Andrés Lozano Zamora
Centro Universitario Municipal Geonel Rodríguez Cordoví
timba74@gmail.comResumen:
El artículo sintetiza las experiencias de trabajo del autor entorno a los Estudios Culturales de Comunidades a partir de los presupuestos que sustentan su tesis de maestría. Como punto de partida se asume la idea de que la cultura no es solo una dimensión del desarrollo, sino que es al propio tiempo, agente clave del mismo. En el presente documento se valora también la importancia de los estudios culturales para el conocimiento de las comunidades locales. Se presentan herramientas metodológicas para llevar a cabo el estudio de la vida política, social, económica y cultural de una comunidad determinada, paso previo para la implementación de las propuestas de desarrollo comunitario. Se toma como principal punto de referencia los resultados de trabajo de investigadores de las universidades de Oriente, en Santiago de Cuba, y Vladimir Ilich Lenin, de Las Tunas. Se le concede especial atención a la labor de los grupos Multidisciplinario y Operativo Gestor en la realización de los diagnósticos general y específico que propone esta metodología para conocer la realidad sociocultural de las comunidades. Se ofrecen asimismo las pautas para operacionalizar las variables con vistas a la realización de este tipo de estudio. De igual manera se abordan los principales métodos de trabajo, las principales técnicas a aplicar y se sugieren además indicadores a medir en cada una de las esferas de investigación. Se plantea también la necesidad de conocer a fondo a la comunidad desde la propia visión de los comunitarios al hacerlos partícipes del estudio sin que eso implique su intromisión y parcialización de los resultados. Igualmente se le concede significación al hecho de devolver a la comunidad, sus líderes y autoridades de Gobierno del texto final de la indagación científica, y que esta se convierta luego en herramienta para la gestión del desarrollo comunitario.
Palabras claves: estudios culturales, cultura, comunidad, desarrollo local, identidad
Abstract
The article synthesizes the author’s work experience about the Cultural Studies of Communities taking as reference the points that sustain his master thesis. As starting point it is assumed the idea that culture is not alone a dimension of development, but also key agent of it at the same time. In this document it is also valued the importance of cultural studies for the knowledge of local communities. It is presented methodological tools for the study of the political, social, economic and cultural life of a community, a preliminary step to implement community development proposals. The main point of reference comes from the work done by researchers of the universities of Oriente, in Santiago de Cuba, and Vladimir Ilich Lenin, from Las Tunas. It is paid special attention to the work of the groups Multidisciplinary and Operative Agent in the realization of the general and specific diagnoses that proposes this methodology to know the sociocultural reality of the communities. Likewise, it is offered steps to operate with variables for the realization of this kind of study. In the same way, the main work methods are approached, the main techniques to apply and it is also suggested indicators to measure each one of the investigation spheres. It is said as well the necessity to thoroughly know the communities from their own vision making them participants of the study without interference and partialization. Equally it is granted significance to the fact of returning to the community, their leaders and authorities of Government the final text of the scientific inquiry, so this becomes a tool for the management of the community development.
Key words: cultural studies, culture, community, local development, identity
Para citar este artículo puede uitlizar el siguiente formato:
Andrés Lozano Zamora (2015): “Los estudios culturales: una herramienta para investigar a la comunidad”, Revista Contribuciones a las Ciencias Sociales, n. 30 (octubre-diciembre 2015). En línea: http://www.eumed.net/rev/cccss/2015/04/comunidad.html
Los Estudios Culturales de Comunidades, (ECC), cobran cada vez mayor importancia en los ámbitos cultural y social. Este término ha pasado a ser un área de polémica, determinada en primera instancia, por la importancia que hoy tiene en todo el mundo el quehacer comunitario.
No puede olvidarse que la cultura no es solo una dimensión del desarrollo, sino agente clave del mismo. No obstante, también se debe plantear que el modelo cultural de las potencias industrializadas se globaliza, apoyado en su poderío tecnológico y en el monopolio de la información.
