Revista: Caribeña de Ciencias Sociales
ISSN: 2254-7630


ESPACIO URBANO Y REPRESENTACIONES SOCIALES: BAYAMO 1998-2013

Autores e infomación del artículo

Maylin Yero Perea

Centro Provincial de Superación para la Cultura, Cuba

yoly@udg.co.cu

Resumen
El presente artículo realiza una aproximación a la relación existente entre representaciones sociales de la ciudad y cambios en el espacio público urbano. Incluye el análisis desde una visión integradora, al considerar las representaciones constructos culturales y la importancia del empleo de la Teoría de las Representaciones Sociales en una investigación de este corte. Los estudios inter y trans disciplinarios permiten acceder al mundo de las mentes individuales y las narrativas que ellas configuran. Un abordaje desde esta confluencia de saberes ofrece una ruta hacia investigaciones más integrales y completas de esta porción de la realidad.

Palabras clave: espacio público urbano, sociología de la cultura, representaciones sociales, cambio, construcciones culturales.

Abstract
This article analyses one approximation of existent relation between city´s social representation and changes in public urban space. Include the analysis since a complete vision, to consider the representations cultural constructions and the importance of use the Social Representations Theory in one investigation of this profile. The inter and trans disciplinarians studies permit to accede to the word of individual minds and narrations that it forms. Its boarding from that confluence of knows mostly offer one route near to more integral and completed investigations of that reality’s part. 

Keywords: public urban space- sociology of culture- social representations- change- cultural constructions.



Para citar este artículo puede uitlizar el siguiente formato:

Maylin Yero Perea (2016): “Espacio urbano y representaciones sociales: Bayamo 1998-2013”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (enero 2016). En línea: https://www.eumed.net/rev/caribe/2016/01/bayamo.html


Bayamo, rico en historia, deviene sitio de cambio y crecimiento. Desde fines de la década del 90 del pasado siglo y hasta la actualidad, la ciudad ha experimentado cambios significativos en su espacio público urbano, generadores de una actualización de sentidos expresados en la representación social citadina.
Las transformaciones que han tenido lugar se relacionan, principalmente, con la mayor cualificación estética de lugares e instalaciones mediante la incorporación de la creación plástica en su ambientación, el incremento de los servicios culturales y gastronómicos, los nuevos usos del espacio público, y la modificación de algunos hábitos de socialización urbana.

