Revista: CCCSS Contribuciones a las Ciencias Sociales
ISSN: 1988-7833


SALAMANSA: LOS ENFOQUES DEL DESARROLLO LOCAL. ACERCAMIENTOS SOCIOLÓGICOS

Autores e infomación del artículo

Domingos António Lopes

Elpidio Expósito García

Universidad de Ciencias Pedagógicas, Frank País García

dalopescv@hotmail.com

Resumen.
En los dos últimos decenios, las sociedades, sus economías y culturas  de los países desarrollados y en vías de  desarrollo han vivido procesos de profundos cambios estructurales de marcada amplitud e impactos en las vidas cotidianas. Hoy asistimos a una nueva etapa de reestructuración tecnológica y organizativa que afecta a las formas de producir y gestionar el desarrollo local. La sociología como ciencia social acude con prontitud a esos cambios con lo cual ha comenzado a repensar el desarrollo desde las voces de una diversidad de actores para pulsar con ellas, los ritmos e intensidades de las dinámicas sociales y culturales. En este artículo se realiza un estudio sociológico para el estudio del desarrollo local desde el enfoque de la cultura, ubicando los conceptos de espacio social y prácticas culturales socializadoras.
Palabras claves: Desarrollo, desarrollo local, prácticas culturales socializadoras, espacio social, capital social.



Para citar este artículo puede uitlizar el siguiente formato:

Domingos António Lopes y Elpidio Expósito García (2015): “Salamansa: los enfoques del desarrollo local. Acercamientos sociológicos”, Revista Contribuciones a las Ciencias Sociales, n. 28 (abril-junio 2015). En línea: http://www.eumed.net/rev/cccss/2015/02/espacio-social.html


