Liset López Francisco*
Profesora del Centro de Superación para la Cultura de Sancti Spíritus, Cuba
lisetlf1987@nauta.cuResumen 
  Con el  objetivo de valorar cómo la revista literaria “Horizontes” de Sancti Spíritus  refleja las ideas que defiende el movimiento feminista cubano entre 1935 y 1939  se realizó la siguiente investigación. Se utilizaron los métodos teóricos:  histórico-lógico, analítico-sintético, inductivo-deductivo, el  hipotético-deductivo y los métodos empíricos: análisis de documentos, análisis  de contenido y la crítica historiográfica. Se pudo concluir que la revista  “Horizontes” contribuye a la difusión de las ideas del movimiento feminista  cubano con su concepción de mujer moderna pero continúa reproduciendo  el discurso patriarcal de la época, es decir,  lucha por un cambio en la situación cotidiana de la mujer pero no cuestiona la  visión androcéntrica que se tiene en la sociedad de las féminas, por lo cual no  se logra una transformación radical de su realidad.
  Abstract
  For the sake of appraising how the  literary review "Horizontes" of Sancti Spíritus reflects the ideas  that the Cuban feminist movement defends between the years 1935 and 1939 the  following investigation was accomplished. They theoretic methods employed were:  historic - logician, analytical - synthetic, inductive - deductive, the  hypothetic deductive and the empiric methods: documentary analysis, analysis of  contents and the historic criticism. It could be concluded that the literary  magazine “Horizontes” contributes to the diffusion of the ideas of the Cuban  feminist movement with his conception of modern woman, but continue reproducing  the patriarchal speech of the epoch, it fights for a change in the woman's day  by day situation but does not question the androcentric vision that the society  has about women as a group, for which it fails to make a radical transformation  of his reality. 
  Palabras claves 
  Movimiento feminista,  Sancti Spíritus, mujeres espirituanas, revista Horizontes, República  neocolonial.
  Key words
  Movement  feminist-Sancti Spíritus-espirituanas women-Horizontes magazine-Republican  stage.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato: 
Liset López Francisco (2017): “El movimiento feminista cubano desde las páginas de la revista literaria Horizontes de Sancti Spíritus (1935-1939)”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (enero 2017). En línea:
 https://www.eumed.net/rev/caribe/2017/01/feminismo.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1701feminismo
Introducción
En la década de los 60  se inicia un cambio en el discurso de la historiografía tradicional, debido a  la intensa movilización social y política en favor de los derechos civiles. En  este contexto la historia orienta sus estudios hacia los grupos marginados o  carentes de poder, entre ellos las mujeres. A partir de ese momento se abordan  las investigaciones a partir de sus experiencias, se trata de captar la  realidad a partir de la visión de las féminas. Esto supone partir de la  concepción que las relaciones desiguales entre hombres y mujeres son productos  a construcciones sociales inherentes a toda formación social. 
A partir de las  investigaciones realizadas con esta nueva óptica se ha podido visibilizar el  papel de las mujeres a lo largo de la historia y demostrar el estado de  dependencia y represión en que se encuentran muchas de ellas. 
En el caso de Cuba a la  historia de mujeres le falta un largo camino por recorrer ya que implica  vincularla con el concepto del género debatido en la actualidad.  Algo a lo cual los  historiadores aún se resisten, pero que sin duda, abre las puertas de las  nuevas perspectivas de la interpretación histórica (Soñora  Soto, 2011: 5). Se  hace imprescindible ampliar las temáticas y enfoques que sustituyan las  respuestas dadas por la historia tradicional, impuestas como absolutas. La  historia de la Isla está marcada durante años, no solo porque son hombres los  que escriben la historia sino que las mujeres que hacen historia están  adiestradas en explicar la realidad a través de los modelos masculinos. 
Al revisar los estudios  realizados a nivel internacional sobre las mujeres y su vinculación con la  prensa se encuentra la investigación “Tradiciones, rebeldes, precursoras:  instrucción y educación de las mujeres españolas a través de la prensa femenina  (1900-1970)”de las españolas María Rebollo Espinosa y Mariana Núñez Gil, en  la cual utilizan como fuentes las revistas femeninas para analizar la educación  que estas reciben, al partir de la concepción que las revistas son escuelas de  papel donde se aprenden diversas formas de ser mujer, sin embargo no tienen en  cuenta en su análisis que en la educación existen otros procesos socializadores  de mayor influencia como la familia y la escuela.  
La tesis de las  periodistas costarricenses Fanny Cordero y Maribelle Quirós, presentada bajo el  título “Reconstruyendo la historia de las mujeres periodistas en Costa Rico”  en el cual a partir de los textos publicados por mujeres entre 1870 y 1900 se  hace un análisis de la contribución de las mujeres a la consolidación del  Estado liberal y su lucha en la defensa de los espacios e ideales sociales pero  no para reivindicar sus propios derechos. El estudio es realizado desde la  perspectiva cuantitativa, a partir de las cifras que ofrece de la presencia de  mujeres y su historia, sin profundizar en análisis sobre la condición de  subordinación de las féminas en una sociedad dominada por los hombres. 
En Cuba, Julio César  González Pagés, es el autor de obligada consulta cuando de mujeres se va a  investigar. En su libro “En busca de un espacio: historia de mujeres en Cuba”,  se aborda la historia del feminismo a partir de la vertiente del sufragismo  desde los primeros años del siglo XIX hasta el triunfo de la Revolución. El  estudio realiza un análisis riguroso del proceso de lucha de las mujeres  cubanas en la defensa de sus derechos, a través de diferentes medios, entre  ellos la prensa pero sus observaciones se focalizan en La Habana y en algunos  puntos del interior del país, por lo que no toma en cuenta los diferentes  movimientos que se están sucediendo en diferentes regiones de la Isla. 
Otro de los  investigadores que tratan la temática femenina es María del Carmen Barcia, en  su libro “Mujeres al margen de la historia” donde aborda el tema de la  mujer desde espacios diferentes como el de la prensa. Analiza la  revista “Minerva” que desde finales del siglo XIX y principios del XX, en la  ciudad de Cienfuegos, es la vocera de las demandas sociales de las negras y  mestizas, sin dejar de lado las relativas a la emancipación jurídica de las ex  esclavas. Sin embargo, no se realiza un estudio de la situación de  subordinación que se encontraban las mujeres blancas que estaban en las mismas  condiciones de discriminación por su sexo. 
De esta autora se  encuentra, el libro “Capas populares y modernidad en 
Cuba (1878-1930)”, donde se aborda  la historia de la gente sin historia (negros, mulatos e inmigrantes españoles)  y se incluyen a las mujeres. En el texto se estudian los inicios del movimiento  feminista en su defensa de los derechos de la mujer y su reflejo en la prensa  desde finales del siglo XIX y principios del XX. Como limitación se puede  señalar que las observaciones realizadas son desde los referentes habaneros,  sin tener en cuenta las particularidades de este movimiento en el interior del  país.
 A nivel regional se encuentra la tesis de  maestría sobre “Prostitución y estado-nación entre 1902-1925:  particularidades en la provincia de Villa Clara” Roide Alfaro Velázquez en  la cual se abordan las características del fenómeno de la prostitución femenina  en la región central del país pero sin profundizar en las transformaciones que  a nivel de conciencia tenían las mujeres. Durante esta etapa grupos de féminas  se habían organizado principalmente en La Habana para alcanzar una serie de  derechos que le permitiera una participación en la vida social igual a la de  los hombres. 
La investigadora Esperanza Méndez Oliva en su libro “La  estirpe de Mariana en Las Villas” realiza un estudio sobre la presencia de  la mujer villaclareña en las diferentes etapas de la historia de la región. Destaca la  figura de la   villaclareña Ofelia Domínguez que durante el auge del  movimiento feminista en Cuba, a inicios del siglo XX, jugó un papel relevante  en la defensa de los derechos políticos y sociales de las féminas, lo cual es  reflejado en diversos medios de prensa nacionales. Como limitación de este  estudio es que trabaja las mujeres de Villa Clara, sin mencionar la labor que  están desarrollando mujeres del resto de las ciudades de la región central. 
En la historiografía  espirituana, a partir de la revisión realizada, se puede apreciar que las  investigaciones desde la perspectiva de género han sido poco abordadas. El  investigador Orlando Barreras en su libro “Estudios de historia espirituana”  de 1994, de obligada consulta para toda persona que desee conocer de la  evolución en el tiempo de la ciudad de Sancti Spíritus, realiza apuntes  aislados sobre las mujeres. Así aparece que el 10 de abril de 1929 fallece en  la ciudad la destacada poetisa Lucrecia González Consuegra, considerada una de  las precursoras del movimiento feminista en Cuba. 
Desde la historia de la  educación se encuentra la investigación de las profesoras Carmen A. Rodríguez y  Delvia Castellanos, “La presencia de la mujer espirituana en la educación  del siglo XIX”. Se destacan las figuras femeninas que más contribuyen en la  educación a la formación de un pensamiento más progresista, sin embargo, el  análisis se realiza de forma individual, sin tener en cuenta el movimiento de  emancipación que estaba teniendo la mujer a nivel nacional e internacional. 
Dentro de la etapa  republicana se encuentra el estudio de Zandra Rodríguez sobre “La  prostitución, a través del estudio de la vida cotidiana del prostíbulo Vista  Alegre de Yaguajay entre 1941 y 1954” de 2010, la cual desde una perspectiva de la  microhistoria realiza el análisis de la prostitución para comprender la  evolución del fenómeno a escala local. El estudio no se extiende más allá del  análisis de este grupo marginado sin ver otros espacios de la sociedad donde  son discriminadas por su condición de mujer. 
A partir de la revisión  realizada se puede constatar que son escasas las investigaciones históricas  realizadas sobre mujeres en Sancti Spíritus. Los estudios, en su mayoría, han  estado dirigidos a la descripción de las condiciones políticas, económicas y  sociales del territorio a lo largo de la historia, obviando el papel de las  féminas, principalmente en los inicios del siglo XX, cuando recibieron las  influencias de las organizaciones femeninas fundadas en La Habana y Camagüey.  Esto trajo como consecuencia una mayor participación de la mujer espirituana en  la vida social, lo cual unido a la instrucción recibida le permitió su  desarrollo en campos antes solo destinados a los hombres y uno de estos  espacios es la prensa. 
Durante la etapa de la República   Neocolonial Burguesa en Sancti Spíritus se editan numerosos  periódicos y revistas, entre ellas se destacan las revistas “Ibis” (1910),  “Horizontes” (1935-1939) y “Esperanza” (1937), las cuales son dirigidas por  mujeres. Entre ellas se destaca “Horizontes”, la cual se declara defensora de  los derechos de las mujeres y dedica sus espacios a resaltar la labor y los  triunfos alcanzados por las féminas, en un período donde el movimiento  feminista cubano ha alcanzado los principales derechos y su objetivo ahora es  consolidar lo alcanzado, manteniendo a las féminas como actor activo en la  sociedad, para evitar de nuevo su reclusión en el hogar. Por tal motivo la  etapa de 1935-1940 puede considerarse de preservación y fortalecimiento de los  logros alcanzados por las mujeres agrupadas en diversas organizaciones. Valorar  cómo la revista literaria “Horizontes” de Sancti Spíritus refleja las ideas que  defiende el movimiento feminista cubano entre1935 y 1939 es el objetivo que se  propone el siguiente artículo.  
En su realización se  utilizaron los métodos teóricos: el histórico-lógico, el analítico-sintético,  el inductivo-deductivo y el hipotético-deductivo; los métodos empíricos: análisis  de documentos, análisis de contenido y la crítica historiográfica. La muestra seleccionada para la investigación está compuesta por 38 números  de la revista “Horizontes”, los cuales abarcan el período de 1935 a 1939. Durante los  años de existencia se pueden marcar dos etapas importantes de su vida: una va  desde su creación en febrero de 1935 hasta septiembre de 1936, en la cual se  declara como vocero de los intereses de la mujer y varias de sus secciones  están dirigidas a resaltar el papel de las féminas; la segunda, es a partir de  octubre de 1936 cuando es declarada Órgano Oficial de la Biblioteca Pública   Municipal, por lo cual se enfoca a la promoción de los libros  y a la búsqueda de financiamiento para el arreglo de la biblioteca a partir de  los concursos de belleza aunque continúa resaltando el papel que vienen  desempeñando las mujeres en diversas áreas. Sus ejemplares se pueden encontrar  en el Archivo Provincial de Historia y la Sala de Fondos Raros y Valiosos de la Biblioteca Provincial,  ambas instituciones de la ciudad de Sancti Spíritus. 
La novedad de esta  investigación radica en que es un estudio regional de las manifestaciones del  movimiento feminista cubano, lo cual permite demostrar sus particularidades con  respecto a otras regiones del países pacíficamente La Habana, donde hasta el  momento se han realizado los principales estudios. Esto permite validar o  refutar las afirmaciones que sobre el tema han realizado investigadores desde la capital. Además,  reconoce el papel de las mujeres espirituanas que no estuvieron ajenos a las  influencias de este movimiento y desde una posición conservadora abogaron por  los derechos de la mujer a tener una mayor inclusión social. De esta forma se  abre el camino para futuras investigaciones que puedan profundizar en el tema. 
El feminismo y sus referentes teóricos como movimiento social. Las mujeres en la prensa escrita.
El  feminismo es un término de reciente aparición si se compara las primeras luchas  de las mujeres reclamando sus derechos. Según plantean algunos autores, existe  un pensamiento y una actividad feminista mucho antes de que el término se  utilizara.
     Según las autoras Alda Facio  Montejo y Lorena Fries Monleón el feminismo es: 
  “Toda teoría  pensamiento y práctica social, política y jurídica que tiene por objetivo hacer  evidente y terminar con la situación de opresión que soportan las mujeres y  lograr así una sociedad más justa que reconozca y garantice la igualdad plena y  efectiva de todos los seres humanos. En otras palabras, es un movimiento  heterogéneo, integrado por una pluralidad de planteamientos, enfoques y  propuestas” (1999: 25)
     Aunque el feminismo no  es homogéneo, ni constituye un cuerpo de ideas cerrado, ya que las mismas  posturas políticas e ideológicas que abarcan toda la sociedad, se entrecruzan  en sus distintas corrientes internas, se puede decir que es un movimiento  político integral contra el sexismo en todos los terrenos y que expresa la  lucha de las mujeres contra cualquier forma de discriminación. Este propugna un  cambio en las relaciones sociales que conduzca a la liberación de la mujer a  través de eliminar las jerarquías y desigualdades entre los sexos.  
     El estudio de forma  sistemática sobre la condición de las mujeres, su papel en la sociedad y las  vías para lograr su emancipación, van conformando el objeto de la teoría  feminista, la cual además de diagnosticar a la población femenina, busca  explícitamente los caminos para transformar esa situación. Los efectos  reflexivos de las luchas de las mujeres por su liberación no es un pensamiento  lineal, sin embargo, ha sido posible reconstruir los principales ejes temáticos  y las modulaciones de pensamiento en cuanto que tiene sus referentes clásicos y  sus propias fuentes de autoridad conceptual.
     Esta juega un papel  fundamental dentro del movimiento puesto que la ideología patriarcal está tan  firmemente interiorizada, sus modos de socialización son tan perfectos que la  fuerte coacción estructural en que se desarrolla la vida de las mujeres  presenta para buena parte de ellas la imagen misma del comportamiento  libremente deseado y elegido. Según la especialista Celia Amorós:“los  movimientos sociales feministas sin teoría crítica son ciegos, igual que la  teoría sin los movimientos son vacías” (Amorós Puente y De Miguel Álvarez,  2005: 185). 
     El primer intento de  establecer una teoría feminista es de Shulamith Firestone, quien analiza con  gran rigurosidad la situación de la mujer en la familia, la sexualidad, la  cultura y amor, llegando a la conclusión que la mujer se encuentra oprimida en  todas estas dimensiones (Astelarra Bonomi, 2005: 58).
     La teoría feminista se  realiza dos preguntas claves referidas a: ¿Qué se ha escrito de las mujeres? y  ¿Por qué todo es cómo es? Estas interrogantes cambian la interpretación que se  tiene de la realidad; se llega a la comprensión que el conocimiento que se  tiene hasta el momento es derivado de las experiencias de un segmento de la  sociedad: los hombres (Ritzer George, 2006: 355). Por  tanto, su objetivo va dirigido a abordar los temas desde la perspectiva de las  mujeres.  
     A partir de estos  cuestionamientos se ha podido determinar que las mujeres están presentes en la  mayoría de las situaciones sociales y que han desempeñado papeles que difieren  considerablemente de la concepción popular de ellas (como ejemplo, madres y  esposas pasivas). Pero aunque estas se encuentran activamente presentes en la  mayoría de las situaciones sociales, los estudiosos y actores sociales han  estado ciego ante su presencia, su invisibilidad constituye sólo un indicador  de esta desigualdad (Ídem, 355). Esta perspectiva ha determinado que ciencias  como la sociología hayan teorizado sobre la temática de la mujer y permitido  visualizar las condiciones sociales que favorecen su opresión. 
     Para tener una  comprensión cabal de la teoría feminista se debe partir que esta se compone de  los escritos feministas que tienen una larga historia y la postura que han  adoptado los sociólogos sobre la cuestión femenina desde la mitad del siglo XIX  hasta la década de los 60 del siglo XX. En cuanto al primer punto las mujeres  han escrito diversas teorías feministas que se pueden resumir en tres tipos:  una orientación centrada en la diferencia entre los géneros, otra en la  desigualdad de los géneros y otra en la opresión de los géneros (Ídem: 362). 
     Las feministas han  tenido que analizar las realidades de las distintas mujeres desde todas  aquellas perspectivas que favorecen la opresión femenina. Así, disciplinas como  el Derecho, la Filosofía, la Medicina, la Literatura y la Sociología han permitido  comprender su estado como producto de la lógica del sistema capitalista. En  cuanto a la relación con la sociología y la teoría feminista las sociólogas no  han tenido un papel central en la carrera y los clásicos como Spencer, Weber,  Durkheim hasta Parsons no le han dedicado gran atención a esta temática y si lo  hacen es desde posiciones conservadoras.
     Se puede decir que los  sociólogos más destacados hasta la década del 60 del siglo XX, no están a favor  de la emancipación de la   mujer. Esto se puede ver expresado en la teoría del sociólogo  norteamericano Talcott Parsons (1902-1979), la cual plantea que en la familia  debe darse una división sexual del trabajo, donde los hombres y mujeres tengan  bien definidos su rol (Ídem: 363). A las féminas le asigna el funcionamiento  interno del hogar y el cuidado de los hijos y maridos; para esto deben ser  gentiles, enriquecedoras, amables y afectivas, si esto no ocurre de tal forma  la vida familiar se destruye debilitando la estructura social. 
     Se puede decir que en  la historia de la sociología ha prevalecido una linealidad en cuanto al  análisis de la razón que se ha presentado como universal y absoluta, lo que  trae como consecuencia la exclusión de la mujer, o en el mejor de los casos,  son subsumidas al rol de esposa y madre porque la lógica, la racionalidad y la  fuerza son atributos masculinos; mientras que la emotividad, la intuición y la  sumisión, son femeninos (Muñoz Marín, 2001).
     Resulta paradójico que  la sociología en cuyo objeto de estudio se encuentra el estudio del problema de  las desigualdades, no haya tenido en cuenta la determinación social en la  diferencia entre los sexos, como desde los primeros años de vida se socializan  normas y patrones de conducta diferentes para hombres y mujeres. De esta forma  se destina a las mujeres el ámbito de la vida privada y a su compañero la  esfera de lo público. 
El movimiento feminista  propugna por un cambio que conduzca a la liberación de la mujer que por siglos  ha estado sometida bajo el sometimiento del hombre. Sus modos de actuación han  variado a lo largo de la historia, teniendo en cuenta los objetivos que se han  propuesto las mujeres en cada momento. Al indagar sobre su origen aparecen dos  versiones: unos lo ubican a finales del siglo XIII cuando Guillermine de  Bohemia plantea crear una iglesia de mujeres; y otros lo ubican a mediados del  siglo del XIX, cuando las mujeres comienzan a luchar de forma organizada. 
     Al estudiar sus  diferentes etapas o momentos, la autora Samara de las Heras se une al criterio de  la filósofa española Amelia Valcárcel que plantea como primera ola el feminismo  ilustrado y no el sufragismo como defienden la bibliografía anglosajona y  feministas españolas como Carmen Castells (Freedman  Emma, 2004: 18).De esta forma se aborda una primera etapa, del feminismo  ilustrado, que como su nombre lo indica viene de la Ilustración hasta mediados  del siglo XIX; una segunda etapa, el feminismo liberal sufragista, que se  extiende hasta las primeras décadas del siglo XX y por último, el feminismo  radical de los 60 y 70 del cual se desprenden los diferentes movimientos  feministas de la actualidad.
