Jorge Isauro Rionda Ramírez
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LA VENTAJA COMPARATIVA Y EL PROTECCIONISMO
En relación al comercio internacional Adam Smith sostuvo el principio de la ventaja absoluta que afirma que las naciones deben renunciar a las actividades económicas donde no tienen una ventaja absoluta en su producción respecto a los demás países, y especializarse en hacer aquellas actividades donde tienen ventaja absoluta en comparación a las demás.
De este modo, se lograría a nivel mundial un mayor volumen de producción, mejor calidad en lo producido y sobre todo, un uso más eficiente de los recursos insumos que se utilizan en la producción.
Con lo anterior se tiene que las naciones deben procurar una especialización internacional del trabajo y de la producción. De ahí se deriva que desde el liberalismo se empiece a hablar de la división internacional del trabajo.
David Ricardo por su parte aporta otro concepto complementario del primero, la llamada ventaja comparativa, que sustenta que una nación con abierta desventaja absoluta en su producción nacional, no obstante puede sacar provecho del comercio internacional si se especializa en aquello donde es menor su desventaja.
Estos dos conceptos fueron claves para el sustento del librecambismo decimonónico y del pensamiento liberal. Las naciones deben procurar el comercio internacional para que sus procesos de producción sean lo más eficientes posibles.
No obstante, hubo otro pensador clásico que sostuvo una tesis relativa al proteccionismo temporal, se trata de John Stuart Mill, quien considera que una nación con atraso tecnológico y desventaja absoluta en el comercio internacional, bien puede cerrarse y establecer un sistema autárquico, de tal modo que los mercados aislados permiten la formación de empresas monopólicas, y éstas con sus altas utilidades pueden hacer fuertes inversiones en innovaciones que les ayude a poner a la altura de la competencia internacional y supere el rezago tecnológico. En este momento la nación entonces puede abrirse al comercio exterior con capacidad competitiva.
La postulación de J. S. Mill de principio postula una idea convincente respecto al proteccionismo temporal. Muchos pensadores ulteriores retomaron sus ideas, y de hecho es uno de los teóricos revisado durante el periodo endogenista en América Latina. La cuestión es que un fallo importante en su tesis es que, las empresas se ven obligadas a innovar a causa de la presión que ejerce la competencia. En el caso de un monopolio, este móvil no existe y no tiene razón alguna para mejorar su planta productiva y sus procesos de producción. La experiencia latinoamericana deja en claro que durante el periodo del proteccionismo endogenista el rezago tecnológico se agrandó más, antes que remediarse.
Fue desde finales del siglo XIX que, principalmente los alemanes, vieron la ventaja de subsidiar precios de sus mercancías de exportación a niveles de sus costos medios de producción, con la inflación de los precios de sus productos en el mercado nacional, de tal modo que las ganancias logradas en el mercado protegido, donde se es monopolio, se canalizan a sostener ventas al exterior por debajo del costo, lo que en los mercados foráneos receptivos de una oferta subsidiada, se erradicaba rápidamente la competencia, lo que posteriormente permitía a las empresas desleales imponerse en los mercados de sus productos como monopolios y obtener grandes ganancias de esto.
Esta práctica del comercio internacional se el nombra dumping, y se refiere a la discriminación de precios en mercados segmentados donde las transferencias del mercado donde se es monopolio sostienen precios tan baratos que quedan por debajo del costo medio de producción.
El dumping es de tres tipos:
Predatorio o rapaz, es tan agresivo que rápidamente lleva a la quiebra a las empresas competidoras.
Esporádico, se da cuando empresas en quiebra deben liquidar sus existencias por lo que se les permite vender por debajo del costo, a sabiendas que es breve el tiempo de su permanencia.
Persistente, se debe a imperfecciones y fallos del mercado, tales como son los subsidios y subvenciones que los gobiernos dan a sus productores creando lo que se le conoce como dumping indirecto o social.
