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El potencial de sostenibilidad de los asentamientos humanos
Josep Antequera
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CAPÍTULO 5
ESTRUCTURAS SOCIALES URBANAS
En este capítulo analizaremos las sociedades humanas desde sus organizaciones, desde sus orígenes, analizando conceptos como el de capitals social y como desde él surge el capital económico que actualmente es responsable de los impactos ambientales y sociales que todos conocemos. Y también descubriremos el impacto del marco globalizador actual sobre el espacio local y sus efectos sobre el capital social local.
5.1. Las bases sociales de la urbanización
El espacio urbano es el marco donde ha evolucionado la cultura y el conocimiento de la realidad conseguido por la humanidad durante siglos de desarrollo. Hemos analizado en el capítulo 2 la visión de la ciudad como un sistema complejo y en el capítulo 3 la evolución de los diversos modelos de ciudad en la historia, en el 4 nos hemos adentrado en el componente individual de la sociedad, el ser humano. En éste capítulo analizaremos la ciudad desde el análisis de las estructuras sociales que la constituyen.
Jane Jacobs, en su libro La Economía de las Ciudades , defiende que la urbanización fue el primer espacio del ser humano donde se desarrollaron los progresos sociales e incluso la agricultura.
En su recreación de la ciudad de Çatal Hüyük, ciudad real surgida entre el año 7000 y 6000 a.d.C., que ella denomina Nueva Obsidiana , basada en los descubrimientos del arqueólogo James Meellart, plantea que ésta apareció como producto del comercio de obsidiana, que unas tribus de cazadores del Alto Paleolítico, extraían de los numerosos volcanes de la meseta de Anatolia, a unas 20 millas del emplazamiento de la ciudad.
Esta ciudad se constituyó como asentamiento de un grupo cazador vecino, en el que el comercio de obsidiana se había establecido de forma regular, entre ellos y las tribus extractoras. Este asentamiento se constituye como una amalgama de los primeros pobladores y de las tribus propietarias de la obsidiana, gran parte de la cual se ha establecido dentro de los límites de la ciudad a causa del comercio y de los distintos tipos de trabajos relacionados con él.
La gente de la ciudad posee una maravillosa habilidad para la artesanía y la ciudad tiene una religión particular que consiste en la veneración de varios dioses, producto de las creencias de cada tribu. Las personas que quieren adquirir la obsidiana llevan mercancías diversas para cambiarlas por ésta. Estos bienes consisten en productos corrientes de sus territorios de caza. Cuando las personas de Nueva Obsidiana quieren adquirir otros productos que no encuentran en su propio territorio, utilizan la obsidiana como si fuera dinero en sus desplazamientos a otras regiones. De esta manera los poblados que poseen tesoros no comunes - cobre, conchas finas, pigmentos han pasado a ser centros secundarios del comercio de obsidiana y Nueva Obsidiana se convierte en centro regional de otros productos raros, además de la obsidiana.
Así la ciudad aumenta su capacidad exportadora y su capacidad de producción, estructurándose como una economía exportadora-importadora por un lado y una economía local por otro. Esta dinámica de trueque diversifica la economía del asentamiento, se manufacturan sacos de cuero para transportar la obsidiana, que se convierten en productos de comercio. Se producen productos derivados de la obsidiana como cuchillos, casquillos, puntas de lanza, espejos,... Se generan amuletos de dioses hechos en obsidiana que sirven para extender las religiones locales a otras tribus vecinas. Todo esto hace que en otras aldeas se copien algunos de los productos que se generan en la ciudad, añadiéndoles sus propias singularidades. Y con todo ello se generan circuitos de comercio entre muchas tribus de cazadores, que requerirán sistemas de protección para defender sus productos de los asaltos de otros cazadores hostiles. El comercio generó compromisos de paz entre las tribus y alianzas para castigar a cualquiera que rompiera las reglas del juego comercial. Estos circuitos requerían también lugares de descanso y asilo entre las rutas, para aprovisionamiento de agua, descanso y alimentos a los viajeros.
