LAS MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS DE UNA CIUDAD AMURALLADA: SAN FRANCISCO DE CAMPECHE, MÉXICO

Nicte-Há Gutiérrez Ruiz
Raúl Enrique Rivero Canto

Centro de Estudios Superiores ZACÍ
Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS)


Resumen:
La ciudad amurallada de San Francisco de Campeche fue declarada patrimonio cultural de la humanidad en 1999. Durante la época colonial, el gobierno español construyó baluartes y fuertes para defender la ciudad ante los ataques de los piratas. Ahora, sus murallas y barrios son un legado que debe ser administrado correctamente para asegurar su conservación. El objetivo de este artículo es exponer el valor estético, histórico y social de las manifestaciones artísticas campechanas, el cual se ha dejado de lado para aprovechar la ciudad como destino turístico. Se incluye un apartado sobre el valor del patrimonio cultural inmaterial de la ciudad.

Palabras clave: San Francisco de Campeche, ciudades amuralladas, arte en la Península de Yucatán, monumentos en Mérida, T’Hó.

Abstract:
The walled city of San Francisco de Campeche was declared a World heritage site in 1999. During colonial times, the Spanish government built bastions and fortresses to defend the town against attacks by pirates. Now, its walls and neighborhoods are a legacy that must be managed properly to ensure their conservation. The objective of this article is to expose and analyze the aesthetic, historic and social value of artistic manifestations Campeche, which has been neglected to seize the city as a tourist destination. A section on the value of intangible cultural heritage of the city is included.

Key words: San Francisco de Campeche, walled cities, art in the Yucatan Peninsula, monuments in Mérida, T’Hó.

