Vilnia Elena Galán Rivas
Universidad de Holguín, Cuba
vgalanr@vru.uho.edu.cuRESUMEN
El presente trabajo tiene como objetivo demostrar la necesidad de una educación ambiental empresarial desde la óptica de la economía política y sus funciones como ciencia para lograr una adecuada relación entre economía y medio ambiente. La educación ambiental de la fuerza de trabajo es clave para que, durante el proceso de reproducción de la misma, exista plena correspondencia entre el ejercicio de su existencia y el respeto a la naturaleza. En el desarrollo de la misma utilizamos el método de análisis – síntesis para la caracterización del objeto y campo de acción de la investigación, el método sistémico – estructural – funcional en la explicación del objeto de la investigación y la modelación del campo de acción.
Palabras Claves: educación ambiental, economía política, Naturaleza, empresas, agentes económicos.
ABSTRAC
The present work has as objective to demonstrate the necessity of a managerial environmental education from the optics of the political economy and its functions as science to achieve an appropriate relationship between economy and environment. The environmental education of the work force is key so that, during the process of reproduction of the same one, exist full correspondence between the exercise of its existence and the respect to the nature. In the development of the same one we use the analysis method - synthesis for the characterization of the object and field of action of the investigation, the systemic method - structural - functional in the explanation of the object of the investigation and the modelación of the action field.
Para citar este artículo puede uitlizar el siguiente formato:
Vilnia Elena Galán Rivas (2016): “El proceso de acumulación capitalista y la necesidad de la educación ambiental para las empresas”, Revista Atlante: Cuadernos de Educación y Desarrollo (enero 2016). En línea: http://www.eumed.net/rev/atlante/2016/01/empresas.html
INTRODUCCIÓN
La concepción del desarrollo económico y social que ha prevalecido ha estado basada en la maximización de los procesos productivos, el afán por obtener un excedente cada vez mayor y el énfasis en un crecimiento a nivel cuantitativo creando serias desproporciones en los ecosistemas. Cada problema ambiental está relacionado, en mayor o menor medida, con el crecimiento económico, y al ser ellos un resultado de la concepción de desarrollo prevaleciente, limitan los ritmos de crecimiento presentes y futuros, en términos de generación de riquezas.
La relación economía-medio ambiente exige buscar una solución perentoria e impostergable. Resulta pues de vital importancia incidir en la relación existente entre la utilización de la fuerza de trabajo y los recursos que toma de la naturaleza para transformarlos en el proceso de producción a través de la capacitación del hombre en tanto que fuerza productiva fundamental de la sociedad. Debido a que el proceso de valorización del capital atenta desmedidamente contra el ritmo de reposición de los recursos naturales el objetivo del presente trabajo es el de demostrar la necesidad de una educación ambiental para las empresas desde la óptica de la economía política marxista leninista y sus funciones como ciencia para lograr una adecuada relación entre economía y medio ambiente. Por ello la educación ambiental de la fuerza de trabajo es clave para que, durante el proceso de reproducción de la misma, exista plena correspondencia entre el ejercicio de su existencia y el respeto a la naturaleza.
Es por ello que podemos hablar de una insuficiente conciencia ambiental de la empresa, como agente económico, resultado de la falta de educación ambiental, lo que limita avanzar hacia escenarios más sostenibles en su desempeño.
DESARROLLO
El estado de degradación ambiental y social que vive la humanidad del siglo XXI es el resultado de la suma de problemas generados por el modelo de desarrollo económico social prevaleciente y que afecta al ámbito nacional, regional y local. El actual desarrollo científico técnico que ha alcanzado la humanidad no asiste de forma total a la solución de los problemas ambientales, económicos y sociales que afectan a la misma, pues no se ha logrado satisfacer las necesidades básicas de la inmensa mayoría de la población mundial. Los problemas socioeconómicos y ambientales se agravan cada vez más, siendo los países subdesarrollados los más afectados. A pesar de no haber contribuido todos de la misma forma a la generación de estos problemas la responsabilidad de resolverlos debe ser preocupación de toda la comunidad internacional y exige de un comportamiento diferente al que hasta el momento se ha tenido, por lo que la divulgación de estos hechos sería muy útil en esta dirección.
