José Mario Horcas Villarreal
jmariohv@yahoo.es
Pero, retrocediendo en el tiempo y, tomando como base una cita del Génesis: “
tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras”, nos
planteamos una cuestión que ha preocupado a diversas disciplinas desde tiempos
remotos, ¿ de dónde surgue tal diversidad?, ¿ cuál es el origen de las lenguas?
La Biblia nos dice que el lenguaje fue un don de Dios dado al primer hombre.
Adán no realizó el proceso de aprendizaje que se le presupone tradicional y
comunmente a todos los seres humanos. No pasó por la etapa de balbuceos, gritos,
gruñidos, antes de pronunciar su primera palabra.
En pleno siglo XXI algunos estudios cifran en más de seis mil las lenguas que se
hablan en nuestro mundo. De esta cifra, una veintena puede considerarse
importante por su extensión y producción escrita.
A partir de entonces, Adán comprende y puede comunicarse con su compañera y con Dios.
Pero esta situación que marca el primer versículo del capítulo 11 del Génesis, no duró mucho tiempo, puesto que al rebelarse los hombres contra Dios, disgregó el lenguaje original en la Torre de Babel, aproximadamente cincuenta lenguajes que actualmente los lingüistas no consiguen relacionar entre sí.
Esto es lo que afirma la Biblia y, a pesar de que para muchos no es la auténtica realidad, no pocos investigadores, tras décadas de estudios sobre el tema que nos ocupa, han tenido que tirar la toalla debido a que la incógnita no ha podido ser esclarecida a pesar de todos sus esfuerzos.
En dicha cuestión han fracasado los más obstinados arqueólogos, antropólogos y lingüistas.
Sobre el origen del lenguaje, se ciernen múltiples cuestiones que aún hoy carecen de respuesta; preguntas que generan inquietud, fascinación y controversias que provocaron que durante el siglo XIX, la Sociedad Lingüística de París se viera obligada a suspender cualquier debate sobre ello.
De lo comentado hasta aquí puede deducirse que la cuestión que nos ocupa es uno de los enigmas universales, que más ha intrigado a la Humanidad y que ha arrojado auténticos ríos de tinta que, por desgracia, aún hoy no ha desembocado a un mar que acabe con la incógnita.
A continuación expondremos las más difundidas:
Los lingüistas apoyan una teoría de la onomatopeya que sostiene que los seres humanos comenzaron a hablar imitando los sonidos de su entorno; particularmente los producidos por los animales, o de forma general los emitidos por la naturaleza.
Los filósofos de la Antigüedad consideraban que el origen radicaba en los que los sonido eran similares a lo que se quería representar, por tanto y en un principio, su teoría se vincula a la dada por los lingüistas, sin embargo, a partir del siglo XVIII, será el pensador y filósofo G. Wilhelm Leibniz quien afirme que, a partir de esa imitación natural que representaba la realidad, se cree una lengua de la que derivan las actuales ( lo que se denomina monogénesis ).
Los religiosos consideran que el origen del lenguaje lo otorgó Dios a Adán para que fuera el único animal racional que tuviera la capacidad de dar el nombre al resto de los seres y realidades del mundo.
Los estudiosos evolucionistas concuerdan en que el lenguaje apareció por la necesidad de comunicarse. Habría un primer lenguaje de la época Neandertal que iría evolucionando a la actual con el Homo sapiens.
A pesar de las innumerables investigaciones realizadas, no se sabe con certeza cuándo y cómo nació el lenguaje, esa facultad que el hombre tiene para comunicarse con sus semejantes, valiéndose de un sistema formado por el conjunto de signos lingüísticos y sus relaciones y pese a que muchos investigadores tratan de echar luces sobre este misterio, sus resultados no pasan de ser más que meras especulaciones.
Especulaciones que al menos por el momento no se saben si tendrán un final positivo que dé lugar a la resolución del tema.
Desde el punto de vista antropológico no cabe duda de que el lenguaje articulado es una de las manifestaciones principales que separan al hombre de los animales ( lo racional frente a la irracionalidad ).