1. San Francisco de Campeche, unas pinceladas de su historia
            San Francisco de Campeche es la capital del estado mexicano de Campeche. Se localiza en la costa occidental de la Península de Yucatán frente a las costas del Golfo de México. Su estratégica posición geográfica no sólo favorece que todos los días se oculte el sol frente a su malecón sino que la convirtió en el principal puerto de la península por más de trescientos años.
            El 4 de octubre de 1540, Francisco de Montejo “El Mozo”, hijo del Adelantado de Yucatán, fundó una villa española junto al asentamiento maya de Can Pech. 1 No pudo haber escogido mejor día pues eran las fiestas de su santo patrono, San Francisco de Asís. De ahí que el nombre de la villa esté formado por el del santo patrono de los Montejo más la castellanización del topónimo Ah Kin Pech que derivó en Campeche.
            Con el paso de los años empezó el crecimiento de la ciudad. “Montejo repartió solares a los soldados conquistadores, señaló el lugar de la plaza y destinó los espacios más importantes a las edificaciones de la Iglesia Parroquial, el Cabildo, la Aduana y la Atarazana”. 2 El plan era congregar en torno a una sola plaza los principales edificios religiosos, gubernamentales y económicos.
Para la edificación de los edificios como públicos así como de las viviendas de las familias españolas se empezó a utilizar mano de obra indígena. Sin embargo, poco a poco los mayas dejaron de ser empleados de una incipiente industria de la construcción para ser tratados casi como esclavos por lo que su salud estaba debilitándose. El primer obispo de Yucatán a cuya jurisdicción eclesiástica pertenecía San Francisco de Campeche, Fray Francisco de Toral, junto con el guardián franciscano del convento vecino al puerto y el escribano Feliciano Bravo escribieron varias cartas al rey Felipe II para que interviniera en favor de los indios. El rey respondió “con una cédula para el gobernador en la que con relación de lo ocurrido mandaba se hiciera justicia. Y se mandó a la audiencia por la petición de Feliciano Bravo que no se utilizaran indios de los pueblos de Campeche para hacer cal”.3 Esa fue una de las tantas veces que el gobierno con el apoyo de eclesiásticos tuvo que hacerle frente a la ambición de los colonizadores.
            La evangelización en Yucatán estuvo a cargo de la Orden de los Frailes Menores, mejores conocidos como frailes franciscanos, por haber sido fundados por San Francisco de Asís. En la década de los cuarenta del siglo XVI fueron consolidándose los conventos de San Francisco de Asís de Mérida y San Francisco de Asís de Campeche, éste último hacia el norte de la traza española. En agosto de 1562 llegó a la península el obispo Toral y con ello se intensificó la evangelización al solidificarse el clero diocesano o secular.
La máxima autoridad del clero secular de Campeche fue el vicario in cápite, que tuvo entre sus funciones más importantes la vigilancia de la vida y costumbres de los clérigos de su distrito así como del buen cumplimiento de su misión en la cura de almas; por su parte, los sacerdotes diocesanos debían obedecerle y respetarle como si del mismo obispo se tratara […]. Los vicarios in cápite fueron personajes destacados en la vida de San Francisco de Campeche pues eran, junto con el sargento mayor y el cabildo, de las principales autoridades del lugar. 4
            Si bien en cierto modo la Orden de los Frailes Menores monopolizó la evangelización en la península yucatanense, no fue la única orden en ella. Tanto en la capital como en el puerto, es decir Mérida y San Francisco de Campeche, se contó con la labor de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios para la asistencia sanitaria y con la Compañía de Jesús para el impulso de la educación. Notable es la ausencia en el puerto de un convento femenino.
En 1635 llegaron los juaninos para hacerse cargo del hospital en Campeche. “La principal clientela del hospital la constituyeron marineros, soldados y viandantes, es decir, aquella población que, por estar lejos de su lugar de origen, no tenía quien cuidase de ella cuando se enfermaba o sufría de alguna herida”.5 Los jesuitas abrieron en 1716 el Colegio de San José en el predio anexo al templo con la misma advocación, pero su presencia fue limitada pues en 1767 fueron expulsados.
            Así como creció la vida religiosa del pueblo campechano también lo hizo la bonanza económica dada su condición de principal puerto de la Península de Yucatán. Ello llamó la atención de la codicia de los piratas. Entre quienes se atrevieron a fondear la costa campechana estuvieron: William Parker en 1597, Diego el Mulato y Pie de Palo (Cornelius Holz) en 1633, Jacob Jackson en 1644, Henry Morgan en 1661, Laurent Graff “Lorencillo” en 1672 y Juan David Nau “El Olonés” en 1678.
            El ataque particularmente sangriento de Lorencillo motivó la construcción de un sólido sistema defensivo que ayudara a los emplazamientos militares existentes. “En 1686 el gobernador de Yucatán, don Juan Bruno Tello de Guzmán, propone al cabildo y le es aceptada la propuesta de amurallar la villa. El ingeniero Jaime Frank y el Sargento don Pedro Osorio de Cervantes se encargan del proyecto y construcción de la muralla”. 6 De manera general la construcción de la muralla compuesta por sus lienzos (aristas) y ocho baluartes (vértices) se realizó de 1686 a 1710 cuando los ingenieros Juan de Ciscara y Luis Bouchard realizaron los últimos detalles. “Se constituía de un muro de 2536 m de perímetro y una altura que oscilaba entre los seis y los ocho metros y medio, con un espesor en la base de alrededor de dos metros y medio”.7
            La muralla fue un éxito pues ahuyentó a los piratas que no se atrevieron a atacarla. El comercio pudo seguir con un buen auge. “El tráfico marítimo-mercantil que partió de Veracruz y Campeche entre 17987 y 1825 cobró un significado muy especial a pesar de complicarse en algunos años a causa de las guerras marítimas de España con Francia e Inglaterra”.8 Aunque el papel de los piratas como dinamizadores de la economía no puede pasarse desapercibido. “Impulsores a su manera de la iniciativa personal del lucro, del libre comercio en una época de restricciones, los piratas ayudaron a la consolidación de los mercados regionales, de los circuitos interiores sin los cuales no hubiera sido posible el avance de las reformas borbónica”. 9
Durante este año [1802], la ruta Veracruz-Campeche alcanzó las 46 embarcaciones, muchas de las cuales, después de salir del Atlántico novohispano, continuaban la travesía al alto Caribe para terminar en Maracaibo, y otras, las menos, desembarcaban en La Habana, se constata incluso la salida de un barco con la ruta transatlántica Campeche-Cádiz. 10
            Pero la bonanza económica no era suficiente para sostener los egresos de la época. De ahí que al avanzar el siglo XIX se fueron dando las condiciones para la separación entre Yucatán y España. “Las reformas borbónicas, los problemas económicos del virreinato y, principalmente, la expulsión de los padres jesuitas, tan queridos por el pueblo yucateco, propiciaron el ambiente para la gestación de la Independencia”. 11 Otro factor destacado fue la aparición de la imprenta en Yucatán y con ello la creación de los periódicos con tintes políticos tanto liberales como conservadores. “En la ciudad de México, la primera imprenta – primera en América – se estableció en 1553; sin embargo a Mérida no llegó sino hasta el año de 1813, y poco después se instaló otra en el puerto de Campeche […]. En Campeche se publicó El Redactor Campechano Constitucional”.12
Tras la independencia de México, aumentaron diversas tensiones entre la sociedad campechana y el gobierno estatal de Yucatán en el contexto de la Guerra de Castas que enfrentó a los mayas con la población descendiente hispana. Esta circunstancia junto con el interés económico llevó a la creación del estado de Campeche. 13 El 29 de abril de 1863 se consumó la creación del estado de Campeche a partir de los partidos (territorios) de Carmen, Champotón, Campeche, Hecelchakán y Bolonchenticul.
La oligarquía campechana, agrupada en torno al liderazgo de Pablo García, decidió concentrar en sus manos el poder económico y el político que habían construido en el seno de la región del palo de tinte, imponiendo en las negociaciones con Juárez el reconocimiento de propiedad del territorio localizado entre el Golfo de México, al oriente; el río San Pedro y San Pablo, brazo del Usumacinta, al sur; la Serranía Puuc, al norte, y hasta la frontera con Guatemala al oeste: el nuevo estado de Campeche. 14
            Como en otras partes de México, el régimen del Gral. Porfirio Díaz Mori sirvió para embellecer y engalanar la ciudad de San Francisco de Campeche, que se convirtió en la capital del nuevo estado. La Revolución Social Mexicana cambió en gran medida la vida en el puerto campechano pero no sufrió los deterioros y perjuicios en los mismos niveles como se padeció en los estados vecinos de Yucatán (al norte y noreste) y Tabasco (al suroeste).
            Después de padecer cierto letargo, durante el sexenio del gobernador Dr. Alberto Trueba Urbina (1955-1961) se dio una especie de reactivación de la ciudad a partir de su conjunto de políticas denominado “El Campeche Nuevo” que, entre otras cosas impulsaba lo que denominaba la industria sin chimeneas: el turismo. “En su primer informe de gobierno se registra la obra más trascendental de su administración: la unión de los malecones de barlovento y sotavento mediante un tramo ganado al mar”. 15 En efecto, la principal y más grande hazaña del Campeche Nuevo fue crecer la ciudad sobre el mar.
            A partir de este punto la transformación de la ciudad permitió la convergencia entre la modernidad y la conservación del patrimonio cultural. Si bien en un primer momento el dinamismo modernizador arrasó con gran parte del legado artístico, predominó la tendencia conservadora hasta lograr en 1999 el reconocimiento por parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) de Patrimonio Cultural de la Humanidad para la ciudad amurallada.

