Mariela Carattoli (CV)
carattoli@econ.unicen.edu.ar
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires
El propósito del trabajo es realizar una revisión bibliográfica que dé cuenta e integre los principales conceptos, corrientes filosóficas y metodológicas y los principales procesos científicos determinantes de los cambios en el desarrollo del conocimiento, en particular en el campo de las ciencias sociales, a fin de realizar un análisis crítico de los trabajos académicos en campos diversos de la ciencia y la tecnología, que permita plantear también las principales implicancias prácticas de los mismos, en términos de la formulación de políticas científicas, proyectos de investigación y conductas del investigador.
Palabras Claves: Ciencia, Tecnología, Metodología de la Ciencia, Sociología de la Ciencia
The purpose of this paper is to review literature to account and integrate the major concepts, philosophical and methodological scientific processes and key determinants of changes in the development of knowledge, particularly in the social sciences, to critical analysis of academic papers in various fields of science and technology, which allows also pose major practical implications thereof in terms of science policy, conducts research and the researcher.
Keywords: Science, Technology, Methodology of Science, Sociology of Science
El conocimiento científico y tecnológico es una de las principales riquezas de las sociedades contemporáneas y un elemento indispensable para impulsar el desarrollo económico y social. Esto sin dudas contribuye a la profundización de los debates que se dirimen en el campo de la epistemología, o filosofía de la ciencia, en tanto rama de la filosofía que estudia la investigación científica y su producto, el conocimiento científico.
El propósito del trabajo es realizar una revisión bibliográfica que dé cuenta e integre los principales conceptos, corrientes filosóficas y metodológicas y los principales procesos científicos determinantes de los cambios en el desarrollo del conocimiento, en particular en el campo de las ciencias sociales, a fin de realizar un análisis crítico de los trabajos académicos en campos diversos de la ciencia y la tecnología, que permita plantear también las principales implicancias prácticas de los mismos, en términos de la formulación de políticas científicas, proyectos de investigación y conductas del investigador.
Con este propósito a continuación el trabajo describe el marco conceptual en relación a cuatro ejes centrales de conocimiento: a) la filosofía o epistemología de la ciencia; b) la metodología de investigación; c) la sociología de la ciencia y d) las teorías económicas de la ciencia y el cambio tecnológico que han tenido un desarrollo interesante en las últimas décadas.
De acuerdo a Guba y Lincoln, 1994; es posible identificar diversos paradigmas de investigación, que conviven y compiten entre sí, que pueden caracterizarse en función de las respuestas que den a las siguientes preguntas:
1. La cuestión ontológica. ¿Cuál es la forma y naturaleza de la realidad y, en consecuencia, qué es lo que podemos conocer acerca de ella?
2. La cuestión epistemológica. ¿Cuál es la naturaleza de la relación entre el que conoce o el que debería conocer y lo que puede ser conocido?
3. La cuestión metodológica. ¿Cómo puede el investigador (quien debe conocer) encontrar aquello que él o ella creen que debe ser conocido?
En la misma línea Vasilachis de Gialdino (1992), propone que “la reflexión epistemológica tiene como objetivo la elucidación de los paradigmas presentes en la producción sociológica. Estos paradigmas son definidos como los marcos teorico-metodologicos utilizados por el investigacor para interpretar los fenómenos sociales en el contexto de una determinada sociedad”. Y agrega que el paradigma podría ser determinado a partir de la respuesta de los siguientes interrogantes: ¿desde que, con qué y con quién?; ¿Cómo?; ¿Con qué?; ¿Cuándo y dónde?; ¿Para que? y ¿Qué?.
Durante gran parte del siglo XX la idea de lo “científico” estuvo estrechamente ligada a los criterios definidos por el programa filosófico elaborado por el Círculo de Viena. La filosofía del Círculo de Viena plantea una concepción científica del mundo, defendiendo el empirismo de David Hume, John Locke y Ernst Mach, el método de la inducción, la búsqueda de la unificación del lenguaje de la ciencia y la refutación de la metafísica. Esta filosofía es una forma de empirismo y una forma de positivismo conocida con los nombres de positivismo lógico, neopositivismo, empirismo lógico o neoempirismo, centrado en establecer los criterios que permitirían distinguir la ciencia de otras formas de conocimiento. Se pretendía la constitución de una ciencia unificada (formalizada y axiomatizada) recurriendo a las herramientas del análisis lógico-formal, que conduciría al abandono total de la metafísica y al rechazo de todo lenguaje no "científico". Los neopositivistas sólo aceptan como dotadas de significado (es decir como verdaderas o validas) las proposiciones analíticas, que no se refieren a nada real y son propias de la lógica y la matemática, y la proposiciones sintéticas o verdades de hecho, siempre que éstas sean verificables a partir de la observación directa de lo real.
Este ultimo principio es uno de los que luego fue cuestionado por Karl Popper, quien a pesar de continuar basado en una tradición positivista, centrada en el contexto de justificación (la base lógica para justificar nuestro conocimiento), descuidando como irrelevante el contexto de descubrimiento (las circunstancias sociales y culturales que inciden en la generación de dicho conocimiento), sustituye el criterio de verificación por el de falsación, y reconoce que no disponemos de un criterio de verdad. Para este autor, enmarcado así en lo que se conoce como postpositivismo, la ciencia es independiente de los sujetos cognitivos; por tanto, el conocimiento científico nace de los problemas y no de la verificabilidad de hechos empíricos. Desde esta perspectiva, Popper considera el progreso científico no como la acumulación de observaciones, sino que otorga un carácter revolucionario a la ciencia, en el sentido en que el progreso es visto como un continuo derrocamiento de teorías científicas y su reemplazo por otras mejores o más satisfactorias, proponiendo un método alternativo al inductivismo, denominado falsación, método que sirve no sólo como criterio de demarcación entre lo científico y lo no científico, sino también como mecanismo para poner a prueba teorías buscándoles falsadores potenciales y facilitando asi el crecimiento de la ciencia. Toda teoría debe someterse a tests lógicos, matemáticos y técnicos, para tratar de demostrar que las hipótesis son falsas, considerando finalmente como una buena teoría científica, que tiene mayor poder explicativo y predictivo, aquella que resista la mayor cantidad de tests. Frente a los problemas, se ofrece una solución tentativa a través de la formulación de teorías, hipótesis, conjeturas. Las diversas teorías competitivas son comparadas y discutidas críticamente con miras a detectar sus deficiencias. Para Popper, por tanto, la ciencia es un conocimiento hipotético y conjetural.
