Rodolfo Barrera Avila
Iraida Yero Campos
Rafaela Martí Peña
Filial Universitaria Municipal “Ernesto Guevara de la Serna”, Cuba
rodolfoba@ult.edu.cuResumen.
El artículo en cuestión refleja en una apretada síntesis, los principales problemas relacionados con el cambio climático y las políticas encaminadas a buscar solución a una realidad que se nos viene encima y que es consecuencia de la acción del hombre sobre la naturaleza
Los problemas relacionados con el medio ambiente constituyen una de las principales preocupaciones de la humanidad en estos inicios del Tercer Milenio. La contaminación de la atmósfera es un problema cada vez más grave, y ya se sienten sus consecuencias negativas para la vida. Indudablemente se trata de un problema global sumamente complejo y acuciante.
Científicos de diversas latitudes, desde mediados del siglo XX, y algunos desde mucho antes, han alertado a la humanidad sobre las consecuencias negativas de la tala indiscriminada de los bosques y de otros aspectos relacionados con la contaminación del medio ambiente, como son las emanaciones tóxicas de las industrias y de los automóviles.
Las dimensiones del problema son tan extraordinarias que la educación no lo puede obviar de ninguna manera, es preciso trabajar porque los niños, desde la más temprana edad adopten una actitud de cuidado y protección de la naturaleza. Amar los elementos naturales del entorno en el que se desarrolla la vida constituye una premisa indispensable para protegerlos.
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Rodolfo Barrera Avila, Iraida Yero Campos y Rafaela Martí Peña (2016): “Cambio climático y Política”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (mayo 2016). En línea: https://www.eumed.net/rev/caribe/2016/05/clima.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/CARIBE-2016-05-clima
I.-A MODO DE INTRODUCCIÓN.
Los cambios climáticos alteran la tierra, poniendo en peligro la existencia del 30 % de las especies. Especies de aves han variado sus periodos migratorios o de crías y hay alteraciones de comunidades marinas por aguas más calientes. Los científicos consideran que el cambio climático, si las temperaturas suben este siglo en torno a dos grados centígrados, como es muy probable, pone en grave riesgo de extinción al 30% de las especies del planeta.
La salud, las infraestructuras, la disponibilidad de agua dulce o las cosechas en muchas regiones, se verán también afectadas por el calentamiento, que tendrá globalmente efectos negativos si se supera ese nivel de temperaturas. Los impactos del cambio son ya visibles, y muestran el efecto de la actividad humana durante los últimos 30 años, aseguraron los expertos reunidos en París.
Pero la escasez de agua, el aumento de la frecuencia y la intensidad de las sequías, la reducción de las cosechas, la subida del nivel del mar, los territorios inundados o sometidos a fenómenos meteorológicos catastróficos pueden afectar a extensos territorios, sobre todo en las altitudes medias y bajas, donde vive la mayor parte de la población.
Los científicos advierten que si este siglo el calentamiento supera 2 grados centígrados la media de los años noventa, los impactos serán negativos en todo el mundo y en prácticamente todos los sectores. Un calentamiento incluso sensiblemente inferior tiene un alto costo para la mayor parte del mundo, y es más catastrófico en zonas costeras y muchas islas.
En cuanto a las regiones del planeta, resultarán especialmente afectadas con impactos negativos en los sistemas naturales y socioeconómicos --ya de por sí críticos-- en gran parte de África, sur, este y sureste de Asia, y grandes territorios de América del Sur.
El aumento probable de la temperatura debe estar entre 1,8 y 4 grados centígrados.
El nivel del mar probablemente aumente entre 28 a 43 centímetros
El hielo ártico desaparecerá para la segunda mitad del siglo y se está produciendo un aumento en la intensidad de las tormentas tropicales.
Palabras claves: Cambio climático, Medio ambiente, Política, Política medioambiental, Efecto invernadero, Protocolo de Kyoto, Pérdida de la biodiversidad, Aumento de la contaminación, Degradación de los suelo, Agotamiento de la capa de ozono y Diversidad biológica.
