Revista: CCCSS Contribuciones a las Ciencias Sociales
ISSN: 1988-7833


JOSÉ MARTÍ. REFLEXIONES QUE NO PASAN DE MODA

Autores e infomación del artículo

Enaidy Reynosa Navarro

Universidad César Vallejo, Perú

ernavarro-80@hotmail.com

Resumen
El artículo propone un acercamiento a la vigencia del pensamiento político y social del Héroe Nacional de Cuba, José Martí Pérez. Se abordan algunas reflexiones martianas en torno a la política estadounidense hacia Cuba. También se analiza el pensamiento martiano desde una perspectiva latinoamericanista y mundial; así como su cosmovisión acerca de la igualdad entre todos los hombres.
Palabras clave: José Martí, pensamiento político y social, diferendo Cuba-EE.U, América Nuestra, Martí antiimperialista, razas.
Abstract
The article proposes an approach to political and social thought of the National Hero of Cuba, José Martí Pérez. Some reflections on U.S.A. policy toward Cuba are addressed. Marti's thoughts are also analyzed from a Latin American and global perspective, as well as his world view about equality among all men.
Keywords: José Martí, political and social thought, Cuba – USA dispute, Anti-imperialist Martí, human races



Para citar este artículo puede uitlizar el siguiente formato:

Enaidy Reynosa Navarro (2015): “José Martí. Reflexiones que no pasan de moda”, Revista Contribuciones a las Ciencias Sociales, n. 30 (octubre-diciembre 2015). En línea: http://www.eumed.net/rev/cccss/2015/04/razas.html


Introducción
Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. José Martí (New York, 1889)
Retomar el pensamiento martiano, significa una tarea muy difícil y comprometedora, pues, el Héroe Nacional de Cuba, fue un hombre que a pesar de su pronta desaparición física; sus pensamientos político y sociocultural le hicieron trascender como uno de los pilares más importantes, influyentes e imprescindibles del continente americano.
El hijo de doña Leonor Pérez y don Mariano Martí, nació en La Habana, Cuba, un 28 de enero de 1853. Sus conocidos dotes de político, pensador, ensayista, periodista, filósofo y poeta, lo legitiman como precursor del modernismo literario hispanoamericano y uno de los principales líderes de la independencia de Cuba.
Su maestro fue Rafael María de Mendive, un progresista de esa época que se fijó en las cualidades intelectuales de José Martí y decidió dedicarse personalmente a su educación. Murió –como predijo en uno de sus versos sencillos– “de cara al sol” un 19 de mayo de 1895 en Dos Ríos, actual provincia cubana de Granma.
En las entrañas del monstruo
En la carta enviada a su entrañable amigo Manuel Mercado, escrita un día antes de su caída en combate, José Martí escribió: “Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas: -y mi honda es la de David” (Citado por Jiménez, 2007). Las circunstancias políticas e históricas que vivió José Martí en Cuba, le obligaron a exiliarse en los Estados Unidos de América por algunos años, etapa en la que esta nación entraba en su base imperialista. Allí observó la organización socioeconómica injusta e inmoral que se vivía; donde un selecto grupo de personas controlaban los principales recursos del país.
Desde ese entonces, previó las consecuencias de la expansión del imperialismo yanqui y sus secuelas fatales para los pueblos de la América Latina cuando propuso: “ha llegado para la América española, la hora de su segunda independencia” (Martí, 1889, citado por Nájera, 2010, p.67). Según ello, Martí denunciaba los verdaderos intereses de los Estados Unidos de América con respecto a los pueblos del resto de América.
Estados Unidos Vs. Cuba
El afán norteño por dominar la nación cubana, tiene orígenes tan o más longevos que la propia constitución norteamericana. Benjamín Franklin, uno de los pilares de la independencia estadounidense, desde la época de las Trece Colonias, recomendaba a Inglaterra la toma de la isla de Cuba. Mientras que Thomas Jefferson, a inicios del siglo XIX, expresó oficialmente el interés norteño por Cuba cuando notificó al Ministro de Gran Bretaña en Washington, que en caso de guerra con España, Estados Unidos se apoderaría de la nación antillana.