Las filosofías clásicas de la ciencia, es decir el positivismo en su versión verificacionista, como el postpositivismo con la falsacion, llevaron a una imagen de la ciencia en que esta es vista como el modo de conocimiento que describe la realidad del mundo (siendo acumulativa y progresiva); es nítidamente separable de otras formas de conocimiento, las teorías científicas tienen estructura deductiva, y pueden distinguirse de los datos de observación; la ciencia es unitaria, y neutra, es decir está libre de valores. Estos principios comenzaron a ser fuertemente cuestionados ya al comienzo de la década de 1950, en buena parte debido a la imposibilidad de aplicar sus metodologías rígidas a muchos campos del saber científico. En los años 60, autores como Kuhn, o Hanson, plantearon un nuevo enfoque, con un mayor énfasis en la historia, la dinámica de la ciencia y el contexto de descubrimiento. Proponían olvidarse del análisis lógico como único medio para abordar hechos científicos, recurriendo en cambio a consideraciones históricas e incluso evolutivas, dejando de lado la imagen de un desarrollo lineal y acumulativo del progreso científico, y la tradicional separación entre ciencia pura (a salvo del juicio moral) y ciencia aplicada o tecnología (sujeta a juicios morales en función de su buena o mala aplicación)
La estructura de las revoluciones científicas (1962) de Tomas Kuhn señala un punto de inflexión en la imagen tradicional de la ciencia y el punto de partida de nuevos enfoques mas sociológicos de la ciencia. Plantea la idea de un devenir histórico de la ciencia, consistente en períodos de ciencia normal y períodos de ciencia revolucionaria. Durante la fase de ciencia normal, el progreso se entiende como acumulativo, pues se trata de ampliar y perfeccionar la base teórica establecida, sin cuestionar los supuestos y fundamentos que guían la investigación. Sin embargo cuando estos marcos teóricos no permiten dar respuesta a problemas o surgen anomalías serias y persistentes que no pueden ser explicadas, sobreviene un período de crisis que lleva a cuestionar los supuestos del marco teórico imperante en una comunidad científica. Comienza la fase de revolución científica, de carácter no acumulativo sino de ruptura epistemológica, donde comienzan a plantearse respuestas alternativas hasta que alguna logra un consenso suficiente para organizar un nuevo cuerpo teórico que permita explicar los problemas que dieron lugar a la crisis. Kuhn, habla así de la sustitución de un paradigma científico por otro, como un período en el que se asiste a una reconstrucción del campo científico sobre nuevos presupuestos, tanto desde el punto de vista teórico como desde el observacional. Para Kuhn la ciencia, en tanto acción colectiva de comunidades científicas que usan una serie de métodos, conceptos y valores compartidos resuelve sus disputas científicas no sólo sobre la base de valores cognitivos, sino que también, intervienen factores sociales y culturales. El cambio de paradigma científico se produce cuando, tras una controversia, todos los científicos de un área incorporan un determinado modo de ver y explicar los problemas, que viene a sustituir al viejo paradigma previo. La introducción de esta dinámica en la filosofía de la ciencia representó un duro golpe a la tendencia prescriptiva y a la imagen positivista de la ciencia, y un giro hacia lo descriptivo. Cuestionó fuertemente también las ideas por entonces en boga de Popper, e inició una tradición de crítica desde las ciencias sociales que supuso un vuelco en el modo de considerar la investigación científica.
La Teoría crítica, que se desarrolla inmediatamente después de la primera guerra mundial, también conocida como Escuela de Franckfurt, en la cual participaban Mark Hockheimer, Theodor Adorno y Jürgen Habermas, entre otros, se sustenta en el paradigma materialista-histórico (Marx, 1962) y se opone a las ideas del positivismo y postpositivismo que supone una separación entre el sujeto que contempla y la verdad contemplada. Por el contrario entiende el conocimiento no como reproducción conceptual de datos objetivos de la realidad, sino como una construcción, mediado por la experiencia, por las prácticas concretas de una época, como por los intereses teóricos y extra-teóricos que se mueven al interior de las mismas. Surge así un gran interés por el contexto social, sobre el cual se buscaba influir directamente a través de la filosofía. Se preocuparon por el método dialéctico instrumentado por Hegel y trataron, como sus predecesores, de orientarlo en una dirección materialista. Estaban particularmente interesados en explorar las posibilidades de transformar el orden social por medio de una praxis humana tradicional. En su ontología se asume el realismo histórico, pues se considera que la “realidad” es moldeada por una serie de factores sociales, políticos, culturales, económicos, etc., que con el tiempo se cristalizan en una serie de estructuras que son vistas como reales, naturales e inmutables en un momento dado.
Se considera también que los valores del investigador y de la sociedad en su conjunto, influyen inevitablemente la investigación, estando entonces los resultados de ese proceso mediados por valores. Esto lleva a la adopción de una metodología dialógica y dialéctica, ya que se requiere de un diálogo de naturaleza dialéctica entre el investigador y los sujetos de la investigación para transformar la ignorancia y la falta de conciencia respecto de las estructuras que vemos como ¨reales¨ en una mayor toma de conciencia en relación a los procesos históricos, sociales, etc., que le dieron origen para entender cómo esas estructuras pueden ser modificadas.
