Luis Ernesto Enebral Veloso*
Universidad de Sancti Spiritus José Martí Pérez, Cuba
enebral@fach.uniss.edu.cuResumen.
El artículo tiene el objetivo de revelar aspectos del pensamiento de Che sobre la construcción socialista que contribuyen al enfrentamiento del pragmatismo economicista en la conducción de la batalla económica. Se adopta como premisa que, aunque dicha batalla no es una simple declaración permeada del espíritu dogmático acerca del lugar y papel de la economía en la construcción de la nueva sociedad, en su ejecución práctica se corre el riesgo de caer en él. Expone que Che no concibió la dimensión económica como un campo separado y autónomo de la política, la ideología y la cultura, sino que entendió que, en el curso de la transición socialista, la economía debe ser dirigida conscientemente desde la política, desde una visión cultural del desarrollo, como forma de solución al problema del subdesarrollo. Se ilustra tal concepción mediante sus ideas acerca de la planificación, de la conciencia, del trabajo y de los estímulos.
Palabras claves: batalla económica, pensamiento de Che, construcción socialista.
Abstract.
The article has the objective of revealing aspects of the thought of Che on the socialist construction that contribute to the confrontation of the economic pragmatism in the conduction of the economic battle. It is adopted as premise that although this battle is not a declaration of the dogmatic spirit about the place and paper of the economy in the construction of the new society, in its practical execution one runs the risk of falling in him. It exposes that Che didn't conceive the economic dimension as the politics's separate and autonomous field, the ideology and the culture, but rather understood that in the course of the socialist transition, the economy should be directed consciously from the politics, from a cultural vision of the development, like solution form to the problem of the underdevelopment. Such a conception is illustrated by means of its ideas about the planning, of the conscience, of the work and of the stimuli.
Key words: economic battle thought of Che, socialist construction.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Luis Ernesto Enebral Veloso (2017): “La batalla económica y el pensamiento del Che”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (enero 2017). En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2017/01/che.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1701che
Introducción.
El proceso de actualización del modelo económico y social socialista cubano, tiene como núcleo la batalla económica para lograr la irreversibilidad y sosteniblidad sistémica. Esa batalla, encierra retos y desafíos que para franquearlos con éxito precisan de la interpretación adecuada de su contenido y sobre todo de los métodos para su conducción.
Ello demanda alimentarse de la savia del pensamiento revolucionario universal y cubano, donde ocupa un lugar especial el pensamiento económico y político del Che, en correspondencia con el apremio de la “[…] conciencia política del momento histórico en que vivimos y lo que se juega en él, y del papel que puede tener el Che si lo hacemos participar en la tremenda y ya abierta lucha cultural entre el capitalismo y el socialismo que caracteriza a la situación.” (Martínez, 2013)
El artículo tiene el objetivo de revelar aspectos del pensamiento del Che acerca de la construcción socialista que contribuyen al enfrentamiento del pragmatismo economicista en la conducción y ejecución de la actual batalla económica, uno de los retos que tiene ante sí el proceso, como ya han manifestado diversos autores que han abordado el tema.
En correspondencia con ello el trabajo se organiza en dos partes, en la primera se conceptualiza la batalla económica y se alerta acerca de los riesgos del economicismo en su ejecución y conducción práctica, mientras que en la segunda se ponen de relieve algunas de las principales ideas de Che acerca del papel de los factores políticos, ideológicos y morales, las que constituyen una guía teórico-práctica para contrarrestar el peligro de equivocar el camino en la construcción socialista.
