José Raúl Rodríguez Galera (CV)
rgalera1964@gmail.com
Universidad Tecnológica ECOTEC
Resumen
En el imaginario de las sociedades patriarcales aún persisten creencias sobre el origen natural de la desigualdad social entre el hombre y la mujer y sobre todo de la inferioridad de la mujer. Constituyen algunos de los supuestos más generales, las diferencias reducidas al sexo biológico, a la reproducción, a la lactancia materna y a la respuesta sexual humana en detrimento de las féminas. Sin embargo, organismos como la ONU se pronuncian en promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer, como uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
En otro orden de cosas, al cultivar la responsabilidad individual y social y las interacciones sociales equitativas, se promueve la salud sexual, el bienestar y se fomenta la calidad de vida, refiere la Declaración de la Asociación Mundial de Sexología (WAS). Dos propósitos entonces para el cuestionamiento de cómo accionar en los contextos con eficacia, de modo que promuevan una cultura de vida renovada que se convierta en el quehacer del crecimiento humano por la paridad y la consecución de la salud sexual.
Ante lo cual somos partidarios de una propuesta de intervención formativa pensando diferente, para trascender de especie racional depredadora; como “ser antisocial” sexista, plagada de (egoísmo-discriminación-manipulación-aislamiento-desentendimiento) en favor de la propia esencia humana; “ser social”, en (alianza-crecimiento-correlación-compromiso-prosocial). En otras palabras influencia de vida progénero en beneficio humano.
Beneficios como este, se enmarcan en la necesidad de formación humana para la vida en sociedad. Ofreciendo prioridad a la “persona” como centro del desarrollo y no a la inversa como viene teniendo lugar. Se trata de priorizar el desarrollo social en tributo al derecho pleno del ser humano a ser auténtico, responsable y empoderado, que al conocer y sentir, necesite promover una convivencia que favorezca la condición humana género sensible, por la vida y para la vida, en disfrute pleno y compromiso personal y social, de servicio social como persona competente, no competitiva en el ámbito humano.
Palabras clave
Género-Progénero-Sensibilidad-Sexualidad-Liderazgo-Salud-Paridad-Sustentabilidad-Encuentro.
Abstract
In the imagery of patriarchal societies, the beliefs about social inequality between men and women and especially women's inferiority still persist. Some of the more general assumptions consist of the biological differences in terms of biological sex, reproduction, breastfeeding and human sexual response in detriment to women. However, organizations like the UN state keeps on promoting gender equality and empowerment of women, as of the objectives of the Millennium Development Goals.
On the other hand, cultivating individual and social responsibility and equitable social interactions, promote sexual health, welfare and promote the quality of life as well, according to the Declaration of the World Association for Sexology (WAS). Therefore there are two purposes of how to operate effectively in that context, that is, they can promote a culture of renewed life to help the work of the human growth by achieving parity and sexual health.
For that reason we are proponents of a formative intervention that make us transcend from rational predators, like for example to be a sexist person full of selfishness- discrimination-isolation and misunderstanding in favour of our own human essence; “sociable “ in an alliance of growth- relationship with others.
In other words, “influence of pro-gender life” in benefit of all human beings. Benefits like these ones, frame themselves in the necessity of human formation, to live life in society. Offering priority to the “HUMAN BEING” as a center of the development and not the opposite as it happens.
We try to prioritize social development as a tribute to all human rights which means to be authentic, responsible and empowering. In other words to meet and feel the necessity to promote cohabiting in favour of all human condition, like to be a “ sensitive gender”, for life and to live full of enjoyment in personal and social commitment which means a person dedicated to help other people as a competent person and not as a competitive one.
Key-words
Gender, Pro-gender, Sensitivity, Sexuality, Leadership, Health, Parity, Sustainability, Self-discovery.1.1 Adaptación vs. transformación.
La especie más racional y afectiva del planeta, se presenta en el siglo XXI y se adentra en el tercer milenio de forma paradójica y muy a pesar de su condición excelsa. Esto tiene lugar por un aumento considerable de frustraciones, altas dosis de incomprensión, discriminación, explotación, violencia, falta de confianza e inconformidades entre unos y otras. Sería inagotable la lista de calificativos que pueden describir las actuales circunstancias humanas en sus múltiples relaciones personológicas, y en materia de “inteligencia emocional”, sobre todo.
Inteligencia emocional, que una vez asumida como instrumento de vida, no justifica el ejercicio de manipulación, discriminación, sometimiento y vejación. O el de violentar e incluso violar por la simpleza deshumana de la fuerza de la costumbre. En tal caso, dónde está esa inteligencia emocional que se erige sobre el conocimiento que nos distingue como seres racionales dentro del reino animal. Centrada en frustraciones y egoísmos. En prejuicios mitificados que reducen ante la magnificencia que exige la plenitud del placer. Menos aún se justifica, mal ejercida en sociedad con el poder, en cualquiera de sus manifestaciones en el estrato social. “Amar al prójimo como a ti mismo”. Esa es la voz activa del creador. No imposición estéril de irrespeto a la condición humana que ensalza el desarraigo social, la incertidumbre y la despersonalización por razones de fuerza y poder y únicamente de fuerza y poder en crisis, nos referimos al androcentrismo definido como sigue.
“Actitud consistente en identificar y asimilar el punto de vista de los hombres como el de la sociedad en su conjunto. Se utiliza para expresar que las ciencias u otras realidades, a menudo toman como punto de referencia al varón (andros), centrándose exclusivamente en los hombres e invisibilizando a las mujeres. Es un segmento del etnocentrismo”. Ardener 1975; Reiter, 1975; Martín, 2006 citado por Alfonso Rodríguez, 2009: 8. Frente a esto es lícito pronunciarse con un no.
No, al interés androcentrista desmedido a lo material, toda vez efímero frente a la obligada desconexión material. La inteligencia emocional debe centrar su verdad, en ser utilizada por unos y otras para la explicación a lo que no se comprende del resto de los semejantes, de modo que bien dignifique la esencia humano social durante la vida y por la vida.
En este sentido, el desarrollo prosocial es inversamente proporcional al desarrollo alcanzado en la ciencia y la tecnología, hoy. Resulta todavía más contradictorio, si nos detenemos a pensar que la conformidad y la apatía que atentan contra el bienestar, la salud y la calidad de vida, enmascaran la aparente disposición participativa. Y más aún, si sabemos que estos conceptos no sorprenden ya las expectativas humanas ante la casi estática crisis de contaminación interior de hombres y mujeres proclamada en Ecología Interior. (Licea Díaz, 2006: 7). Contaminación plagada de culpas, resentimientos, prejuicios, estrés, odios, tabúes, miedos y del falso convencimiento de aceptar y asumir lo convencional para no desordenar lo preestablecido en los roles masculinos y femeninos. Ante lo cual cabe preguntarse, si es orden o desorden.
