DOBLE FOTOGRÁFICO E IDENTIDAD VIRTUAL EN LA RED SOCIAL FACEBOOK: SU INFLUENCIA EN EL ARTE CONTEMPORÁNEO
Universidad de Murcia  
elenalopezm@hotmail.com
Resumen:
A partir de los años ochenta y con el desarrollo de las tecnologías digitales, los dobles virtuales aparecieron ofreciendo nuevas estrategias de sociabilización. Ciertas redes sociales virtuales como Facebook evidencian el papel de la fotografía como elemento constructor de identidades virtuales. Este fenómeno de masas, presente en numerosos debates de actualidad, no ha quedado exento de crítica en la producción artística. Por ello, en esta investigación, además de contextualizar la actual sociedad red y relacionar los conceptos fotografía, identidad y red social, mostraremos cómo el arte de internet se ha involucrado en el discurso crítico de la identidad fotográfica en la red social Facebook.
Palabras clave: sociedad espectáculo, fotografía, identidad virtual, Facebook, Net.art.
Abstract:
Since the eighties, with the continuing development of digital technologies, virtual doubles appeared offering new strategies for socialization. Certain on-line social networking sites such as Facebook, highlight the role of photography as an essential constructor of virtual identities. This mass phenomenon is clearly present in a large variety of current debates and has not come without criticism in the art production. In our research, besides contextualizing our current network society and relating the concepts photography, identity and social network services, we will show how the Net.art has been involved in the critical speech of photographic identity on Facebook.
Keywords: society of spectacle, photography, virtual identity, Facebook, Net.art.
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  El concepto de “sociedad espectáculo”  introducido por Guy Debord en 1967 se mantiene vigente en una versión  evolucionada que hoy se encuentra plenamente implantada: nos referimos a la “sociedad de la información” o, según Manuel Castells, “sociedad red”1. En dicha  sociedad, la imagen fotográfica desempeña un papel fundamental a la hora de  generar datos y transmitir mensajes.
  En el mundo virtual existen determinados  espacios dedicados a la socialización entre usuarios que construyen gran parte  de sus estrategias de comunicación en torno a la imagen. Nos referimos a la  mayoría de las denominadas SNS (Social  Network Services) o redes sociales y de entre las que destacamos Facebook  por poseer, en la actualidad, el liderato en cuanto a número de usuarios (en  2012 ha alcanzado los 900 millones) y a dedicación temporal de estos2.
  La enorme actividad registrada en  las redes sociales y su absoluta integración en los ritmos de vida modernos, han  hecho de estos servicios un tema vigente en numerosos debates de actualidad y en  diversos ámbitos de investigación como la sociología, el periodismo, la  economía, el derecho y las artes visuales entre otros.
  A nivel sociológico, se defiende  que estas redes han supuesto un cambio radical en lo que a la concepción del “yo”  y del “otro” se refiere. El “yo” parece perder espontaneidad dirigido por un  guión impuesto por lo que los demás quieren o no ver y por lo que queremos que  los demás piensen de nosotros. En estos procesos de formación de nuevas  identidades virtuales, la fotografía desempeña un papel fundamental. Si bien de  forma generalizada, en estas redes se aceptan las fotografías publicadas como  huella de lo real, conscientes de la manipulación que se puede llevar a cabo a  través de la imagen, y que en ocasiones efectuamos nosotros mismos, los usuarios  también dudan de todo lo que ven, sin quedar exento de esa duda sus propios  dobles virtuales.
  1. El  protagonismo de la imagen pública en la sociedad del espectáculo.
  El  concepto del “yo” como ser individual y centro del universo es una figura que ya  Karl Marx mitificó estableciendo la realidad de nuestra identidad física y  mental como existencia social. Mediante la implantación de nuevos sistemas  socio-económicos se produjo un desplazamiento de inquietudes en torno al “yo”.  La problemática dejó de residir en quién soy, para asentarse en quién soy en el  contexto social en el que me encuentro o quién soy según los demás. Como  sujetos insertados en un contexto social, la opinión que esa sociedad se forme  de nosotros es vital para nuestra experiencia.