II.-Desarrollo:
El clima mundial ha evolucionado siempre de forma natural. Sin embargo, actualmente la humanidad se halla en presencia de un nuevo tipo de cambio climático, sobre el que la mayoría de los científicos acuerdan está influenciado por las actividades humanas. Este cambio, se relaciona principalmente con el aumento vertiginoso de los niveles de emisiones de gases con efecto invernadero en la atmósfera.
Se entiende por “efecto invernadero”, al papel que desempeñan ciertos gases (dióxido de carbono, metano, óxido nitroso, hidrofluorocarbonos, etc.) que se hallan en las capas bajas de la atmósfera, en el calentamiento de la superficie terrestre. Estos gases absorben (o reflejan) parte de la radiación solar que la tierra reemite en forma de calor, formando una especie de “invernadero global”. Este proceso constituye un equilibrio natural, que en el caso del planeta tierra, permitió el desarrollo de la vida tal como la hemos conocido. Este justamente altera el equilibrio natural cuando asciende la concentración de estos gases en la atmósfera. (1)
Con la aparición de la Revolución Industrial, se ha incrementado la mayor concentración de estos gases en la atmósfera por la quema indiscriminada de combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas), así como el notable aumento de la deforestación (que eliminó gradualmente enormes sumideros de carbono) y otras actividades humanas, lo cual ha elevado la temperatura media global –que hoy se halla cerca de los 15ºC–, generando consecuencias insospechadas sobre el medioambiente, la biodiversidad y el conjunto de la humanidad.
La composición atmosférica está cambiando como resultado de la actividad humana; los invernaderos son hoy la mayor influencia humana en el Clima Global, de seguir las actuales emisiones de dióxido de carbono “el mundo afrontará el índice de cambio climático, más rápido de los últimos 10 mil años; alterando así la circulación de las corrientes oceánicas y las pautas climáticas. Todo lo cual ha sido denunciado por prestigiosas revistas científicas imperialistas, como la revista Science. (2)
Un grupo de expertos dedicados al estudio del tema y que componen el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC); han hecho proyecciones que indican que la temperatura media global en la superficie de la tierra podría ascender entre 1.5 y 4.5 grados centígrados; lo cual traería como resultado: la ampliación de los fenómenos climáticos extremos, como tormentas e inundaciones, excesivo calor, desplazando las zonas climáticas hacia los polos y reduciendo la humedad del suelo, al punto que el clima y las zonas agrícolas tenderían a desplazarse hacia los polos
Pues si bien el cambio climático no puede explicar absolutamente todos los fenómenos catastróficos relativos al clima, si puede explicar su potenciación, su permanencia en el tiempo y la aceleración de sus ritmos, como es el caso de los efectos del fenómeno del “niño”, cada vez más virulentos, la recurrencia de huracanes y tornados en la zona de Centroamérica, etc. Incluso, existen sectores de la comunidad científica que sostienen que el maremoto y los “tsunamis” (olas gigantes) que se desencadenaron sobre las costas de Indonesia, Sri Lanka, India, Tailandia y Malasia.
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1. Las primeras pruebas científicas sobre la injerencia humana en los cambios del clima se presentaron en 1979 en la primera Conferencia Mundial sobre el Clima. Veintitrés años más tarde, las Naciones Unidas adoptaron la CMNUCC. La CoP es el máximo órgano de toma de decisiones de la Convención, constituido por las Partes, o sea, los países que se han adherido a la Convención.
2. Thomas Karl y Kevin Trenberth, Revista Science, Edición de diciembre de 2003.
Luego de la ratificación por parte de la Federación Rusa; el Protocolo de Kyoto entró en vigor (3). La mayoría de las personas en el mundo considera esto un gran paso adelante. Millares de activistas ambientales y militantes anti global en el mundo adoptaron el lema “No to Bush, yes to Kyoto” como forma de expresar su repudio a la política norteamericana y a favor de enfrentar las consecuencias del cambio climático a través de la puesta en marcha del Protocolo.