El constructivismo o paradigma interpretativo es otra corriente de pensamiento dentro del campo de la filosofía de la ciencia y la epistemología, surgida hacia mediados del siglo XX, que se opone tangencialmente a los principios tradicionales de la ciencia planteados por el positivismo. Para los construccionistas, es imposible conocer la realidad tal cual es, pues siempre ordenamos los datos obtenidos de la realidad en base a un determinado marco teórico o mental. De tal modo, esa “realidad” que entendemos "literal" no es más que algo que hemos "construido" en base a nuestras percepciones. Así, la ciencia general ofrecen solamente una aproximación a la verdad. En tal sentido se señala que su ontología es relativista. Las realidades son captables en forma de construcciones múltiples, mentalmente intangibles, basadas en la experiencia social., de naturaleza local y específica (aunque sus elementos sean a menudo compartidos por muchos individuos y culturas) y dependiendo en la forma y contenido que adoptan de los personas individuales o los grupos que las sostienen. Estas construcciones no son ni más ni menos “verdaderas” en ningún sentido, sino simplemente más o menos estructuradas y/o sofisticadas. Las construcciones son alterables, así como lo son las “realidades” que les están asociadas. Nuevamente aquí se considera que el investigador y el objeto de investigación se encuentran relacionados de forma interactiva, de tal modo que los “resultados” son literalmente creados a medida que la investigación sigue adelante. (Epistemología: transaccional y subjetivista). La metodología propuesta por el constructivismo es una metodología hermenéutica y dialéctica, que exige la interacción entre investigador y quienes responden. Las construcciones sociales, siempre variables, son interpretadas usando técnicas convencionales de hermenéutica, comparadas y contrastadas a través de un intercambio dialéctico, que permita alcanzar una construcción consensuada que sea más estructurada y desarrollada que las construcciones que le preceden.
Estos “paradigmas”: positivismo, postpositivismo, teoría crítica y constructivismo compiten para dar forma y guiar la investigación, en especial en el campo de las ciencias sociales. El positivismo denota la perspectiva heredada y ha dominado el discurso formal en la física y las ciencias sociales por más de 400 años. El postpositivismo permaneciendo esencialmente dentro de las creencias básicas del modelo positivista, intenta resolver una de sus más importantes críticas reemplazando el criterio de verificación por el de falsación. La teoría crítica por su parte reconoce la naturaleza cargada de valor de la investigación y el constructivismo podemos decir que implica un desplazamiento de una ontología realista a una relativista.
La influencia histórica del paradigma positivista en el campo de lo científico, tuvo un fuerte correlato en términos de metodología de la ciencia, ya que la llamada “perspectiva heredada” de la ciencia (en la que podemos incluir tanto al positivismo como al postpositivismo) se enfoca en el esfuerzo por verificar (positivismo) o demostrar la falsedad (postpositivismo) de una hipótesis previa, expresada como proposiciones matemáticas (cuantitativas) o que pueden ser fácilmente transformadas en fórmulas matemáticas que expresen relaciones funcionales. En este marco existe una convicción muy fuerte de que solamente los datos cuantitativos son válidos o de alta calidad (Sechrest, 1992). Este principio de uso generalizado en el estudio de fenómenos naturales que pueden ser más fácilmente comprendidos en términos de relaciones causales y leyes universales, en años recientes ha sido fuertemente cuestionado, tanto dentro del paradigma positivista como fuera de él, planteando una reconsideración de la utilidad de los datos cualitativos, y cuestionando los fundamentos mismos sobre los que se ha basado la supuesta superioridad de la cuantificación, especialmente cuando se trata del estudio de fenómenos sociales. (Vasilachis de Gialdino, 1992; Guba y Lincoln, 1994)
El argumento fundamental a favor del uso de metodologías cualitativas en las ciencias sociales es que la investigación social tiene que ser más fiel al fenómeno que se estudia que a un conjunto de principios metodológicos y que a diferencia de los fenómenos naturales, los fenómenos sociales están basados e impregnados de significados sociales es decir de intenciones, actitudes y creencias. (Fielding, 1986). “Los métodos cualitativos actúan sobre contextos reales y el observador intenta acceder a las estructuras de significados propias de esos contextos mediante su participación en los mismos” (Vasilachis de Gialdino, 1992). No es preciso el diseño de modelos matemáticos o estadísticos, y no es necesario adecuarse a un protocolo de investigación como el de las ciencias físicas, sino que para ser científico un estudio requiere “respetar la naturaleza del mundo empírico y organizar un plan metodológico que la refleje” (Blumer, 1982)
Algunas de las críticas realizadas a los métodos cuantitativos por quienes apoyan la posición heredada (criticas intraparadigma) incluyen: a) la descontextualización de los fenómenos estudiados, b) la falta de consideración de los significados y propósitos con que los actores desarrollan sus actividades; c) separación entre teorías generales y contextos locales, donde las primeras pueden tener poca significación desde el punto de vista interno en los individuos, grupos, sociedades o culturas estudiados; d) inaplicabilidad de datos generales estadísticamente significativos a casos individuales, e) negación del descubrimiento en la indagación a partir del énfasis en la verificación de hipótesis especificadas a priori que resta importancia a aquellas hipótesis que potencialmente podrían ser logradas mediante un proceso de descubrimiento.