La solución de la crisis debemos buscarla nosotros mismos, logrando la vinculación de los aspectos físicos, biológicos, sociales y económicos de cada grupo humano, de forma tal que el conocimiento de los problemas ambientales que afectan a la humanidad nos conduzca por el camino de la reflexión, y el debate cambiando nuestra actual forma de pensar por una que nos permita actuar. Este proceso tendrá lugar a través de la educación ambiental ( EA), una educación para el desarrollo sostenible, que nos permita no solo resolver los problemas existentes sino también la prevención de los mismos, que este dirigida al individuo, la familia, la comunidad, es decir a toda la sociedad, pero sobre todo dirigida a los agentes económicos, en especial la empresa.
Nuestro país no se encuentra ajeno a los problemas que enfrenta hoy día el planeta y a pesar del desarrollo de acciones encaminadas a la protección y conservación del medio ambiente persisten problemas como la degradación de los suelos, la contaminación de las aguas terrestres y marinas, la deforestación, perdida de diversidad biológica y el deterioro del saneamiento y las condiciones ambientales de los asentamientos humanos.
Los actuales problemas medioambientales que afectan al planeta, resultado en buena medida de los irracionales patrones de producción y consumo de los agentes económicos en especial del agente económico empresa necesitan con urgencia de soluciones rápidas y eficaces. Para ello se hace necesario vincular los procesos educativos a la solución de estos problemas.
En la época actual, la educación representa una alternativa ante la realidad ambiental que afecta al planeta. Existen algunas acciones dirigidas a la conservación del medio ambiente, sin embargo a pesar de esto es insuficiente la conciencia ambiental de los agentes económicos, tanto en el ámbito nacional e internacional, y esto obedece, entre otras cosas, a que la educación ambiental está, por lo general, dirigida a los agentes sociales y no a los económicos los cuales son: el sistema de la administración y gestión públicas (los gobiernos locales), los protagonistas del proceso de producción (las empresas) y las unidades familiares que consumen y ahorran (las economías domésticas). En el mejor de los casos existen cursos de capacitación para el sector empresarial, como acciones aisladas que tributan a la educación ambiental de este agente. Por ello la educación ambiental de la fuerza de trabajo es clave para que, durante el proceso de reproducción de la misma, exista plena correspondencia entre el ejercicio de su existencia y el respeto a la naturaleza.
Para comprender la estrecha relación entre la producción de carácter capitalista y la degradación acelerada del medio ambiente remitámonos a los clásicos marxistas. Ya lo adelantaba Federico Engels en su artículo “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre” cuando afirmaba: “El trabajo es la fuente de toda riqueza, (…) Lo es, en efecto, a la par que la naturaleza, proveedora de los materiales que él convierte en riqueza.”1 En este punto Engels apunta que sin los recursos que provienen del entorno resulta imposible generalizar la riqueza de una sociedad, e incluso producirla.
Pero, más adelante avizora el trágico desenlace de ignorar a la madre natura: “El hombre (…) modifica la naturaleza y la obliga así a servirle, la domina. Y esta es, en última instancia, la diferencia esencial que existe entre el hombre y los demás animales, diferencia que, una vez más, viene a ser efecto del trabajo.”2 Sí, lo que nos hizo separarnos de los monos y liderar la cadena alimenticia fue aprender el proceso de trabajo, pero hacerlo sobre la base del respeto a los medios que tomamos del medio ambiente.
Decía Carlos Marx que: “El trabajo es, en primer término, un proceso entre la naturaleza y el hombre, proceso en que éste realiza, regula y controla mediante su propia acción su intercambio de materias con la naturaleza. En este proceso, el hombre se enfrenta como un poder natural con la materia de la naturaleza. (…) Y a la par que de ese modo actúa sobre la naturaleza exterior a él y la transforma, transforma su propia naturaleza, desarrollando las potencias que dormitan en él y sometiendo el juego de sus fuerzas a su propia disciplina”. 3
Este proceso de transformación iniciado con la aparición del Homo Sapiens se fue operando paulatinamente a todo lo largo de la historia de la humanidad alcanzando su punto más álgido a finales del siglo XVIII e inicios del XIX con el desarrollo de la Revolución Industrial Inglesa y su posterior difusión al resto de los países más adelantados de la época. A partir de entonces la marcha de los progresos técnicos en función de la obtención desmedida de plusvalía se hizo indetenible.
