrando los países comunista provocaron que la Unión Soviética pusiera en marcha unos planes, en proceso de experimentación, de liberalización económica que llevarían al nacimiento de la Primavera de Praga en 1968; pero las imágenes que vio el mundo de los tanques soviéticos enterrando el deseo de un pueblo pusieron al descubierto la crisis y la cadena de fracasos del bloque comunista, Tito, Kruschev y Mao, en las diversas formas de democracias marxistas que en plena revitalización se comenzaba a fracturar profundamente. El Stalinismo tardío de austeridad, movilización y partitocracia severa necesitaba de los tanques para asfixiar al marxismo pragmático que buscaba el pluralismo político y la Primavera de Praga fue el mejor ejemplo. El problema comenzó cuando la URSS que seguía manteniendo el control de los ejércitos y cuerpos de seguridad de los países satélites comenzó a aceptar que la vía para el desarrollo socialista dependía de las condiciones de cada país; en 1956 Kruschev marcó un hito con el reconocimiento de Tito. Así de la explotación de conquista comenzaron a subvencionar, desde 1950, a los países satélites lo que ya en 1970 supuso un pesado lastre para la economía soviética. Pero en 1960, inspirado por la Comunidad Económica Europea; Kruschev creo el Conejo de Ayuda Mutua Económica que alentaba a sus Estados Satélites a centrar sus economías en las áreas que supusieran una ventaja comparativa. El relajamiento del control ruso permitió que Rumania, Yugoslavia y Albania comenzasen a distanciarse de Moscú; Bulgaria comenzó a estancarse; Hungría comenzó a crear un régimen liberal; en Polonia y Yugoslavia abandonaron la colectivización agraria; y en todos los satélites los viejos partidos comunistas estaban en franca retirada. El resentimiento en las fábricas por la baja productividad empezaba a incrementar el malestar social; el opio del pueblo volvió a florecer, incluidas ortodoxas y musulmanas, donde la Iglesia católica tomó parte en el aumento de la autonomía de Polonia y Hungría mientras los protestantes lo hicieron en la RDA; la clase media, los burgueses, renacieron; el nacionalismo ocupaba el lugar del viejo sueño del comunismo pleno y en los satélites ligados a la tradición católica, Polonia, Hungría, se hicieron anticomunistas mientras que en Yugoslavia, Checoslovaquia y la mismísima Unión Soviética comenzó a corroer sus ligaduras; así estaba el orbe comunista en 1960. A todo esto debemos recordar que desde 1950 también se permitió el nacimiento de los autoservicios y supermercados que imitaban a los que el Plan Marshall había instalado en Europa Occidental; que en 1958 se permitió a la RDA crear su primer vehículo, el Traban, y la Unión Soviética pagó 900 millones de dólares a la FIAT para la construcción, en 1966, una fábrica en Togliatti para crear el Lada.
Pero como explicó maravillosamente el profesor Friedrich von Hayek: “el lastre principal de las economías comunistas no era necesariamente la igualdad y los escasos incentivos para los trabajadores, como se suele pensar… Uno de los principales problemas del sistema residía en la distribución de capital, esto es, si se destina a áreas productivas o improductivas. La ausencia de democracia, combinada con la centralización del poder económico en manos de los planificadores, permitía a los grupos de interés más afianzados llevarse la parte del león” 11.