Bien podemos encontrar parte de la respuesta en el etnocentrismo, que describe el proceder habitual o transmisión rígida e impositiva generadora de cuestionamientos que enraízan como verdad prácticas morales, religiosas y sociales de comunidad contextual, desde su más rancia crítica a otras prácticas de la moral, sociales y religiosas, etiquetando normas que se asumen como verdades preestablecidas, aunque no sean deseadas y compartidas por muchos y muchas, quienes se ven severamente sumidos a ellas y en el peor de los casos a la reacción irremisiblemente antisocial por su incumplimiento parcial o total. En fin, este etnocentrismo define la actitud consistente en juzgar las formas morales, religiosas y sociales de otras comunidades según nuestras propias normas; etiqueta las diferencias culturales como anomalías. Riviere, 1999; Martín 2006 citado por Alfonso Rodríguez, 2009: 56
La transmisión consciente e inconsciente de la experiencia acumulada para un progreso con más sentido en el crecimiento humano equitativo, se desvanece en el quehacer cotidiano por las relaciones cada vez más deshumanas en los diferentes ámbitos sociales, incluida la familia. Tendencia generalizada en la diversidad de la especie con énfasis en la bipolaridad entre hombre y mujer, manifiesta en las relaciones culturalmente asumidas en la construcción de la identidad y roles de los géneros.
Por extensión, responsables de promover conflictos bilaterales y multilaterales que repercuten en la estabilidad de naciones y regiones, y en proyección a los escenarios de un mundo bipolar globalizado, donde se experimenta un notable desequilibrio entre el norte y el sur. Todo lo cual redunda y no por añadidura, sino subyacente en la transmisión cultural a la que se aferra la experiencia humana, lo que Fitjov Capra según Licea Díaz a denominado, …la comprensión del patrón, a lo que añade este último: “Este patrón, perece ser –por sus características de sutileza y aparente inmaterialidad– información”. Y asegura: “La cultura enfatiza la adaptación y rehúye la transformación y la búsqueda. La resignación, la pasividad, la estabilidad, el “respeto” a las tradiciones –aunque sean absurdas– son alabadas, mientras que la inconformidad, la crítica razonada, la búsqueda activa de soluciones, la transformación y el cambio, son criticadas cuando menos, o activamente combatidas.” (Licea Díaz, 2006: 17, 29).
En un mundo carente de establecer prioridades en una formación humana más efectiva entre unos y otras, lejos del completamiento cabal de la construcción desconstrucción personal y social en equidad y paridad, o al menos de equidad y paridad para el crecimiento humano espiritual, se obstruye por razones disímiles con intencionada “información” envestida de conveniencias y presunta manipulación, tendiente a la insensibilidad manifiesta, presente y creciente.
Cabe preguntarnos, ¿es que acaso seremos incapaces de replantearnos con espíritu crítico, en nuestro entorno inmediato, un cambio a favor por razones netamente humanas? o ¿persistiremos unívocamente en la creencia de que no se debe preservar la utopía para un mundo masculino y femenino mejor articulado equitativamente?
De cualquier modo, las actuales coyunturas nos sitúan de cara a la denominada sociedad del conocimiento, en la que todos y todas nos encontramos cada vez con más agravantes y no con menos grandes desafíos al respecto. Se debe intentar inicialmente configurar la “información”, “el patrón”, sólo que pensando diferente. Insistimos en denunciar la persistencia planetaria a las asimetrías entre los géneros y la innecesaria bipolaridad de género en cada persona. No deja de ser “información” interior en lo relacional, contaminada. Bien desfavorable para las mujeres ante las señales de los tiempos, donde el desempeño intelectual prepondera al manual, frente a los avances de la ciencia y la tecnología. No obstante, sin la prerrogativa de distinción genérica a la razón, las circunstancias actuales no son favorables tampoco a los hombres ante tal sociedad.
La realidad percibida, lo que realmente acontece, siempre va a ser mucho más fuerte que la realidad afectiva, independientemente de la fuerza de la inspiración de lo ideal. Esta última, la afectiva, se subordina al acontecer, que no es más que el conocimiento en la convivencia. La ideología progénero será efectiva en tanto se ejercite en la práctica transformadora, con todos los requerimientos necesarios de intervención formativa progénero para el crecimiento de las capacidades humanas expuestas al conocimiento que precede al desarrollo desde lo inter a lo intrasubjetivo y viceversa.
La dinámica de la vida para legitimar paridad viril femenil, puede movilizarse en función más espiritual de sensibilidad de género, desde un “patrón” o “información” para el encuentro interior en lo relacional y lo relacional, que enriquezca el “acto cultural fundamental: el pensar” en “comunión oportuna de los elementos viriles y femeniles del espíritu”, mediante intervención formativa que genere la transformación en influencia de enriquecimiento mutuo intergenérico para el desarrollo de cualidades personales género sensible cuidado salud, mediadas por el lenguaje que bien se traduce en energía que articula el pensar, y ambas, sopesarán la dinámica vital en actividad social necesariamente más humana en la interacción de la especie como “personas sexuadas”, más, mucho más, que mujeres y hombres.
1.2 Sexismo, bipolaridad y disparidad.
La educación tradicional se convierte en una barrera anquilosada para unos y para otras. No está a tono con el requerimiento de un aprendizaje esencialmente enriquecedor para la vida, en constante preparación personológica en el conocimiento de sí mismo, en capacitación permanente ante la inmediatez con que se generan los cambios. El conocimiento comenzó a ser ya en la contemporaneidad, el sustrato en el cual se sustenta el trabajo para hombres y mujeres. Lo cual exige novedosas dinámicas, entre las que no deben faltar las que beneficien relaciones intergenéricas más progresistas en equidad y paridad, que tributen a calidad de vida para varones y féminas.
Se hace entonces necesario trazar un propósito con ideología progénero, el de sensibilizar a varones y féminas mediante la intervención formativa de los géneros en la sociedad del conocimiento, por la inmediatez que urge al perfeccionamiento humano, ante los desafíos que se imponen cada vez a todos y todas, para desde la aproximación y el entendimiento humano, flexibilizar y dar pasos hacia un ideal superior; la paridad de género 1 y la paridad intergenérica 2 . Y promover así, la sustentabilidad del desarrollo humano en lo sociocultural contextual, de interacción en unidad y lucha, pero tendiente a un novedoso patrón, el de alianza y desarrollo interior y relacional, donde sea ubicando el ser humano en lugar de privilegios respecto a su esencia como ser social, en la búsqueda del equilibrio, en el centro y en torno al desarrollo, en satisfacción de bienestar, salud y calidad de vida.
El reto es inmenso, pues la actualidad precisa para hombres y mujeres de sistemática capacitación y aperturas a las nuevas ideas de aprendizaje para la vida. Se habla ya de la necesidad inminente de cooperación, creatividad y talento, para el desempeño laboral, donde además es insoslayable la participación de la mujer y aún persisten las desigualdades e inequidades de género. (Lorenzo García, 2008: 23).