Durante el proceso de producción los hombres establecen relaciones sociales pues no pueden actuar en él de forma aislada. Es así, y solo así, que establecen un incesante intercambio de actividades entre ellos mismos y la naturaleza. Estas relaciones establecidas estarán en correspondencia con el grado de desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas, es decir por la constante renovación de la base técnica material con que cuenta la sociedad para sostener su vida económica.
Al decir de Marx: “Lo que distingue a las épocas económicas unas de otras no es lo que se hace, sino el cómo se hace, con qué instrumentos de trabajo se hace. Los instrumentos de trabajo no son solamente el barómetro indicador del desarrollo de la fuerza de trabajo del hombre sino también el exponente de las condiciones sociales en que se trabaja.”4
Profundicemos más aún. En su “Introducción a la Dialéctica de la Naturaleza”, Engels critica la visión antropocéntrica de los padres de las ciencias naturales al comentar que: “(…) lo que caracteriza mejor que nada este período es la elaboración de una peculiar concepción general del mundo, (…) la idea de la inmutabilidad absoluta de la naturaleza. (…) En oposición a la historia de la humanidad, que se desarrolla en el tiempo, a la historia natural se le atribuía exclusivamente el desarrollo en el espacio. (…)” 5 Por ello es que afirma más adelante que en dicha noción existe una verdadera “(…) contradicción entre la (…) concepción de que la naturaleza (…) existe simplemente, sino que se encuentra en un proceso de devenir y de cambio.”6
Esto lleva a Engels a concluir sus ideas acerca de las características de la relación hombre naturaleza: “En los países industriales más adelantados hemos sometido a las fuerzas de la naturaleza, poniéndolas al servicio del hombre; gracias a ello hemos aumentado inconmensurablemente la producción, (…) Pero, ¿cuáles han sido las consecuencias de este acrecentamiento de la producción? El aumento del trabajo agotador, una miseria creciente de las masas y un crac inmenso cada diez años. Darwin no sospechaba qué sátira tan amarga escribía de los hombres (…) cuando demostró que la libre competencia, la lucha por la existencia celebrada por los economistas como la mayor realización histórica, era el estado normal del mundo animal.”7
Y al propio tiempo propone la alternativa: “Únicamente una organización consciente de la producción social, en la que la producción y la distribución obedezcan a un plan, puede elevar socialmente a los hombres sobre el resto del mundo animal, del mismo modo que la producción en general los elevó como especie.”8
En pleno siglo XIX los genios de la teoría marxista alcanzaron a comprender el triste derrotero al que se enfrentaba el medio ambiente fruto de la explotación capitalista. Una cita aparecida en el capítulo VIII del tomo I de “El Capital” resulta lapidaria y concluyente: “La producción capitalista sólo sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso social de producción socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el hombre.” 9
Para entender lo planteado por Marx, es preciso que viajemos en el tiempo y retornemos al punto en que atendiendo al proceso evolutivo seguido por la historia de la sociedad los medios de producción se vieron separados de los productores directos y el hombre se vio obligado a vender su fuerza de trabajo para poder obtener los medios de vida necesarios para él y para su familia, es decir, el momento en que la fuerza de trabajo se convirtió en mercancía, pero no una mercancía cualquiera, sino en una muy especial cuyo valor de uso posee la cualidad de ser fuente de valor, cuyo valor de uso es el mismo trabajo, pero cuyo valor se resume al valor de los medios necesarios para reponer las energías físicas y mentales que permiten brindar dicho valor de uso, que posibilitan trabajar.
Esto es justamente lo que incita al capitalista a impulsar sus procesos productivos: la mercancía fuerza de trabajo posee la capacidad, cuando el capitalista consume su valor de uso, de transferir íntegramente el valor pretérito de los medios de producción (capital constante), de mantener su valor como parte integrante del capital (capital variable) y de crear un valor adicional (plusvalía). Dicho valor adicional es apropiado legalmente por el capitalista que cumple con su deber de pagar el valor de la mercancía fuerza de trabajo. La plusvalía, que es creada durante el tiempo de trabajo adicional una vez que el obrero ha producido mercancías por el valor de lo que el capitalista le paga como valor de su fuerza de trabajo10 en el tiempo de trabajo necesario, se convierte pues en el objetivo primario de la producción capitalista; y la obtención de esa plusvalía en una escala cada vez mayor, en la meta del sistema.
