Reynier Rodríguez Rico *
Xiomara Asunción Moreno Lorenzo **
Universidad Carlos Rafael Rodríguez de Cienfuegos, Cuba
reynierico@gmail.comResumen
Este trabajo permite la construcción de perspectivas de la Población Económicamente Activa en la provincia de Cienfuegos, Cuba; en un horizonte hacia el año 2030, el que se complementa a partir de la introducción e interpretación desde perspectivas sociológicas de análisis como el género y la cultura. Así, se despliegan métodos demográficos de proyección que reflejan un comportamiento futuro diferenciado en tres variantes de proyección, según la propensión de la población por sexos a la incorporación en la actividad económica. Tales resultados se aprehenden a partir de significados, relaciones, motivaciones y percepciones desde la perspectiva de género y la cultura. Esto constituye un instrumento esencial en algunas acciones que se proponen con criterios cada vez más refinados, que han de ser tomados en cuenta, en la conformación de políticas orientadas al incremento de la población, que con su trabajo, aporta al desarrollo económico territorial de su contexto.
Summary.
The present article is an attempt to build up demographic perspectives of the Economically Active Population in the province of Cienfuegos, Cuba; in a horizon towards the year 2030, which is complemented by the introduction and interpretation from sociological perspectives of analyzes such as gender and culture. Thus, demographic methods of projection are deployed that reflect a future behavior differentiated in three variants of projection, according to the propensity of the population by sexes to the incorporation in the economic activity. These results are apprehended from meanings, relations, motivations and perceptions from the perspective of gender and culture. Gender and culture are essential categories in the formulation of policies that allow the labor increase of the population. The increasing the economically active population contributes to the territorial and economic development of its context.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Reynier Rodríguez Rico y Xiomara Asunción Moreno Lorenzo (2017): “La influencia del género y la cultura en el futuro de la participación de la población en la actividad económica de Cienfuegos”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (diciembre 2017). En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2017/12/influencia-genero-cuba.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1712influencia-genero-cuba
Introducción.
Los estudios de población y desarrollo, como perspectiva teórica que se fundamenta en la relación entre estas dos categorías, tiene como premisa ineluctable la doble condición biosocial de la población. La paradoja se halla en que mientras los efectivos demográficos son sujetos del desarrollo y por ende, generan la producción material e intangible de sus sociedades, también son el objeto cuando son ellos mismos los que demandan y consumen los bienes producidos.
Entonces, la codeterminación demográfica con la realidad social, económica, e incluso cultural, que se expresa en una interdependencia biunívoca y sinérgica entre componentes en una unidad sistémica, sugiere la impronta de incursión, en las interrelaciones y los nexos que se ejercen sobre las conductas demográficas desde otras categorías y perspectivas de análisis.
Es así como el presente ensayo versa sobre la explicación e interpretación del enfoque de género y la visualización totalizadora de la cultura en los comportamientos y roles de incorporación laboral, diferenciados para hombres versus mujeres en el contexto de una proyección demográfica sectorial de la Población Económicamente Activa (PEA) hacia el futuro inmediato.
En este contexto, lo singular resulta el escenario territorial de referencia seleccionado. Se trata de la provincia de Cienfuegos, territorio localizado en el centro sur de Cuba, que ha sido privilegiado durante los últimos años, por las tendencias recientes de selectividad geográfica en ese país (Gutiérrez, O. 2015). Pese a la actual situación de escasa inversión y de crisis permanente desde final del siglo pasado, se ha priorizado la asignación de recursos hacia la capital de ese territorio, permitiendo poner en marcha puntuales industrias como la refinería de petróleos Camilo Cienfuegos y redinamizando pequeñas empresas petroquímicas y otras diversas existentes.
Sin embargo, la problemática sociodemográfica se presenta sobre la Población Económicamente Activa. La escasa participación de la población en la actividad económica y un diferencial por sexo marcado por menores inserciones femeninas se unen a las salidas cada vez más numerosas en el grupo de la población con edad a trabajar por el agudo envejecimiento en la estructura sexoetarea de la población (Rodríguez, R. 2015).