Se hace conveniente, ni vivir al margen, ni dejar de hacer, y mucho menos ser irreverentes. Únicamente perseverar en la materialización de modificar la realidad humana más cercana a nosotros, y contrarrestar las consecuencias nefastas producidas y sufridas por lo que denominamos síndrome de deshumanización 3 , que se inicia en la educación tradicional sexista desigual, dirigiéndose hacia la disparidad arraigada, una vez pasados los entramados de inequidad. Abogamos por estilos de vida en los contextos socioculturales concretos que imbriquen la orientación vital y la búsqueda para la posibilidad de realización y trascendencia en relaciones intergenéricas en constante crecimiento humano significativo en paridad de género e intergenérica.
La prospectiva de género que proponemos sientan sus bases, no sólo donde fragüe el equilibrio entre las féminas y los varones, sino desde la reflexión y toma de conciencia, desde el pensar, el lenguaje y por consecuencia el proceder en interacción, donde todos y todas nos impliquemos para no debatirnos en los extremos. Autentificando y legitimando sin opuestos o contrarios antagónicos, rivalidad que hasta ahora no nos condujo y no nos conducirá a la transformación deseada. “Implica influir con voluntad en beneficio del desarrollo humano para relaciones en paridad de género, convenientemente más coherentes a las exigencias contextuales, para recrear la vida más flexible y abierta a relaciones basadas en el amor, la justicia, el respeto y la responsabilidad intergenérica mutua, con independencia de prejuicios sexistas y estereotipos discriminatorios”. (Rodríguez Galera, 2009: 12)
Hablemos entonces de un nuevo protagonismo, el de romper con cánones preestablecidos, regulaciones y disposiciones tendientes a dicotomías esquemáticas de divisiones en dos partes y con lecturas literales convenientes. Proveedores y dependientes, competencia y ternura, en lugar de interacción armónica, equilibrio, alianza y unidad. Esos estereotipos de género, lentifican los movimientos ya retardados en las transformaciones individuales y sociales del crecimiento humano y traen aparejado un agudo vacío existencial en las relaciones intergenéricas. Tendencia reduccionista que denota aversión a los matices y a la amplia gama de posibilidades individuales y sociales.
Ante las marcadas diferencias existentes entre mujeres y hombres en cuanto al desempeño de roles, las asignaciones sociales, la discriminación y las relaciones de poder. Es imperativo replantearse la convivencia sin antagonismos extremos, que solamente conducen al desgaste, cuando en realidad se trata de alianzas y desarrollo para la sustentabilidad humana.
Lo que de hombre y de mujer se ha de necesitar en cada quien para el encuentro armónico de los géneros, no debe continuar siendo asignado y asumido en una división por sexos, plagada de inmovilismo y desentendimiento. El mundo de los afectos para ellas y ellos requiere de disfrute de la vida y de la familia sin sopesar unas sobre otros y sin privarse lo masculino de la ternura y los afectos en toda su plenitud. Asimismo, ellas y ellos en el mundo de la vida pública, en el que las féminas se satisfagan de forma autónoma con iguales derechos en la realización social. (Rodríguez Galera, 2009: 3).
Se trata de estimular una educación no sexista, de fomentar actitudes de género respetuosas, equitativas y responsables. Y de comenzar a dar los primeros pasos hacia el equilibrio del poder en paridad de género e intergenérica, disipando en la cotidianeidad lo perceptible e imperceptible en las asimetrías existentes tanto en las relaciones que desvalorizan lo femenino frente a lo masculino, como en el reforzamiento a la disparidad en cualquiera de los géneros, por ser una realidad compleja en la que la adaptación se resiste a la necesidad del cambio.
Al ser los géneros considerados uno de los determinantes sociales de la salud. La reproducción de estereotipos, el lenguaje sexista empleado en la comunicación oral, escrita y gráfica, los contenidos discriminatorios e incluso violentos, la exclusión y otros males atentan directa e indirectamente contra las mujeres, pero también en contra de los hombres. Eso, sin contar las desiguales oportunidades de acceso a los recursos disponibles, a una distribución democrática del poder y de los conocimientos, a políticas que no benefician al consentir privilegios por diferencias de género, sobre todo, en el derecho a la salud en general y a la salud sexual en particular.
2.1 Del poder y la obediencia.
Albert Einstein declaro a finales de la primera mitad del siglo XX en un sugerente artículo, que la esencia de la crisis humana radicaba en las relaciones existenciales entre el individuo y la sociedad. Producto, entre otras cosas, del egoísmo, el aislamiento, que por su puesto trae consigo la despersonalización y la correspondiente cuota de deshumanización desde la familia hasta la “Aldea Global”. Cada vez con altas dosis de “pulsiones egoístas acentuadas”, a ritmo constante según su aseveración, y “pulsiones sociales, que son por naturaleza más débiles, se deterioran progresivamente”.
Cabe añadir que estas relaciones existenciales están regidas por un orden a destajo, el orden social impuesto sobre la base de la fuerza bruta, traducida en “la conquista” como patrón unidireccional ejercido por el patriarcado hegemónico, en lo delicado sutil e indelicado viril, de tradición milenaria y rancia con énfasis en los últimos dos mil años.
A nuestro modo de ver, en las relaciones existenciales el individuo esta premiado por la fuerza de la costumbre, a la que ya hicimos referencia; sólo porque siempre fue así, frente al desconocimiento y a la obcecada resistencia etnocentrista amparada en las figuras institucionales, y por si fuera poco tomando como única verdad la línea biologicista en que se enraíza la diferencia sexual y de los géneros en dos bandos aún hoy bien definidos, el del poder y el de la obediencia. Y en lo que respecta a la sociedad, sin siquiera permitirse renovar la dinámica de sus núcleos (la familia), que se resiste de la mano de ese estatismo tradicional que rehúye los nuevos saberes por conveniencias antisociales en el sexismo, tendiente a extremos expresados en una bipolaridad irreconciliable, el machismo y el feminismo.
A muy poco tiempo de la centuria de haberse publicado el artículo, la pregunta es: ¿Cuánto se ha avanzado? Como podemos observar, la amenaza se mantiene y aumenta, será que se acentúa el desconocimiento, el desentendimiento o ambas cosas inclusive. Resulta inminente despojar o al menos despejar la amenaza latente que cada persona posee desde lo económico-social, para hacer de la vida humana tanta satisfacción como sea posible y regalar felicidad, no sólo disfrutarla. Consta que hubo, hay y habrá siempre quien con menos hace mucho más. Lo que podemos denominar auténtico disfrute humano-espiritual.
Ante lo cual se presenta la siguiente tesis, el ser humano es un ser social que no puede prescindir de relaciones sociales, cabe entonces cuestionarse, resulta que estará sometido a sus miedos crecientes para toda la eternidad mientras perdure su existencia en el planeta. La respuesta es un no rotundo, porque somos capaces y de hecho susceptibles de poder transformar nuestra realidad personal y social. De este modo se sostiene el criterio de positivizar, redireccionar y redimensionar desde una formación interior en lo relacional, la dependencia social de cada ser humano de cara al tercer milenio.
