BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

LOS CONDICIONANTES EXTERNOS EN LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN
El rol de Estados Unidos de América ante los casos europeo y latinoamericano


Eduardo Rivas

 

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La Doctrina Monroe

La Doctrina Monroe, que fuera formulada por el presidente estadounidense James Monroe (1) y cuya explicación sintética es “América para los americanos”,  fue más tarde claramente explicada por el presidente Calvin Coolidge, en abril de 1927, cuando declamó en un discurso ante el Congreso de la Unión justificando la invasión estadounidense en Nicaragua: “ha quedado […] perfectamente establecido que nuestro gobierno posee ciertos derechos y algunas obligaciones hacia nuestros propios ciudadanos y sus propiedades, dondequiera que se encuentren localizados. La persona y propiedades de un ciudadano son parte del dominio general de la Nación, aún en el extranjero” (2).

Ahora bien, estas propuestas fueron la base de los orígenes del integracionismo en los casos estudiados, y en este sentido valdría la pena preguntarse por qué no tuvieron éxito cuando fueron planteadas.

Entre las múltiples razones (3) que impidieron, en aquellos tiempos, plasmar tales proyectos en hechos, cabe mencionar que, tanto en América Latina como en Europa, los sentimientos nacionalistas eran muy fuertes, e impedían una labor a favor de la integración, puesto que los Estados estaban más interesados en imponer su propia visión del mundo que en ponerse a trabajar en un proceso de integración. En el caso latinoamericano, donde existía un fervor nacionalista  fuerte, pero sin los deseos expansionistas europeos, a esa realidad se debe agregar el accionar que tuvo EUA para con la región, puesto que siempre se encargó de incentivar las diferencias que surgían entre el heterogéneo grupo formado por más de quince Estados (4).

Sin embargo, hay un hecho histórico que, por sus consecuencias, marcaría un antes y un después en las ideas integracionistas: la Segunda Guerra Mundial, que marca un quiebre histórico ya que, como consecuencia de ésta, el mundo quedó dividido en dos bloques con proyectos políticos, sociales y económicos distintos.


1. “El principio con el que están ligados los derechos e intereses de los Estados Unidos es que el continente americano, debido a las condiciones de la libertad y la independencia que conquistó y mantiene, no puede ya ser considerado como terreno de una futura colonización por parte de ninguna de las potencias europeas. [...] En la guerra de potencias europeas por asuntos que les concernían nunca hemos tomado parte, ni sería propio de nuestra política el hacerlo. Sólo cuando nuestros derechos son pisoteados o amenazados seriamente tenemos en cuenta las injurias o nos preparamos para nuestra defensa. [...] Para mantener la pureza y las amistosas relaciones existentes entre Estados Unidos y aquellas potencias debemos declarar que estamos obligados a considerar todo intento de su parte para extender su sistema a cualquier nación de este hemisferio, como peligroso para nuestra paz y seguridad. [...] Nuestra política respecto de Europa que fue adoptada en la primera época de las guerras que durante tanto tiempo agitaron a ese sector del globo [...] sigue siendo la misma; es decir, no interferir en los intereses internos de ninguna de sus potencias; considerar al Gobierno de facto como el Gobierno legítimo para nosotros; cultivar relaciones amistosas con él y mantenerlas mediante una política franca, firme y humana, respondiendo en todos los casos a las justas solicitudes de todas las potencias y no aceptando injurias de ninguna. Pero con referencia a esos continentes las circunstancias son claras y eminentemente distintas. Es imposible que las potencias aliadas extiendan su sistema político a  cualquier parte de uno y otro continente sin amenazar nuestra paz y seguridad; nadie puede creer que nuestros hermanos sureños, si son abandonados a si mismos, puedan adoptar ese sistema por propia voluntad. Es igualmente imposible, por consiguiente, que nosotros admitamos con indiferencia una intervención de cualquier clase”. Principio de la política exterior de Estados Unidos de no permitir la intervención de las potencias europeas en los asuntos internos de los países del hemisferio occidental; formulado el 2 de diciembre de 1823 por el presidente de Estados Unidos, James Monroe en su mensaje al Congreso de la Unión. DALLANEGRA PEDRAZA, L., Relaciones políticas entre Estados Unidos de América y América Latina..., Edición del autor, Buenos Aires, 1994.

2. DALLANEGRA PEDRAZA, L., Relaciones políticas entre Estados Unidos de América y América Latina..., Edición del autor, Buenos Aires, 1994.

3. A la mencionada en el texto principal se debe agregar, entre otros, la política económica proteccionista como así también las fuertes disputas políticas intra nacionales.

4. A los efectos del presente trabajo se considerará a América Latina, y su accionar, de manera homogénea, aunque en la práctica había, y aún hoy las hay, grandes diferencias en la región, ya sea de poder -en donde México, Brasil y Argentina eran los más fuertes-, de capacidad económica -los Estados antes nombrados eran los más avanzados- o de relación con EUA -en donde la mayoría de los Estados creían en un proyecto latinoamericano. La actitud argentina fue ambivalente y, en numerosas ocasiones, opuesta a los intereses de sus compañeros de ruta de la región, en tanto era útil a los intereses estadounidenses, quien se regía por el viejo adagio romano: “Divide et impera”-.

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