Pero esto último es sólo anecdótico. El Protocolo de Kyoto recomienda reducciones insignificantes en las emisiones de dióxido de carbono (CO2) de las 34 "naciones industrializadas", a un nivel de 5,2% debajo de los niveles de 1990 a cumplir en el periodo 2008-2012.
Como reconocen la mayoría de los científicos, las reducciones de emisiones establecidas para los países industrializados, son completamente insuficientes para combatir el calentamiento global de forma efectiva. Se calcula que para evitar el calentamiento global sería necesario reducir las emisiones de CO2 en el transcurso del presente siglo hasta llegar a un nivel de 60% por debajo de las emisiones de 1990.
La clave del Protocolo de Kyoto está en otro lado. A pesar de ser completamente insuficientes, los objetivos de reducciones de emisiones que promueven son evadidos gracias a “mecanismos de flexibilidad”, que permiten ganar el derecho a emitir todavía más dióxido de carbono mediante la venta de bonos de carbono. Si, el capitalismo imperialista se las ha ingeniado para crear un nuevo mercado: una bolsa mundial de gases.
En Kyoto, los países imperialistas –incluido en ese entonces Estados Unidos– idearon un complejo sistema de compraventa de emisiones de gases de efecto invernadero, que permite a los países ricos comprar los "derechos a emisión de gases" de otros países, principalmente semicoloniales y subdesarrollados: son los llamados mecanismos de flexibilidad, entre los que se cuentan el comercio de emisiones, los mecanismos de desarrollo limpio y los proyectos de aplicación conjunta.
Como sostiene una Declaración firmada por ambientalistas antes de la Cumbre de Bonn, “Muchos proyectos empresariales que podrían optar a créditos de emisiones - centrales nucleares, centrales térmicas de "carbón limpio", agricultura industrial, grandes plantaciones forestales (incluyendo variedades de árboles manipulados genéticamente)- conllevan gravísimos impactos ambientales y sociales. Las inversiones en "sumideros de carbono" en el Sur darían lugar a un uso de la tierra a expensas de los habitantes del lugar, acelerarían la deforestación, disminuirían los recursos hídricos y aumentarían la pobreza.
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El Protocolo de Kyoto se adoptó en Japón en 1997. En los papeles, su objetivo es limitar las emisiones netas de gases de efecto invernadero para los principales países industrializados y con economías en transición. El Protocolo entraría en vigor luego de la adhesión de no menos de 55 partes en la Convención, cuyas emisiones totales representen por lo menos el 55% del total de las emisiones de dióxido de carbono correspondientes a 1990. Esto se logró con la ratificación por parte de Rusia., y tiene vigencia hasta el año 2012.
Ante un panorama tan entusiasmante para los capitalistas, resulta paradójico que, a pesar de todo, los Estados Unidos haya rechazado el Protocolo de Kyoto. Una de las razones que se esgrimen para explicar esto es que el Protocolo impone reducciones "obligatorias" a las Partes que lo firmen, y por ello los grandes monopolios del petróleo, el carbón y la industria pesada norteamericanos no estarían conformes.
La vocación imperialista norteamericana le exige ser fiel a su voluntad de regenerar a los ojos del mundo su poder imperial. Allí están Afganistán e Irak como botones de muestra. El Protocolo de Kyoto, representa otro escenario en el que Estados Unidos hizo gala de esta vocación. En 1990, el entonces presidente George Bush (p) dijo que Estados Unidos no iba a ratificar ningún acuerdo que "perjudique nuestro estilo de vida" y ese sigue siendo el criterio fundamental del gobierno imperialista más poderoso de la tierra.