  1. Del espacio como territorio a su concepción como ámbito de relaciones culturales

El concepto de espacio ha tenido varias acepciones y prioridades en las diferentes escuelas de pensamiento y fragmentaciones disciplinarias. Resulta conveniente distinguir las principales perspectivas que han tenido su conceptualización y análisis, en este recorrido de lo geográfico a lo simbólico.
En este sentido, pueden distinguirse los siguientes enfoques:
a)         El espacio visto desde su aspecto físico
Este argumento muestra la evolución del concepto (en la obra de Félix Pillet, 2004 y la exploración al tratamiento del “lugar” por parte de la Sociología, en la investigación de la cubana Mariana Ravenet, 2002).
Se desarrolla fundamentalmente desde la Geografía. En principio, sus argumentos circunscriben al espacio como lugar, localización, área, territorio. Esta concepción le otorga demarcación, límites, y extensión. (Santos, 1996; Ravenet, 2002). El espacio es una unidad conformada por un conjunto de atributos, hechos y procesos no considerados de manera aislada y vistos a escala del mundo, de la región y de lo local. Entre sus características básicas se hallan la historicidad, la totalidad y la escala (Pillet, 2004).
Durante la primera mitad del siglo XX se vislumbró como espacio concreto mientras en la segunda mitad transita hasta el espacio abstracto. El primero se enfocaba en la región, enfatiza en la territorialidad y los elementos físicos, combinando Ciencias Naturales y Sociales. Por su parte, el espacio abstracto se enfoca en una excesiva geometrización, con privilegio de modelos estáticos, que pierden de vista la dinámica espacial (Pillet, 2004: 144). Para sus seguidores lo más importante eran los fenómenos puramente “espaciales”, en detrimento de los naturales y culturales.
Estos conceptos exaltan las características naturales de los lugares de establecimiento de los seres humanos. Basan su diferenciación en las particularidades de los espacios, asociadas a los componentes de la naturaleza. Son estudiados como concepto geográfico de paisaje en sus distintas manifestaciones (paisaje natural, paisaje humanizado, paisaje agrario, paisaje industrial, paisaje urbano). También se emplea el término territorio y se asocian a él relieve, clima y tipo de suelo (Ravenet, 2002).
En estas perspectivas, los procesos en los que interviene el espacio asociado a los actores sociales, no eran significativos. El concepto de espacio se encontraba alejado del accionar humano, ignorándose su interrelación con este y la influencia recíproca de uno y otro.
b)         El espacio como ámbito de relaciones sociales
El concepto de espacio como producto social, proveniente de la Geografía Social, ha pretendido colocarse por encima de la orientación naturalista, y del enfoque de localización. Milton Santos (1996) lo define como una totalidad estructural formada por un conjunto indisociable, solidario y también contradictorio de sistemas de objetos y de acciones, no considerados de manera aislada, y visto a escala del mundo y del lugar.
La noción de producción social del espacio permite articular su estudio con el de la sociedad. No obstante, el énfasis puesto en lo social y la consideración del espacio como su reflejo supusieron el riesgo de que el análisis perdiera sentido, pues debería ser suficiente con investigar lo social para comprenderlo espacial.
El espacio local globalizado contiene una configuración integradora. Con la conexión global-local conecta el examen del espacio subjetivo con el espacio social (Pillet, 2003). Esta dialéctica entre lo local y lo global se convierte en fundamento de acercamientos al espacio y las relaciones que en él se establecen. Sobre esta base se expresan la relación actor social-medio, la conexión espacial urbano-rural, sus transformaciones y la referencia global-local.
Lo local globalizado permite una mayor inclusión de la diversidad presente en la realidad. Coloca el mundo social, y su relación con el espacio, permitiendo la entrada de las complejas relaciones de grupos y actores que tienen lugar en él. Sin embargo, este concepto no es suficiente para realizar un estudio del entramado cultural que tiene lugar en el espacio
En este enfoque se incluyen estudios sociológicos de y sobre la ciudad, de la segunda mitad del siglo XIX y primera del XX, que se realizan en ámbitos citadinos e intentan comprender sus dinámicas (Carlos Marx, 1845, 1857; Georg Simmel, 1900; Max Weber, 1922 y Émile Durkheim, 1924; Robert Park, Ernest Burguess y Roderick D. McKenzie en 1925).
De especial interés resulta el análisis  de la oposición campo-ciudad como reflejo de la división del trabajo y el intercambio de mercancías, desarrollado por Carlos Marx, en sus estudios de la esencia económica, que define y caracteriza el modo de producción capitalista (1857-1858). No obstante, su teoría se enfoca en la estructura económica, política y social de la sociedad más que en el espacio propiamente dicho.
Un criterio diferente se coloca en los estudios de la ciudad capitalista  y su patología urbana (efectuados en 1924 por Durkheim), para expresar el relajamiento de la cohesión moral de la sociedad del momento. En su examen de las conciencias colectivas desentraña elementos identitarios del contexto urbano aunque no se detiene en las relaciones entre actores sociales y espacio citadino.
Otra mirada explica la ciudad como expresión sintética y simbólica del modo de producción que conducía al progreso (Weber, 1971) [1921] 1, ya que en ella se desarrollaba el escenario económico, político y legal para institucionalizar las acciones más significativas en defensa de la modernidad (Ravenet, 2002: 42). Los paradigmas de libertad y los valores de organización social del mundo occidental, se relacionaban con la racionalización de la ciudad y su condición capitalista.
Las transformaciones en el nivel cultural de la racionalidad conducían a cambios en las estructuras, pensamientos y acciones individuales del mundo moderno (Weber, 1971). En este marco define la ciudad, según Ritzer, como “entidad racional” (Ritzer, 1993: 285-286).
Otros estudios se enfocan en la comparación de la cotidianeidad en ambientes citadinos. Tal es el caso del análisis polarizado entre las ciudades esclavistas o feudales y la metrópolis capitalista (Simmel, 1976) [1900]. Entre sus aportes se encuentra la diferenciación del grado de libertad según la interacción social que en ellas se produce y la naturaleza de la vida urbana y sus problemas.
Los acercamientos de los pensadores clásicos no se centran en las nuevas formas culturales que se desarrollaban en el espacio de las ciudades, aunque exponen pautas que develan el accionar del entramado cultural. De acuerdo con Mariana Ravenet (2002: 45), “el análisis de la sociedad siempre era visto en comparación con el modo de producción pasado y las referencias a lugares (ciudad, metrópoli, urbano, rural, comunidad, sociedad) respondían a abstracciones, conceptos o tipos ideales suprahistóricos”.
En esta etapa, el discurso sociológico no reconoce de forma íntegra las contradicciones (observadas en las desigualdades espacio-territoriales) como inherentes al modo de producción capitalista que se instauraba. Aunque se realizan acercamientos a la ciudad y lo urbano, no estudian específicamente las potencialidades de los espacios públicos urbanos, ni declaran su relación con la cultura.