Introducción.
El habla popular confunde a menudo los términos crecimiento y desarrollo, pero no son sinónimos. El desarrollo implica aumento del bienestar y cambio en la estructura económica y social; involucra a la sociedad entera, en todos sus aspectos. El crecimiento es una noción más sencilla; se refiere al aumento de las actividades de producción de bienes y servicios, pero no forzosamente implica un cambio de la estructura, no involucra a la sociedad entera en todos sus aspectos. El concepto de desarrollo contendría en sí la idea de crecimiento. (Prévost: 1996) y cobija una multitud de componentes económicos, sociales, culturales  y políticos, y debe tener en cuenta los valores y actitudes de la población específica.
El término “desarrollo” continua recibiendo  numerosos calificativos al referirse a la persona humana, a la sociedad, a las naciones o a las comunidades: desarrollo humano armónico, integral, sustentable o sostenible, endógeno, cultural. Así mismo se han ensayado numerosas definiciones, desde las meramente cuantitativas hasta únicamente cualitativas. El término desarrollo tiene que ver con un proceso que busca que la gente logre la satisfacción de sus necesidades de manera que pueda vivir plenamente.
El desarrollo también es un proceso emergente, endógeno, surge de las iniciativas y el dinamismo de las comunidades locales. A menudo también da gran valor a las prácticas más imaginativas, a los recursos locales humanos, financieros y materiales. Despierta comportamientos innovadores centrados en responsabilizarse, en ser creativos y en tener espíritu empresarial.
A pesar de existir una abundante producción científica acerca de los conceptos de desarrollo y desarrollo local, con Carlos Marx la teoría halla los fundamentos objetivos que devienen en punto de partida para los estudios de los procesos del desarrollo local.
El principal aporte de Carlos Marx a la Ciencia Económica, es el haber desarrollado una teoría alternativa a la teoría Ortodoxa, esta teoría la desarrolló en gran parte en su obra El Capital, donde critica abiertamente al sistema capitalista. C. Marx se distingue por su proyección esencialmente humanista, para él la primera condición del desarrollo es la emancipación del hombre (Labrada: 2008). Elaboró una doctrina científica de las sociedades humanas y de sus transformaciones cuyo eje central es la liberación del hombre de toda forma de opresión y de alienación. Consideró condición del progreso la satisfacción de las necesidades humanas, siempre crecientes. Una parte de los conceptos actuales sobre el desarrollo aparecen anunciados ya en la obra de Marx: el desarrollo humano, las necesidades humanas (Prólogo de la contribución a la crítica de la economía política). La obra de Marx es una base indispensable para el proceso actual de repensar el desarrollo desde el protagonismo de los acto.
En el tomo II explica los procesos de  la reproducción simple o la reproducción ampliada, del que depende mucho el poder de concentración del capital. Debido a que los capitalistas que generan mayor acumulación de capital deciden producir de manera ampliada, es decir invertir su plusvalía para el siguiente proceso de producción; y los capitalistas que se descapitalizan producen en una forma de reproducción simple o que simplemente se consumen su plusvalía quedándose en el mismo nivel de producción; lo cual explicaría la formación de monopolios.
La teoría económica de C. Marx fue y continúa siendo el episteme más importante para los estudios sociales referidos al desarrollo y desarrollo local. Los enfoques y perspectivas que en éste artículo se valoran confirman este criterio. Las conceptualizaciones del desarrollo, desarrollo local, el enfoque micro sociológico y la perspectiva cultural del desarrollo local, constituyen puntos de  la presente reflexión sociológica.
I.- El desarrollo en la mira sociológica.
Desde la perspectiva de Marx el problema del desarrollo económico y del desarrollo en general, no radica en el hecho de realizar ajustes al sistema, ni modificaciones al modelo, sino más bien en que el propio sistema tiene dentro de si factores  de autodestrucción que le llevaran a su fin, tal como sucedió como los modos anteriores. La solución a estas desigualdades radica en la oportunidad que tienen los trabajadores de ser dueños de los medios de producción, de manera tal que coincida con el tipo de relaciones de producción existente en la producción mercantilista propia del sistema capitalista. Para Marx el Capitalismo es una etapa de transito en la evolución de los modos de producción desde una óptica del materialismo Histórico. (www.eumet.net Deymor Beyter).
La conceptualización del desarrollo se mantuvo en los marcos del crecimiento y la modernización desde  sus propios orígenes. Las teorías economicistas no incorporaron la noción del espacio o del territorio como escenario significante. Este es el enfoque que más ha incidido en la elaboración de las políticas gubernamentales.