Estados Unidos no se propone desarrollar iniciativas que permitan reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que tampoco necesita ratificar el Protocolo de Kyoto para usufructuar los negocios que de él se desprenden. Mientras en las conferencias internacionales las delegaciones norteamericanas exigen hipócritamente que los países semicoloniales reduzcan sus emisiones de gases, el Banco Mundial, financia y produce cuantiosas ganancias para las corporaciones imperialistas con proyectos en esos países, que lejos están del objetivo de mitigar el cambio climático.
Un informe reciente del Institute for Policy Studies examinó inversiones de 9,4 billones de dólares del Banco Mundial en proyectos de petróleo, gas y carbón (centrales eléctricas, etc.) durante los últimos cinco años y descubrió que a la larga arrojarán 36 billones de toneladas de CO2 al ambiente (más que la producción global de CO2 durante un año)”, y subraya que “…menos del 5% de dichos proyectos contribuyen a la electrificación rural, que es una necesidad apremiante en esos países.
El 84% de la energía se destina a la creación de infraestructura para la industria; es decir, facilitará la inversión extranjera y el establecimiento de industrias rentables que explotarán la mano de obra de esos países.” (4)
La experiencia de Kyoto confirma claramente que el moderno sistema capitalista imperialista, es incapaz de abordar el peligro del calentamiento global sin renunciar a su irracionalidad y su sed de ganancias.
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4. Calentamiento global: Cháchara en Kyoto. Obrero Revolucionario Nº 943, 8 de febrero, 1998.
Engels, escribió en su Dialéctica de la Naturaleza: "No nos envanezcamos demasiado de nuestra victoria sobre la Naturaleza, porque ésta se venga de cada una de nuestras victorias... A cada momento se nos recuerda que no dominamos la Naturaleza como un conquistador a un pueblo extranjero sojuzgado, que no la dominamos como quien es extraña a ella, sino que le pertenecemos en carne y sangre y cerebro y vivimos en su regazo".
La irracionalidad del sistema capitalista-imperialista ha llegado a niveles absurdos, como el hecho de que el motor de combustión interna –que cualquier persona puede hallar fácilmente bajo el capot de su automóvil– es técnicamente obsoleto hace al menos 50 años, puesto que podría haber sido reemplazado por sistemas energéticos limpios, solares y hasta de biomasa.
El calentamiento global es un gran peligro para el planeta. Al comienzo del siglo XXI, hay enormes concentraciones de riqueza y de fuerzas productivas, y ha habido avances tecnológicos y científicos sin precedente. Pero todo esto lo monopoliza un puñado de imperialistas para acumular más ganancias y poder, a costa de la vida de las masas. Esta ciega búsqueda de ganancias está causando grandes daños al medio ambiente y a los ecosistemas del planeta.
El calentamiento global es una consecuencia de la quema de combustibles fósiles (como el petróleo y el carbón) y de la madera, que liberan dióxido de carbono (CO2) y otros “gases de invernadero”.
Estados Unidos produce la mayor cantidad de esos gases. Con el 4% de la población mundial, produce un cuarto del CO2 del mundo. Pero a pesar de la enorme amenaza a la humanidad que representan esas emisiones, el gobierno planea ampliar enormemente la quema de combustibles fósiles y se opone a una resolución científica a este problema.
Hay actualmente una lucha internacional para definir el orden de la política medioambiental, la economía, desde el punto de vista ecológico, no tiene un estándar de medida común. Las evaluaciones de las externalidades son tan arbitrarias que no pueden servir de base para políticas medioambientales racionales.
Un ejemplo de una de estas externalidades es el efecto invernadero que ayudaba a mantener la Tierra caliente, aumentaría con el aumento de la emisión del dióxido de carbono al aire durante los ciento cincuenta años anteriores, tres cuartas partes de las cuales habían permanecido en la atmósfera.
