José Alirio Peña Zerpa
Universidad Central de Venezuela
jaliriopz@gmail.comResumen
El artículo es una breve discusión sobre lo que considero los elementos definitorios del conocimiento ordinario, a saber: la transmisión como garantía de la permanencia, la funcionalidad, la viralidad y la autoridad de quien transmite el conocimiento. No se trata de un estudio exhaustivo acerca de las posturas de diferentes autores a través de lo que comúnmente llamamos la historia larga del conocimiento, tampoco se reduce el conocimiento ordinario al saber popular identificado por los teóricos descolonizadores como conocimiento en resistencia. En el texto destacan ejemplos sencillos y cuatro figuras de elaboración propia que resumen la idea contenida en cada elemento caracterizador. Son mis pareceres acerca del conocimiento ordinario, comparándolo en determinados momentos con el conocimiento científico y el mítico. No en vano, finalizo mencionando al maestro Juan Félix Sánchez, ejemplo claro sobre cómo un ser humano puede transitar entre diferentes tipos de conocimientos.
Palabras claves: conocimiento ordinario, conocimiento científico, conocimiento mítico, Juan Félix Sánchez.
Para citar este artículo puede uitlizar el siguiente formato:
José Alirio Peña Zerpa (2016): “Posibles elementos definitorios del conocimiento ordinario”, Revista Contribuciones a las Ciencias Sociales, (abril-junio 2016). En línea: http://www.eumed.net/rev/cccss/2016/02/conocimiento.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/CCCSS-2016-02-conocimiento
Comentarios preliminares
Es común ver en televisión algunos testimonios de miembros de comunidades nómadas resistiendo a los efectos del cambio climático. A través de los esfuerzos de los canales de televisión por cable conocemos sobre estos sujetos y sus acciones. Usualmente dejan entrever que gracias al conocimiento ordinario han podido sobrevivir y resguardar las más jóvenes generaciones. La excusa por el acercamiento a aquellos conocimientos agregarían valor a las acaloradas discusiones y planteamientos científicos de temática ambiental. No se trata, simplemente, de hacer un inventario de recomendaciones planteadas por los líderes de esas comunidades. Cobra trascendencia el sentido que tiene el entorno para ellos. Por cierto, muy distinto al nuestro.
El sujeto nómada ha centrado su atención en la respuesta inmediata a las condiciones adversas de un espacio y a la ligadura emotiva a algo o alguien. Poca relevancia tiene el cuestionamiento de esa filiación. En una familia o en grupos de familias se sigue a un jerarca (jefe de tribu, líder) por autoridad de conocimiento. El éxito o fracaso de esa elección estará relacionado a las acciones que emprendan ambos: el jerarca y el grupo. Más allá de lo social, tendría un peso importante, para decirlo en términos de Maffesoli 1, la relación ambiente-comunidad que active esas mudanzas o migraciones. No siempre dichas mudanzas se generan por cambios en el ambiente (ausencia de agua o inundaciones), también ocurren por problemáticas en el orden social.
En la relación del hombre con el medio se hallan avances científicos y no científicos en las áreas de agricultura, pesca y transporte. Los aportes no científicos han dado lugar a nuevas interrogantes y posteriores descubrimientos. Negarlos sería absurdo, exagerarlos como único punto de referencia, también, sería absurdo. Estas posiciones ocurren cuando se habla de ciencia y de conocimiento ordinario desde componentes estrictamente ideológicos-partidistas.
Elementos definitorios
Ahora bien, quitando el solape ideológico-partidista ¿Cuáles serían las características o componentes de eso que llamamos conocimiento ordinario? A mi modo de ver los siguientes podrían ser los elementos definitorios:
1.- La transmisión como garantía de permanencia
En la relación entre sujetos un rasgo común resulta ser la transmisión del conocimiento; generalmente de manera oral. Una información pasa de una generación a otra para mantenerse en el tiempo como respuesta a un evento. Para ello es necesario, en primera instancia, la repetición que pone a prueba la palabra-memoria como columna de un conocimiento atribuido a una autoridad. Para asegurar su multiplicación debe ser obligatoriamente asimilado. No hay otra opción que acogerse al llamado. Por respeto al más sabio se está dispuesto a recibir el mensaje, se identifica y acepta; pero no es un acto voluntario, es obligatorio, en el sentido que se deduce2 e impone.