Todo ello incrementó los requerimientos urbanísticos de la ciudad, en la que se desarrollaba de manera creciente el gran mercado de la obsidiana como espacio libre central ubicado en el punto de encuentro de las diversas rutas que accedían a la ciudad. Alrededor de dicha plaza se instalaban los pequeños talleres donde los artesanos de la obsidiana y otros artesanos trabajaban sus productos que comerciaban en el gran mercado.
Alguna de la comida de los pobladores y visitantes de la ciudad se produce en el mismo territorio y en los espacios anexos, pero otra parte procede de los bienes de cambio que los mercaderes que adquieren la obsidiana ofrecen como pago por ésta. Así la ciudad extiende indirectamente sus territorios de caza y recolección a espacios más alejados de dicho centro. Todo ello hace que la ciudad sea receptora de grandes cantidades de grano, de animales vivos y otros productos no perecederos que los comerciantes aportan a la ciudad. Todo ello hace que surjan nuevas tareas y nuevos oficios, y a la vez sistemas de contabilidad de dichos bienes, realizados por personal administrativo. Almacenes de grano, cuadras para los animales vivos y cuidadores de éstos, que se ocuparán de las crías y a la larga generarán técnicas de ganadería y cruzamientos, producto de la voluntad de conservar éstos alimentos, en un principio de procedencia silvestre. Una parte de dichos bienes son consumidos en función de las necesidades de la ciudad y de sus visitantes y el resto guardado en almacenes o en granjas.
Las ovejas serían uno de los animales que más fácilmente consiguen domesticar, en función de su facil mantenimiento, la calidad de su carne y el aprovechamiento de su piel. Otras ciudades más pequeñas se especializan en el cuidado de la cabra, otras en el vacuno salvaje, comercializando su piel y sus cornamentas, otras en el cerdo salvaje debido a que puede pastar en el bosque y por su considerable número de crías.
Los administradores y especialistas del grano constituirían otra especialidad laboral surgida en la ciudad. En un principio el grano de diversas procedencias es almacenado junto y comido mezclado con otros productos como guisantes, lentejas y nueces procedentes de plantas salvajes. Este movimiento de grano hace que muchas de las semillas esparcidas en sus diversos traslados caigan a la tierra y algunas de ellas germinen y el crecimiento de esta diversidad de especies generan cruces híbridos de mayor interés alimenticio. Los tratantes de grano empiezan a clasificarlos en función de su calidad y a calcular el valor comercial de uno y de otro, ello genera su selección para su posterior cultivo y favorece unos tipos sobre otros.
Todo ello hace que la ciudad incremente su capacidad autoproductora y se abastezca de bienes que anteriormente tenía que importar. Esto genera a la vez oficios auxiliares a los nuevos desarrollos, relacionados con el transporte de éstos, como cestería o cajas, y otras diversificaciones auxiliares relacionadas con las nuevas actividades surgidas. Esta evolución y concentración de actividades hace que las noticias sobre las curiosidades observadas en la urbe se extiendan a regiones alejadas y atraigan nuevos visitantes de aldeas rurales lejanas.
Alrededor de las excavaciones de Çatal Hüyüc, se han encontrado aldeas agrícolas más pequeñas, cuyos restos son más nuevos que los restos de la ciudad, lo que implica que éstos surgieron posteriormente a dicho emplazamiento. Los restos de edificios para viviendas encontrados en la ciudad, estaban formados por ladrillos de barro y de una sola habitación para todos los usos de la familia y una terraza de madera encima, por la que se accedía al interior.
La multitud de oficios que describe su descubridor eran muy variados, desde tejedores y cesteros, carpinteros y ensambladores, trabajadores de la piedra pulimentada, artesanos de abalorios y colgantes con incrustaciones, artesanos de cuentas de conchas de diversos materiales, los pulidores de obsidiana especializados en dagas, cabezas de lanzas, flechas y otras aplicaciones, los trabajadores del hueso que realizaban cucharones, cucharas, arcos , cazos, agujas, hebillas, y una multitud más de obreros y artesanos de diversas especialidades, todo ello añadido al trabajo de los constructores, los mercaderes y comerciantes y también los artistas, etc.