Las políticas medioambientales internacionales que proponen limitar las emisiones de dióxido de carbono (ya sea con limites obligatorios, o fijando impuestos sobre las emisiones que sobrepasen el limite permitido) debería incluir el presupuesto del dióxido de carbono de cada país las emisiones acumuladas desde 1900, ya que desde entonces se conocía que la combustión de combustibles fósiles haría aumentar la temperatura, las ideas contrarias (límite de dióxido de carbono, por país fijados a partir de la posición actual) consiste que algunos disminuyan las emisiones, pero precisamente los conflictos distributivos dificultan que se negocie este tratado.
El alcance de los procesos tecnológicos no puede alterar el curso de los procesos ecológicos que acontecen en la Tierra. Los desechos y su expulsión empezaron a cambiar el medio que nos rodea, el aire, el agua y el subsuelo, de tal modo que ello amenaza gravemente a la fauna y la flora necesarias para la existencia de los seres humanos. Es preciso encontrar las condiciones de equilibrio biológico en la naturaleza a fin de que esta pueda desarrollarse de acuerdo con las demandas que plantea la cultura humana.
Durante el pasado siglo XX y con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial se activaron los diferentes mecanismos sociales frente al deterioro ambiental.
Este siglo se caracterizó, entre otras cosas por un incontrolado crecimiento en el uso de recursos energéticos de origen fósil, unido al desarrollo de la producción industrial y la elevación constante de los consumos bajo patrones de inequidad.
En el año 1982 se celebró en Nairobi una nueva conferencia de los países miembros del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), donde se constató que la situación, lejos de mejorar, había empeorado.
En el año 1983 se constituyó una comisión independiente para examinar los problemas ambientales, en el 1987 la comisión presentó su informe denominado “Nuestro Futuro común”, el que tenía como temática central la idea del desarrollo sostenible y la necesidad de integrar medio ambiente y desarrollo.
En el año 1992 se celebró en Río de Janeiro la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y Desarrollo, también conocida como Cumbre de la Tierra, en la misma estuvieron representados 178 gobiernos, muchos de ellos a través de los Jefes de Estado y en ella el concepto de desarrollo sostenible recibió el reconocimiento mundial, los objetivos generales aparecieron en la conocida Agenda 21, que es un plan de acción expresado a través de 40 capítulos donde se consignan los más importantes desafíos ambientales.
Los principales problemas globales ambientales identificados en la Cumbre son:
En la Agenda 21 se señala que la solución de los problemas ambientales requiere alcanzar la satisfacción de las necesidades básicas como alimentación, salud y educación, problemas que no se han resuelto por parte de los países del sur pobre y subdesarrollado, que constituyen el grueso de la población mundial.
Entre los acuerdos tomados estuvo la creación de la Comisión sobre el Desarrollo Sostenible (CDS), con el propósito de coordinar al más alto nivel los diferentes programas de Naciones Unidas en la esfera ambiental y además monitorear la ejecución de la Agenda 21.
En el orden financiero se creó el Banco Mundial del Medio Ambiente, con el fin de contribuir a sustentar financieramente los diferentes programas. Ambas instituciones han tenido un desempeño muy limitado en relación con las expectativas con que fueron creadas.
En el año 2002, diez años después de la Cumbre de Río, se celebra la cumbre realizada en Johannesburgo, Sudáfrica, donde se constató que las principales tendencias destructivas evaluadas en Río, no habían logrado ser revertidas.
El movimiento ambiental no solo transmite los costos ecológicos hacia el sistema económico como una resistencia a la capitalización de la naturaleza, a través de una lucha social para mejorar las condiciones de sustentabilidad y la calidad de vida, sino que conlleva un proceso de reapropiación de la naturaleza por la sociedad. Este movimiento social no solamente incrementa los costos ecológicos del capital, sino también que reduce la parte de la naturaleza que sería apropiada por el capital.