Las críticas recibidas por las metodologías cuantitativas son más profundas y numerosas entre quienes se encuentran por fuera del paradigma heredado (críticas extraparadigma) y se relacionan con los siguientes ítems (Bernstein, 1988; Guba, 1990; Hesse, 1980; Lincoln & Guba, 1985; Reason & Rowan, 1981): a) Si una indagación busca ser objetiva, las hipótesis deben ser establecidas en forma independiente de los hechos, pero esto no es posible pues los hechos son hechos solamente dentro de una estructura teórica. De esta forma si las hipótesis y las observaciones no son independientes, los “hechos” pueden ser vistos solamente a través de una estructura teórica y la objetividad no está garantizada. b) La indeterminación de la teoría o el problema de la inducción que llevó a Popper (1968) a rechazar la teoría de la verificación en favor de la falsación. La idea de que la ciencia puede, por sus métodos, converger sobre la verdad “real” es de esta forma cuestionada. c) Los “hechos” comúnmente aceptados son vistos no sólo a través del marco de una teoría sino a través del marco de ciertos valores, lo cual implica que los valores del investigador juegan un rol en su investigación; d) La perspectiva aceptada en la ciencia imagina al investigador observando los fenómenos tal como suceden y registrándolos objetivamente, suponiendo así que si el investigador utiliza metodologías apropiadas, no tendrá influencia sobre los fenómenos ni viceversa. Pero esto ha sido rechazado fuertemente en el caso de las ciencias sociales, pero incluso también en las ciencias duras por el principio de indeterminación de Heisenberg y el de complementariedad de Bohr (Lincoln & Guba, 1985).
Se encuentra que los métodos cualitativos y cuantitaivos pueden ser considerados como de carácter complementario, ya que cada uno provee información que no sólo es diferente de la provista por el otro, sino que, además, es esencial para interpretar a la otra. Los métodos cuantitativos dan cuenta de las regularidades en la acción social y proveen, esencialmente, información distributiva. Los investigaciones cualitativas hechan luz sobre los procesos sociales concretos a través de los cuales se crean las normas particulares que rigen la acción social (Wilson, 1986). No hay así una oposición fundamental entre los propósitos y las capacidades de los métodos y datos cualitativos y cuantitativos (Glaser y Strauss, 1967).
Dadas las dificultades de los métodos de investigación cuantitativa y cualitativa, se comienza a proponer la estrategia de la triangulación, por la necesidad de una integración de las aproximaciones investigativas. “La estrategia de la triangulación a través de la cual se combina la aplicación de metodologías cuantitativas y cualitativas, entre otras, da cuenta de la posibilidad de la coexistencia de los paradigmas en la práctica de la investigación sociológica” (Vasilachis de Gialdino, 1992). La triangulación se da así cuando los investigadores combinan en una misma investigación variadas observaciones, perspectivas teóricas, fuentes de datos y metodologías (Denzín, 1978). La estrategia fundamental del abordaje multimétodo es atacar el problema a investigar con un arsenal de métodos que no superpongan sus debilidades y que, además, agreguen sus propias ventajas complementarias. La medición triangulada intenta probar distintos valores de un fenómeno para lograr mayor exactitud viéndolo desde distintas perspectivas metodológicas, y permite establecer la validez de un método determinado a la luz de otros métodos (Brewer y Hunter, 1990).
Hay cuatro tipos básicos de Triangulación: 1) Triangulación de datos, que comprende a su vez tres subtipos: a) de tiempo -en la que se exploran influencias temporales para diseños longitudinales y cross-seccionales, b) de espacio -que toma la forma de investigación comparativa- y c) de personas. El análisis de la personas, a su vez, comprende tres niveles: a') grupos, b') interacción y c') colectividad. 2) Triangulación de investigadores, que consiste en la observación por más de una persona del mismo fenómeno o situación. 3) Triangulación teórica que implica el uso de múltiples perspectivas teóricas en relación con la misma situación o el mismo conjunto de objetos. 4) Triangulación metodológica, que puede ser: a) intrametodológica, o dentro del método, cuando el mismo método o distintas estrategias pertenecientes a éste son utilizadas en diferentes ocasiones, y b) intermetodológica cuando diversos métodos en una relación mutua explícita son aplicados a los mismos objetos, fenómenos o situaciones (Denzin, 1978 y Fielding, 1986).
La Triangulación ofrece la ventaja de pemitir al investigador observar su propio material críticamente, testearlo, identificar sus debilidades y establecer dónde hay que realizar un testeo adicional, incrementar la confianza en sus propios hallazgos y comunicarlos mejor. La Triangulación puede, también, estimular la creación de métodos inventivos, de nuevas maneras de captar un problema que se suman a los métodos convencionales de obtención de datos (Jick,1979).Al suponer la aplicación de más de un método de investigación, la Triangulación habilita a probar hipótesis rivales que, generalmente, no son probadas porque están fuera de las prácticas, teorías o metodologías que se emplean habitualmente (Brewer y Hunter, 1990). Por otro lado, en relación con la teoría, la triangulación permite testear (Webb y col., 1966), criticar (Jick, 1979), enriquecer (Brewer y Hunter, 1990), refinar (Fielding, 1986) y crear teoría (Glaser y Strauss, 1967 y Denzin, 1978). No obstante, no puede considerarse que la Triangulación garantice la validez (Fielding, 1986). Entre los peligros vinculados al uso de la triangulación se encuentran los derivados de la multiplicación de los errores, a causa del uso de múltiples metodologías y procedimientos sin controlar los sesgos de cada uno, o del hecho de que se consideren puntos de similaridad respecto de datos obtenidos mediante estrategias que pueden ser muy incompatibles. Aunque se acepte la tesis de la coexistencia de los paradigmas, en especial en la Triangulación entre métodos, lo que no puede consentirse es el cruce entre los distintos criterios de validez de cada teoría o cada método. No puede, por ejemplo, verificarse cuantitativamente la teoría de Marx (1962) sobre las formas de alienación
La sociología clásica de la ciencia tuvo su principal referente en la figura de Robert Merton (1910–2003) y se desarrolló fundamentalmente en EEUU, entre 1930 y 1940. Desde sus inicios, esta postura se focalizó en el estudio de la estructura social de la comunidad científica, sus sistemas de creencias y las necesidades técnicas que dan lugar a la ciencia moderna. La sociología de la ciencia mertoniana mantenía una distinción tajante entre los contextos de justificación y de descubrimiento, entre el conocimiento como producto de la racionalidad científica y el resto de los conocimientos. Es por este motivo que, desde el punto de vista mertoniano, las ciencias deben considerarse autónomas respecto a las influencias de los intereses y visiones particulares surgidas como producto de las diferentes posiciones que adoptan los individuos en el entramado social y su deseo por reproducirlas o conservarlas. En base a esto Merton propone un conjunto de normas a partir de las cuales será posible el progreso científico. Estas son: a) el universalismo: la verdad debe someterse a criterios interpersonales preestablecidos; b) el desinterés: no debe seguirse una investigación persiguiendo fines personales; c) el comunitarismo: los logros de la ciencia son logros de y para la comunidad humana y por lo tanto, propiedad común a todos los seres humanos; d) el escepticismo: todos los resultados se consideran revisables por la ciencia misma.