2. El centro histórico de San Francisco de Campeche
La declaratoria de Patrimonio Cultural de la Humanidad abarca un polígono que incluye 181 hectáreas de las cuales 45 corresponden al recinto intramuros. En ellas hay más de mil inmuebles de alto valor patrimonial. Los criterios que se consideraron para la declaratoria son el ii y el iv. El criterio ii se vincula con la evolución de la arquitectura y las artes así como planificación urbana. Para el caso campechano aplica porque es un modelo de urbanización de ciudad colonial barroca con traza de tablero rodeada por arquitectura militar que la vincula con las fortificaciones hispanas en el Caribe.
            El criterio iv de la UNESCO corresponde a aquellos edificios o conjuntos urbanos o paisajísticos que ilustran de manera significativa una etapa de la historia humana. “El sistema de fortificaciones de Campeche, un ejemplo eminente de la arquitectura militar de los siglos 17 y 18, es parte de un sistema defensivo general establecido por los españoles para proteger los puertos en el mar Caribe de los ataques piratas”.16 También se consideró que dicha zona de monumentos históricos es un reflejo coherente de la arquitectura militar e ilustra acertadamente la ingeniería militar española para proteger a sus ciudades y puertos de los ataques de los piratas.
            Por su parte, a nivel federal el centro histórico fue declarado como zona de monumentos el 10 de diciembre de 1986. Tal declaratoria comprende al recinto amurallado así como los barrios de Guadalupe, San Francisco y San Román y el sistema defensivo militar de barlovento y sotavento (fuertes o reductos de San José el Alto y San Miguel y baterías de costa).
            Para efectos de este trabajo se incluyen las manifestaciones artísticas consideradas en la declaratoria de 1986. En general se le ha dado un peso muy fuerte a las obras coloniales y en particular a la arquitectura militar y religiosa por lo que se tratará de darle su justo valor a las obras decimonónicas y de la modernidad del siglo XX.
A continuación se exponen algunos ejemplos de los inmuebles de alto valor artístico en la zona de monumentos de San Francisco de Campeche que ejemplifican las características más relevantes del conjunto urbano entre las que destacan su devenir histórico, sus cualidades formales y espaciales y la evolución de las tipologías arquitectónicas.

3. Alrededor de la plaza
            Resulta imperativo iniciar con la plaza fundacional. Como buena ciudad legada por tres siglos de dominio hispano, San Francisco de Campeche cuenta con una plaza central en torno a la cual se congregaron los poderes político, religioso y económico. Cuenta con un kiosco central y con una barda perimetral con un interesante enverjado que recuerda la transformación de las plazas centrales en parques centrales durante el siglo XIX. Es de las pocas plazas/parques centrales que conservan dicho elemento en la región junto con las de Valladolid, Ciudad del Carmen y Tekax.
            Al erigirse la diócesis de Campeche el 28 de julio de 1895 siendo obispo de Yucatán  Crescencio Carrillo y Ancona, la antigua sede parroquial de la Inmaculada Concepción fue elevada a catedral. Francisco Plancarte y Navarrete fue elegido por el papa León XIII como primer obispo de Campeche. “Carrillo y Ancona se vio movido a buscar la erección de la diócesis de Campeche, por la responsabilidad pastoral que lo urgía a buscar los medios para atender tan vasto territorio como el que aún le quedaba a la diócesis de Yucatán”.17
            El recinto catedralicio se encuentra desplantado del nivel de la plaza. Destaca su portada barroca. Desde 1609 inició la idea de su construcción como parroquia del puerto. Aún sin las torres, “a principios del siglo XVIII y gracias a las generosas donaciones realizadas por Doña Margarita Guerra se pudo finalizar la obra la cual fue bendecida el 14 de julio de 1705” por el obispo de Yucatán Pedro de los Reyes Ríos de la Madrid.18
            Hubo necesidad de ampliarla ocupando el espacio del atrio y moviendo la fachada mayor hacia adelante lo cual explica que la capilla bautisterio esté a lo largo de la nave y no al inicio del templo como suele ocurrir en los templos de la región. Entre 1758 y 1760 se realizaron los trabajos impulsados por el cura y vicario in cápite José Manuel Nájera. Incluyeron la torre “del lado del mar”. En 1850 por gestión del cura y vicario in cápite Gregorio Ximénez se construyó la torre “del lado de tierra” llamada con cariño como “la campechana” mientras que a la otra se le conoce como “la española”.
            “Siendo párroco el ilustrado Valerio Couto y Sosa se pintó todo el templo, se embellecieron y restauraron los antiguos retablos neoclásicos laterales, se enladrilló el atrio y se le dotó de una sencilla verja”.19 El templo tiene planta de cruz latina dividida en seis tramos. En el quinto tramo, coincidiendo con el crucero, se levanta la cúpula octogonal. Su fachada mayor es relevante. “La portada es de dos cuerpos enmarcados por dos pilastras estriadas sobre pedestales, y sencillo remate curvado con perillones en el eje y sobre las pilastras […]. Es de piedra labrada, y de cedro el gran portón ferrado.”20
            Se desconoce cómo era el retablo barroco colonial. “Fue muy lamentable que muchas obras barrocas de genial ejecución fuesen destruidas para dar paso a obras neoclásicas mucho más pobres formalmente” durante el siglo XIX. 21 Fue el caso campechano donde el altar mayor se convirtió en un ciprés neoclásico que, si bien no era una extraordinaria obra de arte, gozaba de cierta relevancia. También pereció en aras de una supuesta modernidad ya que en 1956 fue destruido por instancias de Alberto Mendoza y Bedolla, entonces obispo de Campeche.
            El actual retablo mayor fue reformado siguiendo las directrices posconciliares. Afortunadamente, al centro conserva el precioso sagrario de plata donde está reservado el Santísimo Sacramento. Durante un tiempo estuvo en el costado del lado de la Epístola del crucero, pero siendo obispo de Campeche Ramón Castro y Castro se regresó a su justo lugar. El retablo cuenta con un cuerpo dividido en tres calles y en cada una de ellas hay un nicho. La calle del lado del Evangelio tiene la imagen de San José, esposo de la Virgen María, que perteneció al templo jesuita y que fue brutalmente clausurado por el gobierno mexicano para dar lugar a una ociosa sala de exposiciones temporales. También es relevante su presencia pues San José es el patrono de la región yucatanense. La calle central cuenta con la imagen patronal de la Inmaculada Concepción, una profusa talla de madera policromada. La calle del lado de la Epístola alberga una talla de San Francisco de Asís, patrono de la ciudad. En el nicho del remate está una imagen de Cristo Crucificado conforme a las indicaciones que siguieron al Concilio Vaticano II.
            A los lados de la nave hay cuatro retablos neoclásicos dedicados a respectivas advocaciones marianas: Nuestra Señora de la Merced, Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, Nuestra Señora del Rosario de Fátima y Nuestra Señora de Lourdes. También hay una pintura mural de Nuestra Señora del Carmen con las benditas almas del purgatorio pintado en 1965 por el poblano José Cruz. En el crucero se encuentran dos tallas dieciochescas, una representa a Santa Ana y la otra a Santa Rita de Casia, esta última está estofada.
            A un costado de la catedral está la capilla de Jesús Nazareno que actualmente es utilizada como sede del Museo Diocesano de Arte Sacro. En él se encuentra una de las obras de arte más importante del sureste mexicano: el Santo Entierro. “La urna, una obra de arte de 1,500 kilogramos, de plata y caoba, encargada por doña Margarita Guerra en 1728, fue un pináculo de la religiosidad urbana. La obra resumía la reverencia popular hacia los íconos, así como la importancia de las mujeres en la vida religiosa de la época”.22 Lo más destacado es el féretro en el que reposa el cuerpo yacente de Cristo. Los ángeles que la rodean sostienen los elementos de la Pasión y forman un monumental conjunto.
            En el otro extremo de la plaza se localiza el museo conocido como Casa 6. Es una importante muestra de la arquitectura doméstica colonial en la ciudad. Su patio interior con arcos isabelinos polilobulados y decorado con cristales de colores representa der Zeitgeist, el espíritu de la época, que mezcla la sobriedad de una vivienda de clase alta con la policromía alegre de la región yucatanense. También frente a la plaza están los portales entre los que destaca la que fue la casa de Pedro Sainz de Baranda, destacado militar y empresario.
            Hacia el poniente de la plaza se encontraba un conjunto de edificios que compartía una serie de portales con arcos de medio punto. Siendo gobernador el Gral. José Ortiz Ávila (1961-1967) se realizó una serie de modificaciones. “Los antiguos edificios que albergaban al Ayuntamiento, Gobierno Estatal y Aduana fueron demolidos, al igual que los portales del antiguo Hotel Cuauhtémoc que también se encontraban en las inmediaciones de la Plaza Principal”. 23 Tras la declaratoria de Patrimonio Cultural de la Humanidad empezaron una serie de acciones para reconstruirlos lo que llevó a la construcción de la Biblioteca Campeche que recuperaba la imagen de los inmuebles demolidos y, en 2014, la construcción de un museo conocido como el Palacio, Centro Cultural en el sitio de la Ataranaza y la Aduana.