De ahí que, conocer las comunidades para implementar proyectos a fin de promover el desarrollo comunitario, sea un elemento imprescindible en la nueva coyuntura que vive el país, caracterizada por la actualización del modelo económico y el nuevo contexto de las relaciones Cuba-Estados Unidos a partir del 17 de diciembre de 2014.
Los ECC llenan un vacío existente en los análisis de las comunidades. Es una respuesta a los problemas comunitarios y a las discusiones que alrededor de la problemática comunitaria subsisten.
La determinación de la base teórico-conceptual de la problemática exige algunas reflexiones, que permiten dar sustento a los presupuestos epistemológicos de los que es necesario partir y que conforman el núcleo de los criterios que aquí se presentan, a fin de dotar a los gestores del desarrollo comunitario, de una herramienta metodológica para la ejecución de sus propuestas.
En la sociedad se producen situaciones problemáticas que deben analizarse desde los referentes culturales. La cultura es portadora de una visión cualitativa, que asigna a los procesos sociales esta particularidad. Es mediante ella que se puede conocer, y se ha conocido, cómo el ser humano, a lo largo de su historia, ha conducido el proceso de creación, asimilación, conservación y promoción de bienes y valores, así como el estado actual del proceso y sus tendencias.
Es por eso que el objetivo de la presente propuesta es destacar el valor metodológico que hoy tienen los ECC para la materialización del desarrollo comunitario en Manatí, eslabón imprescindible en la implementación de la Estrategia Local de Desarrollo.
La existencia de una línea estratégica dedicada al fortalecimiento de la identidad y el rescate de valores en la Estrategia Local de Desarrollo, constituye un elemento clave para sustentar las ideas que se presentan en este trabajo. Se da por sentado desde el Gobierno local, que la cultura es parte importante en el desarrollo del municipio y eso es clave para visualizar el desarrollo desde la cultura.
Los ECC constituyen la base teórico-metodológica fundamental para describir, caracterizar, analizar y generalizar los bienes y valores patrimoniales de las comunidades. Asimismo, contribuyen con el análisis de las tradiciones, costumbres y hábitos creados en torno a la función socioeconómica principal de estos sitios.
Con el empleo de las herramientas que ofrecen los ECC se posibilita analizar el fenómeno objeto de estudio con un enfoque culturológico. De esta manera, patrimonio e identidad cultural son vistos como elementos gestados a partir de la actividad económica fundamental de la zona.
Estos aspectos permiten ubicar en el análisis de la comunidad los elementos de la cultura y evaluar el peso que los mismos tienen en los indicadores de calidad de vida de la población. Así, se pueden conocer y comprender las diferentes actitudes que se asumen y los comportamientos humanos.
Es también una vía para caracterizar las relaciones entre los individuos alrededor de ese patrimonio. Constituye además un recurso para valorar los sentimientos identitarios que se dan a nivel individual, grupal y comunitario. Por último, debe señalarse que permiten también examinar las tradiciones, costumbres, modo de vida y hábitos de los sujetos culturales.
Los ECC permiten que las investigaciones se asuman con una visión totalizadora. Esto se concreta al tomar en cuenta en sus análisis, todas las relaciones sociales en cada uno de los ámbitos de la vida comunitaria, dígase histórico, económico, político, social, afectivo, emocional, intelectual, espiritual, espacial y temporal.
Al pasar este examen por etapas de descripción, caracterización, análisis y generalización, el proceso indagatorio se sustenta en una base dialéctica. Los fenómenos culturales se valoran en su contexto, lo cual permite que se establezcan las conexiones de este con otros procesos, así como internamente.
Varias categorías emplean los ECC para sus análisis. Entre estas se destaca cultura, que es vista más allá del arte y la literatura. El término se conceptualiza como un conjunto de elementos de orden espiritual, material y afectivo que caracteriza a una determinada comunidad, clase, grupo social o familia y que tienen su expresión a través de hábitos, habilidades, costumbres y conocimientos manifiestos en todas las acciones que realizan las personas en los diferentes ámbitos de la vida social.