La Ilustración y la Revolución Industrial  proporcionan un ambiente favorable a finales del siglo XVIII y principios del  XIX para la aparición del feminismo y otros movimientos reformadores. En  Francia, los clubes de mujeres republicanas piden que los tres ideales de la  época (libertad, igualdad y fraternidad) se apliquen por igual a los hombres  que a las mujeres. Estas mujeres animadas por el discurso político de la Revolución Francesa  se basan en el paradigma universal de la igualdad natural y política. Sin  embargo, los debates de la   Asamblea Nacional durante la Revolución niegan el acceso de  las mujeres a la soberanía política, es en definitiva, la exclusión de éstas de  unos derechos supuestamente universales.
     El primer acto  feminista fue llevado a cabo por la francesa Olimpia de Gouges, quien parafrasea en  1791 la   "Declaración de Derechos del Hombre y del  Ciudadano", designándole el nombre "Declaración de los Derechos de la  Mujer y de la Ciudadana", la cual en su primer artículo declara: “La  mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos” (Falcón O’Neill,  1992: 57). Su gran contribución es el  reconocimiento de la personalidad jurídica de las mujeres como parte integrante  del pueblo soberano, la equiparación de sus derechos a los del hombre, y la  reivindicación del sufragio como expresión de esa pertenencia al pueblo  soberano.
     Según plantea Cristina  Sánchez: “las ilustradas reivindican la inclusión de las mujeres en los  principios universalistas que la Ilustración mantiene: la universalidad de la  razón, la emancipación de los prejuicios, la aplicación del principio de  igualdad y la idea de progreso” (Sánchez Muñoz, 2005: 17). Desde estas fechas las mujeres reclaman el  reconocimiento de sus derechos, al haber participado en las mismas  confrontaciones que el hombre. 
     Por su parte Ana de  Miguel plantea que: “aun cuando las mujeres quedan inicialmente fuera del  proyecto igualitario, la demanda de universalidad que caracteriza a la razón  ilustrada puede ser utilizada para irracionalizar sus usos interesados o  ilegítimos, en este caso patriarcales” (De Miguel Álvarez, 2009: 55) y de  esta forma el feminismo supone la efectiva radicalización del proyecto  igualitario ilustrado.
     Del otro lado del Canal  de la Mancha las mujeres inglesas se lanzan a la calle a reivindicar sus  derechos. Son los hechos más sobresalientes del siglo: el aumento sin freno de  la riqueza, de las que las mujeres no participan, el empuje de las profesiones  mercantiles y liberales, que a ellas les están prohibidas, el nacimiento de las  doctrinas y movimientos sociales que ponen en cuestión el orden social, tan  caro a las clases dominantes e, incluso, intentan subvertirlo (Falcón O’Neill,  1992: 56).
     En 1792 Mary  Wollstonecraft escribe la   “Vindicación de los derechos de la mujer”, planteando  demandas inusitadas para la época: igualdad de derechos civiles, políticos,  laborales y educativos, y derecho al divorcio como libre decisión de las partes  (Susana Gamba, 2016). En su obra fundamenta que  las mujeres no son inferiores al hombre y que deben ser tratadas como seres  racionales. Plantea que las mujeres deben ser educadas racionalmente, de modo  que pudieran así contribuir a la sociedad. Se declara en contra de que las mujeres  sean llamadas estúpidas y superficiales, pero dice que no es debido a una  deficiencia innata sino a que los hombres les han negado el acceso a la  educación. 
     Es importante señalar  que mientras la   Revolución Francesa es el marco propicio para que un sector  de mujeres inicie el camino de las luchas de liberación femenina, poniendo el  acento en la conquista de las libertades políticas y cívicas, a imitación de  los objetivos teóricos que sus coetáneos burgueses defienden con el objetivo de  implantar el modo de producción capitalista, la Revolución Industrial  inglesa es el caldo de cultivo del movimiento sufragista (Falcón O’Neill, 1992:  54). Este es el primer movimiento organizado dentro del movimiento feminista. 
     Esta primera ola de  argumentación y activismo feminista se halla estrechamente vinculada a la  Teoría de los derechos humanos, puesto que el feminismo nace en el tiempo en  que se lucha por los derechos.  Es en ese  contexto intelectual y filosófico ilustrado, que deviene progresivamente  dominante en la Europa de los siglos XVII y XVIII, cuando aparecen los derechos  del hombre, concepto que ha sido fundamental en el pensamiento feminista,  puesto que durante casi doscientos años, las vindicaciones feministas han  tenido como meta propiciar el igual reconocimiento de derechos a todos los  seres humanos, independientemente de su sexo. 
     Como recuerdan Elena  Beltrán Pedreira y Virginia Maquieira D’Angela:
   “la vindicación es posible gracias a la  existencia previa de un corpus de ideas filosóficas, morales y jurídicas con  pretensiones universalistas, esto es, aplicables a toda la especie humana, y  esta va unida a la idea de igualdad, puesto que la noción de igualdad genera vindicaciones  en la medida misma en que toda vindicación apela a la idea de igualdad” (2005:  25).
     Por tal motivo, se  puede afirmar que el feminismo y la teoría de los derechos humanos, están estrechamente  vinculadas, y este va a ser el origen de los movimientos feministas dirigidos  al reconocimiento social de la mujer.
     La autora  Ana de Miguel al analizar  el movimiento feminista en esta etapa expone como las mujeres en las  reivindicaciones afirman orgullosas sus derechos y con dichos escritos “se  produce el paso del gesto individual al movimiento colectivo: la querella es  llevada a la plaza pública y forma de un debate democrático: se convierte por  primera vez de forma explícita en una cuestión política” (De Miguel Álvarez,  2000: 218)
     Las ilustradas  reivindican la inclusión de las mujeres en los principios universalistas que la  Ilustración mantiene: la universalidad de la razón, la emancipación de los  prejuicios, la aplicación del principio de igualdad y la idea de progreso. En  definitiva, el objetivo de estas propuestas teóricas de la llamada Ilustración  consecuente es hacer evidentes las incoherencias y contradicciones del discurso  ilustrado, del mismo modo que la finalidad del feminismo posterior ha sido  mostrar las incongruencias de los discursos teóricos y de las prácticas  sociales dominantes.
     Según plantean investigadores (Sánchez Muñoz, 2005: 17) las primeras reivindicaciones de las mujeres se  centran principalmente en los derechos económicos, educativos y políticos. No es de extrañar pues  que se vea en la educación el vehículo idóneo para colocar a las mujeres en  plano de igualdad con los hombres sino además potenciar la autonomía de las  mujeres. Este es además, junto al derecho al trabajo, la piedra angular del  feminismo que viene llamándose social, frente a una corriente más centrada en  la igualdad política y la lucha por el sufragio. Es precisamente en este ámbito  de reivindicación donde más se destaca el feminismo en el siglo XIX.
     En el movimiento  feminista humanista las mujeres luchan por la reivindicación del derecho a la  igualdad con respecto al hombre, demostrando las contradicciones del discurso  ilustrado que asume una posición patriarcal al excluir a las féminas de sus  demandas. De esta forma los discursos feministas desde esta etapa van a  reclamar que se reconozca la igualdad y la libertad femenina. Precisamente, la  segunda etapa de este movimiento con su tendencia sufragista va a continuar en  la defensa del reconocimiento de la ciudadanía de las mujeres. 
El siglo XIX es un  siglo ambivalente y complicado para las mujeres y para el feminismo, en él se  van a desarrollar fuertes luchas en favor del derecho de sufragio para la mujer. Las sufragistas  van a defender el acceso a los derechos  políticos y cívicos, a puestos diplomáticos y políticos, y al desempeño de toda  clase de profesiones sin faltar el cumplimiento de sus obligaciones familiares,  mientras argumentan la posibilidad y hasta la facilidad para desarrollar tantas  tareas a la vez (Falcón O’Neill, 1992: 55).
     A finales del siglo XIX  y principios del XX aparece el feminismo liberal sufragista. La reivindicación  del voto femenino es una de las causas principales de movilización de las  mujeres. Esto es así porque las feministas piensan que el voto les da acceso a  los centros de decisión políticos y les permite elaborar leyes que eliminen las  otras desigualdades sociales. El camino hacia el voto no es fácil y está lleno  de escollos y pequeñas victorias antes de acceder definitivamente al sufragio.  Las sufragistas británicas, las más conocidas, son de las más activas y de las  que más radicalizan su discurso en esta etapa.
     Esta segunda etapa del  movimiento feminista va a estar más enfocada a un feminismo político por su  lucha por la obtención del voto femenino, a diferencia del feminismo social que  se ve en un primer momento. A esto se van a unir dos concepciones diferentes de  ser mujer, una que parte de la unidad de “lo humano” y otra que no olvida la  diferencia con respecto al hombre e insiste en las diferencias, por lo que  sitúa a la maternidad como eje principal que define a las mujeres. 
     En este punto deben quedar claras las diferencias entre feminismo y  sufragismo, en tanto, el primero es un movimiento social que ha emprendido una  significativa lucha en defensa de las mujeres, que abarca no solo el voto sino  contempla otras demandas sociales como el acceso a la educación, al trabajo  remunerado, la eliminación de la discriminación civil para las mujeres casadas,  etc; el sufragismo, es una de sus vertientes que defiende los derechos  políticos de las mujeres.
     El voto femenino, pese  a sus fundamentos teóricos cuestiona el orden vigente ya que implica la  presencia femenina en la esfera pública y cuestiona el monopolio masculino de  este espacio, lo cual parece incompatible con el discurso de la domesticidad y  del orden patriarcal. Las sufragistas son vistas como una amenaza para el  hogar, para la familia y hasta que ese miedo no es despejado, y conciliado el  papel de madres con el de votantes, no es posible que el sistema considere a  las mujeres ciudadanas. Esa conciliación se lleva a cabo sobre todo en la  crisis de la I Guerra   Mundial (1914-1918).
     La primera conflagración con repercusión internacional marca una  tregua en las demandas sufragistas y es un  punto de inflexión decisivo en la concienciación social de la mujer que se ve  obligada a realizar las tareas habituales del hombre, poniendo de relieve que  si es competente para realizar trabajos propios del varón también lo es para  gozar de sus derechos. Por tal motivo, tras el conflicto en el que las mujeres  acumulan méritos como la mano de obra que permite el funcionamiento de la  economía, alientan sus demandas del derecho de sufragio, el cual tiene que ser  finalmente reconocido.  Este es el caso  de las británicas que en 1918 una nueva ley electoral permite a las mujeres  mayores de 30 años obtener el derecho de voto. Diez años después, en 1928, la  ley "Equal Franchise Act"  hace  que por fin  todas las mujeres mayores de edad alcancen el anhelado  derecho de sufragio.
     Desde los años 20 hasta los sesenta las consecuencias de la influencia  del ideario sufragista se viven en el seno del Movimiento sobre todo por las  mujeres de los partidos políticos. La influencia de la ideología burguesa en  unos, y de la ideología socialista en otros, es todavía determinante para el  feminismo, estos continúan situando a las mujeres en su papel reproductor y  mantenedor de la familia, lo cual constituye una desventaja, tanto para el  desarrollo personal de las mujeres en lo profesional y en lo político, como  para la posibilidad de constituir el Movimiento Feminista en organización  política que se decida a iniciar el asalto al poder. 
     Finalizada la Segunda Guerra Mundial, el movimiento  reivindicativo de las mujeres disminuye sus niveles de actividad puesto que la  mujer ha alcanzado su derecho. Este siente remover sus cimiento cuando se  publica “El Segundo sexo” (1949) de Simone de Beauvoir, el cual marca una pauta  para el feminismo al analizar el porqué de la existencia de la mujer como el  Otro. Se pone de manifiesto el origen de la ancestral superioridad económica,  social y simbólica del mundo patriarcal y acuña la frase “No se nace mujer,  se llega a serlo” (Bertrand de Beauvoir, 2005: 4).
     Esta obra plantea que el feminismo nunca ha sido un movimiento  autónomo y que como sexo nunca han buscado desempeñar un papel en la historia y  que cuando han intervenido ha sido de acuerdo con los hombres y desde  perspectivas masculinas. Cómo se llega a ser mujer en las sociedades  patriarcales, es lo que demuestra esta autora, y esto parte desde la infancia  donde se educan diferentes las niñas y los niños. 
     Simone de Beauvoir para realizar esta investigación parte de la  esencia de ¿Qué significa ser mujer?, a partir de ella realiza un análisis en  el que va demostrando que la mujer es construida socialmente y que en la  sociedad actual la construcción es masculina, por lo cual apartan a las féminas  para un lado. Esta reflexión tiene una fuerte influencia en las teorías que se  elaboran en las décadas posteriores. Según plantean investigadores 
  “El Segundo Sexo es un libro a destiempo, pues por un lado el  sufragismo parece que se ha desactivado tras el reconocimiento del derecho al  voto femenino, y por otro, adelanta los grandes temas del feminismo de la  segunda mitad del siglo XX e inicia un nuevo camino en la teoría feminista”(De  Miguel Álvarez, 2009: 55)
     En esta segunda etapa del movimiento feminista las mujeres alcanzan  una serie de derechos por lo que su empuje disminuye y se intenta hacerlas  retornar al hogar para el cuidado de los hijos y el esposo, pero “El Segundo  Sexo” expone al mundo que las bases estructurales de la opresión hacia la mujer  todavía están presentes en la sociedad, por lo cual se continúa bajo el dominio  del sistema de patriarcado. Esto sienta las bases para la tercera etapa del  movimiento feminista, que viene marcada por profundas transformaciones en la  humanidad. 
Al revisar las primeras  conceptualizaciones teóricas del feminismo se puede apreciar que hacen uso de  análisis marxistas. El feminismo marxista  sostiene que la opresión de las mujeres se debe a la confluencia de los  sistemas patriarcal y capitalista, es decir, trata de conciliar teóricamente  tanto el feminismo como el marxismo, y defiende la complementariedad de su  análisis (De Miguel Álvarez, 2009: 56). Es cierto que, aunque marxismo y  feminismo comparten la misma noción de la naturaleza humana como resultado de  la relación entre biología, la sociedad humana y el entorno físico, en el  primero no se aborda teóricamente el patriarcado, cuando al realizar el  análisis del capitalismo la mujer surge del más importante desencuentro entre  ambos.
     Friedrich Engels (1975:  5) en su libro “Los orígenes de la familia,  la propiedad privada y el Estado” aborda la situación de la mujer, pues aunque  su principal preocupación es la opresión de clase social no por ello deja de  abordar la opresión de género. Plantea que la subordinación de la mujer es  consecuencia de un orden social que tiene raíces históricas el cual debe  cambiar y que el fundamento principal de la subordinación de las féminas reside  en la familia que constituye un sistema de roles dominantes y subordinados  donde el hombre es el que ejerce el poder. Además, analiza como el origen de la  sujeción de las mujeres no se basa en causas biológicas sino en el surgimiento  de la propiedad privada y en la exclusión femenina de la esfera de producción  social.
     La aparición de esta  teoría provoca una crisis en los paradigmas pues hasta el momento ninguna de  las grandes corrientes teóricas ha abordado la opresión de la mujer. De esta forma  abre un espacio teórico nuevo en la medida en que devela y cuestiona tanto los  mecanismos de poder patriarcales más profundos como los discursos teóricos que  pretenden legitimar el dominio patriarcal. Se impugna tanto las  conceptualizaciones de lo femenino como la escasez de poder de las mujeres en  las sociedades patriarcales (Cobo Bedia, 1995: 60).
     Karl Marx, en su  principal obra el “Capital”, no hace mención al tema de opresión de la mujer,  por lo que una de las principales críticas que  se le hace es su escaso análisis en relación con el tema de la mujer, al no  tener en cuenta el trabajo doméstico y verlo como algo natural, se puede  deducir que  la contribución de las  mujeres le parece invisible (Beechey Verónica, 2014). Aunque  hizo algunas alusiones al problema del salario femenino, al abordar las  ventajas que la mano de obra femenina había presentado el  capital durante la transición del feudalismo  al capitalismo, y el hecho de ser las mujeres el principal sector que compone  el ejército de mano de obra de reserva.
     El socialista August  Bebel (1986: 170-180) en su obra “La mujer y el socialismo”, concluye que la  opresión y la carencia de derechos de la mujer, su dependencia económica  respecto al hombre, así como la primacía de este último en la familia surgen  como resultado de la propiedad privada sobre los medios de producción.  Desenmascara dentro de la sociedad capitalista la sumisión y  la carencia de derechos de respeto para con  ella. Demuestra que las mujeres son perjudicadas en el proceso educativo y  formativo, lo cual va determinando el lugar a ocupar en esa sociedad, donde son  discriminadas por su género.
     Sin embargo, podemos  suscribir las palabras de Iris Marion Young cuando afirma que el feminismo  socialista no sólo ha enriquecido la teoría feminista sino que ha constituido  el desarrollo más profundo del marxismo. Como recuerda la profesora española,  “el feminismo pensado desde el socialismo –aunque poco estudiado por los  compañeros– ha entrado en el corpus teórico de muchos pensadores progresistas,  así como en las propuestas políticas del socialismo desde las justas  reivindicaciones de las mujeres. Poco a poco se va entendiendo que sin la  dimensión feminista, no puede hablarse hoy de socialismo (Molina Petit, 2005:  149).
     Sus compañeros Engels y  Bebel si analizan los orígenes y las causas por las cuales la mujer es  discriminada en la sociedad capitalista. Dejan establecido que solo la  transformación del capitalismo puede conllevar al fin de la opresión de la  mujer, esto es cuando la clase obrera tome el poder. Esta posición es asumida  principalmente por el feminismo radical, mientras que por otra parte, el feminismo  socialista considera que la mujer no constituye una clase social.
     Según los análisis  realizados por Marx en la familia proletaria han desaparecido todas las razones  que originan la subordinación de la mujer, por lo que suponen que la clase  obrera organizada, es decir, los sindicatos apoyen las reivindicaciones  femeninas por igualdad laboral. Sin embargo, son estos los que mantienen la  desigualdad salarial para que el hombre reciba una mayor remuneración  y la mujer trabajadora pueda volver al hogar.  De esta forma el interés de los capitalistas en reconstruir la familia  patriarcal coincidió con las demandas de la clase obrera (Astelarra Bonomi,  2005: 79).
     Para resumir se puede  decir que la teoría marxista feminista ve las causas de la opresión en el sistema  capitalista, al ser este el responsable de las desigualdades políticas y la  dependencia de la mujer. De  esta forma para lograr una equidad entre los sexos se hace imprescindible un  cambio de sistema social, si se sigue esta línea de pensamiento. 
     Por su parte, el  feminismo socialista plantea que existen dos sistemas de opresión: el  patriarcado y la sociedad de clases (Ídem: 79). Antes  de la Segunda   Guerra Mundial las tendencias que imperan en los partidos  socialdemócratas y comunistas con respecto al tema de la mujer son: rechazo al  tratamiento sobre lo femenino pues este es un asunto resuelto cuando triunfe la  revolución proletaria, el cual estaba representado por Rosa Luxemburgo;  por otra  parte, se trata de hacer una síntesis entre la doctrina dogmática del  proletariado redentor de todas las clases   y la necesidad de ocuparse, de la situación de opresión en que se  encontraban las mujeres. Por tal motivo, plantea que  no tiene por qué haber una organización  autónoma de las mujeres porque no hay más que un solo movimiento, una sola organización  de mujeres comunistas.
     Las socialistas plantean que la opresión de la mujer tiene causas  sociales y que su emancipación está vinculada al retorno a la producción y a la  independencia económica. A pesar de su enfrentamiento con las sufragistas  presentan un dilema: por un lado están conscientes que la emancipación femenina  es imposible en el capitalismo, sin embargo saben que para la dirección de  partido la cuestión femenina no es un asunto prioritario y es más bien visto  como una cuestión de la superestructura. 
     Estas cuestiones no son impedimento para que el movimiento feminista  socialista tenga unos fuertes cimientos. En ello juega un papel fundamental la alemana Clara Zetkin  (1854-1933) quien dirige la revista femenina “Die Gliechheit” (Igualdad)  y organiza una Conferencia Internacional de Mujeres en 1907(De Miguel Álvarez,  1995: 234).El socialismo marxista tiene en cuenta en sus críticas a la familia  y la doble moral, y relaciona la explotación económica y sexual de la mujer,  todo lo cual es generado por el sistema capitalista, siendo este la principal  causa del sometimiento de la mujer.
A inicios de la década de los 60 aparece el libro de Betty Friedan “La  mística de la feminidad” (1963), que ejerce una fuerte influencia en el  resurgimiento del movimiento femenino. En la obra se denuncia el malestar  cultural de las mujeres estadounidenses al analizar su sentimiento de molestia  y frustración en los años cincuenta, dedicadas por entero al hogar y los hijos,  por lo que reivindica para ellas la autonomía personal. Se describe a las  mujeres como esposas y madres relegadas al ámbito hogareño cercenando así toda  posibilidad de realización personal (De la Heras Aguilera, 2009:  58). Permite que muchas mujeres tomen  conciencia de la situación de opresión en que se encuentran, aunque se le  critica el individualismo que late en sus páginas y la creencia de que es  suficiente lograr la igualdad de oportunidades mediante la ley para solucionar  los problemas de identidad femenina y   desigualdad. 
