Alberto Enrique D’Ottavio*
Profesor Honorario de la Facultad de Ciencias Médicas (UNR), Argentina
aedottavio@hotmail.comRESUMEN
El negacionismo es un comportamiento humano exhibido por individuos que eligen desdeñar la realidad con el propósito de evadir una certeza embarazosa. Un determinado escenario político puede exponer a sus sostenedores a tal conducta. Así acaeció (y aún acaece) en Argentina respecto de inocultables facetas antirrepublicanas perceptibles durante dos de sus períodos históricos: 1976-1983 y 2003-2015 dado el deterioro de los valores cívicos que ambos conllevaron. Indiscutiblemente antagónicos en origen y desarrollo uno y otro ofrecen, empero, un terreno susceptible de exploración por los muchos aspectos habidos de tal cariz., por su larga duración, impacto y consecuencias generados en su decurso y todavía después, así como por haber producido, particularmente en dichos lapsos, negacionismos significativos en un número nada desdeñable de sus habitantes. En ese contexto, este trabajo presenta dichos aspectos, analiza algunas de sus posibles causas y agrega ideas a fin de contribuir a rasgar el velo que obstaculiza la incorporación de muchos ciudadanos a una democracia republicana plena y efectiva.
PALABRAS CLAVE: Negacionismo, República, Historia, Argentina, Valores cívicos
SUMMARY
Denialism is a human behavior exhibited by individuals who chose to disdain the reality for evading an embarrassing certainty. A determined politic scenario may expose to that behavior to its supporters. This was (and still is) the case in Argentina with regards to unconcealed antirepublican features during two of its historical periods: 1976-1983 and 2003-2015, due to the impairment of civic values entailed by both. Regardless its indisputable antagonistic origin and development one and other offer a suitable opportunity for exploring it because of the existence of many antirepublican aspects; its long-lasting condition and later impact and consequences; and, particularly, the significant denialism generated in a non-negligible number of its inhabitants. In this context, the present paper extracts the referred aspects, analyzes some of its possible causes and adds ideas for contributing to tear the veil that hampers the incorporation of many citizens to a full and effective republican democracy.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Alberto Enrique D’Ottavio (2016): “Negacionismos antirrepublicanos en dos períodos históricos argentinos”, Revista Contribuciones a las Ciencias Sociales, (abril-junio 2016). En línea: http://www.eumed.net/rev/cccss/2016/02/negacionismos.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/CCCSS-2016-02-negacionismos
INTRODUCCIÓN Y FINALIDAD
El negacionismo es un comportamiento humano exhibido por individuos que eligen desdeñar la realidad con el propósito de evadir una certeza embarazosa. Un determinado escenario político puede exponer a sus sostenedores a tal conducta (1). Así acaeció (y aún acaece) en Argentina respecto de inocultables facetas antirrepublicanas perceptibles durante dos de sus períodos históricos: 1976-1983 y 2003-2015 dado el deterioro de los valores cívicos que ambos conllevaron. Indiscutiblemente antagónicos en origen y desarrollo 1 uno y otro ofrecen, empero, un terreno susceptible de exploración por los muchos aspectos habidos de tal cariz., por su larga duración, impacto y consecuencias generados en su decurso y todavía después, así como por haber producido, particularmente en dichos lapsos, negacionismos significativos en un número nada desdeñable de sus habitantes.
En ese contexto, este trabajo presenta dichos aspectos, analiza algunas de sus posibles causas y agrega ideas a fin de contribuir a rasgar el velo que obstaculiza la incorporación de muchos ciudadanos a una democracia republicana plena y efectiva.
TERRORISMO DE ESTADO (1976-1983) (2)
Contextualización previa
Entre 1973 y 1976 gobernó Argentina el Frente Justicialista de Liberación Nacional (FREJULI) (alianza entre el movimiento peronista, el movimiento de integración y desarrollo (frondizista), el conservadorismo popular y el partido popular cristiano – un grupo de la democracia cristiana-).