El capital para su existencia necesita del obrero, es decir, de su fuerza de trabajo. Sin ella no podrá jamás valorizar el valor y obtener un valor adicional. Al mismo tiempo el obrero necesita del capital, es decir, del capitalista que personifica al capital. Sin él no podrá vender su fuerza de trabajo y no podrá, una vez que reciba el valor de la mercancía especial que ha vendido en forma de salario, satisfacer las necesidades de subsistencia de él y su familia. Esta estrecha relación entre el trabajo y el capital se exterioriza a través de la supeditación real del trabajo al capital. Esta supeditación encierra en sí mima la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción.
Justamente en el capítulo XXIII de “El Capital” Marx analiza la Ley General de la Acumulación Capitalista y demuestra cómo las relaciones de producción capitalistas se convierten en un freno para el desarrollo de las fuerzas productivas. Si coincidimos con el pensamiento marxista entonces afirmaremos que la solución definitiva de esa contradicción ha de encontrase en el desarrollo de una revolución social que permita dar el salto hacia una sociedad mejor, post capitalista y antagonista de esta por fuerza. No hay más alternativa que cambiar el orden económico y social vigente en nuestros días. Solo así será posible lograr el tan deseado equilibrio hombre-naturaleza.
Dejemos a un lado el vistazo al siglo decimonónico y detengámonos en el siglo actual. Encontraremos que el fenómeno antes descrito persiste bajo nuevas formas. Ahora bien, la esencia de la producción capitalista del presente continúa siendo la valorización del valor, es decir la obtención de plusvalía en un rango creciente. El sistema capitalista ha optado por otros mecanismos, pero las contradicciones se encuentran latentes.
La historia de nuestra civilización se encuentra matizada por una serie de fenómenos como el creciente proceso de internacionalización del capital, derivado en un proceso denominado globalización, entendida como internacionalización de las relaciones capitalistas de producción, y que es al propio tiempo la extensión a escala planetaria de los patrones de producción y consumo agresivos para con el entorno. La globalización de nuestros días es una globalización capitalista y por demás neoliberal, y ha contribuido a acelerar el deterioro de los ecosistemas.
La globalización capitalista se ha basado en la explotación indiscriminada del entorno para garantizar la expansión acelerada de los procesos productivos. Junto a la idea de vivir en una aldea global, el modelo neoliberal ha propalado el concepto de que nuestros recursos naturales son inagotables, lo que le ha permitido, bajo el bálsamo del progreso científico técnico abusar hasta lo inverosímil de la naturaleza, regando pobreza y hambre en los países de la periferia. La globalización capitalista pues, ha profundizado la cultura del consumismo desmedido junto a la cultura del uso indiscriminado de los bienes naturales. La escasez y el agotamiento de los recursos se deben, en gran medida, a las formas de producción y patrones de consumo de los países industrializados y de los grupos privilegiados de la sociedad.
La irracional explotación capitalista del entorno que nos rodea ha generado la agudización de una crisis ambiental planetaria a partir de los años 50 del siglo XX, guiada de la mano por la expansión capitalista desmedida.
Lamentablemente las soluciones hasta hoy se han limitado a realizar cambios de tecnología, a establecer regulaciones más estrictas, a cobrar impuestos por contaminar o a conceder subvenciones a quien produzca bienes ecológicos. Sin negar el limitado éxito de estos intentos la situación ambiental del planeta es cada vez peor.
Junto al cambio social global que implica la consolidación del sistema capitalista como un sistema mundial, que alienta los procesos intensivos de crecimiento económico y demográfico, tejiendo una poderosa red de interdependencias entre naciones y mercados, ha venido experimentándose otro cambio mucho más peligroso, el cambio climático, que amenaza con barrer de la faz de la Tierra todo vestigio de vida en algo menos de dos siglos.
La presión enorme y asfixiante de la minoría que porta el poder en el mundo acentúa la tendencia del capitalismo de destruirlo todo a su paso. Los países periféricos precisan la entrada de capitales blandos a sus deterioradas economías. La concertación de canje de deuda externa por naturaleza ha ofrecido en bandeja dorada los enormes y poco explotados recursos de las naciones pobres a las fauces insaciables de las empresas trasnacionales. La necesidad de dar trabajo a millares de desempleados en los países subdesarrollados obliga a los gobernantes a permitir la instalación de industrias contaminantes que aprovechan al máximo los bajos costos productivos y salariales.