     Esta obra demuestra como el control social informal ha sido eficaz al  hegemonizar un modelo de género que identifica a la mujer como madre y esposa y  se elimina toda posibilidad de realización personal pues se culpabiliza a las  que no son felices con este proyecto de vida. Se pone de manifiesto que no  puede darse un cambio social en las estructuras económicas, si no se produce a la vez una  transformación de las relaciones entre los sexos. A partir de este momento las  feministas norteamericanas van a ser un referente a nivel internacional por la  lucha que van a desarrollar, principalmente en la década de los 60, donde  constituyen un fuerte movimiento de liberación de la mujer que va a girar en torno  de la   Organización Nacional para las mujeres (NOW), que va a luchar  por los derechos civiles de las mujeres norteamericanas, empezando por el  trabajo. 
     Otras dos obras que son fundamentales en este período son “Política  sexual” (1970), de Kate Millet y “La dialéctica de la sexualidad” de Sulamith  Firestone. En estas se acuñan conceptos fundamentales para el análisis  feminista posterior, como patriarcado, género y casta sexual. Estas dos autoras  norteamericanas no sólo destacan por su producción teórica, también tienen una  activa participación en los diversos movimientos de mujeres, algo muy frecuente  entre las mujeres vinculadas al movimiento feminista.
     Estos libros marcan pauta en el movimiento feminista radical que a  partir de los años 60 surge en Europa y los Estados Unidos. Esta tercera etapa  del feminismo denominada también de liberación de las mujeres plantea tres  grandes áreas de actuación, que son aparte del acceso a las actividades y  puestos de los que están excluidas. En primer lugar, señalan que su biología no  las condiciona exclusivamente para ser madres; que tienen derecho a la  sexualidad, al control de su cuerpo y a decidir libremente sobre su maternidad;  en segundo lugar, que las relaciones entre los hombres y mujeres tiene un  componente de poder y tercero que existe una dicotomía entre lo público  (economía, política y cultura) y lo privado (la familia) donde el ámbito  privado es tan importante para el funcionamiento social como el público.
     El origen de este feminismo se encuentra en las mujeres que forman  parte de los movimientos de emancipación que surgen en esos años, las cuales se  sienten  profundamente  decepcionadas   por  el  papel   que desempeñan en su seno y deciden organizarse autónomamente. Así, su  primera decisión política es la separación de los varones y la constitución del  Movimiento de Liberación de la Mujer.
     Este feminismo emprende  una lucha larga por la consecución de reformas legales que palien las  desigualdades significativas en la educación con el acceso masivo a los estudios  universitarios;  en el trabajo como la  diferencia salarial y el acceso al voto en aquellos países donde aún no se ha  autorizado. Estas tienen su concreción en medidas legislativas a todo lo largo  de Europa desde los año 70 que garantizan la igualdad ante la ley, la igualdad  en las actividades económicas, etc. 
     En esos primeros años dos grandes temas sirven de eje tanto para la  reflexión teórica como para la movilización feminista. El primero está  representado por el lema Lo personal es político, que llama la atención  sobre los problemas de las mujeres en el ámbito privado; y el segundo es el  análisis de las causas de la opresión, en el cual el concepto de Patriarcado  desempeña un papel fundamental.
     Se ponen en cuestión  los tradicionales roles asignados a la mujer como esposa y madre de familia.  Autonomía e independencia de las mujeres y, por tanto, reivindicación de su  propio cuerpo y sexualidad (Otero Carvajal, 2016). Los  historiadores comienzan a interrogarse sobre la existencia específica de las  mujeres. Se abordan nuevos temas en los estudios como: la maternidad, los  alumbramientos, la prostitución, los trabajos propiamente femeninos y las  representaciones simbólicas de la mujer. Esta cultura en construcción se interroga  sobre sus límites, su transparencia y su complementariedad con relación a la  historia de los hombres.En ese sentido  Kathleen Barry escribe que:
   “La teoría feminista radical es el producto  de una comunidad de feministas y surge de la interacción de teoría y praxis (…)  Si bien hay diferencias entre nuestras diversas perspectivas teóricas, hay una  cosa en la que todas estamos de acuerdo: el poder colectivo e individual del  patriarcado (…) es el fundamento de la subordinación de las mujeres” (2005:  192)
     Las ideas adelantadas por Betty Friedan y, específicamente, la  exclusión de la esfera pública, así como la injusta discriminación (tanto legal  como de otros tipos) a la que están sujetas las mujeres, que impide su  autorrealización y la búsqueda de su propio interés, se convierten en el foco  de atención del feminismo liberal en las siguientes décadas. 
     En esta etapa el  movimiento feminista actúa en un doble plano: la demanda de la igualdad entre  los sexos, mediante modificaciones en el orden jurídico y político que hacen  factible dicha igualdad, a través de las campañas en favor del divorcio, del  derecho de aborto, de la igualdad de salarios, la no-discriminación por razones  de sexo, que desembocan en los ochenta en la reivindicación de políticas de  discriminación positiva, establecimiento de cuotas para las mujeres en todos  los planos de la vida social, destinadas a corregir, en la práctica, la  tradicional discriminación de las mujeres, progresivamente eliminada en el orden  jurídico; de otro lado, el discurso feminista desarrolla una crítica global a  la sociedad patriarcal y la reivindicación de la autonomía e independencia de  las mujeres, del control sobre su cuerpo y de la maternidad, pasando por la  igualdad de derechos, a la defensa de nuevos valores asociados a la feminidad,  para plantear un cambio sustantivo en las formas de organización y relación  social(Otero Carvajal, 2016). 
     La característica más  importante del feminismo radical, según María Luisa Balaguer, consiste “en  destacar sobre todo el aspecto biológico de la mujer y en su alcance como  factor de diferenciación del hombre” (Balaguer Callejo, 2010: 41-42). Silvina Álvarez considera que el feminismo radical  continua con la tendencia universalista que ha defendido el Feminismo desde las  primeras reivindicaciones ilustradas, ya que trata de superar la diferencia  como desigualdad y reclama para las mujeres unos derechos, una independencia  económica y una libertad sexual que son la expresión del reclamo de igualdad (Álvarez  Álvarez, 2005: 243-244).
     Se puede resumir que  los dos aportes más relevantes del movimiento feminista radical es la  organización en grupos, para la construcción de una teoría feminista desde su  experiencia personal y el otro, es el activismo de los grupos radicales, aunque  también se puede destacar la defensa del igualitarismo y el rechazo de la  jerarquía entre las propias mujeres.
     Con el paso del tiempo  de este movimiento se derivan numerosos grupos con diversas tendencias y  orientaciones, que heredan la fuerza  la  vitalidad de los feminismos de las décadas de los sesenta y setenta, por lo  cual es más correcto hablar de movimientos feministas. A mediados de la década  de 1980 con el reconocimiento de las multiplicidades y de la heterogeneidad del  movimiento se produce una crisis y grandes discusiones en su seno. Con la caída  del muro de Berlín, se observa una significativa desmovilización de las mujeres  pero en los 90 se produce una importante institucionalización del movimiento  con la proliferación de Organizaciones no Gubernamentales, la participación de  feministas en los gobiernos y organismos internacionales, y la creación de  ámbitos específicos en el Estado. 
     En la actualidad el  feminismo se diversificado teóricamente y es tratado como una teoría  transversal y la única característica en común que tienen todos los movimientos  feministas es la toma de conciencia por parte de la mujer de la opresión  padecida, todo lo demás varía según los intereses de distintos grupos de  mujeres, se pueden poner ejemplos como: el anarcofeminismo, el burgués,  cultural, el católico, el socialista, el radical, el bélico, el de la  diferencia, etc. En esta última etapa las feministas han ampliado sus acciones  que han sido dirigidas en la defensa de reformas legislativas como las leyes  sobre el divorcio o las leyes reguladoras del aborto, o mucho más tarde contra  el acoso sexual; o los cambios de mentalidad en cuanto a la violencia sexista  dentro y fuera del matrimonio.
     Al analizar las tres  etapas del movimiento feminista se puede resumir que sus demandas son el  reconocimiento de la igualdad con respecto al hombre en todos los ámbitos de la  sociedad y en la denuncia de que el sexo biológico se convierte en género  social, lo cual conlleva a una discriminación. A pesar de los intentos  realizados a través de la historia para revertir esta situación, la superioridad  del género masculino sobre el femenino se ha mantenido. Por tal motivo,  continúan apareciendo los movimientos feministas en diferentes momentos de la  historia, aunque en cada época las mujeres le imprimen sus particularidades,  pues mientras existan estas diferencias, las féminas seguirán reuniéndose para  reclamar sus derechos. 
Más cercanas a las mujeres de Cuba, en los primeros años del siglo XX,  se presenta la estrategia del feminismo norteamericano, que forma parte de una  tendencia burguesa reformista, consagrada a reconstruir la vida institucional  norteamericana a partir de principios racionalistas e igualitarios. Las  cuestiones vitales de esta reforma se plantean en el marco de la sociedad  civil, y pretende alcanzar cierto poder en el dominio de la vida y la esfera  pública a partir de que las mujeres tienen que definirse, no solo como madres y  esposas, sino también como ciudadanas (Kappeli Anne Marie, 2009). Algo que va a  diferenciar al feminismo norteamericano del que se desarrolla en Europa es que  este va a establecer alianzas con movimientos sociales como el abolicionista  mientras las feministas europeas van a ser voces aisladas.
     Las mujeres norteamericanas, ya en estos momentos, cuentan con una  larga historia en la defensa de sus derechos. Si se buscan sus orígenes hay que  remontarse desde el descubrimiento y la colonización cuando está al lado del  hombre en la construcción de un país. El inicio del Movimiento Antiesclavista  de 1830influye decisivamente  en la determinación de las mujeres para participar en la lucha política que va  creciendo en fuerza y extensión hasta el desencadenamiento de la Guerra de  Secesión. No es esta, por supuesto, una conducta que puede estimarse femenina  dentro de los cánones tradicionales, pero como la defensa de los intereses de  los hombres de la burguesía tradicional precisan de la abolición del esclavismo  para cumplir sus propósitos de implantación del modo de producción capitalista  en los Estados del Sur, permiten a sus mujeres la participación en sus campañas  políticas (Falcón O’Neill, 1992: 75-76).
     En 1848 es el año en  que las feministas estadounidenses, reunidas en la Convención sobre los  Derechos de la Mujer en Séneca Falls (New York), elaboran su declaración de  principios que queda para la historia como el “Manifiesto de Séneca Falls”,  considerado uno de los más importantes del mundo. Las resoluciones acordadas  por las mujeres que allí participan exigen la igualdad de derechos en distintos  ámbitos: en el matrimonio, en los salarios, en la propiedad y en la custodia de  los hijos; también denuncian las vejaciones sufridas por la mujer a lo largo de  la historia, entre ellas, el derecho de voto a los esclavos liberados  desconsiderando el sufragio femenino. 
     La postura de las  mujeres norteamericanas es debido a que las mismas aspiraciones que provocan en  Francia la aparición de los enciclopedistas y la Gran Revolución,  surgen también en los Estados Unidos cuando en los años 70 y 80 del siglo XVIII  luchan por su independencia con respecto de Inglaterra. Las primeras que abogan  por la igualdad de derechos políticos son Mercy Ottis Warren y la esposa del  señor Adams, y otras mujeres afines, lo cual trae como consecuencia que la  menos el estado de New Jersey conceda el derecho al voto, en fecha tan  temprana, aunque este se elimina en 1807. 
     Culminada la Guerra de Secesión (1861-1865) durante la  cual las mujeres defienden activamente la abolición de la esclavitud, se inicia  la separación entre los abolicionistas y el movimiento de las mujeres, pues se  teme la radicalización del movimiento feminista y solo se le concede el derecho  al voto a los negros, quedando excluida la mujer. A fines del siglo XIX y principios del siglo  XX, las feministas americanas dirigidas por Susan B. Anthony (1820-1906), Lucy  Stone (1818-1893) y Elisabeth Cady Stanton (1815-1902) y encuadradas desde 1890  en la   Asociación Nacional Americana por el Sufragio de la  Mujer  (National American Woman Suffrage Association), inician una activa  campaña por la consecución del sufragio y encaminan sus esfuerzos a forzar un  cambio en la constitución norteamericana (Cabo Mesonero y Maldonado Román,  2016).
     En los primeros años  del siglo XX la estrategia del feminismo norteamericano, forma parte de una  tendencia burguesa reformista consagrada a reconstruir la vida institucional  norteamericana a partir de principios racionalistas e igualitarios. Las  cuestiones de esta reforma se plantean en el marco de la sociedad civil, y  pretende alcanzar cierto poder en el dominio de la vida y la esfera pública a  partir de que las mujeres tienen que definirse, no solo como madres y esposas,  sino como madres y ciudadanas (Barcia Zequeira, 2009: 320). La fuerza ganada  por las sufragistas en los Estados Unidos y Europa asusta a los políticos de la  época, quienes sugieren que la incorporación podría significar cooptación, con  la asimilación de formas negativas del comportamiento masculino y la pérdida de  los valores femeninos (González Pagés, 2005a: 5).
     En la segunda década  del XX, después de la llegada de la señora Harriet Stanton  Clarch, que ha participado en la lucha del movimiento sufragista de Inglaterra,  plantea que hay que realizar acciones más fuertes, alejadas de los discursos  pacíficos y de las manifestaciones ordenadas. De esta forma se funda la Liga de  Mujeres Independientes, que después pasa a llamarse Unión Política de Mujeres,  lo cual dio comienzo a las marchas sufragistas de las estadounidenses que se  convierten en una de las mejores formas de publicidad por el sufragio. 
     En 1917 es elegida en Montana la primera congresista de los Estados  Unidos, Jeanette Rankin. Finalmente en 1919 el presidente Wilson, del partido  demócrata, anuncia personalmente su apoyo al sufragio femenino y el 26 de  agosto de 1920 queda aprobada la XIX Enmienda a la Constitución de Estados Unidos  que otorga el derecho de voto a las mujeres y queda expresado en la  Constitución de los Estados Unidos que el derecho al voto no será negado por  cualquier Estado por razón del sexo (Falcón O’Neill, 1992: 87).Las sufragistas  insisten, sobre todo, en la igualdad en el matrimonio, en el derecho al  trabajo, a una igual remuneración, en el derecho a la educación y acceder a  cargos públicos. 
     Las mujeres  norteamericanas comienzan su lucha, desde finales del siglo XIX, por alcanzar  una igualdad de derechos con respecto al hombre, lo cual  unido a un clima político favorable  condiciona que sea uno de los primeros países en alcanzar el voto universal  siendo un ejemplo para el resto de los movimientos femeninos que en ardua lucha  abogaban por la liberación de la mujer, y uno de los primeros pasos a dar era  el otorgamiento derecho al voto como condición para lograr otros triunfos. 
El cese de la guerra en  1898 y el inicio de la ocupación por los norteamericanos traen para la Isla  transformaciones en todas sus instituciones y estructuras. La transgresión que  supone la presencia de Estados Unidos y su supuesta misión “civilizadora”, favorece  la estructuración y asimilación de un discurso feminista de mayor solidez, como  reflejo de la actividad desarrollada por las norteñas, consideradas entonces  como la avanzada mundial en estas ideas (González Pagés, 2005b: 65), aunque en Cuba ya se han dado pasos en la lucha por  lograr una participación de la mujer en la vida social.
     Desde inicios del siglo  XIX la  poetisa Gertrudis Gómez de  Avellaneda mediante su discurso poético femenino expresa los deseos de la mujer  de liberarse del dominio del padre o del esposo, y expresa la situación de la  mujer cubana condenada a pasar toda su vida en un estado de sumisión, sin  posibilidad de reclamar sus derechos. Aunque no es hasta la Asamblea de  Guáimaro en 1869 donde las féminas representadas por Ana Betancourt solicitan  de manera oficial que se reconozca a la mujer sus derechos al manifestar: “(…) la  mujer cubana esperaba paciente y resignada esa hora hermosa, en que una  revolución nueva rompiese su yugo y le desatara las alas (…)” (Ídem: 33).El  reclamo no recibe respuesta, sin embargo, marca una pauta para las próximas  generaciones de féminas. 
     Las mujeres, en esta  etapa, se preparan para ser hijas obedientes, novias devotas, esposas  ejemplares y madres admirables. De esta forma son educadas durante todo el siglo  XIX, donde solamente se les enseña en las escuelas primarias los rudimentos de  la aritmética, leer y doctrina cristiana; aunque en algunas escuelas incluyen  la enseñanza de algún idioma extranjero, el resto de las asignaturas son:  bordar, marcar, dibujar, etc (Arencibia Fleitas y Hernández González, 2009: 4).
     En cuanto a las labores  que pueden realizar hay pocos trabajos “respetables” para las mujeres y pocas  mujeres “decentes” que trabajen por un salario o se ocupen en actividades  lucrativas. En la segunda mitad del siglo, casi todas las carreras  universitarias se encuentran cerradas para las mujeres mientras que en Europa o  en Estados Unidos estas matriculan en todas las profesiones. Los hombres de la  época piensan que las mujeres sólo pueden ser costureras, lavanderas, o acaso,  maestras (Barcia Zequeira, 2009: 300). Es a  partir de la década de los 80 del siglo XIX e inicios del XX cuando las mujeres  cubanas van tomando un poco más de conciencia de su situación, y es entonces  cuando ya se puede hablar en Cuba de un feminismo social cuya pretensión es  ayudar a la mujer sin alejarla de sus roles tradicionales.  
     Apenas iniciado el  período de ocupación, el 25 de junio de 1898, parten 900 maestras y 550  maestros rumbo a los Estados Unidos para participar en el curso de verano en la  Universidad de Harvard. A iniciarse el nuevo siglo la publicidad vende la  imagen de la nueva mujer norteamericana, los fabricantes y minoristas de  productos para el hogar o para los niños dan a conocer el concepto moderno de  feminidad. Así, a través de la adquisición de bienes, el ama de casa se vincula  cada vez más con la “nueva administración doméstica”, y la madre, con la  “crianza científica de los hijos” (Ávila Francés, 2016).Estas son las ideas que  van a recibir las cubanas durante su estancia en ese país, aunque también van a  conocer de la lucha de un grupo de norteamericanas por su derecho al voto. 
     Durante una de las  sesiones de la   Asamblea Constituyente de 1901 se debate sobre el sufragio  universal. En las fuertes discusiones desarrolladas el conservador Miguel Gener  hace una petición para que el voto femenino sea reconocido pero se enfrenta a  la oposición de Manuel Sanguily, el cual manifiesta que el pueblo cubano no se  encuentra preparado para aceptar esa proposición. De tal manera que la Carta Magna de 1901 no  cambia en lo más mínimo la posición legal de la mujer en la sociedad (Rodríguez  García, 2010: 35). No se aprueba una sola cláusula que reconozca la opresión de  la cual es objeto, de esta forma queda excluido el voto de la mujer.
     En la segunda década  del siglo XX aparecen las feministas sufragistas cuyo objetivo fundamental es  obtener el derecho al voto por encima de cualquier otro tipo de cuestionamiento  (González Pagés, 2016). Un paradigma de la mujer  que defiende su participación en la esfera pública, a través del trabajo, de la  política, o simplemente de la necesidad de ser reconocida en algunos espacios,  es construido y divulgado.
     Ante el avance del  feminismo y la vinculación de estas actitudes con la proyección social de las  mujeres norteamericanas, las feministas son diseñadas como mujeres viriles,  toscas y bruscas, es decir, con todas las características supuestamente ajenas  a su sexo. Los detractores plantean que la mujer al ganar en libertades pierde  en atractivos como delicadas, bellas, sumisas, frágiles, tropicales, al  conquistar los derechos a que aspira desaparece su gran poder de seducción  sobre el hombre, en una palabra, que será menos solicitada, menos deseada,  menos adorada (Jiménez Dora, 1930). Desde luego que las cubanas no se ven a sí  mismas bajo ese patrón de belleza tropical ni consideran que van a perder sus  cualidades femeninas porque tratan de acceder a un lugar superior en la  sociedad.
     Otro de los criterios  expuestos es que las feministas abandonan su hogar sin tener en cuenta que los  primeros derechos que están reclamando son los que se refieren al ámbito  doméstico, pues desean ser reconocidas como las reinas de sus casas con  personalidad y autoridad respetada. Este feminismo, en busca de un mejoramiento  social, está resaltando el espacio privado donde debe reinar el amor, el  respeto, la comprensibilidad y la cooperación (Borrero de Luján, 1918: 4).
