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Anexo IV

Una apuesta geoestratégica
(la incorporación de Turquía + Rusia a la Unión Europea)

¿Especies foráneas?



El gran tablero mundial – Zbigniew Brzezinski – 1998

“En la actualidad, la principal cuestión geopolítica ya no es la de que parte de la geografía de Eurasia es el punto de partida para el dominio continental, ni tampoco la cuestión de sí el poder terrestre es más significativo que el poder marítimo. La geopolítica se ha desplazado desde la dimensión regional a la global, considerando que la preponderancia sobre todo el continente euroasiático es la base central de la primacía global. Los EEUU, una potencia no euroasiática, disfrutan actualmente de la primacía internacional, y su poder se despliega directamente sobre tres de las periferias del continente euroasiático, a partir de los cuales ejerce una poderosa influencia sobre los Estados que ocupan el “hinterland” euroasiático. Pero en el campo de juego más importante del planeta –Eurasia- es donde podría surgir, en un momento dado, un rival potencial de los EEUU. Por lo tanto, el punto de partida para la formulación de la geoestrategia estadounidense en Eurasia debe centrarse en los jugadores clave y en una adecuada evaluación del terreno.
Para ellos es necesario dar dos pasos básicos:
. primero, identificar a los Estados euroasiáticos geoestratégicamente dinámicos, que tienen capacidad de causar un desplazamiento potencialmente importante en la distribución internacional del poder y descifrar las metas externas centrales de sus respectivas elites políticas, así como las consecuencias probables de sus intentos de alcanzarlas; y localizar a los Estados euroasiáticos clave desde el punto de vista geopolítico cuya situación y/o existencia tenga efectos catalíticos bien en los jugadores geoestratégicos más activos, bien en las condiciones regionales;
. segundo, formular políticas específicas estadounidenses para desviar, cooptar y/o controlar a esos Estados, para preservar y promover los intereses vitales estadounidenses, y conceptualizar una geoestrategia más extensa que establezca a escala global la interconexión entre políticas estadounidenses más específicas.
En pocas palabras, la geoestrategia euroasiática de los EEUU debe incluir un control resuelto de los Estados dinámicos desde el punto de vista geoestratégico y de una cuidada gestión de los Estados catalíticos desde el punto de vista geopolítico, de acuerdo con los intereses gemelos de los EEUU de preservar a corto plazo su poder global único y transformarlo a largo plazo en una cooperación global cada vez más institucionalizada. Para usar una terminología propia de la era más brutal de los antiguos imperios, los tres grandes imperativos de la geoestrategia imperial son los de impedir choques entre vasallos y mantener su dependencia en términos de seguridad, mantener a los tributarios obedientes y protegidos e impedir la unión de los bárbaros.

Los jugadores geoestratégicos activos son los Estados con capacidad y voluntad nacional de ejercer poder o influencia más allá de sus fronteras para alterar –en una medida capaz de afectar a los intereses estadounidenses- el estado actual de las cuestiones geopolíticas…

Los pivotes geopolíticos son los Estados cuya importancia se deriva no de su poder y de sus motivaciones sino más bien de su situación geográfica sensible y de las consecuencias que su condición de potencial vulnerabilidad provoca en el comportamiento de los jugadores geoestratégicos…
También debe tenerse en cuenta desde un principio que, aunque todos los jugadores geoestratégicos tienden a ser países importantes, no todos los países importantes y poderosos son automáticamente jugadores estratégicos…

En las circunstancias globales actuales, al menos cinco jugadores geoestratégicos clave y cinco pivotes geopolíticos (de los que dos podrían quizás también considerarse en cierto modo como jugadores) pueden ser identificados en el nuevo mapa político de Eurasia. Francia, Alemania, Rusia, China e India son jugadores principales y activos, mientras que Gran Bretaña, Japón e Indonesia, que sin duda son países muy importantes, no pueden ser considerados como tales. Ucrania, Azerbaiyán, Corea del Sur, Turquía e Irán desempeñan el papel de pivotes geopolíticos extremadamente importantes, aunque tanto Turquía como Irán son, en alguna medida –dentro de sus capacidades limitadas- también activos desde el punto de vista estratégico…

No hace falta decir que Rusia sigue siendo uno de los principales jugadores estratégicos, pese al estado de debilidad en que se encuentra y a una situación de malestar que probablemente se prolongará. Su propia presencia ejerce un impacto enorme sobre los Estados recientemente independizados dentro del vasto espacio euroasiático de la ex Unión Soviética. Mantiene unos objetivos geopolíticos ambiciosos y los proclama cada vez más abiertamente. Una vez que recupere sus fuerzas, también ejercerá un impacto significativo sobre sus vecinos occidentales y orientales. Además, Rusia no ha hecho aún su elección geoestratégica fundamental en lo referente a su relación con los EEUU: ¿es amiga o enemiga?…

Turquía e Irán pretenden alcanzar cierta influencia en la región del mar Caspio-Asia Central explotando el retraimiento del poder ruso. De ahí que podría considerárseles jugadores estratégicos. Sin embargo, ambos Estados se enfrentan a seria dificultades domésticas y su capacidad para efectuar desplazamientos regionales significativos en la distribución del poder es limitada. Son además rivales, por lo que cada uno tiende a negar la influencia del otro…
Sin embargo, tanto Turquía como Irán son, sobre todo, importante pivotes geopolíticos. Turquía estabiliza la región del Mar Negro, controla el acceso a ella desde el mar Mediterráneo, equilibra a Rusia en el Cáucaso, sigue ofreciendo aún un antídoto contra el fundamentalismo musulmán y es el pilar sur de la OTAN. Una Turquía desequilibrada sería susceptible de provocar una mayor violencia en el sur de los Balcanes, facilitando al mismo tiempo la reimposición del control ruso sobre los Estados recientemente independizados del Cáucaso…

La única verdadera opción geoestratégica de Rusia –la opción que podría dar a Rusia un papel internacional realista y también maximizar las oportunidades de transformarse y modernizarse socialmente- está en Europa. Y no en cualquier Europa, sino en la Europa transatlántica de la UE y la OTAN en expansión. Tal Europa esta en proceso de formación, y es también posible que permanezca estrechamente vinculada a los EEUU. Esa es la Europa a la que Rusia deberá vincularse para evitar un peligroso aislamiento geopolítico.
Para los EEUU, Rusia es demasiado débil como para ser socio pero demasiado fuerte para ser tan sólo un paciente…

Los EEUU deberían usar su influencia en Europa para presionar a favor de la futura admisión de Turquía en la UE y deberían esforzarse en tratar a Turquía como a un estado europeo, siempre que la política interna turca no dé un giro importante en la dirección islamista. Las consultas regulares con Ankara sobre el futuro de la cuenca del mar Caspio y sobre Asia Central generarían en Turquía la sensación de pertenecer a una asociación estratégica con los EEUU. Los EEUU deberían apoyar también con firmeza las aspiraciones turcas de construir un oleoducto desde Bakú en Azerbaiyán hasta Ceyhan en la costa mediterránea turca, que se convertiría en una importante salida para los recursos energéticos de la cuenca del mar Caspio”