En este punto, trataremos de esbozar brevemente, (dada la escasa información) algunos aspectos de la situación que presentaba la economía durante el período revolucionario.
El desorden y la violencia ocasionaron un atoramiento en la economía mexicana y por lo tanto un estancamiento económico en casi todas las actividades productivas, principalmente en la agricultura. Este fenómeno evidentemente adquirió diversas magnitudes de acuerdo a las regiones. Es decir, ahí donde la violencia fue mayor, las Consecuencias fueron mucho más graves. Por ejemplo, en el norte y en el centro y sur, sobre todo afectando vías férreas, las zonas mineras, ganaderas, algodoneras y azucareras. Pero en otras regiones como Veracruz, Yucatán y la Ciudad e México, resintieron menos la violencia y por tanto, la destrucción de unidades productivas, instalaciones, equipo de capital y pérdidas humanas fue mínima, lo cual permitió que los niveles de producción no cayeran tan aparatosamente. Veamos los siguientes datos que demuestran el estancamiento de la economía durante la revolución:
“...en el sector de la minería la producción sufrió un descanso sumamente brusco. La explotación de oro descendió en 1915 al 18% de lo producido en 1910; la plata bajo el 50% y la de plomo cayó al 4.6% en el mismo año. La participación en el producto bruto de la minería descendió de 1480 millones –pesos de 1960- en 1910 a 883 en 1921 (...) declinando a una tasa media anual de 4.0%...” .
Esta situación prevaleció aún a costa de la coyuntura internacional que se presentaba por la primera guerra mundial la cual elevó la demanda externa de muchos de los productos mexicanos. Situación, que por otro lado sí fue aprovechada por la industria petrolera cuyo producto interno bruto creció de 65 millones de pesos en 1910 a 3463 millones en 1921, incrementando sus exportaciones de 0.2 millones de pesos a 516.8 millones, en el mismo período, lo cual significó un crecimiento del 43% anual . La minería sólo pudo alcanzar su nivel de 1910 hasta 1923.
Por su parte la participación de la agricultura en el PIB pasó de 4805 millones de pesos en 1910 a 4652 millones en 1921, cantidad que sólo pudo alcanzarse nuevamente hasta 1926; en 1910 las exportaciones de productos agropecuarios representaban el 31.6 % del total de las exportaciones, cifra que descendió a 3.3 % en 1921.
Por lo que respecta a la industria manufacturera, ésta también presenta un descenso en su participación en el PIB, ya que mientras en 1910 era de 3354 millones de pesos, en 1921 fue de 3049 millones, y sólo se recuperó en su nivel anterior hasta 1925 . La violencia generalizada provocó el cierre de muchos talleres artesanales, aunque otros se abrieron. En general aquella no provocó daños físicos en los establecimientos industriales, pero sí cerró el camino hacia los mercados que antes dominaba, sobre todo por las dificultades de transporte. Principalmente por la gran destrucción de los ferrocarriles y el uso de ellos hacía los grupos militares en lucha.
En fin, que toda la economía en su conjunto presenta una grave contradicción durante el período revolucionario, debido a la violencia y el desorden generalizado.
Por otra parte, la guerra civil, sin embargo, no significó solamente esto. Por el contrario, permitió la generalización de las relaciones de producción capitalistas principalmente en las regiones más desarrolladas, y como consecuencia, la desaparición del peonaje y la expansión del mercado de fuerza de trabajo libre. Así, se logro también, la adecuación de antiguas instituciones y formas de organización a las nuevas necesidades de desarrollo del país y la creación de otras nuevas, igualmente necesarias. Pero, sobre todo, permitió que una fracción de la burguesía progresista llegase a ejercer el poder político para, desde ahí, llevar acabo su proyecto histórico.
Con respecto a la caracterización que se hace de la Revolución Mexicana, en el sentido de una lucha antiimperialista, hay que observar que dicho carácter fue muy limitado. Este hecho es fácil de observar, si vemos que antes, durante y después de la revolución, los intereses extranjeros (principalmente norteamericanos) estuvieron presentes y fueron parte del conflicto interno. Por ejemplo: hacia 1921 el 97% del control de la producción petrolera se encontraba en manos de extranjeros, 70% norteamericanos y 27% ingleses Fue gracias a ello que la producción petrolera creció de 10 millones de barriles anules a casi 200 millones, ya que dicho recurso mineral era un elemento necesario para los países en guerra, que eran los mismos que controlaban su producción en México. Asimismo, la revolución necesitaba armas y financiamiento. Las fracciones revolucionarias no siempre tenían estos elementos a su disposición. Pero gracias al vínculo extranjero se lograba un surtido constante de armas y crédito para financiar la guerra.
Por otra parte, el grupo revolucionario que saliera vencedor de la contienda civil, necesitaba forzosamente el reconocimiento diplomático de su gobierno por parte del extranjero. Inclusive en un momento resultó necesario e inevitable no tocar los intereses extranjeros (como lo preveía la constitución) ya que eso arriesgaba el futuro del nuevo gobierno, el cual necesitaba de un reconocimiento legal en el extranjero, de nuevos créditos y de una renegociación de la deuda externa . Por ello mismo, es que el articulo 27 fue ignorado en lo que se refiere a la propiedad nacional del suelo y subsuelo
“...Por tanto, así como la conquista extranjera y las frecuentes invasiones militares habían ayudado a engendrar el subdesarrollo económico de México y la estructura de clase en primer lugar, de ese mismo modo, la economía, la diplomacia y el poder militar extranjero favorecieron el desarrollo deformado de la revolución mexicana mediante la ayuda a la burguesía para controlar, vigilar o rechazar la rebelión de las masas...”