Estos principios demuestran que la sociología de la ciencia mertoniana no tiene en cuenta la relevancia del contexto de descubrimiento y mantiene la distinción tajante entre este y el contexto de justificación y validación del conocimiento científico que se funda en procedimientos considerados objetivos e independientes de factores sociohistóricos, económicos o políticos y análisis estáticos puesto que se desatienden del desarrollo histórico de la ciencia. Además, no se tienen en cuenta los procesos de formación de ideas, creencias y valores de la comunidad científica, encerrando los contenidos más interesantes de la ciencia en una especie de “caja negra”.
Desde la década del sesenta surgieron nuevas orientaciones en la sociología de la ciencia, que se consideran a sí mismas como posmertonianas en tanto cuestionan la adhesión a los principios del paradigma estructural-funcionalista planteados por Merton. Estos nuevos estudios en el campo de la sociología del conocimiento científico tuvieron precisamente como meta, abrir la caja negra para analizar el proceso de generación del conocimiento científico mismo. Existe una amplia heterogeneidad de teorías que se oponen a la sociología de la ciencia mertoniana, que se desarrollaron fundamentalmente en Europa, en especial a partir de la obra de Kuhn, y que se caracterizaron, mas allá de sus diferencias, por entender la ciencia como un producto del entorno social y sujeta entonces a la aplicación de los mismos métodos que la sociología aplica en la investigación de los grupos sociales. En esta línea, el Programa Fuerte de la Escuela de Edimburgo, Knorr-Cetina y Cicourel, Woolgar y Latour, Fleck y Forman, la escuela de Frankfurt, Mulkay y Collins, generaron conceptos tan relevantes para la disciplina como el de explicación por intereses, arenas transepistémicas, redes o capital social. Los principios planteados por Merton son revisados y cuestionados derivando en nuevos principios de:
a) naturalización: se anula la distinción tajante entre contextos de descubrimiento y justificación; b) relativismo: se desconfía de la existencia de criterios absolutos de validación por lo que tanto la noción de verdad, como las de racionalidad, objetividad y progreso pueden ser revisadas y relativas a un contexto histórico o cultural; c) causa social: la actividad científica es desarrollada por comunidades concretas y no por sujetos aislados, razón por la cual el conocimiento que producen estará influenciado por la forma de organización de las comunidades científicas; d) constructivismo: los productos científicos no son reflejo de la realidad, sino de la construcción de sentido que se da una realidad, influenciada por el contexto, la formación del científico, los esquemas y valores compartidos por la comunidad y las características de los procesos de comunicación e intercambios; e) instrumentalidad: el conocimiento científico se diferencia de otros modos del saber por su utilidad y efectividad instrumental y pragmática puesto que de él, más que de ningún otro, se espera conseguir la consecución de ciertos fines o intereses concretos.
Es interesante señalar que estos principios han sido duramente refutados por Mario Bunge quien entiende la ciencia como el modo de conocimiento más acabado y racional que existe, que tiene por objetivo primordial acercarse a la verdad de los hechos a través del método científico, que garantiza el valor de la verdad objetiva de un conocimiento. Bunge no concibe el conocimiento como producto de una construcción activa del sujeto, por lo cual no adhiere a la idea de un modo histórico de acercamiento a los objetos, ni a la idea de la actividad del científico desde un contexto particular que lo condiciona a realizar ciertas acciones y desechar otras, adherir a ciertas perspectivas y valores, propias de una comunidad de pares.
Si bien ya desde Smith, Marx o Schumpeter se reconoció el cambio tecnológico como determinante central de la dinámica económica a largo plazo, en los últimos años, la introducción masiva de nuevas tecnologías en especial las nuevas “tecnologías de comunicación e información” (TIC) y otras todavía menos avanzadas pero con fuerte potencial para el desarrollo, como la biotecnología y la nanotecnología, y la dinámica de la competencia capitalista, ha llevado a otorgar a la tecnología y la innovación un lugar central como determinantes del desempeño económico y la competitividad tanto a nivel de las firmas como de las naciones. (López, 1998; Perez, 1986 ) Esto ha conducido a lo que distintos autores han denominado alternativamente sociedad postindustrial(Bell, 1976); sociedad de la información (Masuda, 1994), nueva economía del conocimiento (Castells, 1998) o sociedad del conocimiento(Nonaka y Takeuchi, 1999). Estas transformaciones que no son solo económicas, sino que promueven nuevos valores y continuas transformaciones en las estructuras académicas, sociales y culturales, han llevado a que las Universidades y Centros de Investigación desempeñen actualmente un rol clave en la generación de riqueza basada en la innovación, entendiendo ésta como un proceso de aprendizaje en el que se introducen nuevos conocimientos o se combinan conocimientos existentes para generar nuevas competencias (Lundvall, 1992) y han incrementado el interés acerca de los determinantes, características y consecuencias de los procesos de innovación y cambio tecnológico.