Una buena parte de la solución; acerca del cómo positivizar, redireccionar y redimensionar desde la formación interior en lo relacional, se abordará en lo sucesivo ofreciendo prioridad desde el crecimiento humano personológico en sus relaciones interactivas de manera que se esté seguro poder despejar la amenaza oscura que permanece ceñida sobre hombres y mujeres aún hoy, a pesar de insatisfacciones cada vez más crecientes para unos y otras.
El hombre y la mujer sólo pueden encontrar sentido a su vida, corta y arriesgada como es, dedicándose a la sociedad, aseguró Einstein. Sin pasar por alto su definición que corrobora la intención antes expresada cuando sentencia, “sociedad” significa para el ser humano individual la suma total de sus relaciones directas e indirectas con sus contemporáneos y con todas las personas de generaciones anteriores.
Por tal motivo resulta injusto pensar en el sin sentido de la vida, y no hay razón para vacilar frente a la necesaria sintonía en las conexiones y correlaciones de la interacción humana para el sostenimiento, desarrollo y disfrute sin vacilación. Son sólo las sombras de tradiciones prejuiciadas las que dan rienda suelta al miedo social, arraigado en desesperanzas y en sus reacciones de depredación sostenidas a lo largo de la historia, las mismas que invaden de incertidumbres y desconciertos, alienan, desarraigan y empobrecen el espíritu humano por abandono estrictamente social. Es momento de iniciar la sinergia con la buena voluntad y el concierto de tantos y tantas en disposición de enfrentar y enrumbar la vida humana que no está condenada, enrumbarla hacia una dimensión verdaderamente personológica y social de influencias proactivas y prosociales.
La bipolaridad de lo masculino y lo femenino construida sobre la base androcentrista de la biología sexual y lo fenotípico no resulta operativa, ya que se resiste y anquilosa en la transmisión de lo tradicionalmente aceptado rechazando la búsqueda, sistematización e internalización como persona con derechos humanos y sexuales que denoten énfasis no sexista, llamémosle entonces género sensible en “comunión oportuna de los elementos viriles y femeniles del espíritu”, persona total, para que se te enseñe a ser persona desde esta dimensión humana, pues naces persona, no mujer, no hombre, no ambivalente. Te hacen mujer, te hacen hombre, te hacen ambivalente y nunca “persona”, mucho menos “ser humano” en toda la amplitud cosmovisiva de la capacidad subyacente para la riqueza humana como persona sexuada. Entiéndase por cosmovisión progénero toda acción género sensible que beneficia a otras personas en ejercicio asertivo, prosocial y voluntario para la consecución de la salud, el bienestar y el crecimiento humano en unidad material, ideal y espiritual. Es preciso dar fe, de que no somos caballos embridados, y mucho menos que pasamos por la vida, sin enterarnos que pasamos.
No hay razón ya para la manipulación al prediseño del ser sexual mujer, ser sexual hombre y ser sexual ambivalente con todos los matices de subidas y bajadas para el ajuste o el encuadre incomprensible y peyorativo según el caso, ya que so pretexto de ser completado, se interrumpe. Todo lo que lejos de enriquecer tú libertad crítica en el devenir como personalidad sexuada de género, se obstruye, se empaña y retarda en el mejor de los casos porque se limita a un ajuste o encuadre que desvía la atención de lo más sublime del ser, su yo en otros y otras que dicho sea de paso, …ya están contaminados.
La ideología progénero 4 que intentamos promulgar se aparta de la proclama para deshacer los géneros, desaparición que consideramos improbable, a pesar de la insostenible primacía y la contienda de obcecados extremos opuestos. Si machismo, entonces feminismo. ¡Viva la confrontación de lo interminable! Si algo hay que deshacer son los extremos que siempre desequilibraron los géneros tradicionales y contemporáneos por exceso o por defecto, y en devenidas circunstancias ambos inclusive, con el genuino reconocimiento a la obligada obediencia y nefasta desventaja de la mujer. Si algo hay que proclamar es perfeccionamiento de los géneros. Lo que no significa el desconocimiento a la trayectoria del feminismo; legitimador de oportunidades de libertad intrínseca y gestión a la plenitud del derecho propio de ser humano, independientemente del sexo y el género. Sí con él o sin él, no es el caso; sino ser, forjar lo diverso en la unidad y la diversidad. La incursión de vindicación justa y necesaria no se debe inscribir en la tradición de lucha de contrarios irreconciliables, pues lejos de disminuir, acrecienta e inflama las pasiones, en este caso particular de lo femenino y de lo masculino.
Hay que deshacer el patrón rígido y obligado en la transmisión bipolarizada sexista antisocial. Nos hemos de situar como antítesis, si persona entonces ser humano, con una dinámica de liderazgo progénero 5, de búsqueda activa tríadica en la libertad que se forja en la práctica crítica con influencia de correlación y de coexistencia género sensible, para una síntesis en formar la personalidad sexuada de género en lo axiológico y en la espiritualidad de comunión oportuna de elementos viriles y femeniles, de crecimiento interior en lo relacional sin énfasis en la tesis: el sexismo antisocial irreconciliable. Lo de nunca acabar, intentemos otra suerte. Se trata de transformación para el bien común, de modificaciones en las estructuras mentales y emocionales de la condición humana sobre la base del conocimiento, somos susceptible de la búsqueda de nuestra esencia interior con independencia de los temores mal infundados y la superstición. El horizonte; al decir de Mario Benedetti, no es la frontera.
La acción androcentrista y la reacción que genera para la conquista de libertades elementales y justas, nos ofrecen una novedosa lectura, la gestión, la gestión de lo común, respetémoslo y hagámoslo. Se ha de iniciar gestando una dinámica articulada con voluntad de unos y otras en la convivencia educativa al servicio de saberes para la vida humana esencialmente. Nos urge la descontaminación. Se trata de comunión oportuna de los elementos viriles y femeniles del espíritu, para el encuentro con la libertad crítica que se gesta en la convivencia, inoculando el privilegio que ofrece el cuestionar y la reflexión, la pregunta y el ideal que todo lo vence.
Toda la intención se direcciona hacia una reacción en cadena desde la intervención formativa género sensible cuidado salud, que condicione el conocimiento y sentir humano en acción, interacción, operacionalización, compromiso y aplicación constante para la satisfacción de disfrutar la vida social, sin reprimendas entre unos y otras en los extremos sociales en que se encuentran hoy los varones y las féminas.
Definitivamente hay que aprender y desaprender desde lo relacional hacia nuestro íntimo ser. Se producirán sin lugar a duda, cambios a corto, mediano y largo plazo que tributarán como resultados del proyecto humano de “comunión oportuna de los elementos viriles y femeniles del espíritu”. Presupuesto martiano asumido para legitimar paridad de género e intergenérica como modo de movilización de crecimiento espiritual para el cambio, sin renuncia implícita o explícita de la masculinidad o femineidad de base sexual, sólo intervención formativa pensando diferente, para trascender de especie racional depredadora plagada de (egoísmo-discriminación-manipulación-aislamiento-desentendimiento) en favor de la propia esencia humana: “ser social” en (alianza-crecimiento-correlación-compromiso-prosocial). En otras palabras influencia de vida progénero en beneficio humano.