4. La muralla
            Por su relevancia en todos los sentidos (emplazamiento, escala, forma, función, jerarquía, etc.) la muralla de San Francisco de Campeche es el conjunto arquitectónico más importante de la ciudad. Originalmente contó con ocho baluartes (en sentido horario partiendo del más antiguo en el extremo suroccidental): San Carlos, Nuestra Señora de la Soledad, Santiago Apóstol, San José, San Pedro, San Francisco, San Juan y Santa Rosa de Lima. De ellos perecieron Santiago Apóstol y San José, pero el primero fue reconstruido. También se ha reconstruido la parte del baluarte de San Francisco que había sido demolida.
            El conjunto tuvo cuatro puertas: Mar (noroeste), Tierra (sureste), Guadalupe (noreste) y San Román (suroeste). Sólo se conserva la puerta de Tierra, aunque la de Mar fue reconstruida en 1957. La puerta de Tierra cuenta con muro con troneras y un foso para su defensa. Desde hace unos lustros se presenta en ella los fines de semana por las noches una representación teatral que ilustra el origen mestizo de la ciudad dándole el justo tratamiento al pasado colonial. Es un buen ejemplo de un provechoso y correcto uso de un bien patrimonial.
            El baluarte de San Carlos destaca por su acceso elevado al que se accede por una rampa. En su interior hay un sótano notable. Es la sede del Museo de la Ciudad. El baluarte de Nuestra Señora de la Soledad “fue el tercer baluarte en construirse y se concibió como apoyo a la Puerta de Mar, siendo concluido en 1690 […]. En el siglo XVIII albergaba dos almacenes cubiertos por bóvedas, una sala de armas, dos corredores y dos cuartos para artillería, llegando a poseer 13 cañones de variados calibres”. 24 Hoy día alberga el Museo de Arquitectura Maya.
            El baluarte de Santiago Apóstol fue el último en construirse en 1704. Para muchos con su construcción quedó concluida la muralla. El inmueble actual es una reconstrucción de mediados del XX que no corresponde con el original pero sirve adecuadamente como jardín botánico con el nombre de X’much haltún donde se exhiben plantas de la región.
            Como se ha señalado el siguiente baluarte en el sentido horario, San José, no ha sido reconstruido. Cerca de su emplazamiento se encuentra el parque de San Martín que cuenta con unos pequeños portales. Frente a él está la escuela Justo Sierra, construida en 1948 como un excelente exponente de la arquitectura racionalista internacional de la posguerra. “En estas escuelas ya se pueden comenzar a observar las influencias que el movimiento moderno va teniendo en la arquitectura”.25
            El siguiente es el baluarte de San Pedro, el antepenúltimo en ser concluido. Sobre su acceso está un relieve pétreo de la tiara pontificia y las llaves que corresponden al ministerio petrino. Tal vez por este elemento se haya extendido la leyenda urbana, absolutamente falsa, de que fue sede del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición. Sirve como remate urbano de la avenida Gobernadores, una de las más importantes de la ciudad extramuros. Alberga al Museo de Artesanías.
            El baluarte de San Francisco sirvió como apoyo de la defensa de la puerta de Tierra. En cierto modo es similar al de Nuestra Señora de la Soledad que apoyaba a la puerta de Mar, pero no tan grande. Dentro de él funciona un auditorio. También vinculado a la puerta de Tierra, el baluarte de San Juan cuenta con una campana de alerta como todos los otros componentes de la muralla. El lienzo de muralla que lo une a la puerta de Tierra es uno de los más significativos del conjunto y que representan mejor el espíritu de los valores arquitectónicos a los que se refiere la declaratoria de la UNESCO. Cierra el perímetro el baluarte de Santa Rosa de Lima, puesto bajo el patrocinio de la primera santa americana y patrona de América. Es la sede de la Pinacoteca de Campeche.
            En agosto de 2012 ya estaban listos los planes para reconstruir diversos tramos de lienzos de la muralla, lo cual finalmente se realizó en las inmediaciones de los baluartes de San Carlos, Nuestra Señora de la Soledad, San Pedro y San Francisco. Como parte de tales obras el gobierno del estado de Campeche consideró, erróneamente, que había que remover de su sitio el Monumento a la Madre y demoler la Fuente del Progreso, ambas entre los baluartes de San Carlos y Santa Rosa de Lima. Esta última fue un hito que representó la modernidad del Campeche Nuevo impulsado por Trueba Urbina y realizado por Ortiz Ávila. Fue una obra cuyo diseño fue concebido como “un cilindro central en el cual se interceptan plataformas de mayor a menor dimensión, las cuales rebosan en cascadas de agua, a la vez que van cambiando de colores, manifestando que el progreso se dará en todos los niveles y hacia todas direcciones”. 26 El 17 de febrero de 2014 fue retirada de su sitio la estatua del Monumento a la Madre. Dos días más tarde tocó el turno a la fuente, la cual fue salvajemente destruida con visto bueno de las autoridades, tirando con ella una parte fundamental del pasado sin la cual no se entenderá correctamente la historia de la ciudad. En las redes sociales se consideró que el atentado contra el patrimonio cultural había dejado al recinto amurallado “sin madre y sin progreso”. 27