A continuación se identifican diez grandes campos que actualmente se encuentran en debate en relación a este tema en el ámbito de la economía:
Mientras en la teoría económica “convencional” se asimila la tecnología a la información y el conocimiento tecnológico se percibe como explícito, articulado, imitable, codificable y perfectamente transmisible, las denominadas teorías neoschumpeterianas o evolucionistas (David y Foray, 1995; Foray,1997; Nelson, 1980; Nelson y Winter, 1982), distinguen información de conocimiento. Consideran que este incluye “categorías cognoscitivas, códigos de interpretación de la información, habilidades tácitas y heurísticas de resolución de problemas y de búsqueda que no pueden ser reducidos a simples algoritmos” (Dosi, 1995). Destacan el carácter tácito de las tecnologías, que involucran el dominio de habilidades (skills), alcanzadas mediante procesos de aprendizaje que tienden a adquirir un carácter acumulativo y específico a los agentes que las poseen. Así se considera que la probabilidad de realizar avances tecnológicos en firmas, organizaciones y naciones depende del nivel tecnológico alcanzado por ellas, resaltando la importancia del recorrido previo, conocido como path-dependent. Estas ideas son ampliadas por Lundvall (1996), quien hace una diferenciación entre diversas formas de conocimiento: a) Know-what (referido a “hechos”); b) Know-why (principios y leyes científicas básicas); c) Know-how (capacidades o habilidades para “hacer algo”); d) Know-who (quién sabe sobre “algo” y quién sabe “hacer algo”). Se ha discutido también que la elección de tecnologías es un tema complejo y sutil ya que, en general, no existe un conjunto bien definido de opciones tecnológicas, como suele darse por sentado en los enfoques clásicos.
Por el contrario los resultados de las actividades de búsqueda son inciertos, y no predecibles a priori (Kline y Rosenberg, 1986).
Aquí se presentan en la literatura económica dos modelos en relación a la forma en que se generan las innovaciones. El Modelo lineal de innovación, ve el cambio tecnológico como un proceso unidireccional que va desde la investigación básica, las aplicaciones prácticas, la producción de nuevos bienes y servicios a la comercialización. Bajo esta lógica existe una clara distinción entre invención, innovación y difusión como tres actos o etapas claramente separables. Este modelo ha recibido importantes críticas en función de que : a) no necesariamente la ciencia precede a la tecnología; b) el elemento “iniciador” de las actividades innovativas no se vincula con la “ciencia”, sino con el “diseño” c) la “ciencia pura” no es algo exógeno a la economía; d) los procesos innovativos no consisten en etapas claramente separables sino en procesos continuos; e) durante su “ciclo vital”, los “inventos” experimentan cambios debidos al aprendizaje y a la interacción entre usuarios y proveedores
Como respuesta a estas críticas se difunde el llamado Modelo en cadena (chain-linked) o interactivo de la innovación, el cual sugiere la existencia de continuas interacciones y feedbacks entre las distintas etapas y actividades que están involucradas en el proceso y otorga un papel clave de los procesos de aprendizaje de carácter menos “formal”, vinculados al “aprender haciendo” (learning by doing); aprender con el uso” (learning by using), “aprender con la interacción” (learning by interacting),”aprender a aprender” (learning to learn), etc.-, resaltando su carácter “social” y su enmarcamiento en estructuras institucionales y productivas específicas que desempeñan un papel importante.
Por su parte se ha reconocido que las tecnología se difunden de manera incorporada,a través de la compra de bienes de capital, componentes, insumos, etc. o desincorporada mediante licencias, asistencia técnica, o por externalidades o spillover, vía ingeniería reversa, solicitudes de patentes, movilidad del personal, etc. (David y Foray, 1995; Dosi, 1988 ; Johnson y Lundvall, 1994; Malerba, 1992; Mohnen 1989; Nelson y Winter, 1982; Papaconstantinou et al, 1996; Rosenberg, 1976a y b)
Un tema ampliamente desarrollado en la literatura sobre innovación y cambio tecnológico apunta a diferenciar clases diversas de innovación en función de ciertos criterios. Las clasificaciones más convencionales separan innovaciones de producto vs innovaciones de proceso, innovaciones de proceso tecnológicas (bs de capital nuevos o mejorados) vs organizacionales (nuevas y más productivas formas de organizar el trabajo); innovación radical (nuevos productos, procesos o formas organizacionales a nivel mundial) vs incremental (introducción de novedades a nivel de firma o nación); innovaciones genéricas (nuevos sistemas o clases de tecnologías) y no genéricas (alternativas tecnológicas dentro de esos sistemas); innovaciones “arquitecturales” (cambian las relaciones entre los componentes de un sistema tecnológico) e innovaciones “modulares” (cambio en los diseños conceptuales básicos subyacentes en un sistema tecnológico, pero no en las relaciones entre componentes) (Freeman, 1975; Nelson y Winter 1982; Simonetti, 1991).