Al ser humano le sirve el lenguaje para comunicar sus pensamientos, sentimientos y/o sensaciones, los animales también realizan una comunicación de sus sensaciones con lo que algunos llaman pseudolenguaje pero por medios instintivos y no bajo el dictado de su conciencia.
Además, los animales no pueden planificar sus acciones porque, su conducta ,al ser instintiva, se basa en un esquema de reflejos condicionados e incondicionados; mientras que la conducta humana, por el contrario, sí es capaz de planificarlas.
La conciencia o pensamiento del hombre, relacionado con el lenguaje, ha sido otro objeto de disputa entre las diversas áreas de conocimiento. La capacidad de pensar y hablar para unos son actos innatos o genéticos ( teoría que sostiene el nativismo ), para otros, por el contrario, esas capacidades son adquiridos y no innatos ni genéticos.
Los empiristas, que sostienen que son caracteres aprendidos, consideran que el niño aprende el idioma mediante una conducta operante determinada por factores externos.
Para nativistas del Gestalt el registro idiomático es un “don biológico” con el que nacemos aunque no nieguen que el entorno social perfile e influya en él.
Esto significa que no se puede explicar desde el conductismo, sino desde la perspectiva biológica.
Para el pensador y lingüista norteamericano N. Chomsky ( "gramática generativa"), el idioma es una especie de computadora que funciona automáticamente, como los procesos de asociación antes de pensar.
Chomsky plantea la teoría de que el niño tiene una programación genética para el aprendizaje de su lengua materna, cuya construcción sintáctica está ya programada en el cerebro.
Lo único que hace falta es aprender a adaptar esos mecanismos gramaticales al léxico y a la sintaxis, que, en el fondo, es una variante de una gramática que es común para todas las lenguas, pero no por ello tuvo que existir, como se ha dicho en la teoría religiosa, una lengua común y universal.
Lo innato para este estudioso es la gramática idiomática programada en el cerebro humano. Su teoría ha intentado ser rebatida con la afirmación de que las diferencias y diferentes gramáticas existentes entre los idiomas es la prueba clara de que el lenguaje es adquirido por medio de aprendizaje.
A dicha crítica, Noam Chomsky responde que dichas diferencias gramaticales sólo se presentan en la estructura superficial pero no en la profunda ( en ella se advierte una gramática válida para todos los idiomas). Cada individuo al nacer posee una gramática universal que con el contexto social y el tiempo se convierte en una gramática concreta, particular.
Además existe una concepción que interrelaciona y concilia ambas posturas.
Para esta corriente el lenguaje es producto de factores innatos y adquiridos.
De ahí que el estudio del desarrollo idiomático del individuo es tratado no sólo por la psicolingüística, sino también por la sociolingüística, que estudia cómo el idioma influye y es influido en la interrelación existente entre el individuo y el contexto social, habida cuenta que el lenguaje, además de ser un código de signos lingüísticos, es el acto de expresar ideas y sentimientos mediante la palabra; más todavía, cuando el lenguaje es el primer patrimonio familiar que recibe el recién nacido, a quien le acompaña desde la cuna hasta la sepultura, y es una herencia que transmite a sus descendientes.
De todo lo planteado aquí sobre el origen del lenguaje lo único cierto y no debatido ni rebatido por ninguna escuela ni pensamiento es precisamente eso: en palabras de Fco. de Quevedo, sea cual sea su origen, el lenguaje nos acompaña desde “la cuna a la sepultura”, provenga de donde provenga.
Además y a modo de conclusión es de recibo afirmar que el lenguaje es la producción y percepción de un idioma, y que éste evoluciona en la medida en que lo hace la especie humana. El surgimiento del primer idioma o lengua aún es un enigma, pero con certeza sabemos que surgió de un primer idioma y que fue evolucionando y cambiando con el paso del tiempo en cada región del planeta, hasta llegar a los idiomas y lenguas que conocemos actualmente.
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• Moreno Cabrera, Juan Carlos. Lenguas del Mundo. Visor. Madrid. 1990. ISBN 84-7774-856-X
• Moreno Cabrera, Juan Carlos. El Universo de las lenguas. Ed. Castalia. 2003.
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