Un recorrido por los marcos conceptuales de la Economía.
PARTE TERCERA: LOS MARCOS CONCEPTUALES DE LA ECONOMÍA.
CAPÍTULO 9.- LA IMPORTANCIA DE LA DEMANDA Y DEL CORTO PLAZO ECONÓMICO: JOHN MAYNARD KEYNES.
El principio de la demanda efectiva
Keynes presenta un bosquejo de su teoría del siguiente modo:
cuando aumenta la ocupación aumenta también el ingreso global de la comunidad; la psicología de ésta, es tal que cuando el ingreso real aumenta, el consumo total crece, pero no tanto como el ingreso. De ahí que los empresarios resentirían una pérdida si el aumento total de la ocupación se destinara a satisfacer la mayor demanda de artículos de consumo inmediato. En consecuencia, para justificar cualquier cantidad dada de ocupación, debe existir cierto volumen de inversión que baste para absorber el excedente que arroja la producción total sobre lo que la comunidad decide consumir cuando la ocupación total se encuentra en dicho nivel; porque a menos de que exista este volumen de inversión, los ingresos de los empresarios serán menores que los requeridos para inducirlos a ofrecer la cantidad de ocupación de que se trate. Se desprende, por tanto, que, dada la propensión a consumir de la comunidad, el nivel de equilibrio de la ocupación, es decir, el nivel que no induce a los empresarios en conjunto a ampliar o contraer la ocupación, dependerá de la magnitud de la inversión corriente. El monto de ésta dependerá, a su vez, del incentivo para invertir que depende de la relación entre la curva de eficiencia marginal del capital y el complejo de las tasas de interés para préstamos de diversos plazos y riesgos.
Así, dada la propensión a consumir y la tasa de nueva inversión, sólo puede existir un nivel de ocupación compatible con el equilibrio, ya que cualquier otro produciría una desigualdad entre el precio de la oferta global de la producción en conjunto y el precio de su demanda global. Este nivel no puede ser mayor que el de la ocupación plena, es decir, el salario real no puede ser menor que la desutilidad marginal del trabajo; pero no existe razón en lo general, para esperar que sea igual a la ocupación plena. La demanda efectiva que trae consigo la plena ocupación es un caso especial que sólo se realiza cuando la propensión a consumir y el incentivo para invertir se encuentran en una relación mutua particular. Esta relación particular, que corresponde a los supuestos de la teoría clásica, es, en cierto sentido, una relación óptima; pero sólo puede darse cuando, por accidente o por designio, la inversión corriente provea un volumen de demanda justamente igual al excedente del precio de la oferta global de la producción resultante de la ocupación plena, sobre lo que la comunidad decidirá gastar en consumo cuando la ocupación se encuentre en ese estado. (Keynes, 1936).
En definitiva, el volumen de ocupación está determinado por la intersección de la demanda global y la función de oferta global, porque es en ese punto donde las expectativas de ganancia del empresario alcanza su máximo. El valor del producto que los empresarios esperan recibir en el punto de intersección de la función de demanda global con la función de oferta global se denomina la demanda efectiva. Ésta, en vez de tener un valor de equilibrio único, es una escala de valores, todos ellos igualmente admisibles. Por tanto, el volumen de empleo es indeterminado.
El carácter innovador y de ruptura de los planteamientos de Keynes se reconoce cuando se compara con el «análisis clásico». Para Keynes, el salario monetario resulta de las negociaciones entre trabajadores y empresario y, por tanto, tiene lugar en el mercado de trabajo; y, la demanda efectiva de bienes y servicios determina los niveles de producción y de ocupación y el salario real. Mientras que en el modelo clásico en el mercado de trabajo se establece el salario real, y la tensión entre demanda y oferta de trabajo se encarga de llevar dicha variable al nivel de equilibrio que iguale ambas. En esta posición de equilibrio clásico, el nivel de empleo sólo aumentará si los trabajadores aceptan una reducción del salario real -por medio de una bajada en el salario monetario; intentar una mejora del empleo a través de un aumento de la demanda efectiva resultará inútil, pues los trabajadores no aceptarán la necesaria caída del salario real (Rojo, 1984).
Las proposiciones básicas del sistema keynesiano de la ocupación son las siguientes:
a) el ingreso -monetario y real- depende del volumen de ocupación N.
b) la relación entre el ingreso de la comunidad y lo que se espera se gaste en consumo (D1) depende de la propensión a consumir. Y, por tanto, dada ésta, el consumo del nivel de ocupación -al depender del ingreso de éste.
c) el volumen de empleo N que los empresarios deciden emplear depende, por una parte, de cuanto se espera gastará la comunidad (D1) y, por otra, de cuanto se espera que dedicará a nuevas inversiones (D2). La suma de ambas constituye la demanda efectiva.
d) la suma dedicada a nuevas inversiones resulta de la detracción a la oferta global del consumo de la comunidad.
e) en equilibrio el volumen de ocupación depende: de la función de la oferta global; de la propensión a consumir, y del volumen de inversión.
f) el volumen de ocupación no puede exceder de aquel valor que reduce el salario real hasta igualarlo con la desutilidad marginal de la mano de obra.
Cuando la ocupación aumenta, el valor del consumo hará lo propio, pero no tanto como la demanda efectiva, pues cuando el ingreso aumenta, el consumo lo hará también pero menos. Por tanto, si no ocurren cambios en la propensión a consumir, la ocupación no puede aumentar, a menos que al mismo tiempo el volumen gastado en nuevas inversiones crezca de tal forma que llene la diferencia entre el valor de la oferta global y el valor del consumo. Por consiguiente, el sistema económico puede encontrar en sí mismo un equilibrio estable con un volumen de ocupación inferior a la ocupación completa.