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El potencial de sostenibilidad de los asentamientos humanos
Josep Antequera
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CAPÍTULO 3
LA EVOLUCIÓN URBANA
En este capítulo queremos hacer una síntesis de la historia de la ciudad que nos permitirá entender como los seres humanos han llegado a construir los grandes ecosistemas urbanos que constituyen las ciudades y las Áreas Metropolitanas actuales.
3.1. Los primeros asentamientos humanos y la dependencia ecosistémica.
En los inicios de la socialización humana la especie era totalmente dependiente de las circunstancias ecosistémicas que la rodean y formaba parte de la cadena trófica que conformaba su entorno.
a). Del nomadismo al asentamiento
La vida humana se mueve entre dos polos: el movimiento y el asentamiento . Esta sentencia es una de las primeras que usa Mumford para basar el origen de la ciudad en elementos básicos o leyes generales de la naturaleza y del cosmos.
El segundo aspecto de este origen urbano lo sitúa Mumford, en la estabilidad de la muerte como punto inicial determinante de los asentamientos. La ciudad de los muertos es anterior a la ciudad de los vivos . Los primeros humanos se movían en función de la existencia del alimento y su recolección o caza, sólo la muerte y la nutrición caracterizaban la estabilidad de los asentamientos primitivos.
Mumford caracteriza la ciudad como elemento de reunión, el imán que ejerce un poder de atracción sobre las gentes. La disposición a reunirse, a crear comunidad de la especie humana se halla en el origen de estos protoasentamientos en el espacio, donde la historia se concentra, donde yacen los restos de nuestros recuerdos y donde se genera la seguridad ante las hostilidades naturales. Los primeros santuarios humanos fueron los lugares de satisfacción de necesidades humanas tanto materiales como espirituales.
El elemento natural que permite esta estabilidad es el de la caverna. En estos antiguos santuarios del paleolítico, lo mismo que en los primeros montículos mortuorios y tumbas, tenemos, como en ninguna otra parte, los primeros atisbos de vida cívica, posiblemente mucho antes de que pudiera sospecharse la existencia de aldeas permanentes .
No hay que olvidar que el hábito (esquema autoconstrictor de comportamientos ver capítulo IV) es un elemento intrínseco de la conducta que mantiene estable nuestro equilibrio personal. Por eso la caverna, arquitectura natural para el cobijo, hueco natural de protección puede considerarse el espacio de la protociudad anterior a la aldea neolítica. Por consiguiente, algunas de las funciones y finalidades (estructuración funcional del sistema social) de la ciudad existían en esas estructuras tan sencillas mucho antes de que la compleja asociación de la ciudad hubiera alcanzado su existencia y remodelado todo el medio ambiente para darles sustento y apoyo .
El protolenguaje humano actúa como elemento relacional, eje de las conductas y de la cooperación entre los individuos del primitivo clan. Los ejemplos de las pinturas en las cavernas demuestran la existencia de un grado de abstracción importante entre los habitantes de éstos primeros asentamientos (cuevas de Lascaux y Altamira ).
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