1. EL CONTENIDO DE LA BATALLA ECONÓMICA Y EL RIESGO DEL ECONOMICISMO.
Comúnmente, cuando se hace referencia a la actualización del modelo económico y social socialista cubano, se reconoce que su centro está en la batalla económica, en esto parece que existe suficiente claridad, porque se comprende que “[…] de ella depende la sostenibilidad y preservación de nuestro sistema social.” (Castro, 2010)
Tal sentencia demanda una interpretación adecuada, que tiene como punto de partida clave no perder de vista el enunciado completo de la misma, que, como se conoce fue pronunciada por Raúl Castro Ruz, en la clausura del IX Congreso de la UJC el 4 de abril de 2010, donde expresó:
“La batalla económica constituye hoy, más que nunca, la tarea principal y el centro del trabajo ideológico de los cuadros, porque de ella depende la sostenibilidad y preservación de nuestro sistema social.” (Castro, 2010)
Con posterioridad Raúl retomó esa idea para remarcar el carácter estratégico de esta batalla. En esa ocasión la formulación varió sin que se perdiera la esencia, expresó:
“El reto que tenemos por delante los cubanos es muy grande: Hay que situar la economía a la altura del prestigio político que esta pequeña isla del Caribe ha conquistado gracias a la Revolución, al heroísmo y a la capacidad de resistencia de nuestro pueblo. La economía es la principal asignatura pendiente y tenemos el deber de encarrilarla definitivamente hacia el desarrollo sostenible del socialismo en Cuba.” (Castro, 2013: 5)
No se trata de una simple declaración permeada del nocivo contenido y espíritu economicista y dogmático acerca del lugar y papel de la economía en la construcción de la nueva sociedad, entendiendo por economicismo “[…] la subestimación, que puede llegar a la negación, de los factores no económicos en la conducción de la economía. Componentes sociales como la educación, la cultura, la política, la ideología, la ética, la cultura medioambiental, son también parte esencial del desarrollo económico y social sostenible.” (García, 2013: 66-67) Por otra parte, si se partiera de un espíritu reduccionista en el análisis, se estaría dejando de apreciar que también esas mismas necesarias transformaciones en el campo de la economía, presupone la aparición y desarrollo de nuevos contextos en los diversos ámbitos de la realidad social nacional.
La convocatoria a la batalla económica es un planteo concienzudamente pensado, en tanto contiene una interpretación dialéctica, antidogmática, de las relaciones y mediaciones entre la economía y la política, sin embargo, se ha reconocido que en su ejecución práctica se corre el riesgo de caer en un excesivo pragmatismo economicista. De hecho se le ha identificado como una de las posiciones o visiones del socialismo en Cuba que están influyendo en los cambios actuales, entre cuyas ideas fundamentales se destacan: (Piñeiro, 2013) 1
Incluso no faltan quienes emiten juicios que llaman la atención sobre la adopción de importantes medidas económicas sin que haya discusión desde una u otra posición en economía política y donde “Un pragmatismo descarnado es la regla, salpicado por algunas palabras que reiteran que lo que se hace es para el socialismo o en nombre de él.” (Martínez, 2014)
Los planteamientos recientes en la Asamblea Nacional del Poder Popular acerca del tema de los altos precios de los alimentos y otros artículos de primera necesidad, así como el enriquecimiento de un sector inescrupuloso de los trabajadores por cuenta propia, producto del dejar hacer bajo el imperio de la llamada ley de oferta-demanda, además de constituir un reflejo del rechazo social a sus consecuencias, son un indicio temprano y elocuente acerca de lo que se hace referencia. (Granma, 2015: 2) El que el tema haya transcendido de la calle al Parlamento puede ser un indicador de que las tensiones sociales que ha ido generando la realidad económica nacional tienen una magnitud significativa, lo prueba, además, la celeridad con que las autoridades han comenzado la adopción de algunas medidas.
En el reconocimiento y alerta de prácticas economicistas se aducen razones tales como: la apertura a las relaciones monetarias mercantiles, el consiguiente estímulo a formas de gestión y propiedad basadas en la autogestión, la compulsión del interés material individual con sus consecuentes riesgos de individualismo y egoísmo, en oposición al colectivismo y la solidaridad que deben caracterizar al socialismo.
De esto último dan fe los sistemas de pago aplicados en algunos sectores que, con el loable propósito de estimular los crecimientos productivos, se traducen en excesivamente elevados. Al mismo tiempo, se reitera el pago de salarios sin el correspondiente respaldo productivo, con el consiguiente deterioro de la correlación salario medio-productividad del trabajo.
Por ello, es necesario llamar la atención que la peculiaridad más esencial de la construcción económica socialista es que se trata de un proceso dirigido políticamente, que debe dar como resultado la combinación de la estructuración de las nuevas relaciones de producción y la formación de un nuevo tipo de hombre que Guevara de la Serna denominó como hombre nuevo, por lo tanto las transformaciones económicas deben estar en función del crecimiento del nuevo ente social; no se puede perder la perspectiva en ello, pues puede ocurrir que se logre el anhelado y tantas veces postergado salto económico, pero este se verifique para hombres y mujeres que ya no se identifiquen con la idea de la que se partió.