  Desde  el comienzo de la modernidad, la evolución del concepto de la imagen se ha  visto acelerado produciéndose cambios sustanciales en sus competencias y  contexto debido al desarrollo tecnológico. En estos últimos siglos, la imagen  se ha convertido en una necesidad fundamental, motor y carburante de un  inflexible sistema de opiniones. Desde que el individuo observó esa pertenencia  a lo social, las apariencias se convirtieron en el fundamento de una rutina. La  apariencia de lo que uno no es, de lo que fue o quizás de lo que le gustaría  ser, pero sólo apariencia, pura imagen. La imagen del individuo es erradicada y  sustituida por su imagen pública, es decir “un  conjunto de rasgos que le caracterizan ante la sociedad”3. De  la misma forma, la opinión particular es reemplazada por la opinión pública: “sentir en que coincide la generalidad de  las personas acerca de asuntos determinados”4 en este caso, acerca de nosotros.
  En  1967, el filósofo, escritor y cineasta francés Guy Debord escribió un ensayo  titulado La sociedad del espectáculo.  En él, define la sociedad espectáculo como un modelo social sin fin en el que  lo único significativo es su desarrollo. Se trata, pues, de un modelo  tautológico en el que sus medios son a la vez sus objetivos: instaurar un  sistema único de “relación social entre  personas mediatizadas por imágenes” 5. Todavía hoy, este modelo social  perdura. La repetición y la saturación de la imagen nos mantienen en un estado  hipnótico de máxima obediencia y culto, siendo, inevitablemente, integrantes  activos de esa sociedad del espectáculo o sociedad simulacro. La vista se  convierte en un sentido privilegiado, en una herramienta fundamental que  permite convencernos de que “lo que  aparece es bueno”6 y que ha dado lugar a la denominada cultura oculocéntrica. El ojo está siendo  educado para encontrar en la imagen un estímulo visual fugaz que se impone y  que deja poco espacio para la reflexión. Se entablan, así, a través de la  imagen unas interpretaciones inmediatas que están prácticamente explícitas en  las imágenes ofrecidas: “[…] la imagen no  podemos enmarcarla en un espacio determinado. En su inmediatez, en su  espontaneidad, reside su fuerza y al mismo tiempo su peligro […]”7.
  En  nuestro sistema social basado en las imágenes, estas se acumulan de tal forma  en el camino entre el sujeto y la realidad que bloquea sus conexiones. El  referente y la realidad pierden el contacto y en consecuencia, el sujeto toma  esa imagen como realidad. Esta situación provoca que el individuo considere su  imagen como máximo portavoz de su realidad identitaria: “Mon image ne reflète pas ma personne: elle l’est. Non pas une image  semblable à moi, mais une seule et même image, un seul et même objet”8.  Esta máscara exhibicionista la moldeamos,  ya sea de forma consciente o inconsciente, para hacer creer a los demás ciertas  cualidades sobre nosotros. Aquellos atributos que los demás crean de nuestro  doble espectacular los acabaremos aceptando nosotros también. Esto significa  que el poder del doble puede en ocasiones superar al del original y que lo que  empezó siendo una máscara o doble de nosotros mismos podría acabar  “suplantándonos”. Según Debord, cuanto más nos acercamos a la imagen que  proyectamos de nosotros, a nuestra imagen pública y espectacular, menos nos  entendemos: “ya no se trata de mis gestos  sino los de otro que me representa […] si el espectáculo está en todas partes  yo no estoy en ninguna […]”9. El  dilema fundamental parece residir entonces en la dualidad ocasionada por la  imagen, en el individuo que queda reducido a representante de su imagen  pública. Se debería entonces afirmar que existen dos individuos en uno: el  individuo originario o referente y su representante espectacular. Sin embargo,  debido al peso y la influencia del doble simulacro y su asentamiento en lo  social, hay teóricos y artistas que trabajan con la idea de que el referente ha  sido asfixiado por su simulacro y ha dejado de existir.