5. Intramuros
            Dentro de la ciudad amurallada existen muchas otras manifestaciones artísticas relevantes. Detengámonos en cuatro conjuntos religiosos, un teatro y un cine.
            El templo del Dulce Nombre de Jesús es sumamente austero en su fachada cuya única decoración son una espadaña y una insinuación de almenas que en realidad son la prolongación de las columnas sobre el nivel del caballete o pretil. Sin embargo, su interior resulta fascinante. Cuenta con retablos barrocos y neoclásicos con profuso decorado. Destacan las imágenes del Cristo Nazareno, Nuestra Señora de la Luz y San Benito de Palermo. “La devoción a San Benito de Palermo en ese lugar resulta de particular interés por ser éste un santo de piel negra, lo cual se explica al recordar que ese templo sirvió durante la Colonia para los servicios religiosos de la población afrodescendiente”. 28 El inmueble sirve como templo expiatorio por lo que continuamente está expuesto el Santísimo Sacramento para la adoración popular.
            En 1654 se inició la construcción de un convento franciscano intramuros de reducidas dimensiones. Si bien está dedicado a San Roque, la población lo empezó a nombrar como San Francisquito. Fue sede de la Tercera Orden Franciscana e incluso albergó a niños expósitos. Tras la reforma liberal decimonónica el convento tuvo varios usos incluyendo el de sede del Poder Legislativo de Campeche. En la actualidad el templo está abierto al culto católico y el convento alberga oficinas de gobierno. “La iglesia tiene una cubierta plana. En este caso ese de vigas de madera y terrado […], consiste en la colocación de vigas de madera rectangular apoyadas en sus extremos sobre unos canes de madera, apoyadas en los muros”. 29 Como en el Dulce Nombre de Jesús, en San Roque lo más importante son sus retablos. Conserva al interior el retablo mayor y cuatro laterales. En los últimos años los retablos gozaron de una acertada restauración que ayudó a devolverles su esplendor pasado.
Los retablos laterales están divididos en dos cuerpos, en el punto central de cada uno de éstos sobresalen nichos que enmarcan las imágenes de los santos que son las piezas principales de cada conjunto, alrededor de los cuales se distribuyen los demás elementos que componen el retablo. Los nichos son flanqueados por columnas de fuste en espira, (salomónicas o estípite) y están cubiertos por formas naturalistas. 30
            El templo de San Juan de Dios formó parte del hospital juanino de Nuestra Señora de los Remedios. El hospital gozó durante siglos de alta estima de la sociedad campechana e incluso recibió la visita y el apoyo económico de la emperatriz Carlota de México. El hospital fue destruido en la segunda mitad del siglo XX para dar lugar a una serie de inmuebles de nula calidad arquitectónica. Se conserva el templo, abierto para el culto católico, con su rara fachada con dos ventanas de coro y sin torres o campanarios más que un volumen cúbico de minúsculas proporciones. La peralta linternilla de su cúpula destaca en el paisaje de la zona. Cabe señalar que el templo está a unos pasos del baluarte San Pedro lo que crea un ambiente particular. En su interior se veneran las imágenes del santo patrono y de Nuestra Señora del Carmen.
             La construcción del templo de San José inició en 1649 y a partir de 1716 estuvo al cuidado de la Compañía de Jesús. Fueron los jesuitas quienes impulsaron la ampliación y remodelación del templo. Aunque, como se ha dicho, actualmente es un espacio sumamente ocioso y desaprovechado, su portada es la más llamativa de la ciudad en cuanto a sus características plásticas: “es barroca recubierta en su totalidad con azulejos de talavera y enmarcada por columnas estriadas sobre pedestales. Se compone de tres cuerpos divididos horizontalmente por una cornisa. El cuerpo de las torres es cuadrangular, pero a partir del remate de la fachada se eleva un cuerpo de planta octogonal”.31 La torre oriente alberga al campanario mientras que la torre poniente fue transformada en el faro de la ciudad en 1865. En su interior únicamente conserva algunas pinturas murales destacando la de Nuestra Señora de Guadalupe. Si el gobierno de Campeche no logra utilizarlo para un fin compatible con el bien patrimonial debe reconsiderar devolverlo al culto ya que sería una lástima que la falta de uso cause un deterioro significativo e irremediable en tan importante monumento.
            El teatro Francisco de Paula Toro fue el primer teatro lírico en México. Su portada neoclásica con cuatro columnas dóricas, que soportan el entablamento, generan el pórtico de acceso que conduce al foyer. El interior del teatro tiene una distribución con forma de herradura. En 1832 iniciaron las obras impulsadas por el gobernador Toro, cuñado del presidente de México el Gral. Antonio López de Santa Anna.
            El cine Selem es uno de los máximos exponentes del Movimiento Moderno Internacional en el interior de la ciudad amurallada. Su fachada racionalista está compuesta a partir de la repetición de celosías ortogonales. Es una sana incorporación de arquitectura del siglo XX en la traza colonial. Después de mucho tiempo de permanecer en el abandono, en 2015 fue utilizado como recinto del Campeche Film Festival con la presentación de 14 cortometrajes.