Entre los restos de la ciudad se han hallado vestidos en los que se combinaban telas, pieles y metales. La comida silvestre incluía productos de animales salvajes y productos de animales procedentes de la ganadería. La cebada y el trigo encontrados no eran de procedencia salvaje sino agrícola y son los restos más antiguos encontrados hasta el momento. Otro elemento hallado ha sido las manifestaciones artísticas de pinturas naturalistas similares a las del Paleolítico Superior.
Jacobs utiliza ésta recreación de la vida de Nueva Obsidiana para afirmar que fue de la concentración humana y de la diversidad de oficios, de donde proceden los descubrimientos que dieron lugar a las aldeas agrícolas. Ella afirma que en aquel momento el mundo rural consistía en núcleos pequeños de pobladores dedicados a la caza y a la recolección de alimentos. Y la tecnología que transformó estas aldeas en comunidades agrícolas y ganaderas procedían de los logros conseguidos en la urbe. Al iniciar el almacenamiento de animales producto del comercio, se vió que para el pastoreo de éstos se requerían grandes superficies de terreno, esto llevó a diversas familias encargadas de su mantenimiento a instalarse en territorios no demasiado alejados de la urbe y ricos en pastos, en los que acabaría instalándose una pequeña aldea que nutriría a la ciudad, que a su vez podrían utilizar tierras extensas de terreno para cultivos agrícolas. De este modo convivirían en esta época aldeas de cazadores y recolectores y las nuevas aldeas surgidas como centros de abastecimiento de la ciudades. También se conformarían como centros de abastecimientos de los mercaderes que viajaban a la ciudad
No es el objetivo de este trabajo discernir si fueron primero las aldeas agrícolas o las concentraciones urbanas, pero parece lógico pensar que la mayor concentración de personas, tareas, descubrimientos y tecnologías generan nuevas propiedades emergentes productos de esta reunión de individuos cuyos conocimientos se retroalimentaban entre sí y evolucionaban cada vez más hacia una estructura productiva de mayor complejidad.
Jacobs expresa este proceso de diversidad creciente, en una fórmula matemática que se expresa como sigue:
D + A nD
Donde D representa división del trabajo que surge de un proceso concreto, A es la nueva actividad que surge de dicho proceso al encontrar nuevos objetivos productivos y de realización, y el resultado nD, representa las nuevas divisiones del trabajo que surgen de ese nuevo marco de actividad.
Todo ello genera un árbol de complejidad creciente de actividades que surgen cada una de variaciones de las anteriores, al encontrar cada actividad consolidada nuevos caminos de producción que pueden o no estar relacionados con la actividad anterior. Jacobs pone el ejemplo de la industria de sostenes que surgió a partir de un pequeño taller que se dedicaba a la confección de vestidos femeninos y que acabó especializándose en esta nueva y, para aquel tiempo, innovadora actividad.
En este proceso de creación de complejidad creciente de los espacios urbanos, Jacobs añade otro factor contrario a la eficiencia de las actividades que es el de la experimentación con las tentativas de error correspondientes, lo que proporciona nuevas cotas de innovación a las actividades a expensas de una probabilidad de error importante y de que las innovaciones útiles sean mínimas respecto a los intentos experimentados. Los sistemas productivos que favorecen la experimentación serán mayores creadores de innovación que los sistemas productivos que persiguen la eficiencia.
La estructuración cada vez más compleja del mundo social incipiente de las ciudades primigenias fue generando poco a poco las categorías sociales que configuran el espacio local. La historia de la urbanización, como hemos analizado en el capítulo 3, es producto de la concentración y expansión de los espacios urbanos a través de la historia y del surgimiento de las diversas categorías sociales y estilos de vida existentes.
La complejidad social es definida por Joseph Tainter como la multitud de elementos que componen el seno de una sociedad, el número y la diversidad de sus partes, la variedad de los roles sociales especializados, el número de las distintas personalidades sociales presentes, y la variedad de mecanismos para organizar éstos en un todo coherente y funcional. Aumentando una de éstas dimensiones se incrementa la complejidad de una sociedad. Las sociedades cazadoras-recolectoras, según Tainter, no albergaban más de unas cuantas docenas de distintas personalidades sociales, mientras que los censos modernos europeos reconocen de 10.000 a 20.000 roles ocupacionales únicos, y las sociedades industrializadas deben contener más de un millón de diferentes tipos de personalidades sociales .
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