La cultura se analiza como concepto totalizador, complejo, rico, contradictorio y en construcción permanente. De manera que en él se subsume una serie de elementos, que integran como un todo articulado el conjunto de los productos materiales y espirituales, generados a través de las relaciones sociales establecidas entre los hombres y mujeres, y entre estos con la naturaleza.
La cultura integra costumbres, tecnología, alimentación, vestido, forma de ser, conocimiento empírico, medicina popular, medicina científica, vivienda, patrón de construcción de la vivienda, hábitat, normas, valores, entre otros. Sin embargo, es conveniente aclarar que esta propuesta que al mismo tiempo considera el término como una dimensión totalizadora, lo circunscribe además dentro de un modo de producción que lo determina, que le da sustento con todo lo que ello implica.
Hombre, en el sentido genérico, es otra de las categorías fundamentales dentro de los ECC. Se le considera sujeto histórico capaz de conocer y transformar su realidad con su particular modo de concebir el mundo, de pensar y de sentir propios de su cultura.
En los ECC el hombre y la mujer son sujetos creadores de productos intelectuales, espirituales y materiales, autores de su propio desarrollo. No son objetos pasivos en espera de que se les conozca y se les indiquen caminos para paliar sus insatisfacciones, sin atentar contra una estructura social que no les garantiza su subsistencia porque representa los intereses de clase.
Comunidad es otra de las categorías que utilizan los ECC. Esta se presenta como el espacio donde se concretan las relaciones de los individuos y las funciones sociales. Esto posibilita al individuo o el grupo descubrir las tradiciones, identificar sus necesidades culturales, adquirir hábitos y actuar socialmente.
La comunidad es vista como un organismo social vivo que se renueva constantemente, y que extiende sus relaciones a otros territorios, haciéndose cada vez más complejo su nivel de intercambio.
Es un sistema de relaciones interpersonales que resulta portador de tradiciones, historia e identidad propias, que se expresa en identificación de intereses y sentido de pertenencia que diferencian al grupo que integra dicho espacio ambiental, de los restantes.
En esta concepción se reconoce que en la vida comunitaria influyen tanto los factores internos como las condiciones generales que existen en la sociedad, donde se haya inserta y que la determinan y retroalimentan. De esto se deriva que no se puede hacer responsable a las comunidades o a sus miembros en particular de la problemática que atraviesan, pero tampoco pueden excluirla de su interpretación y su solución, de acuerdo a su propia forma de concebirlas.
La identidad es otra de las categorías que sustenta a los ECC. Esta se concibe como un estado de conciencia y afectividad del individuo, grupo social o clase, que le da sentido de pertenencia hacia determinada costumbre, tecnología, alimentación, forma de ser, conocimiento empírico, medicina popular y científica, vivienda, normas y valores.
Estos elementos se expresan a través de códigos particulares y muestran sujeción a una cultura dominante, o resistencia ante lo ajeno o amenazante de otra cultura, no acorde a sus intereses identitarios.
La identidad es asumida entonces como macrovalor, una totalidad orgánica compleja, que define la manera común de vivir en el tiempo y el espacio en el proceso de creación y recreación, objetivación y subjetivación, producción y reproducción de la cultura y la sociedad misma.
Es la manifestación concreta en cada ser humano o sociedad determinada, de la vivencia de la cultura. Desde el punto de vista de las condiciones que hacen posible su perdurabilidad, se pretende llamar la atención a la protección de la cultura intangible.
Sin embargo, al cambiar las condiciones y extraer las prácticas culturales de su contexto integral, pierden su efectividad simbólica. Se desarraigan y pueden llegar a ocasionar rupturas de la temporalidad simbólico-ritual, con disrupciones impuestas a la temporalidad de los ciclos culturales.
Otra de las categorías de notable importancia para los ECC es memoria histórica. Esta se conforma por un conjunto de acontecimientos, hechos y saberes: leyendas, costumbres, fiestas, canciones, mitos, bailes populares y juegos tradicionales, que caracterizan la vida de la comunidad en su devenir histórico. En su conformación participa de una manera u otra cada uno de los comunitarios, destacándose en este proceso unas personalidades más que otras.