  Según  Debord, el individuo, en algún momento, tras la contemplación de lo que la  sociedad le impone, se turba, y ve un “yo” extraño. Se observa a sí mismo a  través de la mirada con la que suele observar al resto, convirtiéndose en ese  “resto de la gente”, observándose en la mirada del “yo-otro”, estableciendo un  intercambio de identidades. El intercambio, lejos de individualizarlo, lo  agrupa con el resto. Estamos todos unidos en ese interés, no ya por aparentar,  sino por ser la propia apariencia. Esta imagen-apariencia-personalidad recuerda  a los retratos y autorretratos clásicos o, como diría Estrella de Diego,  refiriéndose a las teorías de Gaston Bachelard y Jacques Lacan, retratos  ortopsíquicos, en los que se muestra la identidad que la sociedad quiere ver,  muestra el Yo ideal, lo que todos ansiamos y por tanto lo que nos hace  idénticos10. Esa  colectividad que nos aglutina permite que nuestro retrato pueda ser el retrato  de otros y que podamos sentirnos identificados con el autorretrato de un  desconocido y viceversa.
  La  sociedad del espectáculo ha incidido de diversos modos en el mundo del arte  contemporáneo. Desde los inicios de la tradición artística, el arte siempre ha  pretendido saciar la mirada a través del gusto por la imagen. El arte se  ocupaba de complacer esa mirada, del deleite y gozo del ojo. Esta función del  arte se encuentra hoy distribuida en todas las actividades de la sociedad  espectáculo, en todos los movimientos de los medios de masas: televisión, cine,  revistas, etc. Si lo que hasta entonces había sido prerrogativa y labor del  arte se encuentra generalizado en todo lo que conforma la sociedad actual, el  arte queda desplazado y comienza una búsqueda de nuevos caminos en su  desarrollo. Estas vías de escape que Miguel Ángel Hernández desarrolla en una  de sus publicaciones, tienen como objetivo primordial la decepción de la mirada  a través de un arte contemporáneo que utilizará dos estrategias antagónicas pero  con igual resultado que forman parte de lo que Hernández denomina “la dietética de la mirada” o “régimen escópico”11.  Estas consisten en: uno, eliminar todo lo visual, todo lo que el ojo devora  (como ocurrió con las abstracciones del Minimalismo); o, cebar la mirada con  más imágenes (como ocurrió con el arte Pop) hasta que el cuerpo acabe  rechazándolas12.
  2. Imagen como  dualidad identitaria: el referente (yo) frente a su doble visual (otro).
  Como  hemos afirmado con anterioridad, la sociedad espectacular se basa en un mundo  de imágenes que representan el mundo real. Se trata, pues, de un doble que se  toma “en lugar de”. Para que el funcionamiento de este sistema sea óptimo se  requiere de, al menos, efectos similares a los producidos por la realidad, por  lo que no se trata únicamente de un doble que representa sino que también actúa  y genera consecuencias.
  El doble  visual no es algo novedoso que surge a raíz de la implantación de la sociedad  espectáculo, sino que ya existía previamente en el mundo de lo real y también  fue objeto de numerosos estudios. El concepto de doble y las inquietudes derivadas de éste son centro de reflexiones,  análisis y debate desde que el hombre percibió, por primera vez, su sombra o su  reflejo y fue consciente de la existencia de un “otro” peculiar que alude  constantemente al “yo”. Las teorías elaboradas a lo largo de la historia acerca  de los dobles son innumerables, desde Platón y pasando por Otto Rank, discípulo  de Freud, se han escrito tanto con rigor científico como con énfasis  imaginativo a través de la creación literaria, plástica y cinematográfica.
  Sin  duda, uno de los motivos por los que el doble ha sido objetivo de tan diversas áreas  de conocimiento es su capacidad de generar unas emociones hermanadas con el  déjà-vu. Una experiencia que recuerda al famoso unheimlich, vocablo alemán acuñado por Freud para definir lo que  nos es familiar pero nos resulta extraño de forma a ocasionar cierta  perturbación ante el “yo-otro”.
  
  El doble  visual del individuo, impuesto por la sociedad espectáculo, no se libra de  tales atributos. Este se sitúa en un espacio virtual, entendiendo este último  como nueva realidad construida pero que aún se diferencia de lo real y original.  No obstante, no todos los dobles visuales de la sociedad espectáculo están  impuestos. En esta investigación nos centraremos en el doble visual-virtual del  individuo que él mismo construye, estableciéndose el siguiente esquema  de gran importancia para el desarrollo de la  investigación (ver esq.1). 
  Esq.1. Síntesis de la relación entre los  individuos original, espectacular y virtual.
