URUGUAY UN DESTINO INCIERTO
Jorge Otero Menéndez
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Desde Inicios Casi Todo Ílícito
Lo cierto es que esa presencia portuguesa en el Río de la Plata se refleja de inmediato en diversos tipos de actividades, casi todas ilícitas, teniendo fuertes socios locales, la mayoría españoles venidos especialmente a esos efectos y una red de cómplices que alcanzaba, por lo menos, a la Audiencia de Charcas.
Es posible afirmar que los primeros lazos bilaterales, las primeras relaciones de mutuo interés entre portugueses y criollos de origen portugués habitantes de Brasil y españoles y criollos de origen español habitantes de Buenos Aires se llevó a cabo a costa de estafas al Fisco, falsificaciones de documentos públicos, venta clandestina de negros esclavos y contrabando en gran escala - articuladas las dos últimas actividades también desde Amsterdam.
Fueron víctimas de esa “mafia”, ingenuos particulares que cayeron en sus redes y probos gobernantes, como fue el caso de Hernandarias (1564-1634) quien al enfrentarla debió sufrir mil vicisitudes; la cárcel entre ellas. Ese Hernandarias, primer gobernante criollo en la región, cuyo nombre, por otra parte no era el suyo sino el de su abuelo. El era hijo de Martín Suárez de Toledo y de María de Sanabria, hija del designado Adelantado del Río de la Plata y por la cual era medio hermano del obispo de Tucumán y promotor de la Universidad de Córdoba, Hernando de Trejo y Sanabria.
Cuando lo detuvieron por enfrentar al núcleo de delincuentes que tenía en toda actividad ilícita un motivo de existencia, no lo acusaron, claro está, de ser honesto, sino precisamente de las razones por las cuales él los perseguía. Y España era muy lenta en declarar inocencias. Sólo actuaba de manera rápida en la liberación de los notoriamente culpables. Es más, desde Felipe II se establecieron jalones importante en esto que ahora se cree que es novedoso: las privatizaciones - y nunca fue sino mayoritariamente un modo de alimentar la corrupción porque jamás se establecieron los debidos controles. La privatización por subasta de cargos públicos fue un hito en el sentido indicado. La diferencia sustancial es que ahora ello se denomina tercerización de servicios, por vía rápida y con una transparencia sólo teóricamente asegurada.
Tal era la presencia lusitana que, en 1602, Felipe III firma una orden de expulsión de los portugueses que desde Brasil habían penetrado en el Río de la Plata. La que, en su incumplimiento en los hechos, se podría ver una nueva prueba de la integración que entonces se prefiguraba. ¡Es tan vasta la imaginación de quienes han querido encontrar antecedentes del Tratado de Asunción...!
Y ni que hablar que ya por entonces se producían las incursiones de los grupos de saqueadores paulistas, los bandeirantes, que depredaban la zona y cuyas acciones contribuyeron fuertemente a la generación de la preferencia lusitana primero y brasileña después por el uti possidetis como criterio de delimitación terrotorial.
Pero en Lisboa la situación era diferente. Atormentada la gente por los impuestos extraordinarios, los empréstitos no reembolsables, la ineficiencia en la defensa de los intereses nacionales – en tanto metrópolis - los portugueses se sacuden la dominación española en 1640.
No ocurrió esto merced a una revolución o un levantamiento popular. Fue, simplemente, un golpe de palacio que supuso la detención de la virreina y el asesinato de quien hacía las veces de mano derecha de la gobernanta, por la espada de un noble portugués. El personal de servicio que contempló azorado el hecho, en cuanto confirmó la muerte del principal, arrojó su cadáver por la ventana y la gente, que se encontraba reunida en la plaza esperando noticias de la intempestiva visita, comenzó a vitorear a los triunfadores.
Fue recién allí que, quien se había mostrado indeciso desde los primeros enfrentamientos por la independencia producidos en 1637, João de Bragança, octavo duque de dicha Casa, acepta ser coronado rey. Y asume como João IV.
La resistencia española se encontraba debilitada ya en la fecha inicial de 1637 desde que dos años antes España recibe la declaración de Guerra de Francia, dentro de la serie de conflictos conocida como Guerra de los Treinta años. Y por 1640 se plantea, asimismo, la separación de Cataluña, la cual sí es sofocada por Madrid.
Los primeros Bragança estarán destinados a recuperar el terreno perdido. Y en ciertos sentidos lo hicieron. En otros, fueron mucho más allá. Colonia del Sacramento es una prueba de ello. Fue fundada en 1680 por Manuel Lobos[i] como Nova Colonia do Santíssimo Sacramento. Esta presencia portuguesa que para los españoles fue irritante, creó lo que el historiador portugués Jaime Cortesão llamó "la Pan-Iberia clandestina", una convivencia, más allá de las disposiciones oficiales, entre la gente de Buenos Aires y los habitantes de Colonia.