Los ECC hablan de dimensionar el desarrollo desde la cultura y no necesariamente se habla de aspectos cuantitativos. Para ello habla de necesidades culturales.
Las necesidades de la población y del funcionamiento de la comunidad hacen que se impulse el desarrollo tanto del entorno físico como de sus gentes, por lo que estas constituyen la fuerza motriz del desarrollo comunal.
En relación con el patrimonio cultural, los ECC lo definen como los valores de los miembros de la comunidad reflejados en una determinada concepción del mundo. Esto incluye la producción material como en la producción artística.
Se refiere, pro tanto, a costumbres, tradiciones, hábitos, expresadas en obras de arte o productos que reflejan las maneras de vivir y de pensar del ser humano. Estas formas de vivir y de pensar son diversas y producto de una serie de factores sociales, geográficos, políticos entre otros por lo que no es posible caracterizarlos como algo homogéneo, se impone en el análisis las diferencias de clase, étnicas, de genero, las raíces o las influencias externas al grupo social de que se trate.
Es conveniente distinguir la diversidad de la que se habla aquí, de diversidad exaltada, individualismo cultural, multiplicidad de lenguajes, formas de expresión, proyectos de vida y relativismo axiológico del que habla la postmodernidad. Esta declara la obsolescencia del ideal de progreso, de la razón histórica, de las vanguardias, de la modernización integradora, de las ideologías y de las utopías.
Todos estos aspectos han sido capitalizados por el neoliberalismo como ofensiva político-cultural de la economía de mercado, para poner al día un ansiado proyecto de hegemonía cultural.
En otras palabras, la reculturalización para legitimar la ofensiva del mercado que tiende a hacer coincidir los gustos de la gente con la promoción de las políticas promercado y con la consolidación del sistema capitalista transnacional.
En Cuba, la aplicación de los ECC constituye una experiencia reciente. Entre los estudiosos más avezados se destacan investigadores de la Universidad de Oriente, Santiago de Cuba. La metodología por ellos aplicada es el resultado del trabajo desarrollado por más de 20 años en comunidades urbanas y rurales de la región oriental del país, las que se sistematizan en la Maestría en Desarrollo Cultural que se realiza en esa casa de altos estudios, así como en la Universidad de Las Tunas "Vladimir Ilich Lenin".
Esta metodología parte de cuatro premisas teóricas fundamentales:
La propuesta se caracteriza por ser una alternativa para estudiar y analizar las comunidades pues expresa la dialéctica entre la teoría, el método y la práctica transformadora. Centraliza su atención en los problemas desde la cultura. Permite visionar a la realidad como una totalidad y por su concepción para el diagnóstico, exige de la formación de un Grupo Multidisciplinario y un Grupo Operativo Gestor del proceso.
El Grupo Multidisciplinario se encargará de elaborar los instrumentos y diagnosticar la realidad, por lo que su principal función será la de asesorar al Grupo Operativo Gestor. Este grupo multidisciplinario deberá contar al menos con sociólogos, filósofos, economistas, historiadores del arte y educadores.
Las tareas fundamentales a las que habrá de abocarse son las siguientes: discusión de temas relacionados con las problemáticas a diagnosticar, tales como la cultura, políticas culturales, valores, desarrollo a escala humana, desarrollo social y dinámicas grupales, entre otros; precisar los métodos a emplear; elaborar las variables e indicadores; elaborar las técnicas a emplear y analizar los resultados y elaborar los informes.
El Grupo Operativo Gestor es el que se erige como el conductor del proceso de estudio de la realidad cultural comunitaria. Lo integran las personas que tienen la técnica y aquellos comunitarios que poseen las experiencias y las mejores vivencias.
Estos últimos son los llamados líderes formales e informales, gozan de reconocimiento, prestigio y autoridad. Las principales funciones que este grupo desarrolla son: organizar, planificar, ejecutar y evaluar.