Se trata entonces, del establecimiento inicial de un ejercicio demográfico que prevé diferentes variantes de proyección de la población económicamente actividad, tomando tres diferentes juegos de proyección sobre las diversas opciones de propensión de participación laboral, diferenciadas por sexos en el escenario del 2030. De esta forma, se dispondrían de diferentes matices, que hacia el futuro inmediato, pudieran presentarse en el comportamiento más probable, según tendencias recientes, y también el comportamiento óptimo posible de esta variable demoeconómica desde una mirada sexuada.
En virtud de tales propósitos, el análisis se complementa y justifica bajo marcos analíticos que encuadran tanto la socialización de género, como la cultura. El género como categoría sociológica en el abordaje de las diferencias que se manifiestan en la realidad social, permite asociar funciones laborales y sobretodo culturales, que le han sido y les son atribuidas socialmente a las mujeres y a los hombres como dos contextos opuestos (Djamba, K.2003).
Asimismo, este análisis de género se hace acompañar de una mirada desde la cultura que permite interpretar la posible reproducción de dichas diferencias y la construcción de nuevas desigualdades. La cultura entendida como una comprensión común reflejada en símbolos, valores, normas, creencias y relaciones que habilitan psicológicamente a un grupo de personas para interactuar como integrantes de cierta colectividad, trasciende no solo por aquellas heterogéneas formas de expresión cultural que manifiestan y que se han expresado a lo largo de la historia; sino por la diversidad que coexiste al interior de cada una de ellas (Rodríguez, R, 2004).
Así, la identificación del rol de la cultura en la producción y reproducción de nuevas formas de desigualdades y sobre todo, a través de la subjetividad que emerge según contextos concretos, es un elemento crucial en la supresión de prácticas, procederes y acciones socioculturales indeseadas (Mimbrero, C. 2014).
Cuando se trata de la actuación de la población en la economía, el prisma homeostático y singular de cada cultura, constituye un factor determinante. La percepción y la conducta de las personas desde el punto de vista laboral, están conducidas por el entretejido de relaciones socioculturales propias de cada contexto social. La socialización del género y cultura son determinantes que instituyen preceptos, ideas, estereotipos y procederes sociales, que conforman la subjetividad social. Precisamente, la subjetividad social es tomada como pilar esencial, sobre el que se proponen acciones concretas que pretenden la elevación del máximo grado, de potencialidades demográficas, a la vida laboral activa en este territorio.
Materiales y métodos.
Desde una estrategia de investigación multimétodo, inicialmente se parte del análisis de la tendencia reciente de la Población Económicamente Activa que emplea al indicador: relación de actividad según sexos, el que expresa cantidad de hombres que trabajan por cada 100 mujeres en la misma condición económica. Luego se realizará la proyección que toma como año base el 2010; y que a partir de la tendencia reciente de la propensión que ha presentado la población a incorporarse a la actividad, según sexos, establece tres variantes de proyección:
En primer lugar se establece un patrón de actividad laboral límite al año 2030, el cual la población nunca podrá sobrepasar y que fue establecido como modelo máximo de proyección. Este escenario supone una tendencia creciente en las tasas de actividad por sexo y edad, sobre la base no solo de los cambios lógicos en la estructura por edades, sino a partir del incremento máximo posible en los niveles de actividad.
En contraste, en la perspectiva futura opuesta se selecciona una pauta en la que se mantendría inalterable del patrón de actividad por sexo y edad, desde el 2010 y hasta el final del período de proyección. En este caso, la evolución prevista obedecerá al movimiento sexoetario de la población en edad de trabajar entre el año inicial y final de la proyección. Por último, como nivel intermedio de actividad, se establece un patrón, que también al 2030, resulta de la media aritmética como medida estadística descriptiva que permite el cálculo de niveles que refieren valores intermedios entre la pauta mínima y máxima ya establecidas.
En cualquiera de los casos, los niveles correspondientes a los años intermedios en el periodo que media entre 2010 y 2030 se obtienen mediante la aplicación de la interpolación lineal como medida de la estadística descriptiva.
Ahora bien, el análisis demográfico anterior se complementa desde un enfoque cualitativo que busca la interpretación de los roles de género en lo que se refiere a la participación en la actividad económica, así como de interpretación desde el prisma totalizador de la cultura, que marca estereotipos y preceptos que limitan la incorporación sobretodo de la mujer a la vida activa. El enfoque de género y la cultura, en una visión conjunta, permiten aprehender con mayor aproximación el objeto de estudio.