La lógica capitalista es simple, si la meta suprema es maximizar los beneficios y la globalización unida al creciente proceso de privatización permite el libre flujo de los capitales de un rincón del globo terráqueo al otro, pues los empresarios preferirán aquellos sitios donde sus costes de producción sean menores, donde pueda explotar “legalmente” al obrero y al entorno. Verdaderas subastas de naturaleza donde ofreces poco y obtienes mucho.
Por otra parte la práctica neoliberal de tratamiento al entorno solo se ha limitado a explotarlos indiscriminadamente y a intentar mitigar algunos daños una vez que ya están causados. Incluso las políticas rigurosas aplicadas en Europa han obligado a las empresas a radicar sus plantas en los países en desarrollo. La idea es favorecer a los países de la periferia, con un desarrollo al alcance de sus manos, proponiéndoles a cambio que usen como ventaja comparativa la destrucción de su ambiente natural y humano.
Los factores biofísicos del medio ambiente condicionan el desarrollo de la producción y de la economía, pues garantizan la provisión de recursos para los procesos productivos y la recepción de residuos, tanto de los recursos materiales (objetos y medios de trabajo), como de las condiciones necesarias para la reproducción de la fuerza de trabajo.
Como vemos los problemas ecológicos que afectan hoy en día a la humanidad son resultado, en buena medida, de la acumulación del capital. La economía, cuya esencia misma está en el proceso de producción, se sustenta en la actividad de intercambio del hombre con la naturaleza. Producir significa crear los bienes materiales y los servicios necesarios para la existencia y el desarrollo de la sociedad, y presupone los medios de producción y la fuerza de trabajo.
La cantidad y calidad de materias primas (como objeto de trabajo), las características de los suelos, el tipo de clima, el agua y el aire, por citar algunos ejemplos, son factores biofísicos del medio ambiente que influyen en el nivel de productividad del trabajo de cualquier sector de la economía. Por otro lado, el hombre, portador de la fuerza de trabajo, en tanto especie, es parte de la naturaleza y resultado de su estrecha conexión con el medio natural que lo rodea.
La optimización de los procesos productivos, el afán por obtener un excedente cada vez mayor y el énfasis en el crecimiento cuantitativo, ha creado serias desproporciones en los ecosistemas, ocasionando un desequilibrio entre la actividad del hombre y su entorno.
La errónea idea de que la naturaleza y sus recursos eran ilimitados, así como la aplicación de un modelo insostenible, desigual y perjudicial para la naturaleza, encaminado a la búsqueda del crecimiento económico, sin tener en cuenta su incompatibilidad con el ritmo de regeneración de los recursos naturales renovables y la imposibilidad de reposición de los recursos no renovables, unido a la creciente emisión de residuos, sin tener en cuenta la capacidad de carga de los ecosistemas, están estrechamente ligados al fin supremo de la producción capitalista: la valorización del valor en una escala cada vez más creciente.
La actual situación medioambiental que afecta al planeta necesita de la concientización e implicación de toda la comunidad internacional, es decir de los agentes económicos y sociales, en especial, del agente económico empresa y gobierno. A la empresa porque le corresponde tomar las decisiones en cuanto a la producción e inversión. Es en ella donde tiene lugar la unión de los factores productivos, lo cual significa, por tanto, que la misma protagoniza la actividad productiva y es responsable de una correcta gestión de los recursos utilizados en este proceso con vistas a conservar el entorno donde realiza su actividad.
Las mismas, como organización, tienen la capacidad de controlar todas las actividades desarrolladas en el centro de producción, los materiales empleados, las instalaciones necesarias y las operaciones externas (transporte y almacenamiento de las materias primas de los productos y de los residuos).
En el caso del gobierno su voluntad política es vital para evitar que los actuales niveles de contaminación se incrementen, pues en ellos descansa el sistema de la administración y la gestión públicas, y a ellos les corresponde el cumplimiento de las funciones económicas del Estado. El Gobierno, mediante la utilización de sus instrumentos de política, puede influir positiva o negativamente en el empleo racional de los recursos naturales, debido a su relación e influencia con o sobre los demás agentes económicos.
El hecho de que el medio ambiente constituye el sustrato biofísico de la actividad económica presupone una gestión adecuada de los recursos que nos brinda la naturaleza y requiere de la conciliación del desarrollo económico y la conservación del medio ambiente, siendo este uno de los retos a los que se enfrenta hoy en día la humanidad.