No siempre la transmisión supone una reacción pasiva en el otro. En esa transmisión puede incorporarse otra voz, no por rebeldía sino por la posibilidad de hacerlo de otro modo, de ir más allá de la simple deducción, pasando a la decisión. De esta manera, el mensaje recibido es reconstruido y resignificado. Se está ante un acto volitivo y consciente, una apropiación social; concepto éste que he venido estudiando desde 2011 3 a partir de los estudios de Barbero (2002). Contempla la manera como se toman, traducen y desarrollan los medios y conocimientos en nuevas energías cónsonas con los requerimientos de la propia sociedad, grupo o cultura. Son las posibles maneras de nuevos usos y sentidos de los medios y conocimientos surgidas de las relaciones entre las personas o colectivos. Sin duda, es un descubrir dinámico, creativo y conflictivo, con dos vías posible. La primera, un “proceso que activan las comunidades… frente a las formas ajenas de cultura… e implica la adjudicación de nuevos sentidos, filtrados a través de un código…” (Neüman, 2008). La segunda, propia del conocimiento ordinario, es el sentido y filtrado que hace la nueva generación ante su propia forma de cultura transmitida por los adultos. En la figura 1 se resume lo detallado:
2.- La funcionalidad a la orden del día
Una de las bondades para el sujeto respecto a este tipo de conocimiento es la transferencia de lo aprendido a situaciones cotidianas. Esa inmediatez le permite evaluar, al menos de manera incipiente, las condiciones favorables para sí mismo y los otros en torno a la ejecución. La aplicación de ese conocimiento ofrece un abanico de opciones particulares; recuérdese la posibilidad de resignificación, reconstrucción y apropiación social. Se da fuerza a la palabra transmitida (el poder de la palabra) y en última instancia se ofrece un escenario para activar las prescripciones a manera de catálogo oral. Así por ejemplo, los habitantes de la costa conocen sobre la marea alta en horas de la noche y la necesidad de resguardar sus embarcaciones; parece algo de sentido común. También saben que en luna llena la marea se comporta diferente. Ya no es sentido común, es una transmisión de generación en generación dada por la relación ambiente-comunidad.
Ahora bien, cuando el conocimiento ordinario comienza a sistematizarse se trata de un conocimiento científico, para algunos. Esto puede verse en el uso del agua en una región montañosa con los sistemas de riego tradicionales que son potencialmente útiles para asegurar la siembra y el consumo en tiempo de sequía. Basta ver los canales y los respectivos cierres en determinadas horas para comprender un funcionamiento basado en cierta sistematización. Esto pone en evidencia que el conocimiento científico no es exclusivamente la sabiduría del profesional egresado de las universidades. En todo caso, conocer no es representar sino construir, fabricar un mundo. Y la cultura es una forma de construir el mundo, de allí que cada grupo social o comunidad ofrezca su particular manera funcional-cotidiana de construcción del mundo (conocimiento ordinario) en contraposición a la creciente manera científica-tecnológica-globalizada (conocimiento científico globalizado).
3.-La viralidad
El conocimiento ordinario goza de una dosis de viralidad4 . El uso extensivo y su multiplicación rápida en cortas o largas distancias permiten pensar al menos en la garantía de: a) democratización de un conocimiento, b) aplicabilidad en situaciones diarias y c) rápida difusión dada la fácil comprensión. En palabras de Maffesoli (1998): contaminación mutua. Pero, ¿qué hace un conocimiento viral? Un lenguaje sencillo que despierta curiosidad en grandes grupos permitiendo su reproductibilidad. Los textos que subyacen a la viralidad, en su mayoría, no son escritos, devienen en acciones que son leídas por otros. Esto supone el surgimiento paralelo del ejercicio de interpretación y comprensión de los textos de acción. Desde edades tempranas el sujeto es fertilizado con el conocimiento ordinario; lo aprendido tiene sentido. A diferencia de la escuela, en el día a día, en la informalidad, se garantiza el ejercicio del conocer-hacer.
Debo sostener, además, que el conocimiento ordinario tiene la capacidad de ser viral (ver figura 3) gracias a la carga simbólica respecto a la historia, tradición, personalidad y/o valores de una comunidad o grupo. Un lugar es un universo simbólico, como lo planteara Augé (1993) hace más de dos décadas. Pero, frente a la globalización los países están dejando de ser lugares y hay una profanación o exaltación de las imágenes por sí mismas, sin ningún sentido simbólico5 . Como consecuencia se está produciendo un freno a la viralidad del conocimiento ordinario. La de ahora es una viralidad del conocimiento científico globalizado, pero también una viralidad por la viralidad misma (ver figura 4). ¡Cuánto afán por lograr que una imagen sea viral en twitter, facebook o instagram! Nos hemos convertido en sustancias de un nuevo marketing político.
4.- La autoridad de quien transmite el conocimiento
Los responsables de la transmisión del conocimiento ordinario suelen ser los adultos mayores de una comunidad. Estos pueden estar envestidos de autoridad no formal 6 e informal (ver figura 5). En el primer caso, es una cuota de poder y respeto otorgada desde el mismo momento que asumen una cierta posición como la de un cacique, por ejemplo. En el segundo caso, aún no ocupando posiciones de poder en la comunidad, gozan de autoridad por el propio conocimiento. Son los sabios del pueblo, los narradores.