Realmente, los círculos de poder estadounidenses siempre han considerado que Cuba debería estar bajo su dominio, concepción histórica manifestada prácticamente por todos sus gobernantes:

  1. En el plano político militar plantean que por su posición geográfica, la isla desempeña un papel estratégico para la seguridad y defensa de su territorio norteamericano y sus vías de comunicación marítimas. (Citado por Ecured, 2015)
  2. En el plano económico la han codiciado por su clima, fertilidad del suelo y la existencia de importantes recursos naturales, así como los puertos y vías de comunicación por mar. (Ibídem)

En 1823 John Quincy Adams, posterior presidente estadounidense, formuló la tesis conocida como la política de la “Fruta Madura”; según esta política, Cuba, por su cercanía geográfica, debía caer en manos de los Estados Unidos (Citado por Ecured, 2015). Mientras que el presidente James Monroe, para referirse al archipiélago cubano, afirmaba que: “Agregar Cuba era lo que necesitaban los Estados Unidos, para que la nación americana alcanzara el mayor grado de interés. Siempre la miré como la adquisición más interesante para nuestro sistema de estado”. (Ibídem)
El 28 de abril del propio año, John Quincy Adams, Secretario de Estado, escribe que:
Hay leyes de gravitación política, como leyes de gravitación física, y Cuba, separada de España, tiene que gravitar hacia la Unión, y la Unión, en virtud de la propia ley, no iba a dejar de admitirla en su propio seno. No hay territorio extranjero que pueda compararse para los Estados Unidos como la isla de Cuba. Esas islas de Cuba y Puerto Rico, por su posición local, son apéndices del continente Americano, y una de ellas, Cuba, casi a la vista de nuestras costas, ha venido a ser de trascendental importancia para los intereses políticos y comerciales de nuestra Unión. (Ibídem)
Con posterioridad (y hasta hoy) prácticamente ninguna administración norteamericana ha logrado desembarazarse de ese afán colonizador, que no es de ningún modo una simple imagen, sino una concepción política. Uno de los ejes de la proyección externa de USA en este hemisferio. Tanto es así que, hacia el final del primer cuarto del Siglo XIX, ya el destino de Cuba estaba diseñado para pertenecer a España, mientras no pudiese ser de Estados Unidos.
En silencio ha tenido que ser
Martí, el 14 de diciembre de 1889, en la carta a su amigo Gonzalo Quesada, expresa su temor acerca del siniestro propósito de los Estados Unidos de apoderarse de la isla mediante su intromisión en la Guerra de Independencia de Cuba.
Sobre nuestra tierra, Gonzalo, hay otro plan más tenebroso que lo que hasta ahora conocemos, y es el inicuo de forzar a la Isla, de precipitarla, a la Guerra, –para tener pretexto de intervenir en ella, y con el crédito de mediador y de garantizador, quedarse con ella. Cosa más cobarde no la hay en los anales de los pueblos libres: –Ni maldad más fría. (Martí, 1992, p.419)
El Héroe Nacional cubano organizó, inició y dirigió la Segunda Guerra de Independencia de Cuba contra la dominación colonial española y para establecer una república democrática, e impedir, en coordinación con otros países latinoamericanos, la expansión de los Estados Unidos en el continente.