Evolución de las tasas de actividad por sexos en Cienfuegos: Del siglo XX al XXI.
Durante el intervalo que media entre los primeros años del siglo XXI y la segunda mitad del siglo pasado, disminuye la brecha en los niveles de participación económica según sexos. Esta situación se expresa hacia la actualidad, en la contracción que han experimentado la relación monto de hombres activos por mujeres activas desde cotas de 2,4 en el año 1981 hacia valores del mismo indicador de 1,8; 1,9 y 1,5 hombres por cada fémina activa en el año 2002, 2010 y 2015 respectivamente.
Las desigualdades entre hombres y mujeres en el plano ocupacional han disminuido, asegurándose y accediéndose al empleo con igual oportunidad. El alza en la participación laboral de la mujer durante este período es manifestación del permanente proceso de reducción de desigualdades, que ha tenido a la incorporación y emancipación de la mujer como uno de los pivotes esenciales. De esta forma, las mujeres continúan cambiado roles, actividades e intereses desde el punto de vista ocupacional en correspondencia con las permanentes posibilidades de inserción laboral y la eliminación de estereotipos y restricciones en el acceso al empleo.
Sin embargo, este significativo progreso experimentado por las cienfuegueras como resultado de un ejercicio explícito de equidad social que se orienta a la erradicación de las desarticulaciones sociales de forma homogénea en todo el país, no ha sido suficiente para disminuir el mismo indicador hasta la unidad o incluso situarlo por debajo de cero. En ningún caso, las mujeres han llegado a volúmenes demográficos iguales o superiores al caso masculino. Y es que las mujeres siguen, aunque en proporciones mucho menores que en el pasado, asumiendo roles pasivos frente a la actividad laboral.
Ello es evidencia tácita que los esfuerzos sociales realizados no han podido lastrar completamente una desigualdad social que aún hoy imprime su huella en la visible desventaja de participación laboral por parte de las féminas. Es decir, las mujeres cienfuegueras son depositarias de una cultura que las limita a una incorporación plena dentro del grupo de población que acomete la producción material e intangible de su sociedad.
La mirada desde el género y la cultura en las perspectivas de la población hacia el año 2030.
Según la proyección en el año 2030, el mayor impacto de la evolución demográfica devendrá en trascendentes modificaciones en la estructura sexoetaria de la población y se enfatizará en el envejecimiento de la estructura por edades. Serán evidentes signos de inestabilidad dentro del grupo que se encuentra entre las edades establecidas para acometer las actividades productivas.
Entonces, de continuar inalterable los niveles actuales de participación en cada sexo, los cambios exclusivamente demográficos, durante la segunda y tercera década del siglo XXI, apenas registrarían un progreso en materia de incorporación laboral de poco más de 3 mil activos, como resultado de un ralentizado ritmo de incremento que se verificó en el año 2015. Momento en el que comenzó un apresurado decrecimiento en el volumen de la PEA, originándose pérdidas totales que significan 13596 efectivos.
Este es un comportamiento esperado, los hombres apenas incrementaron 3045 activos hasta el año 2015. Luego comenzó una visible contracción de 9389 activos para unirse a la tendencia que experimentan las mujeres. Estas advierten decrementos de 7292 activas. Entonces, al concluir el período 2010-2030 el monto de la PEA femenina representará aproximadamente apenas la mitad del total de hombres activos. Por tanto, no es suficiente que las mujeres continúen siendo objeto del avance o nuevas transformaciones sociales, sino sujetos de las mismas, a partir de perspectivas que demandan nuevos roles frente a las actividades productivas.
La experiencia de los últimos cincuenta años evidencia igualdad objetiva entre hombres y mujeres con impacto desigual sobre la subjetividad social. Y es que estos resultados parecieran dar cuenta que por sobre el proceso de construcción social colectivo en las sucesivas generaciones, el proceso histórico cubano y la acumulación de conocimientos, se sobrepone la inercia que significa vivir en un cultura netamente patriarcal. Todo ello expresado en valores, costumbres y tradiciones, que trasmitiendo estereotipos de género entre generaciones, ya bien sea por la familia, la escuela, los medios de comunicación y otros, así como una percepción acrítica de los roles tradicionalmente desempeñados por las mujeres y su incompatibilidad con la pauta masculina; reimprimen las subjetividades sociales.