Se reconoce que el desarrollo es posible, pero no ineluctable y que la naturaleza no admite cualquier modalidad de desarrollo. La percepción de que el desarrollo no se limita a cuestiones económicas es uno de los referentes principales del enfoque sociológico.
Desde la fase fundacional de la Sociología hasta 1945, en la que se hallan los preceptos de C. Marx, la sociedad capitalista transita a través de procesos crecientes de industrialización, urbanización, diferenciación, institucionalización y democratización, (Espina, 2006). Los pensadores clásicos entendieron el desarrollo como evolución, concibieron el avance la sociedad humana como un proceso, siempre ascendente, generalmente unidireccional, como progreso desde una sociedad tradicional, que debía transformarse en otra sociedad moderna, o de la barbarie a la civilización.
A partir de los años 90 del pasado siglo XX se produjo un amplio debate internacional sobre el desarrollo originado por la crisis de la capacidad explicativa de los modelos economicistas y en la crítica social; su esencia consistió en un replanteo de los objetivos del desarrollo realizado desde diversos enfoques los que marcaron la ruptura en el pensamiento racionalista y economicista prevalecientes hasta entonces. “(..) En este juego pendular se confrontan las dos grandes concepciones económicas que han dominado el panorama de América Latina: el desarrollismo el monetarismo neo-liberal. Ambas comparten el no haber logrado lo que originalmente se propusieron, pero cada cual de manera distinta y por razones distintas. (Max Neef, 1986:11)
Surgieron nuevas  interpretaciones con lo que se comenzó a sociologizar y antropologizar los estudios sobre el desarrollo local. Emergen ideas que ponderan el carácter simbólico acercando el concepto a otras dimensiones, como la cultural.
Alburquerque expone que
“El enfoque del desarrollo local supone un planteamiento integral y menos simplificador sobre el funcionamiento de las economías. Dicha visión conduce a una estrategia que debe acompañar los esfuerzos del ajuste macroeconómico y el ajuste externo con actuaciones orientadas a lograr la introducción de innovaciones tecnológicas, de gestión y socioinstitucionales en el conjunto de los diferentes sistemas productivos locales y tejido de empresas existente. De ese modo se trata, en suma, de completar las exigencias del ajuste ante el cambio estructural de forma que incluya el conjunto de la economía y los actores reales, y no sólo los actores financieros y los grupos de la “nueva economía” globalizada”.(2003: págs. 6 y 7)
En el tratamiento tradicional del desarrollo por parte de la economía convencional éste suele hacerse depender, a veces de forma casi exclusiva, de la existencia de recursos financieros. Sin embargo, pese a la importancia de la disponibilidad de estos recursos, lo cierto es que pueden dirigirse a aplicaciones no productivas. La disponibilidad de recursos financieros no es, pues, suficiente.
La sociología, desde su etapa fundacional, ha tenido como concepto el de desarrollo. Las explicaciones que las diferentes escuelas y corrientes le han dado a las dinámicas sociales, con el auxilio de los conceptos de acción social, cambio social y conflictos, el desarrollo como realidad sociológica, ha estado en alguna medida, subsumido.
Sin embargo, la centralidad de los estudios sobre el desarrollo ha emergido con voz propia en la sociología desde los finales de los años 90 del pasado siglo como expresión de los agotamientos de los modelos económicos instaurados con la modernidad. Esta situación ha provocado que desde esta ciencia, se haya comenzado a construir sistematizaciones teóricas que aportan etapas en la trayectoria descrita por el concepto de desarrollo y de las que se hacen eco Cardoso (1997), Espina (2006), Ríos Burga (2001, 2007), Alburquerque (2007) , Labrada (2008), Martínez; Expósito; Hernández y Delgado (2014). Se inicia así un replanteo del mismo, con nuevas visiones que el propio contexto sociohistórico demanda. De esta manera, vuelven perspectivas que ahora son recreadas para explicar el continuum macro/micro, centro/periferia/, global/local. La sociología se enriquece y aporta sustantivas ideas al desarrollo como tema de los políticos y gobiernos.
La discusión sobre el desarrollo  y el desarrollo local es hoy, “la piedra de toque del pensamiento social” (Espina: 2006, pág., 47). Se ubican en esta investigación, por su importancia, las etapas por la que han transitado los conceptos, como uno de los marcos sociológicos necesarios, con lo que se afianzan las reflexiones de la  socióloga Mayra Espina en esta tesis. También por su valor conceptual se anotan las principales corrientes que en su conjunto ofrecen importantes reflexiones necesarias tomar en consideración.