Y precisamente ahí, en esa rigidez, se produjo la destrucción de la capacidad innovadora de los diversos regímenes comunistas porque la cadena de intereses impedía una distribución de recursos equilibrada y el imperativo gasto de Defensa, el 30 % del presupuesto de la URSS, impidió el desarrollo y la innovación en un sector tan trascendental como era y es el informático; aunque en honor a la verdad si crearon un buen ordenador denominado RIAD que se consiguió gracias a la copia pormenorizada de todos los componentes de un ordenador de IBM, más concretamente, el modelo 370. La economía de consumo gracias a la planificación centralizada provocaba que las fábricas crearan toneladas y toneladas de bienes de consumo que nadie quería comprar debido a su escasa calidad. Este es el cuadro completo de la economía, la tecnología y la sociedad soviética en la década de 1960; aquí se encuadra la Primavera de Praga y la finalización del aperturismo cultural y la reforma económica tras el Telón de Acero. Tampoco debemos olvidar, que el año 1968 fue precisamente el año donde el mapa mundial registraba el mayor número de estados comunistas de la historia, gracias al Tercer Mundo; que Lukács y Marcuse resucitaron el marxismo romántico del joven Marx combinado con la psicología freudiana, la Nueva Izquierda; que se hizo pública la Ofensiva del Tet sobre Vietnam del Sur; que comenzaron las manifestaciones universitarias en París, Roma, Berlín Occidental, México y Tokio. Pero, la URSS no tardó en ver la salvación con la crisis de 1973: las enormes ganancias que obtuvieron con la venta de su petróleo sumado a la canalización del dinero por los bancos occidentales hizo que naciera el sistema financiero global que hoy conocemos gracias a que la Unión Soviética fue realmente pragmática a la hora de solicitar los créditos que necesitaban para aumentar la inversión industrial y el nivel de vida de su población.
Los soviéticos en la década de los ochenta aventajaban a los americanos en la metalurgia, la física de fusión, las matemáticas, la climatología o la investigación polar a lo cual se unieron las declaraciones de un ingeniero soviético, que desertó en 1982, que ponían sobre la mesa las listas de la compra que los estudiantes, científicos y funcionarios soviéticos traían para comprar manuales, revistas o maquetas sobre misiles, submarinos, aviones… que proporcionó grandes avances en campos como el informático, las comunicaciones, la microelectrónica, lo sensores o la navegación. En paralelo, por supuesto, “los operadores de la KGB buscan víctimas de un modo sistemático, sobre todo entre empleados y representantes comerciales de compañías en dificultades financieras. Tales individuos aceptarán a veces sin hacer preguntas contratos lucrativos con pequeñas compañías extranjeras, … a principios de los años ochenta, las multinacionales rojas controlaban unas 544 compañías por el mundo entero… transportes marítimos… la construcción, el petróleo… repuestos para maquinaria” . Pero estas multinacionales multiplicaban sus búsquedas y adquisiciones tecnológicas gracias a las compañías ficticias que montaban en Canadá, Holanda, Austria, Israel o Suecia para cubrir los envíos ilegales de tecnología hacia la Unión Soviética. Así las maquinarias industriales requeridas las enviaban a otros países occidentales, como pantalla, para finalmente mandarlos a Rusia. En 1978 los servicios de inteligencia polacos consiguieron que un especialista de radar, William Bell, de la Hughes Aircraft Company, con problemas económicos por su divorcio, les entregase una lista impresionante de tecnología militar punta norteamericana: el sistema de radar silencioso para los Stealth y los B-1; el vital sistema de radar de barrido y disparo; un sistema de radar para tanques; y un sistema de vigilancia por radar para la marina.
En la década del los ochenta comenzó la denominada Segunda Guerra Fría, tras la distensión de los años setenta, las relaciones entre las dos potencias se volvieron a tensar notablemente, la OTAN se decidió a desplegar los misiles cruceros en la Europa Occidental y comenzaron dos revoluciones destinadas a cambiar el mundo: la capitalista neoliberal con Reagan y la comunista romántica con Gorbachov. Gorbachov fue el responsable de la voladura controlada de la URSS y Reagan contribuyó a la preeminencia global norteamericana. Ante semejante escenario China comenzó, sin entregarse, a ver la viabilidad de un capitalismo autoritario en varias <<zonas económicas especiales>>. El comunismo soviético presentaba fisuras muy serias en Polonia, en 1980, el sindicato independiente Solidaridad que contaba con el apoyo de Juan Pablo II comenzó una serie de huelgas que atrajeron a los obreros, a los técnicos y a los intelectuales que hicieron tambalear el poder rojo. Reagan unió a los neoliberales y a los neoconservadores en la punta de lanza de la contrarrevolución americana basada en el rearme moral y las teorías económicas de Friedman que caracterizó la receta americana para la Segunda Guerra Fría. Los Estados Unidos comenzaron el asalto final gracias a los créditos aportados por Japón y la nueva visión neoliberal para el mundo fue presentada públicamente por Robert McNamara en febrero de 1980 con el programa de los <<Prestamos de Ajuste Estructural>> del Banco Mundial a largo plazo; el FMI comenzaría a ser el arma más eficaz de la Segunda Guerra Fría: Guinea-Bissau y Mozambique abandonaron el campo comunista y aceptaron el trato con el FMI. El antiguo hábito de apoyar a los dictadores militares se cambió por la guerra de guerrillas: Nicaragua, Filipinas, Afganistán, Angola, Etiopía y El Salvador. La competencia final de las dos potencias mundiales de la Guerra Fría comenzó por la Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE), más conocida como la Guerra de las Galaxias, que encabezada por Ronald Reagan no pudo ser afrontada por una Unión Soviética que ya estaba derrumbándose.
