J.M. KEYNES, EL PROFETA OLVIDADO
Mario Guillermo Gómez Olivares
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Keynes pretendió construir una teoría de la demanda efectiva como una teoría de las expectativas de los ingresos a recibir a largo plazo, partiendo de una situación, que es aquella que incluye la decisión de consumir o de ahorrar, pero también y sobre todo de mantener dinero líquido para especular en títulos o invertir productivamente. Es esta segunda relación intertemporal que representa una innovación teórica fundamental para entender el verdadero carácter del sistema capitalista. Discutiremos a seguir los conceptos de oferta y demanda agregada y, en seguida, la relación entre estos y el volumen de empleo. Es este el punto de partida para una nueva oferta teórica en años de Depresión.
Las decisiones de inversión de los empresarios, que proporcionan los ingresos a los productores individuales, los cuales por su vez deciden sobre como utilizar esos ingresos, y las decisiones de los individuos trabajadores que utilizan parte del ingreso en consumo, determinan las condiciones de demanda. El precio de oferta global de la producción es determinado por el volumen de empleo cuyos costos son cubiertos por la expectativa de los resultados a obtener. El estado de la técnica, el nivel de los salarios, las cuantidades de los medios de producción y de la mano- de- obra no-utilizada y las condiciones de la competencia en los mercados, determinan las condiciones de oferta para los productores individuales y en su conjunto. Así, si la técnica, los recursos y el costo de los factores por unidad de empleo fuesen conocidos, el montante de este para la firma y la industria en su conjunto, dependen del producto que los empresarios esperan recibir por la su producción, dado que los empresarios se esfuerzan por fijar el volumen de la ocupación en el nivel en que la diferencia entre el valor del producto y los costos de los factores sea máximo. Se trata de manera muy clara e inequívoca de una situación de corto plazo.
Designando por Z el precio de oferta global de la producción que depende de N hombres ocupados, la relación Z = F(N) representa la función de oferta global. Sien-do D el montante del producto que los empresarios esperan recibir por el empleo de N hombres, la relación D = f(N) representa la función de demanda global. Si D fuese mayor que Z, existirán condiciones para que los empresarios amplíen la producción y el empleo, existirá el estímulo para que N aumente más allá del nivel actual, inclusive en situación de competencia por los factores, hasta el punto en que Z = D. El volumen de ocupación será determinado por la intersección de Z e D, cuando Z(FN) = Df(N), correspondiente al punto en que las expectativas de lucro del empresario sean máximas .
Así, la demanda efectiva, en vez de tener un valor de equilibrio único, tiene una escala infinita de valores todos igualmente admisibles de acuerdo al punto de intersección entre Z y D, que no es obligatorio ser Z = D, por lo que el volumen del empleo es indeterminado, excepto en el caso en que la desutilidad del trabajo marque un limite superior.
Si un aumento de Z corresponde a un aumento en D, los empresarios llevarían la producción y el empleo hasta el punto en que Z fuese inelástico. Cuando un aumento en la demanda efectiva no es acompañada por un crecimiento de la producción y del empleo, no hay pleno empleo, por lo que el nivel del empleo no depende del nivel prexistente de los ingresos, sino de las decisiones de invertir y de las estimativas actuales de los montantes de consumo corrientes y futuros. Este carácter anticipado y estimativo de las decisiones, unido al carácter probabilístico de las previsiones de los agentes sobre el futuro, representa una innovación fundamental de la teoría de la demanda efectiva. Si en Walras las categorías tiene un carácter ideal, en Keynes estas tienen un carácter anticipado.