Como  podemos observar tras la interpretación del cuadro, es imposible llegar al  individuo virtual (C) directamente desde el individuo original (A). El  individuo virtual (C) es un doble construido por (B) que a su vez es un doble  de (A) impuesto por la sociedad espectáculo. Es decir, se han producido dos  procesos de duplicación aumentando el grado de perturbación ocasionado por el “yo-otro”.
  3. El doble  virtual (C): la imagen fotográfica en la red social Facebook.
  El  doble virtual empezará a formarse a partir de los años 80 con el nacimiento y  desarrollo de las técnicas digitales. Dentro de este mundo virtual existen  distintos tipos de dobles de entre los cuales destacamos dos, un doble espacial  como es la realidad virtual: “creación de  una realidad 3D computerizada e interactiva con la que el observador puede  relacionarse”13;  y un doble personal objeto de esta investigación que se apoya en el  doble-imagen construido para habitar en, entre otros servicios, las redes  sociales.
  Este  par de dobles se sitúan en un mundo digital, en un ciberespacio inmaterial. El  cuerpo, como máximo exponente de la materialidad del ser humano, es también el  que permite diferenciar lo material de lo inmaterial, lo tangible de lo  intangible. Sin embargo, en el ciberespacio el cuerpo parece relegado. Ya no se  trata de experiencias físicas que tienen como medio el cuerpo, sino de  experiencias mentales.
  Wenceslao  Castañares afirma que la realidad virtual tiene como objetivo: “aislar a los usuarios del contexto físico  […] y bombardearlos con una serie de estímulos producidos por imágenes […]”14.  Este sistema también se encuentra presente en las redes sociales como Facebook  que han modificado las formas de interacción entre los seres humanos, ofreciendo  una sociabilización virtual apoyada en el texto y, esencialmente, la imagen  fotográfica como demuestra nuestra primera presentación en dicho espacio a  través de una imagen principal denominada imagen de perfil. 
  Mediante  la observación de los dobles fotográficos se establece un puente que conecta el  pensamiento del individuo (referente) sobre sí mismo con la imagen que se  proyecta de él. De esta forma, mediante la contemplación de nuestro doble  fotográfico se enlaza el fenómeno físico con el discurso metafísico. 
  En  la red social Facebook, las imágenes fotográficas suponen una especie de  pantalla seductora que se exhibe ante los demás y que dictamina lo que los demás  deben pensar de nosotros. Esta seducción de la identidad construida a medida,  ha alcanzado tal relevancia que ha podido modificar la manera de entender nuestras  vidas en un paso que consideramos fruto de una transformación de la sociedad  espectáculo. Para defender esta teoría nos apoyamos en los textos de la  antropóloga Paula Sibilia que versan sobre la crisis de la intimidad y de entre  los que destacamos la siguiente afirmación:
  No  se trata de meras “evoluciones” o adaptaciones prácticas a los medios  tecnológicos que aparecieron en los últimos años. Si observamos todos esos  cambios bajo una nueva luz, lo que está ocurriendo adquiere el perfil de una  verdadera mutación: en nuestro espectacularizado siglo XXI, el juego de los  espejos y abalorios se complicó inextricablemente. En vez de reconocer en la  ficción de la pantalla –o de la hoja impresa– un reflejo de nuestra vida real,  cada vez más evaluamos nuestra propia vida según el grado en que satisface las  expectativas narrativas creadas […] Valoramos nuestra propia vida en función de  nuestra capacidad de convertirse, de hecho, en una verdadera película15.
  El  objetivo de la imagen fotográfica en las redes sociales es dar información  acerca del usuario para poder sociabilizar a través de este servicio. Sin embargo,  existen teorías críticas que se cuestionan si las redes sociales son en  realidad asociales ya que como han demostrado algunos estudios psicológicos  como el llevado a cabo por el equipo de investigación compuesto por María  Fernanda Herrera, María Paula Pacheco, Joaquina Palomar, y Daniela Zavala, la  calidad de las relaciones entre amigos y familiares de un individuo adicto a  Facebook es baja en comparación con las de un individuo que no presenta dicha  adicción16. Los  detractores de estas teorías defienden que si bien la interacción deja de ser  presencial para ser virtual, no por ser diferente tiene que ser más limitada.  Ana María Gálvez sostiene que si bien el cuerpo físico ha desaparecido, este ha  sido sustituido por el cuerpo-colectivo que “genera  sentido de realidad y compromiso” y que por lo tanto “no impide la producción de sociabilidad”17. 
