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El potencial de sostenibilidad de los asentamientos humanos
Josep Antequera
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CAPÍTULO 7
ELEMENTOS CLAVE PARA LA CONSTRUCCIÓN DE LA CIUDAD SOSTENIBLE
7.8. Economía local viva y sostenible
Objetivo general:
Nos hemos comprometido a crear y asegurar una economía local viva que promueva el empleo sin dañar el medio ambiente.
Objetivos específicos:
1. Adoptar medidas que estimulen y apoyen el empleo local y la creación de empresas.
2. Cooperar con las empresas locales para promover e implantar buenas prácticas corporativas.
3. Desarrollar e implantar principios de sostenibilidad en la localización de las empresas.
4. Promover el turismo local sostenible.
Condicionantes:
a) Sobre la ecoeficiencia en los sistemas productivos.
En la guía de Ecodiseño de la empresa Phillips , Punto sin retorno, se describe este concepto como la relación entre el valor añadido de un producto más las necesidades satisfechas por un lado, y el coste financiero más el impacto medioambiental por otro, todo ello contextualizado en su ciclo de vida. Estos objetivos se aplicarán sobre el ciclo de vida completo del producto, considerando el coste total de producción y la valoración del ciclo de vida, en relación al coste de producción y al impacto de éste respectivamente.
En este análisis el producto no se ve como un objeto en sí mismo, sino como un proceso temporal de evolución material, desde la fase de extracción de sus materias primas originales hasta que termina su fase vital convertido en un residuo con un proceso de eliminación asociado. El concepto de ciclo de vida o el concepto de mochila ecológica pretende internalizar en el objeto de uso todo su coste productivo real. El concepto de mochila ecológica fue creado por Schmidt-Bleek (1994). Lo introdujo para explicar la intensidad de materiales por unidad de servicio(IMPS), es decir la cantidad de material que se suma durante todo el ciclo vital de los productos y que se relaciona con el servicio conseguido finalmente...El diario, el zumo de naranja del desayuno, el coche en el garaje y el litro de gasolina, todo tiene su mochila. Un anillo de oro es particularmente pesado" Para 10 gramos de oro se mueven 3,5 toneladas solo en la mina .
La Cumbre de Río presentó el comercio como un reto y una oportunidad; un reto para conjugar sus prácticas con las aspiraciones interiorizadas en las palabras Desarrollo Sostenible; una oportunidad para tomar la iniciativa en obtener respuestas . Así asumen las corporaciones reunidas en el Consorcio Mundial de Empresas para el Desarrollo Sostenible, en su publicación Señales de cambio, este nuevo papel de la industria mundial. En esta asociación se hallan industrias multinacionales, tan potentes como Sony, Dow Chemical, Dupont, British Petroleum, Xerox, Procter& Gamble, entre un total de más de cien empresas. Todos conocemos prácticas sosteniblemente dudosas de algunas de estas compañías, pero no deja de ser un avance que estos conceptos se incorporen en el know how de estas corporaciones responsables, muchas de ellas, de gran parte del tránsito mundial de materias y energías. Entre estas incorporaciones de elementos de sostenibilidad el criterio de ecoeficiencia es uno de los desarrollados en el documento, y apuntan su aplicación a siete grandes líneas estratégicas:
- Reducir la intensidad material de bienes y servicios
- Reducir la intensidad energética de bienes y servicios
- Reducir la dispersión de contaminantes
- Potenciar la reciclabilidad de los materiales
- Maximizar el uso sostenible de los recursos renovables
- Extender la duración de los productos
- Incrementar la intensidad de servicio de los bienes y servicios
Según este informe la ecoeficiencia se logra mediante la distribución de bienes y servicios a precios competitivos que satisfagan las necesidades humanas y generen calidad de vida, mientras se reduce progresivamente el impacto ecológico y la intensidad de recursos a través del ciclo de vida de los productos, al nivel estimado de la capacidad de carga del planeta .
Según Claude Fussler, de Dow Chemical, una de las empresas de esta Corporación Mundial, en su libro Eco-innovación, un manual para introducir la ecoeficiencia en las industrias, sostiene que la ecoeficiencia, siempre que vaya ligada a mejoras radicales, es una manera de traducir a nivel operativo, o de gestión el concepto del desarrollo sostenible. Y que este concepto no se reduce solo a la optimización de las actuales prácticas empresariales sino que va más allá, en los elementos que la empresa debe incorporar en sus políticas como:
- La importancia de la justicia social y la equidad en nuestro interés común de seguridad y paz.
- La responsabilidad de los individuos para adaptar su escenario de desarrollo personal a las necesidades globales de la sustentabilidad, y
- La ilusión de dejar un legado a las próximas generaciones
Y propone una eco-brújula de seis dimensiones, muy ligada al ciclo de vida del producto, para evaluar proyectos de mejora empresarial y analizar a su vez la ecoeficiencia en los propios productos fabricados, así como su comparación entre diversos productos del mismo tipo.
