EL FOLKLOR AFROCUBANO EN LAS MANIFESTACIONES RELIGIOSAS DE LA COMUNIDAD MOENSE
Elio Norka Góngora Arguelles
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Procedente de Europa y Estados Unidos, el espiritismo empezó a conocerse en Cuba durante la década de 1850, con lecturas del considerado el teólogo de esta doctrina, Allan Kardec, y se extendió rápidamente entre los criollos, quienes lo vincularon con las ideas liberales, modernas, no comprometidas con el colonialismo español y su impuesto catolicismo. Sin éxito, las autoridades españolas trataron de impedir la divulgación de las ideas kardecianas, que defendían la destrucción de viejas formas para el nacimiento de lo nuevo y el progreso, y se oponían a la esclavitud, mientras la Iglesia Católica condenó las prácticas del espiritismo en Instrucción Pastoral y por cuanto medio encontró a su alcance. Esa impugnación procedía no sólo de los representantes de la Metrópoli y la religión oficial, sino también de algunos intelectuales que opinaron acerca del carácter seudo científico de la doctrina, como el pensador y político Enrique José Varona cuando llamó la atención en 1880 sobre la “epidemia espiritual”. La creación de centros y sociedades, la publicación de revistas y otros textos favorecieron la difusión de la expresión religiosa, que en unos pocos años captó un buen número de adeptos de los diversos sectores sociales, tanto en las zonas rurales como urbanas. Investigadores opinaron que la difícil situación cubana, política y económica, la oposición al catolicismo oficialmente establecido, la sencillez de la ceremonia y la posibilidad de la persona de “hablar” con los espíritus directamente o a través del médium, favoreció la propagación de la doctrina. Predominó en las ciudades el espiritismo más ortodoxo, científico o “de mesa”, practicado por creyentes con algún nivel cultural, quienes se guiaban por la lectura de libros y revistas que llegaban del exterior y seguían escrupulosamente las teorías kardecianas. En las áreas de tierra adentro los adeptos, generalmente de escasa instrucción educacional, manifestaron sus “comunicaciones” con los espíritus de una forma bien distinta, lo cual dio lugar al espiritismo de cordón y al espiritismo “cruzao” o cruzado. Espiritistas aislados también desarrollaron sus propias consultas.
A los rituales tradicionales, estos creyentes incorporaron elementos del cristianismo y de las expresiones religiosas africanas, en una relación cada vez más fuertemente arraigada. Actualmente se agrupan en 186 sociedades reconocidas y en más de 200 grupos que aún no tienen esa condición. Las creencias y prácticas espiritistas se difundieron en Cuba en la segunda mitad del siglo XIX y representaron en sus inicios una nueva opción desvinculada del tradicional catolicismo y las expresiones de origen africano. En pocos años se expandió y enraizó en diversos sectores sociales, al mismo tiempo que se apartaba de la concepción original kardeciana para asumir matices y variantes que alcanzaron mayor arraigo y que constituyen variantes específicas de la fe cubana. El espiritismo tradicional se afinco específicamente en ciudades y zonas urbanas, característica que lo distingue aun hoy día. Por su parte, las formas surgidas al calor de la religiosidad de la isla encontraron primero su asiento en las áreas rurales del oriente del país y después llegaron hasta la periferia de los poblados y ciudades de esa misma región. De ahí se extendió por ultimo a toda Cuba. Los que se dedicaron a la practica del espiritismo en su forma ortodoxa se autodenominaron científicos y fueron los mas interesados en las publicaciones espiritas extranjeras que le sirvieron en sus practicas rituales. Las variantes nacionales, al mismo tiempo que se inclinaron por el uso de ideas y concepciones de la literatura religiosa, emplean en sus sesiones objetos como cruces, flores, imágenes y agua, entre otros, que le proporcionan al ritual una exteriorización de las creencias más llamativa. Entre este último grupo de practicantes se ha estructurado un cuadro conceptual que, si bien conserva elementos tradicionales que los identifica, han introducido procedentes que los diferencian en dos variantes específicas: el espiritismo "de cordón" y el espiritismo "cruzado". El nombre proviene de la forma misma de realización del culto. Si en el espiritismo científico, conocido también como "de mesa", los creyentes se sientan generalmente alrededor de una mesa