RISARALDA, EVOLUCIÓN Y PERSPECTIVAS DE DESARROLLO
Mario Alberto Gaviria Ríos
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1. FASE DIAGNÓSTICA
1.1 Preámbulo :
En los diferentes debates académicos se destacan como tendencias en la sociedad del siglo XXI, la desmaterialización del proceso productivo, la globalización económica y cultural, y un alto ritmo de progreso científico y tecnológico, entre otras dinámicas sociales que plantean retos específicos a la academia y la investigación en particular.
La llamada sociedad del conocimiento ha surgido a partir de la desmaterialización del proceso productivo, y con ella se plantea que el desempeño de la sociedad actual depende crecientemente de lo que se logre hacer por la educación de la gente, por desarrollar la capacidad de investigación e innovación, que permita acceder, guardar, procesar y usar la información para la producción de conocimiento.
En el informe de desarrollo humano para Colombia 1998 (DNP – Misión social, PNUD, 1999), se hace referencia a un estudio del Banco Mundial de 1997, en el que se calcula que los 29 países que concentran el 80% de la riqueza total del planeta, deben su bienestar en un 67% al capital intelectual (educación, investigación científica y tecnológica y sistemas de información), en un 17% al capital natural (materias primas) y en un 16% al capital productivo (maquinaria e infraestructura).
El exceso de información y conocimiento se han convertido en fuente de valor y poder, pero el reto es como procesar esa información para construir sociedades del conocimiento, que muestren una relación dinámica Conocimiento - Sociedad en la que haya una mayor capacidad de diálogo y convivencia que aseguren un desarrollo equitativo y sostenible.
El “foro global”, realizado en Toronto en 1997 por el Banco Mundial, plantea la necesidad de desarrollar una función crítica en las sociedades del conocimiento, en las áreas donde el gobierno, el sector productivo o los usuarios en general requieren “conocimiento útil” en tiempo real y temas específicos para la toma de decisiones; lo cual significa superar la sociedad de la información en la que el exceso de ésta se pueda procesar convirtiéndola en conocimiento, papel en el que las Universidades y los centros de investigación juegan un papel preponderante.
De otro lado, las tecnologías de la información y las comunicaciones han generado la posibilidad de movilización en sociedad global, basada en la capacidad de interactuar en tiempo real entre personas y grupos geográficamente dispersos a través de Internet o el correo electrónico. Este proceso va más allá de la globalización de mercados e internacionalización de la economía, hacia la construcción de una sociedad global.
Para la investigación, la globalización significa grupos conectados localmente entre si y en grandes redes electrónicas, en las que la información y el conocimiento no constituyen solamente una oferta sino también una demanda, a la cual se responde con programas de investigación que se anticipan a las necesidades y problemas del comercio, la industria y el desarrollo en general.
Esto ha traído, sobre todo a los países en desarrollo, la necesidad de regionalizar y descentralizar la capacidad científica y tecnológica, con el fin de responder a necesidades locales, dado el creciente problema de poder mantenerse al día y asegurar masas críticas de investigadores a nivel multidisciplinario e interdisciplinario en los diversos campos de las ciencias.
La globalización no solo impacta a los que participan en este nuevo entorno, para Chaparro (1998) también incide en los que no tienen la posibilidad de insertarse y participar activamente a nivel de la reestructuración competitiva o los cambios en los mercados y en los procesos de transformación institucional; puesto que genera exclusión social, con un impacto más significativo que los mismos procesos de participación en dicho entorno.
Dado el impacto de la globalización a nivel de la educación, sobre todo de la superior, García (1998) propone la urgencia de intensificar la integración y participación en la construcción de una globalización solidaria, que no esté signada exclusivamente por los intereses del mercado, para favorecer el desarrollo científico tecnológico de América Latina desde los aspectos culturales y sociales en una reflexión endógena de los problemas propios de la región.
La “globalidad solidaria” propuesta por García (1998) parte de la integración latinoamericana no sometida estrictamente a lo económico y lo político, sino desde la cooperación científica a través de programas de intercambio y creación de redes regionales que nos acerquen culturalmente, puesto que a mayor acrecentamiento de los procesos de globalización, mayor es la necesidad que tienen los pueblos de diferenciarse.