Los beneficios de proyectos como este que esbozamos, se enmarcan en la necesidad de formación humana para la vida en sociedad. Ofreciendo prioridad a la “persona” como centro del desarrollo y no a la inversa como viene teniendo lugar. Sobre bases de igualdad, equidad y paridad de género e intergenérica; y en ese mismo orden, favorecer un equilibrio humano coherente, más por la similitud racional, afectivo volitiva intrínseca, susceptible de intervención para el desarrollo de capacidades, afectos y valores a gestar, que por las escasas diferencias reducidas a lo biológico y a la reproducción directa de la mujer, hacia el sometimiento de lo asistencial. Contrario a la razón y el poder, atribuido por los hombres en independencia de lo asistencial, como “proveedores”. Todo y más, para el disfrute de relaciones simétricas en comunión viril femenil, personal social, para expresar la riqueza de lo humano en interacción armónica de género.
Subyace desde lo más profundo del sentir humano, el perfeccionamiento cada vez más genuino y auténtico en el aprendizaje desaprendizaje, para dignificar la existencia y el placer de vivirla a tope con todas las capacidades disponibles para una persona más conectada, y luego cumplida en el beneficio social.
2.2 Del encuentro y el desencuentro.
Nos adentramos en el tercer milenio con una formación humana fragmentada, estereotipada, prejuiciada, dicotómica, sexista y con retos desafiantes en la tecnología y en las ciencias.
Sin embargo, sí se visualizan avances en la tecno-ciencia con vigor, alcance y trascendencia planetaria vertiginosa, y toda vez, de forma contradictoria se visualiza involución en el conocimiento humano de sí y de los demás, involución que se acrecienta inversamente proporcional al avance descrito y sin vestigio de transformación a favor de lo eminentemente humano, la persona y sus relaciones. El punto distintivo en la hipérbole de despersonalización y deshumanización hoy día, es la violencia. Violencia en la familia y desde la familia. La que se suscita en ámbitos y sectores disimiles e irónicamente contextuados en la llamada “sociedad del conocimiento”.
Abocados los seres humanos a un “cambio de época”, exige de todos y todas un crecimiento pleno de potencialidades personales y sociales pensando diferente. La prevalencia entonces, debe apuntar a la igualdad, y más aún, a la equidad y la paridad de género para gestar la comunión oportuna viril femenil.
Ante tal desafío, se hace pertinente una búsqueda de alternativas de intervención formativa que en alianza, desarrollo y dirección prosocial prevean cambios que introduzcan elementos novedosos para el bienestar, la calidad de vida y la consecución de la salud género sensible personal, familiar y social, que irradie el entorno próximo en nuestro accionar desde el “pensar, como acto cultural fundamental”, parafraseando una vez más a Federico Mayor ex director de la UNESCO.
A todas luces, el tema revela la importancia en sí mismo, al develar una cosmovisión cultural de género renovada y que incita al menos, a interpretar la naturaleza humana propia y ajena en interacción para el enriquecimiento personal, y en correlación con la percepción de la imagen conceptual, desde las opiniones y creencias fundadas en la experiencia vital cognitivo, afectiva y axiológica en relación con la cultura, determinando nociones comunes aplicadas a los diversos ámbitos de la vida, en este particular en lo relacionado a los géneros.
Empero, priorizando el desarrollo social humano desde la formación de líderes proactivos, prosociales y progénero en intervención formativa por fases o intervalos, donde se promueva el enfrentamiento a la violencia desde la paridad, la inclusión del quiero y puedo, del compromiso personal. Y todo esto, en tributo al derecho pleno del ser humano a ser auténtico, responsable y empoderado, que al conocer y sentir, quiera hacer una convivencia que favorezca la condición humana desde su esencia próvida, pero en la vida, por la vida y para la vida, en disfrute pleno y responsable, de compromiso, de servicio social como persona competente, no competitiva en el ámbito humano. Capaz como promotor social activo de una interacción respetuosa para la diversidad social en lo común.
La instauración de las sociedades patriarcales dominadas por la fuerza, la potencia, la razón y la mente, lo hipersexual contrario a lo infrasexual, la debilidad, la impotencia, lo superficial y la dependencia. Opresión abierta y dilatada al género femenino en una sociedad dividida en clases sociales, que independientemente de privilegiar lo masculino en su máxima expresión androcentrista, discrimina a ambos géneros acrecentando sobrecargas que comenzaron a tener consecuencias añadidas en relación con el momento histórico de existencia en humanidad globalizada. Es hora de una posición verdaderamente humana, sin las devaluadas sexistas descritas, coexistentes verticales y paralelas para unos y otras.
Manifiestas diferencias reducidas al sexo biológico, a la reproducción, la lactancia materna y a la respuesta sexual humana en detrimento de la mujer. En el imaginario de las sociedades patriarcales aún persisten creencias sobre el origen “natural” de la desigualdad social entre el hombre y la mujer y de la “inferioridad de la mujer”.
“Muchas de las conductas y los roles sexuales que se han adjudicado al hombre y a la mujer a través de la historia, no son inherentes a su sexo biológico como tal, sino a que están en dependencia de circunstancias económico-sociales específicas”. (Castellanos Simons, 1995: 41).
Se presta mucha más atención a lo que nos distingue en el diseño preestablecido, a lo que nos reduce, a las diferencias biológicas, las naturales, que nada tienen que ver directamente con las desigualdades sociales entre el hombre y la mujer. Sin embargo, muy poco, al inagotable caudal de similitudes en capacidad de perfeccionamiento interior y relacional para trascender en el sentido más humano de la existencia exclusiva de la especie, la condición que se apertura al tránsito de persona a ser humano.
Impedimento manifiesto por estas y otras razones para la percepción, asunción y puesta en práctica de lo que de hombre y mujer debe poseer cada persona para en común procurar la riqueza humana que humanice en vez de despersonalizar, deshumanizar y desarticular el valor intrínseco de la diversidad como esencia de la riqueza humana. La disparidad entre los géneros contiene en su base la desigualdad y la carencia de oportunidades y derechos de equidad, así como relaciones asimétricas de las funciones, roles y comportamientos en los ámbitos sociales.
En la actualidad el gran reto para procesos de intervención formativa progénero debe consistir en proveer una preparación con herramientas útiles que favorezca el saber discernir, para continuar el desarrollo cada vez más acelerado del conocimiento, pero en beneficio de transformación social.