Momentos antes de su caída en combate, el 18 de mayo de 1895, en su carta a su amigo Manuel Mercado, Martí escribió:
Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber –puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo– de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser, …porque hay cosas que para logradas han de andar ocultas. (Citado por Jiménez, 2007)
Después de la muerte de José Martí ocurrió lo que más le preocupaba a él: cuando los mambises cubanos estaban a punto de lograr la independencia definitiva sobre España, Estados Unidos desencadenó la Guerra Hispanoamericana para anexarse a Cuba, Filipinas y Puerto Rico. Tras la derrota española, estadounidenses y españoles rubricaron el Tratado de la Paz sin la participación cubana y, una vez retirado el ejército español de la isla, EE.UU ocupó militarmente a Cuba, usurpando así el triunfo al verdadero protagonista de esa larga lucha.
Cuba colonizada por segunda vez y bloqueada
Posteriormente, para calmar la indignación y el sentimiento antimperialista del pueblo cubano, los Estados Unidos permitieron a Cuba la proclamación de la República el 20 de mayo de 1902. No obstante, impusieron la Enmienda Platt a la Constitución de Cuba como apéndice, gracias a esta enmienda todavía existe la ilegal Base Naval de Guantánamo. Esta enmienda fue una nueva cadena para el pueblo cubano. Se cumplía la profecía martiana acerca del carácter imperialista de los Estados Unidos y, como consecuencia, Cuba era colonizada por segunda vez.
Retomando la política de la “Fruta Madura” de John Quincy Adams, se podría afirmar que la misma, cada vez cobra mayor vigencia, no solo en Cuba sino en todo el continente. En el caso de Cuba; se sufre cada vez con más fuerza las incidencias de un criminal e injusto bloqueo económico que no es más que un cerco financiero a través del cual se pretende derrocar el proyecto social cubano generando insatisfacciones económicas y emocionales en la población. Esta estrategia viola los principios y derechos fundamentales recogidos en el Derecho Internacional, donde se “…obliga y autoriza a los Estados, a un determinado comportamiento vinculando “sanciones” (represalias o guerra) a la conducta contraria”. (Kelsen, 1971, p.139)
Las medidas de bloqueo económico han producido incontables necesidades, vicisitudes, carencias, sufrimientos y enfermedades al pueblo cubano, situación que lo ha obligado a desplegar un heroico y extraordinario esfuerzo para sobrevivir con sus valores durante más de 50 años. De acuerdo con especialistas, este bloqueo podría calificarse como un acto de genocidio contra la población cubana, pues persigue exterminar el sistema socialista por la vía sucia, lo que constituye para millones de personas un crimen de lesa humanidad.
Esta situación ha sido repudiada en forma unánime, desde 1992 hasta la actualidad, por la Asamblea General de la ONU; sin embargo, los Estados Unidos, que tanto proclaman la democracia, fundamento que poco practican y utilizan como pretexto colonizador de los pueblos, no hacen caso al resultado de estas votaciones, pasando por encima de la voluntad de la inmensa mayoría de las naciones, demostrando así, su carácter hegemónico e imperialista.
El propio pueblo estadounidense, repudia el bloqueo económico que ya ha costado a su similar cubano daños económicos por encima de un billón de dólares, afectando con ello a todos los sectores de la sociedad cubana, sin contar los invaluables daños humanos, ni las pérdidas multimillonarias que ha significado para el propio pueblo estadounidense.
Como el ave Fénix
Pero el pensamiento y el espíritu revolucionario de José Martí no se fueron con él, inspiran y estimulan al pueblo cubano en su constante lucha por la independencia y la libertad. Fue así como el 1ro de enero de 1959, y gracias a una ardua lucha protagonizada por grandes hombres como Ernesto Che Guevara, Camilo Cienfuegos y Fidel Castro Ruz, Cuba alcanzó la libertad, y logró sacudirse una neocolonia insostenible que se había enquistado en todo el territorio nacional. En ese sentido, Fidel Castro (2000) expresó que sin Martí y sus ideales nada se habría conseguido: Martí es el “autor intelectual” de la Revolución cubana. Y agregó:
Martí es y será guía eterno de nuestro pueblo. Su legado no caducará jamás. En la medida que avanzamos hacia el porvenir se agranda la fuerza inspiradora de su espíritu revolucionario, de su sentimiento de solidaridad hacia los demás pueblos, de sus principios morales profundamente humanos y justicieros. (p.04)
Al margen de todo lo expuesto anteriormente, los cubanos han demostrado con su ejemplo, consagración, espíritu de sacrificio, abnegación, solidaridad y amor; la vigencia de la siguiente máxima martiana recogida en su ensayo “Nuestra América”: “Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas en la almohada… trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras.” (Martí, 1992, p.480) y de manera resiliente el pueblo y sus principales líderes, han logrado cuajar un proceso (perfectible) que es la mejor respuesta que podría dársele a semejante forma de discriminación.