La factoría-fortaleza portuguesa dio pie también para que creciera económicamente la ciudad de Buenos Aires – merced al contrabando - y para que se fundara, finalmente, Montevideo.
La ciudad fue el sitio, además, de nacimiento y de su primera infancia de Hipólito José Da Costa (1774-1823)[ii]. Nombre que no dirá mucho a varios, pero no por ello queda disminuida la importancia de quien lo poseyó. Es considerado el pionero de la independencia de Brasil y su primer periodista. El periódico que fundó, llamado Correio Braziliense, tuvo su aparición el miércoles 1 de junio de 1808 y lo hizo en Londres, entrando – en ocasiones - clandestinamente a Brasil[iii]. Esa jornada fue oficialmente declarada, en 1999, como el Día de la Prensa en Brasil.
Es Da Costa quien primero defiende la independencia brasileña de la dominación portuguesa y sostuvo polémicas con publicaciones europeas respecto a cómo sus gobiernos desatendían la importancia de nuestra América Latina.
En la vocación de intensificar extrañas relaciones que ha supuesto el Mercosur – instrumentado muchas veces y en distintos temas en un estar de espaldas realmente novedoso - es desconocida oficialmente en nuestro país su existencia y, por consiguiente, la participación del coloniense Hipólito José da Costa en el proceso que culmina en el Grito de Ipiranga (1822). Aquella declaración que hizo Pedro I, arrastrado por las circunstancias y sintetizada en el “Eu fico”. Yo me quedo. Lo cual no careció de humor desde que agregó que lo hacía por el bienestar del pueblo y el deseo general. Cosa que rectifica poco después, yéndose del Brasil a disputar la corona portuguesa.
A su vez, pocas veces se recuerda que Pedro José Viera (c.1780-1834), protagonista de lo que Artigas llamó “la admirable alarma”, el Grito de Asencio (1811)[iv], nació en Viamão, Río Grande del Sur.
Claro, ambos son actores principales en la construcción de una convergencia positiva: la lucha por la independencia, inicio de lo que luego, casi un siglo después, se manifestará plenamente cuando la acción del barón de Río Branco. Un lapso análogo después estamos en esto que podría ser denominado de convergencia ingenua. Por decir lo menos.
[i] Manuel Lobo, que había sido nombrado gobernador de Río de Janeiro recibió el encargo del hermano del rey portugués Alfonso VI, quien en 1683 asumirá como Pedro II de Portugal, para la fundación de la Fortaleza del Santísimo Sacramento. Orden que cumple casi de inmediato – no como el demorado Bruno Mauricio, el manco sólo físicamente. Pero a los pocos meses son desalojados por orden del gobernador español sito en Buenos Aires. La diplomacia lusitana hará de las suyas y el lugar pasa a manos de los portugueses nuevamente en 1683. Siete años después, violando lo acordado con España se inicia un fuerte repoblamiento de Colonia.
[ii] Su nombre completo era Hipólito José Da Costa Pereira y nació el 24 de marzo de 1774. Su padre, Félix Da Costa Furtado de Mendonça ocupó el cargo de alférez de Ordenanza, retirándose de la plaza en cumplimiento de lo convenido entre España y Portugal en el Tratado de San Ildefonso (1777). Su madre, Ana Josefa Pereira Martins de Mesquita, también nació en Colonia. Fueron hermanos de Hipólito – nacidos en la misma ciudad -, Felício Joaquim da Costa Pereira y José Saturnino da Costa Pereira. Si el primero se consagró al sacerdocio desempeñándose en la ciudad de Pelotas (Río Grande del Sur), José Saturnino se dedicó a la política siendo el primer gobernador de Mato Grosso, senador del imperio y ministro de Guerra de éste.
Luego de estudiar en Porto Alegre se matricula Hipólito en Coimbra de cuya Universidad egresa con 24 años de edad.
Su periodismo era noticioso – tenían mejor información que publicaciones que aparecieron luego en Brasil – y analítico, haciendo hincapié en algo en lo que también fue pionero: el periodismo científico.
Inglaterra, donde falleció el 11 de setiembre de 1823, fue su lugar de refugio al huir de Portugal donde se encontraba preso por la Inquisición. Es de tener presente que María I, la madre de João VI era una decidida partidaria de ese instrumento de cuidado del alma....
Nueve días antes de morir había sido designado Cónsul General del Brasil en Londres y condecorado con la Ordem Imperial do Cruzeiro, instituida cuando la independencia brasileña.
[iii] Del Correio Braziliense circularon 175 ediciones. Era un mensuario con formato de revista y tenía corresponsales en diversas partes del mundo. Se piensa que quién más contribuyó con su financiación fue el duque de Sussex. La publicación tuvo entre 72 y 140 páginas.
[iv] También lo lideró Venancio Benavídez pero, como se sabe, a poco se enrola en el ejército español muriendo bajo esa bandera en la batalla de Salta (1813).