No cabe dudas de que en la trayectoria del concepto, el criterio sociológico para marcar las etapas es precisamente  los niveles de desarrollo que la sociedad ha ido alcanzando.
Primera  etapa: De generación (siglo XIV hasta la primera mitad del siglo XIX. Coincide con la transición a una nueva forma de producción: el capitalismo y con el, la concepción cíclica del cambio social.  Se hallan los de lo ascensional con carácter de ley sociológica.
Segunda etapa: Universalización (segunda mitad del siglo XIX a 1945. Se elabora el concepto de desarrollo que se homologa con el de modernización. El concepto se identifica con la industrialización creciente, la urbanización, la institucionalización y el funcionamiento del Estado como principal actor del desarrollo. El crecimiento económico se concibe como el núcleo central del desarrollo.
Tercera etapa: “Encantamiento del desarrollo”. 1945 hasta inicios de los años  setenta. Con independencia de que el Estado continúa siendo el principal actor del desarrollo, son ya evidentes los desniveles a nivel global. Junto con el concepto de desarrollo, es ubicado el de subdesarrollo. Surgen visiones diversas acerca del desarrollo y el subdesarrollo e instituciones internacionales como la CEPAL, comienza a discutir y a debatir estos temas para convertirse en agendas de promoción para las políticas sociales. Emerge el economicismo sociológico  bajo la influencia del sociologismo funcionalista parsoniano. El paradigma como concepción se sustenta en el desarrollo de un capitalismo ideal que opera como autodestrucción creadora de lo tradicional para imponer la modernidad. (Ríos Burga: 2007, pág: 363)
Cuarta etapa: Crisis del discurso desarrollista (de la segunda mitad de los setenta  hasta la década de los ochenta y principios de los noventa). Los fracasos de las políticas neoliberales cuestionan la centralidad del desarrollo desde el Estado y los megamonopolios. Es cada vez mayor las brechas entre el centro y la periferia. La praxis social comienza a exigir con mayor vigor a las ciencias sociales, pensar el desarrollo desde las voces de los actores que el neoliberalismo ha invisibilizado. Teoría estructural donde la relación centro periferia marcan la dinámica de la desigualdad y la dependencia de las sociedades latinoamericanas. Marta Harnecker y Gabriela Uribe (1972) quienes, al referirse al «círculo vicioso de la miseria», criticaron la visión economicista del desarrollo y subdesarrollo en sus modelos funcionalista sistémico, estructural y marxista dogmático. El desarrollo y subdesarrollo son las dos caras del sistema.
Quinta etapa: Remeergencia crítica del concepto de desarrollo (desde los noventa a la actualidad). Las propuestas gnoseológicas y metodológicas giran alrededor de la recuperación de los saberes populares, la participación popular, la multiplicidad de voces del mundo de vida y que anteriormente estaban ignorados, excluidos. Los impactos de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación estructuran nuevas identidades que se instauran en las estructuras sociales.
“En esa nueva episteme, y sobre la base de críticas que parten de una conciencia del limite y la posibilidad de rescate de una nueva utopía del bien común sustentada en valores y de experiencia de transformación alentadas desde las perspectivas del desarrollo local, el ecodesarrollo, el desarrollo humano, la sustentabilidad, entre otras, podemos encontrar una anticipación, inacabada, de un concepto diferente de desarrollo (…) (Espina: 2006, pág. 51)
Los impactos de la globalización en nuestras realidades tercermundistas hacen posible incorporar la mirada multidimensional al desarrollo. Los estudios del desarrollo local ubican con fuerza las temáticas de la pobreza, la democracia, la estratificación social, la relación Estado-sociedad, la participación femenina, el mundo de los jóvenes, el sistema educativo, el cambio tecnocientífico, el papel de los medios de comunicación, las organizaciones y actitudes culturales con las cuales se explican los complejos procesos del desarrollo.
Como se apuntó en párrafos anteriores, con las sistematizaciones conceptuales fueron también ubicadas corrientes centrales; ellas son: La corriente tradicional, que partía de la teoría keynesiana y que se presenta en la actualidad bajo la forma de la teoría del círculo vicioso. La corriente que piensa que para lograr la independencia es necesario sustituir progresivamente la dependencia por la interdependencia. La corriente que afirma que los países subdesarrollados tienden a subdesarrollarse cada vez más a medida que los países desarrollados tienden a desarrollarse cada vez más. Y  una cuarta: la vía de desarrollo con autogestión (Olmedo: 2007: 362-363) La sociología en general y del desarrollo como micro campo en particular, hoy construye un corpus teórico en condiciones de hegemonía del capitalismo corporativo global y agudos procesos de exclusión e inequidad social, económica y cultural.