     A partir de 1918  comienza el auge del feminismo liberal con la difusión de organizaciones  femeninas de diferente índole, en la que el sufragio es objeto de un  cuestionamiento más abarcador al añadir las variantes de clase social, nivel  educacional y raza, además de pronunciarse por extender este derecho a las  analfabetas (González Pagés, 2016). En la Isla brotan, en estas primeras  décadas del siglo XX, infinidad de grupos feministas cuyo objetivo principal es  el voto, pero la acción se amplía para abarcar la igualdad social  correspondiente, como plantea Hortensia Lamar, una de las principales  representantes del movimiento feminista en Cuba:
  “(…) no es el voto  femenino sólo, exclusivo, ni por femenino, en el que tengo fe. Es la  concurrencia de ambos votos, el del hombre y la mujer, en equidad de ejercicio;  o el mutuo estímulo, el deseo y el esfuerzo por hacerlo mejor (…)” (Lamar  del Monte, 1926: 6).
     En este pronunciamiento  se va más allá de obtener el derecho al voto de la mujer, se aspira a que esta  pueda estar en igualdad de condiciones con respecto al hombre en la toma de  decisiones y no se le continúe dejando a un lado como objeto decorativo en la  casa y los salones de baile. 
     En este caso el derecho  al voto no solo se ve como la posibilidad de la mujer para tener una  participación en el gobierno sino para la defensa de sus intereses, pues aunque  su finalidad sea el matrimonio, no la exime en muchos casos de buscarse un  salario como maestras normalistas, labor que desarrollan numerosas mujeres a lo  largo y ancho de la Isla (Ponte Hernando 1928: 4). Otros  de los argumentos presentados es que la mujer requiere la franquicia electoral  para asegurar la libertad del trabajo y un salario vital para no enfrentarse  con la disyuntiva de ser mujer ama de casa o prostituta. 
     Al crearse en La Habana  el Partido Nacional Feminista en 1912, presidido por Amalia E. Mallén de  Ostolaza, se aspira a lograr otras reivindicaciones para las mujeres  trabajadoras lo cual demuestra que las cubanas poseen una conciencia social que  va más allá de su estatus y clase, y las impulsa a continuar en la lucha a  pesar de ser tildadas de “marimachos”.
     La organización más  importante del feminismo cubano se funda el   21 de marzo de 1918: el Club Femenino de Cuba el cual significa un paso  superior en la lucha de las mujeres al transgredir el discurso tradicional y desarrollar  intensas campañas más allá del sufragio femenino. Este persigue como fines  estimular y promover los deseos de todas las mujeres para mejorar en lo posible  sus derechos y favorecer la evolución de los progresos femeninos por todos los  medios que sean más eficaces. Una de esas vías es la educación, como se plantea  en el discurso inaugural de su domicilio, el 20 de marzo de 1919:
  “En Cuba todos los  problemas (…) se resumen en un solo problema, en el magno problema de educar a  las mujeres (…) y a los hombres, para que todos sean útiles y sepan cuáles son  sus deberes y cuáles sus derechos (…) (Ponte Hernando, 1919: 5).
     Los  avances de la mujer cubana en materia de  educación, larga y penosamente conquistados, son en gran medida resultados del  interés femenino por ocupar un puesto bajo el sol en una sociedad dominada por  los valores masculinos (Ibarra Cuesta, 1995: 12). La  alfabetización de miles de mujeres contribuye a ensanchar sus perspectivas en  la sociedad y a tomar conciencia de la posición subordinada que ocupa en la  familia y en el trabajo, pero no puede romper la barrera que la separa del  hombre 
     Aunque contribuye  indirectamente a la emancipación femenina las mujeres se apoderan de los  espacios que se les deja y expanden sus influencias: salir de la casa, penetrar  en espacios hasta ahora prohibidos: cafés, reuniones políticas, tener una  opinión y expresarla públicamente, es decir, salir de los desempeños que hasta  ahora han sido asignados.
     Las cubanas en estas  décadas se transforman, se les ve en los talleres, las fábricas, en los  comercios, en las aulas, traduciendo notas taquigráficas o trabajando en una  máquina de escribir; también se les puede encontrar en los hospitales, donde  realizan una obra admirable de abnegación y de cuidado, en resumen, se  convierten en ejemplo de mujer moderna que se caracteriza por tener grandes  energías para el sacrificio, resuelta en la adversidad, perseverante en el  trabajo, firme en la resolución, inagotable en la bondad, para los hombres  ídolos, para la sociedad modelo, para la patria ejecutoria y honor (Jiménez  Dora, 1930: 52).
     Las sufragistas  demandan transformaciones más amplias al pedir cambios de carácter social y  laboral. Como evidencia que el status tradicional de la mujer comienza a  cambiar es la aprobación de la Ley de la    Patria Potestad en 1917 y la Ley del Divorcio en 1918,  demostrando que poco a poco se van dando cambios en pos de lograr una igualdad  entre el hombre y la mujer.
     Como puede apreciarse  la década del 20 en Cuba una de las principales preocupaciones de las mujeres  es su discriminación con respecto al sufragio. Aunque puede distinguirse  entre “feminismo” y “sufragismo”, el objetivo  esencial de estas organizaciones es la lucha por la condición de electora y  elegible de la mujer; su base social, la burguesía, y su táctica, la  participación en el proceso politiquero propio de la época (Méndez Oliva, 2006:  75). Las principales figuras a nivel nacional  son: Pilar Morlón y María Collado, aunque en el interior del país otras mujeres  llevan este papel de vanguardia como Ofelia Domínguez en Santa Clara.
     Una importante  organización que se funda en 1921 por iniciativa del Club Femenino, es la Federación Nacional  de Asociaciones Femeninas de Cuba (FNAF), la cual tiene como principal objetivo  lograr la unidad entre las asociaciones femeninas para ser más efectiva en el  logro de los intereses comunes. Promovido por esta Federación del 1 al 7 de  abril de 1923 tiene lugar en La Habana el Primer Congreso de Mujeres. Los  principales temas debatidos son: la protección de animales y plantas, la ayuda  y protección de la mujer, la legislación a su favor, el derecho a la educación  y participación activa en la   sociedad. Las feministas luchan por la creación de asilos, en  especial, para la atención de la maternidad. Las organizaciones femeninas son vistas  centros de ilustración y caridad que laboran en función de todo lo que  signifique bienestar para la mujer (Jiménez Dora, 1930: 54).
     Un nuevo impulso en la  lucha de las mujeres para la obtención de sus derechos es el Segundo Congreso  Nacional de Mujeres, del 12 al 18 de abril de 1925, que cuenta con la presencia  del presidente electo, Gerardo Machado, lo cual augura un nuevo impulso para  lograr la demanda fundamental de ese Congreso, que es el derecho al voto de la mujer. La euforia  sufragista no puede ir muy lejos por rivalidades entre algunas de las líderes  presentes, que llegan hasta las burlas y ataques personales (González Pagés,  2005b: 94). Se debe aclarar que el reclamo del  voto no constituye un discurso que fuera más allá de la urna, y su participación  en actividades públicas está dirigida a resaltar los roles maternales,  maritales y domésticos.
     Dentro de la lucha de  las féminas por sus derechos el 24 de febrero de 1928 surge el Comité de Acción  Cívica de Mujeres, el cual es convocado por la Federación Nacional  de Asociaciones Femeninas, la misma que organiza los dos congresos de mujeres.  Otra de las organizaciones surgidas para lograr este derecho es la Unión Laborista de  Mujeres,  el 30 de mayo de 1930. Esta  en su Reglamento especifica que para pertenecer a esa Asociación constituye  requisito indispensable ser feminista.La mujer comprende, en estas décadas, la  necesidad de su preparación para:
  “(…) la intervención  autorizada en los problemas de familia, en los cuales es altamente conveniente  su participación (…) se prepara rápidamente, con gran empeño desde jovencita  para no fundar un hogar en el que sus cimientos sean la obediencia servil, el  desdén y el sacrificio, condiciones de mártires, y no de mujer, la compañera y  no sierva, y se propone y logra, con el concepto feminista arraigada en ella de  la igualdad mental al hombre, un hogar nuevo y mejor, cuyos fundamentos son: el  amor recíproco (…) el respeto mutuo y la comprensión necesaria e indispensable  (…)” (Barinaga  Ponce de León, 1930: 6).
     Las mujeres organizadas  en torno a estos grupos feministas abogan por tener una mayor intervención en  las decisiones familiares, donde no sea tratada como un objeto y el hombre la  vea como una compañera en igualdad de condiciones respecto a él y de esta forma,  estos principios puedan ser trasmitidos a las nuevas generaciones. 
     El derecho al voto es  concedido por ley congresional machadista en 1931 pero  la Unión Laborista de Mujeres, de orientación  marxista, se opone a la manipulación de esta demanda del movimiento feminista  por parte de la tiranía, al opinar que: “(…) la Cámara de Representantes, a  pasar de aprobar el sufragio de la mujer, es francamente hostil a las demandas  femeninas (…) Cuando Cuba tenga un gobierno legítimo, apoyaremos el voto de la  mujer” (Domínguez Navarro, 1971:  50). Este pronunciamiento es debido a la participación activa que tienen  las mujeres en la lucha contra la dictadura de Machado. Vale destacar que las  asociaciones de mujeres se dividen en dos corrientes fundamentales: la  nacional-reformista, representada en lo fundamental por asociaciones  filantrópicas y religiosas, y por otro lado, la radical como la Unión Laborista de  Mujeres, de la cual surge más tarde la Unión Radical.
     Poco antes de verse  obligado a renunciar a la Presidencia de la República,  Ramón Grau San Martín, otorga a las mujeres  el sufragio sin restricciones a partir de la Ley Constitucional  del 3 de febrero de 1934. En ese mismo año se reconoce a la mujer  la igualdad del derecho al trabajo y se  aprueba la primera Ley  de Maternidad para las mujeres trabajadoras. Son las elecciones presidenciales  de 1936  las primeras en que las mujeres  cubanas participan en su doble condición de electoras y elegibles, rompiendo el  esquema tradicional de participación política.
     A partir de la  aprobación de la Ley del Sufragio el movimiento feminista se dispersa, siendo  la izquierda en esa década la nueva protagonista de este movimiento con nuevos  planteamientos. En 1938 gana auge con la legalización del Partido Comunista de  Cuba. Este se fusiona al Partido Unión Revolucionaria en 1939 y queda  constituido el Partido Unión Revolucionaria Comunista y esta es la fuerza  protagónica en el Tercer Congreso Nacional Femenino, que se celebra en La  Habana en ese año, entre los días 18 y 22 de abril de ese año (González Pagés,  2005b: 131). En el encuentro, a diferencia de los dos anteriores no se permiten  ataques políticos, religiosos o ideológicos entre sus delegadas, quienes tienen  como lema: “Por la mujer, por el niño, por la paz y el progreso de Cuba”.
     En ese Congreso ya se  ve un movimiento feminista que lleva a una proyección más amplia de las mujeres  como lo plantea Camila Henríquez Ureña, una de sus organizadoras, en  conferencia pronunciada en la Institución Hispano   Cubana de Cultura, el 25 de julio de 1939: 
  “Nuestras virtudes  tradicionales han sido negativas: sumisión, obediencia, silencio, apartamiento,  fragilidad. Las funciones de la nueva vida a que nos asomamos nos exigen  cualidades positivas: independencia de criterio, firmeza, serenidad, espíritu  de cooperación, sentimiento de comunidad humana” (Henríquez Ureña, 1982:  570)
     Los logros alcanzados  por las mujeres en las primeras décadas del siglo XX quedan ratificados en la  Constitución de 1940, al igual que los derechos civiles para las mujeres  casadas, y la primera manifestación burguesa de la ilegalidad de la  “discriminación por razón de sexo”. No obstante, como en todas las democracias  burguesas estas leyes constituyen ganancias relativas. Termina en esta etapa,  en Cuba, la lucha correspondiente al reconocimiento de los derechos civiles de  las mujeres.
     Las acciones del  movimiento feminista cubano en las primeras décadas del siglo XX se pueden  considerar reformistas pues están dirigidas fundamentalmente a que se le  reconozca una igualdad con respecto al hombre en la vida familiar, cultural,  laboral y política, en contraposición con las concepciones machista vigente en  la sociedad patriarcal. Sus logros más importantes están en la aprobación Ley de la patria Potestad  (1917), Ley del Divorcio (1918) y la Ley del Sufragio Femenino (1934). 
Los movimientos  feministas durante el siglo XIX y XX utilizan un instrumento básico para la  divulgación de sus ideas: las asociaciones y la prensa que a menudo van  estrechamente unidas, aunque en determinados contextos esta relación no suele  ocurrir. Esta última permite medir el grado de emancipación femenina de una  sociedad y la tolerancia frente a las ideas feministas. Este movimiento como  corriente de ideas políticas y filosóficas es cuestionado en Cuba porque sus  objetivos atacan el poder de los hombres. La prensa cubana dirigida por ellos,  salvo excepciones, muestra muchas reminiscencias para este modelo de cubana  trasgresora (González Pagés, 2015) pues supone un ataque a la virilidad criolla  acostumbrada a que el papel de la mujer sea el de objeto de belleza y sumisión.
     La prensa con el  establecimiento de la República en 1902 en Cuba, tiene un desarrollo superior a  la anterior centuria. Esto es propiciado por la irrupción de nuevas tecnologías  que van acompañadas de sistemas más modernos de composición, estereotipia y  fotograbado. Esto posibilita que los periódicos y las revistas ganen en  presentación con la utilización de nuevas técnicas de impresión lo cual  propicia que estas últimas, se ubiquen entre las mejores expresiones del  periodismo cubano en  la primera mitad  del siglo XX (Marrero González, 1999: 25).En esta etapa  periódicos como “Diario de la Marina”, “El Mundo”, “La Lucha”, “El País” y “La Discusión”  extienden sus servicios en varias provincias con talleres de impresión y  corresponsales. Estos actúan como empresas mercantiles y sus ganancias son  invertidas por los propietarios en la adquisición de nuevas tecnologías de  impresión. A partir de entonces la prensa se considera un negocio más y quienes  disponen de mayores recursos son los que se mantienen en el mercado.
     El estrechamiento de  las relaciones comerciales y políticas con los Estados Unidos, abren el paso a  una nueva y poderosa influencia, la del periodismo norteamericano, que deja  huella profunda, tanto en el diarismo como en la revista. Novedosas  técnicas de impresión, con equipos casi siempre importados del territorio  norteño, contenido diversificado para todo tipo de lectores y grandes destaques  de fotos y titulares como elementos de espectacularidad informativa demuestran  que la verdadera adaptación a la época de la prensa cubana es simplemente  copiar el estilo y modus operandi de su par norteamericana. 
     Cada publicación se erige en defensora de la causa de sus inversores, ya  sea una empresa comercial, una organización privada, algún partido o el propio  gobierno. Esto es debido a que la prensa que se mantiene, en su mayor parte, es  debido a la publicidad comercial organizada a través de sociedades anónimas y  actividades políticas  en favor de la  clase que la sustenta.
     En la revista literaria  de los primeros tiempos abierta a la crítica, al ensayo, al cuento y a la  poesía, va introduciéndose la información gráfica, primero en su aspecto social  y artístico para abarcar más tarde todos los sectores de la actualidad. Al  mismo tiempo que aumenta la información gráfica al extranjero, adquiere  servicios de fotografías mundiales y se enriquece con la gran influencia  periodística. El nuevo campo le permite tratar con propósito informativo y  estilo vulgarizador, la política, la economía, etc, haciendo de la revista,  como colaborador y auxiliar de la obra del diario, no solo un “magazine” de  lectura agradable, sino un verdadero resumen de la vida nacional y un elemento  indispensable para quien quiere juzgar por cuenta propia los acontecimientos  que en su tiempo se producen (Gómez Wangiamert, 1935: 42). 
     Como particularidad de  estas revistas de inicios del siglo y durante las primeras décadas es la inserción  en sus páginas de un número considerable de trabajo críticos, algunos anónimos  y otros firmados, de autores nacionales y extranjeros que valoran obras de  diversas calidades y procedencia. Esto mantiene vivo el interés por el quehacer  literario y permite que la crítica tenga un espacio en la orientación y  formación del público lector (Fernández Aquino, 2003: 74).
     La lucha llevada a cabo  por las mujeres para obtener sus derechos es reflejada en los medios de prensa  de la época, en especial en las revistas, pues es un espacio para la  publicación de sus ensayos, poemas y opiniones de intelectuales, a pesar de que  va dirigida a un sector limitado de la población determinado por la instrucción  y la situación económica. El periodismo lo ejercen como ocupación y desde allí  lanzan su diatriba contra la sociedad patriarcal (Villarreal Méndez, 2014). Esto es posible cuando tienen posibilidades de elevar  su nivel educacional, tener conciencia de su situación y pueden expresarse en  esos medios.
     La mayoría de las mujeres  que plasman en letras de molde su pensamiento, se dedican a ejercer, en algún  momento de su vida el magisterio, también muchas de ellas son poetisas.  Aquellas que tocan la prosa destinan sus esfuerzos a escribir fundamentalmente  cuestiones literarias, de modas, pedagógicas, religiosas o infantiles. Esto  cambia en los primeros años del siglo XX cuando la temática periodística  femenina comienza andar por otros caminos. Las revistas se distribuyen en  raciones metódicas de religión, modas extranjeras, novelas cursis, relatos  idílicos o espeluznantes, horóscopos y se exacerba a la vez el deseo de  consumo. Dentro de ese contexto, la prensa femenina, en particular, está  plagada de superficialidad y de artículos insulsos o sensacionalistas que  tratan de conformar a la mujer a ser un artículo de lujo o de adorno, no apta  para el trabajo creador, un ser contemplativo y místico, alejado del mundo que  la rodea (Núñez Machín, 1989: 35).
     En la prensa el  discurso femenino poético que aparece no refleja de forma general,  cuestionamientos de orden social beneficiosos a las mujeres. Ellas solo dejan  traslucir en su obra un mundo de privaciones y expectativas que se desarrollan,  principalmente, en el espacio privado de la vida familiar o en el riguroso  espacio público de la Iglesia, actos sociales o paseos programados (González  Pagés, 2005a: 10). No obstante, siempre hay  algunas excepciones de desafío público o de individualidades notables que hacen  valer alguna reivindicación de su género.
     Los primeros escritos  de mujeres donde reflexionan sobre la situación en que se encuentran y las  acciones a realizar aparecen en el periódico “El Fígaro” del 24 de febrero de  1895, número dedicado a mujeres cubanas relacionadas con la educación y la cultura. Con el  editorial de Aurelia Castillo titulado “Esperemos” se crea un nuevo tipo de  opinión que relaciona a las mujeres cubanas con el feminismo denunciando como  la mujer tiene que acatar leyes de las cuales no toma parte en su confección y  no la benefician(González Pagés, 2011).
     En los inicios del  siglo XX desde las páginas de “La Colonia Española”, la Marquesita, hace frente al  calificativo  de “marimachos” para las  mujeres que pretenden ocupar un lugar fuera del hogar, y define a la mujer  cubana airosa en el andar, altiva, feliz en la conversación, abnegada, austera,  afable, sonrosada, esbelta, gallarda, laboriosa, maternal, hermosa, decidida,  varonil, escultural, hebraica en su tipo, honrada y ardiente, es decir, la hace  portadora de características contradictorias que conforman su personalidad en  un sentido positivo (Barcia Zequeira, 2009: 324).A pesar de todos los  obstáculos y las limitaciones las posiciones feministas se fortalecen en 1910 y  son divulgadas entre las mujeres a través de órganos de prensa como la revista  “Fémina”, con una proyección burguesa y según la cual el matrimonio no hace  perder a la mujer sus derechos civiles, y se aspira a que logren los mismos  derechos políticos que los hombres.
     Por otra parte, la  revista “Minerva” que reaparece en 1925,   continúa siendo un espacio para la divulgación de las ideas de negras y  mestizas. Creada desde finales del siglo XIX y publicada en la ciudad de  Cienfuegos defiende los intereses femeninos, en particular el de las mujeres  negras (Ídem: 320). Ve a la mujer como madre y  esposa y está consciente de la importancia de su educación pero para la  formación de los hijos, siendo esta su principal tarea. La mayoría de los  artículos que publica son redactados por un grupo de féminas, que a pesar de  aparecer solo como colaboradoras son las encargadas realmente de confeccionar  las diferentes acciones, como Úrsula Coimbra Valverde que juega un papel  destacado en este accionar al articular a las otras colaboradoras en función de  resaltar el papel de las mujeres. En la segunda década del siglo XX es la  revista “Fémina” la encargada de recoger el discurso de las feministas cubanas.  Esta se caracteriza por su dimensión social al pretender cuidar el bienestar de  las mujeres, conseguir la aprobación de leyes protectoras y lograr reformas que  les facilitasen la vida. 