El Grupo Operativo Gestor establecerá relaciones de colaboración con las instituciones y organizaciones existentes en la comunidad. Sus tareas específicas son: contactar con los lideres formales e informales de la comunidad; concertar acciones con el gobierno local; sensibilizar a los directivos de las instituciones, entidades y organizaciones sobre la importancia y necesidad de realizar el diagnóstico; determinar los ejes claves del diagnóstico; involucrar a los amplios sectores de la comunidad en el proceso de indagación.
En esta metodología de los ECC se estudia a la comunidad en toda su dimensión. Se asume cada una de las relaciones sociales como elementos orientadores para el diagnóstico general. Es por ello que se hace un estudio por separado de cada relación social para señalar, de manera general, los elementos más significativos. Se buscan los nexos y se establecen relaciones causales. De esta manera se analizan variables como: esfera económica, esfera política, esfera sociodemográfica, esfera espiritual y esfera de los servicios.
El enfoque conceptual se sustenta en aspectos metodológicos esenciales. Estos incluyen a ciencias que se ocupan de los procesos culturales. Las mismas brindan conceptualizaciones y metodologías para concebir una alternativa, dirigida al estudio, análisis e interpretación de la realidad vivenciada en las comunidades. Asimismo, la teoría de la cultura aporta la génesis de los procesos culturales, enfoques, corrientes, escuelas y experiencias sistematizadas. Orienta además, el estudio de aspectos de la realidad que signan expresiones identitarias en torno a la defensa de los valores más representativos de la comunidad y sociedad en general. Por último, señala los elementos cualitativos de los procesos sociales a partir del conocimiento de las tradiciones y costumbres arraigadas.
En relación con el sistema de categorías, se utilizan las que brindan información sobre las tendencias más generales del desarrollo cultural en los niveles macro y micro. Son parte de la propuesta: cultura, patrimonio cultural, identidad cultural, memoria histórica y necesidades culturales. Los contenidos de cada una de ellas marcan un nivel concreto de desarrollo de los procesos sociales y de manera particular, la capacidad del sujeto cultural para velar por el perfeccionamiento del ser humano y de la sociedad en su conjunto.
Por esta razón, el diagnóstico de la realidad comunitaria constituye una valiosa herramienta metodológica. Uno de sus principios fundamentales es asumir la realidad como una totalidad. Este criterio permite conocer los elementos que la caracterizan. Señala además, cuáles son los aspectos más distintivos que ella muestra, en los órdenes de existencia y carencias.
El diagnóstico conduce a elaborar qué variables, indicadores y técnicas son las que se requieren para la caracterización general de las comunidades. Con la aplicación de las variables e indicadores se comienza el proceso de medición de los elementos más significativos de la realidad comunitaria.
La operacionalización del diseño permite la fragmentación, descomposición y separación relativa de los indicadores para hacerlos medibles. Esto significa que debe establecerse el nexo entre la interpretación que ofrece cada uno de los elementos con la intencionalidad del diagnóstico.
Sin embargo, esta intencionalidad debe ser analizada y sometida a una constante confrontación con aquellas personas que en la comunidad se presentan como conductores informales y formales del desarrollo.
La experiencia de trabajo de los investigadores santiagueros en sitios periféricos, rurales y urbanos de la provincia, ha permitido la sistematización de esta propuesta metodológica.
Para la realización del diagnóstico general, el método que se privilegia es el de la observación. El estudio de las comunidades exige de una constante y sistemática observación para que, de manera natural, los investigadores se integren a la vida social comunitaria. Para ello, la elaboración y empleo de instrumentos requerirá no sólo información visual, sino además, la participación junto a los sujetos culturales en los principales espacios de intercambio y socialización de la comunidad.
Junto a este método se utiliza también la Investigación-Acción-Participación (IAP). Este ocupa un lugar particular en la realización del diagnóstico específico y será abordado más adelante.
