Alberto Enrique D’Ottavio
Universidad Nacional de Rosario
aedottavio@hotmail.comResumen
Desde hace mucho tiempo, con contadas y cortas primaveras, me siento un extranjero en mi propio país, uno distinto al existencial de Camus pero extranjero al fin; peor aún, percibo como si una fuerza de ocupación me estuviera violentando a padecer lo que no debiera sobrellevar y a honrar a individuos nada dignos que contradicen valores heredados de pujantes inmigrantes, cuya contribución a hacer de Argentina un país merecedor de ser vivido no puede ni debe ignorarse. Estas desesperanzadas vivencias con potencial resiliencia intentan realizar un fuerte llamado de atención que lleve a superar definitivamente recurrentes circunstancias traumáticas y sean capaces de encaminar al país, antes de despeñarnos riesgosa e involutivamente, hacia donde otras naciones latinoamericanas ya arribaron.
Palabras clave: Argentina, Extranjero, Vivencias, Resiliencia, Valores
Summary
For so long and exceeding few and short springs, I feel a foreigner in my own country; different to the existential Camus’ one but finally foreigner. For worse, I perceive myself being forced to undergo what I should not and to honor shameful individuals who contradict values inherited from thriving immigrants, persons of merit whose contribution to Argentina as a country worth living in should never be ignored. Besides implying a potential resilience these hopeless experiences represent a strong wake-up call for overcoming once and for all recurring traumatic circumstances and for leading our country where other developing nations already arrived after avoiding a risky and reactionary big fall.
Key words: Argentina-Foreigner-Experiences-Resilience-Values
Para citar este artículo puede uitlizar el siguiente formato:
Alberto Enrique D’Ottavio (2015): “El extranjero. Desesperanzadas vivencias con potencial resiliencia”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (agosto 2015). En línea: https://www.eumed.net/rev/caribe/2015/08/extranjero.html
Vivencias desesperanzadas (1-6)
Desde hace mucho tiempo, con contadas y cortas primaveras, me siento un extranjero en mi propio país, uno distinto al existencial de Camus pero extranjero al fin; peor aún, percibo como si una fuerza de ocupación me estuviera obligando a:
A partir de entonces:
Otros desalientos
Mucho hay del 1984 orwelliano y del Farenheit 451 bradburiano en nuestra empobrecida sociedad - suciedad, plagada como se halla de ideologismos anacrónicos, de iletrados y de acríticos desesperados por ascender socialmente sin esfuerzo, de colaboracionistas dispuestos a acrecentar de manera exponencial poder y dinero, de poderosos beneficiados con suculentos e injustos subsidios, de una parte nada despreciable de la clase media ganada por un desenfrenado consumismo e individualismo, de proletarios que sólo pueden atender a su diaria supervivencia sin mira alguna de movilidad social y de una marginalidad excluida, devenida propicia y violenta mano de obra para entidades políticas, sindicales y deportivas (barras bravas), y carne de cañón para el narcotráfico y el crimen organizado.
Para todos ellos la Nación parece haberse transformando cinegéticamente en territorio de caza.
Si bien, y en tren de resistencia, pueden socializarse opiniones y datos y suscribir iniciativas superadoras de terceros por la República, la institucionalidad y una vida digna para todos, parece no ser suficiente. No bastan movilizaciones, firmas o variopintas participaciones ni aclarar una y otra vez a quien quiera escuchar que por detrás de supuestos dichos y hechos presentados como colectivamente bienhechores, se esconden designios personales o sectoriales, interesados y condenables por aciagos. Que todo es apropiación, tergiversación y prostitución de ideas ajenas.
Son implacables. Prosiguen malgastando dineros públicos, comprando voluntades y acallando o distorsionando protestas, a vista y paciencia de muchos de los ocupados 2, a fin de vivir a nuestra costa.
Aceptemos sin ruborizarnos que los ocupantes son emergentes de una mayoría social que los convalida en las urnas sin vislumbrar la enfermiza vinculación subordinado–víctima /subordinante-victimario de este singular Síndrome de Estocolmo, al que fuerza es agregar otro de similar severidad: el Síndrome de Sísifo (8). Según la mitología griega, este rey de Éfira (hoy, Corinto) fue castigado a transportar una piedra hasta la cima de una montaña, proceso siempre inacabado pues ésta, antes de su arribo a la cumbre, rodaba invariablemente hacia la base. A la usanza del rey, los nuevos funcionarios acostumbran a partir de cero cada vez que inician su gestión haciendo tabla rasa con lo precedente y desestimando la memoria institucional preexistente.
Lo antedicho lleva a enmendar el manido dicho “los pueblos tienen los gobernantes que se merecen” por otro también conocido pero más realista y aplicable a esta realidad “los pueblos tienen, en realidad, los gobernantes que se le parecen”.