     En otras regiones del país como la villa de Güines se funda “Letras  Güineras” (1908-1930) bajo la dirección de Rosa Trujillo. Cuenta con un  conjunto de redactoras todas mujeres y da cabida en sus páginas a materiales  literarios y a informaciones. Tiene el honor de contar entre sus colaboradores  con Rubén Martínez Villena, Emilio Ballagas y Gustavo Sánchez Galarraga.  Su larga vida es muestra de una sostenida  labor de su fundadora al frente de una empresa ardua que requiere de una  intensa dedicación y esfuerzo. También revistas de varias provincias del país estrenan  mujeres como directoras; algunas de las más respetadas son Juana Cañizares en  la Revista “Ibis” de Santis Spíritus, Rebeca Elías en la Revista “Preludio” de  Guantánamo, Carmen Guerra en la Revista “Caibarién” y Natalia Aróstegui con  “Pro-Arte Musical” en La Habana (Romero  Collado, 2011). 
     La prensa feminista  también tiene en “La   Mujer Moderna” órgano oficial del Club Femenino de Cuba, un  medio eficaz para reflejar la polémica del sufragio extendido a otros grupos de  intelectuales. Estos medios son fundamentales en la difusión de los reclamos de  las feministas cubanas, que por esas fechas, se encuentran en plena lucha para  la obtención de sus derechos y el reconocimiento de la igualdad con respecto al  hombre. 
     El Primer Congreso Nacional de Mujeres efectuado a comienzos de la  década del veinte es un detonante clave para que las mujeres enfilen las  demandas de sus derechos, no solamente a través de los sindicatos, sino  mediante las propias revistas; aunque desde la fundación en 1865 del periódico  “La Aurora”, órgano de los artesanos, este sirve de portavoz a los  anhelos de las masas femeninas (Ídem). Se empieza a realizar un periodismo diferente, alejado de los temas  culinarios y consejos para el hogar
     Al iniciar la década  del treinta las mujeres asumen un papel ofensivo y comienzan a compartir con  los hombres la dirección de revistas. Un medio de prensa particular con el que  cuentan las agrupaciones en su reclamo al voto es “El Sufragista”, con una  frecuencia de publicación mensual y de restringida circulación entre las  integrantes de estas agrupaciones, que dirige la presidenta del Partido  Nacional Sufragista (PNS), Amalia Mallén de Ostolaza, quien lo financia con sus  fondos personales.
     Una revista que aparece en 1936 dirigida por mujeres y que marca pauta  es “Lyceum” órgano oficial del Lyceum Tennis Club, al frente de la cual se  encuentran Camila Henríquez Ureña y Uldarica Mañas. Este llega acontar con la  colaboración de la   ensayista Carolina Poncet y  Mirta Aguirre, unidas a  mujeres tan destacadas como Fina García Marruz, Dulce María Escalona, Renée  Potts, la   española María Zambrano, además de figuras intelectuales  masculinas como Eugenio Florit, José Antonio Portuondo, Roberto Fernández  Retamar y el excelente poeta español Juan Ramón Jiménez.Al ver reflejados las  mujeres cubanas sus derechos, en la Constitución del 40 el movimiento feminista  disminuye su actividad y se orienta hacia los sucesos de la Segunda Guerra Mundial.  A partir de este momento las revistas comienzan a promover la idea de que la  realización de la mujer está en la casa. 
     Durante el recorrido  realizado por los diferentes presupuestos teóricos del movimiento feminista, se  puede apreciar como la mujer se ha rebelado de la situación de opresión a que  ha estado sometida por siglos. Puesto que el nacer mujer conlleva calificativos  intrínsecos como: obediente, sumisa, delicada, amorosa, servicial, buena  esposa, buena madre tras lo cual se oculta la discriminación por parte de una  sociedad patriarcal que la ve como un objeto. Ante esta situación movimientos  feministas, en diferentes momentos de la historia, se pronuncian por alcanzar  la igualdad de las mujeres con respecto al hombre y otras concesiones según el  momento histórico pero sin revertir la base estructural que determina esta  opresión de género. 
     En el caso de Cuba, no  es ajena a estos aires de emancipación femenina y desde el siglo XIX se  levantan voces de mujeres cubanas reclamando sus derechos. Esto conlleva a que entrado  el siglo XX se fundan asociaciones femeninas puesto que un grupo de féminas van  teniendo conciencia de la situación en que se encuentran. Su lucha va dirigida  fundamentalmente a la obtención de derechos sociales como el reconocimiento de la Patria Potestad,  el Divorcio, la Maternidad, la igualdad de trabajo respecto al hombre y la  obtención poder ejercer el voto en las urnas. En ello juega un papel  fundamental las revistas, al servir de medio para la difusión de las nuevas  ideas que en torno a la mujer se van desarrollando en esos momentos. 
     Una mujer que no se  desea ver sumisa en el hogar bajo la autoridad del padre o del esposo sino que  tenga independencia de criterio, firmeza en las decisiones, serenidad; que la  distinga su perseverancia en el trabajo público, su energía para el sacrificio  pero sin perder la inagotable bondad. Se puede resumir que la esencia del  movimiento feminista cubano en la primera mitad del siglo XX es conservadora  pues aunque las féminas se levantan en la defensa de sus derechos se continúan  enalteciendo los atributos que la ven en sus funciones de esposas y madres  dedicadas al ámbito doméstico. 
El ideario del movimiento feminista en la revista literaria “Horizontes” (1935-1939)
A partir de la división  político-administrativa de 1878 Cuba queda dividida en 6 provincias, una de las  cuales es Santa Clara la cual va a delimitar al este con Camagüey y al oeste  con Matanzas. A su vez se fragmenta en 6 juridicciones: Cienfuegos, Santa  Clara, Remedios, Sagua la Grande, Trinidad y Sancti Spíritus, ciudad esta  última, que según aparece registrado en el Censo de 1919 consta de 79 341  habitantes, de los cuales 41 520 son varones y solo 37 821 mujeres (Censo de la  República, 1919: 669). Esto permite apreciar cómo se ha revertido la situación  de inicios de siglo cuando producto de la guerra recién finalizada el número de  féminas es superior a la de sus compañeros. 
     La ciudad inicia el año  1902 con una industria en manos de intereses foráneos que se ven altamente  beneficiados, primero con la ocupación de las tropas yanquis y con el Tratado  de Reciprocidad Comercial y posteriormente, por el aislamiento de la zona. El desarrollo económico  durante la época se fundamenta principalmente en la agricultura, la ganadería y  básicamente por el cultivo del tabaco y la caña de azúcar. Se realizan otras  prácticas agrícolas destinadas al autoabastecimiento y estos renglones  productivos se ven favorecidos por el desarrollo de las comunicaciones  ferroviarias y la construcción de caminos (Abreu López, et al., 2011: 169).
     Desde el punto de vista  social el gobierno se empeña en difundir la enseñanza primaria en la ciudad y  al encontrarse con la grave dificultad de la falta de maestros, dispone que por  la Orden 368 del 1 de agosto de 1900, los artículos 101 y 102. A estos efectos se  convoca a exámenes el 25 de febrero de 1901 a las personas que en esa fecha no ejercen  la docencia y que desean trabajar como maestros. De los 31 maestros  presentados, 21 eran mujeres, lo que evidencia la fuerte presencia de las  féminas al frente de las aulas (Guiribitey Alcalde y Guiribitey Alcalde, 2012:  168). 
     Los centros de  educación pasan por un cambio trascendental al sufrir modificaciones en el  sistema, métodos y en la legislación escolar lo que va a dar paso a nuevas  leyes, nuevos planes y métodos más avanzados y acordes con los adelantos que en  materia pedagógica ha alcanzado el pensamiento humano, para lograr tal propósito  cuenta con varias instituciones escolares (Ídem: 170).A  pesar de estos esfuerzos de una población de 79 341 habitantes, solo 10 422  personas mayores 10 años saben leer y 1106 niños comprendidos en las edades  entre 6 y 9 años reciben instrucción(Censo de la República, 1919: 566). De esta  población el mayor por ciento de los que saben leer son los varones. 
     A pesar del carácter  burgués, elitista y exclusivista, las sociedades de instrucción y recreo  dirigen sus manifestaciones (la literatura, la música, las artes plásticas, las  publicaciones, etc.) a la formación de la identidad cultural de la ciudad,  dentro de ellas destacan: El Progreso, La Colonia Española,  El Liceo Espirituano, el Yayabo Tennis Club, El Club Social, el Liceo, entre  otros.
     La crisis económica de  1929-1933 tiene sus efectos para la economía y la población del territorio; uno  de los sectores más afectados es el azucarero al descender notablemente la  producción, lo cual trae como consecuencia el aumento del desempleo. Esto unido  a los bajos salarios, la imposibilidad de pagar las rentas, entre otros  factores, hace que un número considerable de personas de las zonas rurales  emigren a la ciudad para buscar alguna forma de subsistir. En la década del 30  se construye la fábrica de derivados de la Leche, Nela y se construye otra para  la producción leche condensada Nestlé, esto trae consigo la construcción de  caminos, calles y puentes (Abreu López, et al., 2011: 171).
     Dentro de este contexto  la situación de la mujer es difícil pues al tener menor nivel de instrucción  las opciones de ocupación son más precarias. Un elevado por ciento de las  mujeres que trabajan se dedica a quehaceres domésticos y servidumbre mientras  que el resto está destinado a trabajar en industrias, servicios profesionales y  una pequeña proporción al comercio y el transporte. Las principales ocupaciones  de las mujeres espirituanas en estos años son: costureras, criadas, lavanderas  y tabaqueras para las cuales no necesitan una elevada preparación escolar.  Mientras que profesiones como abogado, médico-cirujano, dentista, literatos y  hombres de ciencia tienen una menor presencia de féminas; aunque es digno de  señalar su aumento en ocupaciones de comerciantes, maestras y enfermeras como  parte de la inserción de las féminas en la vida social, lo que trae consigo una  independencia económica del hombre y poder en la toma de decisiones dentro del  hogar (Censo de la República, 1919: 669). 
     Otro aspecto a tener en  cuenta es que la participación de las mujeres en el principal renglón económico  de la ciudad es mínima. Según el censo de 1919 más de la mitad de los hombres  se dedica a las tareas agrícolas y menos del 5% de las féminas se dedican a las  actividades agrícolas debido a las duras condiciones de trabajo y las  exigencias físicas de esta labor. De esta forma las limitadas posibilidades de  empleo para las mujeres sin instrucción se reducen a los quehaceres domésticos. 
     Esta inserción de las  mujeres a ocupaciones lucrativas, no presentes en el censo de 1899 en el cual  solo aparecen descritas: criadas, lavanderas, costureras, tabaqueras, obreras y  maestras, es consecuencia de los derechos alcanzados por las féminas en la  segunda década del siglo XX, principalmente, cuando se aprueba la Ley de la Patria Potestad  (1917), a favor de las madres que por segunda vez contrajeran nupcias, la Ley  del Divorcio (1918) que obliga al padre a otorgarle una pensión a sus hijos y  que la mujer pueda administrar sus bienes.   Más adelante, se aprueba la Regulación del trabajo de mujeres (1925) que  permite mejores condiciones de labor para las féminas. 
     En este período existen  en la ciudad grandes entusiasmos periodísticos y empiezan a salir a la luz  órganos oficiales de asociaciones como “El Magisterio Espirituano”. Una de las  revistas que marca pauta por su quehacer es “Hero” (1907-1944) dirigida por el  poeta espirituano Anastasio Fernández Morera del Castillo. Sus páginas son  expresión de la más alta cultura en Sancti Spíritus, durante el primer tercio  del siglo en los campos de la literatura, ciencias y artes, por lo cual crea un  movimiento renovador, ameno, instructivo y recreativo.  Su objetivo se concentra en abordar la  realidad de la sociedad espirituana en todos los ámbitos sociales (Guiribitey Alcalde  y Guiribitey Alcalde, 2013: 80-81). Se puede considerar la más duradera e  importante revista de todas las que se crean en la primera mitad del siglo XX. 
     También se  publica“Ibis” (1909) primera revista administrada por una fémina en Sancti  Spíritus y dirigida por Juana Cañizares de Montero. Entre junio y diciembre de  ese año se publican los 22 números con los que cuenta. Es un órgano literario y  de intereses generales que trata de mantenerse al margen de la rivalidad  política y dar a conocer los valores literarios de la raza negra en la localidad. Poetas  espirituanos como Lucrecia González de Consuegra, Francisca Hernández de Zamora  y Eligio Hernández se nuclean en torno de esa revista (Fernández Aquino, 2000:  3).
     Otra revista que deja  su huella es “Brisas del Yayabo” (1911-1913) que se edita en La Habana, pero  todos sus números están dedicados a Sancti Spíritus. En ella publican los  escritores espirituanos residentes en la capital y en otras ciudades del país.  Su sostenimiento forma parte de las obras sociales de la primera dama, la espirituana América Arias  de Gómez, esposa del entonces presidente de la República José Miguel  Gómez. En el transcurso del tiempo la revista va dedicando sus páginas a las  crónicas sociales más que la literatura y el arte. Al cesar sus funciones como  presidente José Miguel(1909-1913) deja de editarse la revista. 
     Una de las revistas que  tiene el mérito de destacar en sus páginas los valores femeninos del  territorio, dando a conocer las obras poéticas de las poetisas como Antonia de  Cepeda y María Cristobalina Consuegra, así como estudios críticos sobre ellas  es la revista “Albores” (1912-1914) publicación literaria quincenal, dirigida  por Domingo Gómez de excelente factura y calidad. Órgano de la Sociedad “Liceo  Espirituano” es una continuidad de la revista “Ibis” de destacar la obra de la  intelectualidad negra y fomentar la crítica literaria sobre los autores  nativos. 
     Otras de las revistas  surgida en esta etapa que permiten mantener la actividad literaria y animan la  vida cultural espirituana es la revista “Fraternidad” (1924-1932), la cual  llega a convertirse en el órgano de la más importante sociedad artística y  literaria “El Progreso”.  Dirigida por  Félix García Rodríguez está destinada a promover los literatos y artistas  locales, así como a divulgar las veladas, certámenes, conmemoraciones y  festejos (Fernández Aquino, 2000: 4). Continuadora de ese legado se publica en  la ciudad la revista “Sancti Spíritus” (1933-1935) dirigida por Rogelio Méndez  Marín. Los escasos números que se han encontrado muestra la buena calidad de  sus números, tanto por su factura como por su contenido. Aunque no tiene una  larga duración, constituye un serio proyecto de rescate y conservación de la  cultura espirituana.
     En ese contexto  se gesta   la revista “Horizontes” (1935-1939) dirigida por Margot Álvarez Soler y  Ernestina Trelles Trelles, segundo órgano de prensa dirigido mujeres en Sancti  Spíritus, este se convierte en el principal exponente del feminismo en el  territorio. Son relevantes sus artículos en defensa y orientación de la mujer (Fernández  Aquino,  2000: 4).En ella publican un  amplio número de escritores locales, nacionales y extranjeros de ambos sexos,  dando a conocer su obra poética, críticas o reflexiones. 
     Posteriormente aparece  la revista “Esperanza” (1937), dirigida por Ernestina Trelles Trelles, con un  corte más radical pero sin renunciar al enfoque clasista por la pertenencia de  sus auspiciadoras a las capas medias ilustradas (Pino Reina, 2014: 29). Su propósito es dotar a la ciudad de una revista  donde se reflejen todas las inquietudes y palpitaciones de la vieja ciudad  yayabera y sea capaz de llegar a todos.   En su año de existencia aborda temas muy diversos como: poesía,  comentarios sobre libros publicados en Cuba y el extranjero, estudios de figuras  relevantes en la historia de Cuba, temas de salud y cuentos para niños.
     La aparición de estas  revistas bajo el liderazgo y el pensamiento de mujeres, se relaciona con el  auge de los movimientos feministas y su visibilidad a nivel nacional, sin  embargo, su enfoque clasista no les permite valorar las múltiples aristas y  problemáticas alrededor de la mujer que vive en el interior del país. Esa misma  mujer que solo puede tener acceso a las clases dominantes o su belleza o  simpatías, como rasgos  permanentes,  inamovibles de su identidad (Ídem: 30).En este caso, “Horizontes” va a marcar  una diferencia con respecto a las otras revistas que se editan en la ciudad,  pues no solo está dirigida por féminas sino que entre sus objetivos se declara  como medio para la divulgación y el reconocimiento de todo cuanto hace el sexo  femenino en función de su desarrollo intelectual. 
     Durante la República  las redacciones de las revistas locales insertan en sus páginas un número  considerable de trabajos críticos, algunos anónimos y otros firmados, sobre  autores nacionales y extranjeros que valoran obras de diversa calidad y  procedencia, lo que mantiene vivo el interés por el quehacer literario y  permite que la crítica tenga un espacio en la orientación y formación del  público lector (Fernández Aquino, 2000: 3). 
     La gran mayoría de los  números de periódicos y revistas tienen una vida muy corta, según explica  Martínez Moles la causa radica en que económicamente el periódico  es un desastre y lo ha sido por siempre, “(…) ningún periódico, con muy raras y contadas excepciones, ha dado los gastos  de su publicación, mucho menos para dar de comer al director y sus redactores (…)” (Martínez Mole, 1929: 25). Todas también, con raras y contadas  excepciones, tienen que ser subvencionadas para poder subsistir, sean de  carácter político, comercial, literario, estas últimas con más razón  por ser infinitamente más reducido el número  que a estas se subscriben. Los órganos de prensa que tienen una mayor vida para  subsistir tienen que contar con el trabajo intelectual y material de sus propietarios.  En el caso de Sancti Spíritus los medios de prensa solo perduran por más tiempo  si pertenecen a una Asociación de instrucción y recreo pues la directiva pasa a  cubrir los  gastos con los fondos propios  de la Sociedad (Ídem: 26).
     En 1944 se termina la  etapa de esplendor de las publicaciones literarias en Sancti Spíritus con el  cierre de la revista “Hero”. Al dejar de editarse las revistas se produce un  vacío en las letras de la República en la región, ya que estas constituyen uno  de los principales medios de expresión. Se puede decir que en la primera mitad  del siglo XX Sancti Spíritus cuenta con gran variedad de periódicos y revistas,  en el caso de estas últimas, permiten conocer la obra de los escritores  locales, nacionales y extranjeros, pero su difusión se encuentra limitada al  sector que tiene instrucción y acceso económico a las mismas. 
     Dentro de esta amplia  variedad de revistas que se publican en esta etapa se debe destacar las  dirigidas por mujeres, las cuales marcan una pauta en quehacer literario de las  mujeres. Entre ellas sobresale “Horizontes” por ser portavoz de los intereses  femeninos y abrir un espacio para la publicación de las obras literarias tanto  de autores consagrados como los que dan sus primeros pasos en el mundo de la  creación, siempre en defensa de los derechos de las féminas. 
Entre las numerosas  revistas publicadas, en la primera mitad del siglo XX, en Sancti Spíritus se  encuentra la revista literaria “Horizontes” la cual se convierte en un representante  de la mujer espirituana. Esta tiene sus antecedentes en la ciudad de Morón  donde asume la   dirección Adela Oria de Rodríguez y la subdirección Margot  Álvarez Soler de Meneses. Con anterioridad, durante 3 años sale a la luz en  tierras camagüeyanas siendo dirigida por la intelectual Flora   Margarita Ramírez de Sabirats (Horizontes, año I, No 6: 3).  
     La Revista se funda en  Sancti Spíritus el 15 de febrero de 1935, con sede en la calle San Vidal 53  y 51, bajo la dirección de Margot Álvarez de Meneses y Ernestina Trelles  Trelles. Esta última abandona dicha labor a los pocos meses pues a  partir del 31 de mayo de 1935 aparece solo como directora y administradora  Margot Álvarez, la cual aclara que se mantienen los mismos ideales de cultura y  de progreso que la hacen ver la luz desde el primer número. Sus salidas en el  primer año son quincenales pero pasan a mensuales a partir de 1936. 
     En el primer año de  vida “Horizontes” se perfila como una publicación eminentemente literaria,  debido a que en ese período las revistas son órganos importantes para la  divulgación de la literatura y la cultura, en general. Coincide con este perfil  el objetivo de la publicación que abarca un amplio espectro como lo dan a  conocer sus directoras en su primer número:
  “(…) nuestra  publicación, aunque lleva por norma la divulgación cultural en todos sus  aspectos, lo hará sencillamente, sin tantas pretensiones, de modo que nuestras  páginas lleven siempre un sello de amenidad que esté al alcance lo mismo del  intelectual que del obrero, de la mujer que hace rimas y sueña entre encajes y  perfumes, como de la humilde muchacha que después de haber rendido su diaria labor  (...)” (Horizontes, año I, No I: 3).  