Lo anterior es un reto para América Latina y Colombia, que aún son muy incipientes en formas de cooperación entre Universidades, similares a los “consorcios interuniversitarios”, probados con mucho éxito en Estados Unidos y Europa, en los que se aúnen esfuerzos y se planteen programas de investigación importantes para la región.
Otro aspecto tiene que ver con el alto ritmo del progreso científico y tecnológico y su estrecha relación con el conocimiento en todos los sectores de la actividad humana. Las nuevas tecnologías tienen tres características importantes:
- Son tecnologías genéricas con múltiples aplicaciones en casi todos los sectores de la sociedad (producción, educación, salud, servicios, recreación, relación estado sociedad civil...).
- A partir de ellas la distancia entre el conocimiento básico y la aplicación en la producción de bienes y servicios es cada vez menor (manejo de recursos naturales, biodiversidad...).
- Con ellas surge la necesidad de desarrollar nuevas formas de organización de la investigación, para mantenerse al día en campos que cambian y avanzan a ritmo vertiginoso.
Lo anterior muestra la importancia de la ciencia y la tecnología para la construcción de calidad y excelencia en la educación y la investigación; no solamente en la formación de talento humano, sino también en el desarrollo de capacidad investigativa para la construcción de una sociedad del conocimiento, lo cual según Chaparro (1998) , tiene los siguientes requisitos:
• Consolidar una integración de las nuevas tecnologías de la información a los diversos sectores de la vida nacional (comercio, educación, salud, monitoreo del medio ambiente...)
• Mayor conocimiento de las nuevas tecnologías, tales como la biología molecular y los “nuevos materiales” (polímeros, cerámicas avanzadas...), las cuales generan grandes desafíos, desde la exclusión social dada por quienes tienen o no tienen el conocimiento sobre la ciencia y la tecnología, hasta los grandes problemas de impacto ambiental (desarrollo sostenible) y ético.
• Avanzar en las ciencias, con énfasis en las básicas e ingenierías, a nivel multidisciplinario e interdisciplinario.
• Fortalecer las comunidades y grupos existentes en unidades organizacionales que sean base de comunidades científicas, como lo propuso la misión de ciencia y desarrollo en Colombia; en las que con las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones se den otras formas de cooperación y alianzas más ágiles, flexibles y productivas; para complementar las estructuras existentes a través de redes, consorcios, centros virtuales, nuevas formas de cooperación Universidad - empresa, programas y proyectos conjuntos, que vayan desde los niveles locales hasta los transnacionales y globales en la generación y uso del conocimiento.
• Hacer un uso y apropiación del conocimiento y cambio tecnológico, que plantee cuestiones éticas, jurídicas, normativas y políticas, con la posibilidad de aprovechar al máximo la potencialidad de las sociedades del conocimiento.
A partir de lo anterior se pueden identificar, en el momento histórico que se vive, grandes desafíos para la sociedad en los ámbitos de la educación y las políticas en investigación, ciencia y tecnología. Con relación a este último ámbito, el Estado y las universidades deberán generar políticas visionarias que fomenten la inversión en ciencia y tecnología, la profesionalización de la investigación y la conformación de organizaciones e institutos de excelencia, mediante el fomento y estímulos a la formación doctoral y posdoctoral, que institucionalicen la investigación y la producción de calidad en el seno de las Universidades y forme la “masa crítica de investigadores científicos”.
Para la UNESCO el cumplimiento de la misión en la universidad está en la investigación de calidad, que le permita contribuir con comunidades científicas que luchen por los problemas económicos, ecológicos, sociales y culturales complejos, con que se enfrenta la humanidad. Para el logro de los propósitos anteriores es fundamental la internacionalización de la Educación Superior, mediante convenios y alianzas estratégicas que reflejen el carácter mundial del aprendizaje y la investigación.
Ese carácter mundial se ve fortalecido por los procesos actuales de integración económica y política, la necesidad cada vez mayor de comprensión inter y transcultural, la naturaleza mundial de las comunicaciones modernas, los mercados consumidores actuales, la movilidad internacional y por las redes y otros acuerdos de vinculación entre centros, docentes e investigadores y estudiantes.