Claro está, sin omitir lo esencial en el ser humano para su completamiento cabal en extenso. Para el conocimiento interior desde su tránsito en relaciones sociales, de las que no se puede prescindir, de modo que pueda inscribir su trascendencia humano social contextual proyectada desde las esferas de los nuevos saberes en su beneficio progresivo y el de su entorno. A saber, desde la interdisciplinariedad de las Ciencias Existenciales según la clasificación de Pavol Tillic. (Barragan Linares, 1996: 123). Toda vez que genere bienestar, calidad de vida y salud para satisfacción propia y ajena, en tanto se instrumenten alternativas estratégicas a favor para alcanzar situaciones mucho más óptimas en el crecimiento humano interior y relacional en paridad de género e intergénero.
Fortalecer este desarrollo humano, desde las Ciencias de las Formas, en las que incluimos a la Sexología y a la Generología por constituir disciplinas de importancia para la sentida esencia humana, por el urgente conocimiento de sí, una vez conectada la persona con sus contemporáneos en interacción contextual progénero. Todo lo que sin lugar a duda, fomentará la intervención formativa para la creación de una Red de Líderes proactivos y progénero en constante quehacer y desarrollo prosocial y entre todos y todas constituir un Círculo de Crecimiento Humano Interior y Relacional (CCHIR), por así llamar de algún modo a lo que también abrirá espacios al anhelo del perfeccionamiento personal humano al sentir y expresión de Félix Varela, el de creer en el “mejoramiento humano y la utilidad de la virtud”.
Red que ha de inscribirse en el ámbito de la producción creativa de conocimientos intergenéricos, y ejercer influencias de progreso en procesos, para su diseminación en diversos entornos en amplitud de cultura sentida de vida, frente al crecimiento en alianza y desarrollo humano sustentable para los géneros y por los géneros. Todo lo cual debe tener lugar mediante etapas de cumplimiento general, que oscilen desde el diagnóstico, el diseño, la ejecución, la evaluación y retroalimentación de planes de acción, para gestar proyectos de vida que subyacen en el querer conocer y hacer de las personas en la convivencia a plenitud y en relaciones sociales género sensible cuidado salud.
Para que la Educación de la Sexualidad tribute a la Personalidad Sexuada de Género en unos y otras, fue modelada la Concepción Prospectiva y Andrógina de Género 6 , la que desde una estrategia de intervención progénero para el crecimiento humano interior en lo relacional y la gestación del liderazgo progénero, desde la concepción y guía en Proceso de Enriquecimiento Mutuo Intergenérico 7 con sus propios métodos, favorezca también a todas las personas que se impliquen en la formación de la condición humana género sensible cuidado salud en paridad de género e intergenérica.
3.1 Una mirada necesaria.
No son pocos los análisis y polémicas que colocan los géneros conceptualmente en el marco de la sexualidad o a los géneros y a la sexualidad como parte de un sistema, se corrobora también que la salud sexual no puede abordarse si no se toman debidamente en cuenta los géneros con sus consecuencias de poder y subordinación. Se plantea por diversos expertos y expertas de organismos internacionales, que resulta indispensable adoptar medidas que abarquen una amplia gama de aspectos relacionados con asuntos de salud y la sensibilización de los géneros en torno a las necesidades específicas de salud del hombre y la mujer, refirieren y enfatizan que dichas medidas deben ir más allá del reconocimiento que las relaciones sexuales son relaciones de género.
Las investigaciones sobre las problemáticas asociadas a los géneros, han comenzado a constituir centro de atención. En tanto, se comienza a considerar la igualdad y la equidad teniendo en cuenta las diferencias, la diversidad y las necesidades de cambio para unos y otras como alternativa de solución. Sin embargo, tanto a nivel mundial como regional, los estudios sobre la mujer superan los de masculinidad, encontrándose en desventaja las investigaciones en torno al hombre, no menos importante por cierto. No obstante, el carácter relacional y multidimensional de la categoría género contiene la necesidad de abordar las dos partes y su imbricación, apuntando hacia un enfoque más integral de los géneros como tema en situación de actualidad.
Si bien es lícito que las féminas, aún hoy, en determinadas sociedades con apertura a cambios en su favor, hayan alcanzado espacios, salvaguarda legal y continúen su bregar emancipador, sobre todo en lo relacionado a determinada posición social como la igualdad social en reivindicación de sus derechos ciudadanos. No es menos cierto, que los estereotipos morales arraigados, las hacen responsables de sobrecargas injustas de tareas. No obstante, la hegemonía masculina no es carente de malestares y limitaciones por razones igualmente preestablecidas. Queda aún mucho que hacer en la búsqueda de una posición más humana por el mundo de la feminidad y por el de la masculinidad. Somos participes de que lo más conveniente circunda el establecimiento de nuevas relaciones intergenéricas para unos y otras en paridad de género e intergenérica.
Entre los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas se declara en términos generales para el mundo; promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer. En este sentido, la Declaración de la Asociación Mundial de Sexología entonces, hoy para la Salud Sexual (WAS, por sus siglas en inglés), sobre Salud sexual para el Milenio, se enfoca específicamente hacia la instrumentación de tres de esos objetivos y esencialmente refieren sobre éste, que al cultivar la responsabilidad individual y social y las interacciones sociales equitativas, se promueve la salud sexual, el bienestar y se fomenta la calidad de vida. Solo resta accionar coherentemente en dirección transformadora hacia este propósito social para una cultura renovada donde se esgrima liderazgo progénero desde el accionar en intervención formativa.
Al respecto, se refirió explícitamente el mexicano Eusebio Rubio Aureoles expresidente de la WAS, al participar en el IV Congreso Cubano de Educación, Orientación y Terapia Sexual, celebrado en enero de 2008, exhortando desde su presentación y a viva voz; “Avanzar hacia la equidad de género: Ya que la salud sexual requiere respeto y equidad de género. Las inequidades relacionadas con el género y los desequilibrios de poder impiden las interacciones humanas constructivas y armoniosas y por ello, la consecución de la salud sexual.”
En lo que respecta al ser humano, este inicia la construcción desconstrucción de su personalidad sexuada de género desde el nacimiento, en un contexto histórico social concreto, donde comienza a asumir los patrones culturales inherentes al medio en que se desarrolla a través de un proceso de socialización que tiene connotación y trascendencia marcada desde los primeros cinco años de existencia, conocido como período sensitivo de estructuración de los cimientos de las identidades sexuadas y de género, mediante el cual deviene sexualidad personalizada de género masculino o femenino, o una combinación de ambos durante toda la vida, como resultado de las influencias internas y externas.
Es a partir de este período sensitivo, donde entran a jugar un papel muy importante los sexos, las identidades sexuadas y de género y los géneros, como elementos esenciales de las categorías dimórficas, con la sexualidad y la personalidad, que según (González Hernández, 2003: 13), de la personalidad sexuada es la sexualidad manifestación vital, a lo que añadimos de forma explícita: y de género, por constituir los géneros en su construcción desconstrucción esencia biopsicosocial en la negación que se produce en lo social como nivel más complejo, donde inevitablemente lo psicológico y lo biológico se le van a subordinar, produciéndose la tendencia del inevitable desarrollo.
