Yasmani Jimenez Barrera
Universidad de Pinar del Río
yjimenez@upr.edu.cuResumen
El proceso de actualización del modelo económico cubano constituye la manera más adecuada de conectar la realidad vigente a nivel internacional, y el contexto regional con las condiciones nacionales. El mismo ha sido objeto de disímiles interpretaciones, resultado de enfoques economicistas, políticos y sociales, que expresan la multiplicidad de criterios al evaluarlo. La actualización se corresponde con la disfuncionalidad de un modelo descentralizado, iniciado en los años noventa del pasado siglo, que pretende conservar sus esencialidades. En su contenido entraña bifurcaciones, que pueden lacerar su contenido socialista, de no ser corregidas a tiempo. El reto mayor reside en complementar los mecanismos de planificación con los elementos de mercado, para lograr la sostenibilidad del proyecto socialista cubano.
Palabras clave: lineamientos, plan y mercado, sistema económico, sistema socialista, reforma, política económica.
Código JEL: O540, P21, P00, P20, P41, P48
Abstract
The process of updating the Cuban economic model is the most appropriate way to connect the reality prevailing internationally, and the regional context with national conditions. The same has been the subject of different interpretations, the result of Economists, political and social approaches, expressing the multiplicity of criteria to evaluate. The update corresponds to the dysfunction of a decentralized model, launched in the nineties of the last century, which conserves its essences. In its content involves forks, which can lacerate its socialist content, if not corrected in time. The biggest challenge is to complement the planning mechanisms with market elements to achieve sustainability of the Cuban socialist project.
Key words: guidelines - planning and market - economic sistem - socialist sistem – reform – economic policy.
Para citar este artículo puede uitlizar el siguiente formato:
Yasmani Jimenez Barrera (2015): “El proceso de actualización del modelo económico cubano”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (septiembre 2015). En línea: https://www.eumed.net/rev/caribe/2015/10/modelo-economico.html
Introducción.
La economía cubana se halla inmersa en la actualización de su modelo económico, lo cual sugiere adoptar formas y mecanismos de conducción económica, despojadas de la práctica económica de antaño, y al mismo tiempo, abandonar esquemas contraproducentes a la realidad imperante. Lo complejo de este proceso descansa en su carácter novedoso, ya que las reformas económicas aplicadas en los países exsocialistas de Europa del Este, China y Viet Nam, han marcado un camino propio, que demuestra la necesidad de adoptar una vía auténtica por el gobierno cubano.
Si bien se reconoce lo complejo y contradictorio de este proceso, prevalece en la población la percepción de ciertas mejoras económicas, cifrando sus esperanzas por resolver un tema, que durante varias décadas ha sido abundante en preguntas, pero muy pobre en respuestas. Es por ello que se aborda en el presente artículo una mirada al proceso de actualización del modelo económico cubano, con el objetivo de demostrar que el proceso de actualización del modelo económico representa un paso esencial y no concluyente en la construcción del socialismo en Cuba.
Una de las particularidades que presenta Cuba en la actualidad reside en la «actualización de su modelo económico». El término indica una pregunta calve; ¿está desactualizado el modelo económico cubano? Al parecer sí. El origen de la desactualización data del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) en abril de 2011, cuyo eje esencial fue el ámbito de la economía. Por primera vez desde 1975 el centro de atención lo constituyó la economía.
Se plantea (RABELO, 2012) que el origen de tal encomienda descansa en la necesidad impostergable de asegurar la sostenibilidad del socialismo cubano. Lo anterior indica que se ha quebrado el resorte fundamental del socialismo cubano, su sostenibilidad, y ello demanda una reacción estrictamente económica y urgente. Según RABELO (2012: 29-30, citando a GARCÍA, 2011: 142-143), el modelo económico cubano se puede demarcar, en cuanto a las relaciones de propiedad sobre los medios de producción fundamentales como un primer modelo de estructura monopólica o cuasimonopólica, desde el triunfo de la Revolución hasta 1989. Y un segundo modelo se define como semidescentralizado y resultado de varias reformas para estabilizar la economía, luego del derrumbe de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Cabe agregar que el derrumbe catalizó la tendencia depresiva de la economía cubana, asociadas a deficiencias de la baja productividad del trabajo y errores que se venía reconociendo desde mediados de la década de los ochenta. Por tanto la caída del socialismo en la URSS y Europa del Este, si bien impactaron sustancialmente el curso de la economía nacional, también mistificó algunas deficiencias estructurales, típicas del subdesarrollo.