Ante la proliferación de este tipo de prácticas desleales en el comercio internacional las naciones iniciaron medidas proteccionistas implementando armamentos arancelarios y contingentarios para contrarrestar al dumping.
Ante el aumento del proteccionismo, el librecambismo liberal ve su término ante la emergencia del bilateralismo. Iniciaron las controversias entre dos posturas respecto al tipo de comercio exterior que deben tener las naciones. Entre el Free trade vs. Fair trade.
Entre el libre comercio y el comercio justo. A estas controversias se sumaron las tesis marxistas entre las que destaca la tesis que deriva del problema de la transformación de valores a precios de producción planteada por Carlos Marx, y revisada por otros autores tales como Bortkewics, P. Sraffa y P. Salama. Misma que actualmente queda resuelta por su reformulación y nuevo planteamiento de la programación lineal y su derivación dual.
Del problema de la transformación se deriva que las naciones con menor composición técnica del capital transfieren plusvalía a las naciones con mayor composición técnica del capital. Así la ventaja tecnológica la dan en el comercio las técnicas intensivas en capital. Obviamente, las naciones con técnicas intensivas en trabajo están en abierta desventaja respecto a las que presentan técnicas intensivas en capital y en un libre comercio, las magnitudes de valor establecen los términos de intercambio, donde no se contempla la composición de valor, donde queda implícito que mercancías del mismo precio, no obstante no indican el mismo sacrificio social en su producción.
Las tesis del Fair trade o comercio justo se valieron de este tipo de acercamientos teóricos para sustentar el proteccionismo. Mientras que los defensores del libre comercio (Free trade), adujeron que las tesis marxistas, como otros planteamientos a favor del proteccionismo eran consideraciones ideológicas, no científicas, dogmáticas e imprácticas.
Sin embargo, desde inicio del socialismo soviético como del nacimiento de otras naciones socialistas como China y Mongolia, el comercio entre dichas naciones se rige por Clearings, que trata de intercambios compensados sin mediación de ninguna divisa.
En las relaciones internacionales destacan tres formas de disposición económica:
Las unilaterales, que implica la imposición de las reglas del juego de una nación a otra u otras. En este caso están las relaciones entre acreedores y deudores en el Fondo Monetario Internacional.
Las bilaterales que implica que las naciones establecen acuerdos comerciales de manera distinta una respecto a otra, en consideración de aspectos tales como son las diferencias del desarrollo, las condiciones de mercado, los montos de venta, la necesidad de las mercancías implicadas, entre otros aspectos.
Finalmente están las multilaterales, propias del librecambismo, donde a todos se trata por igual, pero bajo la consideración que indica la cláusula de la nación más favorecida, que establece como norma de trato democrático aquella que es la más bondadosa con su socio comercial.
Actualmente se cuenta con otros estudios respecto a la experiencia comercial de las naciones, especialmente aquellas que son exitosas en el comercio exterior. M. Porter aporta un nuevo concepto al que se le nombra ventaja competitiva, que indica para el caso de 10 naciones que fueron su objeto de estudio el éxito comercial se debe a la combinación de diferentes factores, los cuales varían de nación a nación, por lo que cada caso de éxito tiene razones distintas, lo importante es que los elementos que explican cada caso de éxito adhieren a las exportaciones de las naciones lo que el nombra una ventaja competitiva.
Heckscher y Ohlin, dos economistas suecos aportan el principio que considera que según las distintas densidades en que existen en la geografía los factores productivos, y en relación a la intensidad de uso de los mismos en los procesos de producción, las naciones pueden lograr una ventaja competitiva si realizan sus procesos de producción intensivos en algún factor productivo, en los lugares donde dicho factor exista intensivamente.
De lo anterior se deriva la tesis de la relocalización industrial de las distintas fases de la producción, que para el caso de economías a escala, los costos de transportación, seguros y fletes se minimizan al grado que se vuelven insignificantes.
El esquema de producción flexible rescata este planteamiento y de hecho, el actual proceso de globalización, responde principalmente a la búsqueda de ventajas competitivas regionales a través de la relocalización industrial.