Nuestro país no se encuentra de espaldas a esta realidad y por tanto necesita al igual que el resto de la comunidad internacional de soluciones rápidas y eficaces que permitan conciliar intereses políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales requiriéndose para ello de una conducta responsable a favor del medio ambiente, sustentada en la educación medioambiental dirigida a los agentes económicos en especial la empresa.
Resulta claro que estamos ante la necesidad de un replanteamiento ético, cambiar la pautas de producción y consumos impuestas por el modelo occidental de desarrollo desde hace más de un siglo, comenzar a sentirnos como parte de la naturaleza y como seres que necesitamos de la interacción con el resto de las especies, dejar de ver al hombre como centro del planeta cambiar la visión antropocéntrica que durante los últimos años ha estado vigente a escala internacional. Cambiar la idea de que los recursos naturales son ilimitados, de que la naturaleza es un recurso al servicio del desarrollo de la humanidad. La educación ambiental se yergue como alternativa de cambio frente a la postura neoliberal de agresión al entorno.
Son las actitudes y los valores humanos los que generan que el sistema económico globalizado lleve a una crisis ambiental. Por ello incidir en los valores morales de los agentes económicos desde la educación es sino la única, al menos una de las más viables alternativas para paliar los efectos nocivos de la internacionalización del capital.
Por todo ello la educación ambiental, en cualquiera de sus formas funcionales: formal o no formal, se convierte en un instrumento vital para el logro de procesos de desarrollo sostenible, pues coloca en la mente de los individuos el enfoque que aúna actitud, conocimientos y comportamiento, no solo de las generaciones que controlan los destinos del mundo en el presente, sino también de las generaciones que detentarán el poder en el futuro.
La educación ambiental es una herramienta eficaz en la búsqueda de un desarrollo sostenible, que, mediante la incidencia en los cánones educativos pretende modificar y alcanzar conciencias éticas en los individuos. Encontrándose este proceso se encontrara en plena correspondencia con las funciones de la Economía Política Marxista –Leninista.
Debe estimular además las preferencias humanas enfatizando la conveniencia de las metas ambientales, pero también desarrollando el conocimiento necesario para que el individuo pueda concebir las consecuencias de sus actos y el coste de oportunidad asociado a sus elecciones.
comprometernos para así lograr la actuación conducirnos por el camino de la reflexión y el debate, cambiando nuestras actuales formas de pensar por una que nos permita actuar en aras de la conservación del entorno que habitamos. De ahí que la concibamos como un proceso como un proceso en el cual los agentes económicos y sociales van atravesando diferentes momentos que van desde adquirir información y conocimientos hasta lograr cambios de actitudes, formación de nuevos valores y el logro de una conducta racional que les permitan actuar adecuadamente en la utilización racional de los recursos naturales para obtener beneficios. 11
Nuestro país y nuestra provincia no se encuentran ajenos a esta abrumadora realidad medioambiental y las características específicas de nuestra realidad exige un uso racional de los recursos con que contamos, siendo este un argumento más que demuestra la necesidad e importancia de la educación ambiental para los agentes económicos en especial la empresa.
En el caso de Santiago de Cuba y sobre todo de sus empresas encontramos una serie de problemas de corte económico, social y político que vale la pena mencionar y ayudar desde la dimensión educativa a su solución.
Económicos: la actividad nociva de las empresas para con el entorno genera la inhabilitación de actividades industriales o no, con el consiguiente coste asociado a los cierres temporales, además de que las cuotas abonadas por contravenir las legislaciones ambientales se traducen en una reducción de los beneficios de las entidades al cierre de sus operaciones contables. Por último el tener que emprender acciones de saneamiento siempre origina mayores costos que los asociados a actividades profilácticas.
Sociales: la pérdida de los ecosistemas costeros ha generado la afectación directa de las poblaciones cercanas que han debido renunciar o reducir algunas de sus actividades sociales más importantes como la pesca y el ocio, con la consiguiente pérdida en sus valores alimenticios, daño a los índices nutritivos, proliferación de enfermedades asociadas a la ingesta y/o contacto con aguas y peces infectados, así como el desvío hacia actividades ilegales como alternativa de empleo.