     Especial atención  recibe el tema de la mujer de la cual se convierte en su vocera al plantear que  dentro del amplio público a la que va dirigida “(…) la mujer,  particularmente hallará en estas páginas un vocero de sus méritos  intelectuales, demostrando así que ella puede ocupar un lugar merecido junto al  hombre: como compañero en todas las fases de la vida (…)” (Horizontes, año 1, No I: 3) 
     La mujer se presenta  como factor importante en la obra del gobierno, considerada apta para convencer  y participar en las votaciones y en la vida pública, en general. Es  significativa la aprobación que reciben los defensores del derecho de la mujer  (Pérez Moya, 2007:54). En los primeros años aparecen varias secciones que  utilizan su espacio para resaltar la labor de mujeres espirituanas, cubanas y  foráneas y abogan por que la mujer se libere de la opresión en que se encuentre  y se preocupe por los problemas sociales que están afectando el país. 
     Desde el primer número  la Revista se encuentra abierta para recibir toda colaboración que se adapte a  los ideales de cultura, apoyando toda obra u autor que cumpla con los mismos  objetivos que la revista.   En la primera hoja de todos sus números aparece la sección Orientaciones que escriben sus directoras, donde aparecen comentarios sobre el papel que debe  desempeñar la mujer, promoción de actividades a realizar por esos días o  dedicada a fechas históricas que cumplen aniversario.
     Las otras secciones con  que cuenta no tienen tanta duración en el tiempo pero juegan su papel en el  cumplimiento de los objetivos de la Revista, así aparecen Tribuna de la  Mujer donde se pronuncian por un nuevo modelo de mujer acorde a los tiempos  actuales. Para que las féminas principalmente puedan dar a conocer su obra son  los espacios Del Alma Femenina, Poetisas  espirituanas y Mujeres que valen;  otras como Educación en el Hogar y La mujer en el hogar ofrecen  consejos a las féminas para sus labores domésticas, mientras que Asuntos  pedagógicos aconsejan sobre las normas y principios en que deben educarse  los más pequeños de la   casa.  También los  niños tienen un espacio en la página infantil y las adolescentes y jóvenes que  se “presentan en sociedad” o participan en concursos de belleza ocupan un lugar  en Quincenario social y Las que sueñan triunfar. 
     La sección Hemos recibido es dedicada a responder  la correspondencia recibida y Página teatral da a conocer las películas  y espectáculos que se pueden ver los próximos días en la ciudad; además se  realizan comentarios sobre las figuras más destacadas en el mundo del  entretenimiento. Como característica de la prensa que se publica en esta etapa  los títulos de las secciones que abarca un periódico existe una verdadera  anarquía, cada uno las titula como quiere, las gacetillas varían hasta el  infinito, introduciendo la de crónicas en el periodismo moderno (Martínez Mole, 1929:26).
     Los años en que se  publica no se encuentra exenta de pasar por estrecheces económicas, por los  costos que implica sacar una revista con una frecuencia quincenal. El 4 de abril de 1935 se publica en Gaceta Oficial  los Decretos-Ley números 65 y 82 (Horizontes,  año I, no 7: 3) los cuales aplican a toda la  prensa cubana una fuerte suma de impuestos. Margot y Ernestina salen en defensa  de los humildes periódicos del interior del país que pasan por penurias monetarias  y apenas pueden mantener una salida mensual. Estos apenas se sostienen por la  suscripción de sus números y el pago que realizan los comerciantes de la ciudad  para la publicidad de sus negocios. 
     Como colaboradores de  la Revista se aprecia un gran número de educadores, periodistas, poetas,  abogados, en su mayoría mujeres. Además de los escritores locales colaboran en  ella importantes figuras nacionales como: Cintio Vitier, Eugenio Florit,  Josefina de Cepeda, Thelvia Marín, Andrés Segura, Eduardo Benet, Dulce M.  Borrero, Adela Jaume, Emilio Ballagas, Dulce M. Loynaz, Fernando G. Campoamor y  Gonzalo Aróstegui del Castillo. Además, mantiene permanente colaboración con  escritores latinoamericanos como la escritora uruguaya Carmen Piria, la poetisa  mexicana Rosario Sansores, la argentina Clementina   Isabel Azlor; además de los poetas argentinos Fermín Estrella  y Constancio C. Vigil. 
     Al cumplir el primer  año de vida en febrero de 1936 su cuerpo de redacción cuenta con destacadas  poetisas, recitadoras y maestras locales, entre ellas la secretaria de la Asociación Pro-Cultura   Ela Sastre Lahera, que dirigidas por Margot Álvarez continúan  en la ardua tarea de sacar adelante la Revista.
     En los primeros meses  de ese año la redacción de la Revista es trasladada para la Biblioteca Pública. El  28 de septiembre Margot Álvarez expide una carta al señor Alcalde municipal  Eloy Jiménez Pérez, en donde le expresa sus deseos de convertir la amena  revista en Órgano oficial de la Biblioteca Pública Municipal .  La idea es aprobada por el magistrado quien pide que se haga constar en las  páginas de la publicación en la edición de octubre de 1936. 
     Esta propuesta puede  estar motivada por diferentes causas, una de ellas, según explica la investigadora Felicia   Pérez Moya, es que por esos años las bibliotecas de La Habana  imprimen modestos boletines al igual que las de Santa Clara y crean efímeras  publicaciones, por lo que se hace necesario que la biblioteca tenga su órgano  de prensa para un mayor reconocimiento local y nacional (Pérez Moya, 2007: 53);  sin embargo, otra explicación a tener en consideración es que al convertirse  “Horizontes” en órgano oficial de una institución pueda garantizarse los fondos  para su publicación, cuestión que tanto afecta el mantenimiento de las revistas  de la etapa y sea la causa principal del cierre de muchas de ellas. 
     No obstante, cualquiera  que sea el motivo, a partir del número de octubre de 1936 la Revista aparece en  su página principal como Órgano Oficial de la Biblioteca Pública   Municipal y se suma a sus objetivos ya declarados: 
  “(…) laborar desde  estas páginas por el mejoramiento de la Biblioteca en lo que se relaciona a la  adquisición del mayor número obras modernas del agrado del público (…) Así  mismo la de laborar por infiltrar en el ánimo de todos los espirituanos la idea  de la necesidad que existe de llevar a cabo cuanto ante mejoras en la Biblioteca Pública  (…)” (Horizontes, año II,  no 8: 3). 
     A partir de ese momento  “Horizontes” sufre transformaciones en su contenido por su nuevo carácter de  órgano de la biblioteca y principal vía de comunicación entre la institución y  la sociedad espirituana. Las secciones van a estar dirigidas a la promoción de  la obra de destacadas figuras nacionales y locales, la promoción de los libros  que se adquieren y los que están en colección, además de  abordar temas de interés para la sociedad en  general, pero sin abandonar su propósito de apoyar especialmente a la  divulgación de la obra de las féminas.
     Entre 1936 y 1939 la  Revista es expresión del movimiento cultural espirituano, difusora de la  cultura y la literatura local y nacional. Un notable grupo de escritores  espirituanos y cubanos, encabezados por jóvenes valores fundamentalmente  mujeres, publican en ella sus textos inéditos (Pérez Moya, 2007: 55). En esta  etapa, también va a servir de medio para la divulgación de certámenes  infantiles,  juveniles y elecciones de  Reina de los 15 años para las Fiestas Santiagueras con el propósito, no solo de  “motivar regocijo y expansión a las niñas espirituanas” sino de recaudar fondos  para : “la adquisición  de obras y  otros objetos de verdadera necesidad en nuestra Biblioteca Pública Municipal,  ayudando de este modo a la obra de reorganización que nuestro alcalde se  propone llevar a cabo en este centro de nuestra ciudad” (Horizontes, año  II, no 10: 17) según lo expresa su directora. Estos eventos son patrocinados  por el alcalde municipal Eloy Jiménez Pérez quien desde su puesto ofrece toda  la ayuda posible para las labores que se llevan a cabo en la biblioteca. 
     En la revista, como  propio de los medios de esa etapa, aparece la publicidad de diversos negocios  de la ciudad como Academia de Música, Colegios privados, peluquerías, agencias  de automóviles, bufetes, joyerías, bancos norteamericanos y Clínica Médicas.  Las cuotas que se le cobran a estas actividades comerciales permiten sufragar  una buena parte de los gastos que por concepto de publicación tiene  “Horizontes”. En ellos se promueve el consumo de objetos de lujos,  inalcanzables para una elevada cifra de la población espirituana.
     Por su difusión ideológica  y la valiosa labor cultural desarrollada, en diciembre de 1937, recibe un  Diploma de Honor en la Exposición Internacional de Publicaciones  Periódicas, organizado por la Biblioteca Pública de Matanzas donde participan  51 países representados en 1407 publicaciones de diversas orientaciones  ideológicas. El último número localizado corresponde a agosto de 1939, por lo  que se supone haya cerrado en ese año.
     Se debe destacar como  esta Revista sirve de tribuna para los defensores de los derechos de la mujer y  para la difusión de su obra poética al tener un espacio de publicación. En sus  páginas se pueden encontrar las ideas que en torno a la concepción de mujer  moderna se tiene en la etapa: es una   fémina llamada a desarrollarse intelectualmente, por lo que celebra los  triunfos alcanzados en diferentes escenarios pero sin abandonar el cuidado del  esposo y los hijos pues se continúa viendo en la maternidad el principal motivo  de realización. 
La Revista para lograr  sus objetivos está conducida por dos mujeres que ven en esa labor la  oportunidad de guiar a las mujeres espirituanas y trabajar en beneficio de la  cultura espirituana. Una de ellas es la escritora, poetisa, maestra Margot  Álvarez Soler de Meneses que nace en Cienfuegos el 1 de marzo de1901. Por  motivos personales vive en Sancti Spíritus desde 1926 hasta los primeros años  de 1940. Su infancia transcurre en la ciudad de Morón y desde temprana edad su  poesía tiene aceptación en el semanario “Heraldo de Morón”, en la sección  “Lecturas para ellas”. Es una de las primeras mujeres cubanas que escribe de  manera sencilla y amena sobre temas de interés psicológico y sentimental (Pérez  Moya, 2007: 49). En 1924 publica su primer libro de poemas titulado “Del rosal  de mis ensueños”, en el cual utiliza como seudónimo, Crisálida. Su libro  “Poemas del amor más puro y otros poemas” (1945) es una muestra de delicadeza y  sencillez donde expresa el amor de hija a la madre y el amor de madre a los  hijos.
     Su labor periodística  se desarrolla en el programa “Horizontes en el aire” de la radioemisora local  de Sancti Spíritus y compone el himno del Instituto de Segunda Enseñanza de la ciudad. Sus trabajos  reflejan campañas a favor de la mujer cubana, de la madre, de la niñez, del  progreso. Es parte de la comisión que organiza Pro-Cultura bajo la dirección de  Anastasio Fernández Morera con motivo de unir esfuerzos para arreglar en Teatro  Principal para conmemorar su centenario. Desde 1935 funge como directora y  administradora de la revista “Horizontes” y a partir de los primeros meses de  1936 se le designa como responsable de la Biblioteca Pública   Municipal. Mujer de grandes méritos intelectuales muestra una  amplia capacidad para asumir esta función y darle a la ciudad un centro cultural  en beneficio del pueblo espirituano. 
     En 1939 la Asociación Nacional   Femenina de Prensa acuerda, en sesión extraordinaria,  designar a Margot Álvarez como Delegada municipal en justo reconocimiento a sus  labores por el mejoramiento y progreso de la mujer cubana. En carta de su  Presidenta Ernestina Otero expresa “(…) esperamos que con su actuación  coopere en lo sucesivo a la realización de nuestro planes, que tienen unir,  bajo una sola bandera a todas las mujeres cu banas que laboran en el periodismo (…)” (Horizontes, año IV, no 7: 14)
     La labor de Margot va  encaminada al desarrollo cultural de la ciudad y a la defensa del avance de la  mujer, primero desde la dirección de “Horizontes” y luego al frente de la  biblioteca pública municipal, a la cual saca del olvido en que se encontraba.  Su mérito está en saber defender sus ideas en medio de una sociedad  conservadora que continúa viendo como principal realización de la mujer: la  maternidad. 
     La otra fémina  responsable en sacar a la luz la Revista   es Ernestina Francisca de la Consolación Trelles   Trelles que nace el 1 de septiembre de 1907. Su padre  Francisco Trelles natural de Cienfuegos y su madre Julia Trelles hija de la  ciudad de Sancti Spíritus. Comienza sus estudios en el Colegio del Apostolado  Sagrado Corazón de Jesús. Termina los de piano, el 15 de mayo de 1924  recibiendo su título en esa fecha después de examinarse de solfeo, el 21 de  mayo de 1923, con brillantes notas. Se une a los  defensores de los derechos de las mujeres, por lo que en agosto de 1935 pasa a  formar parte de la directiva de la Asociación Cívico Social  Femenina fundada en Sancti Spíritus el 21 de agosto de 1934, al ocupar el puesto de Vicesecretaria de  Correspondencia. 
     En 1935 forma parte del  grupo de colaboradores de la revista mensual “Sancti Spíritus”, fundada por  Rogelio Méndez Marín, donde escribe en la sección “La mujer y la casa. Modas, labores,  el arte en el hogar”. En sus páginas se le considera un verdadero prestigio del  feminismo espirituano y se resalta su labor como colaboradora (Horizontes, año  I, no 4: 16). En ese propio año funda la revista “Horizontes” junto a Margot  Álvarez pero en junio se retira de la dirección.
     En enero de 1937 funda  la revista “Esperanza” que tiene una salida mensual pero solo se mantiene hasta  diciembre. El 3 de marzo del propio año, al celebrarse el Día del Periodista  Espirituano, se le concede el honor de realizar en representación de todos los  asistentes la siembra de un cedro como reconocimiento dentro de la clase y  además por la circunstancia de ser la Directora más jóvenes de las  publicaciones que hasta esos momentos circulan en Sancti Spíritus (Esperanza,  vol I, no 4: 20). En esa misma etapa se desempeña como profesora de piano,  solfeo y teoría en la Academia de Música incorporada al Conservatorio “ORBON”  de La Habana.
     Margot Álvarez y  Ernestina Trelles marcan una pauta y abren un camino en la emancipación de la  mujer espirituana que alejada de los aires renovadores que se  respiran principalmente, en La Habana y en  Camagüey, en cuanto al movimiento feminista se refiere, todavía mantiene  posturas conservadoras en cuanto al papel a desempeñar en la sociedad. La labor  realizada por estas féminas merece que se profundice y se destaque su aporte a  la cultura espirituana.
Durante años la mujer  tiene que realizar una fuerte lucha para obtener el derecho a la educación. En varios  artículos de “Horizontes” se reconoce la necesidad de que las féminas reciban  educación desde tempranas edades con el objetivo de que se instruyan para mejor  cuidado de la casa y los hijos, y ante los hombres tengan mayores cualidades  que admirar. Así aparece expresado en el poema del espirituano Juan M. Lamadrid (Horizontes, año I, no 3: 12)
     “Halo de Luz” 
     Estudia niña; en el estudio  tienes
     Una esperanza, natural,  robusta,
     Pues siempre son los  materiales bienes
     Más eventuales que la  ciencia augusta.
     Siempre el saber  adornará tus sienes
     Con el halo de luz que  tanto gusta
     Admirar, a los hombres  para quienes
     Es la ignorancia una fealdad  que asusta.
     (…)
     La vida en ignorancia  es desastrosa,
     Más, se eres instruido,  en el mañana
     Serás, por tu saber,  “la más hermosa”.
     Se ve la necesidad de  que la mujer reciba instrucción pero esta sigue estando atada al ámbito  doméstico, en el cual el hombre admira la preparación recibida por la mujer  pero mantiene una visión tradicionalista y patriarcal  de las féminas, por lo cual el varón toma las  decisiones más importantes en el hogar que la familia debe acatar. Se asocia la  instrucción con la belleza, viendo la mujer como objeto decorativo y la  educación como medio de parecer más atractiva, y no como necesidad para que en  caso de ser necesario tener un trabajo decente que le permita la subsistencia y  no verse obligada a prostituirse. A pesar del reconocimiento de leyes que  defienden los derechos de las mujeres falta mucho por hacer en cuanto a la  representación que se tiene de ellas en la sociedad. 
     La instrucción de las  mujeres, recibe especial atención, por ser ellas las encargadas de la educación  de los hijos en el hogar. De tal forma, que en el segundo año de la Revista,  aparece la sección “La Educación en el Hogar”, donde en su primera aparición se  deja establecido la importancia de las féminas en esta función puesto que  ellas:
  “(…) no se dedican a  inventar maquinarias, teléfonos, aparatos eléctricos o vapores (…) sin embargo,  (…) en sus rodillas se han criado los grandes hombres y se han educado mujeres  nobles y virtuosas. Nadie negará que estas son las más bellas y grandiosas de  la humanidad (…)” (Horizontes, año I, no 18: 12) 
     A pesar que desde el  siglo XIX las mujeres han defendido su derecho a recibir educación y tener las  mismas oportunidades que los hombres de acceder a las universidades, por el rol  que se le continúa asignándole en el hogar, solo se ve la importancia de su  instrucción como motivo para realzar su belleza ante los ojos del hombre, para  el desempeño de sus quehaceres domésticos y el cuidado de los hijos,  especialmente los varones, que en una sociedad patriarcal son los responsables  en el futuro de conducir el desarrollo de la sociedad. 
     Se debe tener en cuenta  que a lo largo del siglo XIX la educación femenina es exclusivamente y  privilegio de las hijas de familias mejor situadas, los nuevos escenarios son a  la par de la escuela, el salón de la ciudad y el periódico. Este se convierte  en un medio especialmente utilizado por la élite de la burguesía. 
     La Revista complaciendo  peticiones crea la sección “La mujer en el hogar” en 1939 aunque desde los  primeros números dedica artículos para hablar sobre este tema pues toda  publicación de su tipo debe hacerse amena y útil para las dueñas de la casa  puesto que:
  “(…) ninguna mujer,  por inteligente y culta que sea lleva en sí una enciclopedia y busca en todo  momento la oportunidad de conocer algo que ignora y que en cualquier momento  puede serle de suma utilidad, que es al final el objetivo de esta sección que  se inaugura (...)” (Horizontes, año IV, no 1: 17)
     Se explica a las  lectoras que ante cualquier inquietud o interrogante pueden enviar sus cartas a  la redacción de la revista, y de esta forma dar consejos, tan diversos, ya sea  para mantener la higiene del cabello, para el cuidado de las dolencias del asma  o cualquier otro problema que pueda presentarse en el hogar. Con este propósito  se promociona el Curso de “Artes domésticas”, que se ofrece en los salones de  la sociedad “El Progreso”, a las damas de la sociedad espirituana (Horizontes,  año III, no 26: 13). Durante el mismo se demuestra el uso de los diferentes  aparatos domésticos presentes en el hogar y se agradecen este tipo de  encuentros por la oportunidad de actualizarse que les da a las señoras
     Otros criterios que son  expuestos es el de la camagüeyana María Antonia Valdés, la cual  defiende que la mujer debe interesarse en los grandes problemas sociales de  moralidad, de educación, de cultura, de higiene, de trabajo ayudando de esta  forma al hombre y  deja establecido los  deberes que cada uno debe cumplir en la casa: 
  “(…) sobre el hombre  recaen los deberes del sostenimiento del hogar, de aportar los medios para  vivir y preparar el porvenir de los hijos (…) mientras la mujer en su función  de madre (…) la que educa el carácter de sus hijos inculcando las máximas del  bien en el cerebro infantil (…) los que serán luego firmes principios salvadores  de cualquier negro borrón (…)” (Horizontes,  año I, no 3: 6)
     Deja establecido que el  hombre es el responsable del sostenimiento económico del hogar mientras la  mujer debe velar por la formación de sus hijos. Posición similar comparte la  escritora espirituana Ernestina Trelles para la cual la mujer debe ser el  complemento del hombre. Plantea que debe trabajar, instruirse y tomar parte  activa en la vida, cooperando a la marcha del progreso e interviniendo en los  asuntos públicos pero sin dejar de ser “centro de armonía en el hogar y  fuera de él porque el alma femenina fue hecha para limar asperezas y ser el  lazo de unión de la familia que es la base de la sociedad” (Horizontes, año  I, no 3: 8).
     Se reafirma el rol que  debe desempeñar la mujer en el hogar y dentro de sus funciones su objeto  fundamental es la de “antes que todo es madre (…) madre, cuando apenas tras  pasado el umbral de la adolescencia, sueña con el hijo que ha de llegar algún  día” (Horizontes, año I, no 4: 5) y esto se reafirma cuando se asocia  indisolublemente el nombre de mujer con el de madre y a la cual se le atribuyen  la misión de convencer al hombre con gestos delicados y palabras persuasivas. 
     Ideas expresadas en la  Revista sobre el tema de la maternidad reafirma que “ser madre es lo más  grande y más sublime para el corazón de la mujer” (Horizontes,  año I, no 10: 8)  puesto que al nacer un niño se contrae  un alto y sagrado deber de guiarlo por la vida. Por tal motivo, se aconseja a las jóvenes  madres cubanas adquirir todos los conocimientos posibles para ponerlos en  función de realizar su más importante tarea, cuyo premio es tener hijos sanos  de cuerpo y de inteligencia, máximo galardón concedido al sublime don de saber  ser madres.