En este concierto sociológico, emerge el enfoque del desarrollo humano como respuesta al voluntarismo del Estado y el racionalismo económico neoliberal. Paradigma de un desarrollo sustentable con equidad como derecho humano fundamental. El modelo adquiere plenitud tomando en cuenta las siguientes dimensiones: la paz como base fundamental, la economía como motor del progreso, el medio ambiente como base de la sostenibilidad, la justicia como pilar de la sociedad, la democracia como buen gobierno. Para el autor de la tesis, se ubica también las prácticas culturales socializadoras de saberes. De esta forma se puede lograr una visión sistémica de las relaciones entre la economía y la cultura al poder reconocer que los valores y las prácticas  culturales afectan también a las instituciones y al comportamiento de los agentes económicos y a su vez, las dinámicas de las economías afectan a las posibilidades de una construcción cultural de saberes compatibles con los desafíos del propio desarrollo. (Morín: 1995).
En este escenario se hace esencial construir una concepción del desarrollo real desde sus actores donde la economía, la sociedad, la política (Estado) y la cultura afirmen la vida en todas sus formas. Una política de desarrollo posible que al decir del Touraine (1999) preste atención al empleo, el desarrollo sostenible y la comunicación intercultural. Un nuevo estilo de desarrollo que humanice a la especie y transforme la cultura de poder hegemónico que sólo piensa en el corto plazo, por tanto, basa su sistema en la utilidad inmediata y violencia sistémica del poder. Se comienza a rediseñar una nueva  teoría y práctica transcultural donde los actores globales construyen un sistema abierto de vida en toda la unidad de la diversidad de lo humano.
La sociología, economía y política del desarrollo clásico cesan y dan paso a una sociología del desarrollo local inclusivo, participativo, cooperado e integrador que tome en cuenta el papel del mercado, las nuevas tecnologías de la comunicación, los sistemas educativos y otras instituciones, las tradiciones, con los cuales se comienza a abandonar el análisis histórico estructural del desarrollo para dar paso a una visión interdisciplinaria.
Empieza  a ser pensado el desarrollo endógeno “con la visión de territorio y de localidad por parte de los actores sociales, con sustento en el conocimiento, la institucionalidad y el acceso a la información. La articulación de actores y el fomento de la capacidad de innovación (fundamentalmente asociada a los procesos productivos) y la pertinencia y coherencia de los programas y proyectos de transformación que se implementen. La identidad cultural, asociada al capital social constituye un aspecto clave para el desarrollo endógeno” (Suset Pérez: 2007).
Es en este escenario teórico y práctico donde se ubica la presente tesis. El enfoque microsociológico aporta nociones conceptuales y privilegia herramientas metodológicas para  hurgar en los micro mundos de los actores sociales.
II.- El enfoque micro sociológico en el estudio del desarrollo local.
Desde nuestra óptica, el desarrollo local no dispone de un cuerpo teórico propio o autónomo de las “teorías del desarrollo”. Por el contrario, existen diversas teorías del desarrollo que tienen diferentes implicancias en su forma de ver lo local. Gallicchio: 2004, García Do Campo: 2007).
Así a  lo largo de los últimos 25 años se han dado pasos importantes que permiten sentar unas bases de lo que puede ser la teoría de desarrollo local. Ya existe suficiente experiencia empírica y distancia histórica como para poder hacer un balance. A pesar de que el corpus teórico construido muestre ciertas debilidades, ello no impide, sin embargo, afirmar positivamente que sus avances han sido más que notables. De hecho, de la marginalidad en la que se encontraba hasta el último cuarto del siglo XX, se ha pasado a una situación de atención preferente y recurrente tanto por parte de responsables políticos como de analistas procedentes de diferentes disciplinas de las ciencias sociales (Sforzi, 1999: 14).
La propuesta del desarrollo local no constituye por sí sola un marco general para el ejercicio de una nueva forma de gobernabilidad para una nación, sino que solo aporta , dentro de un modelo de desarrollo más amplio, la perspectiva de rescate del lugar y potencialidad de la localidad. Esta idea cobra matices singulares dentro de la sociología al favorecer la perspectiva micro social para los estudios de la relación estructura/acción social y coloca  a esta ciencia en una posición ventajosa dentro de los análisis del desarrollo local en cuanto a propuestas metodológicas se refiere.