Ahora bien, en estrecha interacción dan lugar al proceso de sexuación socio psicológica. Entendida estas, como la percepción del conjunto de atributos anatómicos propios de cada sexo. Vistos como el reconocimiento de los genitales, la imagen corporal, la distinción psicológica entre los sexos, y el comportamiento propio de cada persona desde la identificación del sexo y el género en formación inicial, a partir del período sensitivo, para ir conformando la masculinidad y la femineidad, en la contribución al sentido de identidad singular e irrepetible y a la no renuncia de lo viril y de lo femenil. Tributando paulatinamente a las identidades de género en un estadio superior, tendientes a los modelos sexuados y de género culturales y sociales.
Es conveniente destacar que la escuela cubana a la que se adscribe el autor, asume que la identidad de género constituye el marco de referencia interno, se considera que en su unidad intrínseca con el rol de género y la orientación sexo erótica conforman el núcleo básico de la sexualidad personalizada de género, todo lo cual se corrobora y sustenta en el análisis que sintetiza el sexólogo norteamericano John Money, al expresar que “el rol de género es la expresión pública de la identidad de género y ésta su vivencia privada”, a nuestro juicio, dos caras de una moneda que a su vez contienen la orientación sexo-erótica.
No obstante, previa sentencia martiana para el bien común de los pueblos, asumida y traspolada por el autor al plano de la Generología, determina la inminente necesidad para lo femenino y lo masculino, en fortalecer mediante intervención formativa a un ser humano en tanto (mejor persona) y más conectada en lo interior y relacional, consabida y articulada, de modo que, … y así como no se da hijo sin padre y sin madre, así no se da persona sin la comunión oportuna de los elementos viriles y femeniles del espíritu.
Confiriéndole connotada importancia a lo que para cada ser humano, desde su individualidad forjada en la interacción social, hasta la sociedad toda, demanda en su completamiento cabal sin interrupciones pueriles ante el derecho inalienable de autenticidad intrínseca para la condición humana sin el anclaje sexista tendiente a prejuicios y estereotipos que fungen como fronteras de la heteronormatividad estrictamente rosada y azul, cuando bien puede ser una combinación de elementos viriles y femeniles del espíritu, que genere un matiz de comunión oportuna para el disfrute pleno y el mejoramiento humano.
En otro de sus hermosos y bien calados pensamientos expresa Martí que, “las cualidades de los padres quedan en el espíritu de los hijos, como quedan los dedos del niño en las alas de la fugitiva mariposa”. Citado por, (López Bombino, 2004: 24). Idea difundida en el quehacer ético pedagógico, el niño hace más lo que ve hacer, que lo que le dicen que haga.
3.2 Una mirada obligada.
Se debe impedir que los géneros se acrecienten como una deuda impagable, pues de hecho son ya una deuda para unos y para otras. Es hora que se comiencen a visualizar los géneros de modo diferente a como han existido de manera histórica, y “transculturalmente”, en las sociedades patriarcales tradicionales y en las contemporáneas, tal cual se define por expertos y expertas: …“la suma de valores, actitudes, papeles, prácticas o características culturales basadas en el sexo. El género, tal como ha existido, transculturalmente refleja y perpetúa las relaciones particulares de poder entre el hombre y la mujer.” (Acta de consulta, OPS, OMS, WAS, 2000: 7).
Si los géneros los pensamos únicamente como han acontecido y acontecen, según se expresa en la definición anterior, “perpetuamente”, los pensamos y pensaremos para siempre así, ante lo cual nos oponemos.
Es obvio que no pueden permanecer para siempre así, continuaría siendo un absurdo. Y aunque imperceptibles las dinámicas de perfeccionamiento de los géneros, se han venido produciendo cambios sustanciales en diversos países y regiones del mundo en el decursar histórico sobre el tema, que no suplen las expectativas, es cierto, como también es cierto que ante tal problemática no podemos aceptar presupuestos inamovibles y convencionales.
Somos partidarios de una definición de género más atrevida, más ajustada a la realidad de desarrollo humano, renovadora, que incite, que promueva cambios, modificaciones y transformaciones.
De tal modo se deben pensar los géneros, no en la adaptación, sino en el accionar de intervención formativa progénero, en la identificación, selección e incorporación de metodologías, estrategias y técnicas de aprendizaje pensando diferente, como fenómeno social que tiene su expresión en la conducta femenina y masculina condicionada por la educación, que si bien se sustenta en las diferencias biológicas y sus respectivas identidades sexuadas, tributa en identidades de género, pero se materializan únicamente en un medio social como persona hombre, mujer o ambivalente, en situación histórica social concreta, susceptibles de transformar y transformarse. (Rodríguez Galera, 2009: 10).
Es importante añadir a la definición anterior, que al estar constituida la especie humana por mujeres y hombres, les asiste el derecho de independencia al reconocimiento de su respectivo género sin subordinación, estereotipias o normativas de cualquier índole que invisibilice, subvalore o supedite a miembros de la especie humana en detrimento de otros. Signifiquemos la influencia de comunión viril femenil a la persona total. Y añadir que género, es identidad singular de género, crecimiento interior en lo relacional, correlación intergenérica y transformación en “comunión oportuna de los elementos viriles y femeniles del espíritu”, para la formación de la condición humana género sensible cuidado salud.
Toda vez resulta importante destacar lo que no constituye un secreto para nadie, las diferencias entre hombres y mujeres tendientes a entendimiento en cuestiones de género, sobre la base de condiciones absolutamente biológicas que aunque naturalmente parta de éstas, no ponderan en la construcción y deconstrucción sociocultural de los géneros. Evitemos entonces las distorsiones y una vez en la esencia del fenómeno, trazar las alternativas y estrategias oportunas.
Erróneamente en cada sociedad, hombres y mujeres realizan funciones diferentes en sus desempeños “azules y rosados” bien delimitados, está demás decirlo, so pretexto de la biología como legitimadora de la existencia, caso omiso a renovados modos de pensamiento en la construcción y deconstrucción sociocultural, sucediendo entonces que las diferencias biológicas pasan a ser erróneamente la base que justifica la división entre todos y todas manifiestas en las estructuras sociales, convirtiéndose no sólo en un hecho tangible, sino en toda una ideología latente. En nuestra opinión enraizada en el sexismo pero ya sin fundamento al menos racional de cara a la ciencia y a su despliegue de novedosos saberes.
Desmitificar falsos conceptos, prejuicios, tabúes y estereotipos relacionados con las disparidades entre los géneros y ofrecer los elementos necesarios para la construcción de nuevos proyectos de vida, capaces de promover personas más equitativas legitimando paridad, son elementos trascendentes para permitir el avance en la medida en que se desarticulan obstáculos.
La formación y capacitación en la participación donde se fomente con libertad y responsabilidad para la comprensión y posterior internalización de valores 8 y principios andróginos 9 que sustenten el compromiso de paridad de género e intergenérica entre todos y todas, no sólo para ofrecer tratamiento a las disparidades y la discriminación, sino para la intervención consciente de formación contextual, constituye avance a favor de la salud, la vida, la calidad de ambas y de las interacciones entre los seres humanos.