     Como reafirmación de  esta idea aparecen los versos de la colaboradora María   Olimpia de Obdulia titulados “La oración de la Madre” (Horizontes, año I, no 8: 12) donde esta pide todas  las fuerzas posibles para realizar el objetivo de su vida: la educación de sus  hijos 
  (….)
  Dame fuerza, Señor,  para ampararlo,
  Rectitud y firmeza para  guiarlo,
  Para criarlo, señor,  dame salud
  Para formar su corazón,  bondad
  Para dar a su mente,  claridad.
  (…)
     Sin embargo, para  aquellas mujeres que no tienen compañeros o la posibilidad de ser madres se les  consuela y les ofrecen otras opciones, puesto que la vida no se acaba todavía y  existen otras opciones, por lo cual se le pide: 
  “(…)  no languidezcas, mujer, tu vida. Aprende a embellecerla. Cultiva tus praderas  interiores (…) ¡Pon tu pupila alta! (…) ¡Abre tu corazón de par en par a la  vida! ¡Sin miedo mujer! ¡Sin miedo! Mirarás no con los ojos de la carne. Mirarás con  la pupila de tu corazón, dentro bien dentro de la vida (…)” (Horizontes, año I, no  12: 10)
     Este tema  es abordado por hombres colaboradores de la Revista como el escritor Andrés  Segura Cabrera, que reside en La Habana, el cual resalta en sus artículos la  ilusión con que una madre cría  a su  amado hijo, y compara este momento con el sentimiento de la joven cuando se  presenta  por primera vez en sociedad  esperando como un objeto ser la admiración de todos (Horizontes,  año I, no 7: 9) 
     Sin embargo, la Revista  no se mantiene ajena a los cambios que vienen ocurriendo en la sociedad, donde  con anterioridad la mujer encontraba satisfacción a sus impulsos altruistas en  el círculo de su hogar pero las circunstancias han cambiado y esto conlleva  cambios en el comportamiento.  La mujer  ha sido redimida de la mayor parte del trabajo doméstico: ya no hila, ni teje,  ni cuece el pan y las ropas se venden hechas o vale muy poco su confección. El  trabajo de la mujer dentro de la casa no es suficiente para justificar su deseo  de ser la cooperadora del hombre (Horizontes,  año I, no 1: 3)  Por  tal motivo, se señala la necesidad de que la mujer acompañe al hombre para  establecer un armónico equilibrio en la sociedad. 
     En secciones como Tribuna  de la Mujer se explican las razones de estos cambios ocurridos en los  últimos tiempos con respecto a la mujer al plantear 
  “(…) el mundo ha  entrado en una nueva fase de la evolución y en ella la mujer (…) ha comprendido  la necesidad de hacerse sentir también en la vida pública, ha roto el círculo  de hierro donde yacía encerrada ignorante del valor de su personalidad (…)” (Horizontes, año I, no  1: 14) 
     Debe entenderse que  para 1935 la mujer cubana ha alcanzado importantes logros como la Ley de la Patria Potestad  (1917), Ley del Divorcio (1918) y la Ley del Sufragio femenino (1934), todo lo  cual se ve reflejado en el nuevo papel que pasa a jugar dentro del hogar y  fuera de él. De esta forma se expresa en la Revista que las féminas despiertan  las conciencias, se levantan los ánimos con fuerza avasalladora, y que la mujer  sin dejar de ser fina y delicada, siempre como una flor exquisita se arma de  una voluntad disciplinada, capaz de discurrir sobre los principales problemas  de la vida.
     Sin embargo, en su  lucha por el reconocimiento de sus derechos no ha sido impedimento para que a  la mujer le siga caracterizando la coquetería, lo que la galantería es al  hombre, “a la mujer que sabe ser femenina coquetea, rinde a su paso muchos  corazones femeninos y se hace admirar por la mujer inteligente que sabe valorar  su arte” (Horizontes, año I, no 9: 17)  No se deja de reconocer los rasgos femeninos  que caracterizan a las féminas pero se van introduciendo otros elementos en su caracterización  como la inteligencia, antes no tomado en cuenta. 
     En artículos del  colaborador Andrés Segura se aborda la ilusión con que toda madre amantísima  cría al hijo, “en ella se puede sintetizar la hija adorada y la mujer que  por su cultura, su tacto y su distinción, se destaque y brille en el medio  social más exclusivo” (Horizontes, año I, no 7: 9), pero que se dedica con  especial desvelo al cuidado de sus hijos. Aquí se reafirma la idea, desde la  postura masculina, que la mayor realización de una mujer va a estar en el  cuidado de los hijos. A pesar de que se reconocen los logros alcanzados por las  féminas, la representación de los hombres sobre las mujeres continúa asociada  al hogar y la maternidad. 
     En ocasión del día de  las madres, se presenta una nota en la sección Orientaciones,  donde se comenta la importancia de celebrar ese día con alegría y de darle un  justo valor a la madre que es un prototipo de abnegación. Otro de los elementos  que la caracterizan es su ayuda a los más necesitados, por lo que se aprovecha  el espacio para pedir ayuda en la creación de una “Creche” en Sancti Spíritus,  para el cuidado de los niños en las horas diarias hábiles y de esta forma sus  madres puedan “trabajar en cualquier faena que le produzca algo más que la  limosna insegura” (Horizontes, año I, no 7: 3). Este tipo de convocatoria  es usual en esta etapa donde la mayor parte de las obras de beneficencia que se  realizan en la ciudad es a partir del aporte de las damas de la burguesía. 
     Por el  papel de madre que vela en todo momento por la seguridad de sus hijos,  “Horizontes” hace un llamado en mayo de 1935 a todas las madres del mundo para que  estén alertas por la vida de sus hijos “(…) ¡Madres cubanas, hermanas  cubanas, novias cubanas y de todo el mundo: levantad nuestra voz potente y  vigorosa contra el gran crimen colectivo que es la Guerra! (…)” (Horizontes, año I, no 7: 3).  Se aprovecha el espacio y lo que representa la  figura de la madre en el hogar para llamar a la paz, a la conciencia de todos  los hombres en momentos donde el mundo tiene puestos sus ojos en Europa donde  se está preparando una guerra de alcance mundial y el fascismo constituye una  amenaza real para toda la humanidad. 
     De esta forma la mujer  es reflejada como mediadora de paz y se utiliza como  instrumento para pedirle al hombre que piense antes de provocar un conflicto “(…)  detén la marcha de los acontecimientos que nos llevan al abismo fatal (…)  ahogamos en el rincón más apartado de nuestro hogar, un sollozo, que quiere ser  una protesta (…)” (Horizontes, año I, no 3: 3). Aquí no es solo la madre la que pide, es la esposa, la  hermana, la hija que desean ver sus seres queridos en casa. 
     Con similar  objetivo dedican la primera página de septiembre de 1936 al escrito de la intelectual Mercedes   Pinto titulado “La falsa bondad”, donde hace un llamado a los  hombres del mundo a tomar el buen camino, producto de que en esos momentos en  España se está desarrollando la Guerra Civil Española  y Cuba no se encuentra ajena a este acontecimiento. En la Isla emigrantes  españoles y cubanos identificados con esta causa se alista y marchan a la  contienda.
     Esto es  producto a que se caracteriza a la mujer por una exquisita sensibilidad que la  hace amante de la paz. De  esta forma se elogia a la poetisa Conchita Tormes, pues en sus poemas se  enaltece la paz y se dice no a la guerra, “(…) porque nosotros, eternos  enamorados de lo bello, no concebimos en la mujer, más que pensamientos altos,  amor y comprensión (…)” (Horizontes, año  II, no 11: 5). 
     Este papel  que se le asigna a la mujer como mediadora de paz es debido a que durante la  época de entreguerras, muchas mujeres feministas participan en movimientos  pacifistas y antifascistas. Esta asociación entre pacifismo y feminismo surge a  mediados del siglo XIX debido de la identificación ancestral ente guerra y  virilidad. Con la subida al poder de los totalitarismos en la década de los  treinta, se plantea que el feminismo es el camino más directo hacia la paz y  contra el fascismo que sustenta el patriarcado, por lo que urge a las mujeres a  luchar en contra de las violencias cotidianas contra sus cuerpos y voluntades,  y contra la alta política de los varones.
     No solo  como mediadora de paz se va a reconocer a la mujer en su misión de aplacar los  ánimos masculinos, otras cualidades la van a identificar como la abnegación la  cual ha sido demostrada en diferentes etapas de la historia. Se reconoce  como en diversas ocasiones han estado dispuestas a entregar su vida por su  patria como lo demuestra el ejemplo de compatriotas que en la manigua se  entregan por completo a la ardua tarea de atender los heridos, puesto que tres  características ideales la distinguen “abnegación, austeridad y honradez” (Horizontes, año I, no 4: 6) y al que se le puede unir el de sacrificadas por el papel  que desempeñan en el hogar al ser esposas y madres. 
     Sin  embargo, al presentar a las señoritas de la burguesía en fiestas para que sean  reconocidas como jóvenes casaderas se le asignan otros calificativos como: “Reina  de las flores, hermosa y fragante, poseedoras de un virginal corazón” (Horizontes, año I, no 5: 14)  elementos que reafirman la visión que se tiene  la mujer en esos momentos. 
     A partir de los logros  alcanzados por la mujer en la esfera social, estos se han visto reflejados en  el ámbito del hogar donde se le da una mayor participación, aunque se le  continúa asignándole la función principal de la formación de los hijos y los  adjetivos que la describen son: abnegada, sacrificada, amorosa y delicada,  mientras que el hombre continúa jugando el rol principal en una sociedad  patriarcal de la cual no desea ceder espacio. 
     Los resultados  alcanzados por las mujeres son celebrados en la revista “Horizontes” quien las  impulsa a seguir  conquistando nuevos  triunfos tanto en el territorio nacional o internacional, pues considera que  esta tiene las mismas capacidades que el hombre para emprender cuanto proyecto  se proponga. Sin embargo, no logra despojarse totalmente de una concepción  conservadora que ve la mayor realización de la mujer en la educación de los  hijos, siendo el principal escenario de la mujer: el hogar. 
La revista “Horizontes”  en todos sus números dedica un espacio para resaltar la labor de mujeres que se  destacan en el ámbito intelectual o han logrado sobresalir en escenarios donde  los hombres han tenido el dominio. De este modo enfatiza como en los últimos  tiempos las féminas cubanas han enfilado sus aspiraciones hacia un ideal más  alto que el de vegetar entre las cuatro paredes del hogar y, siendo dentro de  él tan femenina y amante como épocas pasadas “lleva sus ideas más allá de la  familia y las da a los demás, porque aquellas ideas van siempre encaminadas al  mejoramiento de la humanidad” (Horizontes,  año IV, no 1: 13) Se confirma en el rol que la  mujer está jugando fuera del hogar pero se reafirma que no por ello pierde sus  encantos femeninos, como lo promulgan los detractores de la emancipación de la  mujer.
     Esto es producto a que  las féminas que luchan por sus derechos son calificadas de marimachos, puesto  que los hombres continúan con el discurso tradicional que enfatiza el objeto de  la misión de la mujer es dentro del hogar, debido a que ella tiene a cargo la  educación de los hijos, por lo cual consideran que los defensores del  desarrollo de la mujer en el espacio público son enemigos de la regeneración  social. 
     Con el objetivo de  abrir un espacio para las mujeres se destaca la labor desarrollada por la  Asociación “Acción Cívico Social Femenina” de Sancti Spíritus,  que a pesar de su corta vida, tiene como  propósito laborar intensamente en favor de las nobles aspiraciones del  feminismo y postula entre sus objetivos “prestar apoyo y propiciar toda ley  que tienda a mejorar la condición de la mujer” (Expediente 181, legajo 7,  Registro de Asociaciones). Integrada por cultas profesionales y humildes  obreras levanta su bandera y lucha por la emancipación de la mujer, contra las  normas del pasado y contra ese sentimiento de sumisión cruel impuesta a las  conciencias femeninas.
     Se destaca el trabajo  que viene realizando el noticiero CMQ en la defensa de causas nobles, entre  ellas la lucha por el engrandecimiento femenino, en especial, la mujer que vive  en el campo “la guajira” que tiene cerradas todas las puertas al adelanto y  mejoramiento que le pertenecen por ser una ciudadana carente únicamente de  capacidad intelectual que es lo que precisamente debe recibir para que pueda  ocupar su puesto y aspirar a un poco de felicidad (Horizontes, año II, no 15:  3).
     La Revista cumpliendo  con su objetivo, sirve de espacio para la promoción de espacios dedicados a  resaltar a las féminas como la “Fiesta Intelectual de la Mujer” la cual tiene  lugar en la primera quincena del mes de mayo de 1935 en La Habana y persigue  como objetivo “poner de manifiesto el desarrollo de la cultura en la mujer  cubana y en la extranjera residente en Cuba” (Horizontes,  año I, no 6: 3). A sus organizadoras les anima  el deseo de que resulte el más brillante y magnífico exponente del avance  intelectual femenino en el país. En el encuentro participan las mujeres que se  desempeñan en el ámbito literario, musical, pictórico, la escultura o la arquitectura. Esto  es un ejemplo de los espacios que la mujer ha podido acceder en los últimos  años gracias a un mayor acceso a los estudios universitarios. 
Una vez terminado este  encuentro “Horizontes” publica una nota felicitando a sus organizadoras por el  éxito alcanzado y se compromete que en los próximos números saldrán reseñas de  biografías de mujeres intelectuales, así como los trabajos presentados para  que:
     “(…) en el interior de  la República se conozca todo el valor de esta labor desarrollada por sus  organizadoras que merece nuestra más calurosa felicitación y el aliento para  que en lo adelante las fiestas así pongan en alto el nombre de la mujer, como  un timbre de gloria para la patria (…)” (Horizontes, año I, no 10: 6)
De esta forma se  estimula al desarrollo intelectual de la mujer que a pesar de manifestarse en  los ámbitos del quehacer artístico, va abriendo pasos para la incorporación de  la mujer en otras ramas como la medicina y las carreras técnicas, áreas hasta  el momento solo ocupadas por los hombres. 
Con motivo de  celebrarse la II   Fiesta Intelectual de la Mujer, en enero de 1939, en la  Atenas de Cuba, “Horizontes” saca una nota, anunciando el encuentro  donde poetisas y recitadoras de cada una de  las provincias del país demuestran como la mujer cubana progresa en todos los  órdenes de la cultura, el arte, la política y el deporte y expresa como lo  mejor “(…)es que la saya no molesta para ninguna actividad feminista, ni  femenina, porque el feminismo auténtico no es masculinización (…)” (Horizontes, año IV, no 1: 13). De esta forma se  ratifica la Revista como espacio para la socialización de los logros de mujer,  en este caso, la cubana y se reafirma el convencimiento que el desarrollo en  otros ámbitos fuera del hogar no es sinónimo de perder las características  femeninas.  
Reconocen las  directoras de “Horizontes” que a pesar de encontrarse el escenario principal de  los triunfos femeninos en la capital, los efectos de la obra que realizan las  mujeres se dejan sentir en todo el país, lo que representa un paso de avance  con respecto a las mujeres del siglo pasado. En ese tiempo es considerada,  muñeca de lujo si tiene riquezas y si es pobre, máquina de trabajo, pero todas  tienen un denominador común: pasan sus vidas sumidas bajo el mando del padre y  para luego pasar al esposo. En la mayoría de los casos permanecen relegadas y  ocultan la amargura de su vida útil en el más apartado rincón del hogar.
Por tal razón, se exhorta  a las lectoras que aprovechen las oportunidades para ejercitar su inteligencia,  su superación espiritual y se pone como ejemplo la labor realizada por Margot  Álvarez y Ernestina Trelles frente a la Revista y se les califica como  valiente. De esta forma se presentan como la avanzada y guías para las féminas  que desean tener mayor participación social (Horizontes, año I, no 4: 3) Se  debe señalar que este medio de prensa está dedicado a las mujeres de la clase  burguesa que tienen la posibilidad económica de suscribirse y de tener una  participación activa en la vida cultural de la ciudad, no siendo el caso de las  mujeres pertenecientes a las capas populares, que  tienen que trabajar largas horas para mantener sus hogares. 
En varios números de la  Revista aparecen notas promocionando la publicación de libros cuyas autoras son  las colaboradoras Lucila de Castro y Luisa Muñoz del Valle los cuales resaltan  y muestran como ejemplo de cuanto puede hacer la mujer cuando se prepara, lo  cual es muestra de las vías donde la mujer ha podido desempeñarse demostrando  que tiene las mismas capacidades intelectuales que el hombre.
“(…) al poner luz en el  horizonte. Bienvenidas sean esas mensajeras de la cultura de la mujer cubana y  aprestémonos los hombres a saborear la miel de tan ricos panales. Y a rendir a  la mujer que triunfa nuestra admiración sincera (…)” (Horizontes, año  I, no 14: 11) 
Otros de  los libros escritos por féminas que se promocionan es “Hojas del recuerdo” de la camagüeyana Evan Adán  de Rodríguez, el cual es descrito como “bello esfuerzo de una mujer que, si  no es escritora en el sentido de producir para el público, tiene su escrito la  frescura de una inteligencia juvenil” (Horizontes,  año II, no 4: 6)  Estas  palabras escritas por el doctor Gonzalo Aróstegui del Castillo es un ejemplo  del reconocimiento que en el plano intelectual está alcanzando la mujer, aunque  todavía no es apreciado en su justo valor por la óptica sexista con que es  valorado.
Se aprovechan los  espacios para destacar la obra de mujeres intelectuales que en la capital  desempeñan un papel de orientadoras de las mujeres al ser parte del consejo  editorial o directoras de revistas, en este caso se encuentran: Leonor Barraqué  con su sección Feminidades de la revista “Carteles”, María Collado directora  de la revista “La Mujer”, Hortensia Lamar que promueve acciones en favor del  niñez y la   escritora Dulce M. Borrero de Luján que desde la Dirección de  Cultura de la Secretaría de Educación se pronuncia a favor de los derechos de  las mujeres (Horizontes, año I, no 6: 3).
Otro de los espacios  donde se destacan las féminas, en esta etapa, es en la declamación de poemas  donde sobresale la recitadora Natalia Aróstegui de Suárez la cual es  descrita como “(…) helénica y cristiana, al reunir en ella la gracia y la  belleza simple de las griegas (…)” (Horizontes,  año I, no 7: 6) se le destaca por su feminidad y no por el desarrollo de sus  dotes de recitadora. La declamación de poemas es un espacio donde las mujeres  se destacan en esta etapa y se utiliza como pretexto para reunir importantes  figuras femeninas espirituanas como: María Cristobalina Consuegra, Lucrecia  González, Doña Panchita, Luisa Muñoz, Conchita Tormes, entre otros  representantes de este género, y de esta forma ver la labor que están  desarrollando. Por los triunfos de esta declamadora la  convierten en una de las más admiradas recitadoras cubanas de la época. Al ser llamada a  ocupar un alto cargo en una dependencia del Estado en 1937, Horizontes la elige  para ocupar una de sus portadas y se muestra como un ejemplo a seguir por las mujeres  espirituanas. (Horizontes, año III, no 18: 6). 
También la Revista  congratula a las mujeres que logran ocupar puestos de importancia, por tal  motivo felicita a las estimadas compañeras Aurelia González Madrigal y Celia  Calvo por sus éxitos como Presidenta y Secretaria del Cursillo de Renovación  Educacional. Durante su realización se destaca la señorita Conchita Tormes,  poetisa y recitadora espirituana que se le augura un prometedor futuro en el  camino del arte (Horizontes, año II, no 7: 13).
Similares  felicitaciones y los calificativos de “inteligentísima periodista e inspirada  poetisa que se destaca entre nuestros intelectuales espirituanos” recibe Margot  Álvarez cuando el alcalde de la ciudad Eloy Jiménez, la nombra la encargada de la Biblioteca Pública   Municipal. Esto es un ejemplo de lo que se espera de la mujer  y que mediante su labor escale posiciones en la esfera social. 
Otra de las formas que  tiene “Horizontes” de resaltar el trabajo que vienen desarrollando las mujeres,  es la oportunidad que les da de publicar poemas y artículos. Entre las que más  hacen llegar sus trabajos es la espirituana Josefina Jacobs, la cual se destaca por su modestia, inteligencia y por el  lugar que ocupa en las letras espirituanas por lo que se le augura ocupar  pronto un puesto en la cultural nacional (Horizontes,  año I, no 5: 10)  Se elogian los logros alcanzados por esta  mujer dentro de la intelectualidad femenina por su talento y su arte.  