La economía ecológica aporta así una importante crítica sobre los fundamentos de la economía y avanzan propuestas para la regulación ecológica de la economía y la desmaterialización de la producción; pero no ofrece criterios suficientes para fundar la producción sobre nuevas bases. La economía ecológica no ofrece criterios suficientes para dirimir los conflictos socio-ambientales que esta en la raíz de la distribución ecológica y que se manifiestan como una lucha de intereses entre naciones y grupos sociales por la apropiación de la naturaleza.
La reapropiación de la naturaleza plantea un principio de justicia en la diversidad que implica la autodeterminación de las necesidades potenciales y proyectos alternativos de desarrollo; de los procesos de autonomía y autogestión que definen las condiciones de producción y las formas de vida de diversos grupos culturales de la población en relación con el manejo sustentable de su ambiente.
La cuestión ambiental plantea la necesidad de normar los procesos económicos y tecnológicos que, sujetos a la lógica del mercado, han degradado el ambiente y la calidad de vida, para ello es necesario que se cumplan estos nuevos principios que se introducen con una conciencia ambiental:
Estos son algunos de los principios valorativos y fuerzas materiales para reorientar el proceso de desarrollo sobre medio ambiente y desarrollo sustentable.
La idea de desarrollo fue una idea clave de los años de posguerra. Había un mundo desarrollado dividido en dos: el capitalista y el socialista ambas aportaban al tercer mundo su modelo de desarrollo. Hoy tras los múltiples fracasos del modelo capitalista occidental y la quiebra del modelo socialista, hay crisis mundial del desarrollo, chocando de lleno con el problema cultural civilizador y el problema ecológico.
Tras cuarenta años consagrados al desarrollo, el gran desequilibrio Norte-Sur sigue existiendo y se agravan ciertas desigualdades. El 25% de la población del globo que vive en países ricos, consume el 75% de la energía; las grandes potencias conservan el monopolio de alta tecnología y se apropian, incluso del poder cognoscitivo y manipulador sobre el capital genético de las especies vivas, incluida la humana. El mundo desarrollado destruye sus excedentes agrícolas, mientras carestías y hambrunas se multiplican en el mundo pobre.
En cuanto hay guerras civiles o desastres naturales, la momentánea ayuda caritativa es devorada por parásitos burocráticos o negociantes. El tercer mundo sigue sufriendo la explotación económica.
En África los suelos se agotan, el clima se degrada, la población crece, el SIDA hace estragos. El policultivo, que satisfacía las necesidades familiares y locales es sustituido por un monocultivo, que sufre crisis tras crisis, los capitales invertidos en los sectores en crisis huyen. El éxodo rural llena los barrios de los sin trabajo. La monetarización y la mercantilización de todas las cosas, destruye la vida comunitaria de convivencia y de servicios prestados. Lo mejor de las culturas indígenas desaparece en beneficio de lo peor de la civilización occidental.
En la actualidad el mundo vive en los momentos más terribles de la crisis, que no solo es económica, política, ideológica, en tanto las utopías han sufrido una crisis de su entorno. Datos de estudios realizados por “El estado del mundo en el 2004” son realmente alarmantes:
Anormal aumento de las temperaturas medias globales, perdida acelerada de especies animales y vegetales, y cierto crecimiento del número de eventos climáticos extremos como intensas sequías e inundaciones, con las siguientes afecciones humanas.
En los momentos actuales, de acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), las principales amenazas al entorno provienen de la degradación de los suelos por la utilización no sustentable de estos, el cambio climático, la contaminación del aire, agua y tierra, y el uso abusivo de otros recursos naturales. Se estima que de continuar el aumento global de las temperaturas medias, solo por esta causa desaparecerá hasta el 25% de las especies animales y vegetales antes del 2050, el mundo se encuentra en medio de una extinción masiva, la sexta desde el surgimiento de la vida en la tierra, esta vez por causas artificiales.