6. Los barrios campechanos
Separados del asentamiento español se encontraban los de los indígenas, que posteriormente se constituyeron en los barrios de la ciudad. La finalidad de esta política era por un lado proteger a los indios de la explotación de los peninsulares, y por otra, salvaguardar a los españoles de la sublevación de los primeros […]. Los dos primeros asentamientos indígenas de Campeche se ubicaron en ambos extremos de la ciudad española frente al mar. En un extremo se hallaba el pueblo donde se encontraban los indígenas mayas, que fue bautizado por los conquistadores como “Campechuelo” y se transformó en el barrio de San Francisco, y en el otro vivían los aztecas y toltecas que formaron el ejército de Montejo El Mozo y que se convirtió en el barrio de San Román.32
            De tal modo que los barrios más importantes de la ciudad fueron San Francisco al noreste y San Román al suroeste. A ellos hay que sumar los barrios de Santa Ana, que fue de afrodescendientes, y Guadalupe y Santa Lucía para indígenas.
            San Francisco tuvo como eje el convento franciscano del mismo nombre. La primera construcción religiosa inició en 1546. Para 1895 fue una de las parroquias que conformaron la diócesis de Campeche. La fachada principal está inscrita en un rectángulo horizontal  de cuyo centro sale una sencilla espadaña que alberga tres nichos. La mitad izquierda de la fachada corresponde al templo y cuenta con dos vanos, uno para la puerta de acceso y otro para la ventana del coro. La mitad derecha es el acceso al ex convento y de ella sale el volumen de la portería a la cual se accede por medio de dos arcos de medio punto. En su interior cuenta con numerosos retablos de considerable valor artístico. El parque del barrio es utilizado para diversos fines entre los que destacan los juegos infantiles. Muy cerca de él están los portales de San Francisco y el Circo Teatro Renacimiento. El templo presbiteriano de El Divino Maestro, con características eclécticas e historicistas, está también frente al parque de San Francisco.
            Entre la ciudad amurallada y el barrio de San Francisco está el pequeño barrio de Guadalupe cuyo eje es el templo del mismo nombre. La iglesia de planta de cruz latina es muy austera en su fachada, sin embargo el volumen pintado de llamativo color amarillo resulta una construcción que no pasa desapercibida en su entorno urbano. El altar mayor está fuertemente inspirado en el de la Antigua Basílica de Guadalupe, hoy Templo Expiatorio a Cristo Rey. En el muro absidal cuenta con pinturas de las apariciones guadalupanas de 1531 en el Tepeyac realizadas por Luis González. En 2005 se le repusieron con acierto los acabados al templo. Por su parte la Plaza de Guadalupe en el barrio del mismo nombre fue transformada en parque y para 1878 el lugar ya era conocido como Parque Porfirio Díaz. El kiosco de dicho parque fue demolido y posteriormente reconstruido para albergar en torno al él actividades lúdicas como el juego de la popular lotería campechana.
            El barrio más representativo de la ciudad es San Román porque su templo alberga al patrón de los campechanos y una de las imágenes más queridas de la región yucatanense: el Santo Cristo Negro Señor de San Román. En 1565 llegó a la ciudad la monumental talla en madera de ébano rodeada de relatos sobre su milagroso y extraordinario origen pues en medio de una tormenta viajó en menos de 24 horas desde San Juan de Ulúa hasta las costas campechanas. El templo tuvo que ser ampliado y remodelado en varias ocasiones como suele suceder en aquellos. Todos sus retablos son de gran valor artístico pues aunque carecen de materiales preciosos son un claro reflejo de las artes en su tiempo. Destaca una talla policromada del Señor de la Columna así como una pintura de Santa Rita de Casia. Durante el Porfiriato, en 1891, la plaza de San Román se convirtió en un parque llamado Pedro Baranda que hoy en día goza de gran afluencia tanto por los peregrinos devotos del Santo Cristo como de parejas de enamorados que aprovechan el ambiente de seguridad que ofrece en las noches la profusa iluminación del sitio.
            El barrio de Santa Ana fue sede del culto a Nuestra Señora de las Angustias. Su iglesia es fiel reflejo de la arquitectura de la región yucatanense en la que destaca su espadaña con formas curvas. El templo del barrio de Santa Lucía fue reconstruido durante finales del siglo XIX y principios del XX. Este barrio se encuentra alejado de la ciudad amurallada.
            Aunque no es propiamente un barrio, no se puede dejar de lado un conjunto urbano arquitectónico sobresaliente que se encuentra extra muros: el complejo del Palacio de los Poderes y el Campeche Nuevo. En 1952 se implementó el Plan Regulador del Arq. Domingo García Ramos que buscaba modernizar la ciudad. Entre los objetivos propuestos por dicho plan estaba la creación de un nuevo conjunto para los poderes políticos estatales de Campeche inspirados en lo que ocurría con la creación de Brasilia. El Palacio de los Poderes fue construido en 1963 conforme al diseño del Arq. Joaquín Álvarez Ordoñez para albergar a los tres poderes: ejecutivo (despacho del gobernador), legislativo (congreso estatal) y judicial. El edificio principal es de cuatro niveles y sus fachadas están recubiertas de celosías en los lados que dan hacia el mar y hacia la ciudad amurallada.
El otro edificio menor y yuxtapuesto, es un volumen de dos niveles al cual se accede mediante rampas, en cuyos laterales hay sendos murales del artista del Movimiento de Integración Plástica José Chávez Morado, que muestran el desarrollo de Campeche, a través de su pasado prehispánico y colonial, en contraste con un futuro progreso a raíz del actual gobierno.33
            Detrás este volumen se encuentra la Cámara de Diputados que tiene la forma de un octaedro curvado en sus vértices. Se nota la influencia arquitectónica del trabajo del Arq. Oscar Niemeyer en Brasilia. Frente al Palacio de los Poderes se construyó la Plaza de la República que vinculaba la modernidad del siglo XX con el pasado colonial al incluir dentro de su diseño a la antigua puerta de Mar. Cuenta con una fuente que recuerda la leyenda de la fundación de Tenochtitlán. Es un importante conjunto urbano arquitectónico que corre el severo riesgo de perderse en favor de devolver el “espíritu” colonial a la ciudad. No es un secreto que el patrimonio artístico del siglo XX corre gran riesgo de perderse por falta de una correcta valoración así como de leyes que favorezcan la salvaguarda de su conservación y estrategias y proyectos destinados a su preservación.