Otra de las  colaboradoras que hace llegar sus obras es Josefina de Cepeda la cual describen  como “cosecha primaveral” y “promesa de la  poesía cubana” que ha recibido buenas críticas de la prensa de la capital y que  se destaca entre la intelectualidad femenina por su talento y su arte (Ídem). En este grupo se encuentran la espirituana Conchita  del Moral, residente en Santa Clara, que se destaca por su cultura y su  inteligencia, y la   poetisa Conchita Tormes “(…) ambas nos dan sus bellos  ritmos que, muy honradas por ello, hemos de publicar (…)” (Horizontes,  año I, no 5: 12). También agradecen la colaboración  de otra poetisa, Esperanza Valdés y Meneses. Las directoras de la Revista en  reiteradas ocasiones expresan su orgullo por todas las obras recibidas para  publicar y exhortan a que continúen pues enriquece su trabajo.
La Revista  dedica un espacio en la   sección Poetisas espirituanas a las mujeres que  en el escenario local se destacan en la cultura como la poetisa Luisa Muñoz  del Valle, a la cual se describe como “(…) armonía sublime, inteligencia  cultivada, espíritu de altos vuelos que hace de la estrofa un arte selecto(…)” (Horizontes, año I, no 3: 10) adjetivos  que van en correspondencia con los temas que aborda en sus poemas como el amor,  la paz, la serenidad.
Una  especial relación de trabajo tiene “Horizontes” con las mujeres intelectuales  de Camagüey, pues no solo la Presidenta de la Asociación Cívico   Femenina de esa ciudad es fiel colaboradora sino también  aparecen otras figuras como: la poetisa Emilia Bernal,  a quien se le rinde homenaje y se describe como: “inspirada poetisa y  escritora camagüeyana, conferencista y mujer de vasta cultura” (Horizontes, año I, no  6: 3), por representar lo mejor de la mujer cubana,  en la Isla y en el extranjero.  Sus  méritos intelectuales son referentes de lo que puede alcanzar la mujer al tener  un espacio donde desarrollarse.
Para las  colaboradoras de la Revista siempre están presente hermosas frases que  reafirman su feminidad como: “(…) Juventud, belleza e inteligencia, he aquí  la trilogía que preside la personalidad de esta joven mujer moderna,  emprendedora y estudiosa, sin perder, antes bien enaltecerla, su radiante feminidad (…)” (Horizontes, año I,  no 4: 3) 
Similares  adjetivos se utilizan para reconocer la trayectoria de las que escriben como es  el caso de la Doctora en Pedagogía Guillermina Portela y de Las Fuentes, mujer  consagrada por entero al estudio y con muchos cargos conquistados por el  esfuerzo “(…) en demostración evidente de lo que puede una inteligencia  abreviando habitualmente en los manantiales de la cultura  (…)” (Horizontes, año I, no 6: 3). De esta forma se  reconoce el trabajo social e intelectual de las mujeres que exponen sus  escritos en la Revista.
Otra de las  mujeres intelectuales que se resalta por sus bellas perspectivas y su  temperamento emotivo y sentimental, “(…) a lo que se une una excesiva  modestia que la hace más interesante aún, ya que esta cualidad es un don no  común en los tiempos actuales (…)” (Horizontes, año I, no 8: 7), es la Doctora en Derecho Dulce María Loynaz. Esta se  convierte en vocera de la ciudad para obtener mejoras en la concisión de una  Biblioteca Popular. Se les recuerda a los lectores que esta mujer “(…) ama y  defiende toda idea de cultura y que lucha en medio de muchos escollos que le  impone la tarea de mostrar al público cada día sus mejores deseos por el  bienestar de este pueblo (…)” (Horizontes, año I, no 10: 5).  
Estas son  las razones por las que “Horizontes” se siente orgulloso de que sea una mujer  la que encauce los pasos del pueblo por la senda del saber y a la cual Cuba tiene en el  mañana una figura de elevado desarrollo intelectual para dejar páginas  imborrables en la historia.
La sección Mujeres que valen, es otro  espacio para rendirles homenaje a las mujeres que se destacan en su trabajo. En  su primera salida se le ofrece una deferencia a la moronense Adelaida Oria  de Rodríguez, educadora a la cual se le califica de “sacerdotisa oficiando en  el altar de la escuela”, por su consagración al magisterio. Se resalta su labor  al frente de “Horizontes” en su segunda etapa y no deja de destacarse el valor  de esta noble mujer que supo practicar sus dotes intelectuales en favor del  prójimo, por lo cual “es el más bello exponente de lo que puede la actividad  femenina y fuera de él” (Horizontes, año I, no 10: 8)  
La Revista  desea que las mujeres puedan desarrollarse más allá del hogar por lo cual le  pide a la mujer espirituana y a todas las cubanas, a las que considera hermanas  por la situación común que presentan “(…) nada imposible a tu huerto  interior. No le pido rosas fragantes que perfumen la senda del inquieto bregar:  que renuncies a todo lo que no ha de elevarte, que seas toda múltiple para la  noble idea (…)”  (Horizontes, año I, no 9: 7).  De esta forma exhorta a sus lectoras a que  busquen nuevos caminos que les permitan desarrollarse, alcanzar un espacio en  la sociedad que todavía ve como su principal espacio de realización el hogar.
Se  resalta la labor que desempeñan mujeres  espirituanas al frente de instituciones como Pro-Cultura, creada en 1936 y  dirigida por la   señora Pura Consuegra de Lahera. Esta tiene como propósito  emprender o ayudar  en las obras de  amplia visión general como: fomento de bibliotecas públicas, defensa de libros,  monumentos y decorados de la ciudad, empeños artísticos literarios, etc. Todo  aquello, en fin, y cuanto guarde más analogía con un plan de utilidad, belleza  y superación espiritual, abarca el ideario de este grupo social que se  organizan a su alrededor (Horizontes,  año I, no 18: 10). Es de  especial interés de “Horizontes” resaltar la  labor que desarrollan, por cuanto al frente se encuentra un mujer que demuestra  lo que pueden lograr las féminas cuando se les da la educación y la oportunidad  de desarrollarse en escenarios fuera de los acostumbrados.
De igual  forma se destaca el papel desempeñado por la señorita Isabel Araque  de Tormes, única mujer conferencista dentro del ciclo de conferencias  organizados del 10 al 18 de octubre de 1936 con el objetivo de divulgar la  historia local auspiciado por la Asociación Pro-Cultura  y donde se destaca la presencia de destacadas  figuras como el historiador Segundo Marín y Luis F. Del Moral. 
También se  celebra el nombramiento de la señorita Ernestina   Fariñas que ha sido nombrada para desempeñar el cargo de  maestra municipal, en el poblado de Taguasco, “la señorita Fariñas está dedicada a difundir enseñanzas pedagógicas y su nombramiento es un  verdadero acierto del Sr Secretario de Instrucción Pública. Vaya nuestra  felicitación más cordial para la buena amiga” (Horizontes, año I, no  13: 15)  Además, celebran el nombramiento de  Catedrática del Segundo Centro de Enseñanza a la señorita Paulina Sánchez, y  por recibirse en pedagogía, a la poetisa espirituana Luisa Muñoz del Valle y la señorita Fredesvinda   Solano, y a todas se les desea una calurosa felicitación. 
En las  páginas de la Revista se aboga por una mujer que salga de la comodidad de su  hogar y se enfrente a los problemas sociales y políticos de su país y luche  para que las ideas de equidad y de utilidad puedan desarrollarse libremente. Se  plantea la concepción de “mujer moderna” la de ser capaz de conjugar las  obligaciones hogareñas con su desarrollo profesional. 
Las directoras de la  revista “Horizontes” Margot Álvarez y Ernestina Trelles dejan establecido desde  fechas tempranas que no practican un feminismo militante, pero reconocen que la  mujer debe tener espacios en la vida política, “(…) no para discutir, no para  escalar tribunas, y hacer en medios varoniles, alardes de su intelectualidad  (…)”  (Horizontes, año I, no 4: 5) sino  que se le asigna un papel de mediadora, conciliadora en los fuertes debates  masculinos que se realizan en el ámbito de la política.
     
     En sus  secciones agradecen el apoyo que le han manifestado manos amigas a la Revista  que “(…) nacida al calor de los más altos ideales femeninos (…)” (Ídem) pretende  crear un nuevo espacio donde puedan publicar su obra y escribir sus comentarios  las personas que lo soliciten, en especial, las mujeres. De esta forma se  establece como una oportunidad donde las féminas puedan expones sus ideas,  opiniones y preocupaciones en cuanto a temas de interés como: el derecho al  voto, la importancia de la educación, el papel que deben desempeñar en el hogar  y el desarrollo que tienen las mujeres en espacios fueras del hogar.
     Como forma  de retroalimentación de nuevas ideas llegan a su redacción diversas  publicaciones de todo el país como la revista “Coa”, órgano oficial de la Asociación Acción Cívico  Social de Camagüey la cual sale a la luz en agosto de 1935. Esta publicación  tiene  como objetivo ser un vocero de  cultura y de los avances femeninos para conducir a las mujeres hacia horizontes  más amplios, y según Margot y Ernestina “(…) es preciso admirar y respetar (…)” (Horizontes, año I, no 12: 10). Su llegada se agradece a la señorita Paulina Sánchez  Rosete, presidenta de dicha Asociación en la ciudad espirituana e impulsora de  cuanta acción pueda realizarse para resaltar la labor de la mujer en la ciudad. 
     Este intercambio de  publicaciones se va a intensificar al convertirse “Horizontes”, en octubre de  1936, en órgano oficial de la Biblioteca Pública   Municipal. Entre las revistas que llegan y están  especialmente dedicadas a la mujer se pueden encontrar: “Luz” revista ilustrada  dirigida por Lucrecia González, “Lyceum”, dirigida por Uldarica Mañas y Camila  Henríquez y “La Mujer”, revista quincenal para la familia y el hogar,  administrada por María Collado Romero (Horizontes, año III, no 22: 16). Otras  de las que se recibe es la revista femenina “Ellas”, que ofrece una magnífica  información de la moda, de bellos modelos, excelente literatura, fotografías y  dibujos, etc. También llega desde fechas tempranas la revista habanera  “Grafos”, que de forma mensual  gracias a  sus directoras María Radilat de Fontanillas y María Dolores Machín, muestra los  avances que en materia de cultura tienen las mujeres en el país, lo cual es un  orgullo para las letras cubanas y se destaca como uno de los más altos exponentes  de la cultura nacional (Horizontes, año I, no 12: 17).
     Este amplio intercambio  de revistas permite a sus directoras retroalimentarse de todo cuanto hacen y  escriben las mujeres y de esta forma se reafirma “Horizontes” como espacio para  orientar a las mujeres hacia nuevos caminos donde encauzar sus metas hacia  perspectivas más amplias, así como en otras cuestiones de cuidado del hogar y  modas, cuestiones que reafirman su feminidad.
     Como parte de la  incorporación de la mujer a la sociedad sale en enero de 1936 un artículo sobre  la participación por primera vez de las mujeres en las elecciones. Esto es  celebrado con gran júbilo y satisfacción al demostrar que las féminas saben  encauzar su conducta en función de los intereses colectivos. Como prueba de que  ha merecido un voto de confianza manifiestan que: “(…) esperamos que los  hombres de la patria se sientan satisfechos del aplomo que ha demostrado su  compañera: la madre, la esposa, la hermana y la que guía conscientemente sus  pasos por la senda del deber (…)” (Horizontes, año I, no 17: 3)  
     A pesar de que la mujer  ha dado un paso importante para el reconocimiento de su papel en la vida social  al ejercer por primera vez su derecho al voto, se le continúa asignando como  deber principal la guía del hogar, al tener que velar por la educación de los  hijos y el cuidado del esposo. El tema del voto no es abordado más en la  Revista puesto que la mujer cubana en 1934 se le reconoce la igualdad de  derechos con respecto al hombre para concurrir a las urnas. Esto se materializa  en enero de 1936 cuando ejerce por primera vez ese derecho y de esta forma se  cierra una etapa de lucha, donde alcanza importantes derechos políticos y  sociales, siendo el punto final la aprobación de la Constitución de 1940, en la  cual se reflejan todos los logros alcanzados en las primeras décadas del siglo  XX.
     Al ejemplificar un tipo  ideal de mujer para esos tiempos la Revista   pone de ejemplo a Isabel Esperanza Betancourt presidenta de la Asociación Femenina  de Camagüey, la cual representa lo que la patria necesita: “(…) mujer para  el hogar y mujer para llevar más allá del predio familiar su trabajo (…)”  (Horizontes, año I, no 5: 6)  Durante  varios años estuvo al frente de dicha Asociación, escribe varios libros y en  sus artículos aboga por la paz y tener mayor confianza en los tiempos que se  avecinan para las mujeres.  
     Otro  ejemplo que se ilustra de mujer digna de imitar es a la espirituana, Doña  América Arias, viuda del ex-presidente José Miguel Gómez, la cual se considera  un modelo de virtudes y símbolo de altruismo y caridad.  A pesar de tener durante unos años su  residencia en La Habana, siempre se mantuvo vinculada de alguna forma a su  tierra, al patrocinar en la capital del país la publicación “Brisas del  Yayabo”, donde escriben espirituanos residentes en la capital (Horizontes, año I, no  6: 3). 
     Con motivo  de su fallecimiento se le dedica un número extraordinario de la Revista ilustre  espirituana: 
  “(…) por  sus excelsas virtudes, por su modestia en medio de la opulencia, por su  espíritu sereno y por sus dotes de patriota al par que, de esposa y madre, se  yergue en el recuerdo  como la primera  figura de mujer espirituana de nuestros tiempos (…)” (Horizontes, 20 julio  número extraordinario: 3) 
     Aquí  “Horizontes” resalta a la mujer por otros méritos, no por destacarse en el  plano profesional sino por consagrarse al cuidado del hogar, de los hijos y de  sacrificarse, cuando ha sido necesario, por la independencia de su patria, lo  cual se muestra como ejemplo a imitar por las nuevas generaciones. 
     Otra de las  cualidades que resaltan como dignas a seguir, es su ejemplo de la misión que  debe cumplir la mujer en cuanto al   sacrificio por la patria y auxilio a los patriotas que son heridos en  combate demostrando su infinita caridad. Se celebra la actitud que siempre  muestra a los desdichados dedicándoles una sonrisa o una frase de consuelo  (Ídem). Además, se destacan su fortaleza, su resistencia para afrontar todas  las dificultades sin mostrar un gesto de dolor, ni una queja, su inconfundible  dignidad y su actitud de bondadosa matrona consagrada a dar muestras de afecto  y cariño a todos los que la   rodean. Todo lo cual se muestra de cuanto puede ser una mujer  sin perder su feminidad y continuar como ejemplo como madre, esposa, hermana y  amiga de todo lo bueno. 
     A la espirituana Luisa Ornia  Jiménez, integrante del consejo editorial de la Revista y recitadora, se le  llama la “singerman espirituana” (Horizontes, año II, no 4: 10). Lleva  este apelativo por la declamación que hace de los versos y su espíritu  refinado, de una sensibilidad exquisita, por lo cual su triunfo en la capital  es un orgullo para el pueblo espirituano y su cultura. 
     Se espera de la mujer  moderna que sea sacrificada, abnegada, entregada a la defensa de su patria,  bondadosa, caritativa, buena hija, esposa, madre, amante del hogar pero que sea  capaz de desarrollar su intelecto para que gane en igualdad con el hombre y  defienda sus derechos para tener una mayor participación social. Estas dos  ideas se van a mantener en los sucesivos números de la publicación donde se van  a poner otros ejemplos desde estas perspectivas.  
     Otra manera  que utiliza “Horizontes” de resaltar a las féminas por sus méritos es dedicando  la portada de cada uno de sus números a figuras que se han destacado.  La primera homenajeada es la  recitadora Dalia Iñiguez,  La Excelsa, por la cual se siente una profunda admiración, al saber interpretar  las estrofas nacidas desde la honda inspiración.
     La  poetisa y escritora cubana Aurelia Castillo  de González se le rinde homenaje por sus acciones defensa de la mujer. Al cuestionar las  legitimidad de las leyes existentes, denuncia el carácter sospechoso de la  legislación al ser los hombres juez y parte. Aboga por la igualdad de  oportunidades por lo cual junto a su foto en la portada de “Horizontes” aparece  una de las frases pronunciadas en sus discursos que resume las ideas que  defiende  “La mujer ha sido hasta  ahora la mano izquierda de la humanidad. Esperemos que la humanidad sea un día  ambidiestra” (Horizontes,  año I, no 18). 
     Igual  reconocimiento recibe la   poetisa Dulce María Borrero de Luján a quien se le califica  de eminente pedagoga y poetisa inspirada. Por su trayectoria es invitada por el  colegio Carlos de la Torre a dar una conferencia en el curso “Amigos de la Escuela Nueva”,  ocasión que no deja pasar por alto la Revista por su sentida admiración a la  prestigiosa intelectual cubana y a toda mujer que se destaque profesionalmente.  En ese curso también ofrece una conferencia la profesora de la Universidad de La Habana Dra Aurora  García (Horizontes,  año II, no 7: 8), demostrando como la mujer va  ocupando espacios en el ámbito académico, y Mercedes Pinto amena conferencista  que desde su plaza en la emisora de la casa Lavín, da interesantes charlas en su  consultorio espiritual, motivo por el cual “Horizontes” le ofrece sus saludos a  esta exquisita y admirada mujer.
     En ocasión  del fallecimiento de la espirituana Isidora Rionda, que es sentido  hondamente por la sociedad espirituana, “Horizontes” le rinde un sencillo  homenaje a una mujer dispuesta a brindar su ayuda a todo el necesitado, por lo  que en vida es llamada  “el ángel de los  pobres”. Se le describe como una madre y esposa, excelente amiga, cualidades  que le hacen conquistar el amor y la admiración de todos cuanto le conocen y  reciben los beneficios de su obra que va encaminada a disminuir el sufrimiento  humano. Esta va acompañada de consejos para imponer las normas del bien moral (Horizontes, año II, no  8). De esta manera la Revista, a pesar de que se  manifiesta por una mujer diferente en su comportamiento a la del siglo XIX,  reproduce en este homenaje el discurso sexista donde la mujer debe estar  consagrada al hogar y realizar acciones de beneficencias a los más necesitados. 
     En la  portada también aparecen mujeres que triunfan en otros países como la estrella Imperio   Argentina. Es de señalar la presencia de hombres en este  espacio por el triunfo logrado y que constituyen orgullo para los espirituanos,  tal es el caso de Miguel Mariano Gómez que al asumir la presidencia del país el  20 de mayo de 1936 se le dedica la portada y al alcalde Eloy Jiménez Pérez por  su contribución al desarrollo cultural de la ciudad.  
     Al  celebrarse a inicios del año 1939 la Exposición de Pintores espirituanos  auspiciada por  la Asociación Pro-Cultura  la Revista da cobertura a este encuentro y se destaca la presencia de tres  mujeres que exponen sus trabajos: Selmira Fernández Morera, Thelvia Marín  Mederos y Luisa Ramírez Díaz. Por este medio, se aprovecha la oportunidad de  apoyar su carrera y se solicita una beca especial para que puedan tomar clases  en la capital y perfeccionar el arte que desarrollan. 
     No se  desaprovecha la ocasión para felicitar a la Presidenta de la Asociación  “Pro-cultura”, señora Pura Consuegra de Lahera a quien se le debe el éxito de  la exposición por su ardua actividad; y a la compañera Ela Sastre,  distinguida figura del magisterio espirituana y una de las mujeres más  destacadas en nuestro ambiente cultural (Horizontes, año IV, no 2: 10). Se reconoce que en   el interior de la República hay mucha mujer intelectual que vive en el  retraimiento y que es momento para que ocupe un papel más activo.
     Como se puede apreciar  la revista “Horizontes” es reflejo de las dos posiciones que mantiene el  movimiento feminista cubano durante su desarrollo en las primeras décadas del siglo  XX y que perduran a finales de los años 30. Por una parte, exalta y felicita a  la mujer que triunfa en labores fuera del ámbito hogareño y demuestra que las  féminas pueden ser buenas esposas y madres y a su vez destacarse en otras  esferas; mientras que por otro lado, sigue reproduciendo el mismo patrón  sexista donde no se concibe a la mujer fuera del ámbito del hogar y que su  principal misión es dedicarse al cuidado del hogar, del esposo y la educación  de los hijos, en donde encuentra su mayor realización. Las palabras ternura, modestia, humildad y sumisión son las que  continúan caracterizando a las mujeres en una sociedad conservadora.  
     Sin  embargo, en sus páginas se habla de la mujer moderna, la que está consciente de  la sumisión cruel en que se encuentra y desea salir de esa situación. Su  inteligencia la hace confiar en tiempos mejores. No solo se preocupa por las  cosas del hogar sino que lucha para lograr un cambio en las condiciones  sociales y le sean concedidos sus derechos. 
CONCLUSIONES
Bibliografía
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