Políticos: a pesar de que existen regulaciones en materia medioambiental, éstas no se implementan correctamente por parte de las empresas. Resulta práctica común la aplicación de soluciones parciales consistentes en multar las entidades, cuando en todas las ocasiones ellas por sí solas no cuentan con los recursos necesarios para acometer producciones más limpias sino que dependen del financiamiento de sus ministerios o casas matrices, e incluso, del apoyo decisivo de las autoridades locales.
Con relación a estos aspectos podemos decir que el no contar con un programa de capacitación dirigido a los trabajadores de estas empresas que los forme en temas relativos a la relación economía-medioambiente así como en la necesidad de contribuir a la conservación del entorno ha contribuido a cierto desconocimiento por parte de los mismos y a que no participen en la solución de problemas generados por su institución. Las empresas no desarrollan suficientes estrategias de motivación que reconozca e incentive las iniciativas viables para los programas de educación y gestión ambiental. En muchas de estas empresas hay insuficiente tratamiento y prioridad de las cuestiones ambientales por parte de los directivos y trabajadores de las empresas; existe una insuficiente conciencia y cultura medioambiental de sus trabajadores, así como una escasa coordinación e integración de las diferentes áreas para el cuidado y protección del medio ambiente.
Ello conlleva a replantearse ciertos cánones que en las condiciones actuales no pueden mantenerse. Su objetivo primario no debe ser solo la modificación de la conducta, sino también el desarrollo de competencias para la acción. Ello implicaría dejar de aceptar el pasado como medida de nuestras actividades presentes y nos llevaría a buscar visiones para el futuro. Entonces buscaríamos no solo la armonía con el entorno sino también con nuestros descendientes, al tiempo que los esfuerzos se centrarían no en preservar espacios para la conservación del medio ambiente sino en crear esos espacios.
Además se precisa de un cambio totalmente radical echar por tierra la creencia de que el hombre a través del proceso de trabajo transforma la naturaleza de acuerdo a sus intereses cuando en realidad la modifica atendiendo a la voluntad de unos pocos, recordemos la supeditación del trabajo al capital abordada con anterioridad y que en la forma capitalista de producción el proceso de valorización convierte al obrero en un simple objeto, sencillamente forma parte del capital variable.
CONCLUSIONES
Se precisa entender que el dilema no está en no alterar la naturaleza sino en no provocar cambios irreversibles, todo ello en una franca comunión donde las relaciones humanidad-naturaleza sean inseparables, y donde no solo las ciencias naturales coadyuven a preservar el entorno, sino también las ciencias sociales.
Una educación ambiental que sepa conjugar las funciones de la Economía Política como ciencia en sus propios procesos será capaz de calibrar el enorme reto que tiene ante sí: cambiar las conciencias arropadas por los patrones capitalistas de producción y consumo. Sólo así podrá convertirse en el pequeño David que aseste al inmenso Goliat del capitalismo omnívoro un convincente hondazo en sus intentos de escamotearnos nuestro verde planeta.
Se requiere de la existencia de un nuevo orden económico y social, solo entonces la educación ambiental podrá desempeñar su verdadero rol.
La conservación del medio ambiente no es incompatible con el desarrollo.
Es vital el desarrollo de una educación ambiental dirigida a las empresas uno de los máximos responsables de la crisis ambiental contemporánea.
BIBLIOGRAFÍA
1 MARX, Carlos y ENGELS, Federico. “Obras Escogidas”, Editorial Progreso, Moscú, 1971, Tomo II, Pág. 74.
2 MARX, Carlos y ENGELS, Federico. Ob. Cit., Tomo II, Pág. 83.
3 MARX, Carlos. “El capital” , Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1973, Tomo I, Pág. 139
4 MARX, Carlos. “El capital”, Ob. Cit. Pág. 142.
5 MARX, Carlos y ENGELS, Federico. Ob. Cit., Tomo II, Pág. 59.
6 MARX, Carlos y ENGELS, Federico. Ob. Cit., Tomo II, Pág. 62
7. MARX, Carlos y ENGELS, Federico. Ob. Cit., Tomo II, Pág. 69.
8 Ibídem
9 MARX, Carlos. Ob. Cit. Pág. 455. Tomo I
10 Que no es más que el valor de los medios de vida necesarios para garantizar la reproducción del obrero y su familia.
11 Elaboración propia de la autora.
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