“Dada la nueva importancia que adquieren los aspectos organizativos para la competitividad, ya no basta con enfocar los esfuerzos de innovación hacia productos y procesos. La tecnología organizativa y la forma de relacionarse con el mercado, han de ser igualmente objeto de actividades innovativas. La práctica internacional ha demostrado que poseer la más moderna tecnología de producto no basta para dominar el mercado. Un ejemplo palpable es el caso de la pérdida de competitividad de Estados Unidos frente a Japón. Durante varios años, el desarrollo y adopción de un modelo organizativo claramente superior al tradicional le dio ventaja a las empresas japonesas aún en casos donde las norteamericanas seguían siendo pioneras en tecnología. El esfuerzo por rescatar esos espacios perdidos se ha centrado precisamente en la adaptación de esas nuevas prácticas gerenciales. (Pérez C., 1996)
Se reconoce así que las innovaciones organizacionales cumplen un rol cada más relevante (Alange et al , 1995, Boyer, 1991; Burgueño y Pittaluga, 1994; Cimoli y Dosi, 1994; Coriat y Dosi, 1996, Edquist, 1992; Gjerding, 1992; OECD, 1997ª; y Teece, 1991) dado que:
Ruttan (1997), sugiere que existen tres aproximaciones sobre los senderos de avance del cambio tecnológico: a) Cambio técnico inducido por factores “económicos” (demand pull). El cambio tecnológico continúa siendo una “caja negra”; b) Enfoque Evolucionista. Se trabaja con dos tecnologías, de las cuales hay una potencialmente superior. Ese potencial sólo se alcanza cuando algunas firmas dedican recursos a su desarrollo. Las firmas tendrán diferentes comportamientos -algunas serán adaptadores tempranos, otras preferirán esperar, etc.- y, en función de factores no sólo tecnológicos, sino fundamentalmente del ambiente en el que se desarrolla el proceso, las diversas estrategias recibirán recompensas diferenciadas, con perdedores y ganadores y c) Enfoque basado en la noción de “path-dependence”. Se basa en que la comparación entre dos tecnologías sólo tiene sentido si ambas tienen el mismo grado de madurez. Una tecnología no es elegida porque es eficiente, sino que se hace eficiente porque ha sido elegida. La elección de tecnologías está gobernada básicamente por las estrategias de los primeros usuarios, que focalizan el cambio tecnológico en una dirección específica, haciéndola más atractiva que su rival.
En los dos últimos enfoques las actividades innovativas son fuertemente selectivas, acumulativas y orientadas a lo largo de senderos de avance bastante precisos, llamados Paradigmas Tecnológicos (PT) que modelan y restingen el ritmo y la dirección del cambio tecnológico y por ende:
A su vez Dosi (1988), identifica 6 mecanismos de inducción del cambio tecnológico: i) cuellos de botella tecnológicos; ii) escasez o abundancia de determinados insumos; iii) composición, cambios y tasa de crecimiento de la demanda; iv) nivel y cambios en los precios relativos en particular, entre trabajo y capital-; v) shocks mayores en precios y proveedores; vi) patrones de conflicto industrial -huelgas, etc.
El proceso de aparición y selección entre PT depende de: i) la naturaleza e intereses de las instituciones “puente” entre la investigación pura y las aplicaciones económicas; ii) factores institucionales; iii) procesos de prueba y error iv) los criterios de selección del mercado y, especialmente, los requerimientos de los usuarios (Dosi, 1988a). Se incorpora asi al análisis factores tales como presiones políticas, intereses sectoriales, juicios profesionales, etc. en la determinación de las tendencias tecnológicas (Dosi, 1997; Katz y Shapiro, 1994; Malerba, 1992; Mowery y Rosenberg, 1982; Nelson y Winter, 1982; Silverberg, 1997.
Diversos autores han señalado que las diferencias en las oportunidades tecnológicas, los regímenes de apropiabilidad y los patrones de demanda, contribuyen a determinar diferencias inter-sectoriales en el ritmo de innovación. Esto conjuntamente con la naturaleza específica del conocimiento en que se basan las innovaciones, definen las formas organizacionales características en cada sector. (Breschi, 1995 y 1997, Breschi et al, 1997; Dosi, 1982; Guerrieri y Tylecote, 1997; Klevorick et al, 1995; Levin et al 1987; Malerba y Orsenigo, 1995). En esta línea la taxonomía industrial desarrollada por Pavitt ha sido un aporte significativo. En esta las industrias se clasifican en cuatro tipos: a) Industrias basadas en ciencia; b) Intensivas en escala; c) Proveedores especializados: alta diversificación de la oferta y elevada capacidad innovativa; y d) Dominada por proveedores: industrias más tradicionales, procesos de innovación que provienen de otros sectores, a través de compras de materiales y de bienes de capital.
Otro aporte significativo en este debate lo representa el concepto de Sistema sectorial de innovación (SSI) (Breschi y Malerba, 1997), entendido como un conjunto de firmas que participan en los procesos de diseño y fabricación en un determinado sector, así como en la generación y empleo de las tecnologías dominantes del sector, relacionándose a través de procesos de interacción y cooperación y procesos de competencia y selección. Los límites geográficos de los sistemas innovativos son, desde el punto de vista sectorial, endógenos. Hay diferentes límites. En sistemas con bases de conocimiento predominantemente tácitas, la proximidad geográfica jugará un rol relevante y los límites espaciales tendrán una naturaleza predominantemente “local”.
Se considera que el actor central en el proceso innovativo es la firma productora de bienes y servicios, pues actua como: i) organización de acumulación del conocimiento; ii) institución que puede reproducir ese conocimiento, transmitirlo e incluso compartirlo con otras firmas; iii) agente social que puede establecer relaciones de confianza y cooperación. Sin embargo crecientemente se sabe que la performance innovativa de un país depende, de como diversos actores se relacionan como elementos de un sistema colectivo de creación y uso de conocimiento. Estas relaciones: ayudan a las firmas a repartir los costos y riesgos, ganar acceso a nuevos conocimientos, adquirir componentes tecnológicos claves y compartir activos en la manufactura, la comercialización y la distribución. Una amplia literatura sobre clusters, polos de empresas, etc se ha desarrollado a partir de esta nueva concepción.