Se puede plantear que el modelo semidescentralizado ha llegado a sus límites. Sin embargo, pese al cambio radical que representó tal modelo en la década de los noventa, los cambios no fueron tan profundos como la puesta en práctica del proceso de actualización. La causa responde a una disfuncionalidad del modelo para la inserción positiva en la economía internacional y Latinoamericana, porque el modelo económico cubano no logra la acumulación endógena (RABELO, 2012: 30).
El debate se nuclea entorno al modelo económico. El término modelo, del latín modulus: significa medida, ritmo, magnitud. Relacionada con la palabra modus: copia, imagen. Se trata de un conjunto de hipótesis sobre la naturaleza de los elementos que componen una sociedad, sobre sus relaciones y sus modos de evolución (SORHEGUI, 2013). Es una representación ideal de la realidad circundante. Se puede definir al modelo económico como:
[…] un proceso estable o de relativa estabilidad o duración que además de las relaciones de dirección comprende -y esto es lo definitorio- las relaciones de propiedad y todo el arsenal de formas económicas para su realización efectiva, el tipo o patrón de acumulación, el modo de organización de la economía (planificación, mercado), la situación concreta de la división social del trabajo y los cambios operados en esta, entre otros procesos y mecanismos (GARCÍA, 2005: 142).
Sin embargo existe una diferencia con otra categoría clave, la de «sistema económico». Se define según RABELO (2012: 36) como «la forma de propiedad sobre los medios fundamentales de producción, que determina la función objetivo del sistema en cuestión […]». Sobre esta base se determinan entonces las relaciones sociales de producción. Por tanto el sistema económico indica las bases inamovibles de una sociedad, ya sea capitalista o socialista. Para el caso del sistema capitalista, se pueden acotar a modo de ejemplos, el modelo keynesiano o el modelo neoliberal, por solo citar los más relevantes del pasado siglo y parte del actual.
Lo que caracteriza en última instancia al sistema económico, es su invariabilidad de principios. Para el caso de economías en transición al socialismo como Cuba, esto significa que el principio de mantener las relaciones sociales de producción socialistas sobre la base inamovible de la socialización de los medios de producción fundamentales, ya implica unos principios que definen un sistema económico sui generis. El periodo de transición al socialismo constituye una etapa intermedia entre unas relaciones capitalistas debilitadas pero no vencidas, y unas relaciones incipientemente socialistas, que se basan en una heterogeneidad estructural, propia de economías periféricas. Tal estructura determina un funcionamiento económico bifurcado, en el cual se combinan elementos de mercado y de planificación.
La forma de funcionalidad que adopta el sistema económico descansa en el tipo de modelo económico imperante. De lo que se trata es de un cierto modelo de funcionamiento económico (FERNÁNDEZ, 2012), que permita combinar aspectos cortoplacistas y estructurales. Estas breves cuestiones teóricas develan el carácter complejo de la actualización del modelo económico cubano. Si el modelo responde a la representación simplificada de una realidad en tránsito al socialismo, se asume, entonces, que tal modelo debe representar una heterogeneidad estructural matizada por la coexistencia de relaciones mercantiles y elementos del plan.
A su vez el sistema económico queda supeditado al entramado de las relaciones económicas internacionales, que son predominantemente capitalistas. Ello plantea entonces un problema adicional, la lógica de funcionamiento de las relaciones económicas internacionales establecen el dominio del sistema económico capitalista. Su funcionamiento es el resultado de un proceso histórico de surgimiento y desarrollo del sistema capitalista mundial.
La experiencia de la práctica socialista se remonta al triunfo de la Revolución Socialista de Octubre en 1917. Es una experiencia que se inicia en pleno desarrollo de las relaciones capitalista de producción, que se desarrolló paralela al capitalismo desde el surgimiento de la URSS y el bloque de países que integraron el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) hasta 1989. Ello explica la funcionalidad en Cuba del modelo económico monopólico y con fuerte tendencia a la centralización durante esta etapa.
Con el derrumbe la práctica socialista en Cuba enfrentó una situación adversa en todos los sentidos. La fortaleza del sistema económico capitalista; la desaparición del sistema socialista derivado del CAME y la traducción de este impacto en la economía cubana en los años noventa del pasado siglo, significaron un giro radical en el ámbito económico. Tal vez sean estas la causa del economicismo que aflora en el debate nacional en el último cuarto de siglo. La traumática recuperación fue resultado del intento de inserción de Cuba en la economía internacional, dominada por relaciones económicas antagónicas a las relaciones socialistas.