En los decenios de los 20 y 30 del siglo XX, Robert Ezra Park, integrante de la Escuela de Chicago, se concentró en la competitividad de los grupos por el espacio. En este afán empleó una analogía con la ecología y operó conceptos como: dominio, simbiosis y sucesión. Según su propuesta, los habitantes más fuertes del medio urbano ocuparían lugares más ventajosos, y los otros se adaptarían a sus demandas.
A pesar de tratarse de estudios enfocados hacia el medio urbano, esta perspectiva no toma en cuenta la relación de los aspectos políticos y económicos que entran en correspondencia con la disposición espacial y la distribución. Hasta este momento, trasciende el interés por la ciudad, su incidencia en los actores sociales, y la manera en que sus componentes físicos se integran a la vida.
Una perspectiva más contemporánea contempla la ciudad como marco contextual donde se analizan variables con un vínculo común. Estos estudios muestran la marginación e inequidad, fruto de diferencias en el acceso a los centros de poder de la sociedad (Homobono, 2000; Merry, 2003) y la implicación entre conciencia y conocimiento en la inserción de los mundos micro en la estructura urbana, regional y del país (Arturo, 2013). Este panorama configura una articulación compleja de hechos difícilmente cuantificables, pero con una fuerza analítica importante, como son los procesos de identificación-desidentificación, producción-reproducción, marginación-inserción.
La configuración antes expuesta cuenta con herramientas conceptuales, articuladas –o trianguladas–, con aquellas que la Sociología aporta, a la mejor comprensión de lo urbano, centro nodal de elaboración e intercambio de bienes sociales, simbólicos y económicos en contexto post industrial.
c)         El espacio como escenario de producción y reproducción simbólica
Este enfoque visualiza la arista simbólica del espacio y la configuración de sus dinámicas internas (Valera y Pol, 1994; Valera, 1996; Castells, 2003; Pillet, 2004; Safa, 2010).
Un avance en el análisis se aprecia con el desarrollo de las geografías de la percepción y del comportamiento, humanísticas y del tiempo, que dan entrada al espacio subjetivo. Estas corrientes recuperan el lugar y el paisaje, con sus contenidos naturales, sociales, históricos y actuales. Entre sus aportes se encuentra el reconocimiento del espacio vivido, de la experiencia cotidiana e histórica y la identificación con el espacio. Se le señala la preeminencia de la visión individual en las interpretaciones simbólicas, el mundo de los significados y la pasividad social, al soslayar la implicación activa en los mecanismos del cambio social y político (Pillet, 2004:146).
Aunque no cuenta con el aprecio de los seguidores del espacio social (Pillet, 2004) el espacio subjetivo se construye a partir de lecturas semióticas del paisaje, los documentos históricos, las imágenes y el texto narrativo. Facilita la obtención de competencias espaciales en los actores sociales y reconoce su aporte en la construcción del espacio.
Otro momento importante en el tránsito hacia el espacio como sede de símbolos y significaciones, más afín con las relaciones culturales que tienen lugar en él, es el desarrollo de conceptos como: simbólica urbana y espacio simbólico urbano.
La simbólica urbana revela la dinámica entre los grupos humanos, el espacio físico construido y los imaginarios asociados a él. Esta interacción reafirma la necesidad de realizar estudios contextualizados, geográfica y temporalmente.
Su propuesta parte de que los sentidos atribuidos a la parte física de la ciudad crean zonas diferenciadas dentro de la memoria común de los individuos que las pueblan. Estas zonas y sus rasgos ideológicos forman un tejido: la simbólica urbana (Castells, 2003).
En consecuencia, está integrada por formas espaciales que actúan como emisores, retransmisores y receptores de prácticas ideológicas generales. Se presenta en una dualidad (Castells, 2003:139-284): prácticas ideológicas materializadas por el espacio y un ámbito cultural donde se encuentran arte, diseño, tecnología y materiales. Su carácter procesal queda determinado por estos ámbitos que se funden en la vida cotidiana.
Según este punto de vista, la ideología engendra formas culturales que a su vez incluyen un sistema de procesos simbólicos en una estructura urbana (propiciando la retransmisión y recepción) del espacio constituido. Este ininterrumpido proceso está mediado por prácticas ideológicas de modo que se puede apreciar su doble efecto: las prácticas y las instancias estructurales.
El concepto identidades vecinales contiene nociones esclarecedoras en cuanto a las relaciones simbólicas establecidas en un territorio. Lo vecinal remite al problema de la territorialización de los procesos sociales y culturales. Sin embargo, habría que pensar al territorio no como algo dado, estático, sin historia, sino como una configuración espacial compleja, donde se articulan los distintos niveles de la realidad e interactúan diferentes actores implicados en la delimitación y apropiación del territorio, con intereses e intenciones no solo distintos, sino también, en algunos casos, contradictorios o en tensión (Safa, 2010).
Las identidades vecinales se sintetizan en símbolos colectivos de múltiples significados. Las historias personales son importantes para entender cómo los actores construyen y reconstruyen sus arraigos al territorio. Estas identidades adquieren sentido, valor y fuerza por el significado que tienen para los actores sociales. Se forman con los recuerdos que seleccionan fragmentos de la vida transcurridos en determinado espacio, con las expectativas y deseos.
Este concepto coloca la construcción de símbolos asociados al espacio, señalando intereses, prácticas e intervenciones de los grupos y actores sociales en este proceso, por lo cual la autora de esta investigación considera que es pertinente su ubicación en este enfoque.
Otro concepto que considera la potencialidad simbólica del espacio es el de espacio simbólico urbano. Al igual que las identidades vecinales, coloca la interacción de los individuos y su producción de significados estrechamente vinculados a un entorno. Se delimitan como espacios “de un entorno urbano determinado que siendo considerados por los miembros de un grupo asociado a un entorno como elementos representativos de este, son capaces de simbolizar las dimensiones más relevantes de la identidad social urbana de este grupo” (Valera y Pol, 1994: 20).
Esta perspectiva de análisis considera que todo espacio está dotado de un significado y que este tiene su base en una construcción socialmente elaborada, donde se destacan aquellos espacios que, por su contenido significativo y simbólico, pueden ser considerados representativos para una determinada comunidad, es decir, espacios simbólicos urbanos (Valera, 1996: 67).
Las perspectivas de Safa (2010) y Valera y Pol (1994) necesitan ser argumentadas desde una perspectiva socio-histórica, para una mejor comprensión del proceso de construcción social de significados. Sus constructos se enfocan hacia la arista simbólica de las investigaciones realizadas desde la cultura, aunque no explicitan el carácter cultural presente en la elaboración de lo simbólico.
Cada vez más se observa cómo la configuración espacial contribuye a la formación de territorios reconocidos por sus características físicas y por los procesos particulares de desarrollo social y cultural.