Hoy en día es evidente que el planeta tierra ni posee medios inagotables para sustentar el nivel actual de crecimiento económico y consumo energético, ni puede soportar los correspondientes desechos que ello produce. Al tiempo que se logran grandes adelantos técnicos, se produce una destrucción sistemática y paulatina de los medios de vida.
Los indicadores de esta crisis son, entre otros, los siguientes:
Como resultado de ello:
Por otra parte desde hace años se ha insistido en la proliferación de armas de destrucción masivas, las medidas tomadas hoy son insuficientes y se pide acción internacional para impedir la proliferación de estas. En Estados Unidos, se solicitan al congreso cifras astronómicas para la adquisición de sistemas de armamentos y se impulsa una irracional carrera armamentista con fines especiales.
Se incluyen entre otras armas naves sin tripulación guiadas por control remoto, para lo que recibieron fondos de 401 700 millones de dólares en el 2005, un incremento del 13 % para la obtención de misiles. Los fondos para la compra de armas aumentaron en el 2006 y continuará aumentando progresivamente según los planes del Departamento de Defensa.
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5. Dtor. A. Hart: “Salvemos nuestra especie”, en Revista “Bohemia, 16 de marzo de 2007, Año 99, No.6, p. 17.
El hombre cree entonces, que es el “señor” al cual hay que rendirle tributo y esto significa satisfacer sus necesidades sin tener en cuenta el equilibrio interno de nuestra “madre naturaleza”, de la cual formamos parte al igual que otros seres vivos que la componen. El sentido del “otro” se mantiene, en tanto la racionalidad instrumental continúa a la altura de este siglo XXI. Seguimos maltratando a la naturaleza, aún cuando existe una fuerte demanda de muchos países, jefes de estados, personalidades y movimientos ecologistas a favor del respeto, la conservación, la preservación, la equidad, la justicia y la sustentabilidad.
A partir de la crisis ecológica actual, el hombre no puede seguir atacando a la naturaleza de la manera que lo ha hecho hasta el momento, los seres humanos tenemos la obligación de conservarla con el fin de legarlo a las generaciones futuras, por lo que nos concierne asumir una imprescindible responsabilidad moral individual, y por ende desarrollar una conciencia moral crítica con respecto al caos que hoy se produce por la emisión de gases tóxicos, incendios forestales, la contaminación de las aguas y otros males que hoy amenazan a nuestro planeta.
De ahí la necesidad de persuadir y educar a las personas y a las nuevas generaciones para que no contribuyan con su acción a la destrucción del medio ambiente, es necesario desarrollar una conciencia humanista que potencie la justicia social afianzada en las posibilidades que hoy brinda el crecimiento económico sostenible.
El mundo capitalista desarrollado con su política global de consumo es el responsable de la atroz destrucción del medio ambiente y del deterioro acumulado de los países pobres, y continúa provocando esa destrucción por el saqueo a que someten los recursos naturales de esos países.
Las tendencias económicas prevalecientes tienden a reforzar las asimetrías entre el Norte y el Sur agudizando así la crisis ambiental.
Fidel advirtió hace 23 años, el 12 de junio de 1992, lo siguiente:
Conclusiones:
Muchas conferencias, reuniones de todo tipo, estudios completos o menos completos, parecen no haber creado la conciencia necesaria en quienes, también desde los centros de poder, debían adoptar posturas racionales en bien de la humanidad toda y contribuir a que ese enemigo de la especie humana no nos devore.
Efectos del cambio climático como las grandes sequías, inundaciones, ciclones tropicales, terremotos, devastación de bosques, contaminación de las aguas contenidas en el manto freático, y el calentamiento que derrite el ártico aún hoy no se les enfrenta con medidas reales de obligatorio cumplimiento.
Vale recordar que desde hace décadas se han hecho advertencias sobre los efectos reales de este problema, que lejos de resolverse, sigue arrancando hojas del calendario de la vida y parece que el Planeta Tierra se nos viene encima.
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