El resultado alcanzado por la Revolución cubana es admirable si se toman como premisa, por ejemplo, los Ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) fijados para el año 2015. Según un cable publicado en Cubadebate (2015) la Sra. Ana María Mari Machado, Vicepresidenta de laAsamblea Nacional del Poder Popular de la República de Cuba, en la Cuarta Conferencia Mundial de Presidentes de Parlamentos. Nueva York, septiembre 2015, ratificó que Cuba, a pesar del bloqueo, con su política social cumplió con los ODM; incluso, varios se alcanzaron mucho antes de que fueran acordados en el año 2000.
La nación antillana finalizó el año 2014 con la tasa de mortalidad infantil más baja de su historia (4,2 fallecidos por cada mil nacidos), lo que sitúa al país como una potencia mundial en este rubro (Alberty, 2015). Hay otros resultados admirables en esferas como la educación y el deporte. La isla figura en la selecta lista de países que cuentan con el 100% de su población alfabetizada. Encabeza el medallero olímpico latinoamericano con un total de 208 medallas (72 de oro), entre otros resultados relevantes. No obstante, la mejor carta de presentación de Cuba es su espíritu solidario con otras naciones hermanas. Cientos de miles los cubanos prestan ayuda profesional a otros países en áreas como: medicina, biotecnología, deporte, cultura, educación, entre otras.
En la educación, por ejemplo, no se puede obviar la contribución en la alfabetización de los pueblos mediante el ingenioso programa “Yo, Sí puedo”, ideado por la pedagoga cubana Leonela Inés Relys Díaz y avalado por la Unesco gracias a que, el mismo, exhibe resultados admirables en otras geografías, cumpliéndose así la siguiente prédica martiana: “Al venir a la tierra, todo hombre tiene derecho a que se le eduque, y después en pago el deber de contribuir a la educación de los demás”. (Citado en Educare, 2000, p.107)
Asimismo, un equipo de más de 250 profesionales de la salud cubana, pertenecientes al Contin­gente Internacional de Médicos Especializa­dos en Situaciones de Desastre y Graves Epi­demias, Henry Reeve; viajó al África occidental para combatir el Ébola, una enfermedad infecciosa e implacable que no solo ha cobrado la vida de miles de personas en esa región, sino que de propagarse podría provocar una hecatombe universal sin precedentes en la historia. Tal acto de heroísmo, desprendimiento y solidaridad, provocó que dicho contingente haya sido propuesto al Premio Nobel de la Paz, 2015.
Martí en el contexto latinoamericano
En los textos de José Martí se reitera sistemáticamente que la independencia y la libertad de Cuba, Puerto Rico y las Antillas contribuiría al equilibrio del continente americano y del mundo.
Es un mundo lo que estamos equilibrando: no son dos islas las que vamos a libertar. Las Antillas libres salvarán la independencia de nuestra América, y el honor ya dudoso y lastimado de la América inglesa, y acaso acelerarán y fijaran el equilibrio del mundo. (Martí, 1992)
En este sentido agregó: “¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento y de la marcha unida y hemos de andar en cuadro apretado como la plata en las raíces de los Andes” (Martí, 1992, p.480). En el ideario de José Martí, ocupa un lugar cimero su estrategia para alcanzar el equilibrio del mundo por el camino de la construcción de sociedades justas y equitativas, capaces de ejercitar el derecho a la autodeterminación y la plena dignidad humana en un mundo donde han surgido graves desequilibrios políticos, económicos y sociales y en el que el pensamiento martiano adquiere especial relevancia.
