2.5 Variable Religión

Contemporáneamente el aspecto religioso en el departamento de Risaralda, como en Colombia, se contextualiza en un proceso cultural de descristianización y posterior laicización del país como Estado y Nación; lo que se ha reflejado claramente a partir del año 1991 con la promulgación de la nueva carta política colombiana, la cual “rompe” el formalismo religioso que hasta entonces sostenía.

Consecuente con esta distensión jurídica de lo religioso, que se confirma con la ley 133 de 1994 referente a la libertad de culto y del ejercicio religioso en Colombia, ha venido sobreviniendo un aumento significativo de los grupos y movimientos religiosos no católicos que, sumado a la apertura socio cultural que el fenómeno de la globalización ha permitido, muestran un nuevo mapa de instituciones religiosas en el departamento de Risaralda en el que aparecen 120 grupos y movimientos no católicos aproximadamente (García y Montoya. 1999).

Esta explosión religiosa obedece de otro lado al anquilosamiento de las instituciones eclesiales tradicionales, principalmente la iglesia católica, que genera en las personas la búsqueda de formas alternas de lo religioso; lo que a su vez se conjuga con elementos de tipo psicológico que muestran aspectos de desesperanza en muchas personas frente a las condiciones socioeconómicas y los cambios culturales del tiempo actual, propiciando la inserción de dichas personas en grupos o sectas religiosas (Botero y García, 2003).

Paralelo a esa búsqueda de ideales y seguridades para la vida que tienen las personas, surgen otras corrientes espirituales alternativas, la mayoría de las cuales se inscriben en el movimiento de la Nueva Era; corriente que mezcla prácticas religiosas orientales, de astrología e incluso psicológicas y médicas. Aunque muchas personas desconocen su significado, son dadas a tenerlas en su vivencia espiritual (Acosta y Maldonado, 2003).

La Diócesis de Pereira, que acoge 13 de los 14 municipios del departamento y se extiende a otros de caldas, ha venido implementando desde el año 1996 un plan pastoral, que busca renovar su hacer pastoral y estructurar su comunidad de creyentes de forma más dinámica y eficiente en cada una de las parroquias y sectores de población.

La Nueva Evangelización, como se ha denominado, es un modelo planteado desde la IV Conferencia Episcopal Latinoamericana y constituye un modelo vanguardia para el país. En sus diez años de implementación en la diócesis, ha logrado vincular a las comunidades evangelizadas un número aproximado de 7.000 laicos en la totalidad de sus parroquias, consolidando su propósito de establecer auténticas comunidades de base y desplegar ministerios apostólicos en los diferentes campos de acción humana (política, economía, sociedad, familia, juventud).

Es evidente como a partir del proceso se ha logrado de igual manera renovar la fe y la vida cristiana de un gran número de bautizados logrando testimoniar su experiencia de fe (Vicaría Pastoral, 2006).

De otro lado, el accionar de la Iglesia católica se ve manifestado en el dinamismo de sus movimientos apostólicos y la interacción con su entorno humano. Así la Fundación Caritas Diocesana atiende grandes poblaciones de desplazados, gentes de la calle y problemáticas sociales, tanto en la ciudad de Pereira como en el resto del departamento, en temas como la convivencia pacífica. La Renovación Católica Carismática es otro movimiento apostólico que concentra gran número de jóvenes en la ciudad de Pereira, proponiéndoles un itinerario espiritual y de encuentro en la fe. Es de aludir igualmente el movimiento Catecumenal que reúne un gran número de adultos alejados o desconocedores de la fe cristiana.

Un último aspecto referente a tendencias religiosas en Risaralda es la situación actual de la educación, tanto en la familia como en la escuela. Particularmente se nota como la experiencia religiosa de la población escolar, jóvenes y adolescentes, se torna sobre criterios de fe individual y en una búsqueda de sentido, pero especialmente una gran mayoría expresa indiferencia y apatía, ya sea por poca formación religiosa o por insatisfacción de expectativas (Betancur, 2006).

Así mismo, en cuanto a las instituciones educativas, es clara la irregularidad que muestra la enseñanza religiosa en el sector público, que si bien se ve respalda en la ley general de Educación como área fundamental (Art., 23), en la práctica la idoneidad de docentes y el número de ellos es insatisfactorio.

En la ciudad de Pereira sólo el 23% de los docentes de educación religiosa tienen formación en el área (Cardona, 2006), igual situación se nota en otros municipios tanto en la zona rural como urbana (Hewit y Ríos, 2002 y Cardona et al, 2000).

Finalmente, se observa que la institución familiar ha perdido influencia en la formación religiosa y moral de sus miembros, lo que ha implicado un debilitamiento en la religiosidad popular y tradicional de la nueva generación de creyentes (Amariles, 2000).