  Sin  embargo, existe un consenso general acerca de la transformación que han sufrido  los conceptos de público y privado en la sociedad actual y sobre la que adquiere  un papel relevante la exhibición constante de nuestros representantes  fotográficos: “Así la espectacularización  de la intimidad cotidiana se ha vuelto habitual, con todo un arsenal de  técnicas de estilización de las experiencias vitales y la propia personalidad  para “salir bien en la foto” afirma Paula Sibilia18. Hay un movimiento migratorio de lo que  antes se consideraba privado hacia el dominio de lo público en un proceso que  los expertos denominan extimidad (exteriorizar lo íntimo)19. No  obstante, también mantenemos una posición escéptica y después de toda esa  efusividad visual, sentimos miedo de quién podría ver qué y de quién podría  hacerse con tal información. Esto significa que aún mantenemos un concepto de  privacidad, aunque alterado de alguna forma.
  La  representación como narración fotográfica de nuestra vida, nace con la  predisposición de que va a ser mirada, lo que resta naturalidad a las  interacciones y genera, en ocasiones, falta de confianza en la veracidad de la  información. Estas relaciones sociales se vuelven más premeditadas mediante la  elección de fotografías, eliminando la espontaneidad de un gesto en una  interacción física. Los dobles fotográficos virtuales permiten así una  representación “mejorada” de nosotros mismos. No sólo se escoge sino que además  está disponible veinticuatro horas en un espacio en el que no es necesario que  el usuario esté conectado. La información es inmediata. Pero además de la  modificación que sufre la información mediante la selección de fotografías, la  información puede someterse a cambios posteriores a su puesta on-line. El usuario está siempre en  construcción y puede eliminar fotografías antiguas intentando hacer desaparecer  experiencias y partes de su vida que quizás pretende olvidar o que prefiere que  nuevas amistades no conozcan. En Facebook, también existe la posibilidad de  disminuir el círculo que tiene acceso a determinadas imágenes, pudiendo así  conformar diferentes experiencias según el público al que el usuario permita el  acceso. Se demuestra, así, que el usuario tiene abierto un sinfín de  posibilidades de auto-representación en un único perfil de las redes sociales  tipo Facebook.
4. Implicación artística en los discursos críticos  acerca de la identidad virtual, la fotografía y la red social Facebook.
  Debido al interés antropológico y  sociológico que han despertado las redes sociales en torno al concepto de  identidad, tema basal de la cultura visual contemporánea, son bastante frecuentes  las manifestaciones artísticas que reflexionan al respecto tanto fuera como  dentro del mundo on-line. Sin  embargo, en esta investigación nos hemos centrado en aquellas obras producidas  en y para internet que utilizan las herramientas de Facebook para introducir  críticas acerca de dicho espacio.
  En  el marco del Net.art 2.0, querríamos destacar la obra Lovely Faces (2011) de Paolo Cirio y Alessandro Ludovico. Para su  realización, estos artistas robaron 250.000 fotografías de perfiles de Facebook  para crear con ellas un falso portal de citas igualmente denominado Lovely Faces. Una vez se hicieron con las fotografías, asignaron nuevas  identidades a esas personas y a través de un programa de reconocimiento facial,  describieron a los nuevos personajes según sus rasgos con adjetivos como amable, dulce, engreído, etc. Este proyecto pretendía denunciar la facilidad con la  que podemos extraer información personal de otros individuos y utilizarla para  fines diferentes mediante su descontextualización, además de reflexionar sobre  cómo la imagen fotográfica del perfil de Facebook puede pertenecer a cualquier  otra identidad diferente a la de origen a través de su recontextualización.
  Tras  cerrar los perfiles de Cirio y Ludovico quedándose con toda su información  personal, Facebook ha amenazado con acciones legales por lo que el portal Lovely  Faces se encuentra “en mantenimiento”. No obstante, en la plataforma Face  to Facebook, todo el proceso ha sido registrado y se puede visitar  actualmente20.