El nuevo modelo iniciado en los años noventa tuvo como peculiaridad mayor espacio a las relaciones monetario mercantiles, que hasta entonces se encontraban restringidas. Fue el perfeccionamiento a un modelo arcaico ante las nuevas condiciones. El proceso actual bautizado como «actualización» es teóricamente la continuidad del modelo iniciado en los años noventa del pasado siglo, el cual ha transitado por tres fases; la primera entre 1993 y 1999 con una marcada descentralización, la segunda entre 2000-2006, con tendencia a la centralización, y a partir de 2007 se retoma la descentralización económica (GARCÍA, 2012: 9).
La década de los noventa conocida como periodo especial marcó la supervivencia del modelo económico trazado, que dejó de depender de la exportación del azúcar y recurrió al turismo como la nueva locomotora de la economía nacional. A grandes rasgos cumplió con las expectativas de sobrevivir y resistir el fuerte golpe del derrumbe, pero el paso de lo coyuntural a lo estratégico demanda una redefinición de la funcionalidad del modelo económico. El funcionamiento de la economía cubana para el periodo 2000-2010 mostró ser altamente vulnerable a la coyuntura de los mercados y muy sensible a la elevación abrupta del servicio de la deuda, dada la importancia de los rubros y volúmenes de importación que los ingresos esperados de sus exportaciones debían asegurar (PEÑA, 2012: 26).
Durante la primera década de este siglo ha habido un cambio en la estructura del Producto Interno Bruto (PIB), en el año 2000 el sector de bienes representaba el 25%, los servicios básicos el 19,6% y otros servicios el 58,1%. A fines de la década se redujo la producción de bienes hasta el 18,3%, los servicios básicos a 16,7% y otros servicios el 65% (PEÑA, 2012: 23-24). En esencia el sector manufacturero se mantuvo estancado.
La política inversionista derivada de los Lineamientos de 2011 debe ser la base de la estrategia de desarrollo a corto, mediano y largo plazo (PEÑA, 2012: 25). El crecimiento del PIB durante el periodo 2003-2010 fue del orden del 6% anual (ONE, 2010, citado por PEÑA, 2012: 23). Los resultados económicos se vieron afectados por varias causas, entre ellas el impacto de la crisis económica global, que hizo caer el flujo de ingresos del turismo y los problemas de la producción manufacturera, seriamente estancada.
La actualización del modelo económico es un fenómeno económico, político, social y cultural. «La experiencia ha puesto en evidencia que incorporar el mercado en el proceso de planificación social […] puede ser un instrumento al servicio del socialismo» (RABELO, 2012: 36). La etapa de construcción socialista es en efectos una práctica que combina aspectos objetivos y subjetivos (RABELO, 2012). Desafortunadamente los aspectos subjetivos han imposibilitado tomar decisiones estratégicas en momentos trascendentales. El cambio de mentalidad es lo primordial en el proceso de actualización del modelo económico, todavía prevalece el temor al cambio, se le teme más a los éxitos del futuro que a los fracasos del presente.
Los cambios subjetivos son muy importantes para implementar medidas operativas. Los planos de análisis pueden clarificar «la creencia de que al socialismo se accede por un camino trillado y la errónea identificación del mercado con el capitalismo, de la planificación con el plan, así como del objetivo final del socialismo con las tareas de la transición» (RABELO, 2012: 38).
La economía mundial se ha caracterizado durante las últimas décadas por la prevalencia del modelo neoliberal, implantado desde la década de los setenta del pasado siglo. Dicho modelo ha sido en materia de política económica una alternativa al modelo keynesiano de la posguerra. El dominio del capital financiero sobre el capital productivo ha sido el rasgo característico de la etapa actual, la globalización de las relaciones económicas capitalistas ha marcado el ritmo del proceso de desarrollo hasta el presente.
Sin embargo el modelo neoliberal ha desencadeno una de las crisis económicas más profundas del sistema capitalista, que algunos plantean ha sido la más grande de todas y que el neoliberalismo fracasó pero sigue vivo (MARTÍNEZ, 2012). Lo que ha sido incuestionable es que se perdió el dinamismo económico tanto de Estados Unidos como de la Unión Europea, y han ganado mayor espacio los países emergentes, fundamentalmente China.