En 1983 Schumpeter introduce dos hipótesis en referencia a la relación existente entre innovación, tamaño de la firma y estructura del mercado: por un lado planteó que existe una relación positiva entre innovación y poder monopólico y que las grandes firmas son proporcionalmente más innovativas que las pequeñas. Diversos estudios posteriores no avalan de modo concluyente estas hipótesis y sugieren que en este tema resulta difícil hacer generalizaciones validas. Algunos sugieren que hay una relación en forma de U. El punto de inflexion depende del ritmo de avance del conocimiento, de la tasa de crecimiento de la demanda, de la velocidad con que los competidores reconocen las nuevas oportunidades de innovación, etc. En relación a los cambios en la estructura de mercado y la evolución de la tecnología identifican dos momentos. Antes de la existencia de un “diseño dominante” se visualiza el predominio de innovaciones de producto, firmas que tienden a ser pequeñas, y barreras a la entrada bajas. Cuando se consolida un diseño dominante, predomininan innovaciones de proceso, economías de escala, intensidad de capital, barreras a la entrada mas altas, y aumentao en el grado de concentración de la industria. Por otra parte se argumenta que si bien las firmas grandes tienen ventajas por: economías de escala, capacidad de autofinanciamiento, mejor uso de equipos, división del trabajo entre investigadores, mejor uso, desde el punto de vista comercial, de los resultados de las actividades innovativas, también tienen desventajas como fallas de un sistema de incentivos jerárquicos, problemas de coordinación y burocracia que pueden afectar su capacidad de innovar. (Breschi et al, 1997; Cohen y Levin, 1989; Levin et al, 1985; Malerba y Orsenigo, 1995a y b y 1996; Utterback, 1987; Utterback y Suárez, 1993).
Un importante cuerpo de literatura sobre innovación y cambio tecnológico en las pymes se ha desarrollado en las ultimas décadas (Audretsch y Vivarelli, 1994); Camagni, 1991; Gatto y Yoguel, 1993; Yoguel y Boscherini, 1996b; Zanfei, 1994). En ellos se señala que existe un elevado grado de informalidad en el desarrollo de innovaciones; difícilmente cuenten con estructuras específicas de I&D o desarrollen programas formales, el personal que realiza tareas innovativas desempeña también otro tipo de labores, etc. Son importantes en industrias skillintensive, con rápido ritmo de cambio tecnológico y que están en las etapas tempranas de sus ciclos de vida. La mayor parte de las innovaciones no son particularmente “innovativas” sino que se trata de innovaciones incrementales. Las opciones que se identifican para que las pymes puedan sobrevivir en un entrono competitivo son:
Finalmente existe una creciente preocupación por estudiar los efectos de trade-off entre “apropiabilidad” -que favorecería una mayor acumulación de nuevo conocimiento- y “poder distributivo” -que favorecería que ese conocimiento sea socialmente más “útil”. En este sentido Levin et al (1987) señalan que no siempre un fortalecimiento de la apropiabilidad privada lleva a acelerar el ritmo de surgimiento de las innovaciones, y cuando lo hace, esas innovaciones pueden tener, a nivel social, un costo excesivo, tema que considero es de extremo interés para el debate de políticas públicas en el ámbito de la ciencia y la tecnología. (Dasgupta,1988; Foray, 1997; Griliches, 1990; Primo Braga, 1990; Teece, 1987).
Habiendo planteado como un objetivo central del trabajo, realizar una revisión bibliográfica que nos permitiera identificar los principales paradigmas existentes en el ámbito del desarrollo del conocimiento, podemos concluir que existe una marcada evolución de ideas, conceptos y métodos desde el positivismo, el postpositivismo, la teoría crítica y la teoría interpretativa o constructivismo. Una evolución de la posición de realismo ingenuo del positivismo, que asume una realidad externa objetiva; hacia el realismo crítico del postpositivismo, que aúnque también asume esa realidad objetiva, reconoce que esta solo puede ser captada de manera imperfecta; el realismo histórico de la teoría crítica, que se basa en una realidad aprehensible compuesta por estructuras históricamente condicionadas que pueden condicionar como si se tratara de algo “real, natural e inmutable”; y desde esta posición al relativismo, característico del constructivismo, que da por supuestas una multitud de realidades también aprehensibles y a veces incluso conflictivas, que a su vez son producto de la interpretación humana.
Esta evolución también se produce en términos de los fundamentos del dualismo y objetivismo positivista, que habilita al investigador a determinar “cómo realmente son y funcionan las cosas”; a los presupuestos del dualismo y objetivismo modificados del postpositivismo, que afirman que es posible aproximarse a la realidad, pero nunca de una forma completa y acabada; a las bases transaccional/subjetivistas de la teoría crítica, que consideran que el conocimiento es mediado valorativamente; a los cimientos del constructivismo, también de tipo transaccional y subjetivista, pero donde el conocimiento es producto de la interacción entre investigador y aquellos que responden a ese proceso investigativo. Finalmente observamos también la evolución desde una metodología positivista, experimental y manipulativa, que se concentra en la verificación de hipótesis; a una postpositivista, también experimental y manipulativa pero enfocáda sobre la falsación de las hipótesis; a la metodología de la teoría crítica, dialógica y dialéctica, cuyo objetivo es la reconstrucción de construcciones previas; a la del constructivismo, dialéctica y hermenéutica, con iguales fines que la anterior.
El rol central del conocimiento en la generación de ventajas competitivas dinámicas, en el contexto de una sociedad del conocimiento, obliga a repensar la ciencia y la tecnología a la luz de nuevos paradigmas y desde perspectivas disciplinarias diversas. Esto creo que es particularmente necesario en el contexto de los países de Latinoamérica, donde aún existen importantes desafíos por resolver, vinculados al logro de un desarrollo productivo con mayor valor agregado, una mayor equidad distributiva, una mayor cohesión social y niveles más altos de inclusión. Esto exige pensar en los estilos de ciencia más adecuados, es decir exige ampliar el debate acerca de qué ciencia y qué tecnología pueden contribuir más a la solución de los problemas que enfrenta nuestra región y al mismo tiempo discutir ampliamente la cuestión del papel de las universidades en este proceso. Es importante también analizar el concepto de innovación, desde una perspectiva crítica, que nos permita adaptar el concepto a nuestras realidades y nuestros valores sociales y culturales, reconociendo los patrones de innovación no solo de empresas de base tecnológica sino también de aquellas que participan de sectores mas tradicionales de la economía, evitando emular ciegamente las recetas importadas de países más avanzados con realidades distintas. Este trabajo aporta algunos elementos conceptuales que pueden servir de base a la discusión para comenzar a transitar ese camino.
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