7. El patrimonio inmaterial
La piedad popular católica, la gastronomía, la música y las actividades lúdicas son algunas de las principales muestras del patrimonio cultural inmaterial campechano. “La piedad popular es la expresión de la fe católica de un pueblo que se manifiesta en un modo particular de celebrar y está enriquecida con las características culturales de ese pueblo”.34 Sin duda la veneración a las imágenes es el principal rasgo de la piedad popular, entre las cuales en San Francisco de Campeche sobresale por mucho el Santo Cristo Negro Señor de San Román.
            Con motivo de los 450 años de su llegada a tierras campechanas se han dispuesto un sinfín de actos litúrgicos, festivos y populares. Incluso hace un par de años se presentó a nivel nacional un videoclip que narra el origen de la imagen y su devoción como el principal referente cultural de San Francisco de Campeche. Su fiesta litúrgica se celebra el 14 de septiembre por lo que las dos primeras semanas de septiembre se realiza en el barrio de San Román la principal feria de la ciudad. Juegos mecánicos, concursos, bailes y antojitos típicos alegran el ambiente del barrio.
            Precisamente el factor gastronómico es indispensable para la vida de una sociedad. Es justo uno de esos bienes donde de modo intangible y perecedero se reúnen arte y sociedad. El día inicia con unas trancas de cochinita pibil en el mercado situado a unos pasos de la puerta de Tierra. Continúa con un almuerzo del famoso pan de cazón que está compuesto de cazón entomatado dentro de capas de tortillas de maíz enfrijoladas. En los portales del barrio de San Francisco se puede degustar comida campechana por las noches en las llamadas cenadurías, pues sólo dan servicio de cena. El jamón claveteado, los tamales campechanos y los panuchos (tortillas de maíz con carne de pavo) son característicos de esa hora. Para beber destacan la horchata de coco y la bebida de chaya con piña y lima. La preparación de los mucbi-pollos campechanos se realiza de la siguiente manera:
Se muele el ajo, pimientas, comino, orégano, se deshace en el jugo de la naranja se maceran en esto las carnes durante 2 o 3 horas. La masa [de maíz] se amasa con sal y el chicharrón. El achiote se fríe en la manteca, se cuela y agrega a la masa mezclándolo bien. En moldes de hoja de lata forrados con de plátano se tortean las pilitas hondas y delgadas, se rellenan con la carne el tomate picado, la cebolla y tiritas de chile habanero, se tapa con otra tortilla de masa, se cubre con hoja de plátano y se hornean en horno caliente aproximadamente 1 ½ hora. 35
            La baraja de la lotería campechana es algo muy particular entre las actividades lúdicas en México pues incluye figuras como el ahorcado, las granadas y las fresas. Al “cantarse” la lotería se menciona tanto el número como la figura. Es uno de los principales rasgos de la campechanidad.

8. Reflexiones finales
            La ciudad amurallada de San Francisco de Campeche cuenta con numerosas manifestaciones artísticas y bienes patrimoniales. En muchos casos se ha logrado una exitosa conservación impulsada por el deseo de ser un sitio turístico de primer orden. En otros, ese mismo deseo de conservar lo colonial los ha llevado a olvidar otras etapas de su devenir histórico lo cual ha causado severos daños contra el patrimonio cultural.
            No se puede dejar a un lado que no es una ciudad-museo o una zona arqueológica sino que es una ciudad viva cuya sociedad favorece la transformación y adecuación del espacio urbano. Las muestras de patrimonio inmaterial en la ciudad amurallada y sus barrios son prueba de ello.
            Es importante reconocer el valor del conjunto urbano ya que los elementos arquitectónicos no sólo poseen características sobresalientes que los hace valiosos por sí mismos sino que también gozan de un emplazamiento que los vincula a otros para crear una auténtica zona de monumentos. Al mismo tiempo debe reconocerse que, aunado al valor del bien inmueble, los bienes muebles que en cada edificio se encuentran tienen un importante valor, de manera particular en el caso de los templos cuyos retablos son una “especie en peligro de extinción” en la región yucatanense.
            La propaganda turística dice que San Francisco de Campeche es el lugar perfecto para soñar despierto. No exagera, pero tampoco puede ser posible que la ciudad se convierta en la escenografía de un sueño ideal. Lo conveniente sería encontrar el punto medio que permita el desarrollo social con la conservación de las manifestaciones artísticas y el legado histórico. De lograrse, arte y sociedad seguirán caminando de la mano en San Francisco de Campeche, la ciudad amurallada frente al mar.

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1 Diversos autores también se refieren al asentamiento como Ah Kim Pech, Kaan Pech o Kanpech.

2 PERAZA Guzmán, Marco Tulio, Espacios de identidad. La centralidad urbana y el espacio colectivo en el desarrollo histórico de Yucatán. Mérida, 2005, p. 208.

3 GONZÁLEZ Cicero, Stella María, Perspectiva religiosa en Yucatán. 1517-1571. Yucatán, los franciscanos y el primer obispo Fray Francisco de Toral. Ciudad de México, 1978, p. 46.

4 ROCHER Salas, Adriana, “La Iglesia en Campeche durante el período colonial”. En D. R. Carrillo Pérez (coord.), Campeche, testigos de su historia, San Francisco de Campeche, 2009, p. 118.

5 ROCHER Salas, Adriana, “Clerecía y sociedad en Campeche durante el período colonial”, Tzintzun Revista de Estudios Históricos, no. 41(2005), p. 16.

6 PERAZA Guzmán, Marco Tulio, Espacios de identidad. La centralidad urbana y el espacio colectivo en el desarrollo histórico de Yucatán. Mérida, 2005, p. 493.