Resiliencia potencial
Como dijera al comienzo, con contadas y cortas primaveras, me siento desde hace tiempo un extranjero en mi propio país, uno distinto al existencial de Camus pero extranjero al fin.
Lo angustiante de ello es la imposibilidad a la fecha de mutar esta verdadera y estructurada oligarquía política que, con sus siete cabezas de mitológica hidra de Lerna, persigue sin vacilaciones sucederse a sí misma para esquilmarnos una y otra vez según convenga, o, cuando cabe, hacerle la vida imposible a quienes no la integran.
Más doloroso aún es que, de no producirse un giro copernicano, ello lo seguirán padeciendo nuestros hijos y sus propios hijos so riesgo de que, en tren de supervivencia y de no poder alejarse del país ocupado, olviden los valores inculcados y terminen por alistarse en la fuerza de marras.
Persiguiendo evitarlo, estas desesperanzadas vivencias con potencial resiliencia intentan realizar un fuerte llamado de atención que lleve a superar definitivamente recurrentes circunstancias traumáticas y sean capaces de encaminar al país, antes de despeñarnos riesgosa e involutivamente, hacia donde otras naciones latinoamericanas ya arribaron.
Puede que, según el citado libro de Ray Bradbury, tengamos que memorizar la Constitución y los contenidos esenciales de Educación Cívica a fin de mantenerlos vivos, por tradición oral y en tribus, hasta que el hartazgo, la masa crítica o algún imprevisto termine con estos Grandes Hermanos, travestidos para muchos de Reyes Magos pero, en esencia, propulsores de ignorancia dominadora y decadencia civil.
De otro modo, y como cita un periodista político de cuyo nombre quisiera acordarme, “tendremos que contentarnos con los burdeles que no supimos destruir antes que con los laureles que supimos conseguir”3 .
Bibliografía
1 De recurrirse a la Historia sabríamos que Carlos Luis Bonaparte, sobrino de Napoleón y apodado socarronamente como Le Petit (pese a su altura) por su contemporáneo Víctor Hugo, triunfó con cerca del 75% de los votos en la primera elección con sufragio universal masculino de Francia; que transformó su democrático y legítimo origen en proyecto autoritario-nacionalista (ilegitimidad de gestión) y que, durante su autocrática andadura, concentró el Poder Ejecutivo, privó de iniciativas al Parlamento, sometió a la prensa a exacciones monetarias, proscribió la oposición y usufructuó su mítico apellido, entre otros atropellos. Segundo Emperador como Napoleón III Bonaparte fue barrido por la Tercera República Francesa tras su detención en Sedán (final de la guerra franco-prusiana) y posterior exilio. Al respecto, cabe preguntarse si fue Le Petit el primer fascista o un populista adelantado. Finalmente, se conocería que, luego del autogolpe de Estado de Le Petit, el por él perseguido agrónomo Michel Aimé Pouget, traído por Domingo Faustino Sarmiento para dirigir la Quinta Agronómica de Mendoza, se dedicó a trasplantar las mejores variedades de uvas francesas (entre ellas, la Malbec). Sarmiento fue, decidido opositor a personajes como Le Petit y anticipador de muchas iniciativas progresivas como ésta. Los resultados se hallan hoy a la vista (7)
2 En estos modestos versos, nominados De Ignorolandia a Apaticópolis,pretendí sintetizar el problema de una sociedad sumergida paulatina y hondamente en la anomia y que toleró lo imposible mientras se derruía la República: Hay quien no puede instruirse por nacer desposeído/ Empero, el grande problema en modo alguno anodino/ reside en quienes pudiendo, soportan los desatinos/ porque anhelan y practican feroz individualismo/ Se valen de otras argucias para desandar caminos/ falta de escrúpulos, mucha, e infames oportunismos/ ya que nada les afecta de los otros, el destino/ Rehenes de aventureros y delincuentes supinos/ conforma infamante recua de conveniencias ahítos/ Un día aplauden briosos al neoliberalismo/ para luego, sin escalas, enrolarse en progresismos/ que de ello nada tienen y sí, de autoritarismo/ ¡¿La República? ¿Qué es eso?!/ ¡Fuera con los latinismos!/ ¡Déjennos vivir la vida según nuestro propio estilo!/ Mientras domine esta clase de personajes indignos/ no hay salida hacia adelante/ sólo sino involutivo/ Y nuestro pobre país en valores confundido/ los motes merecerá que encabezan este envío.-
3 Constituyen los dos versos iniciales del coro final de la versión reducida en 1900 y transcripta en 1928 por Luis Lareta del Himno Nacional Argentino, originariamente redactado por Vicente López y Planes en 1812 y compuesto por el músico catalán Blas Parera y Moret en 1813
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