Los resultados de la implementación del diseño posibilitan caracterizar la realidad de la comunidad y focalizar aquellos aspectos, que desde la visión cultural, deberán ser objeto de indagación. Es por ello que, metodológicamente, cada variable deberá ser analizada de manera independiente.
Las valoraciones proporcionan elementos cuantitativos y cualitativos. Esto significa que la información deberá tratarse de forma minuciosa y con la posibilidad de otros recursos para buscar mayor veracidad.
El diagnóstico específico en los ECC se presenta también como resultado de la experiencia de los investigadores de las universidades de Oriente y Las Tunas. Estos parten del criterio de que este aspecto es el momento principal para la caracterización y estudio del estado en que se encuentra la cultura.
Permite focalizar las problemáticas más sensibles y vivenciadas por la población, que desde referentes culturales, demandan respuestas. Desde la visión cultural, las carencias y necesidades, indican objetivamente, los niveles de calidad de vida que caracteriza a la comunidad, así como el grado de participación en la solución de ellas.
Para la aplicación del diseño del diagnóstico específico se utiliza fundamentalmente el método de la Acción-Investigación-Participación (IAP). Este se asume a partir de la experiencia participativa que ha logrado la educación popular latinoamericana.
La IAP se utiliza para operar metodológicamente en las comunidades. Así, esta vía se concibe como un proceso sistemático y científico que combina dialécticamente conocimiento, acción y experiencia; teoría, método y práctica social; el saber científico con el saber popular, en función de los intereses de la comunidad.
Asimismo permite la inserción orgánica del investigador en la comunidad. Incorpora, desde el comienzo de la indagación, a miembros de la comunidad en aras de lograr mayor sensibilización con la actividad. Propone también alternativas en el transcurso de la investigación. Lleva implícito además, la participación de los que, de una manera u otra manera, asisten, intervienen, transforman las comunidades. Esa es la finalidad del método, aspecto que deberá tenerse en cuenta en su aplicación.
La experiencia del grupo de investigadores santiagueros y tuneros muestra que para caracterizar culturalmente a una comunidad, se deben trabajar con los siguientes ejes claves para el diseño del diagnóstico. Se significa que estos no son los únicos que puedan concebirse, pero sí brindan una valiosa información. Ellos son:
Por bienes culturales se entiende aquellos objetos, sitios arqueológicos, históricos, edificios, construcciones de valor, conjunto de edificaciones, música, danza, bailes, ritos, cuentos, leyendas; objetos que son expresión de la creación humana y con los cuales las pasadas y actuales generaciones se identifican y relacionan con su historia y se explican el porvenir. A partir de determinados criterios para su selección, se clasifican en: Inmuebles, Muebles y Tangibles.
Los valores culturales son el sistema de actitudes y comportamientos relacionados directamente con lo creado por el hombre y por su posición ante la naturaleza y la sociedad. Es expresión de la creación natural y social y están constantemente sometidos a juicios individuales y colectivos. Manifiestan también las capacidades, sentimientos y visiones, que tienen los hombres acerca de su realidad. Estos elementos se revelan en los bienes creados y se objetivan en las conductas humanas.
La identidad cultural se concibe como la conciencia de reconocerse históricamente en su propio entorno. Esta se expresa en el grado de identificación consciente con aquellos valores y objetos que los distinguen de otros territorios y naciones. Es también el proceso que describe el movimiento cultural de una nación. Parte de lo autóctono, de lo que resulta intrínseco al hombre. Es la manifestación de lo único y diverso, de pasado y proyección futura, de lo popular y universal; la distinguen tres elementos importantes: la memoria histórica, el lenguaje y la psicología social.
Las necesidades culturales son estados de insatisfacciones presentes en individuos y grupos humanos. Estas conducen a la generación de soluciones encaminadas a satisfacerlas temporalmente, lo que trae consigo la aparición de nuevas necesidades. Cada una de ellas aporta información en términos cualitativos, necesaria para señalar las tendencias del desarrollo y dar a conocer la magnitud y alcance de las mismas.