Tal escenario se presenta como enorme desafío en el futuro inmediato, puesto que solo iniciándose un incremento en la presencia de la mujer en la actividad económica, a partir de un aumento sostenido y máximo en los niveles de actividad hacia el logro de un modelo límite de incorporación femenino, se conseguiría un verdadero y efectivo efecto supresor en la notable contracción que sufriría toda población activa cienfueguera. De esta forma, en el mismo horizonte temporal, la PEA habría de crecer alrededor de 30795 activos; enfatizando en el caso de las mujeres, que con un monto de 22729 féminas representan más del doble de las necesidades de incremento en el caso de los hombres.
Se corrobora el diferencial expresado entre las variantes de proyección máxima y constante. No quedan dudas de que la mujer cienfueguera es la que ha de ser depositaria de mayores esperanzas en el incremento de sus niveles de participación. En el año 2030, si se lograra una Población Económicamente Activa alrededor de 218173 sujetos productivos, se habrá requerido de una incorporación neta de 41667 activas más, sobre el monto de 51479 féminas que estarían incorporadas, según la variante constante de proyección. Dicho monto representa el 68% de los 60837 efectivos necesarios.
Sin perder de vista el caso de los hombres, que a pesar de menor representación, igualmente precisa de una tendencia ascendente en la inserción laboral. Todo lo anterior resume la complejidad y la importancia de la cultura en la solución de esta problemática. La actuación no solo ha de dirigirse hacia el avance de políticas sociales en las que ha estado implícita la equidad de género, sino en acciones encaminadas al logro de cambios en el pensamiento y concepciones asimétricas entre ambos contextos; especialmente para el empleo.
Sin dudas, para poder construir la realidad que se desea en el futuro de la capacidad productiva, se deben incluir estrategias y/o acciones en las políticas públicas que impliquen con más insistencia la inserción de la mujer al trabajo y para ello se requiere de transformación de los procesos psicosociales que la caracterizan y las sitúan aún hoy en roles pasivos y de inactividad. Por ende, las políticas públicas y las estrategias de desarrollo en esta provincia cubana han de considerar de forma explícita, acciones objetivas dirigidas a accionar en la subjetividad social.
Necesidades inmediatas de incorporación desde nuevos roles en las mujeres hacia 2030: A modo de conclusión.
Entonces, ¿qué acciones pudieran incluirse que impliquen cambios de roles y modos de actuación en la subjetividad social, a fin de lograr en el futuro inmediato el incremento de los niveles de participación femenina? En primer lugar, el logro de una cobertura plena de servicios sociales que se refiere a las posibilidades de que las madres con hijos en edades tempranas y/o escolares tengan acceso a círculos infantiles a fin de plena garantía en el cuidado de la población en las edades tempranas de la vida.
De igual manera, habría que pensar en el caso de los ancianos. La trascendencia del proceso de envejecimiento de la población implica que algunas mujeres, hijas en edad de trabajar, se encarguen del cuidado de sus padres que se incluyen en el grupo de edades avanzadas, por ende, la plena garantía de hogares y/o instituciones para el cuidado de ancianos, también resulta una acción a concretar en pos del incremento de la actividad. Roles estereotipados y pocas veces compartidos por las féminas como el cuidado de niños y/o adultos mayores es otro fenómeno que afecta su participación laboral.
Por otra parte, es necesario también iniciar la orientación hacia carreras tradicionalmente masculinas entre los grupos femeninos con edades escolares con la intención de eliminar un proceso de orientación profesional sexista. Es en los grupos donde se da la trasmisión directa de las exigencias culturales y donde las personas encuentran su máxima expresión como sujetos y objetos de las transformaciones socioculturales.
Asimismo, se requiere la promoción de espacios de debate público en escuelas y medios masivos de comunicación que promuevan la incorporación femenina en la economía y borren la huella indeleble de la mujer como amas de casa, esposa y madre, que aún limita su presencia en empleos productivos considerados exclusivos de proceder masculinos.
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