  
  Dentro  del Net.art 2.0, y bajo lo que definimos como Facebook art (aquellas  manifestaciones creativas con intencionalidad artística generadas en y para  Facebook), destaca la artista brasileña Lais  Pontes con su Project Born Nowhere (2011) (ver fig.1).  Pontes utiliza la imagen fotográfica  para generar a partir de su rostro, diversos retratos mediante manipulación  digital, cuyos rasgos y accesorios confieren diversas personalidades a la mujer  retratada y dando un paso más allá respecto a las obras de Cindy Sherman y  ORLAN 21.
  Estas  fotos se fueron publicando en la página de Facebook del proyecto invitando al  resto de usuarios a comentar y describir qué tipo de identidad les sugería cada  fotografía a través de las siguientes preguntas: “Who is she? What's  her name? Job? Personality? Age? Single? Married? Hobby? What do you think  about each one?” (“¿Quién es ella? ¿Cuál es su nombre?  ¿Trabajo?¿Personalidad? ¿Edad? ¿Soltera? ¿Casada? ¿Hobby? ¿Qué piensas acerca  de cada una?”)22. Tras las intervenciones de los usuarios  la artista realizó breves descripciones de cada personaje combinando las  diversas aportaciones de los visitantes del proyecto. De esta forma, la  identidad se convierte en un concepto moldeado por unas estudiadas y  escenificadas fotos de perfil en conjunción con lo que los demás creen de estas  mujeres a través de sus fotografías. 
El  perfil de Facebook de la artista Intimidad Romero también fue creado con  propósitos artísticos (ver fig.2)23.  En este, la artista utiliza un espacio de exhibición por excelencia como es  Facebook para hacer reflexionar acerca de la relación entre identidad,  intimidad, privacidad y anonimato. Para ello, su rostro y el de todos aquellos  que salen en las fotografías publicadas en su perfil, son distorsionadas  mediante píxeles subvirtiendo los procesos de formación de identidad a través  de la imagen que Facebook fomenta. Romero afirma que “Facebook es algo  esquizoide como la realidad social del momento. Creo, que por un lado intenta  mantener y proyectar una imagen de alto nivel de privacidad, pero por otro  pretende que les ofrezcas todo lo tuyo sin condiciones”24.  A través de su perfil no hay forma de conocer su rostro ni el de sus amigos,  generando cierta frustración en el visitante que no logra saciar su curiosidad  y que se siente incapaz de ubicar la vida de Intimidad fuera de la virtualidad  del pixel.
  Además  de los perfiles que se centran en el tema de la identidad a través de la imagen  fotográfica, también existen piezas de Facebook art que reflexionan acerca del  proceso de construcción de la identidad virtual a través de la conjunción de  las manifestaciones fotográficas y textuales. Ejemplos de ellos son el ya  citado Project Born Nowhere y el proyecto performativo titulado Facetbook  (2010) de la artista Liz Filardi25.
  Para  su desarrollo, Filardi utilizó su perfil para publicar información personal que  cada cierto tiempo iba eliminando y reconstruyendo, generando con cada nuevo  periodo de publicaciones, nuevas personalidades. Antes de eliminar la  información, Filardi guardaba una versión plana de estos perfiles que publicaba  a modo de link en la sección prefijada “About me” (“Sobre mi”). Esta artista  fue creando personalidades variadas a través de un mismo perfil,  desestabilizando cualquier idea consolidada que el espectador/usuario pudiera  tener sobre ella y dándole la oportunidad de comparar su “versión actual” con  su “versión anterior” a través de un enlace. Se trataba de mostrar la facilidad  con la que generamos personajes virtuales de nosotros mismos. La identidad en  este medio se convierte en el resultado de decisiones a medida acerca de qué  publicamos y qué no. Por tanto, los cambios que se producen en una personalidad  ya no tienen que ser el resultado de un proceso en el que influyen experiencias  personales, sino que pueden darse de forma brusca e instantánea si el usuario  así lo desea. Por otro lado, también denuncia la facilidad con la que todos  esos datos personales pueden ser copiados por cualquier usuario, pudiendo ser  poseedor de la información que fundamenta nuestra identidad virtual en un momento  dado.