Los triunfadores en la elección de marzo de 1973 (Héctor José Cámpora y Vicente Solano Lima) fueron reemplazados, tras el interinato de Raúl Alberto Lastiri, por la fórmula Juan Domingo Perón-María Estela Martínez de Perón, elegidos en septiembre de 1973. El regreso definitivo de Perón desde España había desatado en junio de ese año la llamada “Masacre de Ezeiza” donde se enfrentaron salvajemente sectores de izquierda del propio movimiento peronista (la organización guerrillera Montoneros, las fuerzas armadas peronistas – FAP - y las guevaristas Fuerzas Armadas Revolucionarias –FAR-) con grupos peronistas de derecha y ultraderecha (Juventud Peronista de la República Argentina, Comando de Organización, Confederación Nacional Universitaria, Alianza Libertadora Nacionalista, Juventud Sindical Peronista y Confederación General del Trabajo (CGT), entre las salientes). A partir de ese luctuoso suceso y del asesinato, a manos de Montoneros, del Secretario General de la CGT José Ignacio Rucci, cuatro días después de la asunción de la fórmula Perón – Martínez de Perón, se intensificó el enfrentamiento entre ambas facciones. Ello activó al máximo la ya existente Alianza Anticomunista Argentina (AAA), grupo parapolicial ultraderechista inspirado por el Ministro de Bienestar Social José López Rega (Comisario General de la Policía Federal Argentina y ex cabo 1º de dicha fuerza) y respaldado por el matrimonio Perón (3).
Esta agrupación persiguió y/o exterminó, además de individuos vinculados a Montoneros y al Ejército Revolucionario del Pueblo (otra organización guerrillera de cuño marxista) a artistas, intelectuales, políticos, estudiantes, historiadores y sindicalistas considerados de izquierda, así como a integrantes de la Unión Cívica Radical (partido que oscila entre el centro y la centro-izquierda). Se estima que la AAA fue responsable de la desaparición y muerte de casi 700 personas.
Tras el fallecimiento de Perón el 1º de julio de 1974, las impías pugnas fueron incrementándose progresivamente y el desorden institucional fue in crescendo. En ese marco, la Presidente María Estela Martínez de Perón suscribió el 5 de febrero de 1975 el primero de los decretos de aniquilamiento de la subversión mientras que el Presidente interino Ítalo Argentino Luder firmó los restantes el 6 de octubre de ese año. Todos fueron convalidados por el Congreso aunque se conocieron públicamente recién en septiembre de 1983.
El golpe de Estado estaba en marcha y se cernía sobre Argentina lo que sería la larga y cruenta noche de la dictadura.
Lamentablemente mucho de lo precedente suele ser obviado adrede cuando se examina esta convulsa y penosa etapa de la historia argentina y cuando se pretende juzgar y condenar a los responsables de entonces. Algunos, como López Rega y varios jefes guerrilleros, lo fueron en la década del 80 e indultados en la década siguiente, salvo López Rega que falleció en 1989.
La larga y cruenta noche de la dictadura
El 24 de marzo de 1976 comenzó en Argentina el llamado Terrorismo de Estado, período durante el cual una dictadura cívico-militar se valió, mediante métodos ilegítimos, de los precitados decretos de aniquilamiento de la subversión, de los enfrentamientos sangrientos cotidianos y de la anarquía reinante.
Este quiebre entre lo institucional y lo fáctico, contó en principio con mayoritario apoyo mediático en particular y social en general (el partido Comunista, entre ellos). Tales respaldos iniciales acostumbran a ser olvidados, ocultados o deformados por desidia histórica o conveniencia partidaria.
El poder quedó concentrado en una Junta Militar conformada por el Teniente General Jorge Rafael Videla en representación del Ejército, el Almirante Emilio Eduardo Massera, de la Armada y el Brigadier General Orlando Ramón Agosti, de la Fuerza Aérea.
El auto-designado Proceso de Reorganización Nacional consagró el Estatuto Argentino, al que quedó subordinada la Carta Magna. Por él juraron jueces, quienes optaron por soslayar ese condenable desliz en su vida profesional y los que, a su través, aprobaron de hecho y como mínimo (las arbitrariedades excedieron largamente este listado): la cancelación de los mandatos de la Presidente, de los gobernadores y de los vicegobernadores; la disolución del Congreso Nacional, de las legislaturas provinciales, de la Sala de Representantes de la Ciudad de Buenos Aires y de todos los concejos municipales y comunales del país; la remoción de los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación así como la de los Procuradores General de la Nación y del Tesoro; el desplazamiento de los integrantes de los Tribunales Superiores de Justicia de todas las provincias; la asunción de una Comisión Asesora Legislativa, la prohibición de la actividad política y la proscripción de las actividades gremiales.