La idea de que los individuos, los grupos sociales o las comunidades están siempre ubicados, y por tanto conectados a determinados entornos resulta evidente. Sin embargo, el papel que desempeñan en la formación de las identidades, símbolos y percepciones de los actores sociales ha sido abordado de diferentes maneras.
El interés por el lado subjetivo del objeto tiene una larga tradición desde Max Weber hasta la actualidad. Una de las teorías que ubica la adquisición de la naturaleza ontológica de los objetos, a partir de los significados conferidos por individuos y grupos, es el Interaccionismo Simbólico. En su corpus teórico explica que los objetos pueden ser considerados construcciones sociales, punto de vista aportativo para esta investigación, en el tratamiento de las representaciones sociales del espacio público urbano bayamés.
Los significantes y símbolos asociados al espacio son parte de una cultura del entorno. Su influencia en formas de relación, en los vínculos establecidos entre actores sociales y grupos con su ambiente físico, se desarrolla con mucha fuerza en los espacios urbanos. Estos son ámbitos privilegiados en el anclaje de símbolos y significaciones. Por ello lo concerniente a estos conceptos, y sus dimensiones se detallará en el siguiente epígrafe.
En formas de discursos sobre los territorios, las narrativas, especifican los límites construidos y simbólicos de la ciudad, por lo que, el espacio se liga a actos nominativos. Igualmente, expresan los vínculos identitarios y conforman una dialéctica entre la satisfacción y la insatisfacción, entre lo propio y lo ajeno, y muestran las maneras en que los actores se asocian con los espacios que recorren (Neri, 2009: 54). Para este estudio del contexto bayamés resultan muy importantes las narrativas culturales expresadas en representaciones sociales del espacio público urbano, lo cual muestra la pertinencia del esclarecimiento de este concepto.
Las narrativas expresan la relación establecida por los actores sociales y el espacio. Los individuos y grupos se vinculan a los lugares gracias a procesos simbólicos y afectivos que permiten la construcción de lazos y sentimientos de pertenencia. Esta dinámica no es estable, sino construida y constructora de la realidad físico-geográfica y, mediante ella, también de la sociedad de la que forman parte (Safa, 2010: 4).
En este proceso intervienen elementos del entorno físico (Lynch, 1970; Borja, 2001; Safa, 2010) empleados en la construcción de una imagen mental del espacio urbano. Entre ellos, algunos participan en la construcción de símbolos.
Llamados prototípicos, resultan importantes en configuraciones simbólicas elementos geográficos (ríos, montañas, lagos), monumentos2 , y en general, determinados componentes arquitectónicos o urbanísticos propios y característicos de un entorno específico3 . Estos atributos o rasgos distintivos son subjetivamente (y colectivamente) seleccionados y valorizados, funcionando a su vez como símbolos que delimitan el espacio de la mismidad identitaria.
Para «leer» (Lynch, 1970) la imagen urbana deben considerarse las distinciones de las áreas urbanas a analizar respecto a otras. Es necesario tomar en cuenta diversos elementos, su visibilidad, su fuerza o debilidad de imagen, conexiones, inconexiones, aciertos o desaciertos en la estructura potencial de la imagen, y también descripciones, ubicaciones, bosquejos, recorridos imaginarios.
La legibilidad es de importancia decisiva en el escenario urbano, cuando se consideran los medios ambientes en la escala urbana de tamaño, tiempo y complejidad. Por lo que no debemos limitarnos a considerar la ciudad como cosa en sí sino la ciudad en cuanto percibida por los habitantes.
Una perspectiva que muestra pertinencia para esta investigación, a juicio de su autora, es el análisis de ciudad como texto cultural 4. Enunciado por el sociólogo argentino Mario Margulis, la ciudad funge como construcción social e histórica, expresión de múltiples aspectos de la vida de individuos y grupos, y ente que transmite sus significaciones. En resumen, “(…) puede ser considerada expresión de la cultura y texto descifrable” (Margulis, 2009: 87).
El poder en sus diferentes formas de expresión, las articulaciones espaciales de la ciudad, las disposiciones urbanísticas, sus usos, formas y estéticas, la trama de acciones cotidianas de sus habitantes, las huellas de las interacciones, las prácticas, y las fuerzas sociales que en ella intervienen, sus luchas y contradicciones (Margulis, 2009: 89), unidos a otros elementos de la disposición y desarrollo citadinos, conforman el texto de la ciudad. En él las configuraciones urbanas van adquiriendo nuevas significaciones, son decodificadas de forma diferente por los grupos, que les otorgan distinto uso, o las perciben y vivencian de manera nueva.
El contexto bayamés necesita una investigación que se acerque a la riqueza de las representaciones citadinas de sus habitantes considerando las particularidades de los mismos y su funcionalidad dentro del entorno local. La perspectiva de valorar un antes y después de los cambios en la ciudad permite acceder al complejo mundo de los imaginarios urbanos (contenidos en las representaciones sociales). Estas representaciones conforman narrativas que complementan la cultura objetivada a nivel social. Como parte de la cultura internalizada fortalecen o debilitan formas de relación entre actores sociales y grupos que inciden en el espacio público urbano. Es preciso reconocer lo cultural actuante en la intersubjetividad expresada en las formas discursivas de las representaciones sobre lo urbano, cuya existencia favorece la pluralidad de miradas acerca de este fenómeno.
Para realizar este estudio se seleccionaron cuatro Consejos Populares 5. Los Consejos Populares representativos de cada zona se eligieron atendiendo a: composición de la población, infraestructura, instituciones representativas.
La elección de un Consejo Popular representativo de cada una de las cuatro áreas poblacionales, permitió acceder a una perspectiva colectiva de las representaciones sociales de la ciudad modificada.  Fueron seleccionados en la zona Norte del Ferrocarril: Siboney; zona Este o de Nuevo Desarrollo: Jesús Menéndez; zona Oeste: Francisco Vicente Aguilera y zona del Centro Histórico Urbano: San Juan-El Cristo.
La elección de este tipo de muestra intencional, es decir grupos de trabajo que conforman la dirección de Consejos Populares representativos de las cuatro zonas poblacionales de Bayamo, si bien  pudiera introducir un sesgo político, resulta pertinente dada la condición, de estas personas, de  líderes activos de la comunidad, cuyo accionar dentro de ella, se permea de la visión de la ciudad del conjunto de sus habitantes.
Se empleó la técnica del grupo focal. Después de contestar el cuestionario se realizaron discusiones y se elaboraron las representaciones de la ciudad, sobre la base de lo que cada individuo contestó de los ítems de la encuesta. Uno de los presupuestos para la utilización de este recurso es el conocimiento y la experiencia de los integrantes de la muestra sobre los ámbitos citadinos.
El grupo focal contribuyó a la exposición y elaboración grupal de las realidades y experiencias en torno al objeto investigado. Se presentó la cuestión objeto de análisis en un lenguaje claro, el moderador condujo el intercambio y fueron grabadas las intervenciones.