  Más enfocada a la construcción de identidad a través del texto  encontramos la performance de Rachel Perry Welty realizada en 2009 que  consistía en subir un nuevo estado en Facebook cada minuto durante dieciséis  horas26.  A través de estas acciones la artista pretende aludir a los procesos de  fabricación de identidades, que con cada nuevo mensaje va integrando nueva  información sobre nuestra identidad virtual en continuo desarrollo. Por otro  lado también alude a la idea de la información inmediata, al usuario conectado,  aunque ausente físicamente, y a su necesidad de estar constantemente mandando,  al resto de usuarios, manifestaciones del Yo. Esta pieza fue diseñada para la exhibición  Status Update que instaló un Iphone en la pared que permitía la visualización  de estas acciones desde el espacio físico de una sala expositiva. 
  5. Conclusiones:
  El  sentido de la vista está siendo alimentado de forma asfixiante por una sociedad  (ya la denominemos espectáculo, de la imagen o de la información) que debido a  este afán de incrustar imágenes en el individuo-espectador, genera nuevas  alteraciones en el comportamiento del ser humano. Los componentes de la  sociedad se han convertido en un público general y desindividualizado que  reciben esa alimentación visual exagerada y responden con movimientos  convulsivos, de forma inconsciente en la mayoría de los casos. Cada día es más  común encender diferentes medios de comunicación nada más levantarnos. Mientras  paseamos o conducimos, nuestro ojo recorre cientos de imágenes construidas. La  imagen es el centro de innumerables actividades cotidianas. Por ello, al  individuo original o referente se le impone un doble-imagen para una  sociedad-público en la que habita. Este doble-imagen ofrece una solución a la  demanda insaciable del ojo social, no obstante, es frecuente que el individuo  observe en su doble a un “yo-otro” impuesto, que puede desencadenar alteraciones  de identidad. Además, las imágenes mediatizadas suelen ser el resultado de una  puesta en escena, de una situación artificial y forzada. Debido a esto, a una  gran velocidad propiciada por el desarrollo tecnológico, hemos ido abandonando  lo natural y espontáneo hasta el punto de retirar de la escena nuestro cuerpo (material  que no siempre puede controlarse) para llegar a sociabilizarnos a través de imágenes  virtuales. Las redes sociales se establecen como un lugar seguro dónde mostrar  lo que los demás quieren ver a través de otro doble (fotográfico y textual)  voluntariamente construido por el sujeto espectacular que adquirirá el  apelativo de usuario. Esto supone que para la creación de este doble virtual se  ha tenido que experimentar un doble proceso de distanciamiento entre el  individuo original y el virtual. No existen comunicaciones directas entre ambos  ya que en la transición nos tropezamos con el doble-imagen impuesto por la  sociedad espectáculo (referenteàdoble espectacularàdoble virtual). La  extrañeza ante el “yo-otro” se acrecienta duplicando los efectos perturbadores  de este y las crisis identitarias. 
  Si bien el tema de la identidad  viene siendo muy explotado artísticamente tanto dentro como fuera de la red,  parece que las estrategias de sociabilización de los espacios 2.0 exigen nuevos  planteamientos al respecto. El arte no ha ignorado ese requerimiento y ya  ofrece en los propios espacios de análisis obras que, en ocasiones, necesitan  de la intervención del resto de usuarios para ir moldeando identidades  “personales”.
  Creemos que, puesto que la identidad  tiene fuertes influencias sociales, es lógico que aquellos miembros que forman parte  del contexto social de estas “identidades virtuales artísticas” se vean  implicados en la configuración de las particularidades que determinarán su  personalidad. Participar en obras de tales características permite actuar  conscientemente en la formación de la identidad de otro, haciendo reflexionar  acerca de cómo, constantemente, lo hacemos sin conocimiento de causa en todos los  procesos de sociabilización.
  Actualmente,  las manifestaciones artísticas en las redes sociales son una práctica emergente  y las obras en dicho espacio que versan sobre identidad fotográfica parecen  escasas. No obstante, debido al fuerte impacto social que siguen generando y  todas las problemáticas sociológicas que desencadenan, se prevé una  proliferación de este tipo de obras, surgiendo nuevos precedentes artísticos  que nos ayuden a cuestionarnos ciertos aspectos sobre estas redes y enriquezcan  nuestras perspectivas.
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2 F.J.PÉREZ LATRE, “Las nuevas redes sociales, ¿moda o revolución?”. Nuestro Tiempo: Revista Cultural y de cuestiones actuales de la Universidad de Navarra, nº 660 (2010). [Consulta en línea] <http://www.unav.es/nuestrotiempo/es/temas/las-nuevas-redes-sociales-moda-o-revolucion> [Consultado: 03/07/2012].