El crecimiento económico de América Latina sobre la base de la reprimarización de las exportaciones, constituyó un marco propicio para un ciclo favorable durante casi toda la primera década del presente siglo. «No es hasta el periodo 2003-2008 que se registra un comportamiento macroeconómico favorable en la región: el PIB crece a una tasa promedio anual cercana al 5%, por seis años consecutivos […]» (ÁLVAREZ Y SALAS, 2010: 221). El balance de resultados en cuanto a las tendencias de las relaciones externas de América Latina, durante la primera década del presente siglo se puede caracterizar de acuerdo con ÁLVAREZ Y SALAS (2010: 228-240) en los siguientes elementos:
Sin embargo tal desempeño económico se ha menoscabado, porque la región enfrenta un contexto con menor dinamismo. Ha finalizado el superciclo de precios de materias primas, bajo y volátil crecimiento, una estructura productiva desarticulada, insuficiente inversión y un crecimiento económico menor que depende del consumo (BÁRCENA, 2014). Estos elementos nos permiten comprender que la vulnerabilidad de la región ante los cambios externos continúa siendo apreciable, ya que no cuenta con una base sólida, que endógenamente pueda sustentar el ritmo de crecimiento que logró de 2003 a 2008.
En medio de esta coyuntura se acomete la actualización del modelo económico cubano. El contexto adverso, tanto internacional como regional expresa la imposibilidad de mantener un modelo económico al margen de tales cambios, que como hemos visto han sido apreciables e impactantes. El haber iniciado el proceso de actualización poco después de la crisis así lo demuestra.
El crecimiento del PIB cubano en 2008 fue de 4,1%, cuando el impacto de la crisis aún no se había sentido con profundidad. Sin embargo ya para 2009 fue de 1,4%, coincidiendo con la caída estrepitosa en la región, en 2010 fue de 2,4%, en 2011 de 2,8%, para el 2012 fue del 3,3% y en 2013 se redujo a 2,7% (ONE, 2014). Finalmente en 2014 el crecimiento fue del 1,6%.
Una tendencia observada ha sido el lento crecimiento del salario medio que ascendió de $ 415 en 2008 a $ 471 en 2013. En tanto que la oferta monetaria en manos de la población se ha incrementado en el periodo de 25 240, 6 millones de pesos (CUP) en 2008, hasta llegar en 2013 a 32 195, 9 millones de pesos (CUP), tal crecimiento fue del orden de 1. 28 veces (ONE, 2014). A esto se le sume que el crecimiento del salario medio fue en el mismo periodo del orden de 1. 13 veces (ONE, 2014), lo cual indica que la presencia de la inflación por el incremento de la oferta monetaria ha fracturado el poder de compra de la población, fundamentalmente los empleados en el sector estatal de la economía.
Llama la atención el incremento de trabajadores en el sector no estatal, que en el año 2010 era de 228.1 miles de trabajadores, y para el 2013 la cifra era de 424. 3 miles de trabajadores para el 2013 (ONE, 2014), esta cifra continúa la tendencia al incremento. La figura 1., muestra una tendencia de los salarios estatales en términos reales a caer por debajo de su nivel de 1990 (MORRIS, 2014).
En lo concerniente a los desafíos del nuevo modelo económico, se pudiera plantear como principal reto la mantención del carácter socialista de la economía, que implica alcanzar niveles adecuados de producción material en el marco de la preservación de las relaciones de producción socialistas (GARCÍA, 2012). No es menos importante el tema de las cooperativas no agropecuarias, que pese a ser reconocidas como una forma de propiedad socialista, y de ser reconocido en la Constitución de la República, el escepticismo a su práctica ha suscitado debates durante mucho tiempo.
La práctica cooperativa en la URSS y Cuba, y el propio proceso de cooperativización forzosa han debilitado el principio de voluntariedad. Su origen se debe a una forma de propiedad colectiva, espontánea y de asociación voluntaria, por alternativa al capital, y no por antagonismo con él. Esto no indica necesariamente que sea netamente socialista, porque una mala gestión social de una cooperativa es un indicio de buen funcionamiento empresarial.
Según (KATZ, 2014) las reformas todavía quedan a un nivel incipiente, ya que por analogía conducen a los mismo resultados que la Nueva Política Económica (NEP) adoptada por Lenin en la URSS. La comprensión de este elemento permite discernir una cuestión, la actualización no garantiza la sostenibilidad del proyecto socialista cubano, porque no asegura la base material objetiva que lo sustente, aunque se reconoce el paso fundamental que ello significa.