Estas dimensiones són:
Los riesgos potenciales para la salud y el medio ambiente
La conservación de los recursos
La intensidad material
La intensidad energética
La revalorización
La extensión del servicio
Considerar las seis dimensiones de la ecobrújula asegura que cada uno de los aspectos de seguridad ecológica y de recursos es tomado en cuenta . Esta ecobrújula va muy ligada a la utilización de indicadores medioambientales en la empresas y en los circuitos productivos para evaluar así de manera científica su interiorización en la industria. Así podemos analizar la evolución de cada mejora que efectuemos en nuestros procesos y cual de estas dimensiones aumenta o se reduce.
El World Busines Council for Sustainable Development acepta la necesidad de reducir la polución y la disminución del uso de recursos pero no está de acuerdo en que reduciendo los niveles de vida se conseguirá un mundo más equilibrado. Según nuestro punto de vista es más importante optar por un estilo de vida diferente que pueda ofrecer una mejor calidad de vida y más bienestar para todos, mientras limita el uso de los recursos y la polución a niveles aceptables . Y volvemos otra vez a la dicotomía del concepto del desarrollo sostenible: ¿Es posible minimizar hacia un modo socioecológicamente tolerable los impactos del modelo de desarrollo sin transformar las estructuras que lo sustentan? Este es el reto moral de la ecoeficiencia.
En el último documento del WBCSD, que nos explica como navegar en oportunidades eco-eficientes, plantea éstas como una gama de acciones desarrolladas cuatro líneas estratégicas :
El re-diseño de los `procesos productivos de las compañías para minimizar consumos e impactos
La cooperación entre compañías para conseguir el residuo cero, aprovechando entre diversas compañías todos los materiales (ecología industrial)
El re-diseño de los propios productos para reducir su mochila ecológica de la que antes hablábamos.
En el re-diseño de la forma de satisfacer las necesidades de los clientes, que se traduce en ofrecer el servicio en lugar del producto (por ejemplo facilitar movilidad en lugar de vender coches,...)
En este caso vemos como las cadenas ecoeficientes de grupos industriales pueden realmente generar una transformación social importante, ya que pueden retroactuar sobre sus propios suministradores y proveedores y a su vez sobre sus clientes y por ello sobre la sociedad en general.
El hecho de que los bienaventurados del planeta seamos una quinta parte de la población de éste, y teniendo en cuenta que los planteamientos realizados por los teóricos de la huella ecológica sostienen que para satisfacer las necesidades de todos al mismo nivel que el primer mundo, harían falta dos planetas más, el factor 10 es el criterio a adoptar en nuestros modos de producción ecoeficientes. El factor 10 persigue multiplicar por 10 los recursos de la eficiencia en las economías desarrolladas, mientras reduce el uso total de los recursos naturales acorde con los límites que marca la capacidad de carga .
¿Podemos advertir de que a través de la incorporación de estos criterios se acerca la ética de la producción ecoeficiente a una ética de la naturaleza basada en la capacidad de carga del planeta y en la equidad intra y intergeneracional?.
A este respecto los responsables de la cultura de la ecoeficiencia en el WBCSD sostienen que los líderes políticos deberían utilizar los criterios del desarrollo sostenible, integrar medidas políticas para favorecer la ecoeficiencia, como por ejemplo internalizar los costes ambientales, y cambiar las reglas y sistemas para los negocios y las transacciones internacionales para favorecer el soporte de actividades que saquen mas partido de los recursos, que reduzcan las emisiones y mejores las condiciones sociales de las clases menos privilegiadas.
Los líderes de la sociedad civil y de los consumidores deberían animar a los consumidores para que escojan productos y servicios más ecoeficientes y sostenibles y su apoyo a las medidas políticas para crear las condiciones de trabajo que favorezcan la ecoeficiencia.
Los educadores deberían incluir en la formación universitaria la sostenibilidad y la ecoeficiencia y potenciar en los programa de investigación y desarrollo.
Para los analistas financieros y los inversores que reconozcan la ecoeficiencia y la sostenibilidad como criterios de inversión, que ayuden a las compañías ecoeficientes y a los líderes de la sostenibilidad a comunicar sus progresos y explicar sus beneficios en los mercados financieros y promocionar el uso de herramientas de asesoramiento y varemos de sostenibilidad para soporte a los mercados de y facilitar la comprensión de los beneficios de la ecoeficiencia.
Y a los líderes empresariales a integrar la ecoeficiencia en sus estrategias de negocio incluyendo su operatividad en la innovación de sus productos y en las estrategias de mercado, divulgar sus acciones en sostenibilidad y ecoeficiencia a los agentes sociales y apoyar las medidas políticas que favorezcan la ecoeficiencia.
b) Más allá de la ecoeficiencia.