La actual concepción del desarrollo local pasa por contextualizarlo en el marco de los procesos sociales que definen las inercias estructurales de las sociedades contemporáneas. Cuando queremos referirnos a los procesos y características principales y esenciales que definen a una sociedad recurrimos a la noción de estructura, intentando indicar con ello no sólo una acepción de esqueleto o armazón configurador, sino también a una lógica causal que permita explicar las tendencias a las que parece estar abocado cada tipo de sociedad. (García Do Campo, 2007: 17)
Se coincide con investigadores conocedores de la temática (Labrada (2008), Arias (2008); González (2007); Martínez, Expósito, Hernández, Delgado (2014), Núñez Jover (2014), Suset (2007); que aunque no puede hablarse aún de una conceptualización acabada, el desarrollo local vino a definirse por la concertación de los agentes locales y económicos, públicos y privados -como primera idea-; unidos por el interés común de la defensa y dinamización de su entorno. (Martínez,  2014: 29)
Para esta tesis resultó de mucho interés la concepción de que el desarrollo local es dado como espacio micro, para movilizar las energías y las potencialidades endógenas, definir estrategias de desarrollo y promover actividades creadoras, autosuficientes, con recursos locales, creando sinergias, buscando los apoyos externos posibles, factores estos últimos esenciales a las políticas de desarrollo sustentable. (Martínez, Expósito, Hernández, Moncada, Delgado: 2014)
Para la sociología el desarrollo local debe considerar y ser considerado en relación a los contextos en los que se maneja, fundamentalmente los ámbitos regionales y nacionales pero sobre todo la globalización. De esta forma el contínuum macro micro podrá propiciar las explicaciones de los impactos de la globalización en los territorios y sociedades concretas (lo local) y con ello son asomadas con más esplendor, las variables.
Esta mirada implica una lectura compleja, sistémica, capaz de articular las restricciones y potencialidades de cada territorio concreto con las determinantes globales. Estas tendrán un impacto diferencial en función de las capacidades endógenas para insertarse competitivamente en el escenario globalizado y para generar adecuados niveles de integración de los ciudadanos o, a la inversa, fragmentación social y exclusión.
Entonces para la sociología el desarrollo local aparece como una nueva forma de mirar y de actuar desde lo local en este nuevo contexto de globalización. El desafío para las sociedades locales está planteado en términos de insertarse en lo global de manera protagónica, capitalizando al máximo posible sus capacidades por medio de las estrategias de los diferentes actores en juego.
El enfoque relacional que la sociología ha introducido en los análisis de sociedades complejas favorece el tomar en cuenta aspectos que ya son considerados claves cuando de desarrollo local se trata. Investigadores entre los que se encuentran Caballero y Yordi (2004); Alonso (2004), Arias Guevara, María y Ciro Labrada Silva (2008); González y Suset (2007), Núñez Jover (2014), Martínez y autores (2014) aluden a los siguientes aspectos: 
a. El desarrollo local es abordado con un enfoque multidimensional e integrador;
b. Se trata de un enfoque que se define por las capacidades de articular lo local con lo global;
c. Se trata de un proceso que requiere actores de desarrollo, que se orienta a la cooperación y diálogos entre esos actores
El impacto de la globalización sobre las dinámicas internas de las naciones, ha obrado en favor de una reivindicación de lo local como objeto de los debates sobre lo territorial. La adopción de lo territorial-local como concepto para pensar el desarrollo social y cultural se justifica, en buena medida, por la constatación de que el sistema social y productivo denominado Capitalismo Global genera inequidad entre territorios inferiores al nivel global y obra en detrimento de los constructos sociales que tienen lugar en los espacios geográficos mínimos del ordenamiento territorial de una nación. (Arocena: 1997)
Para la sociología el territorio alude a una agrupación natural de familias o individuos que comparten intereses y bienes colectivos, y que trabajan en favor de la resolución de sus necesidades como grupo; al interior de esta agrupación se establecen relaciones de poder y una organización social; además, se desarrollan procesos de construcción colectiva de historia, identidades y cultura. (Suset: 2007, Labrada 2008, Álvarez: 2008))
La propuesta de pensar el desarrollo en relación con los territorios locales se fundamenta, no sólo en esa fortaleza de lo local como “convergencia de significaciones” o “semiología compartida del entorno cercano, sino también como espacio donde son más visibles las acciones sociales dentro de las estructuras comunitarias.
Los estudios sociológicos sobre el desarrollo local no se pueden limitar solamente al desarrollo municipal y/o territorial como ya estamos acostumbrados. Aunque pudiera ser una consideración obvia, el desarrollo territorial se refiere no solo al núcleo urbano del municipio, sino también a la totalidad de la población diseminada por todo el espacio geográfico. 
Al decir de Alburquerque “Esta es una cuestión fundamental cuando se trata de atender, sobre todo, las demandas de la población dispersa en comunidades campesinas, muchas veces ignorada o marginada de los procesos de desarrollo” Por ello es importante identificar las unidades de actuación apropiadas, para lo cual se precisa la elaboración de sistemas de información más puntual para el desarrollo local, una tarea que las diferentes iniciativas locales  deben iniciar más temprano que tarde. (Alburquerque, 2007:pág., 86)
Lo territorial también puede ser entendido y comprendido con otro concepto, por lo que resulta interesante y válido para este análisis, ubicar en los estudios sociológicos del desarrollo local, la definición de espacio social que ofrece P. Bourdieu. La sociología se presenta como una topología social, con lo cual se puede así representar el mundo social bajo la forma de un espacio (con muchas dimensiones) construido bajo la base de principios de diferenciación o de distribución constituidas por el conjunto de las propiedades activas dentro del universo social considerado, es decir, capaces de conferir a su detentador  la fuerza, el poder en ese universo. Los agentes y los grupos de agentes son definidos de ese modo por sus posiciones relativas en ese espacio. (Bourdieu: 1984, pág, 28)
Esta mirada desde las posiciones del constructivismo estructural posibilita construir un modelo simplificado de un campo social en su conjunto que permite pensar el lugar que ocupa cada agente en el espacio social, los campos y el capital cultural y simbólico (prestigio, respeto, reputación, renombre). La ubicación del concepto permite la comprensión de la acción social de los diferentes agentes que luchan por  una posición en las relaciones económicas y políticas de su comunidad/territorio/localidad y que pueden favorecer o no  las iniciativas locales.
El espacio social se avizora como el entramado de relaciones y poder y las relaciones de fuerza  institucionalizadas dentro del status social compartido. Con este enfoque, es posible conocer las posiciones ocupadas en este espacio  y las relaciones (posición) de los agentes, sus fuerzas y disposiciones para fomentar el desarrollo pero también desde las luchas simbólicas que tienen lugar en los campos económico, cultural y simbólico  donde se ponen en juego la representación del mundo social. El espacio social también es un ejercicio de poder (Ravenet: 2002).