  1. Contenido de las representaciones sociales de la ciudad

El resultado inicial de este estudio permite acceder a la percepción de los integrantes de los Consejos Populares seleccionados (en San Juan-El Cristo, 17, en Jesús Menéndez, 10, en Siboney, 9 y en Francisco Vicente Aguilera, 12) sobre la ciudad, a partir de los cambios acaecidos en su espacio público urbano en el contexto actual.
Asociaciones Libres
En el procesamiento de 270 términos asociativos obtenidos a través del método de Asociación Libre conllevó a la estructuración de su contenido en las siguientes categorías:

  1. Pertenencia
  2. Desarrollo
  3. Actitudes sociales
  4. Imagen de la ciudad posterior a los cambios
  5. Oportunidades

              
Las categorías delimitadas ofrecen el marco de referencia de aquellos rasgos culturales significativos a través de los cuales, los Consejos Populares actualizan y validan su definición de la ciudad, y su comportamiento frecuencial, como se observa en el siguiente gráfico, clarifica a los ámbitos de Imagen de la ciudad, y Pertenencia, con un marcado predominio sobre el resto.
Pertenencia
De las (270) asociaciones (76) constituyen referentes al sentido de pertenencia, en su mayoría referidos a la cualificación estética: después de los cambios Bayamo es bella, patriótica, historia, acogedora, identidad, hermosa, rescate de tradiciones, atractivo, esplendoroso. Sin embargo, no se aprecia un sentido de propiedad más fuerte. Se encuentra ubicado entre los más jerarquizados y se relaciona con Imagen de la ciudad. Al solicitárseles un consenso al respecto mostraron orgullo por el estado actual de la ciudad.
Los integrantes del Consejo Popular de Siboney aportaron la mayor parte de los términos de este acápite (28,95%), más incluso que los de San Juan El Cristo (23,68%). Este dato resulta interesante, porque este último se localiza en el Centro Histórico Urbano de la ciudad, que ha sido privilegiado con gran número de transformaciones desde el punto de vista arquitectónico.
Imagen de la ciudad posterior a los cambios
Las asociaciones relacionadas con ella (133) representan el 49,26 % del total de asociaciones (270). La refieren como bella, floreciente, hermosa, remodelada, organizada, bonita, acogedora, imagen, atractiva, esplendorosa, confort, más bella, urbanismo, linda, alumbrada, desarrollo urbano, imagen de ciudad, conservación patrimonial, buena estética, arquitectura, modernidad, sello único, distinta, atractiva, creatividad, transformación, monumento, ambientada, cultural, desarrollo del plan imagen de ciudad, construcción y embellecimiento del paseo, construcción de la circunvalación, desarrollo en la arquitectura, conservada.
El 54,89% de los términos asociativos proviene de los integrantes del Grupo de Trabajo Comunitario del Consejo Popular de San Juan El Cristo. Al solicitárseles un consenso al respecto, se mostraron orgullosos de las transformaciones presentes en el área de su Consejo Popular. Lo definen como diferente, como “capital de Bayamo”, “espejo de la provincia”, y señalan el Paseo como símbolo de la ciudad. La idea en cursiva también se presenta en las asociaciones de los otros Consejos Populares que integran la muestra (Siboney, Francisco Vicente Aguilera y Jesús Menéndez).
Del total de asociaciones de esta categoría (133), el 51.12% ubican el Paseo bayamés como representativo de la nueva imagen de la ciudad, expresado en 68 palabras y frases.
Desarrollo
Del total representan un 7,39 % (19). Se enfatiza en un auge en los servicios, rescatada de las ruinas del Período Especial, esplendor económico, excelentes servicios, económica, establecimientos comerciales, de mayores ofertas gastronómicas, buen servicio, cambios económicos, comercial.
El 42,11% de las asociaciones relacionadas con el desarrollo lo representan los criterios provenientes de Jesús Menéndez y San Juan El Cristo, con igual número de términos (8 en cada caso). Es válido destacar que estos Consejos Populares están situados en las zonas que concentran los servicios de nivel de ciudad.
Actitudes sociales
Del total representan 4,81%. Algunos son acogedora, solidaria, unida, rescate de valores, acogedora, familiar, modestia. En la valoración de este elemento es notable su precariedad cuantitativa, siendo el grupo de Jesús Menéndez el que expresa mayor reconocimiento de ellos.
Oportunidades
Algunos de las asociaciones más empleadas son: profesionalidad, opciones, mejoras. Representan el 9,26% de las (270). Son los integrantes de San Juan El Cristo quienes las aprecian en mayor medida. Ofrece una visión esperanzadora del panorama citadino, no obstante, no se encuentra ubicado entre los más ponderados desde el punto de vista cuantitativo.
Términos polarizadores
Los términos polarizadores más empleados en la construcción de pares son: bonita, limpia, organizada. Los pares más repetidos son: los asociados a belleza y limpieza (bella y limpia está presente en ocho personas de Siboney, y limpieza y bonita, en dos de Jesús Menéndez), y organización y desarrollo (dos personas de Siboney). En San Juan El Cristo no se repitió ningún par.
Al solicitárseles que enunciaran los criterios que tuvieron en cuenta para la formación de pares el resultado fue el siguiente:

  1. Pertenencia
  2. Desarrollo
  3. Actitudes sociales
  4. Imagen de la ciudad posterior a los cambios
  5. Oportunidades
  6. Otros criterios

           
En este caso las diferencias entre las categorías no son tan marcadas como en las asociaciones libres, aunque los referidos a la imagen de la ciudad continúan a la avanzada cuantitativamente. En este resultado se le suma Desarrollo como segunda categoría más contemplada.
En la conformación de los términos polarizadores el 12,59% contempló Imagen de la ciudad; el 11,11%, Desarrollo; el 10%,  Actitudes sociales; el 8,51% corresponde a Pertenencia; el 8,14% a Oportunidades; y el 2,59% a Otros criterios.
La categoría Otros criterios permitió la inserción de las consideraciones de cada persona. Aunque la mayoría puede incluirse en los criterios antes enunciados, permiten comprender la riqueza de los juicios emitidos, por lo que se presentan como fueron enunciados.
En San Juan El Cristo no se añadió ninguna consideración, en Siboney los dos criterios se corresponden con Imagen de la ciudad y Pertenencia, en Jesús Menéndez hubo cinco, y se relacionan con Pertenencia, Imagen de la ciudad, Rasgos caracterológicos del bayamés, Desarrollo y Oportunidades, mientras en Francisco Vicente Aguilera los tres criterios se relacionan con Imagen de la ciudad.
En resumen, aunque los grupos estudiados privilegian aspectos relacionados con la imagen de la ciudad, existen algunas diferencias en su representación de la misma. Se apreciaron variaciones en los criterios tomados en consideración para definir la ciudad: si durante la selección de los términos asociativos eran muy importantes imagen de la ciudad, y pertenencia, con un marcado predominio sobre el resto, al efectuar los pares se reitera el primero, unido a desarrollo.
Contenido actitudinal de las representaciones sociales
En el trabajo grupal, al enfatizar en la necesidad de llegar a un consenso en la representación de la ciudad, y dar inicio a un debate, se pudo apreciar el contenido motivacional manifiesto en la representación.
En San Juan El Cristo se aprecia un notable orgullo por los cambios acaecidos, localizados en su mayoría en esta zona de la ciudad. Señalaron su  conformidad con la pintura de las fachadas, y transformaciones que le dan un sello único al Consejo Popular porque, a diferencia del resto poseen estos elementos, que lo distinguen. Su variedad de plazas y parques, que conforman una red, contrastan respecto al resto de la ciudad.
 Ellos enfatizaron en el buen estado los servicios, el Paseo y el carácter privilegiado de esta área urbana. También se refirieron a estos cambios como símbolos de Bayamo, y  la historia que contienen.
En Siboney reconocieron la ciudad como “cambiada”, salida del subdesarrollo, convertida en una de las más bellas y limpias del país, con imagen del desarrollo de la arquitectura. Se aprecia evolución, ha hecho de Granma y de Bayamo la referencia nacional. Ha devenido fuente de inspiración, se resaltan los valores patrióticos e históricos, las “raíces bayamesas” y a pesar de los cambios mantiene la tradición, su estructura, organización.
Plantearon que se siente la diferencia en las áreas de la ciudad que han experimentado transformaciones, y las cuidan. Junto a los espacios, las personas también han cambiado, hay más visitantes. A su juicio, los cubanos se identifican con el Paseo. Bayamo resalta por su limpieza, organización y embellecimiento. Los lugares transformados han motivado la disciplina ciudadana y el buen comportamiento.
En Jesús Menéndez definieron la ciudad como agradable, más funcional, reconocida a nivel nacional, va por buen camino, en avance. Se refieren a la cualificación estética de los ambientes, como la calle de la Excelencia y el Paseo. Queda expuesto el sentido de pertenencia, no sólo a la ciudad sino a esos espacios modificados que se insertan en el área de su Consejo Popular y que han llenado de vida a la ciudad.
Aunque señalan que es una lástima que no se exploten lo suficiente, especialmente el Teatro Bayamo. También aprecian progresos en la educación dados en la estética de los inmuebles escolares. En sus propias palabras: “A pesar de los problemas se observan logros, Bayamo ha dado un vuelco, pero hace falta mejorar en todos los demás aspectos” (Consejo Popular Jesús Menéndez).
En Francisco Vicente Aguilera se reconoce la nueva imagen de Bayamo en las instituciones, como Mini Acuario, Bar Pedrito, Maqueta de la Ciudad, y obras emprendidas en esta etapa como la Circunvalación y el Paseo. En sentido general, es bella, limpia, en avance, en progreso, vistosa, motivada y comprometida.
Se aprecia el orgullo de vivir aquí, unido a la alegría de la cualificación del acceso a Las Tunas, situado en la zona Oeste, donde está enclavado su Consejo Popular. Entre sus anhelos se encuentra que se continúen acciones de esta índole en su entorno inmediato.
Núcleo de la Representación
A continuación se ofrece, el marco de estructuración interna de las representaciones obtenidas en los Consejos Populares, debidamente consensuadas, así como el núcleo central de las mismas.
Estructura de la representación
Resulta coincidente, en los núcleos centrales de las representaciones el concepto del Paseo asociado a la nueva imagen de Bayamo. Los actores muestreados relacionan esta arteria peatonal con los cambios, distinguiéndolos de otros que han tenido lugar en la ciudad.