3 REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario de la lengua española, 22ª ed. Madrid: Espasa, 2001. Acepción de “imagen pública”.
4 Ibid., Acepción de “opinión pública”.
5 G.DEBORD, La sociedad del espectáculo. Documento archivado por la revista Observaciones filosóficas. Traducción: José Luis Pardo. 1967. [Consulta en línea] <http://www.observacionesfilosoficas.net/download/sociedadDebord.pdf> [Consultado: Noviembre 2011] p. 2.
6 Ibid., p. 4.
7 A.PANTOJA CHAVES, “La sociedad de la imagen. la fotografía como recurso para la memoria histórica”. I Encuentro de Jóvenes Investigadores en Historia Contemporánea de la Asociación de Historia Contemporánea. Zaragoza, 26, 27 y 28 de septiembre de 2007 / coord. por Oscar Aldunate León, Iván Heredia Urzáiz, 2008, p. 10.
8 C.ROSSET, Impressions fugitives: l’ombre, le reflet et l’écho. Paris, Éditions de minuit, 2004, p. 11.“Mi imagen no refleja mi persona: la es. No una imagen parecida a mí, sino una sola y misma imagen, un único y mismo objeto.”(Traducido por la autora).
9 G.Debord, ob.cit., p. 30.
10 E.DE DIEGO, No soy yo. Autobiografía, performance y los nuevos espectadores. Madrid. Siruela, 2011, p. 23.
11 M.A.HERNÁNDEZ NAVARRO, La so(m)bra de lo real: el arte como vomitorio. Valencia, Diputación de Valencia, 2006. p. 14.
12 Ibid.
13 W.LIESER, Arte digital. s.l. Ed. h.f.ullmann, 2009, p. 105.
14 W.CASTAÑARES, “Realidad virtual, mímesis y simulación”. Cuadernos de información y comunicación, nº 16 (2011), (pp. 59-81), p. 63
15 P.SIBILIA, La intimidad como espectáculo. Buenos Aires, Fondo de cultura económica, 2009, p. 60.
16 M.F.HERRERA HARFUCH; M.P.PACHECO MURGUÍA; J.PALOMAR LEVER Y D.ZAVALA ANDRADE, “La Adicción a Facebook relacionada con la baja autoestima, la depresión y la falta de habilidades sociales”. Psicología Iberoamericana, Vol.18, nº1 (2010), (pp. 6-18), p. 15.
17 A.M.GÁLVEZ MOZO, “Sociabilidad en pantalla. Un estudio de la interacción de los entornos virtuales”. AIBR: Revista de Antropología Iberoamericana, nº Especial (nov-dic 2005), p. 1.
18 P.SIBILIA, ob. cit., p. 60.
19 C.PÉREZ-LANZAC,  “Tu extimidad contra mi intimidad”. El País, 24 de marzo de 2009 [Consulta en línea]
      <http://elpais.com/diario/2009/03/24/sociedad/1237849201_850215.html> [Consultado: 07/07/2012].
20 Face to Facebook. [Consulta en línea] <http://www.face-to-facebook.net/> [Consultado: 18/12/2011].
21 R.BOSCO; S.CALDANA, “El rostro de las redes sociales”. El País. 07 de Mayo de 2012. [Consulta en línea] <http://blogs.elpais.com/arte-en-la-edad-silicio/2012/05/el-rostro-de-las-redes-sociales.html> [Consultado: 10/05/2012].
22 L.PONTES, Project Born Nowhere. [Consulta en línea] <https://www.facebook.com/Project.Born.Nowhere#!/media/set/?set=a.267787206572540.71764.267781766573084&type=3> [Consultado: 10/05/2012]. (Traducido por la autora).
23 I, ROMERO; I. Perfil de Facebook. [Consulta en línea] <https://www.facebook.com/intimidadromero?ref=ts&fref=ts> [Consultado: 10/05/2012].
24 R.BOSCO; S.CALDANA, “El rostro de …” ob. cit.
25 L.FILARDI, Facetbook. [Consulta en línea] <http://lizfilardi.com/work/facetbook/> [Consultado: 10/05/2012].
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