José María Amenós Vidal y otros
Esta página muestra parte del texto pero sin formato.
Puede bajarse el libro completo en PDF comprimido ZIP
(48 páginas, 211 kb) pulsando aquí
En Namibia, el descubrimiento de diamantes en Griqualand occidental, en 1879, animó la adquisición de tierras por parte de Adolf Lüderitz en 1883, lo que dió motivo a Bismarck para declarar el 24 de abril de 1884, protectorado alemán al Africa del sudoeste. En el periodo de 1884-92 , los hereros y namas no habían percibido todavía el problema con los imperialistas alemanes.
En enero de 1904 en Namibia, el ferrocarril de Windhoek a Swakopmund y las comunicaciones telegráficas, fueron destruidas por los hereros, y en agosto el general von Trotha (persigue el grupo al mando de Samuel Maharero que escapa a la actual Botswana), adoptando una política de exterminación que acabó con el 80 % de ellos, hasta 1905 en que fue destituído, y 12.000 hereros fueron recluídos en reservas especiales.
El general von Trotha sentenció: «Dentro de las fronteras alemanas debe ser fusilado cada herero, tenga o no armas, tenga o no ganado», en represalia por la muerte de 100 colonos durante una sublevación indígena.
El levantamiento indígena contra el dominio alemán se prolongó entre 1904 y 1907 y dejó 65.000 muertos. El holocausto de los judíos a manos de los nazis tuvo sus prolegómenos en el “genocidio herero” en la sabana de Namibia. La gran mayoría de los 80.000 hereros y la mitad de los 20.000 namas fueron ejecutados o perecieron huyendo en el desierto de Omaheke, en lo que los alemanes han aceptado en llamar el primer genocidio del siglo XX.
La ministra alemana de Desarrollo, Heidemarie Wieczorek-Zeul, en julio de 2004, durante la conmemoración en Okakarara (al noroeste de Windhoek), de los 100 años de la masacre por parte de las tropas coloniales alemanas, con lágrimas en sus ojos, ofreció la primera disculpa oficial alemana, utilizando también por primera vez el término "genocidio"; se refirió a la "locura colonial" que había conducido al racismo, a la violencia y a la discriminación. En tal sentido señaló: “Quien no recuerda el pasado está ciego ante el presente. Alemania ha aprendido amargamente las lecciones de su pasado” (…) “Nosotros, los alemanes aceptamos nuestra responsabilidad moral e histórica y la culpabilidad de los alemanes de entonces” (…) “Yo presento mis respetos ante vuestros ancestros masacrados” (…) “que asumían las atrocidades que hoy llamaríamos genocidio”, dirigiéndose a 5.000 descendientes de los hereros que sobrevivieron a la matanza, llegados de todo el país, África del Sur y Botswana y, en inglés, agregó: “En el nombre de Dios os pido vuestro perdón”.