Los derroteros de la NEP no tienen por qué repetirse, ella no supone un regreso al capitalismo. Lo que históricamente falló fue la incomprensión de que aquél modelo económico presentaba disfuncionalidades que no se corrigieron a tiempo. Lo que fracasó fue el modelo económico soviético, no el sistema económico socialista. A modo de descrédito internacional sobre el socialismo se confunden ambos elementos.
Otro reto resulta del turismo, ya que la dolarización de la economía cubana conllevó a una reacción en cadena, produciendo una dualidad monetaria y cambiaria que fractura el poder de compra de la sociedad. A esto se suma la dualidad cambiaria que asume un tipo de cambio en el sector empresarial y un tipo de cambio para las personas naturales. Finalmente se origina una mistificación de las ineficiencias que acompañan la gestión empresarial, y al mismo tiempo acontece una ilusión monetaria, porque la inflación más la política de anclaje de salarios produce asfixia a la gran mayoría de cubanos. La actualización del modelo económico debe prestar atención a este elemento.
No se ha logrado concebir un mercado mayorista, que provea al sector cuentapropista de insumos para su actividad. Ello choca con la política de reducción de importaciones, ya esto provocó la ruina de estas iniciativas en los años noventa. En un plano secundario, aunque esencial para Cuba, ha quedado el problema de la agricultura, que absorbe el 20% del empleo total y aporta menos del 5% al PIB, lo que demuestra claramente porque reside en él la más baja productividad (PÉREZ, 2013: 23).
Se plantea que Cuba no cuenta con una base productiva al nivel de calificación de su fuerza de trabajo -la calificación elevada de la fuerza de trabajo es uno de los componentes esenciales en algunos modelos de crecimiento (TORRES, 2013: 34)-, y que eso fue el resultado de desarrollar capacidades en la esfera de los servicios médicos y educativos que complementaban a los países exsocialistas de Europa del Este.
Las reformas que implican la actualización no constituyen un regreso al capitalismo, porque se realizan sobre la base de la propiedad social y no sobre la base de la propiedad privada, esto es simplemente un mayor espacio a las relaciones monetario mercantiles (FERNÁNDEZ, 2012; KATZ, 2014). Como proceso dialéctico debe moverse en varias direcciones, cabe destacar que el capitalismo estuvo durante tres siglos en la producción mercantil simple sin llegar a constituirse en capitalismo consolidado.
«Si los cambios económicos logran combinar acertadamente las cooperativas, la pequeña propiedad y la primacía estatal, la recuperación de la economía renovará el optimismo. Las transformaciones productivas y comerciales podrían generar mejoras visibles en el nivel de vida de la población. El gran desafío es motorizar esos avances con el mercado, impidiendo al mismo tiempo la restauración del capitalismo» (KATZ, 2014).
Siguiendo a GARCÍA (2012: 15) se reconoce el desafío que representa la centralización necesaria y la descentralización imprescindible, que no es más que la eterna dicotomía plan- mercado. Es preciso lograr una integración sinérgica entre ambas, pero su carácter mutuamente excluyente lo obstaculiza en el periodo de tránsito al socialismo, al mismo tiempo se necesita de la acción supervisora del plan, para no quebrar con el mercado la sostenibilidad del proyecto socialista cubano.
La apuesta por un papel más protagónico del sector privado, que busca dinamizar a corto plazo el desempeño económico, entraña profundos riesgos de restauración capitalista en un horizonte temporal mediano. Sin embargo, la persistencia de un modelo con una centralización hiperbolizada que ignora las condiciones objetivas de la reproducción, también entraña un considerable riesgo de reversión sistémica, quizás más peligroso por resultar menos evidente (FERNÁNDEZ, 2012: 42).
La enseñanza más profunda que plantea la actualización del modelo económico cubano radica en comprender que la planificación, como mecanismo conductor del proyecto socialista debe someter toda la actividad económica al plan, entendiendo por planificación el sometimiento de todas las leyes económicas y el desarrollo económico social a la voluntad humana (LANGE, 1957, citado por FERNÁNDEZ, 2012: 53-54).