Algunos de estos elementos y otros que iremos reconociendo, tendientes a la desarticulación de estereotipos de género tales como que la debilidad es un atributo femenino, y la fuerza es masculina; ambas presentes en el ser humano independientemente de condición alguna y a pesar de la dicotomía que engendra entre lo masculino y lo femenino, también evitarían en los seres humanos la consecución de conflictos, angustias y trastornos producidos por las marcadas diferencias que se arrastran de generación en generación desencadenado dudas, malas interpretaciones, falsas expectativas, malestares, inquietudes y desconocimientos. Estos reconocimientos nos permitirán avanzar. Tal pareciera que el acto exclusivo de las féminas cuando paren no requiera de fuerza, así como un hombre debe disfrazar el dolor cualquiera que este sea, para no aparentar debilidad.
Gozar de los mismos derechos y oportunidades, tanto unos como otras desde el punto de vista de los géneros, no implica per se la solución a la problemática de los géneros. El presente y el futuro más inmediato aún padecerán el predominio androcentrista y etnocentrista en sus significados literales. Reconocemos que aún no hay una teoría acabada. Sin embargo, los conceptos existentes y más generalizados "perspectiva y equidad de género", convertidos en puntos de referencia para esbozar nuevas incursiones, así como disímiles ideas, estudios, propuestas y alternativas para continuar el camino ya emprendido emergen de las profundidades sentidas y consabidas y se visualizan como la punta de un iceberg, no olvidemos la gran masa que oculta. Llegará el momento en que sea posible establecer consenso, por constituir la problemática de los géneros un objeto de estudio dinámico y en proceso de desarrollo.
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1 Paridad de género: Ser capaces de expresar la riqueza de lo humano en relaciones intergenéricas de igualdad y equidad, desde lo que de mujer y de hombre se ha de fraguar en cada persona, sin implicación de renuncia viril o femenil.
2 Paridad intergenérica: Constituye el camino para como líderes progénero del propio proceso de enriquecimiento mutuo intergenérico en la práctica real, inscribirse como intervención e influencia formativa para el crecimiento humano en alianza y desarrollo sustentable y alcanzar como agentes de cambio nuevos niveles de sensibilización, comprensión y cooperación que favorezca las nuevas acciones para transformar la realidad humana en equidad y paridad de género. (El líder progénero en mí). Definiciones presentadas por el autor en las Conferencias que bajo el título de Ética, tecnociencia y los géneros dictó como Profesor Invitado de la Universidad de Tecnologías y Ciencias Aplicadas (InSTEC), Quinta de los Molinos y en la Segunda Conferencia Nacional sobre Participación de la Mujer en la Meteorología y la Hidrología en Ciudad de La Habana en el año de 2009.
3 Síndrome de deshumanización. Queda explicado y representado mediante una fórmula simbólica en la tesis de maestría del autor. Donde describe el estado actual y deseado de las relaciones comunicativas intergenéricas, lo cual denota el profundo “analfabetismo afectivo” acuñado por el colombiano Luis Carlos Restrepo en las relaciones interpersonales. El citado síndrome de deshumanización refleja y se materializa desde la individualidad personal y sus interacciones en las familias hasta las relaciones en contextos sociales, en la sociedad en general y entre las sociedades en términos bilaterales y multilaterales. Se enfatizan en la fórmula conceptos como despersonalización, rigidez, marcadas diferencias, inadecuada participación, prejuicios, estereotipos, así como la carencia de la búsqueda de motivos positivos, de acercamiento, de entendimiento, de interacción, de relaciones entre las personas que no demeriten su crecimiento como ser humano en todo el significado y razón de la existencia como seres superiores.
4 Ideología progénero: Búsqueda del bienestar, la salud sexual género sensible y la calidad de vida desde nuevos saberes en equidad y paridad de género e intergenérica para un desarrollo humano sustentable.
5 Liderazgo progénero: Aprendizaje en relaciones necesarias y naturales género sensible cuidado salud, para la constante sistematización en el perfeccionamiento de nuestro íntimo ser, desde el equilibrio y la transformación subyacente viril femenil del espíritu, para trascender como agente de cambio proactivo, prosocial y progénero, legitimando paridad de género e intergenérica.
6 Concepción Prospectiva y Andrógina de Género: Precisa de acciones progénero; de apertura, flexibilidad, cambio y transformación prosocial; de renovados modos viriles y femeniles para lo femenino y lo masculino; de legitimar paridad de género; de enriquecimiento mutuo intergenérico; de la independencia del sexismo discriminatorio; de amor, justicia, respeto y responsabilidad intergenérica; de sensibilización constante; de compromiso personal y social; de alianza y desarrollo sustentable; de armonía interior y relacional; de sabernos y entendernos como diversidad; de considerarnos el derecho de agentes de cambio con el protagonismo de ser parte, tener parte y tomar parte; de garantizar novedosos proyectos de vida desde estrategias integradoras, con visión sistémica y prospectiva de proceso, para relaciones de género masculino y femenino más coherente.
7 Proceso de Enriquecimiento Mutuo Intergenérico: Se inscribirse como intervención formativa para el crecimiento humano en alianza y desarrollo sustentable en paridad de género e intergenérica, teniendo lugar este crecimiento mediante la construcción y desconstrucción interior en lo relacional para el descubrimiento de sí mismo en interacción y despliegue de compromiso y responsabilidad, y en imprescindibles situaciones en y por la actividad y la comunicación contribuir a la formación multilateral de la personalidad sexuada de género para la elección y decisión de proyectar la vida con el más autentico sentido progénero para la consecución de la salud sexual género sensible, el bienestar y la calidad de vida con todos y para el bien de todos.
8 Valores andróginos: Responsabilidad mutua intergenérica. Equidad de género o compromiso genérico. Respeto mutuo intergenérico. Reciprocidad genérica abierta. Autonomía de género. Enriquecimiento mutuo intergenérico. Diversidad singular. Paridad de género o plenitud humana dual.
9 Principios andróginos para la Educación de la Sexualidad del siglo XXI: Principio del carácter monoico y andrógino de género. Principio del respeto a la diversidad desde la diversidad singular. Principio de la unidad viril femenil o “comunión oportuna viril femenil” en la formación de la personalidad sexuada de género. Principio del equilibrio y la armonía en paridad de género y paridad intergenérica. Principio de la responsabilidad de género e intergénero. Principio de la sintonía cuerpo mente en la unidad orgánica intergenérica. Principio del carácter de género transformador y trascendente en lo personal y social, liderazgo progénero. Principio de la atención a la libertad personal dentro del carácter relacional del desarrollo humano. Principio del enriquecimiento mutuo intergenérico en reciprocidad dentro y fuera del Proceso de Enriquecimiento Mutuo Intergenérico.