La ecoeficiencia es una solución que permite a las empresas reducir su impacto y mejorar su eficiencia, pero no es la solución para una sociedad que tienda hacia la sostenibilidad.
La ecología industrial basa su diseño en la creación de circuitos de aprovechamiento de materiales entre industrias, teniendo en cuenta la idea de ecosistema, en la que tanto los circuitos energéticos como materiales conforman un todo (ver apartd. 1.6).
Según Jean Paul Deléage el resultado práctico de un proyecto de ecología industrial es la creación de un parque eco-industrial, que consiste en asociar en cascada una cadena de fábricas o talleres los cuales utilizan como materia prima los residuos situados río arriba, por analogía con las cadenas tróficas especificas de ecosistemas vivientes. O sea la puesta en marcha de un verdadero sistema metabólico industrial. Existen pocas experiencias, aunque la más famosa es la Kalundborg, cerca de Copenhague.
Aunque este modelo no está exento de dificultades para su implementación ya que como nos señala Jorge Riechmann se requiere una simbiosis entre empresas, lo que requiere que la cooperación prevalezca sobre la competencia, y implica además un cierto grado de intervención en la economía, al menos para facilitar el caldo de cultivo necesario, y muchas veces estos criterios chocan contra la lógica del capitalismo desregulador.
Se trata de ir más allá del ecodiseño y generar sistemas industriales sustentables. Como destaca Riechmann, no se trata de mejoras incrementales dentro de un modelo de producción insostenible, sino de cambios muy importantes en los sistemas productivos de las economías industriales. Es una opción colectiva entre empresas y administración, lo que complejiza su ejecución.
Otra posibilidad de generación de sostenibilidad en la industria más allá de la ecoeficiencia es lo que los autores McDonough y Braungart denominan ecoefectividad. Que consiste en que la industria genere su propio ciclo metabólico cerrado y que los residuos generados solo tengan dos vías principales de reciclaje, ir a parar al ecosistema natural, como el resto de residuos de la naturaleza, o ir a parar al metabolismo industrial de nuevo, eliminando el concepto de residuo como ocurre en los sistemas ecológicos y convirtiéndolo en una fuente de materias para el ecosistema.
c) El desarrollo de economías localizadas
Al hablar de globalización, nos surge como su antítesis la localización, y a la vez ésta nos conduce a la deslocalización, como otro concepto que ha alcanzado hoy en día un efecto de alarma social intensa, por el hecho de que muchas empresas transnacionales desmantelen sus instalaciones para trasladarlas a otras países donde los costos, especialmente, los relacionados con la mano de obra, son menores.
Hemos visto en el apartado anterior al referirnos a la ecología industrial las ventajas que supone la creación de ecosistemas industriales en los que se puede conseguir que el metabolismo creado por la asociación y la conectividad material de diversos tipos de empresas, permita que el concepto de residuo desaparezca y lo que se genera es un tránsito de materiales desde la salida de una industria hacia la entrada de otra, incrementando la capacidad de trabajo de estos materiales, que para esa misma empresa aislada de dicho metabolismo, el material se consideraría como un residuo.
¿Podemos generar flujos similares a nivel local, desde el punto de vista económico?
Si imaginamos un municipio actual vemos que no existen excesivos contactos entre las empresas locales, ni existe un conocimiento de los recursos que una empresa tiene en su entorno, tanto humanos, como comerciales, como productivos. Las empresas, las instituciones y las personas que habitamos una comunidad, muchas veces constituimos un sistema en el que las interrelaciones entre sus partes son muy reducidas, especialmente en una gran ciudad.
Lo que pretende el concepto de localización es aprovechar la minimización de las distancias que existen entre unas y otras partes del sistema local para incrementar así su complejidad y su espectro relacional. Lo que habíamos denominado en el apartado 5.3. el incremento del capital social local.
¿Podemos convencer a los empresarios de un municipio en que es beneficioso desde el punto de vista mercantil ser local? La mayoría de las veces los directores de las empresas no viven en el mismo lugar en el que trabajan, y su identificación con la comunidad local es casi nula. Y por el contrario, en otros casos el exceso de conocimiento del otro, por ejemplo en los pequeños pueblos, supone una barrera a este desarrollo, ya que existen percepciones históricas basadas en relaciones de poder o de rivalidad que dificultan el diálogo entre los diversos actores sociales locales.
Por ello para generar economías locales sustentables que se aproximen al concepto de metabolismo, tanto desde el punto de vista material como desde el punto de vista económico, hace falta desarrollar la visión común de ciudad que planteábamos en el apartado 1, donde los actores locales se identifiquen con un proyecto común generador de identidad local.
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