Aunque este es un término polémico y la mayoría de los especialistas consideró los símbolos como complejos, fuertes e históricamente determinados, los integrantes de la muestra consideraron como tal los enunciados anteriormente.
De ello se deriva la consideración del Paseo como icono y construcción emblemática de la ciudad. De forma general, hay consenso entre los sujetos que integran la muestra en considerar el Paseo como hito en la construcción de la imagen de la ciudad. A pesar de su controvertida construcción, acabado, emplazamiento de obras, e implicaciones para sus residentes, el Paseo se consolida como representativo de Bayamo, por su diseño novedoso y capacidad de potenciar el intercambio. Los tres tramos peatonales de General García no solo han sufrido una intervención en su componente físico sino han recibido una reasignación de significados, socialmente elaborados, por lo cual, aunque exista pluralidad de criterios, la autora considera que se ha constituido como auténtico espacio simbólico urbano6 , para los bayameses.
Los cambios físicos efectuados entre 1998 y 2009 influyeron en la reconfiguración de imaginarios asociados a lo urbano. Estas construcciones intervienen en la conformación de ideas, potenciación de valores, motivan cumplimiento o no de las normativas, generan nuevas costumbres, signos y símbolos actuantes como códigos culturales, que ofrecen límites y posibilidades a los actores sociales en la conformación de la representación social actual de la ciudad.
Es imposible alcanzar una justa dimensión de lo que estos cambios han significado en la percepción de la ciudad, sin considerar, desde una perspectiva histórica, lo que ella ha significado para sus habitantes, e incluso, para la nación cubana.
Refiriéndose al Bayamo del siglo XX, dice uno de sus hijos más ilustres, el destacado escritor y crítico Ambrosio Fornet:
Hay un misterio en el siglo veinte bayamés que yo no he dilucidado. (…) ¿Por qué la decadencia de Bayamo? Ya sabemos que tuvo un momento inicial de decadencia con el problema del río (…) ¿Pero por qué Bayamo, después, en el siglo veinte, ya no tiene el nivel de desarrollo, digamos, de Holguín y su preponderancia? (…) Pero Bayamo no tuvo ni el desarrollo que Holguín tuvo en el siglo veinte, ni el desarrollo cultural de Manzanillo. Bayamo, (…) se estancó desde el punto de vista del desarrollo cultural (…) ¿Por qué? ¿Qué pasó? ¿Es que el incendio, como dice un amigo, acabó con medio Bayamo y por consiguiente la reconstrucción nunca fue suficientemente grande como para producir un brote de desarrollo económico y de desarrollo cultural? (Ramírez, 2012: 4)7
En los últimos años de la década de los 90 (hacia 1996), la necesidad latente de renovación de la ciudad, en planes desde 1979 8, converge con la celebración del aniversario 485 de su fundación (a festejarse en 1998). Con este motivo comienzan a realizarse algunas intervenciones más serias, como la construcción del primer tramo del Paseo. Este momento marcó un punto de giro en la ciudad. A partir de él se reconfiguran valores, costumbres y símbolos que introducen cambios en la representación de la ciudad.
La visión de un Bayamo floreciente, magno y próspero, anhelada durante tanto tiempo, es apoyada por la nueva y diversa visualidad, controvertida en mayor o menor medida, pero que ciertamente rompió la inercia y suscitó razonamientos, favorecedores de la implicación de los bayameses en la polémica sobre la nueva imagen de la ciudad.
En este proceso se aprecia una interrelación entre aspectos subjetivos y objetivos, ya que la necesidad de cambio y progreso, conspira a favor del mismo, con la voluntad política de llevarlo a vías de hecho. A su vez, las modificaciones que tienen lugar en el espacio público urbano, transforman la subjetividad de los individuos y grupos, actualizando sus representaciones de la ciudad.
Con aciertos y desaciertos, con mayor o menor margen de participación, el cambio de imagen de la ciudad dio entrada a las aspiraciones de los bayameses en lo concerniente a su hábitat. La connotación simbólica de este proceso de deconstrucción y renovación de la imagen citadina, es innegable.
En la presente investigación, la Teoría de las Representaciones Sociales muestra pertinencia tanto conceptual como metodológica, en tanto su instrumental ofrece posibilidades de revelar la visión subjetiva de los bayameses acerca de su ciudad. En este estudio, las representaciones se obtuvieron a partir de la triangulación de datos, recopilados a partir de la aplicación de varias técnicas contenidas en el instrumental metodológico de la Teoría de las Representaciones Sociales y en la metodología científica general.
Se evidencia que las representaciones sociales funcionan como constructos culturales, al contener narrativas y discursos culturales, en los que influyen los cambios en el espacio urbano y la percepción que los sujetos hagan de ellos, por lo cual, las representaciones del espacio urbano varían en la medida que cambian el entorno físico y las percepciones que los actores sociales tienen de él.
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1 Los corchetes se utilizan para señalar año de elaboración de las ideas, de modo que den cuenta de los desarrollos epistemológicos del tema, los paréntesis colocan el año de la edición de la fuente bibliográfica consultada por la autora, y referenciada según la norma de registro de la revista.