 

 

III.- Hacia una concepción del desarrollo local centrada en las prácticas culturales. 

La cultura dimensiona también el desarrollo. Esta es una afirmación de larga data. La UNESCO ha reconocido que el desarrollo le es también consustancial los procesos de socialización de prácticas culturales donde los repertorios  y universos simbólicos interactúan con la  realidad económica y social. Hoy asistimos a profundos procesos de reordenamiento de la vida cotidiana cada vez más impactados por las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. La globalización entraña también una homogeneización en los patrones y gustos culturales que hacen olvidar los pedazos de las historias locales. (Martínez, Expósito, Hernández, Delgado: 2014)
La  perspectiva sociológica se halla en condiciones privilegiadas de aportar líneas teóricas de investigación que nos permitan avanzar más allá del economicismo y del descriptivismo que caracteriza a una gran parte de las investigaciones realizadas. La sociología, en particular con base en la tradición de la Escuela de Chicago, muestra un interés central en el estudio de las comunidades no sólo urbanas, sino también rurales, el cual le condujo de modo recurrente a ocuparse tanto de analizar como de racionalizar los modos de intervenir en este tipo de procesos locales de desarrollo. El desarrollo local va a valorizar la riqueza de la diversidad como factor de desarrollo, lo que provoca una multiplicación de las vías y de las estrategias de acción social.
El hecho mismo de comenzar a considerar la cultura y las culturas como sistemas complejos sometidos a intereses estratégicos y políticos de distinto signo ha incidido sobremanera en este cambio de percepción, en el que las clásicas contraposiciones entre tradición y modernidad, identidad y diversidad, popular y elitista, rural y urbana, local y universal, etc. han dado paso a otras lecturas acerca de sus cometidos y finalidades. En esta transición histórica que da cuenta de la introducción de un nuevo modelo para el desarrollo local comunitario,  la cultura ha ido ganando relevancia directa en nuestras prácticas sociales más cotidianas, y constituye uno de los principales medios de creación, producción, divulgación y actuación humana.
Un desarrollo local pensado en las culturas conlleva a establecer un marco de interpretación que nos ayudase a entender el modo de articulación del sistema local con los saberes acumulados por los diferentes agentes.
Las lecturas y acercamientos realizados permiten realizar las siguientes precisiones:

  • Desarrollo local no es únicamente desarrollo municipal. El sistema productivo local, que incluye entre otros elementos, el conjunto de relaciones y eslabonamientos productivos y comerciales relevantes para explicar la eficiencia productiva y competitividad de la base económica de un determinado territorio, no tiene porqué coincidir con las fronteras o delimitaciones administrativas de un municipio o provincia.
  • Desarrollo local no es sólo desarrollo endógeno. Muchas iniciativas de desarrollo local se basan también en el aprovechamiento de oportunidades de dinamismo exógeno. Lo importante es saber “endogeneizar” dichas oportunidades externas dentro de una estrategia de desarrollo decidida localmente.
  • El desarrollo local es un enfoque territorial y de “abajo-arriba”, pero debe buscar también intervenciones de los restantes niveles decisionales del Estado (provincia, región y nivel central) que faciliten el logro de los objetivos de la estrategia de desarrollo local. Se precisa, pues, de una eficiente coordinación de los diferentes niveles territoriales de las administraciones públicas y de un contexto integrado coherente de las diferentes políticas de desarrollo entre esos niveles. Las decisiones de “arriba-abajo” son también importantes para el enfoque del desarrollo local
  • Asimismo, hay que añadir que el desarrollo local no se limita exclusivamente al desarrollo económico local. Se trata de un enfoque integrado en el cual deben considerarse igualmente los aspectos ambientales, culturales, sociales, institucionales y de desarrollo humano del ámbito territorial respectivo

Las prácticas culturales socializadoras y el desarrollo local.
Pierre Bourdieu en su obra Razones prácticas sobre la teoría de la acción (1994) introduce el concepto de prácticas sociales como un sistema fuertemente estructurado en relaciones donde el habitus y el campo permiten advertir la disposición de las clases y su capital económico, cultural y simbólico. Este posicionamiento desde la sociología de la cultura ha favorecido sus desarrollos en las investigaciones doctorales del programa en Estudios Sociológicos de la Cultura y constituye uno de los conceptos que ha desplegado con mayor riqueza; por ejemplo en las tesis doctorales de Margarita Hernández Garrido (2010), Helene Semite Mounkoro (2010) Alfredo Villarreal Valera (2013), Migdalia Tamayo Téllez (2013) Diurkis Madrigal León (2013), abordan desde enfoques diversos, el concepto de prácticas culturales vinculadas con lo ambiental, a la medicina, a vida cotidiana, a bienes culturales, entre otros.
Para esta tesis resultó de interés incorporar una visión que permitiera articular las teoría de la sociología del desarrollo y la de las necesidades humanas, así como el concepto de espacio social para explicar la pertinencia del modelo cultural para el desarrollo local en Salamansa: el de prácticas culturales socializadoras la cual favorece analizar la disposición de los agentes  y clases sociales a tenor con el capital cultural y simbólico, aunque cómo se pudo demostrar, el logro de un desarrollo integral en Salamansa solo es posible si también se ubica el capital económico. Esta afirmación asevera la postura marxista de que las clases sociales existen en una plena correspondencia con un tipo específico de propiedad sobre los medios de producción, por lo que los antagonismos entre estas condicionan de forma marcada los procesos sociales. En esta tesis la atención se enfoca hacia los fenómenos supersestructurales que son reflejos de estas contradicciones.

Conclusiones.
El  enfoque del desarrollo local tiene en cuenta las exigencias que plantea el cambio estructural desde las formas de producción “fordistas” hacia las formas de producción basadas en la incorporación de conocimientos sobre la segmentación de mercados, calidad y diferenciación de la oferta productiva y mejora de las redes territoriales de apoyo a la producción y de cooperación de actores públicos y privados locales.
Ubicar el concepto de desarrollo local en la sociología permitió profundizar en la perspectiva micro y ponderar el conocimiento de las estructuras y relaciones sociales para advertir cómo se construyen los imaginarios y develar las esencialidades de las prácticas culturales socializadoras. En este proceso de lecturas se corroboró la existencia de una diversidad de enfoques que enriquecen la teoría del desarrollo local y de manera significativa, aflora una mirada integradora en los estudios locales.

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Recibido: 13/03/2015 Aceptado: 15/07/2015 Publicado: Julio de 2015

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