Recordemos un fragmento de su artículo titulado “La Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América”, publicado en 1891 en el que de manera directa cuestionaba las aspiraciones norteamericanas de sojuzgar, por medios económicos, comerciales y financieros, a los países latinoamericanos. “Hay que equilibrar el comercio, para asegurar la libertad” “Ni uniones de América contra Europa, ni con Europa contra un pueblo de América”.
Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía… Un hombre que obedece a un mal gobierno, sin trabajar para que el gobierno sea bueno, no es un hombre honrado. Un hombre que se conforma con obedecer leyes injustas, y permite que pisen el país en que nació… no es un hombre honrado. (Martí, 1889, p.283)
Hoy en día podemos observar que los tratados de libre comercio (que de libre no tienen nada) suscritos por la mayoría de nuestros países latinoamericanos, no han aportado otra cosa mejor que el acceso al consumismo y la adopción de patrones extranjerizantes que amenazan los la sostenibilidad en el tiempo de los elementos más autóctonos de nuestra cultura. Además de los efectos adversos en las pirámides sociales y al medio ambiente.
Las razas según Martí
Otro legado esencial de José Martí, fue su visión acerca de la igualdad entre todos los hombres. Consideraba que “no hay más que dos clases entre los hombres: la de los buenos y la de los malos” (Martí, 1992), pensaba que muchas de las personas y gobiernos guiados por sentimientos egoístas lastraban la igualdad entre los hombres, poniendo por encima sus intereses macabros y poco beneficiosos para la estabilidad social en un sistema más justo e inclusivo.
De ahí que encontremos en su obra poética una forma (muy) singular de referirse a los hombres utilizando palabras como: “humildes y soberbios”, que es lo mismo que decir desposeído y poseedor (no de virtudes éticas), sino de ambiciones inexplicables que van en contra de los patrones de justicia social y de la persona en sí.
No hay odio de razas, porque no hay razas. Los pensadores canijos, los pensadores de lámparas, enhebran y recalientan las razas de librería, que el viajero justo y el observador cordial buscan en vano en la justicia de la Naturaleza, donde resalta (…) la identidad universal del hombre. El alma emana, igual y eterna, de los cuerpos diversos en forma y en color. Peca contra la Humanidad el que fomente y propague la oposición y el odio de las razas. (Ibídem)
Para el Apóstol de Cuba, el valor esencial del hombre no puede verse afectado por diferencias de pigmentación: “El hombre no tiene ningún derecho especial porque pertenezca a una raza u otra; dígase hombre, y ya se dicen todos los derechos. El negro, por negro, no es inferior ni superior a ningún otro hombre”. (Ibídem)
Según Martí, “hombre es más que blanco, más que mulato, más que negro”, “los hombres verdaderos, negros o blancos, se tratarán con lealtad y ternura, por el gusto del mérito, y el orgullo de todo lo que honre la tierra en que nacimos, –negro o blanco”, “de racistas serían igualmente culpables; el racista blanco y el racista negro”. (Ibídem)
La América Nuestra
Martí se sentía cubano e hispanoamericano a la vez. No soportaba la idea de Cuba atada a España: es “otro país” –decía. Llama a las naciones latinoamericanos Nuestra América en la que se integra Cuba. Llama a los Estados Unidos la otra América o la América europea, muy diferente a la suya.