7 CALDERÓN Quijano, José, Fortificaciones en Nueva España, Madrid, 1984, p. 311.

8 TRUJILLO Bolio, Mario, El péndulo marítimo-mercantil en el Atlántico novohispano (1798-1825). Comercio libre, circuitos de intercambio, exportación e importación. México, 2009, p. 73.

9 GARCÍA de León, Antonio, Contra viento y marea. Los piratas en el golfo de México, México, 2004, p. 153.

10 TRUJILLO Bolio, Mario, El péndulo marítimo-mercantil en el Atlántico novohispano (1798-1825). Comercio libre, circuitos de intercambio, exportación e importación. México, 2009, pp. 74-75.

11 GUTIÉRREZ, Nicte-Há y Rivero, Raúl, “Las manifestaciones artísticas de la Ciudad Blanca: centro histórico de Mérida, Yucatán, México”, ASRI Arte y Sociedad Revista Investigación No. 4 (2013), p. 3. Disponible en: http://asri.eumed.net/4/centro-historico-merida-yucatan-mexico.pdf.

12 BETANCOURT Pérez, Antonio, Historia de Yucatán. Tomo I. Mérida, 1970, p. 226.

13 En México un estado o entidad federativa equivale a provincia con cierta autonomía.

14 VADILLO López, Claudio, “Una historia regional en tres tiempos: Campeche siglos XVIII-XX”, Península, Vol. 3 No. 2 (2008). Disponible en: http://www.scielo.org.mx/pdf/peni/v3n2/v3n2a3.pdf.

15 LEÓN Méndez, Miriam Edith, El Campeche Nuevo en una historia nueva: un análisis historiográfico. Tesis de maestría. San Francisco de Campeche, 2002, p. 96.

16 UNESCO - World Heritage Center, Historic Fortified Town of Campeche. Disponible en: http://whc.unesco.org/en/list/895/.

17 CAMARGO Sosa, José F., Crescencio Carrillo y Ancona, el Obispo Patriota. Mérida, 2006, p. 234.

18 ALCOCER Bernés, José Manuel, Arquitectura Religiosa en Campeche (siglos XVI-XX). San Francisco de Campeche, 2010, p. 28.

19 RIVERO Canto, Raúl Enrique, Espacios sagrados, imágenes y devociones en la diócesis de Yucatán (1847-1910). Una historia inter persecutiones mundi et consolationes Dei. Tesis de maestría. Mérida, 2014, p. 173.

20 GARCÍA Preciat, José, “La Catedral de Campeche”, Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, Vol. II Núm. 6. (1940), p. 25. Disponible en: http://www.analesiie.unam.mx/pdf/06_09-38.pdf.

21 RIVERO Canto, Raúl Enrique, Centro Pastoral Parroquial “El Señor Jesús Divina Misericordia”, Tesis de licenciatura. Mérida, 2010, p. 19.

22 RUGELEY, Terry, De milagros y sabios. Religión y culturas populares en el sureste de México, 1800-1876. Mérida, 2012, p. 168.

23 CAMPOS Gutiérrez, Josefina, “Las transformaciones de los centros históricos durante los siglos XX-XXI. El centro histórico de Campeche”. En B. Paredes Guerrero (coord.), Memorias II. Anuario de Investigación sobre Conservación, Historia y Crítica del Patrimonio Arquitectónico y Urbano, Mérida, 2006, p. 239.

24 PERAZA Guzmán, Marco Tulio, Espacios de identidad. La centralidad urbana y el espacio colectivo en el desarrollo histórico de Yucatán. Mérida, 2005, p. 496.

25 CAMPOS Gutiérrez, Josefina, “El desarrollo urbano de la ciudad de Campeche de la posrevolución a la modernización”, Cuadernos de Arquitectura de Yucatán, Núm. 17. (2004), p. 73.

26 TORRES Pérez, María Elena y Novelo Zapata, Claudio Alberto, “Modernidad urbana arquitectónica sustentable: Proyecto “El Campeche Nuevo” en 1960”, Quivera, Vol. 12. No. 1 (2010), p. 111. Disponible en: http://www.redalyc.org/pdf/401/40113202010.pdf.

27 Ejemplo de ello se puede ver en: http://www.campeche.com.mx/noticias/campechenoticias/sin-madre-y-sin-progreso-se-quejan-campechanos-en-redes-sociales/138478.

28 RIVERO Canto, Raúl Enrique, Espacios sagrados, imágenes y devociones en la diócesis de Yucatán (1847-1910). Una historia inter persecutiones mundi et consolationes Dei. Tesis de maestría. Mérida, 2014, p. 178.

29 ZAVALA Centeno, Brillante, “La Iglesia Conventual de San Roque en Campeche”, Cuadernos de Arquitectura de Yucatán, Núm. 14. (2001), p. 174.

30 ALCOCER Bernés, José Manuel, Arquitectura Religiosa en Campeche (siglos XVI-XX). San Francisco de Campeche, 2010, p. 122.

31 PERAZA Guzmán, Marco Tulio, Espacios de identidad. La centralidad urbana y el espacio colectivo en el desarrollo histórico de Yucatán. Mérida, 2005, p. 366.

32 CAMPOS Gutiérrez, Josefina, “Pasado y presente de las edificaciones religiosas de los barrios de Campeche”, Cuadernos de Arquitectura de Yucatán, Núm. 14. (2001), p. 174.

33 TORRES Pérez, María Elena y Novelo Zapata, Claudio Alberto, “Modernidad urbana arquitectónica sustentable: Proyecto “El Campeche Nuevo” en 1960”, Quivera, Vol. 12. No. 1 (2010), p. 111. Disponible en: http://www.redalyc.org/pdf/401/40113202010.pdf.

34 RIVERO Canto, Raúl Enrique, “Las imágenes sagradas y el proceso de diseño arquitectónico de los templos católicos contemporáneos en la península de Yucatán”. En M. M. Checa-Artasu, J. J. López García y M. C. Valerdi Nochebuena (coords.), Territorialidades y Arquitecturas de lo Sagrado en el México Contemporáneo, Aguascalientes, 2014, p. 222.

35 BOLIO, Nina, Tamales y Tamalitos. México, 2003, p. 33.

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