En ese contexto, y de manera sucinta, la dictadura:
El alienante período resumido puede condensarse en dos palabras íntimamente asociadas en la mente febril de sus figuras salientes y de sus acólitos: Poder y Dinero, no exclusivas – como se verá – de dictaduras de este jaez.
Terminado este negro septenio tras la aventura fallida de recuperación militar de las Islas Malvinas, y la asunción del Presidente democráticamente elegido: el abogado bonaerense. Raúl Ricardo Alfonsín (10 de diciembre de 1983), se puso en marcha la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP) 3, cuyo documento princeps: el libro Nunca Más, sirvió para el histórico y debido juzgamiento y la condigna condena de los miembros de las Juntas que habían detentado el poder entre 1976 y 1983. Los distintos organismos de derechos humanos esgrimían su justa solicitud Por Verdad y Justicia y reiteraban lemas como Ni olvido ni perdón o Vivos los llevaron, vivos los queremos. Por su parte, la Iglesia Católica, sin una verdadera autocrítica, abogaba por la reconciliación de los argentinos previo sincero arrepentimiento de los inculpados para obtener misericordia y perdón.
Dado que analizar lo que llevó al Presidente Alfonsín a alejarse del gobierno unos seis meses antes de concluir su sexenal mandato podría conducir a sumergirnos en una porfía distractora de los objetivos clave de esta comunicación, puede que sea pertinente cerrar este apartado con la frase final del alegato que hiciera en el Juicio de marras el Dr. Julio César Strassera, su dignísimo fiscal: “Señores jueces: quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: Nunca Más” 4.
Sus palabras fueron hasta hoy proféticas. No hubo más gobiernos cívico-militares. No obstante, nuevas sombras acechaban el futuro argentino.
¿LATROCINIO DE ESTADO? (2003-2015) (4)
Breve contextualización
Los argentinos todos (incluido quien esto escribe) no suelen escarmentar y parecen gustar de chocar en más de una ocasión con la misma piedra o bien con otra similar o equivalente.
La crisis económico-política del año 2001 condujo a la falta de representatividad de los partidos políticos y a la búsqueda de figuras providenciales que los sacaran de la ciénaga donde se habían precipitado por faltas ajenas y propias (ya se ha expresado en escritos previos la pérdida de valores evolutivos que lleva a muchos conciudadanos instruidos, aunque posiblemente no educados, a gozar de las bondades del corto plazo en una suerte de presente continuo y a agotarse en dilapidaciones consumistas innecesarias en detrimento de un ahorro racional mientras un porcentaje de sus semejantes requiere de asistencialismo para sobrevivir, cuando lo hacen).
En esa trama, se inscribe el aparente éxito de la saga familiar gobernante entre 2003 y 2013 con un proyecto de corte populista que dieron en llamar nacional y popular.
La reaparición de un enfrentamiento de larga data
Argentina tiene un problema genético en lo que hace a separaciones entre ciudadanos de diferentes posicionamientos políticos.
En el siglo XIX, morenistas y saavedristas desde 1810 así como unitarios y federales entre 1816 y la década del 60.
En el siglo XX, las desavenencias entre radicales y conservadores, militares y civiles, peronistas y no peronistas recorrieron la centuria, con mayores o menores agravamientos.
En el siglo XXI, reapareció en forma progresiva desde 2003 y llegó a alcanzar cotas preocupantes, aún persistentes.
¿Qué sucedió para ello en dicho intervalo?
De manera concisa, pueden señalarse los siguientes aspectos:
Este período puede resumirse, también, en dos palabras íntimamente asociadas en la mente de sus figuras salientes y de sus acompañantes: Poder y Dinero.
Verdad y Justicia, Ilegalmente se los apropiaron [los bienes públicos], legalmente los queremos restituidos, Ni olvido ni perdón y su versión más pedestre y de barricada: Que vayan presos y devuelvan lo robado han pasado a representar reclamos de la hora motorizados a partir de una mayoría social que requiere, a otro respecto pero manera equivalente, lo exigido por los organismos de derechos humanos durante y después de las dictadura. Penosamente tales organismos ahora se han asordinado ante una corrupción asesina, violadora de los derechos que ellos declaran defender.
Por su lado, la Justicia – impulsada por esa presión de la sociedad – ha comenzado a avanzar con el juzgamiento, lento y ¿progresivo?, del expolio estatal.