En América hay dos pueblos, y no más que dos, de alma muy diversa por los orígenes, antecedentes y costumbres, y solo semejantes en la identidad fundamental humana. De un lado esta nuestra América, y todos sus pueblos son de una naturaleza y de cuna parecida o igual mezcla imperante; de la otra parte está la América que no es nuestra, cuya enemistad no es cuerdo ni viable fomentar, y de la que, con el decoro firme y la sagaz independencia, no es imposible y es útil ser amigo. (Roig de Leuchsenring, 1961, p.42)
Y agregaba: “El desdén del vecino formidable que no la conoce es el peligro mayor de nuestra América”, “Se ha de tener fe en lo mejor del hombre, y desconfiar de lo peor de él”, “los pueblos han de tener una picota para quien les azuza a odios inútiles”. (Martí, 1992, p. 486)
Para Martí había una gran patria que era la América Nuestra, de la que él se sentía hijo “Patria es humanidad”, el Apóstol de Cuba soñaba con una sociedad humana justa. Pensaba que todos los pueblos debían “reunirse en amistad, y con la mayor frecuencia dable, para ir reemplazando, con el sistema del acrecentamiento universal, por sobre la lengua de los istmos y la barrera de los mares”. (Martí, 1992, p.505)
Condenó las pretensiones de dominación de los países económica y militarmente poderosos y convocó a la mayor unidad de los pueblos de América Latina, como herederos de una misma historia y cultura, a que fortaleciesen los lazos de hermandad y unidad con otros pueblos del mundo.
Lamentablemente, hoy tenemos en nuestro continente un cerco formado por decenas de bases militares norteamericanas y en Cuba la ilegal Base Naval de Guantánamo; territorio ocupado desde 1901 por el gobierno norteamericano. En argentina, las Islas Malvinas, sin olvidar los casos de Colombia, Honduras, El Salvador, entre otros.
En ese sentido, Ernesto Samper, Presidente de la Unasur, explicó que “un buen punto de la nueva agenda de relaciones entre EE.UU. y América Latina sería que no hayan bases militares norteamericanas en Suramérica”, Según el dirigente, este tipo de instalaciones estadounidenses en el territorio latinoamericano es algo que “pertenece a la época de la Guerra Fría”. (Citado por García, 2015)
Martí antimperialista
José Martí fue pionero de la lucha antiimperialista latinoamericana. Su estancia en Estados Unidos sucedió en una etapa decisiva de la historia de esa nación, época donde pasaban del capitalismo liberal al capitalismo monopolista y al imperialismo. Conocía al dedillo las relaciones socioeconómicas, políticas, comerciales y culturales de la Unión. Fue testigo de numerosos e importantes acontecimientos ocurridos en este periodo por lo que en gran medida su obra recrea de forma crítica el alcance de muchos de estos acontecimientos. Sin embargo, no odiaba la historia norteamericana, todo lo contrario. Ello lo llevó a sentir gran simpatía y admiración por los millones de trabajadores que eran explotados por doquier en esa nación.
Tuvo la oportunidad de representar diplomáticamente a varios países latinoamericanos, entre ellos a Uruguay. En enero de 1891, en calidad de representante de ese país, asistió a la Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América. Y sus impresiones, con relación a la firma de un acuerdo comercial mutuamente beneficioso con los EE.UU., las dejó plasmadas en un artículo que publicó después de concluida la magna cita, “¿Pueden los Estados Unidos convidar a Hispanoamérica a una unión sincera y útil para Hispanoamérica? ¿Conviene a Hispanoamérica la unión política y económica con los Estados Unidos?”
Martí estaba convencido que los países de América Latina debían conquistar y mantener su independencia económica, de lo contrario, sería difícil conseguir políticamente la libertad.