Asimismo, no pueden minimizarse, por ejemplo, las diferencias que presupone un contexto social como el actual en el que alrededor de medio millón de cubanos están directamente vinculados a la pequeña producción mercantil, prácticamente inexistente hace dos decenios atrás.
La interpretación adecuada de la batalla en curso supone, en principio, la compresión de que la misma encierra un desafío económico por su forma, pero político por su contenido, pues no se puede superar la situación actual si no se mantienen los principios básicos de la edificación socialista, los que no pueden abrirse paso espontáneamente sino a través de la política en todas sus manifestaciones. La convocatoria a ganar la batalla económica, a colocar la economía en el centro del trabajo del Partido y del Estado, no admite interpretación vulgar o lineal, lo que sería en extremo fatal. (García, 2011: 11)
En esa dirección apunta Martínez Heredia cuando alertó acerca de lo suicida que sería suponer que un pragmatismo afortunado nos salvará, en clara alusión al papel del factor subjetivo en el proceso de gestación de la nueva sociedad. (Martínez, 2014)
Luego, de semejante error es posible apartarse si se comprende y aplica cabalmente la unidad dialéctica entre la política y la economía, si se comprenden y aplican los llamados grados de libertad en esa relación, libertad que, como se sabe, tiene límites que se mueven entre el dogmatismo y el voluntarismo. De manera que ha de hacerse galas del llamado arte de hacer política, que en esencia consiste en determinar hasta dónde es posible llegar en un sentido u otro, qué límites no deben ser transgredidos. No puede obviarse lo ocurrido en la Unión Soviética, el papel que jugaron los medios masivos y la propaganda, allá fue la glasnost, pero ahora la glasnost tiende a universalizarse, dada la revolución de la informática y la comunicación, por lo tanto, el contexto también, es nuevo, cambiante y mucho más complejo que unos años atrás.
Así la actual batalla económica ha de ser entendida esencialmente como un proceso de gestión política de los procesos económicos, para asegurar su coherencia interna y sus nexos con la superestructura política, bajo principios que aseguren la preservación de la esencia socialista del modelo económico y social. De tal manera, no se trata de una batalla por la economía como un fin en sí mismo, acudiendo al predominio de los métodos administrativos, ni a mecanismos económicos separados de la necesaria visión política.
2. EL CHE ACERCA DEL PAPEL DE LOS FACTORES POLÍTICOS, MORALES E IDEOLÓGICOS EN LA CONSTRUCCIÓN SOCIALISTA.
Ernesto Guevara es un referente imprescindible cuando se aborda el tema; fue en el ámbito latinoamericano y cubano en particular, uno de los primeros pensadores revolucionarios que alertó sobre los peligros que ya evidenciaba, cuando no se tomaban en consideración suficientemente, los vínculos entre la economía y la política en la construcción del socialismo, era la época en que imperaba el cálculo económico en la economía soviética y en otros países del llamado campo socialista y también del experimento yugoslavo, por llamarlo de alguna manera. Ha transcurrido ya medio siglo desde entonces y el mundo ha cambiado mucho, sin embargo, a criterio de los autores, no deje de ser necesario y también útil, retornar a sus ideas sobre el particular. No por gusto, cuando en Cuba, a finales de los años 80, se enfrentaron las deviaciones de las prácticas revolucionarias, emanadas de los errores analizados en el Tercer Congreso del PCC, las ideas del Che, fueron enarboladas con tanta fuerza.
La concepción del Che sobre la construcción socialista es “[…] opuesta a la separación abstracta de la dimensión económica de la sociedad que está en transición socialista, una operación que permitiría tratar a la “economía” en general como un campo separado y autónomo de la política, la ideología y la cultura, e incluso “ponerla a trabajar” para el socialismo.” (Martínez, 2013)
Para Ernesto Guevara, en todo el curso de la transición socialista, la economía debe ser dirigida conscientemente desde la política, desde una visión cultural del desarrollo, como forma de solución al problema del subdesarrollo. Tal concepción adquiere expresión en sus ideas acerca de la planificación, de la conciencia, del trabajo y de los estímulos, entre otras.