para convocar a determinados espíritus y establecer comunicación con ellos, en el "de cordón" los practicantes se mantienen de pie en circulo y tomados de la mano, mientras giran en sentido contrario a las manecillas del reloj. Los seguidores de Kardec asumen una postura meditabunda, de concentración -aunque ciertos ejecutantes prefieren entonar rezos y cánticos, pero sin hacer movimientos bruscos- con lo que logran la "comunicación" deseada. En cambio, los del cordón, además de las plegarias y salmos, golpean fuertemente con sus pies en el piso y balancean los brazos en un ritmo e intensidad que van creciendo hasta lograr el trance espiritual. Como se puede apreciar, este ritual conserva, aunque simplificados, elementos de la teoría kardeciana, en incorpora otros del catolicismo y, de cierto modo, de las expresiones de origen africano -generalmente "se presentan" en sus sesiones comisiones espirituales indias (aborígenes) y africanas. Por su parte, el espiritismo conocido como "cruzado" es el resultado del sincretismo de ideas y practicas espiritistas con los credos afrocubanos, en especial la Regla Conga o de Palo Monte, y en menor medida el ingrediente del catolicismo. Es frecuente encontrar en este tipo de ritual que el médium manifieste haber recibido el espíritu de un esclavo africano, por lo general congo, y que se exprese de idéntica manera a como debió hacerlo aquel en vida. Desde este punto de vista, la conformación de las concepciones en el espiritismo cruzado se realiza principalmente a través de experiencias acumuladas empíricamente, aunque también puede darse el caso de que practicantes experimentados ayuden a descubrir sus "facultades", mediante "labor de desarrollo", a quienes comienzan.
Hay seguidores de esta variante que, cuando consideran "floja" la ceremonia, piden a los asistentes formar un cordón para fortalecer el fluido espiritual, procedimiento con el cual se afilian a los conceptos de los cordoneros. Por ultimo, falta señalar que existen en Cuba otras tendencias cuyos seguidores, adscritos o no a las variante explicadas, las combinan a titulo personal con la cartomancia, quiromancia y otras expresiones adivinatorias o mediumnicas, y encaminadas sanar enfermedades mediante ritos como la santiguación, el "despojo" (pases por el cuerpo de ramas y hierbas, y aun aves, como gallinas y palomas), entre otras.
Parte de este rico legado sociocultural puede apreciarse en museos como la Casa de África, los de Regla y Guanabacoa, así como en el museo-templo de la Asociación Cultural Yoruba de Cuba, todos en La Habana. También a lo largo del archipiélago, existen innumerables casas templos, que son utilizadas por los practicantes de estas religiones para sus actividades litúrgicas. En Cuba se celebró el Congreso Mundial Yoruba “Orisha 2003”, con la participación de representantes de esta religión de todo el orbe.
Origen: En los sucesivos grupos de africanos arrancados de su tierra para que sirvieran como esclavos en la isla de La Española (colonia francesa, el territorio que hoy ocupa Haití) entraron los de Dahomey y Togo, pertenecientes a la familia de los Fon, que trasmitieron de generación en generación las prácticas religiosas del Vodú. La sublevación de esclavos en 1791 propició el inicio de inmigraciones --que después prosiguieron por razones económicas-- hacia la región oriental de Cuba, donde se asentó esta vertiente religiosa que combina elementos del cristianismo primitivo, el catolicismo y las creencias tribales de África Occidental. Practicado por haitianos y sus descendientes en zonas orientales y camagüeyanas, el Vodú (en Dahomey vodú significa espíritu), venera a las fuerzas sobrenaturales representadas en los loas o deidades, intermediarios entre el creador (Bon Dieu), y los creyentes.
Loas y rituales: Entre los loas están Papa Legba (anciano andrajoso, guardián de los caminos, el primero que se invoca); Oggún (nombre tomado de la Regla de Ocha o Santería, patrón de los guerreros); Damballah Wedo (padre del agua); Erzili Freda o Ersulú Freda (dueña del amor) y los Masha, gemelos. Subsisten dos tipos de rituales: Petro y Rada. El primero tiene lugar con el objetivo de “hacer el daño” –-al parecer por influencia del Palo Monte o Regla Conga-- y el segundo con el propósito de hacer el bien. El Vodú concede una gran importancia a las ceremonias funerarias. Entre las festividades fundamentales se encuentra la Semana Santa, de acuerdo con el santoral católico.