Quien dice unión económica, dice unión política. Hay que equilibrar el comercio, para asegurar la libertad. El pueblo que quiere morir, vende a un solo pueblo, y el que quiere salvarse, vende a más de uno. El influjo excesivo de un país en el comercio de otro, se convierte en influjo político. El pueblo que quiere ser libre, sea libre en negocios. (Martí, 1992, p.501)
Según Nájera (2010) José Martí
Avizoró la necesidad de defender la independencia económica y mantener a buena distancia cualquier intento de sujeción política que pudiera darse mediante acuerdos indecorosos para los pueblos, tal como ha sucedido en diferentes momentos... El patriotismo de Martí se sale de las fronteras de su tierra natal, su tarea es luchar por liberar Cuba del colonialismo español pero como una etapa más, aunque fundamental, en la secuencia de eventos que llevarían a todas las repúblicas de Nuestra América a preparar con decisión y organización continental la segunda independencia... (p.69)
No obstante, el presente es una fotocopia de todos los problemas que él observó hace más de 100 años. De libertad económica hemos conseguido muy poco o nada y además, tenemos que convivir con la globalización de la cultura donde continuamente sufrimos la pérdida o desaparición (parcial o completa) de tradiciones culturales autóctonas (nuestras) que se ven desplazadas por otras culturas, que también son importantes, pero foráneas. Esta situación fomenta no solo la falta de identidad cultural, sino la desunión entre nuestros pueblos.
Conclusiones
José Martí, fue un hombre visionario que desde muy temprano denunció los verdaderos intereses de los Estados Unidos de América con respecto a Cuba y las demás naciones de nuestra América. Alertó a tiempo sobre el siniestro propósito de los Estados Unidos de América de apoderarse de Cuba, mediante su intromisión de la Guerra de Independencia.
No solo organizó la Guerra Necesaria contra la dominación española en Cuba, sino que la inició y la dirigió con el objetivo de instaurar en la isla una república democrática e impedir a tiempo la expansión de los Estados Unidos de América por todo el continente.
Tras la derrota propinada por los cubanos a los colonizadores españoles, ocurrió lo que José Martí temía: Estados Unidos de América desencadenó un la Guerra Hispanoamericana para anexarse a Cuba y otras naciones del continente. Norteamericanos y españoles firmaron el Tratado de Paz sin la participación cubana, Estados Unidos ocupó militarmente a Cuba y la isla era colonizada por segunda vez.
Por otra parte, en el pensamiento de José Martí se reitera sistemáticamente un carácter emancipador y conciliador. Él llamaba a todos los pueblos a de América a unirse para alcanzar un fin común: la libertad. Así lo expresó en su ensayo “Nuestra América”: “¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento y de la marcha unida y hemos de andar en cuadro apretado como la plata en las raíces de los Andes”.
El ideario político y sociocultural de José Martí simboliza un legado trascendental para alcanzar el equilibrio del mundo a través de la construcción de sociedades justas y equitativas.
Para José Martí no existían las razas entre los seres humanos porque percibía a las personas como seres superiores donde el color de la piel carecía de importancia.
Martí se sentía cubano e hispanoamericano a la vez. No soportaba que Cuba fuera colonia de España, pues la isla era (y es) otro país y no un pedazo de España. Del mismo modo, llama a los países hispanoamericanos Nuestra América, mientras que a Estados Unidos lo llama la Otra América o la América Europea, muy diferente a la suya.
Abogó para que los pueblos de América Latina fortaleciesen los lazos de unidad entre sí. Fue pionero de la lucha antimperialista que hoy se libra en América Latina, gracias que vivió de cerca la etapa en que los Estados Unidos de América pasaban del capitalismo liberal al capitalismo monopolista e imperialista, por tanto; conocía con lujo de detalles la forma en que se estaban dando las relaciones socioeconómicos, políticas, comerciales y culturales en esa nación.
Martí fue un antimperialista convencido, mas no odiaba al pueblo estadounidense, sino todo lo contrario; sentía gran admiración y respeto por los millones de trabajadores de ese país que, mientras construían esa gran nación, eran sometidos a la explotación más execrable.
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Recibido: 14/10/2015 Aceptado: 16/12/2015 Publicado: Diciembre de 2015

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