En la batalla económica se declara como garantía de la preservación del socialismo el cumplimiento del principio según el cual: “El sistema de planificación socialista continuará siendo la vía principal para la dirección de la economía nacional […]” (PCC, 2011)
El Che identificó la planificación como “[…] el modo de desarrollarse la sociedad socialista.” (Guevara, 2014: 353), reconoció que la tarea de planificar “[…] es muy difícil y por eso necesita de una conducción centralizada […] además, demanda el concurso inexcusable de toda la población […] llamamos solamente planificación cuando todos los trabajadores, todos los obreros en las fábricas, los campesinos en las cooperativas, los trabajadores de todo tipo, puedan discutir los planes […] analizarlos, desmenuzarlos y aprobarlos, en asamblea de producción.” (Guevara, 1977: 149-150)
Si bien la actual política económica y social reserva el lugar predominante a la planificación socialista, al mismo tiempo reconoce que esta “[…] tendrá en cuenta el mercado, influyendo sobre el mismo y considerando sus características.” (PCC, 2011: 10)
Sin embargo, hay quien bajo el lema de “liberar las fuerzas productivas” ha llegado a pensar en desarrollar al máximo el mercado, ignorando su acción sobre la sociedad en su conjunto. Si el mercado en las condiciones concretas de Cuba no es “…sometido a una eficiente acción reguladora respaldada por una real y eficiente participación popular en todos los órdenes, terminará imponiendo su lógica y jerarquía en todos los ámbitos de la vida social, terminará comprándolo todo.” (Machado, 2015)
Respecto al mercado las ideas principales de Guevara de la Serna se refieren a su carácter antagónico con la construcción socialista, por lo que advirtió acerca de los peligros que encerraba utilizar sus categorías en tanto armas melladas del capitalismo.
En ese sentido, aunque consideró que era ineluctable la utilización de las categorías y mecanismos mercantiles, no era partidario de desarrollarlos. Explicaba que las características de la transición socialista son las de una sociedad que liquida las viejas ataduras, por eso según su criterio: “[…] la tendencia debe ser […] a liquidar lo más vigorosamente posible las categorías antiguas entre las que se incluyen el mercado, el dinero y, por tanto, la palanca del interés material o, por mejor decir, las condiciones que provocan la existencia de las mismas.” (Guevara, 1977: 23)
Para el Che la utilización desmedida de esos mecanismos ponía en peligro la meta socialista. Sus advertencias son una profecía: en la base del derrumbe del “socialismo real” está el sobredimensionamiento de los mecanismos mercantiles en la construcción socialista. Tales valoraciones, corroboradas por la práctica, tienen vigencia y han de tomarse en cuenta para no rebasar los límites que conduzcan a un callejón sin salida.
En esa misma dirección, tienen valor estratégico sus ideas acerca del papel de la conciencia en la construcción socialista. Consideraba la conciencia como factor clave de ese proceso, decía: “[…] no puede verse al comunismo meramente como el resultado de las contradicciones de clases en una sociedad de alto desarrollo […] el hombre es el actor consciente de la historia. Sin esta conciencia […] no puede haber comunismo.” (Guevara, 1977: 3)
Le dio particular importancia a la relación entre el desarrollo económico y la conciencia. En su concepción la formación de una conciencia nueva respecto a la economía y sus procesos, se convierte en un factor propulsor del desarrollo de las fuerzas productivas. Ernesto Guevara asumió, categóricamente, que el socialismo no es en sí un hecho económico, sino esencialmente un hecho de conciencia. Así, una de sus ideas más concluyentes es la siguiente:
“El socialismo económico sin moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria, pero al mismo tiempo luchamos contra la alienación […] Si el comunismo descuida los hechos de conciencia puede ser un método de repartición, pero deja de ser una moral revolucionaria.” (Guevara, 2014: 369)
Tales reflexiones son el fruto de un estudio concienzudo, desprovisto de ingenuidad e idealismo, pues el Che no desconocía el papel decisivo del factor económico, por eso también planteó que: “[…] sin avances paralelos en la producción no se puede llegar a tal sociedad.” (Guevara, 1977: 10) De ahí que definió al socialismo como: síntesis de producción más conciencia.
Es decir, el Che no niega el papel decisivo del factor económico en el avance hacia el socialismo, sino que se opone a absolutizarlo, a interpretarlo mecánicamente, a que se ignore la fuerza transformadora de la conciencia y su papel de garante del proceso de construcción, defensa y preservación del socialismo.