4. Conclusiones.
A lo largo de este artículo, aunque muy brevemente, habrán podido ustedes comprobar como mediante la manipulación de los grupos culturales extranjeros que con tanta sutileza siempre cultivaron los soviéticos; la utilización de las ferias internacionales para enfatizar los avances científicos de las dos superpotencias; la infiltración de agentes de inteligencia para recolectar, comprar o robar la tecnología occidental que la URSS necesitaba; el desarrollo del espionaje electrónico o los vuelos de los aviones espías americanos; o el empleo velado de los cerebros alemanes fueron parte importante para ambos lados en la competencia cultural, tecnológica, política, económica y social, que era realmente la Guerra Fría, para ganarse la mente y los corazones de las naciones en liza. Pero también en esa lucha veremos como del largo estancamiento económico que arrastraban los Países del Este germinó una semilla que, tras la represión de la Primavera de Praga en 1968, supuso realmente el principio del fin: la voladura controlada de la Unión Soviética, el giro de China hacia un capitalismo autoritario y la preeminencia global norteamericana tras la Guerra Fría.
Bibliografía.
Barghoorn, Frederick C. La ofensiva cultural soviética. Herrero, México, 1966.
Bar-zohar Michel. A la Caza de los Sabios Alemanes. Plaza & Janes, Barcelona, 1967.
Bittmann, Ladislav. El KGB y la desinformación soviética. Editorial Juventud, Barcelona, 1987.
Cornwell John. Los Científicos de Hitler: Ciencia, Guerra y el Pacto con el Diablo. Paidós, Barcelona, 2005.
Ford Brian J. Armas secretas. Tecnología bélica, experimentos y avances científicos para la II Guerra Mundial, Libsa, Madrid (2013).
Penkovsky, Oleg. Los documentos de Penkovsky. Ediciones G.P, Barcelona, 1966.
Priestland, David. Bandera Roja. Crítica, Barcelona, 2010.
Romaña, José Miguel. Armas secretas de Hitler: La Extraordinaria Historia de la Revolución Tecnológica Nazi que pudo Cambiar el Curso de la Segunda Guerra Mundial Nowtilus, Madrid, 2009.
Ruiz Durán, Francisco Javier. Orígenes, desarrollo y consecuencias de la Guerra Fría. EAD, Alemania, 2012.
1 Barghoorn, Frederick C. La ofensiva cultural soviética, pp. 43.
2 Barghoorn, Frederick C. La ofensiva cultural soviética, pp. 48.
3 Barghoorn, Frederick C. La ofensiva cultural soviética, pp. 90.
4 Barghoorn, Frederick C. La ofensiva cultural soviética, pp. 92.
5 Barghoorn, Frederick C. La ofensiva cultural soviética, pp. 93.
6 Priestland, David. Bandera Roja, pp, 338.
7 Priestland, David. Bandera Roja, pp. 340.
8 Romaña, José Miguel. Armas secretas de Hitler, pp. 44.
9 Priestland, David. Bandera Roja, pp. 283.
10 Penkovsky, Oleg. Los documentos de Penkovsky, pp. 95.
11 Priestland, David. Bandera Roja, pp. 409.
12 Bittman, Ladislav. El KGB y la desinformación, pp. 305.