La autoridad en el conocimiento ordinario está asociada al modelo de vida de un sujeto en una localidad. La experiencia vivida le ha permitido desarrollar, de manera progresiva, el conocimiento funcional, transmisible, e intuitivo (conocimiento ordinario). Pero, ¿qué es la intuición? Esa particularidad para entender las cosas de manera rápida; es un juicio basado en la experiencia. Poco tiene que ver con las funciones de un chamán cuyo conocimiento es mítico y no intuitivo. Hago la diferencia, en este momento, para aclarar que el conocimiento mítico está asociado al arte (escultura, arquitectura, pintura…) y lo espiritual- religioso. Lo coloco aparte del conocimiento ordinario, sin embargo a igual que el mito7 está constituido por símbolos. La diferencia estriba en que el mito, casi siempre, se vale del rito 8 para su permanencia. Por otro lado, puedo resaltar que lo común entre el conocimiento ordinario y el mítico es la función histórica o tradicional que conecta a cada individuo con sus antepasados a través de las figuras de autoridad, además de la función sociológica, es decir, el mantenimiento de cierto orden social, al mismo tiempo, estable y dinámico.
AUTORIDAD NO FORMAL
Yo no hice esto por facha, ni para nada, sino ideas mías para tener una obra aquí, porque uno por donde pasa debe, más que sea, rastro dejar, una huella… Y cuando yo me muera me voy a dir al sitio de los sueños, en donde sabré si los sueños eran verdades… (Revista Solar, 2000).
En un lenguaje sencillo, comprensible, funcional y con la capacidad de poder ser viral nos acerca a la necesidad de hacer algo (conocimiento ordinario); dejar huella e irse al sitio de los sueños (conocimiento mítico). Pero, está la duda si los sueños son verdades (conocimiento científico). Aquí asomo, a mi modo de ver, otro elemento característico del conocimiento científico. La necesidad de, ante una interrogante a la cual no tengo respuesta inmediata, saber que existe la posibilidad de estudiarla sistemáticamente. Antes se creía que estudiar los sueños y los contenidos míticos no era parte de la ciencia. Hoy en día, esa línea es delgada. Científicos nipones han logrado descifrar el contenido de los sueños y averiguar qué imágenes aparecen en ellos en función de la actividad neural. Por otro lado, si los sueños por verificar a los que hacía referencia Juan Félix Sánchez, se trataba de un contenido mítico, entonces la Antropología y la Sociología no han dejado de estudiar estos fenómenos.
Es pues, Juan Félix Sánchez un buen ejemplo de autoridad del conocimiento, mítico, científico y ordinario, reflejando su propia interioridad y particular visión del mundo, “que si bien tiene sus raíces en la experiencia estrictamente local… contiene valores de tipo universal” (García, 2002). Genio natural que trasciende la esfera de lo estético y de la etnografía como dijera Umberto Eco.
Referencias
1 Maffesoli (1998) recuerda la división de los mundos de Popper. Le pone acento a la simbiosis ambiente y comunidad. Dos dimensiones de las tres señaladas para toda sociedad: alteridad natural, alteridad social y el conocimiento que se tiene de ellas.
2 Las deducciones se nos imponen a diferencia de las decisiones que las imponemos nosotros.
3 Parte del desarrollo del concepto de apropiación social aparece en el estudio de Peña y Peña (2011). En el mismo se hace un recorrido por los conceptos de apropiación cultural, usos sociales y apropiaciones sociales populares.
4 Uso y reproducción inmediata y multitudinaria de un objeto de interés para una comunidad. En la actualidad es común usar este término para referirse a los récords estadísticos de vistas y descargas de vídeos en la web; es la viralidad en un mundo globalizado.
5 Las imágenes simbólicas evocan algo, producen un sentido de pertenencia.
6 Es distinta a la autoridad formal que aparece tras la designación, nombramiento o triunfo electoral. La autoridad formal suele caracterizarse por la ocupación de un cargo en las organizaciones públicas o privadas.
7 No es un fenómeno individual sino colectivo, no es una invención sino un relato que tiene estructura estable, una lógica interna que da sentido a la comunidad (Mélich, 1996).
8 El rito es un acto simbólico constituido por un espacio escénico o decorado, una estructura temporal, unos protagonistas, una organización simbólica que determina quién es la autoridad y quiénes los seguidores; y una eficacia simbólica expresada en la transformación: pan y vino en cuerpo y sangre de cristo en las misas del cristianismo, por ejemplo. (Mélich, 1996).
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