A su vez, la Iglesia Católica solicita reconciliación pero aún no exige la condición antes requerida para la misericordia y el perdón; esto es, el sincero arrepentimiento. Esto, desde luego, siempre a continuación del debido proceso y correspondiente juicio-condena de quienes sean probados delincuentes y de la devolución de los bienes ajenos apropiados.
A los requerimientos derivados de las secuelas de este latrocinio, parte de sus beneficiarios lo suelen justificar cínicamente de variadas maneras:
A MODO DE CONCLUSIÓN
Estos dos prolongados períodos de la historia argentina, antagónicos en origen y desarrollo y dominados respectivamente por gobiernos hegemónicos-autocráticos de hecho y de derecho, revelan deterioros notorios en los valores cívicos republicanos, injustificables en ambos.
El análisis de los negacionismos en general y de los de dichos valores en particular, detectables en amplios sectores de la población durante su decurso, señalaría que su instalación, permanencia y nostálgica defensa, aún después de producirse cambios en el estatus vigente, podría depender parcial o totalmente:
En ambos casos estudiados, burbujas económicas a punto de estallar y/o desaguisados políticos de relevancia hicieron fracasar las intenciones primigenias de eternización. Esto constituiría otro elemento nada menor a tomar en cuenta cuando los aspectos aquí focalizados son escudriñados.
Lo antedicho pretende proveer elementos para un debate maduro y civilizado. En tal sentido, se ha intentado escribir este trabajo, lo más fiel y humildemente posible, sin torcer ideologías ni forzar al abandono de eventuales provechos.
Concluyendo, puede que para su superación contribuya: (a) evidenciar lo inconveniente del pensamiento ideologista (dogmático y en tanto tal estático y alejado de otros más dinámicos, como el crítico y el científico), (b) plantear la conveniencia del beneficio colectivo de mediano y largo plazo, más sustentable y agrupador, respecto de aquél, personal y cortoplacista, efímero y disgregador, y (c) destacar el valor de una educación totalizadora, ejercida antes que declamada.
Según se adelantara, tal vez sólo así resulte posible rasgar el velo que obstaculiza la incorporación de muchos ciudadanos a una democracia republicana plena y efectiva.
BIBLIOGRAFÍA
NOTAS
1. Nada ocioso resulta insistir en la imposibilidad de superponer ambos momentos desde que una dictadura cívico-militar (para más inri, la más sangrienta habida en el país) es mucho más grave que un autoritarismo populista, por más depreciada que se halle la democracia durante su gestión
2. Esta década corrupta y finisecular (populismo de derechas con medidas neoliberales) merecería incorporarse también en este análisis por sus notorias falencias republicanas. Sin embargo, se ha seleccionado el período abordado (populismo de izquierdas –polémico rótulo - pues éste superó al anterior en antirrepublicanismo así como en lo que a corrupción atañe, llegando a constituir a este respecto lo que podría rotularse como un verdadero Latrocinio de Estado. Corresponde señalar que ambos populismos pertenecen al mismo y proteiforme espacio partidario.
3. Aunque escapa a los objetivos de este trabajo, resulta de interés ahondar bibliográficamente en quiénes pretendían dar validez a la auto-amnistía que se habían otorgado los propios responsables militares, de haber sido gobierno, y quiénes se opusieron a la conformación de la CONADEP a fin de tener una versión veraz de los hechos acaecidos por entonces.
4. El impacto internacional del fallo residió en que, por vez primera en el mundo, un conjunto de dictadores comparecieron en su mismo país y fueron juzgados y condenados siguiendo las reglas del debido proceso con leyes argentinas, por un tribunal civil integrado por jueces, fiscales y defensores compatriotas, y en el marco de un gobierno democrático. Es su gran diferencia con otros llevados a cabo por los vencedores y/o por tribunales internacionales (Núremberg: Camboya; ex Yugoslavia) y contrastó con las transiciones negociadas acaecidas en Sudáfrica, Chile, Uruguay, España y Portugal. En virtud de este juicio sin par fue posible, cuando el poder militar languideció lustros después, enjuiciar y condenar a otros militares de menor rango. Raúl R. Alfonsín, por su parte, debió sobrellevar sucesivos levantamientos militares como consecuencia de su destacada iniciativa.
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