El objetivo de un diagnóstico particular, según la experiencia santiaguera y tunera, busca caracterizar el estado de desarrollo que se encuentra la cultura, a partir de la detección de sus elementos más representativos y señalar las tendencias del desarrollo cultural.
Para la aplicación del diagnóstico de los bienes culturales se sugiere desarrollar los siguientes pasos:
En el registro y valoración de los bienes muebles se propone:
Para el registro y valoración de los bienes tangibles se sugiere:
La aplicación del diagnóstico privilegiando el método de la IAP, hace del mismo un proceso complejo. Esto quiere decir que cada momento en el diagnóstico requiere de una reflexión, a la vez, de una acción, con la participación de aquellos que más están involucrados en dicho proceso.
Las consultas devienen en el mecanismo más recurrente. La utilización de variables para hurgar en las subjetividades individuales y colectivas, principalmente aquellas que tienen que ver con la memoria histórica, exige no sólo del conocimiento de los recursos de la psicología, la historia y una alta dosis de sensibilidad por los que conducen el diagnóstico, sino que exige de la presencia de los especialistas en estos temas.
El análisis de los resultados se puede hacer desde cada uno de los ejes claves y en la operacionalización de sus contenidos, se retoman cada una de las expresiones para hacer las valoraciones necesarias: qué bienes inmuebles existen en las comunidades, cómo están ellos, a qué época pertenecen, qué se hace en cada uno de ellos, si son conocidos, si la población se reconoce en ellos, qué acciones se desarrollan, cuándo se hacen, los niveles de participación, entre otras lecturas. Las respuestas indican: existencia de ellos, estado en que se encuentran y conocimiento de la comunidad de sus presencias.
Los resultados finales permiten además de caracterizar la vida cultural de las comunidades, contribuir con la elevación de los niveles de responsabilidad y sensibilidad de una parte importante de la población, acerca de la importancia que tiene para sus proyectos de vida, el reconocerse en sus historias y en sus culturas, así como el significado de ellas para el desarrollo de una comunidad y de una nación más libre e independiente.
El desarrollo cultural presupone una íntima y dinámica relación entre el hombre y su entorno, las formas de organización del trabajo que este se da a sí mismo para transformarlo y las obras resultantes de esta transformación, son las que generan el poderoso y continuo circuito de retroalimentación que, de generación en generación, desde los orígenes mismos de la humanidad, han sido la principal fuerza generadora del crecimiento humano en todas las dimensiones y de su incursión gradual a niveles cada vez más altos de desarrollo.
Toda estrategia de desarrollo que incluya la dimensión cultural, contiene un enfoque integrado del desarrollo que además de comprender actividades concretas en sectores claves de la producción y los servicios, también intenta utilizar, y este es un rasgo distintivo, las energías creativas del pueblo para encontrar soluciones locales a los problemas planteados por los sectores en cuestión.
El desarrollo cultural es inconcebible al margen de la cultura viva y cotidiana de los pueblos; es inherente a cada acto que realiza el ser humano, sea en sus formas de comportamiento, tradiciones, usos, costumbres, sea en su forma específica de organizarse; en su contribución al desarrollo tecnológico; en sus estilos de vida y en su historia. El hombre, hacedor de cultura, es producto cultural por excelencia de la cultura que él mismo ha creado.
El desarrollo social es una especie de red cuyo tejido social está constituido por numerosos hilos fuertemente entrelazados en donde la cultura tiene la responsabilidad de aportar la textura, la trama, la elasticidad y la resistencia a ese tejido. La cultura expresa el conjunto de elementos afectivos, intelectuales y materiales que caracterizan a una sociedad.
Un adecuado ambiente cultural constituye el medio necesario para que cada ser humano logre su pleno desarrollo espiritual, permite fomentar la solidaridad humana en sentido general vista como la capacidad de convivencia armónica entre las personas y entre los grupos sociales.
Sólo a través de la cultura puede alcanzarse la riqueza espiritual que es la premisa indispensable de la eficiencia de su actividad laboral, una de las garantías del desarrollo moral, psíquico, emocional, intelectual social e incluso físico.
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