RISARALDA, EVOLUCIÓN Y PERSPECTIVAS DE DESARROLLO
Mario Alberto Gaviria Ríos
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En el segundo de los objetivos acordados por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en la Cumbre del Milenio de 2000, se establece como propósito “lograr la educación básica universal”. A su vez, las metas nacionales establecidas en el CONPES Social 091 (CONPES, 2005) plantean como compromisos reducir al 1% la tasa de analfabetismo para personas entre 15 y 24 años, lograr una tasa de cobertura bruta del 100% para educación básica (preescolar, básica primaria, básica secundaria) y 93% para educación media, alcanzar en promedio 10.6 años de educación para la población entre 15 y 24 años y disminuir la repetición a 2.3% en educación básica y media.
Al respecto, puede afirmarse que el departamento ha avanzado a un ritmo ampliamente superior a la dinámica media nacional en la tarea de elevar el promedio de años de educación de la población joven (gráfico 6, anexo 5); al punto que, de mantener ese ritmo, al finalizar el 2010 podría estar alcanzando la meta de 10,6 años de educación en las personas con edad entre 15 y 24 años (el país lo lograría en el 2011). Aún más, podría soportar una reducción a la mitad en la tasa de expansión de ese indicador, logrando no obstante la meta establecida para el 2015.
En ese sentido, Risaralda deberá enfocar sus esfuerzos hacia una mayor equidad territorial en la oferta de oportunidades educativas, dados los evidentes desequilibrios entre las cabeceras y el resto de las entidades municipales. Según las estimaciones del Departamento Nacional de Planeación, el promedio de años de educación de la población entre 15 y 24 años de dichas cabeceras es 1,6 veces el promedio observado en el resto del municipio (a nivel nacional esa relación es 1,8).
En una perspectiva de género se observa, durante toda la década de los noventa y el período reciente, una tendencia según la cual, en promedio, las mujeres tienen más años de educación que los hombres. Así, según la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS) de 2005, la mediana de años de educación en la población mayor de seis (6) era de 4,9 para las mujeres y 4,7 para los hombres.
En cuanto a las metas de cobertura, el departamento ha avanzado con mayor dinamismo en la elevación de la asistencia escolar secundaria (cuadro 5); pero en todo caso el ritmo de ampliación de cobertura hace prever que es posible alcanzar la meta establecida, aún antes del 2015. Sin embargo, persisten algunas amenazas para el logro de este propósito, relacionadas con la deserción y la repitencia, lo que es señal inequívoca de que los esfuerzos tendrán que estar centrados en la búsqueda de una mayor pertinencia y calidad de la educación.
Según la Encuesta Nacional de Demografía y Salud de 2005, en el departamento la deserción escolar tiende a ser creciente a medida que se avanza en el proceso de formación, iniciando con una tasa del 1% en el grado primero de primaria y alcanzando una proporción del 53% al finalizar la secundaria. En correspondencia con ello, en Risaralda se observan mayores niveles de repitencia frente a los promedios nacionales en una buena parte de los grados escolares, especialmente en octavo y once.
Manteniendo la perspectiva de género, se conserva la tendencia de una mayor cobertura masculina en la escuela primaria y una mayor asistencia escolar de las mujeres en secundaria, observándose por tanto una mejor equidad de género en el ámbito nacional, donde el índice de paridad es de uno (1,0) en ambos niveles (ENDS, 2005).
Cuadro 5. Risaralda, tasas de asistencia escolar, 2005 (%)
Risaralda registra una asistencia satisfactoria en educación primaria, lo cual aproxima al departamento al cumplimiento de la meta del milenio. Los avances en esa cobertura son un reto crucial, al igual que aumentar sensiblemente la proporción de la población que completa el ciclo de educación primaria y, mejor aún, de la educación secundaria.
En la actualidad el grado de educación primaria no es suficiente para participar en el mercado laboral con oportunidades para generar ingresos laborales suficientes para ubicarse por encima de la línea de pobreza. Completar la educación secundaria constituye un requisito mínimo para insertarse en condiciones aceptables en el mundo del trabajo.
Teniendo como referencia el caso colombiano (Lara, 2006), se evidencian diferencias de género importantes, en cuanto a la permanencia de las personas que acceden a la escuela. Mientras la deserción en los hombres tiende a producirse de manera temprana, el retiro de las mujeres es mayor en el ciclo de secundaria; por lo que la ampliación de la cobertura de la educación secundaria demanda reconocer esas diferencias y actuar en consecuencia.
De otro lado, gran parte de la estrategia deberá estar orientada a trabajar del lado de la demanda, de modo que se consideren las condiciones socioeconómicas de los y las estudiantes y, en función de ello, se planeen los apoyos extraescuela requeridos.
Finalmente, y como ya se advirtió, los desafíos no son sólo de cobertura. Un aumento en la eficiencia, que contribuya a disminuir la repitencia en los escolares, constituye igualmente una tarea central que, a su vez, servirá para un mejor aprovechamiento de los recursos públicos y el esfuerzo personal y familiar. La repitencia resta recursos a la tarea de ampliar la cobertura, y atrasarse es con frecuencia un paso anterior al retiro temporal o definitivo de las aulas de clase.
De ese modo, además de brindar las mismas oportunidades para que todos los niños, niñas y jóvenes accedan al sistema educativo, también es fundamental ofrecer a la población una educación de calidad. Al respecto, los resultados en las pruebas de evaluación a los estudiantes evidencian que la calidad de la educación tiene una tendencia al mejoramiento en el departamento de Risaralda, pero aún se requieren mayores avances.
De manera concreta, los resultados promedio de las pruebas SABER observan una mejora entre 2.002 y 2.005; una primera mirada a los promedios nacionales de 2.005 de esas pruebas SABER, reflejan como hecho destacable que el área con mejores logros fue la de Lenguaje, tanto en grado 5° como en 9°, en tanto el área de Ciencias Naturales fue la de menores logros promedios (Empresarios por la educación, 2007).
En lo que tiene que ver con los Exámenes de Estado, si bien los resultados de los últimos años han reflejado mejoras, sobresale que la mayor proporción de instituciones oficiales del departamento se ubican en la categoría de bajo rendimiento, en una proporción de 48%, mientras que sólo un 32% se ubican en la categoría de rendimiento medio. Algo que igualmente llama la atención es que ninguna de las instituciones oficiales se encuentre en la categoría superior, comportamiento que se observa en todos los años analizados (Empresarios por la educación, 2007).