Lo anterior no implica tomar el cielo por asalto, como ya se ha hecho en otras ocasiones, tal sometimiento no significa controlar el mercado, la realidad ha demostrado que el espíritu mercantilista subyace en la mentalidad humana durante un tiempo bastante prolongado. De otro modo sería comprender erróneamente la dinámica del periodo de tránsito al socialismo. Esto implica, paralelamente, cambiar en un aspecto medular, planificar no es administrar. Las funciones administrativas sin control burocratizan y obstaculizan cualquier proyecto emancipador.
Uno de los mayores retos del nuevo modelo descansa en la Ley de Inversión Extranjera, como necesidad impostergable que incrementa los costos de oportunidad (TRIANA, 2014: 27), y que en medio de las condiciones actuales asume un papel decisivo (TORRES, 2013). Dado el entorno regional desfavorable, la única vía posible de obtener financiamiento recae en la Inversión Extranjera Directa (IED). Ya esta vía demostró que a pesar de tener un marco regulatorio inadecuado en la apertura de los años noventa, fue la solución coyuntural a los desequilibrios financieros de la etapa.
En medio de las actuales condiciones se ha apostado a la IED, avanzando significativamente en su marco legal regulatorio para convertir al país en un atractivo al capital extranjero. Ello plantea un cambio subjetivo esencial, la naturaleza mercantilista y excluyente del capital, es antagónica a los ideales colectivistas e incluyentes del socialismo. El país se encuentra en una encrucijada, pocas alternativas y el camino más promisorio cuestiona los fundamentos sociales, económicos y políticos defendidos durante décadas, pero la sostenibilidad de su proyecto radica en esta paradoja. El proceso de actualización del modelo económico significa una ruta sin retroceso en la construcción del socialismo.
CONSIDERACIONES FINALES.
Cuba atraviesa un periodo de importancia cardinal, la actualización de su modelo económico ha significado un cambio dual, que se manifiesta fundamentalmente en el plano económico, pero no desconoce el desafío del cambio esencial en materia de política. Ambos procesos son las dos caras de una misma moneda, porque en última instancia, los cambios económicos que sugiere la actualización del modelo, son resultado de un amplio proceso de consultas populares que expresan el sentir social de continuar la construcción del socialismo en Cuba.
La actualización supone una continuidad del proyecto socialista, adaptado a las nuevas condiciones que exige la dinámica de las relaciones económicas internacionales, dominadas por la lógica del sistema capitalista a nivel global. Si este proceso en su forma se manifiesta como una actualización, su contenido esencial expresa más que nada la continuidad de un modelo económico descentralizado, que le otorga un mayor espacio a las relaciones económicas mercantiles.
Lo más objetivo que puede presentar la actualización del modelo económico radica, a nuestro entender, en la comprensión del cambio de formas y contenidos que presenta la construcción del socialismo en las condiciones actuales de subdesarrollo económico, y una heterogeneidad estructural que ocasiona estrangulamientos a la economía nacional. La experiencia cubana se desarrolla en un ambiente regional, que fue durante casi una década favorable, pero que ha mostrado en los últimos años una reducción del crecimiento económico por la quiebra del sector externo.
La caída de precios de productos primarios, y con ello la reducción de ingresos por exportaciones se ha reducido, cerrando un ciclo exitoso de desempeño económico de América Latina. Adicionalmente la tendencia depresiva de la dinámica de desempeño de la economía mundial a partir de 2008, con la irrupción de una crisis económica y financiera global, cuestiona esencialmente la globalización de las relaciones capitalistas de producción.
Ante tales desafíos el país no esperar pasivamente, en economía no existen milagros, y no puede existir algo más dialéctico que cambiar ante los cambios internacionales y regionales. De no ser así asistiríamos a un proceso de desconexión, contrapuesto a toda estrategia de inserción internacional, pretendida por la dirección del país desde la última década del paso siglo. Los retos son enormes, tanto en el plano objetivo como el subjetivo, pero la práctica como criterio de veracidad se encargará de mostrar los resultados de la actualización del modelo económico cubano en el futuro.
Avanzar sin prisas pero sin pausas supone la actitud revolucionaria de cambiar todo lo que debe ser cambiado, preservando las conquistas de la Revolución. El proceso de actualización del modelo constituye el primer paso de un camino tortuoso, que contiene peligros de reversión hacia el capitalismo, y al propio tiempo, demanda una mayor capacidad interpretativa ante los fenómenos económicos; políticos, culturales y sociales de la vida cotidiana.
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