2 La monumentalidad del espacio público expresa y cumple diversas funciones, Jordi Borja (2001) enfatiza en su importancia como: referente urbanístico, manifestaciones de la historia y de la voluntad del poder, símbolo de identidad colectiva, entre otros. Este es uno de los mejores indicadores de los valores urbanos predominantes.

3 Kevin Lynch considera que existen diferentes elementos que constituyen la materialidad de los espacios, pero considera que es importante que además sean sitios legibles, que se puedan distinguir el conjunto de puntos de referencia que estructuran el entorno construido y que formen una imagen coherente que pueda ser aprehendida y recordada.
La legibilidad para este autor es una cualidad visual específica o facilidad con que pueden reconocerse y organizarse las partes de la ciudad. Se constituye por la claridad del paisaje urbano, “una ciudad legible es aquella cuyos distritos, sitios sobresalientes o sendas son identificables fácilmente, y se agrupan, también fácilmente en una pauta global” (Lynch, 1970: 11).
Entre las claves de identificación del medio Lynch señala: color, forma, movimiento, polarización de la luz, al igual que otros sentidos como el olfato, el oído, el tacto, la cinestesia, sensación de gravedad, e inclusive los campos eléctricos.
Lynch (1970) propone cuatro elementos básicos de la forma física, empleados en la construcción de una imagen mental del espacio urbano: las sendas (calles, canales, son zonas que permiten  el paso del individuo, su circulación); los bordes (elementos lineales que el individuo no usa o no considera senda: playas, cruces del ferrocarril, bordes de desarrollo, muros); los barrios (sectores de la ciudad con características morfológicas que los distinguen de otros, poseen su propio acervo de significaciones, símbolos, tradiciones y ritualidades) y los hitos (puntos de referencia propios del lugar, el individuo no entra en ellos: edificio, señal, tienda, montaña). Estos atributos o rasgos distintivos son subjetivamente (y colectivamente) seleccionados y valorizados.

4 La tesis de que el espacio urbano puede ser leído, por cuanto es capaz de transmitir diferentes informaciones, de acuerdo a sus formas de uso, y a significados vinculados a la satisfacción de necesidades espirituales, no es nueva en estudios cubanos. Desde la Historia del Arte existen trabajos que historian la ciudad basados en las relaciones entre el uso del espacio y su significado (Tamames, 2005). Enfocado en la historia, este autor pretende explicar el proceso de construcción de un texto cultural en Camagüey entre 1514 y 1837. En su perspectiva la ciudad se transforma en texto y es leída a partir de: a) su evolución urbanística, b) el estatuto jurídico que justifica los cambios en ella, y c) el pensamiento sociocultural que anima a quienes la gobiernan en cada época.

5 En esta investigación se asume como Consejo Popular: órgano de dirección estatal del Poder Popular, compuesto por personas con determinada representatividad en la localidad, con la misión de hacer cumplir la política del Partido Comunista de Cuba y el Estado a través de la participación de las masas, la coordinación, el control, la cooperación y la fiscalización de los actores  sociales de la demarcación donde actúa y en función de la satisfacción de las principales necesidades materiales y espirituales la población local y de toda la sociedad. (Álvarez, 2001).
Diferenciado de Demarcación del Consejo Popular: territorio compuesto por las circunscripciones electorales escogidas para la localidad de un Consejo Popular, por su cercanía , extensión territorial, número de habitantes, vías de comunicaciones existentes, identidad de intereses y necesidades de los vecinos. Territorio, radio de acción, localidad en que actúa el Consejo Popular. (Álvarez, 2001).

6 Véase Valera, S. (1996) “Análisis de los aspectos simbólicos del espacio urbano. Perspectivas desde la Psicología Ambiental”. En Revista de Psicología Universitas Tarraconensis, N. 1, pp. 63-84.

7 Estos criterios de Ambrosio Fornet confirman la idea de un período de inercia en Bayamo después del incendio. Véase Ramírez, J. (2012) “Pocho Fornet: Atesoro la experiencia vivida”. En La Campana, Suplemento informativo de la Revista Cultural Ventana Sur, Bayamo, Granma, marzo de 2010, p.4. Este artículo es una versión de la entrevista concedida por Ambrosio Fornet a Juan Ramírez Martínez (La Habana, 24 de enero 2012).

8 Véase Rosell, P., Domínguez, F., Perea, M., Gata, R., Paumier, J., Videnov, N., et al. (1979). “Análisis y política de desarrollo urbano de la ciudad de Bayamo”. Dirección Provincial de Planificación Física Granma.


Recibido: 19/02/2014 Aceptado: 21/01/2016 Publicado: Enero de 2016

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