He ahí su vigencia en la interpretación y conducción acertada de la batalla económica como tarea principal del trabajo ideológico. En esa misma dirección apunta, a juicio de los autores, la definición del objetivo del proceso de actualización del modelo económico y social socialista cubano, tal como lo declara la resolución que, sobre los Lineamientos que lo rigen, aprobara por el VI Congreso del PCC: “[…] garantizar la continuidad e irreversibilidad del Socialismo, el desarrollo económico del país y la elevación del nivel de vida de la población, conjugados con la necesaria formación de valores éticos y políticos de nuestros ciudadanos.” (PCC, 2011: 5)
En la batalla económica, ocupa un lugar especial el rescate del papel del trabajo y de los ingresos que por el mismo se obtienen, para contribuir al desarrollo de la sociedad y a la satisfacción de las necesidades personales y familiares. En la consecución de ese propósito, resulta necesario estudiar, divulgar y revitalizar, con el correspondiente sentido del momento histórico, el ideario guevariano.
El Che, preocupado por la formación de una nueva conciencia en los trabajadores, introdujo el concepto de moral del trabajo como cumplimiento del deber social y no sólo para el sustento personal y familiar. En este sentido, su concepción se apartaba de la imperante en los países socialistas de la época donde se consideraba que el trabajo es un medio de vida.
Desde su punto de vista el trabajo debe convertirse en la primera necesidad vital y en un sagrado deber social, en un reflejo condicionado de naturaleza social. Para lograrlo, proponía una dialéctica que interconectara las formas de distribución con un manejo consciente y organizado de todo el poder (político, estatal, institucional, ideológico, económico).
Como parte indisoluble de su concepción del papel de la conciencia y del trabajo, están sus originales ideas acerca de los estímulos como instrumento movilizador y educativo de los individuos y de las masas. Desde su punto de vista “[…] el estímulo moral es la forma […] predominante que tiene que adoptar el estímulo […]” (Guevara, 1966: 435)
Consideraba al estímulo material como un rezago de la sociedad anterior que aún se refleja en la mente de los trabajadores, pues es una realidad objetiva que no se puede negar. Sin embrago, se oponía a usarlo de manera directa como palanca económica fundamental, ya que era como introducir un caballo de Troya en el socialismo (Guevara, 2006: 112). Por eso proponía utilizar formas que tiendan a debilitarlo poco a poco y hacerlo menos importante como factor en las relaciones laborales.
En el siguiente pasaje sintetizó su concepción: “[…] no negamos la necesidad objetiva del estímulo material, sí somos renuentes a su uso como palanca impulsora fundamental […] no hay que olvidarse que viene del capitalismo y está destinado a morir en el socialismo” (Guevara, 1988: 14)
Aquí nuevamente se aprecia la interpretación dialéctica y creadora que hizo el Che de la correlación entre los móviles materiales y los móviles conscientes, en este caso deja explícito que los estímulos morales deben convertirse en el factor determinante, en el móvil fundamental del hombre nuevo que el socialismo debe forjar.
A la luz de los procesos actuales de la sociedad cubana, particularmente los relacionados con el rescate del papel del trabajo y de los ingresos que por él se obtienen, las ideas de Ernesto Guevara tienen particular importancia para la educación socialista de los ciudadanos en relación con el trabajo no sólo como principal fuente de ingresos, sino, esencialmente, como fuente de formación y forjadora de virtudes.
CONSIDERACIONES FINALES.
La batalla económica, tal como ha sido concebida, no es una simple propuesta economicista de la construcción del socialismo en las actuales condiciones de Cuba, sin embargo, en su ejecución práctica se corre el riesgo de caer en el pragmatismo economicista, entre otras razones, por la apertura a las relaciones monetarias mercantiles, el consiguiente estímulo a formas de gestión y propiedad basadas en la autogestión, así como la compulsión del interés material individual con sus consecuentes riesgos de individualismo y egoísmo, en oposición al colectivismo y la solidaridad que deben caracterizar al socialismo.
Es necesario analizar las posibles consecuencias políticas y sociales que inevitablemente, provoca cada transformación que se realiza en el ámbito económico y en consecuencia advertir los retos que se generan, para desarrollar el trabajo en función de que estas ciertamente deriven hacia el desarrollo de una mayor conciencia de los hombres y mujeres para que no se pierda la perspectiva de qué se busca, a fin de cuentas, con las propias transformaciones.
Las ideas del Che sobre la transición al socialismo son una referencia obligada, no como dogmas infalibles, sino como punto de mira para realizar un análisis científico de este proceso. En ese empeño cobra excepcional valor su concepción acerca del papel determinante de los factores políticos, morales e ideológicos en la construcción socialista.
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